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Literatura

CUENTO: “Tal vez mañana” de Luis Humberto Moreno Córdova

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CUENTO

TAL VEZ MAÑANA

Por Luis Humberto Moreno Córdova


         

Al llegar al cementerio, la fila de autos colapsa y empieza a avanzar lentamente. Álvaro abre las ventanas, pero el calor lo sigue sofocando. No ha almorzado, y eso lo malhumora. Decide dar media vuelta para buscar otro sitio donde estacionar. Llega al parqueo numero uno. Detiene el carro, cierra las lunas y toma su saco. Se topa con un empleado del lugar. “¿San Rafael?”, le pregunta. El tipo apunta su dedo a una distancia infinita anunciándole una larga caminata.

Camina lento, tomándose más tiempo del que necesita, distraído por el paisaje sosegado que a esas horas de la tarde se instala entre árboles, tumbas y flores. Un negocio hermoso a la vista, pero un negocio al fin y al cabo, piensa. Se detiene bajo unos ficus, donde un viento compasivo lo cura. El silencio borda la hermosura, lo acompaña. No hay deudos visitando las tumbas, tal vez porque es lunes, y todo el mundo tiene mucho por hacer antes de morirse.

Al llegar, se percata de la multitud congregada alrededor de la fosa. Un cura eleva unas oraciones finales, mientras el ataúd va adentrándose en la fosa. Unos niños juegan a cierta distancia, sus padres se acercan para pedirles compostura. Álvaro avanza un poco más, pero está decidido a no hacerse parte del gentío. Al igual que en la misa, va a quedarse fuera de todo eso, lejos. Es mejor así.

Los familiares cercanos se dirigen a la fosa para echar unas cuantas flores. Ahí está Natalia. Lleva un vestido moderado, pero acorde al verano, usa algunas alhajas modestas y unos lentes oscuros, enormes, que tapan sus ojos rasgados. La ve acercarse al ataúd, sollozando. Un tipo de pelo entrecano le habla al oído. Ella asiente y echa las flores.

El bebé acerca torpemente hacia su madre y la toma de la mano. Natalia lo levanta en brazos, le regala una sonrisa forzada y lo recuesta en su pecho. Al ver esa imagen, Álvaro siente una extraña sensación en sus sienes, aprieta los labios, resopla, empieza a hacer un sonido extraño con su boca. Se frota las manos. Unos niños se acercan a él, jugando a la pega. Álvaro trata de espantarlos. Ve que una mujer se acerca a reprenderlos, es Viviana, la prima de Natalia.

-Hola –dice ella, fingiendo sorpresa-. Qué bueno que hayas venido.

-Como no voy a venir –responde Álvaro, haciendo el ademán de querer acercarse al gentío.

-Bueno, ha pasado tiempo.

-Sí.

La gente empieza a desfilar para saludar a los deudos. Natalia está al medio, con su hijo en brazos, soportando los rostros contritos, los besos pesarosos de gente que no conoce.

-Ven –dice Viviana, extiendo su brazo delgado, de dedos huesudos y uñas esmaltadas.

-No –se disculpa Álvaro-. Yo… no soy  bueno para esas cosas. Ve tú. Yo iré después.

Viviana coge a los dos niños de la mano y se mete a la cola. Por ratos voltea a mirarlo. Álvaro puede sentir la mirada azucarada. Teme que ella aún esté enamorada de él.

La gente termina de saludar y se dirige a paso presuroso al bus que han contratado para traerlos hasta el cementerio. Otros regresan a sus autos, abren las puertas y bajan las ventanas para refrescar el interior de sus vehículos antes de partir. Miran sus relojes, hablan por teléfono: de pronto todos están presurosos por irse. Álvaro sabe que es inevitable. La muerte cruza la cerca; la vida continúa de este lado.

Vuelve su atención hacia Natalia. Ya no tiene a su hijo en brazos. Está de pie frente a la tumba, abrazada a Viviana. Álvaro rememora los primeros días de amistad, en el 99. Ambas han perdido la lozanía, pero no la belleza. Él, en cambio, engrosado y con principios de calvicie, se siente una vergüenza.

Le cuesta dar el primer paso, pero luego, conforme se va acercando, siente un impulso que le obliga a acelerar. Se planta delante de ellas. Ve que unos familiares quedan a cierta distancia, sin saber si acercarse o no a ellos.

-Hola, Natalia.

Las dos mujeres se separan. Viviana retrocede unos pasos, sin dejar de mirarlo, luego se marcha en silencio con los familiares rezagados. Natalia acomoda sus lentes oscuros con una mano, y con la otra seca sus mejillas.

-Hola –responde ella con una voz apagada, ronca. Sus labios son dos pequeñas protuberancias resecas.

-Siento mucho lo de Fernando.

-Ya. Gracias.

El ruido de los autos encendiéndose distrae por un momento su atención.

-Ha sido algo inesperado. Tan rápido.

Natalia se queda callada. Álvaro, nota el rostro incomodo, la impaciencia. Trata de buscar las palabras precisas para despedirse:

-Mira, si hay algo que necesites…

-Creo que fui clara en su momento, Álvaro.

-Lo sé, pero ahora que no está Fernando…

-Creo que fui clara.

Una bocina empieza a sonar con insistencia. “Natalia, Natalia”, se oye en el fondo. Álvaro voltea. Un auto la espera con la puerta abierta. Viviana lleva al bebé de Natalia en sus faldas. Hay otras personas dentro del vehículo, que Álvaro no reconoce. Sabe que es mejor marcharse, pero la imagen del bebé en las faldas de Viviana parece obligarlo a un comentario.

-Tu hijo está grande –dice, sin convicción. Natalia parece advertirlo.

-Gracias por venir, Álvaro. Cuídate.

Él intenta abrazarla, pero ella echa a andar con prisa, dejándolo con los manos extendidas, como rezando un padrenuestro. Álvaro muerde sus labios, mientras la ve marcharse, caminando sobre el césped con sus pies delicados, blancos, guarnecidos por unas sandalias de tiras, que a pesar del momento, consiguen estimularlo. El auto se marcha. Luego, todo el lugar queda vacío.

Mira la lápida. Le parece increíble. No había pasado ni un mes desde que a Fernando le habían cortado la pierna por un tumor en la rodilla. Luego detectaron algo extraño en sus pulmones. Vino la quimio, las medicinas. Toda la historia terminaba en esa losa fría sobre un montón de tierra. Pobre Fernando, piensa. Siente un temblor al imaginar la muerte a esa edad. Pobre Fernando.

Camina de regreso, a paso vencido, con la decepción en el rostro. Todas sus buenas intenciones se quedaron en la puerta de su boca. Natalia no le dio chance para nada más. Sus palabras, duras, habían cortado su esperanza desde el inicio. Álvaro había sentido el desprecio en muchas ocasiones, pero nunca el odio.

Hace una mueca, vuelve a jugar con sus labios. No se percata del Torii por el que cruza, cuando su celular empieza a vibrar. Mira la pantalla: es Viviana.

Vamos a estar en el departamento de Surco. Por si te interesa.

-¿Viviana?

Claro que te interesa.

Álvaro recuerda la vez que besó a Viviana. Habían ido con Fernando, Natalia y otros amigos a una fiesta en Primavera Park & Plaza. Todos habían tomado más de la cuenta. Más que el beso, Álvaro recuerda las ganas que tenía de llevarla a otro lado. Se siente aliviado de que todo haya quedado en ganas.

-Gracias –responde-. Estoy en camino.

Ah, Álvaro.

-¿Qué?

Te odio.

Álvaro escucha una risita sardónica antes de colgar. Él también sonríe, apura el paso. Llega al estacionamiento con la camisa mojada y la frente cubierta de sudor. Al abrir la puerta siente el aire caliente, el interior convertido en un horno. A pesar de su agitación decide subir al auto. Se quita el saco, afloja unos botones de su camisa y lo echa a andar. Ya no repara en el cascabeleo del chasis cuando llega a la carretera y supera los cien kilómetros por hora.

Se detiene en un grifo para comprar una botella de vino, que descorchará sólo en caso Natalia acceda a recibirlo en casa. Compra también unos Chiclets, agua mineral helada, un enrollado de carne, para tapar el hueco del almuerzo perdido. Mira las cajetillas de cigarros en el mostrador y se siente realizado. Ya no fuma. Dejó de hacerlo con mucho esfuerzo, a pesar de todos los kilos que fueron lloviéndole encima. Estaba harto de no poder subir las escaleras de su casa sin jadear. De no poder tener sexo sin exponerse a morir de taquicardia. Se había convertido en un anciano de treinta y dos años. Pero lo había dejado a tiempo. Al menos él no estaba bajo tierra, como Fernando.

Luego de media hora, llega a su destino. Cuadra el automóvil al lado del parque, cerca al departamento. Decide no llevar la botella de vino.

A pesar del tiempo transcurrido, Álvaro nota que todo sigue igual en esa calle que recorrió en su juventud, salvo algunos negocios recientes que le ha dado más vida a la calzada y uno que otro jardín ausente. Cruza la pista y se queda de pie frente a las enormes puertas de vidrio del edificio. Aprieta el botón del intercomunicador, con el mismo temor con que lo hizo la primera vez, hace diez años. Aún recuerda esa noche, el papelito escrito con letra temblorosa: “Departamento 201”. Aquella vez, Natalia asomó a la ventana con una sonrisa cálida, con voz alegre. “¡Hola, Álvaro! Te has demorado”, le dijo. Luego escuchó sus pasos, bajando las escaleras, saliendo a su encuentro, dándole un beso húmedo en la mejilla. Aquella noche recorrieron Larcomar, tomando fotos para un trabajo que Natalia tenía que presentar en la universidad. Recuerda sobre todo la última foto, que le tomaron a una pareja de novios que estaba acurrucada en la banca, bajo una luz tenue, con el mar de fondo y la cruz del morro de Chorrillos brillando en el cielo.

-¿Qué quieres?

Álvaro levanta la mirada. Natalia está acodada en su ventana.

-Yo. Eh….

El cerrojo eléctrico de la puerta se activa. Natalia se sorprende. Álvaro intuye a la culpable, empuja la puerta y sube por las escaleras. Encuentra a Natalia en la entrada, con las manos en la cintura, la mirada gacha. Álvaro detiene su ascenso impetuoso. Dentro del departamento se oyen voces, huele a comida recién preparada, también a licor. Viviana aparece al fondo de todo, le guiña un ojo.

-Álvaro –dice Natalia sin mirarlo-. ¿Qué haces acá?

-Quería verte. Estar contigo en estos momentos.

Natalia sacude la cabeza. Se detiene en un silencio prolongado. Unas miradas curiosas asoman por la entrada.

-Como quieras –le dice, antes de dar media vuelta -.Pasa.

Entran al departamento. Álvaro saluda escuetamente a los familiares. Unos están sentados en la sala, otros en el comedor. Las cosas no han cambiado mucho. Las paredes aún siguen pintadas de amarillo, adornadas con pinturas falsas. En las mesas se mantienen las velas de colores y los adornos chinos. En la esquina, a lado de la enorme ventana, está el bar, con los licores exóticos que la madre de Natalia siempre coleccionaba. Álvaro nota la botella de calvados. No puede evitar recordar el cumpleaños de Fernando, el bochorno, la botella vacía girando, todos en círculo. Mario ganó esa ronda, Natalia tenía que recibir el castigo. “Dile algo a Álvaro, que lo sonroje”, decidió Mario. La gente ríe, aplaude, aprovecha en servirse unos tragos.

-¿Quieres algo de tomar? –le pregunta Viviana, que sale a su encuentro guiñándole un ojo.

-Creo que una copa de calvados estará bien.

Álvaro sonríe, disimula, pero sus ojos persiguen a Natalia con angustia. La ve cargar a su hijo, desaparecer por el corredor, rumbo a las habitaciones. Recuerda que eran dos piezas, Natalia dormía en una, Su madre en la otra. Eso hasta el día del matrimonio, luego del cual se mudó con Fernando a una casa en La Molina. Álvaro no llegó a pisar su nueva casa. Sólo vio algunas fotos en internet: el patio amplio, la terraza, Natalia con tres meses de embarazo.

La señora Patty lo llama desde la cocina. Álvaro se acerca, la saluda con una sonrisa tímida, que ella desestima. “Hijito. Después de tanto”, le dice la señora Patty. “¿No quieres que te sirva alguito?”.

Muere de hambre, pero se rehúsa amablemente. No quiere distraerse. Natalia no sale de habitación. Tal vez no salga nunca, piensa. Hasta que yo me vaya.

-¿Sigue enojada contigo? –dice la señora Patty.

-¿Enojada conmigo? ¿Por qué tendría que estarlo?

-Le he preguntado si vendrías, y fue como si la insultara.

-Serán ideas suyas, Señora.

-Yo conozco a mi hija, Alvarito.

-Es por lo de Fernando. La ha afectado demasiado.

-Sí, pobre chico. Me dio pena verlo en el hospital. No quedaba nada de él.

-El cáncer fue demoledor.

-Sí, que pena por tu amigo. Ustedes han sido los chicos más lindos que conocí.

-Gracias.

-Se llevaban tan bien…

-Gracias.

Álvaro se disculpa y sale de la cocina. Piensa en servirse otra copa de calvados, pero la figura de Natalia apareciendo en la sala lo detiene. No carga al bebé. Tal vez lo ha dejado dormido, en la habitación. La ve saludar a sus tíos, conversar con sus primas, sonreír brevemente. Álvaro no quita su vista de encima, esperando que en algún momento ella voltee a mirarlo. Pero el tiempo pasa sin que ella se desentienda de sus familiares. Álvaro se anima por otra copa. Aún puede recordar los libros de poemas amontonados sobre la mesa del comedor, mientras Natalia le traía la guitarra y le pedía que tocara ‘La Catedral’. Álvaro acariciaba las cuerdas con esmero, como si fuera un gran concierto en una noche calma, frente a miles de personas. Luego venía el aplauso solitario de su única admiradora, diciéndole que era lo más hermoso que había oído en su vida. En ocasiones, Álvaro todavía podía arpegiar las cuerdas y recordar aquella melodía. Pero la destreza había desaparecido con esos años fugaces, al igual que la guitarra.

La tarde siguió su curso, y los familiares empezaron a despedirse poco a poco, devolviéndole a la sala la calma habitual de los viejos años. Álvaro, sin darse cuenta, terminó en la cocina, ayudando a la señora Patty a fregar los platos, conversando del trabajo, la eterna soltería y Fernando. Sobre todo de Fernando.

-Hubiera sido lindo que se gradúen juntos –dice la señora Patty.

-¿Creería que no me he graduado aún?

-Hijo: Ponte las pilas, mira que ya no tienes veinte años.

-Estoy en eso, señora –mintió-. No se preocupe.

Viviana entra a la cocina a despedirse. Álvaro soporta el abrazo cariñoso, el beso prolongado. Es lo mínimo que puede hacer, después de todo. Antes de retirarse, Viviana mueve los labios lentamente, mientras golpea su pecho con el dedo índice, para luego apuntar hacía Álvaro. Yo te odio. Te-o-dio.

La casa ha quedado vacía.

Natalia cruza la sala. La señora Patty la detiene.

-¿Hija?

-Me voy a dormir mamá. Estoy cansada.

-Pero, Alvarito. Ha venido a verte.

-Si, Álvaro, gracias por todo. Cuídate.

Álvaro no sabe que decir. Por un momento pensó en traer la botella de vino que había comprado, pero la huída de Natalia lo obliga a desistir. Termina de enjuagar los platos. Los seca con cuidado. “Estuvo delicioso”, cree oír. “Ha sido la mejor cena de mi vida”. Los pasos de Natalia reviven en la cocina, forcejeando con una botella de vino. Aquella vez, habían comprado pollo a la brasa, y resolvían un crucigrama mientras él le contaba sobre Neruda y Benedetti.

-Anda-. Le dice la señora Patty trayéndolo de vuelta a la realidad. Anda despídete de esa malcriada.

Fernando deja los platos secos en la alacena. La señora Patty lo toma del hombro, acaricia su mejilla.

-Sabes que nada de lo que te ha dicho es cierto.

Álvaro asiente, pesaroso. La señora Patty se le acerca un poco más y le susurra al oído.

Ella aún no se olvida de ti.

Álvaro asiente. Camina por el corredor, posando sus manos sobre la fría pared, intentando probar un poco del invierno que le espera detrás de la puerta. Otra vez llega a su mente el recuerdo del cumpleaños, la botella borracha, Natalia cumpliendo su castigo, acercándose a él mientras todos los demás aguardan el resultado.

“Quiero que me hagas tuya”, le susurra. Álvaro siente el hervor naciendo en su estómago, manando como un geiser hasta su rostro, quemando sus orejas. Mario queda sorprendido: “huevón, ¡huevón! ¡Estás hecho un tomate!”, grita. Él no escucha, sólo atina a buscar a Natalia, que está sentada en el mueble, mirándolo fijamente.

-¿Natalia? –dice Álvaro, abriendo la puerta mientras da dos golpecitos tímidos.

Está echada de lado, de espaldas a él. No se ha quitado el vestido. Álvaro recorre su silueta divina, sus piernas delgadas, sus pies desnudos. La gran ventana tiene las cortinas cerradas, apenas dejándole espacio a un hilillo de luz que se filtra temeroso, pero no llega a aliviar la penumbra de la habitación. Natalia está despierta, pero no voltea a verlo. No lo hará. En la esquina, el bebé duerme en su cuna.

-¿Natalia?

Álvaro piensa en sentarse en la cama, tomarle el hombro, acariciar sus mejillas, darle el beso que nunca pudo. Natalia corta sus intenciones con una voz ronca y llorosa.

-Vete, por favor. Déjame sola.

Escucha el sollozo, es un llanto valiente, digno. Apenas si puede notar la sacudida del llanto, el estremecimiento en el cuerpo de Natalia. Álvaro se queda de pie, respirando el perfume, viendo las blancas pantorrillas, el vestido negro delineando las curvas. Sabe que no hay lugar para ambos en la habitación.

-Siento mucho todo lo que hice, Nati.

-Vete.

Abre la puerta. Antes de irse le echa un vistazo a la habitación, de aire cansado, al bebé, a Natalia.

-Todo lo que no hice, también –añade. Luego cruza el umbral.

-Adiós, Álvaro

-Adiós, Natalia.

Mientras conduce a casa, el adiós de Natalia lo golpea. Siente cólera, pena, un helor que recorre su espalda. Se detiene en un semáforo en rojo. De repente, la humedad de la noche le trae a la memoria las luces de Miraflores, la gente sentada en el café Haití, conversando de nada. Natalia está frente a él con un pisco sour en la mano. Lleva un vestido negro, unas sandalias de tiras. Álvaro ha pedido una copa de coñac.

-Gracias por venir –dice ella-. Necesitaba conversar contigo.

No había forma de huir de ella, de olvidarse de ella.

-Me voy a casar con Fernando.

Álvaro siente la saliva espesa en su garganta, sus amígdalas convirtiéndose en piedra. Natalia pone el parte sobre la mesa. Es un parte sencillo, con una invitación doble a la fiesta en el Jockey Club.

-Por si quieres ir con alguna chica –añade. Álvaro toma el parte, lo examina rápidamente, tratando de fingir alegría.

-Te felicito. Es una gran noticia.

No hay más palabras. Luego de pagar la cuenta deciden caminar por el parque Kennedy, lentamente, como si así pudieran detener el paso de la noche. En una esquina los pintores de obra fácil guardan sus lienzos mientras la gente va desbocando en la calle de las Pizzas. De repente, Álvaro siente que Natalia se aferra a su brazo, apoya la cabeza en su hombro, detiene el paso.

-Sólo que contigo, me siento como en las nubes…

Los cláxones furiosos estallan y lo devuelven a la realidad. El semáforo ha cambiado a verde. Un policía toca su pito con violencia y le apunta con su dedo índice, pidiéndole que avance. Álvaro reacciona, pone primera, acelera. Se arrepiente de no haber descorchado la botella de vino que compró para Natalia. No le vendría mal un trago ahora.

Quiere llorar. Nunca lo ha hecho. Nunca. Pero siente unas ganas desesperadas de llorar, gritar, de estrellarse contra todos los vehículos que se amontonan en el óvalo Higuereta. Detiene el auto y abre la maletera, incapaz de contener sus lágrimas que empañan la calle, que empozan el recuerdo de Natalia. Toma la botella de vino y la tira lo más lejos que puede. La ve tocar el asfalto, hacerse añicos, mientras el líquido rojizo se esparce como sangre, como si fuera su sangre. Un gran punto final para su falta de osadía, para su dubitación, para olvidar ese beso que debió darle aquella noche.

Se recuesta en el automóvil. Siente unas lágrimas rodando por sus mejillas. Ríe y llora. Piensa en Fernando, en los tiempos en que su amistad era a prueba de balas.

“Mira, Álvaro. Sé que no es lo correcto, pero eres mi mejor amigo. Necesito que ayudes a mi enamorada, Natalia, ¿Qué no recuerdas su nombre? Bueno, necesito que la ayudes con unas fotos para la universidad”, la voz de Fernando resuena en su cabeza como si el tiempo se hubiera paralizado. “Es el único favor que te pido. Mira que tú eres mi pata.”

Álvaro limpia sus ojos y sube al auto. En su pecho se anida el frenético galope de su corazón. Recuerda su mano temblorosa apuntando la dirección en Surco, Departamento 201.

“Quizá vaya hoy en la noche, Fernando. O tal vez mañana”, recuerda. “Tal vez mañana”.

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Literatura

Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa cumple 88 años

Amado por muchos y odiado por algunos, el premio Nobel de Literatura disfruta su cumpleaños con su familia en plena semana santa.

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Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936), conocido como Mario Vargas Llosa, sin duda es uno de los personajes más connotados en la historia peruana, por su calidad literaria y por haber alcanzado la cumbre en las letras, al cosechar a lo largo de su carrera diversos premios y en especial por ser designado como Premio Nobel de Literatura 2010.

Por ello, es considerado como uno de los novelistas contemporáneos más importantes y es uno de los autores supervivientes del boom latinoamericano.

Tapa de la novela La ciudad y los perros, publicada en 1963 por Seix Barral.

Varguitas como le llamó su tía y ex mujer Julia Urquidi, también se dedicó al periodismo y tuvo un programa televisivo ‘La Torre de Babel’ con interesantes entrevistas a personajes destacados, como Jorge Luis Borges y Corín Tellado; pero antes ya había incursionado en la prensa peruana, escribiendo para los diarios La Crónica y La Industria, hasta encallar en la legendaria columna propia, surgida en 1977 y llamada ‘Piedra de Toque’.

El Nobel peruano, soñó con ser presidente del Perú y estuvo a punto de lograrlo con el Fredemo, porque contaba con todo. El financiamiento millonario para su campaña, los mejores técnicos para aplicar las mejores políticas públicas y todo un equipo multidisciplinario de comunicación que lo colocaron como el candidato favorito; sin embargo, por decir la verdad en plena campaña electoral, al afirmar que su eventual gobierno tendría que aplicar la medida del schock económico para lograr estabilizar la economía peruana que García Pérez destrozó, perdió las elecciones en 1990, gracias a la campaña devastadora que le interpusieron los apristas para “allanarle” el camino a un profesor universitario de origen nipón, que luego de tomar el poder presidencial terminó siendo un dictador.

Tapa de la edición número 17 de la revista impresa Lima Gris publicada en 2019.

Entre tanto, Vargas Llosa se exilió en Europa y no quiso saber nada del Perú. Se sintió decepcionado y su derrota política quizá haya significado una de las más grandes frustraciones en su vida, aunque él lo haya negado en reiteradas ocasiones.

Sin embargo, el autor de Los Cachorros supo reponerse y reconciliarse con la tierra que lo vio nacer y tras vivir en Europa, siempre se afinca en Arequipa y en Lima, donde goza del cariño de los amigos, e incluso de los que no lo son, porque finalmente, siempre tendrán algo qué decir de él.

¡Feliz cumpleaños Mario y que sean muchos más!

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Literatura

Hijos del premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez lanzan al mercado la novela póstuma ‘En agosto nos vemos’

Tras diez años de la partida del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el 6 de marzo se realizará el lanzamiento de su novela inédita ‘En agosto nos vemos’.

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Finalmente se cumplirá lo que Gabo García Márquez les prometió a sus hijos, Gonzalo y Rodrigo; que, después de su muerte, ellos podían disponer de su obra como quisieran. Por ello, este miércoles 6 de marzo de 2024, llegará a las librerías de todo el mundo “En agosto nos vemos”, la novela póstuma del premio Nobel de literatura, justamente el mismo día que habría cumplido 97 años.

Precisamente, a mediados de 2023, Rodrigo García Barcha adelantó:

“Pensamos que el libro tenía muchos méritos y yo creo que de verdad los lectores van a apreciar el libro, porque es muy de Gabo, y eso se extraña. Él siempre nos dijo a Gonzalo y a mí que cuando ya no estuviera más, nosotros podíamos disponer de su obra como quisiéramos. De manera que, le tomamos la palabra”.

“Nuestra impresión, de mi hermano y yo, es que la falta de facultades que le impidió a Gabo acabar el libro, su pérdida de memoria, su pérdida de la concentración, también le impidió darse cuenta de que el libro estaba mejor de lo que él pensaba. Yo creo que cuando él decía que no funcionaba, era también porque estaba luchando por entender el libro, pero su estado se lo impedía. Volvimos a leer el libro y nos dimos cuenta de que estaba en mejor estado del que recordábamos. Entonces, decidimos que valía la pena rescatarlo y lo que se hizo fue una edición óptima de todas las varias versiones que él tenía. En ningún momento se alteró el texto, no hay nada allí que él no haya escrito. El libro es la mejor versión de lo que él escribió”, reveló a Infobae Rodrigo García Barcha.

Con esa respuesta, sus hijos, años después de revisar el manuscrito que escribió íntegramente su padre, y con las correcciones pertinentes, tras compararlo con las distintas versiones que alcanzó a escribir Gabo, decidieron rescatarlo.

Portada de la nueva y póstuma novela de Gabriel García Márquez.

La publicación saldrá a la luz, justo antes del décimo aniversario del fallecimiento de Gabo, el 17 de abril de 2014 y la revista “Lengua” de Penguin Random House dio un adelanto de “En agosto nos vemos”

Aquí las primeras líneas de la nueva novela inédita de Gabo:

“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y cómo único equipaje un maletín de playa”.

Penguin España anunció el lanzamiento de la nueva novela “En agosto nos vemos”.

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Literatura

NUEVA EDITORIAL DE ARTURO DELGADO GALIMBERTI

Lee la columna de Rodolfo Ybarra.

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El reconocido escritor y periodista Arturo Delgado Galimberti (La Ruptura, Los Espejos del Infierno, Karma Instantáneo para John Lennon, etc.) ha decidido inaugurar una novísima línea editorial: Nuevos Artesanos Editores. Al respecto, aprovechamos para conversar con el autor de este y otros temas trascendentes en la industria editorial.

1.-¿Cómo así y bajo qué parámetros, un escritor decide fundar una editorial?

La idea de fundar una editorial siempre ha sido algo latente. Incluso en los años noventa creé una de similar nombre para publicar mi primera novela, La Ruptura, y a un par de poetas. De algún modo estoy retomando ese antiguo proyecto con Nuevos Artesanos Editores, pero con las exigencias de esta época marcada por las nuevas plataformas digitales. Por otro lado, no es para nada insólito que un escritor sea al mismo tiempo editor, como sabes acá en el Perú están los casos de Scorza y Congrains, para no remontarnos a uno de los mayores pensadores que tuvimos, José Carlos Mariátegui. Y hay muchos ejemplos más.

2.-¿No crees que el mercado editorial está copado de alguna manera, hay una atomización de editoriales pequeñas y medianas que no logran hacer el balance con las editoriales mainstream?

Creo que, para decirlo deportivamente, pertenecen a ligas diferentes. No es posible competir con las transnacionales en ningún rubro, no solo editorial. Sin embargo, a pesar de la atomización de las pequeñas y medianas editoriales, la demanda a esa escala aún no ha sido cubierta del todo, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos autores optan por editoriales con cierta presencia mediática, pero que no satisfacen los mínimos criterios de calidad y credibilidad.

3.-¿Qué es lo nuevo o lo novedoso que estaría ofreciendo tu editorial?

En principio, algo que parece elemental, pero de las que muchas carecen, un verdadero sentido editorial. No es una editorial para todo el mundo, sino para cierto tipo de autores. Y una clave la da el nombre del sello: Nuevos Artesanos. Toma la idea de las vanguardias, que irrumpían contra el concepto de Arte como institución y que reivindicaban el rol de artesano del verdadero creador. A partir de allí, mi intención es que la labor de editor y el compromiso con el autor sea permanente, y eso incluye la preocupación por la difusión de su obra en todos los medios y canales posibles. Por esa razón, un objetivo de esta primera etapa es tener un catálogo de obras que pueda cimentar el prestigio y la identidad del sello. Eso presupone, por supuesto, un filtro en relación con las propuestas estéticas que me parecen pertinentes y se condicen con el enfoque de la editorial. Si bien no se puede renunciar a la posibilidad de hacer un servicio por el servicio mismo, desde ya sólo me interesa incluir dentro del catálogo y las colecciones del sello a los autores y obras que se desmarcan de quienes tienen un prurito comercial y nulo pensamiento crítico.

4.-¿Estaríamos hablando de una editorial de culto (que no es lo mismo que una editorial de élite)?

Bueno, la identidad de la editorial se irá perfilando en su catálogo, pero repito, sí hay una intención de ser una vitrina de escritores en la medida de lo posible con una postura crítica ante la realidad y un trabajo ficcional sobresaliente.

5.-¿Estarías dispuesto a hacer alguna alianza con otras editoriales o trabajar en plataformas anchas, red editoras, etc.?

Por supuesto, eso ya ha sido conversado por el equipo que me acompaña en este proyecto, pero considero que ese tipo de alianzas pueden darse a mediano plazo. A corto plazo, creo que la tarea que queda por desarrollar es constituir un catálogo mínimo que deje en claro para los lectores y los autores la identidad y singularidad de la editorial.

6.-El trabajo de un editor es más amplio que el de un impresor, esto parece que se confunde cuando el escritor busca precios bajos y se encuentra con los “manchapapeles”. Y al parecer, es difícil para un neófito ver las diferencias. ¿Podrías explicarnos este punto?

Sí, es muy común que muchos autores, por ahorrar costos, prefieran prescindir de editores y recurrir directamente a una imprenta. Es cierto también que a veces es difícil distinguir entre algunos “editores” y un simple impresor (lo digo negativamente). Y como escritor, editor, corrector y ante todo lector, formado en Literatura en la universidad de San Marcos, ese lastre lo he notado incluso entre editores muy solicitados. Y me refiero a la falta de pulcritud de los textos publicados, que usualmente están llenos de erratas, algunas bochornosas. Además, un buen editor garantiza que el libro impreso no se deshoje a la segunda leída y que el diseño de portada y diagramación no sea realizado de manera chapucera. Y finalmente interviene en todo el proceso de edición del texto, que no solo ve la corrección gramatical y ortográfica, sino por ejemplo la pertinencia del título con relación a la obra, observaciones sobre el contenido, y los llamados paratextos. Obviamente para esa tarea, un prerrequisito es leer con ojo crítico cada obra presentada, lo cual en nuestro medio no es lo común entre los editores, que apenas leen los libros que publican, aunque sí facturan. Y entre los que sí leen, la mayoría quizá son buenos escritores o poetas, pero no son gramáticos, y por tanto, suelen cometer pifias tras pifias.

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Cultura

Mi epitafio lleva tus versos

Lee la columna de Joe Guzmán

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A fines del año pasado, Nectandra Ediciones publicó el poemario “Dedicatorias” de Carlos Tataje, gran referente de la poesía liberteña y recientemente fallecido. Carlos Santa María, director de la editorial, tuvo la gentileza de pedirme un texto que sirviera como prólogo para dicha edición. He aquí el texto:

Conservo su imagen como la descubrí aquella noche del 2010, mientras recitaba a Martín Adán en un bar del centro de Trujillo. Conservo su imagen severa, presuntuosa, insobornable y arrogante como la de alguien que sabe que no es profeta en su propia tierra. En ese entonces, yo tenía diecinueve años y él cincuenta y uno; yo acababa de ingresar a la universidad y él de ganar el Copé de Plata en Poesía. Él se hallaba en camino de ser un autor consagrado; yo, de intentar alcanzar una vocación que hasta el día de hoy me es un poco esquiva. Ahora, recordando todo esto, comprendo que el tiempo no es más que una metáfora inefable, extraña e intraducible.

Él podía ser todas las épocas, los lugares y los escritores que amó hasta el fin de su vida (Homero, Borges, Cervantes, Vallejo, Wilde, etc.); pero a veces simplemente solía ser Carlos Tataje: pintor, declamador, poeta, narrador y estudioso de las civilizaciones primitivas y de la filosofía inca.

Su postura artística me hace recordar a los escritores poco reconocidos que formaron parte de las insurgencias provincianas (el grupo “Norte” en Trujillo, “Aquelarre” en Arequipa, “Orkopata” en Puno) y que cuestionaron un modernismo desgastado en las primeras décadas del siglo XX, para luego explorar e iniciar los nuevos caminos de la vanguardia peruana y reivindicar el mundo andino. Esto último conllevó a que, en el 2018, saque a la luz, fruto de una investigación de más de treinta años, unos pocos ejemplares de “Fundamentos y pensamiento mágico”, la primera parte de su monumental obra llamada “Mundo Inca”. En ella nos mostró distintos elementos que sirven como herramientas para una mejor interpretación de la cosmovisión prehispánica. Cabe decir que tampoco está exento de polémicas y discusiones.

Pero el objetivo de este texto es comentar su obra poética, aunque esta también tenga como punto de referencia lo histórico.  Son tres los poemarios que se conocen de él: “Dedicatorias”, “Epitafios” y “Kay Pacha”. Los dos primeros formaban uno solo, pero los tuvo que dividir para poder participar en distintos concursos. Así que uno lo envió a Madrid y el otro a Lima. Los dos salieron ganadores. Con “Dedicatorias” recibió en el año 2002 el Premio Gastón Baquero, convocado en Madrid por la editorial Verbum. Con “Epitafios”, siete años después, ganó el Premio Copé de Plata. Asimismo, Kay Pacha” quedó finalista en el Premio Copé del 2015.

En “Dedicatorias” y “Epitafios” se poetiza la vida y obra de personajes que pertenecen a distintos ámbitos: filósofos, matemáticos narradores, conquistadores, políticos, poetas, religiosos, pintores, cantantes, emperadores, reyes, científicos, etc. En cada discurso poético, Tataje demuestra el amplio conocimiento que posee, además de su gran habilidad para construir imágenes simples y herméticas. La escritura, entonces, consolida un gran diálogo histórico, a través de una apropiación estilística, rítmica, musical y, en algunos sentidos, psicológica.

En “a Isidore Ducase, Conde de Lautreamont”, por ejemplo, refleja la energía de la agresión (la violencia es un pretexto en el proceso de aprendizaje) y la exaltación de una vida no convencional y enjuiciadora que caracterizaba la poética del escritor uruguayo:

Ya tengo las armas, Isidore:

he pulido el brillo de las navajas de dientes de escualo,

arden las hogueras de ginebra y el aroma

               ya embriaga a los querubines más apetitosos.

Adelante, falso Conde Maldoror, ¡adelante! …

¡Eah!, atrás Escrúpulos,

aliaos con la aristocracia para terminar con ella

En “a Zhuang Zé”, construye un juego verbal a partir del texto “Sueño de mariposa”, siguiendo la premisa junguiana de que las creaciones literarias pertenecen al mundo onírico y que un autor no es inventor, sino un explorador que se sumerge en su propio inconsciente y en su propia tradición literaria.

Soñé que soñaba contigo

un sueño que no tuviera testigos.

Sueño de vigilia y de absoluto

silbos y luciérnagas, todo junto.

La luna sosiega los campos,

Y el mundo duerme tan cansado.

Mención aparte merecerían “a César Vallejo” y “a Arthur Rimbaud”, dos de los poemas más logrados de “Dedicatorias”. Los títulos indican un destinatario en específico, generando una atmósfera más íntima y personal entre el sujeto empírico, el locutor y los enunciadores.

El texto que sirve como el núcleo de su poética es la dedicada a Edgar Lee Masters (se encuentra en “Epitafios”), autor de Spoon River, gran obra polifónica que reúne a más de doscientos poemas en forma de epitafios.

Son tres las influencias que puedo percibir en Tataje:

  • El recurso de la simultaneidad de voces que forman parte de su corpus poético, descubriendo el carácter polifacético de la vida y la complejidad de las vivencias humanas.
  • La Antología Palatina, colección de poemas, en su mayoría epigramas, escritos durante el periodo clásico de la literatura griega. Resaltan por su brevedad, de dos a ocho versos, aunque hay unos pocos que son extensos. Fueron escritos para ser grabados en inscripciones de tipo sepulcral. Esta obra sirvió como influencia para otros poetas como Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Fray Luis de León, entre otros.
  • Los poetas satíricos romanos que en el pasado enjuiciaron a sus contemporáneos. En algunos poemas, Tataje recurre a la ironía y al sarcasmo para generar una crítica severa hacia algunos personajes.

Los hablantes líricos se adecuan al tono y contexto del poema, la gran mayoría de ellos están en segunda persona, generando un desdoblamiento de la personalidad en el campo de la ficción. Además, encontramos una variedad de propósitos (homenajes, admiración, crítica, acusación, etc.) hacia cada uno de los destinatarios. Lo curioso es que el único que aparece en ambos poemarios es Borges. Quizás por compartir la fascinación hacia el intelecto y encontrar la verdad en lo estilístico.

“Epitafios” y “Dedicatorias” se ven enriquecidos por la confrontación entre discursos ilustrados y populares, demarcando una gran heterogeneidad poética y enalteciendo la labor de un poeta auténtico, ambicioso y crítico que exige conocimientos a sus lectores. Para Tataje es un acierto no elegirse uno mismo como materia de su obra. La despersonalización requiere de una gran destreza, y en ella demuestra su talento y singularidad en la tradición de la poesía peruana. 

Su postura estética evita la protesta personal, la catarsis y la retórica, iniciando una gran búsqueda hacia la poesía crítica y clásica, en su forma erudita, minimalista, atemporal, extravagante, vitalizadora, trágica, irónica y acusadora.

Sinceramente a mí me creen escritor, pero yo solo soy un poeta, que es una extraña especie de la que no encuentro muchos ejemplares, me comentó alguna vez.

Gaston Bachelard menciona que el ser humano debe sufrir una metamorfosis con la verdadera poesía y que esta tiene una tendencia, casi invencible, de regresar a la vida.

En este libro, Tataje nos demuestra que el fenómeno poético pertenece al espacio de la antropofagia y de la ritualización, ya que, en cada texto, el sujeto lírico manifiesta una invocación sagrada para reconstruir el mundo y reconstruirse a sí mismo, a consta de los demás. 

Tu poesía, querido Carlos, es una pakarina andina que siempre arrojará cenizas, verbos y huesos al viento y hacia nosotros, tus lectores.

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Literatura

Mario Vargas Llosa anuncia su retiro de la literatura

‘Le dedico mi silencio’ será su última obra del Nobel de Literatura del año 2010.

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Considerado el mejor escritor peruano de todos los tiempos, merecedor de un Nobel de Literatura en el año 2010, virtuoso con su pluma para crear historias notables sobre un hombre corriente o de un dictador extranjero. El escritor arequipeño Mario Vargas Llosa ha decidido poner el punto final a su extensa carrera literaria con una última obra próxima a publicarse.

El escribidor. Nobel peruano cierra una magnifica producción literaria. Foto: redes sociales.

El autor de ‘Conversación en la Catedral’ aseguró que el ensayo ‘Le dedico mi silencio’ dirigido al filósofo Jean Paul Sartre será su carta de retiro para la literatura de ficción. Dicho ensayo se encuentra anunciado que llegará a las librerías el próximo 26 de octubre.

Cabe mencionar que la última obra de ficción del octogenario escritor será publicada por la editorial Alfaguara simultáneamente en todos los territorios de habla hispana. El libro cuenta la historia ambientada en el Perú sobre un hombre que soñó un país unido por la música y que enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara.

El escritor contó que terminó de escribir el borrador de su novela en Madrid, en abril de 2022, comenzó a corregirla en mayo y que, desde entonces hasta final de ese año, estuvo haciendo pequeños cambios.

Hace unos meses, tras estar por unos días en el Perú, Vargas Llosa manifestó que pudo dar por concluida su novela. “Ahora, me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, que fue mi maestro de joven. Será lo último que escribiré”, resaltó Mario Vargas Llosa al término de la nota final de su libro.

Última obra de Vargas Llosa dejará un largo ‘silencio’ en el ambiente literario. Foto: Alfaguara.

‘Le dedico mi silencio’ es una obra que mezcla ficción y ensayo, para hablar de un tema que obsesiona al autor desde hace años: la utopía, aunque, en este caso, aborda una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto.

La novela, que dedica a su exesposa, prima y madre de sus tres hijos, Patricia, transcurre a principios de la década de los noventa, en plena ofensiva terrorista de Sendero Luminoso, en un país fracturado y asolado por la violencia.

‘Le dedico mi silencio’ es la vigésima novela del laureado escritor de raíces arequipeñas, que publicó la primera de ellas, La ciudad y los perros, hace 60 años, en 1963.  Entre las obras más icónicas del académico peruano figuran: Conversación en la catedralLa casa verdeEl pez en el aguaLa fiesta del chivoLa guerra del fin del mundo, entre otras.

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Literatura

Jon Fosse es galardonado con el premio Nobel de Literatura 2023

Dramaturgo noruego fue reconocido por la Real Academia Sueca “por sus innovadoras obras de teatro y prosa”.

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El maestro de los silencios. El dramaturgo noruego Jon Fosse obtuvo este jueves el premio Nobel de Literatura 2023 concedido por la Academia Sueca, que destacó sus obras “innovadoras” que se han representado en escenarios de todo el mundo.

Fosse, de 64 años, fue galardonado “por sus innovadoras obras de teatro y prosa, que dan voz a lo indecible”, declaró la Academia con sede en Estocolmo. “Estoy abrumado y agradecido. Lo veo como un premio a la literatura que ante todo pretende ser literatura, sin otras consideraciones”, declaró Fosse en un comunicado. “Me sorprendí cuando me llamaron, pero tampoco tanto”, agregó al canal público noruego NRK.

Nacido el 29 de septiembre de 1959 en la ciudad de Haugesund (sudoeste), Fosse es un escritor polifacético y poco accesible para el gran público.

Sin embargo, es uno de los autores vivos cuyas obras de teatro más se representan en Europa.

Comparada a menudo con Samuel Beckett, la obra de Fosse es minimalista, basada en un lenguaje sencillo que transmite su mensaje a través del ritmo, la melodía y el silencio.

Fosse emergió como dramaturgo en la escena europea con su obra “Alguien va a venir”.

Se dio a conocer también por “Naustet” (1989, no traducido al español), que le valió aplausos de la crítica, y “Melancolía” I y II (1995-96), otro de sus grandes trabajos.

Su nombre circulaba desde hacía años entre los favoritos para alzarse con el premio.

Cuando se enteró de la noticia, “iba conduciendo por el campo, hacia el fiordo al norte de Bergen, en Noruega”, dijo Mats Malm, Secretario Permanente de la Academia Sueca, tras el anuncio.

“Tuvimos la oportunidad de empezar a hablar de cuestiones prácticas y de la semana del Nobel en diciembre”, añadió.

Entre sus obras más importantes figuran “Boathouse” (1989), bien recibida por la crítica, y “Melancolía” I y II (1995-1996).

Su último libro, “Septología”, una obra magna semiautobiográfica -siete partes repartidas en tres volúmenes sobre un hombre que conoce otra versión de sí mismo-, tiene 1.250 páginas sin un solo punto y aparte. El tercer volumen fue finalista del Premio Booker Internacional en 2022.

Septología, de Fosse, está compuesta por tres volúmenes.

Aunque sus obras son notoriamente difíciles de representar, Fosse ocupó el puesto 83 entre los 100 genios vivos más importantes en una lista elaborada por el Daily Telegraph en 2007.

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Cultura

Un bolero chileno: reflexiones sobre Bolero de Patricio Contreras

Lee la columna de Julio Barco

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Mi viaje a Chile duró más de un día, cruzando el largo desierto en bus. Era el 2018 y yo acaba de publicar Respirar. No tenía para el almuerzo y tuve que resignarme al plástico y cruel almuerzo de bus. El paisaje parecía un vasto cementerio de cuerpos prehistóricos. No importaba, iba a llegar a la capital. Di una lectura en la Fundación Pablo Neruda, con poetas como Rosabetty Muñóz en una de las mesas de lectura, bajo la dirección de Ernesto González Barnert. Y vagué por el centro y disfruté de un para luego visitar Valparaíso. Los recitales y talleres fueron hermosos e inolvidables. Junto a Gonzalo Geraldo, llegamos a Valparaíso y recorrimos las calles en una larga caminata. Yo diría que Valparaíso tiene algo de Barranco, el balneario cultural de nuestra capital, solo que con un aire más vetusto. Creo que llovió. Sí, llovía una salvaje lluvia del sur. Para resguardarnos, nos paramos bajo el toldo de una tienda, al pie del teleférico.

     Al rato, pudimos llegar al departamento donde vivía el poeta Patricio Contreras. El día era húmedo y claro. Diáfano. Con la generosidad de viejos amigos, nos invitó un café y charlamos de poesía en su sala. La vista, en la ventanita del baño, era hermosa: podíamos ver todo el balneario y el mar plomizo y brillante en el horizonte. Contreras no solo escribía poemas y daba talleres, sino que vendía libros, encima de una manta de tela roja, en los parques de Valpo.

     Son estas calles las que recuerdo cuando leo el bello poemario Bolero, cuyo tema es justamente las calles de su ciudad, los amores, la intensidad que nace de la palabra y el fuego de la poesía. No me sorprende encontrar dos epígrafes de autores que aprecio al pie de este trabajo -Valera y Caicedo- sino que confirma mi propia reflexión sobre la idea de este libro: el bolero, que es música intensa de nuestro sentimentalismo latinoamericano, expresa la intensidad, el fuego verbal, la música del lenguaje. Estos poemas me saben a la calle empinada donde se encontraba la mítica librería Concreto Azul, donde dicté un taller de poesía peruana. 

     Cuando pienso en poesía, necesariamente imagino intensidades; o, en todo caso, las siento: la voz de Vallejo y de Neruda tienen una intensidad particular; la de Nicanor Parra o de Eguren, otra. Cada una, claro, es un color marcado, una máscara del ser. Una música. (1) En Bolero de Contreras esta intensidad es urbana, callejera, beoda y transgresora. Hay un ánimo de mirar los vacíos de la sociedad de capitalismo radical, donde toda relación entre los cuerpos no deja de ser un movimiento bursátil. Así, en ese movimiento de vivir y poetizar, de observarse poetizando en la vereda, en el asfalto, en las madrugadas pegadas a las mesas de los bares, de los vasos de vino, en las noches gélidas y de garúa, Contreras afirma que:

 de cada palabra

aprendida por vivida en los costados

de la ciudad o de la página donde

crece esta flor sanguínea y la canción

de los cuerpos contra el pavimento

(poema Periférica)

     Así, Bolero es un canto de la vida del poeta urbano en la sociedad contemporánea. Del poeta que sabe que vivir es la teórica perfecta para esbozar los nuevos lenguajes; porque estos nacen tanto de lo leído como gozado, de lo sentido como bailo en ese bolero eterno de la sangre que mana de nuestros vecindarios.  es que, aquí, en estas zonas del mundo, donde la desigualdad y violencia triunfan, también se mantiene el incendio de los sentimientos. Pese a su longevidad, cada nueva generación encuentra un nuevo espejo en el bolero; se siente afín a ese encanto, a ese modo de tocar el corazón y de sumergirnos en el romanticismo. Así, el bolero se mantiene como clásico. Amar es necesario frente al infierno. Amar es el poema. Amar es la poesía misma. Amar y escribir es cerrar un círculo sagrado. Contreras dice:

Pero no importa / tú no te preocupes

yo te escribo un beso en tus manos amables

nunca seré ese traidor que le roba a los vecinos

sólo te quiero dedicar a contratiempo

una vieja canción de los noventa

(poema Mamá)

     Termino de escribir esta reflexión sobre Bolero escuchando Sabor a mí en versión de piano de Alexis Gonzáles, y pienso en lo que afirma, a modo de epílogo Codarlupo: la relación literaria entre el Perú y Chile se ha ido incrementado.  No lo dudo. Y así será. Y me atrevería a pensar que en la literatura podemos encontrar no solo los hilos que unen a Chile y a Perú, sino a estos dos países y a todos los países del mundo. La literatura rompe fronteras, mostrando la similitud entre los sentimientos humanos. La poesía, el relato del corazón del hombre, nos ayuda a observar las semejantes -como diferencias- humanas, a través de la lupa de la mente del que versa. Quizás una de las mejores formas de generar empatía entre todos los países sea conocer su cultura, dar una lectura a la poesía de cada localidad, para así comprender más sobre los deseos y las subjetividades.   

(1) Esto se discute porque algunos creen que la poesía no es música. Otros afirman que sí. Lo cierto es que originalmente la poesía surgió de la lira, que era una forma de hacer música. Y si mantuvo la métrica por siglos fue para darle un compás y ayudar en la memorización de los poemas. Pero, a estas alturas de la vanguardia y posvanguardia, podemos afirmar que la poesía tiene un ámbito de búsqueda donde se muestra como una secuencia del estado mental, más que sonoro. Sin embargo, yo creo que ese estado mental poético es necesariamente sonoro. Esto nos debe llevar a discutir que entendemos por armonía. 

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Literatura

Milan Kundera acaba de partir a los 94 años de edad

Escrito checo, autor de la magnífica obra “La insoportable levedad del ser”, falleció en Francia tras una penosa enfermedad.

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La insoportable pérdida de una mente ilustrada. El escritor checo Milan Kundera falleció este miércoles en Francia a los 94 años de edad, informó la emisora pública Radio Praga.

El prosista, dramaturgo y poeta, que desde los años 1980 escribía en idioma francés, alcanzó fama mundial en la segunda mitad del siglo XX con obras como “La insoportable levedad del ser”, “La broma” y “El festín de la insignificancia”.

El escritor, nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, al sureste de la República Checa, vivía exiliado en Francia con su esposa Vera desde mediados de los años 1970.

En 1979, el entonces régimen comunista le retiró la nacionalidad checoslovaca aunque dos años más tarde el entonces presidente galo, François Mitterrand, le concedió la nacionalidad francesa.

El primer éxito de Kundera fue “El libro del amor ridículo” en 1969.

El punto cumbre lo alcanzó en 1984 cuando salió “La insoportable levedad del ser”, considerada su obra maestra y que llegó al cine. El libro narra la fragilidad del destino de una persona, resaltando cómo la vida de un solo individuo carece de importancia dentro del concepto del eterno retorno de Friedrich Nietzsche. Su profundidad filosófica realmente conmueve.

Siguieron los premios, también las obras. El de Jerusalén en el 85, por destacarse en la lucha por la libertad dentro de la sociedad actual, y el Premio Nacional Checo de Literatura, por nombrar dos más. Su última obra es “La fiesta de la insignificancia”, publicada en 2014. Como suelen ser sus textos, mezcla ensayo, introspección y teología dentro del género clásico de la novela.

Los papiros, la crítica y sobre todo el gran público lo han puesto en lo más alto de las letras contemporáneas.

Kundera aceptó en 2019 de nuevo un pasaporte checo y las autoridades checas le pidieron perdón por el trato que recibió de la dictadura comunista.

Desde los años 1980 recibió numerosos premios, desde el Médicis, por la mejor novela extranjera publicada en Francia, el Commonwealth de EE.UU., el Europa o el Jerusalén, además, su nombre ha sonado en varias ocasiones para el Nobel.

Tras la transición democrática checoslovaca, Kundera publicó en 1993 en su país natal “La inmortalidad”, lo que supuso un reencuentro literario amistoso con su nación, pero algo efímero.

Su pasado checo lo ha perseguido con alguna polémica, como si fuera el personaje de alguna de sus propias novelas.

En 2008 el Instituto checo para el Estudio de los Regímenes Totalitarios lo acusó de delatar en 1950 a un espía que acabó durante 14 años en prisión.

El escritor rompió entonces su silencio -con un comunicado- para calificar las acusaciones de “puras mentiras”.

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