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CUENTO: EL JUEGO DE LAS BUENAS INTENCIONES

El tren salió con quince minutos de retraso. Los pasajeros aún se estaban instalando en sus respectivos compartimentos cuando apareció el revisor para hacer las comprobaciones pertinentes. Los hermanos Núñez se situaron uno frente al otro, junto a la ventana, posición de privilegio si no tenías en cuenta el aire caliente o frío que procedía de la rejilla. Curtidos en estos trayectos nocturnos, llevaban abundante acopio de líquidos para evitar llegar a casa con la garganta seca y la lengua estropajosa.
Una vez cada tres meses hacían aquel viaje infernal, más de seis horas sentados en unos asientos completamente rígidos, con las piernas encogidas e intentando evitar que la gorda del medio les aplastara durante el sueño o morir asfixiados por la costumbre de algunos de quitarse los zapatos para ponerse cómodos. Ese olor áspero y agrio les adormecía las fosas nasales y casi era preferible que fueran compartimentos para fumadores y un amable acompañante fumara a intervalos de diez minutos, dando unas cumplidas chupadas a sus cigarrillos negros malolientes. Aunque eso obligara a ventilar de vez en cuando para evitar que los demás se ahogaran.
Los pasajeros que serían sus compañeros de fatigas aquella noche eran peculiares. El primero en entrar fue un hombre de unos cincuenta años, estatura media, cuerpo indefinido y cabeza sobresaliente, tras él una mujer que rondaría los 70, formato tanque, con el pelo muy corto y pegajoso, los ojos muy abiertos y una sonrisa generosa. Cinco minutos después apareció una mujer algo más joven que la anterior, ojos opacos y gesto serio, que seguía de cerca de un tipo de pueblo de piernas interminables y chapas marcadas. Las últimas en llegar fueron una chica ausente que se deshacía en gestos amables hacia la mujer que la acompañaba, una anciana estirada y reseca, con ojos de hiena, que observaba a la chica con desprecio.
Pablo, el más arrogante de los hermanos, se concentraba en su lectura sin prestarles atención. Odiaba viajar en segunda. Él prefería el coche-cama, aunque su padre era muy claro respecto a esos lujos: Hay que aprender a mezclarse con la plebe. Él podía entender esa idea, pero pasarse casi siete horas impregnado de olores desagradables como el que rezumaban las viejas o los tipos de campo era superior a sus fuerzas. Para su fino olfato aquellos aromas eran una agresión, le producían nauseas. Estudiaba medicina y no tenía intención de tratar con la gente vulgar, no soportaba sus estupideces, sus miedos, sus frustraciones. Él iba a ser cirujano, le parecía la opción más adecuada dadas sus habilidades. Sólo le quedaban un par de años de viajes frustrantes, después BMV y a mantener a la chusma a distancia.
Irene no aprende. Cualquiera le dice que parece una zorra con esos vaqueros ajustados. Luego se quejará de que el depravado que tengo al lado babee mientras la mira o de que el otro, el joven, le haga semejante radiografía. Tanta pierna le va a dar problemas. Menos mal que esta vez no hay soldados. Qué viaje me dieron en septiembre. Y esa manía de confraternizar con cualquiera. Dos palabras y se aburre con facilidad. Luego le toca aguantarles.
Irene era curiosa por naturaleza y saludó a todos conforme iban entrando. Se ofreció a ayudar a la señora que viajaba sola a colocar su equipaje en la parte superior. Ella era muy alta y ágil y con un par de movimientos consiguió incrustar aquella bolsa negra y beligerante entre su maleta, la mochila cuadrada de tamaño mediano de la chica y la maleta roja de su acompañante. Por la forma en que la señora le dio las gracias descubrió que era extranjera y no tenía paciencia para hacerse entender. Escudriñó al resto de los pasajeros una vez más y no encontró nada de su interés. Esta vez si iba a dormir. Su hermano se pasaba leyendo la mitad del tiempo y la otra roncando. Tan guapo, tan inteligente y tan arisco. Ella no leía por principios, siempre encontraba cosas más fascinantes que hacer. Su cita en la manicura era el martes a primera hora, habían traído a una chica nueva, china para más señas, que preparaba unas uñas de porcelana muy elegantes y recordaba haber visto un vestido perfecto para nochevieja en el Vogue. Menos mal que en navidades no paraba en casa. Así se ahorraba el discurso de la responsabilidad.
La chica del fondo es un desastre. No podía vestirse peor y ese pelo liso tapándole media cara hace que tenga pinta de chucho. No me extraña que ni la miren. Estos babosos solo me miran a mí. Ya me están cansando. Sacaré alguna de las revistas que tengo en el bolso, si hago como que leo el tipejo ese raro no intentará hablar conmigo. Dios si hasta sonríe. Como esta señora siga expandiéndose no voy a poder respirar.
II
A Carlota le tocó en suerte lidiar con las piernas del tipo de pueblo y tardó unos minutos en encontrar la postura adecuada. Era incapaz de mirarle de frente. Esos ojos oscuros y redondos, con el blanco reluciente, le daban pavor. La gente la asustaba. Había estado demasiado tiempo encerrada en aquella casa con la única compañía de su tía, Doña Carmen como le hacía llamarla -con demencia senil la pobre-, y del chico del piso de arriba, Francisco. A él le conoció una noche, le vio asomado a la ventana de su cuarto y estuvo observándole unos minutos hasta que él se dio cuenta y sonrió. A la mañana siguiente decidió mandarle la primera carta, se acercó sigilosa hasta la puerta, anotó el piso y esa misma tarde escribió unas líneas en un trozo de papel, las metió en un sobre y lo echó al correo. Fue una sorpresa que le contestara y desde entonces siguieron escribiéndose. Tenía a alguien con quien hablar. Las cartas eran lentas pero le gustaba recibirlas.
Todos los días las buscaba en el buzón y esperaba a llegar a casa para abrirlas, sola en su cuarto. A él le contaba como su tía se había olvidado completamente de ella, como la confundía con la hija de una vecina o con la chica de la limpieza y la mandaba a dormir a casa. Ella fingía irse, daba un paseo más o menos largo, dependiendo de lo inquietante de la sugerencia, y luego volvía, abría con sus llaves y se metía en su cuarto como si nada. Día a día su tía desconfiaba más y más de ella, le pedía explicaciones y ya no sabía qué responder.
Doña carmen sólo olvidaba personas, detalles, aunque recordaba muy bien su infancia y escribía un diario. Lo mantenía escondido dentro de uno de los cajones de su magnifico armario centenario que tras la puerta tenía un enorme espejo de cuerpo entero en el que a Carlota le fascinaba mirarse. Se imaginaba a su tía desfilando ante él con los vestidos que había visto en las fotos. Era una mujer muy guapa. Siempre melancólica y reservada. Había tenido muchos pretendientes y los rechazó a todos. Acabó casándose con el médico de la familia, un hombre veinte años mayor que ella. No tuvo hijos y se quedó viuda pronto. Desde entonces vivía sola, no recibía visitas ni se prodigaba por casa ajena, hasta que le diagnosticaron la demencia y Carlota llegó a esa casa. Delante de aquel espejo, se veía tan diferente a su tía. Su pelo negro largo, liso y brillante caía sin ánimo sobre su rostro. Era muy pálida, ojos pequeños y gallinescos y unas ojeras negras y profundas que formaban parte de su cara como una cicatriz imborrable.
Su corta estatura y su voz grave y metálica la avergonzaban. Quiso ser bailarina –Eres demasiado bajita-le dijeron. Quiso ser actriz –Tienes una voz muy desagradable- le dijeron, así que desde entonces hablaba poco. Con su tía no necesitaba hablar, cumplía su cometido con eficacia sin decir una palabra. Cuando el vecino de arriba quiso conocerla se asustó. Siguió respondiéndole a las cartas y leía para él delante de la ventana, por las noches, como le había pedido. Aunque tomó la decisión de irse. Su tía no iba a notar su ausencia, así que compró una mochila, la llenó de libros y dejó que creyera que era la asistenta. Se despidió al terminar la jornada y se fue. Nadie iría a buscarla, nadie sabría donde estaba. Había desaparecido de verdad. Poco a poco era muy triste. No sabía adonde ir y se arrepintió al alejarse demasiado. Aquel día al llegar, como si su tía hubiera recuperado la memoria por un instante, la propuso hacer un viaje largo y esa misma noche se subieron al tren en dirección Granada.
Desde que me subí al tren tengo la sensación de que mi tía ha tramado un plan. Creo que este viaje lo ha preparado para dejarme abandonada a la primera oportunidad. Parece que está esperando a llegar a Granada para escabullirse, para perderse por las calles de esa ciudad que no conozco. Es lo bastante retorcida para hacerlo. Lo malo es que si lo hace me tocará buscarla porque como se le olvide qué hace aquí va a tener un ataque de pánico. Me mira de una forma diferente, da miedo. El chico rubio de la ventana tiene unos ojos preciosos y una cara perfecta. Viste tan bien además. Me recuerda a un actor de cine.
III
Doña Carmen observaba a aquella extraña que tenía cuarto propio en su casa, que le cogía los libros de la biblioteca, que se colaba en su habitación para registrar sus cosas. Una vagabunda que fingía ser su sobrina, la cara que veía cuando se despertaba asustada en mitad de la noche desde hacía años. Tenía pesadillas con Marina, su hermana muerta, veía en sus sueños aquel horrible accidente una y otra vez. La veía hundiéndose en el agua mientras ella miraba sin poder hacer nada porque nunca aprendió nadar. Eran niñas bien y no hacían ese tipo de cosas. Su hermana se hundió poco a poco porque el vestido se hinchó y la mantuvo a flote unos instantes y de repente desapareció bajo el agua.
Solo quedaba el lazo verde esmeralda que llevaba en el pelo, flotaba como un alga marina, ancha y plana. Y ella se quedó observándolo callada. No gritó, no avisó a nadie, abrió la boca y fue incapaz de emitir sonido alguno. Su padre apareció de improviso frente a ella preguntando por Marina y ella señaló el lazo y empezó a llorar desconsolada. Él se lanzó al agua y poco después salió con el cuerpo inerte de su hermana entre los brazos. La tumbó sobre el embarcadero y dándole golpes en el pecho y besos intentaba que se moviera, pero no se movía. Cuando le soltaba la cabeza esta se caía hacia un lado y aquellos ojos abiertos, nublados, se clavaban en ella. Sólo estaban jugando, había sido un empujón, no tenía que haberse caído al agua, ella tropezó. Su padre gritaba desesperado y preguntaba una y otra vez qué había pasado -Tropezó papa, salió corriendo, tropezó y se cayó al agua- repetía ella. Marina no la iba a delatar. Cuando su padre se llevó el cuerpo de su hermana ella se agachó a recoger el lazo, se lo había cogido sin permiso. Sólo lo quería recuperar. Sin embargo, desde ese día, cada noche volvía al embarcadero del abuelo y cuando la empujaba la que caía era ella. Notaba como sus pulmones se llenaban de agua, la presión era insoportable. Se despertaba sudando, tosiendo y muerta de frío. La extraña la limpiaba el sudor, la abrigaba y se quedaba a su lado leyendo en voz alta hasta que se calmaba y se volvía a dormir.
Este señor es repugnante, que descarado, como mira a la chica de la ventana, claro en esta ni se fija. Transpira como un cerdo y qué hace con las manos, tiene unos dedos tan feos, gruesos y blandengues, como esas salchichas a manchas de la carnicería. Que manera de agarrar el periódico. Dios sabe en que estará pensando.
-Doña Carmen ¿Quiere agua?-.
-No tengo sed-.
-¿Y algo de comer? He traído sándwiches de pollo y de atún-.
-¿El de atún lleva huevo?-.
-No. Se que le sienta mal-.
-Sin huevo no lo quiero-.
-Pero Doña Carmen tiene que comer algo. El viaje es muy largo-.
-No tengo hambre y déjame dormir que con lo incómodo que es este asiento me duelen todos los huesos-.
-Lo siento Doña Carmen-.
Doña carmen cerró los ojos para cortar la conversación. No soportaba hablar con ella. Esta chica se toma unas libertades. Decirme a mi lo que puedo y no puedo comer. Que voz tan desagradable tiene.
Carlota volvió a guardar en el bolso la comida y la bebida. Ella no comía nunca después de las doce.
Creo que jamás me ha llamado por mi nombre, ni siquiera cuando era niña y la iba a visitar con mis padres. No se ha olvidado de mí. No sabe quien soy.
IV
Federico no apartaba los ojos de la pelirroja, los de ella eran verdes y era una chica despampanante, de piernas largas, de esas que solo veía en las revistas del kiosko por el que pasaba cada mañana para ir a trabajar. Solía pararse a mirarlas y luego seguía su camino porque ese tipo de mujeres jamás le miraron a él. Ningún tipo le miró nunca. Esta vez la pelirroja le sonreía y él se atrevió a intentar una respuesta más directa. La chica apartó la vista y se concentró en la señora enorme que tenía al lado, sus brazos rebosaban de tal forma que la arrinconaban contra la ventana. Por lo visto su curiosidad por él quedó satisfecha muy rápido. Realmente él era un personaje anodino de esos que nadie ve, pasaba desapercibido con facilidad.
De niño fue un oyente contumaz de conversaciones ajenas, en la adolescencia descubrió el placer de espiar la correspondencia de otros a través de las cartas que su hermana le enviaba a aquel novio suyo que estaba haciendo la mili en Lugo. Demasiado insulsas para su gusto. Sin embargo, el hecho de abrir los sobres con cuidado, apropiarse de los pensamientos íntimos de ella y volver a cerrarlas sin delatar su intrusión, le suponía una satisfacción indescriptible. Ante propios y extraños era un chico diligente y amable que se ofrecía solicito a recorrer tres manzanas de distancia para depositar la carta en el buzón más cercano. Era empleado de correos desde los veinte años, una verdadera vocación. Acababa de cumplir los 50 y su adicción había ido en aumento. Tenía acceso a las sacas de reparto y desde su primera semana en aquella oficina no podía evitar extraer un montoncito de cartas y observarlas detenidamente, elegía la afortunada para ser inspeccionada en base a la letra, el nombre del destinatario o del remitente, el tipo de sobre. Era un verdadero ritual para el que se tomaba su tiempo. Una vez hecha la selección dejaba las demás en su lugar y procedía a abrirla con pericia de cirujano. Durante los primeros meses se conformaba con leer una a la semana, poco a poco fue necesitando que fueran dos, luego tres, luego una diaria. Odiaba el día de descanso. Llegó un momento que consiguió apropiarse de algunas de aquellas cartas y las leía en casa, tranquilo sin estar pendiente de ser descubierto.
El lunes aparecía con un paquetito bajo el brazo al que nadie daba importancia y devolvía cada una a su saca correspondiente. Se convirtió en todo un experto en distinguir la edad aproximada de los que escribían las cartas, los estados de ánimo, las intenciones. La correspondencia no tenía secretos para él. Incluso llegó a tener autores favoritos. Le siguió la pista a un chico que escribía a su novia cartas de lo más explícitas y sugerentes aunque nunca encontró las que iban destinadas a él y mira que las buscó. Sin embargo, ese trabajo era más complicado. En las de él llegó a establecer la periodicidad y las buscaba en la saca correspondiente en las fechas adecuadas pero se volvió muy peligroso, no podía despertar el recelo de sus compañeros, al retrasar la entrega de las sacas, y tuvo que abandonar y seguir leyendo cartas al azar.
Algunas le rebelaban secretos inconfesables, otras eran insulsas como las de su hermana, otras narraban verdaderas historias increíbles, cada una con su propio encanto. Le intentaron ascender, sacarle del almacén y se negó tantas veces que sus jefes le dieron por perdido, así él siguió disfrutando de sus lecturas. Durante años rechazaba las vacaciones argumentando que era la época de más trabajo, se limitaba a cobrarlas y seguía en su puesto. Aquel año le obligaron por culpa de una nueva normativa de la empresa y ahora se sentía perdido.
Esa momia me está poniendo nervioso. ¿Por qué me mirará tanto? Y con esa cara además, ni que le hubiera hecho algo. Y la señora esa tan grande sigue aplastando a la pelirroja, va a acabar comiéndose la ventana, con la vieja no se atreve, tiene gracia como encoge el brazo, no quiere ni rozarla. Parece extranjera por lo colorada. Y ¿Por qué está tan pendiente de la otra señora y del chico extensible? A lo mejor les conoce de algo.
V
Katerina estaba de vacaciones en España, todo le llamaba la atención y aquel chico tan larguirucho con ojos muy negros y piel curtida le parecía interesante. Le recordaba a los peones que trabajaban con su padre cuando ella era pequeña. Parecía que el tiempo se hubiera detenido en aquella cara. El mismo gesto frío y agresivo, reticente a la amabilidad, desconfiado y tan poco atento con la madre. Habían intercambiado apenas dos palabras aunque la actitud de ella era evidente. La mirada perdida, la distancia prudencial, dándole espacio para que se recostara con comodidad, las manos sobre el regazo, encogiéndose, y las vituallas que sujetaba y preparaba con mimo para él.
Aquel tipo seguro que era de buen comer y ella solo picotearía las migajas. Era como estar ante Pim y su madre, Mieke. Echaba de menos a Klaus, a él le hubiera encantado aquel viaje, se había ido hacía dos años pero no se hacía a la idea. Desde entonces cada lunes ponía una vela delante de su foto y hablaba con él. Ella ya era enfermera cuando le conoció, tan guapo con su uniforme de militar. Se casaron con prisa porque le destinaron a Curaçao y allí nacieron sus dos hijos: Marteen y Monique. Aquella época fue una de las mejores de su vida, adoraba el sol, la playa, aprendió algo de español con la criada de la casa, era de Santo Domingo, Rosa, muy divertida, muy loca. Quería ser peluquera y también daba masajes. Se había hecho amiga de un acupunturista chino que le enseñaba algunos trucos. Le daba recetas de bebidas milagro y ella, como alumna disciplinada, lo probaba todo con Katerina. Algún dolor de estómago si le tocó sufrir pero en general todas las pócimas eran inocuas, beneficiosas según ella para los riñones, el corazón, curaban migrañas y toda una lista de molestias.
Desde luego la que le preparó para el asma tuvo unos resultados fabulosos. Cuando el mayor de sus hijos cumplió los 10 años decidieron volver y Klaus consiguió el traslado a Holanda con facilidad. Fueron unos años muy tranquilos, los niños se hicieron mayores y acabaron quedándose solos. Estuvieron de vacaciones en Turquía, en Grecia, en Italia, nunca en España. Llevaba prótesis de titanio en las rodillas desde hacía un año y la habían tenido que operar de cataratas hacía unos meses pero nada de eso le estaba dando problemas durante el viaje. Lo que más le preocupaba eran sus pulmones.
Era invierno y aunque en Madrid los notó pesados por culpa de la contaminación, no había hecho demasiado frío. Esperaba que en Granada el aire fuera más limpio pero trataría por todos los medios de evitar coger una pulmonía, en ella era lo habitual en cuanto se exponía a temperaturas extremas. Sus 40 años de experiencia como enfermera no le servían de mucho en esos casos aunque le granjearan algunos privilegios en el hospital de su ciudad. Cuando necesitaba una operación, y ya llevaba cuatro en un año, le dejaban elegir fecha y hora. Siempre le decían: El que ingresa en el cuerpo pertenece a él para siempre. Era muy charlatana y no le costó nada entablar amistad con la iraní del final de la calle, Farida. Casada a los cuarenta con un señor de 70 que sufría continuas anginas de pecho. Cada vez que le ingresaban en el hospital los hijos del marido la echaban de casa y buscaba refugio en la suya. Cuando al marido le daban de alta volvía y así hasta la próxima. La primera vez que apareció llorosa y compungida la recibió sin pensárselo, ahora era una rutina. Se habían hecho muy amigas, incluso intentó que la acompañara a España pero el marido no le dio permiso y Farida se vio obligada a rechazar su invitación.
¿Me traje el libro que me regalo Monique? Si, está en el bolso. No lo voy a sacar, esperaré un poco. A lo mejor la madre del chico tiene ganas de hablar, mi español ha mejorado mucho el último año. ¿Empiezo yo la conversación o dejo que lo haga ella?
VI
Manuel observaba desconcertado a la chica pálida. Nunca había visto a nadie tan blanco, tan transparente. Estaba demasiado cansado. Su madre y él habían ido a preparar la casa de la hija de Doña Gloria. Se mudaba a la capital. Dos días pintando y limpiando antes de que llegaran los de la mudanza. Luego tocó ayudar a dejar todo en su sitio. Habían acabado deslomados pero la señora pagaba bien esos favores y necesitaban el dinero para las peonadas que les firmaba el tuerto y para los sellos. Con eso podrían cobrar el paro agrícola y les salvaba parte del año. Llevaba más de tres años trabajando en el cortijo que le traspasó su hermano, Miguel, aunque él tenía peor mano para eso. Miguel lo alquiló muy barato porque estaba en ruinas, de eso hacía muchos años. Su hermano lo puso en pie a base de trabajo y se dedicó a criar animales, ovejas y pollos, se le daba bien pero sin suerte. Una riada le mató a la mitad de las ovejas un año y otro perdió a la mayor parte de los pollos por culpa de una enfermedad, el veterinario no le salió caro pero se gastó una fortuna en medicación para los animales y se murieron igual. Además la novia se quedó embarazada y decidió cambiar de oficio. Ahora era camionero y aunque no pasaba mucho tiempo en casa, mantenía a su familia sin problemas, incluso tuvo suerte en el sorteo y estaba comprando una vivienda protegida. Todavía trabajaban juntos de vez en cuando, Miguel entregaba los animales a los compradores. Y todo lo tenían bastante organizado hasta que un día él calculó mal la capacidad del camión, fue demasiado avaricioso.
Como se iba a imaginar que haría tanto calor o que eran demasiados. Cuando abrieron la puerta y vieron que estaban todos muertos, aplastados, se pusieron a llorar como críos. Era mucho dinero perdido. Miguel dejó de hablarle durante unos meses, su madre sólo permaneció en silencio. Ese día cuando llegó de vuelta a casa después de haberse desecho de los animales le recibió muy alterada, más preocupada por él que por el desastre y él se acostó sin querer hablar del tema. Ella tampoco dijo nada. Ni una palabra sobre los sacrificios que habían hecho para cuidar a los animales. Llevaba toda la vida conduciendo sin carné y ahora los picoletos le miraban demasiado, los esquivaba el día de las multas programadas aunque empezaba a encontrarlos apostados en el cruce que le llevaba al cortijo. No tenía más remedio que dar la vuelta y desviarse por la rambla.
El trayecto era mucho más largo pero llegaba con tiempo para darles comida y agua a los animales antes de entrar a la obra. Su madre lo hacía por las tardes mientras él trabajaba. -Solo serán unos días- decía cada vez y enlazaba una obra con otra, no soportaba pasar tanto tiempo en el campo. Aquel cortijo era repugnante, apestaba y hacía un frío endemoniado. Concha, su madre, siempre le decía -Hijo yo no se lo que es calor desde niña- y él se reía, no la hacía mucho caso. Él quería vivir de otra manera pero era un penco para los estudios, por lo menos sabía leer y escribir porque su madre estaba aprendiendo ahora. Iba a unos cursos del centro de mujeres de la estación y cuando podía hacía prácticas en casa. Algún día dejaría de firmar con una x temblorosa. No sabía muy bien que hacer con Lola, después de diez años se había presentado diciendo que la niña era suya. Su madre era una ingenua y la creía. Él no se fiaba. Tampoco la creyó cuando se lo dijo la primera vez, antes de que naciera.
Aquella señora rubia tan grande me estaba poniendo muy nervioso, ¿Por qué me sonríe y me mira tanto? Podía haberme tocado enfrente la pelirroja del fondo, menuda jaca. Me toco la desabrida, mira que es mustia. Tiene los ojos de la fina, a esta lo mismo también la patea alguien. Esa perra sólo sabe quejarse, no aguanta una patada y mira que se las merece.
VII
-¿Manuel quieres comer algo?-
-Ahora no. Después-.
-¿Y no vas a dormir un poco? Yo te despierto-.
-No.-
Concha observaba a su hijo. Era guapo, se parecía a su padre de joven. Lo malo era que también le había heredado el carácter y aunque estuviera acostumbrada a bregar con ellos, a veces la hartaban. El mayor era más tranquilo, se parecía más a ella. Ella estaba a punto de jubilarse y sólo lo notaría en la pensión porque iba a seguir trabajando como siempre, dejándose la piel en el campo para ayudar al hijo y tratando de mantener el empleo en la casa en la que servía desde hacía muchos años. Doña Gloria la hacía trabajar como un animal y sólo pagaba bien los extras pero era algo fijo que no podía perder. Aunque era una tirana, viendo como trataba a los empleados del concesionario de su marido y al marido incluso, no podía quejarse. Debía caerle hasta bien. La vida de Concha había sido demasiado triste, tanto que muchas veces ni ganas tenía de recordarla, pero no lo podía evitar. Sobre todo ahora que a su madre se le estaba hundiendo el techo de la casa, donde vivía con su otra hija, y precisamente a ella le tocaba convencerla para que ingresaran cada una en una institución. El retraso mental de su hermana obligaba a que se separaran y por mucho que odiara a su madre le daba lástima ver como luchaba para seguir al lado de su hija. Se las hubiera llevado a vivir con ella, haciendo de tripas corazón, pero su marido se negó en rotundo y como él pagaba la casa y los gastos con su pensión no pudo hacer nada. Su madre tampoco hubiera querido vivir con ella. La relación entre ellas era complicada. Poco después de nacer la abandonó en la puerta de la casa de su padre.
Ella no podía criar a las dos hermanas y se quedó con la mayor, había tenido meningitis de pequeña y quedó mal, la madre era recolectora y trabajaba de cosecha en cosecha, pueblo por pueblo y cuidar de las dos le resultaba imposible. Su padre era un pastor trashumante, casado y con más hijos, y cuando se encontró a la niña se la quedó. Pero su mujer no podía ni verla, así que en cuanto empezó a andar le acompañaba a llevar a las ovejas a la sierra en julio y no volvían hasta septiembre. Vivian en una finca muy grande y la dueña se llevó a la niña a servir a la casa grande en cuanto cumplió los diez años. A los quince conoció a su marido, un peón de la finca, se quedó embarazada y desde entonces le soportaba. Iracundo y malencarado, siempre enfrentado al resto de los trabajadores. Un día se cayó de un tractor y consiguió que le dieran la baja por depresión. Nunca le vio deprimido, siempre tuvo ese carácter desagradable.
Dejó de trabajar y ella tuvo que partirse el lomo desde ese momento. Abandonaron la finca y se fueron a vivir al pueblo. Los hijos se fueron haciendo un futuro. Con el mayor las cosas iban muy bien y el pequeño había heredado lo vago del padre. Se mataba para ayudarle pero era un chico sin suerte. Para hacer todo más difícil había aparecido con una niña de once años la novia que tuvo mientras hacía la mili y se la había presentado como su nieta. Ella se hizo la loca al principio, aunque la cría era igual que su hijo y acabó cediendo. Manuel se negaba a reconocer a su hija porque la madre había sido novia de los dos hermanos casi al tiempo. A Concha le importaba poco cual de los hijos fuera el padre, mejor el pequeño para evitar más problemas. Tenía nieta nueva. Arisca, hosca, malencarada y guapa. Demasiado rebelde y bruta.
Que triste es esa chica. Pobrecita. La señora que va con ella me recuerda a mi madre. ¿Por qué la habla así? Ni siquiera la llama por su nombre. Tengo que hacer que Manuel me coma algo. Salimos de casa de la señora muy tarde y cansado y hambriento se pone insoportable. Si por lo menos durmiera algo. Si se duerme lo hago yo que cuando lleguemos solo tengo tiempo para llegar a casa y desayunar. Doña Gloria me estará esperando. Hoy toca limpiar a fondo los baños y la cocina.
VIII
-Pablo, ¿te vienes a fumar?-
-No, ve tú sola-
Irene avanzó hacia el pasillo y parecía que solo tendría que esquivar las piernas del último pasajero pero este se levantó de golpe y salió con ella. Se sentía incómoda. Aquel tipo la miraba de reojo y no decía una palabra.
Manuel observaba cada movimiento de la pelirroja pensando en qué momento sacar una conversación, no era muy charlatán, se pasaba demasiado tiempo con los animales o en la obra y con las mujeres era demasiado directo. Aquella chica parecía de las finas. No podía entrarle como a las otras. Él no tenía mala planta. Era alto, fuerte y con una cara interesante. Eso le decían siempre las chicas. La pelirroja ni le miraba. Se estaban acabando el cigarrillo y nada.
Irene, cada vez más nerviosa, apuraba el cigarrillo. Este tipo es un gañán. Mi hermano me deja con cada papelón. Tiró la colilla por la ventana y entró. No fumo sola más.
Manuel se terminó el suyo con calma. Que aires se da la tía. Lo espachurró contra la ventana y lo lanzó como había hecho ella. Volvió a sentarse y estiró las piernas todo lo posible para molestar a la mustia. Ella se revolvió en su asiento tratando de esquivar aquellos apéndices tan desagradables. Llevaba unas botas de militar, sucias y viejas. Y ya la había pisado un par de veces.
-Manuel. ¿Qué vas a hacer con Lola?-.
-Eso es cosa mía, no te metas, Concha-.
-Ya viste como llegó la última vez. Ese animal la va a matar-.
-¿Y que quieres que haga? Es su marido-.
-Se quiere llevar a la niña-.
-Es su padre. Eso pone en los papeles-.
-Tú sabes que no. Si la reconoces se irá. Es mi nieta Manuel-.
-Tú ya tienes una nieta-.
-Una cosa no quita la otra-.
-Déjame dormir-.
Katerina no conseguía entender toda la conversación aunque por los gestos se notaba que estaban discutiendo. El chico había cerrado los ojos y la señora parecía nerviosa y preocupada.
-¿Agua?- le ofreció
-No, gracias-
Aquella mujer era de pocas palabras y su español no era tan fluido como para empezar una conversación. Decepcionada volvió a colocarse en su asiento. Sacó el libro y se puso a leer. La única opción de conversación que le había parecido razonable se había esfumado.
IX
Pablo levantó la cabeza y de un vistazo rápido recorrió el compartimiento entero, nada de su interés. Se topó con los ojos entrecerrados y legañosos de Federico y los esquivó pero no pudo hacerlo con los lacónicos de Carlota. Le observaba disimuladamente y asustada no supo reaccionar. Se quedó paralizada. Con un gesto de desdén volvió a su lectura y Carlota, avergonzada, bajo la mirada, concentrándose en las manchas de barro de las botas de Manuel. Doña Carmen la dio un golpe en el brazo creyéndola dormida.
-Tengo hambre-.
-¿Quiere un sandwich de pollo?-.
-Si no hay otra cosa-.
-Tome-.
-Tiene mayonesa. Entonces cómetelo tú. ¿No has traído nada más?-.
-Galletas-.
-Eres una desconsiderada. ¡Qué clase de chacha tengo!-.
-¿Le gusta el queso? Yo he preparado demasiados bocadillos-.
-Gracias, señora-.
-Llámame Concha-.
-Gracias, Concha-.
-Bueno, me conformaré con esto si no hay nada mejor-.
-Perdone, es que mi tia..-
-¡Qué le vas a contar! ¡Qué estoy loca! Y encima me llamas tía, lo que hay que aguantar-.
-Doña carmen no diga esas cosas-.
-¡Mejor te callas!-.
-¿Quieres salir a estirar las piernas un rato?-.
-Me encantaría. Doña carmen ¿Puedo?-.
-¡Vete y si no vuelves mejor!-
Concha hizo que el hijo se moviera, refunfuñando porque empezaba a coger el sueño, para que la chica pudiera salir de su asiento. La pobre estaba en una postura imposible con las piernas encogidas y revirada.
Las dos salieron al pasillo.
-¿Tu tía siempre es así contigo?-
-No se lo tengo en cuenta. Tiene demencia senil y a veces se altera por cualquier cosa. Ya estoy acostumbrada-.
-Tienes mucha paciencia. Se parece mucho a mi madre y a veces no puedo con ella-.
-¿También tiene demencia senil?-.
-No, ella sólo es vieja y tiene mal carácter-.
Federico sentía curiosidad por aquellas mujeres tan solicitas y apocadas. Se pensó si salir a su encuentro, aunque se levantó enseguida, no era momento para dudas, aquellas salidas al pasillo solían ser muy breves y si no era rápido ellas volverían a entrar. Se acercó sonriendo y ofreciéndoles tabaco por si alguna fumaba. Daba por hecho que la mujer mayor no, pero la chica tal vez. Las dos rechazaron su ofrecimiento y él no desistió.
-¿Les importa que las acompañe? Es un viaje demasiado largo para estar todo el tiempo sentado ¿No creen? ¿Les molesta que fume?-
Ellas se hicieron a un lado, dándole acceso a la ventana, y las confidencias se interrumpieron para dar paso a una conversación a tres sobre los inconvenientes de los viajes nocturnos. Diez minutos dejando que Federico se explayara y escuchándole atentamente porque ambas eran muy educadas. Él intentaba estirar aquel cigarillo que le fue traicionando poco a poco y cuando no tuvo más remedio que dejarlo ir la compañía también se le fue. Concha entró la primera y Carlota justo después. Ambas se sentaron sin dirigirse la palabra, aunque la chica no dejaba de mirarla. No le he dicho mi nombre, ahora lo hago, la señora me cae bien, es simpática. Carlota sacó su paquete de galletas y estiró el brazo tímidamente
-Concha, ¿Quiere una galleta?-dijo apenas susurrando
Sin embargo, Concha, sumida en sus propios problemas, ni la escuchó, concentrada en los pasos que debía dar con su hijo para asegurarse poder seguir viendo a su nueva nieta. Aquella mujer ya estaba ausente. Se había olvidado de ella. Carlota, decepcionada, volvió a guardar su pueril intento de comunicación en el bolso. Comprobó que Doña carmen dormía placidamente, buscó la postura más cómoda que pudo encontrar y cerró los ojos. Federico esperó unos minutos antes de volver y saltando por encima de las piernas de Manuel, con toda la agilidad de la que era capaz -lo que casi se transforma en una caída libre sobre Doña Carmen- consiguió sortear el obstáculo. Con cierta dignidad recuperó la verticalidad y se sentó rogando para que su maniobra no hubiera despertado el interés de nadie. No tuvo suerte, los ojos inquisidores de Pablo fue lo primero que encontró de frente y, una vez sentado, la sonrisa burlona de la pelirroja le hizo odiarla profundamente.
Katerina ya había abandonado su libro y también luchaba por encontrar la posición perfecta para descansar, aunque la pelirroja se empezaba a quejar. Ya no era la chica amable de un par de horas antes. A todos les pasaba factura el cansancio y se mostraban irritables. Irene era muy educada, pero estaba harta de aquel brazo grueso, que se desparramaba en su asiento. El codo afilado de la señora se le clavaba en las costillas. Por mucho que intentara moverse no conseguía deshacerse de la presión y terminó por llamarla la atención. Sin embargo con aquella mujer las frases amables no servían de nada y por gestos se hizo entender. Una hora pensando como decírselo sin ofenderla, por una cuestión de respeto a la edad, y al final todo quedó en un –Señora, me está clavando el codo- a lo indio.
El silencio pesado y asfixiante que invadía el compartimento ayudó a que todos se fueran quedando dormidos. La última en conciliar el sueño fue Carlota, torturada por los ronquidos guturales y desacompasados de Doña carmen y Manuel, arrinconada por las piernas de uno y el cuerpo encorvado de la otra, inclinado como un árbol azotado por un huracán y a punto de ser arrancado de la tierra.
X
Carlota despertó sobresaltada y al abrir los ojos descubrió que era la única pasajera, todos habían desaparecido. Como si nadie se hubiera percatado de su presencia. Se desperezó con dificultad, había dormido enroscada como un gato y al estirarse le dolían las piernas, las rodillas, los tobillos, estaba entumecida, tenía un brazo adormecido y le costo ponerse en pie. Comprobó el compartimento de equipajes y allí encontró su mochila, abandonada, solitaria. Se asomó al pasillo, intrigada, y pudo ver a una señora de la limpieza, con su bata azul pálido, restregando los cristales de las ventanas mientras farfullaba mohína. El revisor apareció por la puerta del fondo y se acercó a la señora, no podía oír lo que decían, le zumbaban los oídos pero las caras de indignación de ella y de nerviosismo de él daban a entender que estaban cortos de tiempo. Confusa se acercó al revisor y él le informó que el pasaje había bajado del tren hacía una hora. Incluso había recorrido vagón por vagón despertando a los rezagados, solía pasar. Se disculpó por no haberla visto y desapareció por la puerta del fondo del vagón con la señora. Carlota volvió a recoger su mochila y se dio cuenta de que olía a limpio, aquella mujer también había estado allí, el suelo estaba húmedo. Nadie la había visto. Como una maleta abandonada en un asiento, la habían ignorado. Se colocó su mochila en la espalda y sonriendo recorrió el pasillo camino del andén. Había desaparecido por un momento. Si lo intentaba conseguiría desaparecer del todo.
Actualidad
A propósito del Día del Campesino, ¿cuándo llegará la tan ansiada segunda reforma agraria?
Más de medio siglo ha pasado desde la gran Reforma Agraria y poco se ha hecho por mejorar la condición del hombre de campo.

No hay que ir tan lejos para tener registro sobre la manera tan denigrante en que era tratado el campesino en nuestro país. Aquel hombre oriundo, proveniente de los Andes, era considerado poco menos que una bestia de carga en las grandes haciendas de toda la costa del Perú. Vejados, humillados, explotados física y psicológicamente, tenían que agachar la cabeza y pedir permiso, extendiendo ambas manos, al gran hacendado. No estamos hablando que eso sucedía hace siglos, sino, increíblemente, hasta hace menos de un siglo.
El primer intento reivindicativo ocurrió cuando el presidente Augusto Bernardino Leguía estableció en 1930 el Día del Indio, pero tal fecha llevaba consigo una postura paternalista, donde el indígena seguía siendo considerado como un sujeto que requería de protección y tutela del Estado, y por ende continuaban bajo la sombra de los grandes señores terratenientes.

Varias décadas después, en 1969, durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, ocurrió un verdadero trato hacia el hombre indígena. El ‘Taita’ impulsó lo que en los libros de historia es considerada la gran ‘Reforma Agraria’, la misma que consistía en transferir tierras a los campesinos, sin soslayar su importantísimo rol en la sociedad. Fue con el Decreto Ley 17716 que se reemplazó el término ‘indio’ por el de ‘campesino’, buscando así extirpar el término peyorativo de la anterior denominación, dotándole un significado más activo y protagonista al hombre de campo, sin excluir a los hombres de la selva y los migrantes, así como los descendientes de otras culturas. “El patrón ya no comería más de la pobreza del campesino”, pronunció Velasco Alvarado, pero su discurso quedó estancado en el tiempo.
Para las Elecciones Generales del 2021 se presentaba como candidato el profesor sindicalista y rondero Pedro Castillo, quien durante la segunda vuelta repetía que con él iba a llegar finalmente la segunda reforma agraria. Las personas creyeron en él, pues era la representación fidedigna de un hombre de campo, el mismo que usaba botas de hule y en una mano llevaba una hoz para trabajar en la chacra. “Es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino”, profirió Castillo durante su primer mensaje a la Nación. La población ilusionada aplaudía hasta que le quedarán rojas las palmas de las manos, pero el tiempo pasó y esas mismas manos ahora hacían un puño en señal de indignación.
Pasaron los días y los meses y la tan ansiada reforma nunca llegó. Muy por el contrario, los costos de producción se incrementaron, pero no los ingresos para el agricultor, quien más adelante se sumó también a las protestas contra el chotano.
Hoy, 24 de junio, debería de celebrarse y no conmemorarse el Día del Campesino, pero lamentablemente poco se ha avanzado desde que el ‘Taita’ Velasco decidiera cambiar la realidad de miles de peruanos que son los que verdaderamente dan de comer a todo el país.

Con accesos viales deficientes, carencia en los sistemas de riego, poca valorización de sus productos, la nula o inexistente presencia del Estado en las zonas más remotas, donde es un milagro encontrar al menos una posta médica y que la misma tenga personal, hace que todo se convierta cuesta arriba para el campesino, que no ve un verdadero apoyo desde el gobierno de turno.
El cambio climático tampoco ayuda y cada año se ven friajes más prolongados o sequías que terminan destruyendo toda la cosecha. Sin una mayor participación del gobierno, con capacitaciones sobre las nuevas tecnologías, poco se puede esperar de una mejoría para combatir el efecto del cambio climático.
Mientras llegue un presidente, varón o mujer, que realmente camine al lado del campesino, este día solamente no pasará más allá de una conmemoración y un mensaje de reconocimiento por parte del Midagri y el Ejecutivo en sus redes sociales.
Actualidad
Minedu separa a más de 1000 docentes y administrativos por violación, terrorismo y otros delitos
Medida forma parte de la estrategia Escuelas Seguras, impulsada por el Gobierno para garantizar entornos escolares libres de violencia.

En el marco de las acciones orientadas a garantizar espacios seguros para los estudiantes, el Ministerio de Educación (Minedu) separó, entre el 1 de abril de 2024 y el 19 de junio de 2025, a 1031 personas (889 docentes y 142 trabajadores administrativos) que tienen condenas o procesos en curso por delitos como violación a la libertad sexual, terrorismo, homicidio, feminicidio, parricidio, entre otros. Estas personas ejercían funciones en 897 instituciones educativas públicas y 134 privadas en todo el país.
Del total, 163 personas con sentencia firme del Poder Judicial fueron separadas definitivamente del sistema educativo. Asimismo, 868 personas con procesos judiciales vigentes fueron separadas de manera preventiva, conforme a la normativa vigente.
El delito con mayor número de implicados corresponde a violación a la libertad sexual, con 868 personas (755 docentes y 113 administrativos). Le siguen los delitos de terrorismo y apología del terrorismo, con 80 personas (67 docentes y 13 administrativos), y el tráfico ilícito de drogas, con 22 personas (18 docentes y 4 administrativos).
“El Minedu trabaja de manera permanente para identificar y retirar del sistema educativo a quienes representen un riesgo para nuestros estudiantes. Nuestro compromiso es claro: las escuelas deben ser espacios seguros y protegidos”, afirmó el ministro de Educación, Morgan Quero.

La estrategia Escuelas Seguras es una prioridad del Gobierno de la presidenta de la república, Dina Boluarte, para garantizar aulas libres de violencia y asegurar la integridad de nuestros niños, niñas y jóvenes. Por ello, desde el primero de enero a la fecha se ha separado a más de 1819 docentes y personal administrativo con sentencia firme o procesos judiciales abiertos por delitos graves, como violencia sexual, homicidio y terrorismo, consolidando así una política firme y sostenida de protección a los estudiantes.
Adicionalmente, el Minedu mantiene bloqueados en el Sistema de Administración de Plazas a más de 2000 docentes denunciados por presuntas faltas muy graves, como violación sexual y terrorismo. Esta medida impide su contratación o nombramiento en instituciones educativas del país, como parte del compromiso del sector con la seguridad e integridad de los escolares.
Estas acciones se desarrollan en cumplimiento de la Ley 29988, que establece medidas extraordinarias para separar del servicio a personal docente y administrativo implicado en delitos de terrorismo, violación sexual y tráfico ilícito de drogas en instituciones educativas públicas y privadas.
Actualidad
Guerra entre hermanos: Arturo y Carlos Álvarez se lanzan ‘puyazos’ por su progenitor
Arturo no le perdonaría que su hermano haya difundido un informe psiquiátrico sin su autorización, acusándolo de ser un “trome” para la imitación: “Es hora de quitarle la careta”.

Álvarez contra Álvarez. En pantallas todo es risa y espectáculo, pero apagadas las luces los hermanos Arturo (54) y Carlos Álvarez (61) no pueden verse frente a frente por unas recientes declaraciones del candidato a la presidencia de la República, quien dejó muy mal parado al progenitor de ambos, calificándolo como un “lastre” y resaltando sus problemas con el alcoholismo durante toda su vida.
Ante ello, Arturo, comediante e imitador al igual que su hermano, salió en defensa de su padre fallecido, acusando a su hermano que en realidad todos los actos que viene realizando, supuestamente benéficos, tienen un trasfondo calculador, dirigidos para mejorar su imagen en campaña. “Mi hermano ayuda mucho a los niños, no sé si para tener réditos o lo hace de corazón”, indicó.
Mientras que Arturo ha decidido mantenerse en el mundo del espectáculo y la comedia, su hermano Carlos durante los últimos meses viene probando suerte en la política, anunciando su candidatura presidencial. Al respecto, Arturo viene mostrando su desacuerdo con la idea de que la gente vote por su hermano solo porque es un gran artista, sin considerar su esfera privada, la misma que viene siendo revelada por su propio pariente.
“Muchos lamentablemente votan porque como es un gran artista debe ser presidente, entonces disculpa, yo tengo amigas, entonces mi amiga la Pánfila va a ser ministra”, expresó Arturo con ironía.

La situación ha pasado de ser un mero conflicto familiar a una disputa judicial cuando se supo que Carlos le habría entregado un informe psiquiátrico de su hermano a un programa de farándula, con la intención de desacreditarlo.
“Es un golpe bajo y un delito que mi abogado va a tomar cartas en el asunto. Me duele porque lo hace gente de su campaña. Pero si él está jefaturando esto, él debe dar el visto bueno a eso (…) No es malo. Creo que estamos en una sociedad enferma. Lo malo sería no acudir estando mal”, indicó.
“Más que en contra mía, está en contra de todo lo que le impida llegar al poder. Carlos es un trome en la imitación, entonces mucho ojo, oiga con lo que voy a decir. Es muy trome, pero es hora de quitarle la careta”, advirtió Arturo sobre su propio hermano, deslizando la idea de que efectivamente todo se trataría de una enorme puesta en escena para ganarse el apoyo de los ciudadanos en su postulación.
Actualidad
Perú al borde del abismo: solo un milagro la mantiene con vida rumbo al Mundial 2026
La blanquirroja en la cuerda floja.

La selección peruana atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente en las Eliminatorias Sudamericanas. Con los resultados de la fecha 16 ya definidos y el empate sin goles ante Ecuador en el Estadio Nacional de Lima el pasado 10 de junio, la Bicolor se encuentra en una situación desesperante que requiere de un verdadero milagro para mantener vivas sus aspiraciones mundialistas. Al 13 de junio de 2025, Perú ocupa la novena posición de la tabla con apenas 12 puntos, producto de dos victorias, seis empates y ocho derrotas en 16 partidos disputados. La diferencia de gol de -11 refleja las dificultades ofensivas que han caracterizado el proceso dirigido por Óscar Ibáñez.
El nuevo panorama sudamericano
El panorama actual de las Eliminatorias Sudamericanas presenta un escenario donde solo Argentina ha asegurado matemáticamente su clasificación al Mundial 2026, liderando la tabla con 35 puntos y una diferencia de gol de +19. Detrás del combinado albiceleste, Ecuador y Brasil están bien posicionados en la tabla, pero aún no han asegurado matemáticamente su pase al mundial tras el empate conseguido en Lima, sumando 25 puntos que los mantienen en los primeros lugares. La nueva realidad del Mundial de 48 equipos ha ampliado las posibilidades para Sudamérica, que ahora cuenta con seis cupos directos más uno adicional para el repechaje intercontinental, una ventaja que paradójicamente no ha beneficiado a Perú debido a su pobre rendimiento.
Paraguay ocupa la quinta posición con 24 puntos, mientras que Uruguay se ubica cuarto con la misma puntuación pero mejor diferencia de gol. Colombia, que empató 1-1 con Argentina en la misma fecha, mantiene 22 puntos en el sexto lugar, cerrando momentáneamente la zona de clasificación directa. Venezuela, con 18 puntos en la séptima posición, controla actualmente el cupo del repechaje, seguida por Bolivia con 17 puntos. La eliminación matemática ya tocó la puerta de Chile, que suma apenas 10 puntos tras su derrota 2-0 ante Bolivia en El Alto, convirtiéndose en el primer país sudamericano prácticamente fuera de la carrera mundialista.
Las casas de apuestas internacionales han ajustado dramáticamente las cuotas relacionadas con las posibilidades peruanas de clasificación, reflejando el pesimismo generalizado tras los últimos resultados. Las probabilidades de clasificación directa de Perú han caído por debajo del 5%, mientras que las opciones de alcanzar el repechaje oscilan entre 15% y 20% según diferentes operadores. Betano, una de las plataformas más populares entre los aficionados peruanos, ha lanzado promociones especiales para atraer nuevos usuarios durante esta fase decisiva de las eliminatorias, ofreciendo bonos de bienvenida atractivos para quienes se registren durante junio. Los interesados pueden acceder a estas ofertas revisando el código promocional Betano términos y condiciones, donde se detallan los requisitos y beneficios disponibles para apostadores primerizos. Estas estimaciones reflejan tanto el rendimiento reciente del equipo como las proyecciones de los modelos estadísticos utilizados por las casas de apuestas.
La ecuación matemática casi imposible
La matemática cruel muestra que Perú necesita una combinación casi perfecta de resultados para mantener vivas sus esperanzas. Con solo dos fechas restantes en las eliminatorias, la selección nacional debe ganar sus dos partidos restantes (ante Uruguay de visita y Paraguay de local). Sin embargo, estos resultados por sí solos no garantizan nada, ya que Venezuela debe tropezar significativamente en sus compromisos pendientes para que Perú pueda desplazarla del séptimo puesto que otorga el repechaje.
El equipo dirigido por Ibáñez ha mostrado cierta solidez defensiva en condición de local, manteniendo la portería en cero en tres de sus últimos cinco partidos en Lima. Pedro Gallese continúa siendo una figura confiable bajo los tres palos, liderando las estadísticas de pases completados entre los arqueros de la competición con 34 intentos exitosos en la última jornada. La dupla defensiva central formada por Carlos Zambrano y Renzo Garcés ha demostrado experiencia y carácter, aunque la falta de gol sigue siendo el talón de Aquiles de un equipo que promedió menos de un tanto por partido durante todo el proceso eliminatorio.
Venezuela, el principal rival directo de Perú en la lucha por el repechaje, afronta sus partidos restantes con la ventaja psicológica de manejar su destino. La Vinotinto recibe a Paraguay y visita a Colombia en sus dos compromisos finales, encuentros donde un triunfo y un empate le garantizarían mantener su posición privilegiada. Bolivia, aunque matemáticamente viva, enfrenta un calendario complejo que incluye visitas a Brasil y Argentina, lo que reduce considerablemente sus opciones reales de alcanzar los 20-21 puntos que históricamente han sido suficientes para el séptimo lugar.
La historia no acompaña a la Bicolor
El factor histórico tampoco favorece a Perú en esta recta final. La selección nacional no logra vencer a Uruguay en Montevideo desde 1999, mientras que Paraguay siempre se ha mostrado como un rival incómodo en Lima. Ecuador, que ya tiene su clasificación prácticamente asegurada, podría presentar un equipo alternativo en la última fecha, aunque tradicionalmente los equipos sudamericanos mantienen la competitividad hasta el final de las eliminatorias por respeto al torneo y a sus propios procesos formativos.
Un futuro incierto
La realidad indica que las posibilidades peruanas de clasificar al Mundial 2026 son mínimas, requiriendo una conjunción de resultados favorable que bordea lo imposible. La eliminación matemática podría confirmarse incluso antes de la próxima fecha si Venezuela suma puntos ante Paraguay. Para una selección que alcanzó el repechaje en dos procesos consecutivos bajo la conducción de Ricardo Gareca, la actual situación representa un retroceso doloroso que obliga a una reflexión profunda sobre el futuro del fútbol peruano y la urgente necesidad de renovación generacional que permita recuperar el nivel competitivo perdido en los últimos años.
Actualidad
Estudiantes de la UNFV toman desde anoche la sede principal [VIDEO]
Universitarios denuncian que muchos de ellos hasta la fecha no aparecer registrados como matriculados, y exigen una mayor celeridad de parte de la administración de esa casa de estudios para regularizar sus matrículas.

Casa tomada. Ya estamos a mitad de año, pero increíblemente decenas de estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) se encuentran en una condición sui géneris. Van a clases, rinden exámenes, ingresan a sus facultades con sus libros y anotaciones, pero en papeles ¡no son estudiantes de esa casa de estudios!
A pesar de que las clases en la sede de la UNFV, ubicada en la avenida Nicolás de Piérola, iniciaron en el mes de abril, increíblemente los universitarios no cuentan con una matrícula formal y es que, según cuentan los manifestantes, el área administrativa de esa universidad no los tiene registrados. Ellos, explican, que esto le trae una serie de inconvenientes como el acceso al comedor universitario o el beneficio del medio pasaje en el transporte público que le otorga su carné universitario.
“Estamos a mitad de año, ya pasaron los exámenes parciales y aún no se ha abierto la matrícula para estudiantes de segundo a quinto año en la Facultad de Humanidades. Sin matrícula, nuestros esfuerzos no serán reconocidos, perderemos el acceso a servicios y corremos el riesgo de perder el año académico”, expresó uno de los dirigentes estudiantiles a través de un megáfono durante la protesta.
Pero eso no es todo. Los manifestantes sostienen que ese problema también se da en la facultad de Ciencias, donde se estarían perjudicando alrededor de 300 estudiantes de esa universidad nacional.
Los estudiantes indicaron que tras varias semanas de marchas pacíficas y reclamos decidieron tomar una medida más drástica para exigir una mayor celeridad en la regularización de sus matrículas. Indicaron que esperan en la brevedad un pronunciamiento de la rectora Cristina Alzamora, caso contrario continuarán de manera indefinida con la toma de esa sede.
Además, mostraron preocupación por las próximas elecciones estudiantiles, ya que no existe un padrón claro de alumnos habilitados para participar. “Se vienen las elecciones a cogobierno y no se sabe quiénes son oficialmente los estudiantes. Ya hicimos más de tres plantones, pero las autoridades no nos dan solución, por eso tomamos la sede central”, indicaron.
Por su parte, la UNFV anunció a través de su página oficial en Facebook que las clases se desarrollarán de manera remota hasta el domingo 22 de junio, como medida temporal para evitar mayores inconvenientes en las actividades académicas y administrativas mientras se resuelve el conflicto.
Actualidad
En menos de tres meses, mueren profesor y estudiante tras caídas en la UTEC de Barranco [VIDEO]
La UTEC asegura activar protocolos de seguridad, pero en poco más de dos meses hay dos fallecidos. Mientras tanto, la universidad guarda silencio, limita la información pública y alega que los casos aún están en investigación.

Un nuevo incidente enluta a la comunidad de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Un estudiante falleció este miércoles 19 de junio tras caer desde un piso alto dentro del campus ubicado en el jirón Medrano Silva, en el distrito de Barranco. La noticia fue confirmada por la propia universidad mediante un breve comunicado en sus redes sociales, donde anunció la suspensión de todas las clases presenciales y virtuales por dos días.
“Dada esta triste situación, hemos activado los protocolos correspondientes”, indicó la institución, agregando que las actividades se retomarían de forma virtual el sábado 21 de junio. Además, señalaron que “se continuará colaborando con las autoridades para esclarecer los hechos”.

No obstante, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, el manejo comunicacional ha sido altamente hermético. No se han brindado detalles sobre las circunstancias del suceso, ni se ha explicado qué tipo de protocolos se han activado específicamente. Esta falta de transparencia genera preocupación y desconcierto, especialmente considerando que este es el segundo caso similar en apenas dos meses y medio.
En abril pasado, un docente también falleció al caer desde uno de los edificios del mismo campus. En esa ocasión, la UTEC emitió un comunicado casi idéntico, anunciando una investigación, suspendiendo clases y expresando condolencias, pero sin ofrecer explicaciones claras ni asumir responsabilidad alguna.

Ambos casos, aunque en investigación, reflejan un patrón preocupante. Si la universidad asegura seguir protocolos de seguridad, ¿por qué no se han reforzado las medidas preventivas en los diferentes pisos y estructuras del campus?
Las muertes trágicas de un profesor y ahora un estudiante no pueden quedar reducidas a comunicados breves y silencios institucionales. La comunidad universitaria y la opinión pública merecen respuestas claras, acciones visibles y un compromiso real con la prevención y la seguridad.
Estudiante de la UTEC cae al pavimento en las instalaciones de la universidad y fallece. @UTECuniversidad pic.twitter.com/HF9l8aZOVV
— Revista Lima Gris (@Limagris) June 19, 2025
Actualidad
Jesús María vivió su propia Champions League: exitosa primera edición reunió a más de 200 vecinos
16 equipos compitieron por la Copa “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚”.

Con emoción, goles y espíritu vecinal se vivió la primera edición del campeonato relámpago “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚!”, organizado el pasado sábado 14 de junio como parte de las celebraciones por el Día del Padre. El evento, que congregó a más de 200 vecinos y vecinas, se convirtió en una verdadera fiesta deportiva con transmisión y narración en vivo, almuerzo comunitario y una final de infarto definida por penales.
Aunque inicialmente se tenía previsto realizar el torneo en las canchas del Club Lawn Tennis, los equipos fueron sorprendidos al llegar y encontrarse con la negativa de uso del espacio por “orden superior”, sin explicación clara. No es la primera vez que ocurre algo similar: ya durante el Día de la Madre, otra actividad vecinal programada en el restaurante “Megapollo” fue suspendida tras una clausura de última hora por parte del área de fiscalización del municipio. Sin embargo, gracias a la rápida reacción y buena organización del equipo de Luiz Carlos Reátegui, aquella actividad logró realizarse exitosamente en otro local, reuniendo a más de 600 madres jesusmarianas.

Este campeonato relámpago pese a los intentos vanos de impedirlo y obstaculizarlo, siguió adelante gracias a la buena predisposición, apoyo, cariño, respaldo vecinal y el entusiasmo de los participantes. En total, más de 16 equipos de categoría libre (conformados por vecinos de distintas edades y zonas del distrito) disputaron partidos intensos y llenos de camaradería. La gran final fue digna de una Champions League: ambos equipos ingresaron en formación por el centro de la cancha, ante los aplausos de los asistentes, y el título se definió con goles que son amores, elevando la emoción al máximo.
El evento fue transmitido en vivo a través de la fanpage oficial de Luiz Carlos Reátegui, quien además animó la jornada junto al narrador deportivo del evento, con humor, cercanía y mucho carisma. El stream(transmisión) obtuvo miles de reproducciones.

Durante la premiación, los campeones alzaron la Copa a escala real en medida y peso oficial de la Champions League, que simbolizó el esfuerzo y la pasión de todos los vecinos participantes. Luiz Carlos Reategui cerró el evento anunciando que este campeonato se repetirá cada año, como parte de su propuesta de convertirlo en una tradición deportiva para Jesús María durante su próxima gestión.
El equipo de Reátegui de la mano de su liderazgo ha vuelto a salir airoso una vez más, demostrando con resultados evidentes la capacidad de dirección, organización y gestión.
Actualidad
Paro Nacional de Transportistas: más asesinatos y un gobierno ausente
Mientras las mafias siguen matando a transportistas en todo el país, Dina Boluarte guarda un silencio cómplice. La falta de acción y de liderazgo ha convertido las carreteras en territorios sin ley. Los transportistas paralizarán el país este 18 de junio exigiendo lo que siempre se les garantizó: seguridad y justicia.

Los gremios de transportistas han anunciado un paro nacional para este miércoles 18 de junio, en protesta por la alarmante ola de violencia que azota a su sector. La medida, que iniciará a las 00:00 horas y se extenderá hasta las 23:59, incluirá concentraciones en puntos clave de Lima, Callao y otras regiones.
La Confederación Nacional de Transportistas del Perú (CNTP), la Asociación Nacional de Transportistas (ANTRA) y otros colectivos lideran esta jornada de protesta, tras registrar al menos 15 conductores asesinados en lo que va del año. Las mafias que cobran cupos y extorsionan operan con total impunidad en las rutas del país, mientras el Ejecutivo, encabezado por Dina Boluarte, guarda un silencio cómplice.
Los puntos de movilización en Lima incluyen el Óvalo Santa Anita, el puente Los Ángeles (SJL) y la Plaza Bolognesi. En el Callao, el Óvalo La Perla será el epicentro. El impacto será grave: rutas interprovinciales y urbanas paralizadas, con serias consecuencias para el transporte de pasajeros y mercancías.
Los gremios exigen un plan nacional de seguridad para el sector transporte, mayor presencia policial en zonas críticas y, sobre todo, una respuesta política firme. Pero hasta el momento, el Gobierno no ha emitido ningún pronunciamiento, demostrando su total desconexión con la realidad que viven miles de trabajadores diariamente.
El silencio del Ejecutivo frente a las extorsiones, asesinatos y amenazas sistemáticas refleja una grave irresponsabilidad. Dina Boluarte ha optado por mirar a otro lado, mientras los transportistas mueren en las carreteras y los ciudadanos quedan a merced del crimen organizado.
La protesta no es solo por ellos, advierten los voceros de los gremios. La seguridad en las vías es un problema nacional que afecta la economía, la movilidad y la vida misma de todos los peruanos. Si no hay una respuesta inmediata, el paro podría volverse indefinido.
La indiferencia del Gobierno de Dina Boluarte ya no es tolerable. La ciudadanía exige acción, no excusas.
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