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Literatura

CUENTO: «DULCE HOGAR» de Luis Humberto Moreno Córdova

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DULCE HOGAR

Por Luis Humberto Moreno Córdova


 


La voz de la terramoza lo despertó. Antonio abrió los ojos lentamente, mientras contraía sus músculos, dejando escapar un bostezo. Por la ventana empañada de rocío divisó las montañas lejanas y las casas hechas de adobe y techadas con calaminas. Buscó su botella de agua, tomó un sorbo. A su lado, un hombre de cabello canoso le dio los buenos días.

Bienvenidos a la ciudad de Huánuco, fundada por los españoles en el año…

Antonio hizo un repaso rápido de sus pendientes: presentarse en el hotel, ponerse en contacto con algunas personas de la empresa. ¿Tendría tiempo? Tal vez podría dormir un poco.

Lo habían embarcado en el bus con una rapidez nunca antes vista. Nadie en la empresa había querido hacer ese viaje. Pero Antonio había levantado la mano presuroso. Era la mejor oportunidad para darse un respiro. Irse lejos era lo mejor que le podía pasar. Por eso no había dudado cuando en la reunión habían buscado un voluntario para supervisar la apertura del nuevo supermercado en Huánuco. Antonio fue el único en ofrecerse. “Sales hoy mismo”, le dijo su gerente.

Huánuco tiene un clima agradable por las mañanas, se recomienda por las tardes llevar abrigo ligero…

Llamó a su casa para pedirle a Cintia que empacara sus cosas. “¿No puedes hacerlo tú?” le había preguntado Cintia. “El bebé no me da tiempo para nada”.

Rodrigo, su hijo, había nacido hace dos meses. La vida para Antonio era infeliz desde entonces. No había planes, salidas, ni noches de sueño pacíficas. Le costaba concentrarse en el trabajo, estar de buen humor. Cintia era una criatura chillona, sensible y abominable, que pasaba todo el día quejándose de todo, sin humor para hacer las cosas que solían hacer apenas hace año y medio.

Lo peor de todo era el sexo. El sexo había muerto. Y Antonio no tenía ni un espacio de libertad donde al menos correrse la paja. Era demasiado cobarde como para enfrentar una aventura, y la casa le quedaba chica. Aún más desde el nacimiento de Rodrigo.

Puede visitar la plaza de armas, la laguna y el bulevar, el templo de las manos cruzadas en Kotosh…

El mundo de Antonio no tenía colores. Era un miasma en blanco y negro, emergiendo de una alcantarilla oscura. Vivía escapando de todo lo que le rodeaba. Se levantaba temprano para escapar de su casa, del llanto insoportable de Rodrigo, de los pedidos de auxilio de Cintia, de los saludos hipócritas de los vecinos. Llegaba al trabajo y tomaba un largo desayuno para escapar de las rabietas de su gerente, de esos engreimientos ridículos que eran reverenciados por todos sus compañeros. Se enclaustraba en su cubículo para revisar formularios y márgenes de ventas, y al caer la tarde miraba su reloj urgido, rogando que sean ya las seis en punto para escapar de la oficina.

De regreso, rogaba encontrar todos los semáforos en rojo, para tener unos minutos más de música y soledad. Luego aparcaba en el estacionamiento y contaba los pasos que le faltaban para llegar a casa y toparse nuevamente con todo el ciclo de su innombrable vida: La oficina, la casa, el llanto del bebé, su esposa llena de ojeras y reclamos, los recibos, la tv, el cansancio. Todos los días eran el mismo día.

Gracias por su preferencia. Esperamos que disfruten su estadía.

La voz de la terramoza dejó de torturarlo. El bus se detuvo dentro del terminal y la gente bajó en tropel a buscar sus cosas. Antonio había cargado dos maletas de mano, por lo que no tenía de qué preocuparse. Ante la negativa de Cintia de hacerle las maletas, había empacado cualquier cosa. Si necesitaba algo más se lo compraría en alguna tienda.


***

Antonio subió a un taxi con rumbo al hotel de turistas. ¿Hotel de turistas?, se preguntó. ¿Hay algún hotel que no sea para turistas?

Llegó al hotel. “Ande con cuidado, sobre todo en las noches, que asaltan”, le dijo el taxista mientras lo ayudaba con sus maletas. Antonio le dio un billete grande y le pidió que guardara el cambio. El taxista se persignó con el billete.

La habitación era pequeña pero confortable. El calor arreciaba. Antonio se fijó por la ventana y vio la piscina. Gracias a Dios, pensó. No hubiera podido con el calor. Se dio una ducha rápida, desayunó en la primera planta y salió del hotel rumbo al supermercado, que quedaba a una cuadra, cruzando la plaza de armas. Ahí lo esperaban algunos empleados administrativos, que al verlo lo saludaron con suma reverencia. Antonio se sintió importante. En la oficina principal no era más que un hámster dentro de una rueda, corriendo sin parar todos los días. En Huánuco sin embargo, se sintió como un rey. Entendió por qué su gerente se portaba siempre como un imbécil. Eran las licencias del poder.

Los empleados se presentaron uno a uno, se acercaban casi jorobados por la cortesía y estrechaban su mano. Hombres y mujeres, todos era igual de feos: bajitos, parduzcos, con el cabello hirsuto y los dientes chuecos. Antonio pensó que hubieran sido capaces incluso de besarle la mano como a un obispo. Estaba aburrido de ese protocolo innecesario. “gran acierto, señor Antonio, gran acierto”, le decían, felicitándolo por una obra en la cual él no había tenido participación alguna. No importaba. Antonio se sentía bañado por una gracia divina. No echaría a perder su endiosamiento con achaques de humildad.

Empezaron a recorrer los ambientes. Todo estaba en su lugar, aunque, concretamente, Antonio no sabía bien que era lo que tenía que supervisar. Le habían prometido mandarle instrucciones, pero hasta el momento nadie lo había llamado. Los empleados se peleaban por un turno para hablar y comentar sobre los trabajos realizados. Antonio asentía sin prestarles atención, mientras pensaba en qué pediría para el almuerzo. “Y esta es la zona de electrodomésticos, Don Antonio”, decía uno. Antonio asentía, mientras pensaba que a Cintia poco le importaría que el bus en el que viajó se hubiera volcado, mientras pudiera cobrar su millonario seguro de vida. En algún momento la llamaría, pensó. Daba igual.

-Lamento la demora –se escuchó por el pasadizo.

El ruido de unos tacos altos repercutió en la amplitud de la tienda. Clac, clac, clac. Una figura menuda, delgada, de larga cabellera negra apareció frente a todos. Tenía el cuerpo sufrido por el campo, pero era bella. Su sonrisa era una prolongación infinita de luz, y sus ojos resumían la noche. No tenía la tez parduzca, sino canela. Antonio sintió un flujo de saliva acumulándose en su boca. La tragó disimuladamente.

-Don Antonio, le presento a Nazarina Tello –dijo uno de los empleados- la jefa de tienda.

Nazarina se acercó y le dio un beso en la mejilla. No se jorobó ni se gastó en reverencias. Sólo lo saludó, como lo haría una vieja amiga. Antonio sintió una ligera molestia. Se sorprendió al percatarse de lo rápido que podía acostumbrarse a la sumisión de la gente.

-Veo que ya le han mostrado la tienda –dijo Nazarina, con los ojos fijos sobre Antonio-. Tenemos que ir a revisar algunos documentos.

Antonio asintió. La molestia se tornó en nerviosismo. Nazarina era bella. Las manos de Antonio empezaron a sudar. Pensó en aflojar un botón de la camisa, que empezaba a empaparse. Los empleados se despidieron y desaparecieron entre los corredores de la tienda. Nazarina le señaló unas escaleras que daban al segundo piso.

Llegaron a una oficina amplia, de ventanas grandes, por donde se colaba el viento rancio que anticipaba al mediodía. Nazarina echó algunos documentos sobre su escritorio y empezó un largo discurso sobre cuentas, números y productos en stock, que para Antonio no tenían ningún significado. Mientras ella hablaba emocionada de todo lo logrado, Antonio asentía y, de vez en cuando, reforzaba las ideas simples con algún comentario vano, para dar la sensación de que la estaba escuchando. Su estómago dio un gruñido. Hizo un ademán para ponerse de pie y empezó a guardar los papeles del escritorio.

-Estoy muy satisfecho con su trabajo, señora Tello. Todo saldrá bien en la inauguración.

Nazarina abrió sus ojos y contuvo una sonrisa orgullosa.

-No soy señora, don Antonio. Pero puede tratarme de tú.

-Pienso lo mismo. Creo que no estamos tan viejos para estos formalismos. ¿Almorzamos?

Nazarina aceptó.

-Vamos al mejor restaurante que conozcas –dijo Antonio.

El teléfono de la oficina los detuvo. “De Lima”, dijo Nazarina, después de contestar. Antonio tomó la llamada. Era su gerente.

Sujetó el auricular con el hombro y sacó una libreta para tomar notas. Nazarina lo vio sonreir nervioso, asentir, confundirse. Tomaba un apunte y luego lo tachaba, para después volver a remarcarlo. Después de quince minutos Antonio colgó.

Salieron del supermercado y subieron a un taxi. Cruzaron el malecón, el puente Pavletich rumbo a la Olla de Barro. “Te va a gustar”, le dijo Nazarina.

Se sentaron en una mesa al aire libre, cubierta por un toldo rústico. Frente a ellos había una gran piscina en donde varios niños chapoteaban felices. Nazarina le sugirió que pidiera pachamanca, era una porción grande y podían compartirla entre los dos. Antonio se emocionó al pensar que la idea de compartir podía llevar un mensaje oculto. El mozo tomó su pedido y les dejó un potecillo con cancha serrana.

-¿Cuánto tiempo llevas en la empresa? –preguntó Antonio mientras tomaba un puñado de cancha.

-Tres años ya van a ser.

-Tienes más tiempo que yo.

-Yo empecé desde auxiliar contable.

-Ah. ¿Eres contadora?

-Sí. Estudié en la Hermilio Valdizán.

Un grupo de niños pasó a lado de ellos, corriendo, gritando y salpicando agua. Antonio gruñó, pero se contuvo de hacer una rabieta al ver que Nazarina reía.

-¿Y nunca has pensado ir a Lima?

-Si conozco. Pero para trabajar allá tendría que estudiar de nuevo. Allá sólo aceptan egresados de universidades limeñas. No tengo dinero para eso.

-¿Piensas quedarte aquí para siempre?

-No. Me contaron que a la jefa de Chiclayo la promovieron a Lima por sus resultados. Quiero hacer lo mismo.

-Ahora entiendo tu preocupación por la tienda.

-Sí. Y tu aprobación me deja tranquila.

Antonio sintió un escalofrío por su espalda. Nazarina se sentía contenta por su aprobación, pero él apenas recordaba algo de todo lo que ella le había mostrado. Pensó que sería bueno regresar y revisar los documentos con calma. Lo haría después de almorzar. Era mejor cerciorarse.

El mozo trajo el plato de pachamanca. Nazarina no había mentido. Era enorme.


***

La comida resultó tan buena, que Antonio estuvo tentado de pedir más. El mozo, a manera de cortesía, les invitó un traguito de aguardiente, asegurándoles que era lo mejor para una buena digestión. Después de pagar la cuenta caminaron por un trecho rodeado de flores y eucaliptos. Antonio empezó a sentir el peso de almuerzo. Al diablo los documentos pendientes, pensó.

Después de mucho insistir, convenció a Nazarina para ir al hotel y pasar la tarde en la piscina. Antonio aguardó en el taxi, mientras Nazarina entró a su casa para recoger algunas cosas. Media hora después Antonio reposaba sobre una perezosa. Las gotas de agua chorreaban por su cuerpo. Su cabello húmedo lo defendía del calor inclemente. La voz de Nazarina lo animó a mirar por el rabillo del ojo.

La vio llegar, vistiendo un bikini negro. Sus caderas eran dos serpientes rebeldes que podían capturar a la presa más fuerte. Sus piernas macizas revelaban la infancia de alguien que había corrido por el campo, trepado cerros, cultivado la tierra. Sus rodillas estaban adornadas con cicatrices inocentes, sus hombros parecían dibujados a mano. Todo terminaba en un par de tetitas temerosas y friolentas, cuyas aureolas se imponían sobre la oscuridad de sus prendas.

Antonio la comparó con Cintia, y se sintió defraudado. Cintia, al lado de Nazarina, no era más que un enlatado limeño, orgullosa de haber hecho una hora de Tae Bo en el gimnasio, cantando sus dietas, midiendo su colesterol. Incapaz siquiera de cruzar una calle sin tener que tomarle la mano. Era un ratoncito minúsculo y quejón incapaz de descubrir su piel ante el sol. Era un clon fallido de mujer, de esas que compraban minifaldas atrevidas para luego pasarse la fiesta entera con una chompa cubriendo sus piernas. Criatura ridícula, Cintia. Ridícula.

-Está rico aquí –le dijo Nazarina-. Es la primera vez que entro.

-Espero que no sea la última –contestó Antonio-. Me estoy haciendo la promesa de venir seguido.

Nazarina sonrió.

-Sería lindo. Nos haríamos buenos amigos.

Buenos amigos. No era la palabra que Antonio esperaba. No luego de haber pedido una pachamanca para compartirla. No después de ver ese cuerpo canela frente a él. No te preocupes, Nazarina, pensó. Seremos más que eso.

-¿No piensas bañarte? –preguntó Antonio mientras se ponía de pie para echarse un clavado.

-No sé nadar muy bien.

Antonio infló su pecho, retuvo el estómago y caminó como un héroe de acción rumbo al podio. Flexionó las rodillas y se lanzó en un clavado digno de una olimpiada. Dio un par de brazadas hacía el canto de la piscina que daba al lado donde descansaba Nazarina. Le echó unas gotas de agua.

-Entra. Yo te enseño.

Nazarina lo pensó un rato, pero luego se animó. Antonio se percató de la erección dentro de su traje de baño cuando la sintió, abrazándolo. Pudo gozar la tensión de esas piernas macizas, apretándolo, mientras ella reía y temía por su vida. Nazarina intentaba mantenerse a flote, pero Antonio sólo  pensaba en lo dura que estaba su cosa. Luego de un forcejeo juguetón se quedaron en silencio. Antonio quedó cautivo, contemplando los labios trémulos y amoratados de Nazarina. Acercó los suyos lentamente, con sigilo, mientras ella lo miraba con un ratón aterrorizado. Sintió el leve roce de sus bocas; luego el rechazo. Nazarina torció su rostro.

-Eres mi jefe –dijo ella. Antonio tenía que pensar rápido. No le gustaba pensar rápido.

-Pero eso no importa –fue lo único que pudo decir-. Todo está tan bien.

-No –insistió Nazarina-. ¿Cómo va a ser eso, pues?

Se apartó de él y salió de la piscina. Antonio la siguió. Se sentaron un momento sobre las perezosas, callados, como si fueran cómplices de un crimen.

-Debo irme –dijo ella-. Nos vemos más tarde para ver lo último de la inauguración.

-Todo saldrá bien mañana, Nazarina. Ya lo verás.


***

Antonio intentó fumar un cigarro, pero sintió que se ahogaba. Esperaba a Nazarina afuera del supermercado, frente a la plaza de armas. La noche era absoluta, con estrellas incrustadas en un cielo oscuro y conmovedor. Huánuco tenía un ritmo lento, cadencioso, repetitivo. La gente daba vueltas a la plaza en grupos, intercambiando palabras breves, risas. En los bares aledaños, un grupo nuevo de borrachos reemplazaba a los de la tarde, que previamente habían reemplazado a los de la mañana. La ciudad era cruel con su gente, incapaz de brindarles alternativas. O bebías hasta la inconsciencia o te subías al tiovivo interminable de la plaza. Antonio sabía que el supermercado daría un cambio. Por una vez en su vida, sintió que era parte de algo importante. Luego recordó la oficina, su casa, el llanto del bebe y los achaques de Cintia.

Divisó a Nazarina caminando por la plaza. Su andar era presuroso. Antonio cruzó la calle para darle el encuentro. Quedaron frente a frente cerca a la pileta central. Nazarina tenía el rostro pesado. Saludó a Antonio sin darle un beso en la mejilla. Antonio sintió el incordio. Estaba avergonzado por el incidente de la tarde pero, aún así, le costaba ser indiferente ante la belleza cada vez más notoria de la jefa de tienda.

-Lamento lo que pasó –dijo Antonio. Nazarina apenas lo dejó terminar:

-Está bien.

Antonio insistió:

-En serio. Me caes bien. Quisiera que seamos amigos.

El rostro de Nazarina se alivió. Sus ojos recuperaron el brillo y su sonrisa empezó a iluminar la noche.

-¿De verdad? –preguntó. Antonio extendió sus brazos y ladeó la cabeza.

-De verdad.

Se abrazaron. Luego subieron hasta la oficina y revisaron el stock de productos. Antonio le echó una revisada al vuelo a todos los documentos. Todo parecía estar bien.

-Creo que estamos listos para mañana –dijo.

Nazarina dio unas palmaditas nerviosas:

-Mañana será un gran día.

Antonio le sugirió ir a algún lugar para brindar. Nazarina lo pensó por un momento antes de sugerirle que fueran a la laguna. Antonio no tenía idea de qué sería eso, pero le pareció buena idea.

Subieron a una mototaxi, que les cobró dos soles por llevarlos hasta la laguna. “Es que es lejos, señorita” dijo el chofer mientras manejaba. Antonio rió al escuchar a Nazarina, quejándose del maltrato hacia el turista. En el fondo pudo notar cierta vanidad en ella. Tal vez de que la confundieran con una capitalina, pensó.

Era en realidad una laguna enorme, rodeada de arboles y cortada por un puente elevado. En el fondo, dos cerros formaban un embudo por donde asomaba la luna. Las motos surcaban los alrededores, recogiendo y dejando jóvenes con espíritu de fiesta. Antonio siguió a Nazarina hasta la zona de los bares y discotecas. Terminaron sentados en un segundo piso. La vista hacia la laguna era hermosa, sólo contaminada por el ruido asordante de la música.

Pidieron cerveza. Antonio le sugirió a Nazarina que se animara por algún licor, pero ella solo atinó a decir “lo mismo que tú bebas”. Chocaron sus botellas.

-Después de mañana ya puedes pensar en trabajar en la capital –Dijo Antonio, y echó un trago.

-Eso espero –contestó Nazarina, sorbiendo la cerveza con cierto recato.

-Hablaré con la gente en Lima para que te tengan en cuenta –mintió Antonio-. Tengo contactos que te ayudaran.

Brindaron de nuevo. Cada cerveza fue una oportunidad para ambos. Antonio mezcló mentiras con verdades al momento de contar su vida; Nazarina, en cambio, se dedicó a contarle todo lo que haría después de cobrar su primer sueldo en Lima. Mientras Antonio cubría con niebla su pasado, Nazarina creaba nubes enormes en el futuro de su vida. La cerveza fue adormeciendo sus conciencias, los hizo reír al borde del llanto con anécdotas de oficina y chistes mal contados. Los animó a bailar, tomados de la mano, entre abrazos gentiles y movimientos lujuriosos; evaporó la delgada línea que los separaba.

Salieron del bar con un par de botellas en la mano, riendo. Subieron a una moto y se perdieron entre las luces cansadas de la ciudad, que empezaban a contrastar con la claridad de la mañana.


***

Antonio despertó en el hotel, desnudo. Su ropa estaba regada por toda la habitación. Puso los pies en el suelo y sintió un dolor agudo. Se fijó. Era su reloj. No logró encontrar su celular. No importaba. Al mirar la hora sintió que su alma escapaba del cuerpo, que su estómago vacío volaba a mil kilómetros por hora. Hacía tres horas que se había inaugurado la tienda.

Mientras se daba una ducha rápida pensó en Nazarina y trató de recordar los pormenores de la noche. Recordaba las cervezas interminables, el baile. Podía jurar que había vuelto a besarse con ella. Se preguntó si habrían hecho el amor. Mientras se vestía, echó un vistazo a la habitación, buscando alguna prueba que le demostrara que había sucedido algo. Pero solo estaba su ropa y el desorden de un borracho que había sufrido para encontrar su cama. Se puso el reloj en la muñeca y salió de la habitación.

Al cruzar la puerta del hotel, quedó paralizado.

Desde ahí podía ver el tropel de gente que se amontonaba en la entrada del supermercado. Con el poco valor que le quedaba, cruzó la plaza de armas casi corriendo, pero bajó el ritmo de su andar cuando empezó a notar que el caos que reinaba dentro de la tienda era mil veces peor. La gente entraba y salía por cualquier lado, las alarmas contra robo sonaban sin que nadie verificara las compras; más allá de las cajas, un grupo de gente hacía reclamos por productos en mal estado y electrodomésticos que no funcionaban. Antonio tragó saliva, ya estaba a unos pasos del supermercado cuando unos empleados se le acercaron para pedir instrucciones. Lo bombardeaban con preguntas incomprensibles, hablando todos a la vez, produciéndole una jaqueca similar al golpe de un taladro sobre una campana de catedral. Antonio forcejeó con algunos clientes iracundos, esquivó a algunas cajeras que estaban al borde del llanto y subió al segundo piso.

La oficina estaba con la puerta cerrada. Antonio tocó varias veces sin recibir respuesta. “Nazarina, abre. Soy Antonio”, dijo, finalmente. La puerta se abrió entonces. Antonio vio a un empleado salir, sin mirarlo. Cuando entró, Nazarina estaba sentada frente al escritorio, con un mar de papeles regados encima. Sus ojos, llorosos, parecían buscar una respuesta a todo el caos que reinaba en la primera planta. El teléfono de la oficina sonaba incansable. Antonio empezó a sentirse inmerso dentro de una burbuja soporífera. Podía escuchar los latidos de su corazón. El teléfono seguía sonando sin parar

-¿No piensas contestar? –preguntó. No obtuvo respuesta.

-Contesta tú, amor. Deben ser de la oficina.

Antonio puso la mano sobre el teléfono, cuando sintió un helor en la nunca que lo detuvo.

-¿Cómo me llamaste?

Nazarina levantó la mirada, sin dejar de apilar los papeles.

-Dije que contestaras tú, cielo. Estoy ocupada, mi vida, ¿no ves?

Antonio cerró los ojos, su mente bullía, tratando de descifrar imágenes difusas: un calzón negro. Una piernas rebeldes, el sube y baja de su cintura taladrando el vientre de Nazarina. Quiero estar contigo, Nazarina. Quiero que seas mi novia…

Antonio todavía podía escuchar el eco de su voz perdiéndose en su mente. Levantó el auricular. La voz furiosa de su gerente lo hizo mojar sus axilas.

Sí, señor. Lo sé señor, me he percatado de eso. No señor. Tuve un contratiempo. Lo revisé. Todo parecía estar bien. Sí, señor, así debe haber sucedido. Era mejor eso señor. Debió hacerse así. Sí, señor. Que sea de Lima de ahora en adelante. Yo me encargo. Eso le diré. Claro que sí, señor.

Cuando colgó el auricular, vio que Nazarina tenía los ojos fijos en él, como cuando la conoció. Parecían años desde entonces y tan sólo había trascurrido horas.

-¿Qué cosa será de Lima de ahora en adelante, cielo? –preguntó ella.

Antonio tomó aire, tragó saliva. Levantó la cerviz y apretó los labios. Se sintió una mierda.

-Señorita Tello. Las cosas se han salido de control, lo que muestra su ineficiencia para el cargo que se le ha encomendado…

-¿Qué dices, Toñito?

-Por decisión de la gerencia comercial, queda usted despedida…

-¿Qué te pasa, cielo?

-Le pido por favor que guarde la compostura al momento de referirse a mi persona.

-¿Así nada más?

Antonio no dijo nada.

-¿Pero y todo lo de anoche, amor?

Antonio seguía mudo.

-¿Lo de anoche, Antonio?

-Anoche no pasó nada, señorita Tello.

-Anoche me hiciste el amor, huevón –gritó Nazarina.

Antonio abrió la puerta rápidamente y llamó a seguridad. Los pasos de los vigilantes subiendo las escaleras empezaron a cobrar intensidad. Nazarina se puso de pie y empezó a aventarle lo que tenía a la mano. Antonio se cubrió el rostro, mientras la lluvia de útiles de oficina lo lastimaba.

-Le haremos llegar su liquidación conforme a ley…

-Cállate, mierda. Cállate.

-Más una indemnización por el tiempo trabajado…

-¡Eres un maricón! ¡Maricón!

Los vigilantes entraron a la oficina y sujetaron a Nazarina de los brazos, sin impedir que Antonio recibiera un escupitajo. Entre golpes y patadas, lograron sacarla de la oficina y echarla del supermercado. Dos empleados se acercaron a Antonio para ayudarlo y limpiarlo todo lo que le había llovido, pero éste se sacudió de ellos de mala gana.

-Déjenme. Largo.

Luego de unos minutos la oficina quedó vacía.

Antonio se asomó a la ventana. Desde ahí pudo ver a Nazarina, despeinada, con la ropa rotosa, aventándole los tacos a los vigilantes. La policía llegó en un patrullero viejo y se la llevó, entre lágrimas. El teléfono de la oficina volvió a sonar. Antonio contestó.

“Ya está, señor”, dijo. Y colgó.

 El caos en el supermercado desapareció lentamente. Cuando se dio cuenta, las cosas fluían tranquilas, sin problemas. Todos estaban en su lugar. La gente entraba y salía cargando bolsas enormes. Alguien vendría de Lima para tomar las riendas de la tienda. Eso estaba bien para él. Pensó en Cintia, en su pequeño Rodrigo y ese llantito conmovedor que tanto le gustaba. Su bus salía esa noche del terminal; mañana estaría en Lima, listo para regresar a la oficina, a su pequeño cubículo donde el día se pasa tranquilo, sin los alborotos de un supermercado. Él era una pieza pequeña dentro de algo grande. Pronto estaría en Lima. En su dulce hogar.

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Literatura

¡Todos al sur! Se viene la FIL de Ica 2025

Feria internacional se realizará en la Plaza de Armas de la ciudad. Va del 9 al 22 de junio.

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Ica, la ciudad de la Vendimia, de los atardeceres que unen a las parejas en un prolongado y tierno beso, de las uvas, viñedos y cómo no el pisco, nuestro aguardiente de bandera. Esa ciudad se viene alistando para recibir a más de 40 casas editoriales y miles de visitantes amantes de la lectura para lo que será la 8° Feria Internacional del libro (FIL) de Ica – Abraham Valdelomar, organizada por la Asociación Cultural El Conde de Lemos. La feria se realizará del 9 al 22 de junio en su emblemática Plaza de Armas.

En esta octava edición se rendirá un homenaje al escritor iqueño José Vásquez Peña (1946), quien dedicó su vida a la creación y gestión literaria de la ciudad.

En el día de inauguración se confirmó la presencia de Miki Gonzáles, quien también estará celebrando sus 50 años de carrera artística.

En tanto, la escritora chilena Paula Ilabaca (Premio Nacional de Poesía Pablo Neruda) presentará su libro ‘La mujer del río’ el sábado 14 de junio a las 7 de la noche y el domingo 15 ofrecerá un recital poético a las 8 de la noche.

Desde el círculo nacional se presentará el periodista Pedro Salinas, quien hablará sobre su nuevo libro ‘La verdad nos hizo libres’, libro que revela los problemas eclesiásticos. A su vez, su colega Patricia del Río presentará su opera prima ‘Jauría’, texto literario que trata sobre temas políticos y sociales.

Además, se contará con la participación de más de 40 editoriales, que pondrán a disposición del público lo mejor de la literatura contemporánea, clásica y emergente. La FIL ICA 2025 es una oportunidad excepcional para fomentar el hábito de la lectura, especialmente en una región con un creciente interés por las manifestaciones culturales como talleres literarios, conversatorios, presentaciones de libros y shows musicales, que buscan inspirar a los asistentes y acercar a los más jóvenes al mundo de los libros. Un evento para toda la familia.

Durante el transcurso de los días se ofrecerán más detalles sobre los artistas y escritores invitados. Para más información www.filica.pe.

El dato:

La FIL ICA 2025 es organizada por la Asociación Cultural El Conde de Lemos y cuenta con el respaldo institucional de la Municipalidad Provincial de Ica, GORE-ICA, Dirección Regional de Educación (DREI-ICA), la Dirección Regional de Cultura (DDC-ICA), la Universidad San Luis Gonzaga de Ica y la Biblioteca Abraham Valdelomar.

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Literatura

Roque Dalton, el poeta de América, a 50 años de su muerte

El poeta y ensayista salvadoreño Roque Dalton nació en 1935 y fue asesinado en mayo de 1975, a los 39 años. Perseguido y exiliado, vivió en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba. En 1969 ganó el Premio Casa de las Américas.

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Poeta, guerrillero, luchador por la justicia social, nerudiano converso a la poesía de Vallejo. En este mundo plagado de vallejitos hiperbólicos, ha sido solo el salvadoreño Roque Dalton quien alcanzó a ser la superación dialéctica de la obra del poeta peruano. Ciertamente en Roque se vivió Centroamérica y la América latina de los años 70 como un cáliz amargo, a la que, sin embargo, no apartó al poeta de sus labios. En la tradición helénica, el aeda es quien recibe el mandato de Apolo, el de cantar, y eso es la obra de Roque, poesía que canta a pesar del dolor, porque, aunque las balas de Judas cerraron sus ojos, la cabeza de Orfeo que flota en las olas de Latinoamérica no deja de cantar. Cumplimos 50 años desde que nuestro Orfeo nos canta con la canción que no envejece, la que dice que el pan es la poesía de todos.

No hay mejor homenaje que leer a un poeta, salvo quizá traducirlo. Ya hace algunos años un erudito poeta italiano amante de nuestra literatura, Rossano Pestarino compartía algunas traducciones de los poemas del célebre poeta salvadoreño. A diferencia de las ásperas traducciones académicas, éstas surgen del amor incondicional (que palabra tan difícil y tan inusualmente hallable en la vida) de quien busca llevar a su lengua materna el amor por un poeta que atraviesa océanos y quién como una ola rompe en las rocas como espuma de emociones que se enhebran hasta petrificarse en el corazón de quienes lo leemos.

El poeta y ensayista Roque Dalton, nació el 14 de mayo de 1935 y murió a los 39 años, el 10 de mayo de 1975.

Una breve selección de poemas de Rossano Pestarino y algunas traducciones al italiano

«Roque Dalton para los guanacos, y para todos los hijos de Latinoamérica que todavía trabajan y mueren trabajando en los Países “ricos” y sin corazón, como en la caída del puente de Baltimore. QEPD» Rossano Pestarino.

HORA DE LA CENIZA, Roque Dalton

Finaliza Septiembre. Es hora de decirte

lo difícil que ha sido no morir.

Por ejemplo, esta tarde

tengo en las manos grises

libros hermosos que no entiendo,

no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia

y me cae sin motivo el recuerdo

del primer perro a quien amé cuando niño.

Desde ayer que te fuiste

hay humedad y frío hasta en la música.

Cuando yo muera,

sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,

mi bandera sin derecho a cansarse,

la concreta verdad que repartí desde el fuego,

el puño que hice unánime

con el clamor de piedra que eligió la esperanza.

Hace frío sin ti. Cuando yo muera,

cuando yo muera

dirán con buenas intenciones

que no supe llorar.

Ahora llueve de nuevo.

Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto

como hoy.

Siento unas ganas locas de reír

o de matarme.


ALTA HORA DE LA NOCHE, de Roque Dalton

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre

porque se detendrá la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,

sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.

Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras.

Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:

desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre,

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

(Según el erudito Georges Vello Rosell, es éste un “bello poema. Me dio escalofríos”).



ELEGÍA VULGAR PARA FRANCISCO SORTO, por Roque Dalton

[Francisco Sorto es un reo común de la Penitenciaría Central de El Salvador que perdió la razón a causa de un encierro de cuatro años en la terrible celda número nueve. Loco como está, deambula hoy silencioso entre los reos del Presidio Preventivo, y por las tardes, al ver pasar las golondrinas y los pericos desde el patio del Penal, canta con los ojos llorosos y la voz sin ritmo, viejos tangos de Gardel…]

Francisco Sorto tiene

nueve años de estar preso.

Mató porque tenía que matar.

Porque tenía que ser duro y terrible

en su tierra reseca donde el pan no se nombra,

en su tierra reseca, reseca, reseca,

donde tan sólo cae el polvo sobre la risa ciega

y el cerebro sin letras

grita su calcinada música y su innumerable llanto.

Francisco Sorto tiene

nueve ojos de estar preso.

Nueve gritos de luz donde los siglos bailan

como niños pequeños.

Nueve «mil novecientos tantos» espantosos.

Nueve rascarse el corazón con piojos

y darse miedo de uno

con una palabrota a flor de dientes.

Nueve lágrimas negras de silencio y de frío.

Nueve tenientes altos

riendo después de fusilar al aire,

haciéndonos llorar

como que hablan de ríos con fresca palazón en las riberas,

como que hablan de llanos que no tienen ni cercos de piedra

donde uno puede dormitar con la barriga ante los astros.

Nueve, carajo,

nueve años disfrazados de pescozón

y uno amarrado;

nueve años, nueve años,

nueve años que no le caben en la boca al mundo,

nueve años de los que se diría

que solamente son setenta y ocho mil

ochocientas cuarenta horas

si uno supiera de pupitres y números.

Francisco Sorto, hermoso

con su cara de mono

y limpio

como la húmeda tierra que nos escucha por los pies.

Francisco Sorto, solitario

en el centro de ochocientos penados.

Francisco Sorto sin visitas los domingos.

Francisco Sorto curándose los golpes

con el excremento de las gallinas.

Francisco Sorto cuatro años a oscuras

y esposado, bien duro, en la celda de castigo.

Francisco Sorto,

¡qué grande,

qué maravilloso y hombre eres,

para que todavía no se te olvide cantar!

***

ELEGIA VOLGARE PER FRANCISCO SORTO, di Roque Dalton

[Francisco Sorto è un detenuto comune del Penitenziario Centrale di El Salvador che ha perso la ragione a causa di una detenzione di quattro anni nella terribile cella numero nove. Impazzito, passeggia adesso silenzioso fra i detenuti del Presidio Preventivo e la sera, quando vede passare le rondini e i pappagalli dal cortile del Penitenziario, canta, con gli occhi pieni di lacrime e la voce stonata, vecchi tanghi di Gardel…]

Francisco Sorto sono

nove anni che sta dentro.

Ha ammazzato perché doveva ammazzare.

Perché doveva essere duro e terribile

nella sua terra assetata dove il pane non si nomina,

nella sua terra assetata, assetata, assetata,

dove cade soltanto la polvere sopra il sorriso cieco

e il cervello, ma senza le parole,

grida la sua calcinata canzone e il suo innumerevole pianto.

Francisco Sorto sono

nove occhi che sta dentro.

Nove gridi di luce dove i secoli ballano

come piccoli bimbi.

Nove «mille novecento e tanti» spaventosi.

Nove grattarsi il cuore che ha i pidocchi

e aver paura di un tizio

con una brutta parola a fior di denti.

Nove lacrime nere di silenzio e di freddo.

Nove tenenti alti

che ridono dopo aver sparato in aria,

e che ci fanno piangere

se parlano di fiumi con fresche palizzate sulle rive,

se parlano di campi che non hanno muraglie di pietra

dove puoi sonnecchiare con la pancia davanti alle stelle.

Nove, cazzo,

nove anni travestiti di coppini,

e uno all’ancora;

nove anni, nove anni,

nove anni che non stanno in bocca al mondo,

nove anni dei quali si direbbe

che non sono che settantottomila

ottocento quaranta ore

se uno ne sapesse di banchi di scuola e numeri.

Francisco Sorto, bello

con la faccia da scimmia

e pulito

come la terra umida che ci ascolta attraverso i piedi.

Francisco Sorto, solitario

in mezzo a ottocento galeotti.

Francisco Sorto senza visite le domeniche.

Francisco Sorto che si cura le botte

con gli escrementi delle galline.

Francisco Sorto quattro anni al buio

e in manette, ben stretto, nella cella di rigore.

Francisco Sorto,

quanto grande,

quanto meraviglioso e uomo sei,

per non dimenticarti ancora di cantare!

A propósito de este poema Georges Vello Rosell mencionó: Me gusta mucho esta poesía por la forma, la musicalidad y la expresividad simple de los versos. Si diría que Astor Piazzolla se inspiró de ese suceso para crear su obra maestra, la canción “Balada para un Loco”  ¿La conoces?

También parece un “resumen poético” de la vida en prisión de Jean Valjean. No me gusta el mensaje que conlleva. Es una poesía “a descarga”, quiero decir, que intenta modelar el pensamiento del lector, para hacerle pensar que no es justo que NADIE viva lo que Francisco Sorto vivió. Yo no conozco la historia de ese hombre y no sé si se merecía o no estar preso.

También estoy de acuerdo que muchas prisiones son verdaderos infiernos.

(Yo he conocido las de Castro). Pero, de todo eso, un poeta NO debe deducir, que NUNCA se debe enviar a un ser humano a la prisión. Algunos la merecen y al estar en ellas, la sociedad vive mejor”.


YO QUERÍA, de Roque Dalton

Yo quería hablar de la vida de todos sus rincones

melodiosos yo quería juntar en un río de palabras

los sueños y los nombres lo que no se dice

en los periódicos los dolores del solitario

sorprendido en los recovecos de la lluvia

rescatar las parábolas deshojadas de los amantes y dároslas

al pie de los juegos de un niño

elaborando su dulce destrucción cotidiana

yo quería pronunciar las sílabas del pueblo

los sonidos de su congoja

señalaros por dónde le cojea el corazón

dar a entender al que sólo merece un tiro

por la espalda contaros de mis propios países

imponeros de los éxodos de las grandes

emigraciones que abrieron todos los caminos del mundo

del amor aun del arrastrado por ahí

por las acequias hablaros de los trenes

de mi amigo que se mató con un puñal ajeno

de la historia de todos los hombres desgarrada

por la ceguera por los arrecifes del mito

del siglo que acabarán mis tres hijos varones

de la lengua del pájaro y la espuma furiosa

en la estampida del gran cuadrúpedo

y quería hablaros de la Revolución

y de Cuba y de la Unión Soviética

y de la muchacha a quien amo por sus ojos

de mínima tormenta

y de vuestras vidas llenas de amaneceres

y de personas que preguntan quién lo vio quién dijo eso

cómo podría hacerse yo llegué

antes que tú

y de todas las cosas de la naturaleza

y del corazón y sus testimonios

de la última huella digital antes del aniquilamiento

de los animalillos y la ternura

quería sí deciros todo eso y contaros

muchas historias que sé y que a mi vez me contaron

o que aprendí viviendo en la gran habitación del dolor

y cosas que dijeron otros poetas antes que yo

y que era bueno que supierais.

Y no he podido daros más — puerta cerrada

de la poesía —

que mi propio cadáver decapitado en la arena.

***

IO VOLEVO, di Roque Dalton

Io volevo parlare della vita di tutti i suoi angoli

melodiosi volevo congiungere in un fiume di parole

i sogni e i nomi quello che non si dice

sui giornali i dolori del solitario

sorpreso nei ripari dalla pioggia

riscattare le parabole sfogliate degli amanti e darvele

ai piedi dei giocattoli di un bimbo

che studia la sua dolce distruzione quotidiana

volevo pronunciare le sillabe del popolo

i suoni della sua angoscia

segnalarvi per dove gli sfarfalla il cuore

far capire a quello che si meriterebbe solo un colpo

alla schiena raccontarvi dei miei paesi

infliggervi gli esodi le grandi

emigrazioni che aprirono tutte le strade del mondo

e anche l’amore del diseredato di qui

dei bassifondi parlarvi dei treni

del mio amico che si uccise con un pugnale altrui

della storia di tutti gli uomini dilaniata

dalla cecità dalle scogliere del mito

del secolo che vedranno finire i miei tre figli maschi

della lingua dell’uccello e la schiuma furiosa

nella fuga del grande quadrupede

e volevo parlarvi della Rivoluzione

e di Cuba e dell’Unione Sovietica

e della ragazza che amo per i suoi occhi

di piccolissima tempesta

e delle vostre vite piene di mattine

e di persone che domandano chi l’ha visto chi l’ha detto

come è possibile io sono arrivato

prima di te

e di tutte le cose della natura

e del cuore e delle sue testimonianze

dell’ultima impronta digitale prima dell’annichilimento

degli animaletti e della tenerezza

volevo sì dirvi tutto questo e raccontarvi

molte storie che conosco e che a mia volta mi raccontarono

o che ho imparato vivendo nella grande abitazione del dolore

e cose che hanno detto altri poeti prima di me

e che era bene che sapeste.

E non ho potuto darvi di più – porta sbarrata

della poesia –

che il mio proprio cadavere decapitato sulla sabbia.

(traduzione Rossano Pestarino)

Roque Dalton sulla paura.

VIEJA CON NIÑO

Con miedo y encorvada

buscando los últimos secretos de la vida

al nivel de los pasos

con el infinito cansancio de no poder intentar

ni el esfuerzo

toda apagada por las burlas de la luz

sin nada que olvidar todo presente

pesando cada día más usando

el argumento del temblor

y él con su vestido marinero todavía impecable

soberanamente preocupado por todos los pájaros que pasan

***

EL PRIMOGÉNITO

Lo peor no es tener miedo.

El miedo puede estudiarse como un bicho

o como un depósito de estiércol

hurgándole

con un palito.

Lo peor es abrazarse al lastre amargo

que las tripulaciones lanzan hacia el fondo del mar,

entre aplausos.

***

VECCHIA CON BAMBINO

Spaurita e ingobbita

mentre cerca gli ultimi segreti della vita

al livello della strada

con la stanchezza infinita di non poter fare

neanche più lo sforzo di tentare

tutta ormai spenta dalle beffe della luce

senza niente da dimenticare tutto presente

ogni giorno più pesante invocando

l’argomento del tremare

e lui con il suo vestitino

da marinaretto ancora immacolato

supremamente preoccupato

per tutti gli uccellini che attraversano

***

IL PRIMOGENITO

Il peggio non è aver paura.

La paura si può studiare come un insetto

o come una letamiera

che uno può rimestare

con un paletto.

Il peggio è abbracciarsi alla zavorra amara

che gettano le ciurme in fondo al mare,

tra gli applausi.



Diálogos de eruditos 

Georges Vello Rosell : No comprendo la frase : «Lo peor es abrazarse al lastre amargo

que las tripulaciones lanzan hacia el fondo del mar,

entre aplausos» Puedes explicarla, por favor?

Rossano Pestarino : Si tú no la comprendes, ¿cómo puedo explicarla yo?

Que lo peor no es tener miedo, sino cuando tu miedo te empuja a hacer eso: abrazarte al lastre que las tripulaciones tiran por la borda.

Georges Vello Rosell : Sí , tu sentido me gusta mucho y le da cuerpo a lo que no comprendía.

En todo caso, esa “idea feliz” que interpretas, no es evidente en los versos originales en español.

Se comprueba otra vez que posees ese “don” particular de los verdaderos poetas.

Yo soy demasiado “racional” para poder aprehender la poesía como tú.

Gracias por ayudarme a mejorarme. 

Rossano Pestarino : Pourquoi «se tenir dans le bras amers» ? Je pense qu’il veut dire quand on embrasse ce qui va être déchargé et par conséquent suit le même destin de s’enfoncer dans les abysses de la mer…


….

MI DOLOR, por Roque Dalton

Conozco perfectamente mi dolor:

viene conmigo disfrazado en la sangre

y se ha construido una risa especial

para que no pregunten por su sombra.

Mi dolor, ah queridos,

mi dolor, ah querida,

mi dolor es capaz de inventaros un pájaro,

un cubo de madera

de esos donde los niños

le adivinan un alma musical al alfabeto,

un rincón entrañable

y tibio como la geografía del vino

o como la piel que me dejó las manos

sin pronunciar el himno de tu ancha desnudez de mar.

Mi dolor tiene cara de rosa,

de primavera personal que ha venido cantando.

Tras ella esconde su violento cuchillo,

su desatado tigre que me rompió las venas desde antes de nacer

y que trazó los días

de lluvia y de ceniza que mantengo.

Amo profundamente mi dolor,

como a un hijo malo.

***

IL MIO DOLORE

Conosco perfettamente il mio dolore:

viene con me mascherato nel sangue

e si è fabbricato una risata speciale

perché non gli domandino della sua ombra.

Il mio dolore, ah cari miei,

il mio dolore, ah cara mia,

il mio dolore è capace di inventarvi un uccello,

un cubo di legno,

quelli dove i bambini

scoprono un’anima musicale all’alfabeto,

un angolo invitante

e tiepido come la geografia del vino

o come la pelle che mi ha lasciato le mani

senza intonare l’inno della tua estesa nudità di mare.

Il mio dolore ha faccia di rosa,

di primavera privata che è arrivata cantando.

Dietro di lei nasconde il suo violento pugnale,

la sua tigre slegata che mi spezzò le vene fin da prima di nascere

e che ha tracciato le giornate

di pioggia e cenere che ho ancora con me.

Amo profondamente il mio dolore,

come un figlio cattivo.

ESTUARIO, por Roque Dalton

Hoy has bajado desde el monte negro

otra vez sin tu lámpara.

(Vienes a mí en sigilo de dulce delincuente

evadiendo las miradas curiosas de la aldea

la envidia de las viejas hundidas en el calor

los gritos de los niños tratando de prenderse de tu frescura.)

Nos hemos quedado desnudos mirándonos en la suave oscuridad

recordando los viejos días que siempre renacen en la sangre

y a la hora de amar hemos sido tiernos como nunca

poblados de pequeñas palabras como nunca

todos nuestros sentidos abiertos como una flor al sol.

He despertado antes del amanecer

y veo que ha quedado la forma de tu cuerpo

retenida en la almohada.

Y he salido a lavarme con el agua de la lluvia de anoche

y se me ha olvidado cantarle a las gaviotas

como todos los días…

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Literatura

Escritor Antonio Muñoz Monge: “Londres está más cerca del Perú que Lima”

Para graficar la indiferencia de Lima hacia el Perú, el escritor y periodista Muñoz Monge, aseveró que “A Lima nunca le ha interesado el Perú”. Asimismo, reveló que en el bar Palermo que quedaba cerca al Parque Universitario conoció a Oswaldo Reynoso, a Eleodoro Vargas Vicuña y a Jorge Acuña, entre otros intelectuales.

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Conversamos con Antonio Muñoz Monge, escritor sanmarquino de alma andina, a sus 83 años lleno de palabras sabias. Periodista, difusor del quechua y la memoria ancestral, ha tejido con veinte libros los hilos del Perú profundo. La charla fluyó con calidez: nos habló de su infancia, de los cerros que le enseñaron a escuchar el viento, de la política, los amigos que partieron, y ese amor intacto por la tierra que nunca olvida.

Aquí la entrevista:

Toño, tú vienes de una región que no es la capital y te has formado conociendo la cosmovisión andina, el terruño, el clima, las costumbres y las lenguas, ¿eso marcó tu niñez y juventud?

Definitivamente. Yo nazco en la ciudad de Pampas, capital de la provincia de Tayacaja, en el departamento de Huancavelica, donde viví hasta los 8 años de edad. Y a la muerte de mi madre viajé a Coracora, en Ayacucho, donde mi papá era juez. De ahí estuve con mi papá en Abancay, donde fue vocal de la corte y luego viajé a Moyobamba, en San Martín, donde también fue vocal. Todos esos lugares y muchos otros más me han marcado y han influido en lo que yo escribo. Es una suerte de que haya conocido tantos lugares y después, ya como periodista conozco casi todo, más del 50% del Perú.

Cuando llegaste a Lima ¿cuáles fueron tus primeros escarceos para escribir artículos o colaborar en medios?

Yo estudié hasta el tercer año de media en el Colegio Serafín Filomeno de Moyobamba, en San Martín, y después llegué a Lima a estudiar el cuarto y quinto año de media en la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma de Surquillo. De ahí ingresé a la Universidad San Marcos y a los dos años comencé a escribir en el diario La Prensa. Es el primer diario donde escribí, y dejé la universidad porque ya me metí de lleno al periodismo. Escribí en todos los diarios, en El Comercio, en La República, en Expreso, en El Peruano.

¿A qué edad entras a la universidad, a San Marcos?

Ingresé a los 19 años de edad.

¿Anécdotas con la gente del Patio de Letras, poetas que recuerdes?

He tenido la suerte de conocer a César Calvo, Reynaldo Naranjo y a Washington Delgado, que era profesor. El Patio de Letras era un símbolo de un grupo, no solamente de escritores y artistas, porque además uno sentía que ahí se difundían las ideas.

Otrora ‘Patio de Letras’ de la Universidad Mayor de San Marcos en el centro de Lima.

En esa época la Católica todavía no…

Era un poco lejana. Pero en San Marcos sentía que en la conversación, en la amistad con tus compañeros había una idea. Había ideas que flotaban en el ambiente, ideas sobre un Perú, sobre nuestra patria. Y de ahí, junto con estos mismos amigos sanmarquinos conocí El Palermo, que era otra “universidad”, El bar Palermo quedaba en La Colmena; en verdad era un anexo de San Marcos. Cada mes era un grupo literario, o, un partido político.

Porque quedaba al frente de la Casona San Marcos

Junto al Parque Universitario. Ya no existe. Ahí tuve la suerte de conocer a todos, a Oswaldo Reynoso, a Eleodoro Vargas Vicuña, a Jorge Acuña Paredes, y a todos los grandes…

Los profesores también eran ilustres ¿te acuerdas de Raúl Porras Barrenechea?

Mucho antes. Porras también estaba ahí, pero también se iba al jirón Azángaro, donde Juan Mejía Baca, el editor. Ahí también era un sitio de reunión de los consagrados, de los catedráticos.

¿Y el otro bar ‘Chino Chino’?

El ‘Chino Chino’ estaba al frente del Palermo.

¿Por qué le pusieron ‘Chino Chino’?

Pancho Izquierdo López, el gran pintor, estaba en tragos y le puso ‘Chino Chino’ porque siempre atendía un chino. Llegó en tragos y vio dos. Y dijo: este chino… es otro chino.

Estábamos en el Palermo y cerraban a determinada hora, a la 1 o 2 de la madrugada, y alguien gritaba, la revolución está al frente, y nos íbamos al ‘Chino Chino’.

Pero había otros bares como el ‘Negro Negro’, que quedaba en el sótano de los portales de Plaza San Martín

Sí, pero en la calle Quilca también estaba ‘El Queirolo’. De ahí nacían ideas, nacían grupos literarios, Hora Zero es de ahí.

¿Llegaste a ver a Martín Adán?

Lo conocí. Era difícil, casi imposible hacerle entrevistas. Pero en El Palermo todo el mundo sabía quién era Martín Adán. Y me acordé que Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez y Eleodoro Vargas, hablaban siempre de él, incluso discutían. Y una noche, Oswaldo se fue al fondo y se sentó. Había una mesa privilegiada que le decían ‘Los dioses del Olímpico’, donde estaban sentados los que te he mencionado, los escritores consagrados, Reynoso, Vargas Vicuña, Naranjo, Antonio Gálvez Ronceros y Miguel Gutiérrez. Entonces, Oswaldo se puso de pie y se acercó a Martín Adán, que se estaba retirando, y le dijo: “Poeta, después de César Vallejo, sin ninguna discusión, usted es el más grande poeta. Pero en esta mesa que estoy sentado, hay una discusión permanente, no sobre su poesía, como le digo, después de Vallejo es usted. La discusión es sobre su prosa”.

Y Adán se hizo el sordo y le dijo: ¿qué me está diciendo? “Que estamos discutiendo sobre su prosa, no sobre su poesía, porque usted es un gran poeta”. “Fíjese usted”, dijo Adán. Y se fue caminando con prosa y se despidió.

“Esto es mi prosa”, respondió.

El famoso Bar Palermo quedaba en avenida Nicolás de Piérola Nº 1183, frente a la Casona San Marcos.

Has mencionado a escritores de otras regiones, que radicaban en Lima, pero no has hablado de ningún escritor, vamos a decirlo, criollo. De un limeño.

Julio Ramón Ribeyro y Toño Cisneros. Con Toño he sido amigo, con Julio Ramón, lo entrevisté porque yo trabajé con uno de sus hermanos y gracias a él lo pude entrevistar a Julio. Y otro limeñísimo, como tú dices… muy pocos. A Lucho Loayza no lo alcancé.

Eres un aficionado de la música andina y conociste a muchos artistas ¿Podrías mencionar de repente a Flor Pucarina? ¿Qué te recuerda?

Leonor Chávez Rojas, ‘Flor Pucarina’ nació en Pucará, a 10 kilómetros de la ciudad de Huancayo. Y hay 9 Pucarás en todo el Perú. Pero el Pucará, de ‘Flor Pucarina’ de Huancayo fue cuartel general y baluarte de Andrés Avelino Cáceres en la guerra con Chile. El entierro de Flor Pucarina aquí en Lima, tuvo más de 10 cuadras de gente, y al día siguiente se preguntaron, ¿quién es este personaje, porque ni un presidente logra reunir a tanta gente?

Algo parecido al funeral de Chacalón

Claro. Ese es el otro Perú, el Perú negado, el Perú del Cholo, del indio, que es nuestra cultura verdadera. Tenemos cientos de leyendas y mitos que conforman nuestra ideología, nuestra manera de ser.

Por fortuna entrevisté al gran pintor Luis Palao y mencionó literalmente que “no había ni mierda en Lima”. Que las luminarias de arte, literatura y poesía nacieron en diferentes regiones del Perú ¿Qué opinión te merece eso?

Muy bien; la pregunta es importantísima. Hay un libro de Teófilo Altamirano, es un libro escrito hace más de 35 años, que decía, entre otras cosas, lo primero que hace un provinciano cuando llega a Lima es buscar su institución, su club, su referencia. ¿Quién es el secretario de la institución? ¿Por qué? Porque en el mundo andino hay un concepto no individual. Hay una comunidad del aire, de reciprocidad. Hoy por ti, mañana por mí. El mundo andino vive en comunidad, no vive dentro de un egoísmo. Justamente es la condición humana del mundo.

Muy diferente a la visión del capitalino

Exacto. Y ahora dicen que hay cerca de cien mil instituciones de provincianos. Yo he estado infinidad de veces, en todos los coliseos donde se hacían huaynos; en el Coliseo Nacional, en el Coliseo del Puente del Ejército, en la carretera central.

Hace muchos años coincidimos en una premiere para ver la película ‘Coliseo’, que trataba sobre el mundo del Huaylas. Y la vimos contigo y con el gran director de fotografía Jorge Vignati

Qué buena memoria la tuya. Con Jorge Vignati, con José Huamán Turpo, con la familia Rosenthal, con Christine y Kurt Rosenthal, hicimos un documental sobre el hombre que llegó de Coracora; sobre un músico charanguista coracoreño, Roberto Tevez. Después viajamos casi por todo el Perú, con Vignati, Javier Silva Meinel, y Huamán Turpo para registrar las fiestas costumbristas del Perú andino, especialmente.

Solamente pensar en la Virgen del Carmen en Paucartambo en el Cusco, es una locura. Los grupos de teatro de Lima van a aprender a estudiar allá, en la fiesta. Por ejemplo, hay unos personajes que son los diábolos que están prendidos en los techos, en los árboles, que no pueden ver a la Virgen, y están llorando por no poder verla.

Y hay un momento en el que están bailando varias danzas, casi a empujones, alrededor de un árbol tendido en el piso. Yo pregunté, y me dijeron: “vienen a robarse la Imilla” ¿Y qué cosa es la Imilla? “Es la madre de las semillas”. Tú te llevas esa Imilla a tu pueblo y producen todos los productos. Es casi mágico.

Antonio Muñoz Monge, con Jorge Vignati y el entrevistador en la premiere de la película Coliseo en setiembre de 2012.
 

El ciclo de vida es inexorable. Acaban de partir a la eternidad el Nobel Mario Vargas Llosa, el modelo artístico Rodolfo Muñoz, y el actor-mimo Jorge Acuña ¿Qué impresiones?

Mario Vargas Llosa innegablemente era un trabajador insaciable. Tiene más de veinte y tantas novelas. Era un gran escritor. Debe haber algún problema, no sé si de entendimiento; pero un problema humano con Arguedas. Él tiene un libro: ‘La Utopía Arcaica’. Es un amor-odio. Reconoce a Arguedas, aunque también le pone algunos peros. Yo creo que es uno de sus pocos defectos. Pero sí rescata la memoria nuestra en varias de sus obras. No solamente en Lima, no solamente en el Colegio Leoncio Prado. Él habla también, por ejemplo, de la selva, del norte, de Piura. Realmente es un gran escritor.

Algunos entendidos admiran sus ensayos. Sin embargo, ¿crees que su visión política fue errada?

Él perteneció al grupo Cahuide en San Marcos, que era un grupo de izquierda en la universidad, donde estaba Héctor Béjar, Félix Arias Schreiber y el padre de los Humala, Don Isaac.

Estamos hablando cuando MVLL era admirador de Fidel Castro

Y de ahí renuncia. Pero tenía ese defecto, no sé si congénito. Choleaba mucho. Yo tengo testigos presenciales, entre ellos Félix Arias Schreiber que cuenta que les decía: ¡Quédense ustedes en este país de indios, de cholos, y yo me voy a Europa! Tenía ese problema.

Antes era casi una institución cholear.

Actualmente, no se va del todo eso de cholear

Se ningunea al indio, al cholo. Eres buena gente, pero eres serrano. Eres tal cosa, pero eres serrano. Augusto Salazar Bondy escribió un libro: ‘La cultura de la dependencia’.

La gran metrópoli, en este caso Estados Unidos, antes Europa, impone en ti una conducta de ser y entonces copias hasta la manera de caminar. Me lo dijo Luis Millones Santagadea, no cambio una sola palabra: “La Plaza de Armas de Lima fue construida deliberadamente para que los que caminaran por ahí, caminaran sacando el pecho”. Y me dijo: ¿tú sabes lo que es prosa como provinciano? Sí, le respondí. En provincias prosa es sinónimo de limeño. El limeño camina sacando pecho y mirando arriba. Pero ahora ya no encuentras ni un limeño.

¿Cuál fue esa frase del polimata alemán que llegó a Perú?

Ah, Alexander von Humboldt, decía: “Londres está más cerca del Perú que Lima del Perú”. Yo tuve que leer eso cuatro veces para entender que Londres, la capital de Inglaterra, de Gran Bretaña, está más cerca del Perú que Lima del Perú, para graficar la indiferencia de Lima hacia el Perú. A Lima nunca le ha interesado el Perú; es un anexo. Está en otra parte. Lima siempre ha admirado al extranjero. Cuando José de San Martín vino aquí, el grupo de poder económico de Lima le dijo: ¿qué independencia? hay que buscar un príncipe europeo.

Y lo más sorprendente es que Lima sigue creyendo que es el Perú

En la guerra con Chile no participó un limeño ¿Por qué? Porque era una guerra de indios. Y ese prejuicio existe. Es la gran metrópoli. Nosotros imitamos todo lo que dice y lo que come Estados Unidos. Es la moda. Todo es un complejo de dependencia.

No nos olvidemos de Jorge Acuña. Acaba de fallecer y era tu amigo

Con mucha pena.Para mí era un niño grande, un genio maduro. Era un espíritu pleno. Jorge Acuña estaba permanentemente creando, pero sin olvidarse de su origen.Y todo lo hacía con metáforas, con juegos. Yo me acuerdo, por ejemplo, que viajamos a un pueblo y él nos apostó a Maynor Freyre y a mí, que íbamos a llegar a Huancayo sin gastar un medio. y le dije: ¿cómo vamos a hacer eso?Entramos al tren y comenzó a actuar. El público le daba dinero y nos sobró dinero.

A pesar que fue un actor de la calle, Jorge Acuña tenía formación académica y fue muy estudioso del arte dramático

En una oportunidad, en los ochentas yo llevé a Jorge Acuña y a Ricardo Blume, a ver la ‘Maqtada de Cáceres’ en un campo en Huachipa, que es una obra de teatro que representa un pueblo de Jauja. No eran actores profesionales. Es el pueblo que viene a Lima a representar la guerra con Chile donde estaban las Rabonas. Estábamos Jorge Acuña, Ricardo Blume y yo. Ellos apuntaron con una delicadeza todos los datos y toda la obra que estábamos viendo. Entonces, en una escena los actores iban a cruzar un río, y arrojaron un plástico para simular el río y lo cruzaron. Terminó la obra y Blume me dijo: “ni el mejor teatro griego hace esto”. Y Jorge se agarró el pantalón y dijo: “mi pantalón sigue mojado; yo también quería cruzar el río.

¿Qué más decía Ricardo Blume de Jorge Acuña?

Que era en potencia un actor inacabable. ¿te habrá contado alguna vez cómo es que descubre el arte? Y nadie cree. Y es cierto; a mí me lo juró.

Me dijo: “Yo tenía 5 o 6 años y escuché una voz como si me llamaran. Abrí la puerta de mi casa en la selva y vi un zapato puntiagudo y además grande, inmenso el zapato. Y seguí buscando el cuerpo, y era un señor que estaba apoyado en la acera de enfrente, con una bocina en la mano, apoyado en los techos; era un gigante. Y le dije, ¿quién es usted, señor? Y me dijo: -yo soy el que anuncio la llegada de los circos a tu pueblo-. Y ahí nació todo”.

El pasado 30 de abril falleció Jorge Acuña, el mimo que habló con el alma y amigo de Antonio Muñoz Monge.

¿Qué ha pasado con los gobernantes en los últimos años que han ido menoscabando el aparato público?

Yo creo que esto es una mafia. No es que creo. Existe la mafia, sinceramente. A veces tenemos miedo, vergüenza, prejuicios, y no queremos hablar las cosas con su nombre propio. Yo no sé, que me critiquen, pero tú no puedes aceptar a un japonés como Fujimori, que no solamente hizo contrabando con drogas, y ha esterilizado, no sé si la palabra es correcta, a más de 400.000 mujeres andinas para que no puedan tener hijos. Todas son andinas, de Huancavelica, Ayacucho, Huánuco, y Cerro de Pasco. Eso es un crimen. Pero lo veías cargando al Señor de los Milagros. Entonces, yo pregunté a mucha gente humilde, ¿por qué han votado por Fujimori? Es el famoso asistencialismo. Nos llevaba zapatos, nos llevaba pan, me decían.

Tu pregunta me sirve para decir que nos falta identidad. Por ejemplo, el poema de Vallejo dice: “¿Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe?” Y nadie espera lo que no se nos debe. Hasta cuándo estaremos esperando. Lo que quería decir Vallejo, era: hasta cuándo vamos a esperar esta situación. Y en qué momento estiraremos nuestra pobre rodilla para siempre.

Tampoco hay mal que dure mil años

Ahora, hay un fenómeno importantísimo que yo lo he aprendido en los viajes y lo he aprendido de los campesinos cuando salíamos muy de niños y a cualquier edad al campo. Me parece un sueño cuando nos decían: “Niño, a este animalito no hay que matarlo”. ¿Por qué? le decíamos: “Porque se llama, zara-pojochi”. Zara es maíz y pojochi con su canto hace madurar el maíz. Por eso teníamos maíz.

¿Es todo un ecosistema?

Hay un diálogo con la naturaleza. Hay fiestas al agua, a la Luna, al Sol. Hay fiestas. En Huancayo, parte del Huaylas es la cosecha de la papa. Don Zenobio Dagha Sapaico, que ha dejado más de 500 composiciones, tiene un huayno… que mucha gente me dice: “Me encanta ese huayno que se llama Yo soy huancaíno”.

Eres barranquino de corazón. ¿Qué opinión te merece el barrio de Barranco?

Lindo. Ha sido inundado, ahora sí lastimosamente por un turismo equivocado, pero es hermoso.

En los últimos años ha tenido mala suerte con sus alcaldes

Eso parece que es un fenómeno. No se puede caminar, todas las calles han sido levantadas, cambiadas.

Se supone que se tiene que ejecutar las obras

Es para robar pues. Yo facturo el presupuesto para arreglar estas veredas, las triplico y listo.

Nuevamente te acaban de condecorar en la Asociación de Clubes Departamentales. Cuéntanos eso

La Asociación de Clubes Departamentales en Lima ha clasificado a las regiones. Cada departamento ha presentado a la persona que dignamente representa. A mí me ha presentado Huancavelica, pero además de ser representante de los escritores huancavelicanos, me acaban de dar un diploma de personaje ilustre de Huancavelica. Yo soy, como te digo, de Pampas de Tayacaja.

Tienes varias publicaciones. Has escrito prosas, narrativa, poesía, has hecho una especie de ensayo sobre el análisis de algunos exponentes andinos. Actualmente, a tus 82 años ¿hay un nuevo proyecto?

Sigo escribiendo.

Antonio Muñoz Monge leyendo uno de sus textos en borrador.

¿Qué estás escribiendo?

Justamente, estoy escribiendo una conversación de… Hay un homenaje a unas aves, donde participan los árboles, las flores, los picaflores, los ríos. Y es un homenaje en el cual están esperando la llegada de la pachamanca. Es una pachamanca viajera que está recorriendo todo el Perú para ir al homenaje. Y por los lugares que pasa, cada pueblo le entrega el plato típico.

Y es el homenaje también al maíz. Entonces, es la participación de un entendimiento de la naturaleza, del ser humano y la afirmación. Porque, en algún momento, estos árboles gigantes y abusivos quisieron abusar de los pajaritos y se convirtieron en nada, se convirtieron en musgo en el suelo. Y cuando reaccionaron luego de lo que habían cometido, ahora son ellos los que han invitado a todos a la fiesta.

¿Cuál sería el género del texto?

Una novela ficción. Pero, además estoy terminando la vida de Amanda Portales.

Mejor dicho, ya está terminado el libro. Yo le puse a ella ‘La Novia del Perú’.

Tú eres un hombre de pluma literaria y periodística ¿Qué le sugerirías a las nuevas generaciones de periodistas?

Conocer, sinceramente. Con todo respeto y cariño conocer al Perú. Amar al Perú. Profundizar, estudiar sus mitos y sus leyendas. A José María Arguedas, en una oportunidad le dieron un premio ‘Garcilaso de la Vega’, y el discurso se llamó: “Yo no soy un aculturado”. En técnica nos puede ganar Europa, o Estados Unidos. Y eso es momentáneamente, pero en cultura, decía Arguedas, tenemos para regalar. Por ejemplo, el departamento de Puno tiene más de 250 danzas. Y cada danza significa algo, representa algo, ¡dice algo!

¿Entonces que nos falta?

Estamos hablando de Perú y todo lo que es el Perú es un entendimiento. Si rescatamos eso y si tenemos, no solamente la entrega, la militancia y la responsabilidad de querer a este país, cambia todo, pero estamos ajenos. Parece que no viviéramos en el Perú.

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Literatura

Alex J. Chang: “Es una proeza hacer literatura en nuestros países latinoamericanos”

Entrevista al escritor y promotor cultural Alex J. Chang.

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En el desafío de crear literatura en tiempos de inteligencia artificial destacamos el esfuerzo de los escritores que, desde diversas plataformas digitales, difunden la literatura viva del país. Tal vez para muchos es una batalla perdida y el futuro de los escritores sea volverse lenguaje binario creado por las corporaciones capitalistas; mientras tanto, destaquemos el trabajo de los escritores peruanos. Conversamos con Alex J. Chang, un destacado escritor y promotor cultural.  

Escribes y tienes un programa cultural virtual, cuéntanos, ¿cuáles son los problemas más visibles para construir tu arte en el Perú?

Son muchos problemas que impiden construir una obra de arte; casi todo está en contra del quehacer artístico en Latinoamérica. El más obvio de todos es la cuestión económica: ¿cómo financiar la obra artística? Muchas veces toca sacar de tus ahorros, pedir prestado, endeudarse o simplemente olvidarse de crear tal obra por falta de recursos. Bueno, eso es, por un lado. Por otro, debemos tener en cuenta que después de invertir con nuestros bolsillos, muchas veces no hay retorno de lo invertido en nuestro trabajo artístico porque el mercado, este mercado toma poca importancia a los productos artísticos/culturales a menos que seas muy mediático.  En pocas palabras: es una proeza hacer arte, sobre todo arte literario, en nuestros países latinoamericanos.

Se habla mucho de la democratización de la cultura en los medios digitales, ¿qué beneficios y problemas encuentras usando estos espacios?

Tiene sus ventajas y desventajas, como todo en la vida. Por un lado, permite dar visibilidad a quienes no tengan acceso a los medios tradicionales como la televisión, radio o prensa escrita. Sin embargo, no todos llegan a tener el éxito masivo, ni mucho menos se hacen más conocidos como artistas, por la alta competencia que existe hoy en día en los medios digitales. No es tan sencillo como parece. Muchas veces estas plataformas le dan mayor cabida al contenido banal, al morbo, al relleno, que, para muchos usuarios sirven como entretenimiento efímero y vacío. El reto consiste en ser creativos e impactar a nuestra potencial audiencia sobre nuestros contenidos artísticos/culturales. Yo, por ejemplo, siempre estoy intentando renovarme en mi programa virtual Cruzada Cultural, pero a veces siento que es difícil competir con un sistema que promueve lo fútil.

Acabas de publicar la segunda edición de tu primera novela La mujer de los tacones de oro y un libro de cuentos para niños. ¿Te gustaría contarnos más sobre tus libros?

El primer libro, La mujer de los tacones rojos, se trata sobre una agente encubierta, que, gracias a la magia de sus tacones rojos, recupera su salud y se libra de sus enfermedades y de sus múltiples discapacidades, para luchar contra varias organizaciones criminales que azotan el país. Sí, como verán es la clásica novela policial con su toque mágico, surrealista, y, sobre todo, humano, 100% humanístico como César Vallejo.

El segundo libro, Las aventuras de Tobi y Pompón, es un cuento largo para niños que trata sobre un perro de raza Beagle llamado Tobi que aburrido de su hogar y de su familia escapa para vivir esos miles de aventuras en todo el país, pero termina perdiéndose y sin saber cómo regresar a casa. Están a la venta directamente conmigo y también disponibles en la tienda virtual de la editorial Ameleer.pe.

Vargas Llosa es una figura ineludible para la literatura peruana, ¿qué otros autores peruanos recomiendas leer?

Hay muchos autores peruanos dignos de ser considerados. El primero que viene a mi mente es Miguel Gutiérrez, un novelista en plenitud, innovador y apasionado por la buena literatura, siempre en busca de escribir la gran novela de su vida. Luego pienso en el maestro Cronwell Jara, un genio del cuento, la novela y la poesía, además de un profesor y tallerista sabio en el arte literario. También destaco a Edgardo Rivera Martínez, cuya monumental País de Jauja puede situarse junto a La violencia del tiempo y Conversación en La Catedral, gracias a su calidez, musicalidad y su prosa poética inconfundible. Entre los relatos que releo con frecuencia están El ángel de Occongate de Rivera Martínez, Agnus Dei de Cronwell Jara, entre otros.  

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Literatura

Euler Julca: “Hay una sensibilidad especial en la gente de mi tierra, un vínculo con la naturaleza que no se ha perdido del todo”

Una conversación con el poeta Julca.

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Por Julio Barco

La poesía peruana se renueva: una voz poética cae a la tierra fértil de la hoja y empieza la metamorfosis. En ese sentido, la poesía vive como una sabia subterránea, viajando de mente en mente; quiebra el espacio-tiempo y florece. De Chocano a Vallejo, de Vallejo a Verástegui y seguimos. Hoy vamos a conocer a Euler Julca Sánchez, joven poeta de Chachapoyas, que se inicia el mar literario con Balsamario poético (Ed. Higuerilla, 2025).

1. Al leerte, siento un trabajo de métrica, sin embargo, a nivel de fondo, ¿qué temas abordas en tu primer libro?

Como bien ha observado, maestro Barco, el tiempo está marcadamente presente: no como una línea cronológica austera o rígida, sino como un zumo emocional, una bruma que amalgama afectos, recuerdos, ausencias. Por lo que, la memoria, que fija en sus esquemas lo que se vive y lo que se sueña, se forja como materia prima del poemario. Así, en los poemas, quizás, está latente los intentos de atar lo fugaz, de salvar alguna cuestión de la corriente etérea del tiempo. Además, la naturaleza –esa gran musa sacra con la que convivo, combato, amo…– destila de su alambique el símbolo, el personaje, el espacio: árboles, pájaros, cielos chachapoyanos, lluvias, están presentes no solo como contenido, sino como la esencia viva del discurso poético.

2. Eres de Chachapoyas, una parte del Perú poco explorada a nivel literario. Me gustaría que nos des una idea de los valores que encuentras en tu comunidad y que sientes que se deben conocer a nivel internacional.  

San Juan de la Frontera de los Chachapoyas, la fidelísima ciudad, tiene una riqueza espiritual y cultural que merece mayor visibilidad. Hay una sensibilidad especial en la gente de mi tierra, un vínculo con la naturaleza que no se ha perdido del todo. Aquí, el tiempo tiene otro ritmo, y esa lentitud nos permite escuchar, observar y recordar con mayor profundidad.El valor de la palabra, por ejemplo, es algo que permanece en las familias, en los cuentos o tradiciones orales, en las conversaciones largas. Cabe mencionar, que hay un autor nacido en Levanto, pueblo aledaño a Chachapoyas, el sacerdote y cronista Blas Valera, referido en los Comentarios reales, que es muy referido en las escuelas con el fin de motivar la escritura de los jóvenes.

4. Me interesa conocer cuáles son los desafíos para desarrollarse, ¿cuáles son las ventajas y las desventajas que encuentras para desarrollarte como escritor en tu localidad?

Como he escuchado mencionar a usted en algunas ocasiones, concuerdo con que uno de los desafíos principales es la falta de oportunidades de espacios de crítica o difusión, más si se da en zonas de provincia, o la falta de circuitos literarios activos, de editoriales locales, de librerías independientes. Eso puede generar una sensación de aislamiento, como si lo que se escribe aquí no poseyera eco. No obstante, ese mismo contexto puede volverse una ventaja. Hay más libertad creativa, menos presiones del mercado o de las modas. Asimismo, escribir desde mi pueblo chachapoyano o más específicamente desde mi pueblo natal o desde las tierras donde laboro como profesor, desde estos valles o cumbres que rodean lo inasible del sentimiento que me alberga y que muchas veces no logro concebir lingüística o literariamente porque es ahí, entre otros escenarios de esta realidad, donde radica la sustancia poética, me permite tener una voz más auténtica.

5. Todo primer libro de un poeta refleja la deuda con sus lecturas. En tus lecturas intuyo que hay mucho del modernismo de Rubén Darío, de la poesía clásica de José Martí y los poetas españoles. Cuéntanos, ¿qué autores son importantes para tu primera producción’

Sí, Rubén Darío ha sido una figura fundamental: su musicalidad, su sentido del símbolo, su capacidad para renovar. De la poesía española, me conmueve la claridad de Antonio Machado, la hondura de Miguel Hernández, la complejidad barroca de Quevedo y Góngora, e incluso lo trascendente de Garcilaso de la Vega. Entre los peruanos, hay una influencia ineludible de César Vallejo, por Valdelomar y Manuel Gonzáles Prada.

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Literatura

El espía de la familia

Un relato corto de Alexander Campos Soto

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          Al final, descubrí que mi verdadera vocación no era la de actor de cine, la de ingeniero de computadoras, ni la de escritor; sino algo más fascinante: la de espía. Nunca le dije a nadie porque se habrían reído en mi cara. Pero, desde niño, soñé ser parte de la CIA o la KGB o el MI5. Será por eso que Putin es mi presidente favorito o será porque sé que tiene el poder: si aplasta un botón, desaparece a toda Europa occidental. Para mí, no es un dictador o un tirano. ¿Saben lo que es? Un verraco, como dicen los hermanos colombianos, un Benel super Saiyajin, un Zuloeta mezclado con sangre eslava. Hasta tiene la misma cara alargada, la mirada penetrante y analítica de mis tíos, los cophiscos. Y el color de sus ojos es igual al de mis tíos; o sea, de perro Siberiano con hepatitis. En mis ratos de lucidez más extrema, me ha venido una hipótesis: que puede ser descendiente de cualquiera de mis bisabuelas y tatarabuelos. Sí, se ha demostrado que, antes que lleguen los pobretones españoles en busca de oro y plata, nosotros, los incas, ya habíamos tenido contacto con Europa, con los vikingos. Las pruebas están ahí, en la cultura Chachapoyas. El año pasado, fui con mi novia magistrada y visitamos todas sus ruinas. Y terminé más que convencido. Entonces, ¿por qué Putin no puede ser un Zuloeta eslavo? Nada es imposible en este mundo, señores.

          Hasta ahora, no sé por qué mis padres no me dejan mezclarme con esa parte de la familia; si yo los veo tan próximos, tan cercanos: la nariz de mi abuela, la cara pálida de mi abuela y el olor a muerte de Putin. Son mi familia y la sangre no se niega y tampoco es motivo de vergüenza. Tal vez, piensen que debo estar alejado de ellos porque yo les puedo dar ideas más ortodoxas que Rasputín, el brujo de los Zares. Como ellos también saben que soy muy listo y, tal vez, mis tíos de escasa habilidad, a lo mejor creen que terminemos formando un grupo subversivo y lleguemos a palacio y nos adueñemos de todo el país. ¿Quién puede saber las ideas que pasan por las cabezas de mis viejos?

            No fui actor de cine porque nunca reuní las condiciones: cuerpo esmirriado, talla de hormiga y corazón de poeta. Tampoco, ingeniero de computadoras porque me di cuenta que, al final, esa tecnología terminará por cosificarnos. Solo llegué a ser escriba; ni siquiera, escritor. Tan solo porque el diablo me dicta lo que escribo y yo no soy quien escribe. Es una cosa sobrenatural que apenas entiendo. Pero, a los hermanos de mamá y a la madre de mamá les y las espié hasta con detector de mentiras. Incluso, sé lo que piensan antes que ellos. Los conozco también como el recorrido que hace todos los días mi mano derecha para limpiarme el culo.

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Literatura

Alejandra Pizarnik, la poeta de la mirada melancólica

Su muerte prematura representó una dura pérdida para la literatura latinoamericana.

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Ella no escribía para agradar ni para que la recuerden como una persona confundida, triste y solitaria, sino que lo hacía para exteriorizar todo su sufrimiento; era el claro ejemplo de que la poesía era el instrumento más idóneo para mitigar de alguna manera sus pesares y tribulaciones. Flora (o Alejandra) Pizarnik nació un 29 de abril, entre dos mundos, dos realidades tan disímiles, tan contrarias como el día y la noche.

Desde que nació su vida estuvo marcada por una serie de cuestionamientos existenciales. Hija de inmigrantes ucranianos judíos, Flora desde muy niña siempre se sintió una extranjera en su propia tierra debido a las raíces que la unían con aquella parte de Europa de la post guerra.

Toda esa sensación de no pertenencia se vio severamente potenciada debido a sus problemas con el acné y el sobrepeso, lo que finalmente terminó derivando en sus trastornos de ansiedad, depresión y posterior suicidio a la edad de los 36 años, en 1972.

A lo largo de su vida pudo viajar a Paris, ciudad donde conoció al pintor Juan Batle Planas, quien llegara a convertirse más adelante como su primer maestro en la pintura, pues sí, ella también, a la par de la poesía, buscaba otras artes para plasmar su dolor, teniendo como temas recurrentes el mundo onírico, la muerte, la desesperación y el vacío existencial.

Todo ello se puede ver de manera desgarradora en sus escritos y pinturas, tan perceptibles como si se tratara de un grito de desesperación que quisiera atravesar el papel, un manuscrito de auxilio o de ruego que busca incesantemente la atención del lector. Todo ello representa un crudo testimonio de toda su angustia, tan crudo y visceral que es imposible no identificarse. Y es que en ciertas ocasiones los escritores y poetas se alimentan del dolor propio, de las experiencias vividas, para poder escribir.

Retraída de la sociedad y amante de la soledad, Pizarnik supo llamar la atención de escritores consagrados como Julio Cortázar y Octavio Paz, quien estaban pendiente de su salud mental.

En una ocasión, el autor de Rayuela, consciente de sus dos intentos de suicidio y los remolinos de su mente, le imploró que no decaiga en sus oscuros pensamientos.

Lastimosamente, el 25 de setiembre de 1972, Alejandra se quitó la vida producto de una sobredosis de barbitúricos.

“No quiero ir

 Nada más

 Que hasta el fondo”, fue el mensaje que dejó en el espejo de su habitación.

Aunque breve fue su estadía en este mundo, gran parte de sus escritos y poemas han conseguido mantenerse vigentes con el paso de los años, no solo en su natal Argentina, sino en gran parte de Latinoamérica y el mundo hispanohablante.

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Literatura

Restos del ‘Tío Factos’, uno de los fundadores del Movimiento Kloaka, han ido a parar a una fosa común

Rodolfo Ybarra, poeta y amigo cercano de Guillermo Gutiérrez, afirmó para Lima Gris que restos del escritor no pudieron tener una cristiana sepultura.

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Durante los últimos años de su vida Guillermo Gutiérrez fue conocido gracias a las redes sociales como el ‘Tío Factos’, aquel viejito áspero y crítico de la realidad social y cultural del país en el programa de Youtube ‘La RoRo Network’, espacio donde supo conectar muy bien con las nuevas generaciones.

Sin embargo, Gutiérrez Lymha, era un digno representante de la contracultura peruana, considerado como uno de los fundadores del Movimiento Kloaka, aquel colectivo poético surgido en la década de los ochenta donde también estuvieran los vates Roger Santiváñez y Mariela Dreyfus, entre otros.

El pasado 5 de abril lamentablemente falleció y hasta anoche sus restos mortales permanecían en la Morgue Central de Lima. Lima Gris se comunicó con el poeta Rodolfo Ybarra, uno de sus amigos más cercanos del recordado ‘Tío Factos’, indicándonos que lamentablemente no se pudo completar el trámite legal para retirar su cuerpo debido a que una tía política del difunto no contaba con su partida de nacimiento digitalizada. Ybarra nos contó que sus amigos desde hace más de cuatro décadas intentaron desde el primer día reclamar el cuerpo de Gutiérrez, sin embargo, la aparición de ese familiar terminó truncando todos los trámites avanzados.

“Te cuento que su cuerpo ya fue arrojado a una fosa común”, se lamentó su amigo Ybarra, quien añadió que el ex integrante del Movimiento Kloaka habría fallecido de asfixia dentro de su domicilio.

“Vivía en Villa El Salvador. Él era una persona muy solitaria; el año pasado había fallecido su mamá y sufría de depresión”, añadió. El también escritor también recordó que la última vez que lo vio fue en el mes de febrero en una feria de libros cerca al Congreso de la República.

En su vivienda solo le acompañaba un perrito. Falleció a los 66 años.

El dato:

Guillermo Gutiérrez logró imprimir tres poemarios: ‘Ulkadi’ (1987), ‘La muerte de Raúl Romero’ (2007), y finalmente ‘Infierno Iluminado’ (2022).

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