Literatura
CUENTO: “DULCE HOGAR” de Luis Humberto Moreno Córdova

Published
13 años agoon
DULCE HOGAR
Por Luis Humberto Moreno Córdova
La voz de la terramoza lo despertó. Antonio abrió los ojos lentamente, mientras contraía sus músculos, dejando escapar un bostezo. Por la ventana empañada de rocío divisó las montañas lejanas y las casas hechas de adobe y techadas con calaminas. Buscó su botella de agua, tomó un sorbo. A su lado, un hombre de cabello canoso le dio los buenos días.
Bienvenidos a la ciudad de Huánuco, fundada por los españoles en el año…
Antonio hizo un repaso rápido de sus pendientes: presentarse en el hotel, ponerse en contacto con algunas personas de la empresa. ¿Tendría tiempo? Tal vez podría dormir un poco.
Lo habían embarcado en el bus con una rapidez nunca antes vista. Nadie en la empresa había querido hacer ese viaje. Pero Antonio había levantado la mano presuroso. Era la mejor oportunidad para darse un respiro. Irse lejos era lo mejor que le podía pasar. Por eso no había dudado cuando en la reunión habían buscado un voluntario para supervisar la apertura del nuevo supermercado en Huánuco. Antonio fue el único en ofrecerse. “Sales hoy mismo”, le dijo su gerente.
Huánuco tiene un clima agradable por las mañanas, se recomienda por las tardes llevar abrigo ligero…
Llamó a su casa para pedirle a Cintia que empacara sus cosas. “¿No puedes hacerlo tú?” le había preguntado Cintia. “El bebé no me da tiempo para nada”.
Rodrigo, su hijo, había nacido hace dos meses. La vida para Antonio era infeliz desde entonces. No había planes, salidas, ni noches de sueño pacíficas. Le costaba concentrarse en el trabajo, estar de buen humor. Cintia era una criatura chillona, sensible y abominable, que pasaba todo el día quejándose de todo, sin humor para hacer las cosas que solían hacer apenas hace año y medio.
Lo peor de todo era el sexo. El sexo había muerto. Y Antonio no tenía ni un espacio de libertad donde al menos correrse la paja. Era demasiado cobarde como para enfrentar una aventura, y la casa le quedaba chica. Aún más desde el nacimiento de Rodrigo.
Puede visitar la plaza de armas, la laguna y el bulevar, el templo de las manos cruzadas en Kotosh…
El mundo de Antonio no tenía colores. Era un miasma en blanco y negro, emergiendo de una alcantarilla oscura. Vivía escapando de todo lo que le rodeaba. Se levantaba temprano para escapar de su casa, del llanto insoportable de Rodrigo, de los pedidos de auxilio de Cintia, de los saludos hipócritas de los vecinos. Llegaba al trabajo y tomaba un largo desayuno para escapar de las rabietas de su gerente, de esos engreimientos ridículos que eran reverenciados por todos sus compañeros. Se enclaustraba en su cubículo para revisar formularios y márgenes de ventas, y al caer la tarde miraba su reloj urgido, rogando que sean ya las seis en punto para escapar de la oficina.
De regreso, rogaba encontrar todos los semáforos en rojo, para tener unos minutos más de música y soledad. Luego aparcaba en el estacionamiento y contaba los pasos que le faltaban para llegar a casa y toparse nuevamente con todo el ciclo de su innombrable vida: La oficina, la casa, el llanto del bebé, su esposa llena de ojeras y reclamos, los recibos, la tv, el cansancio. Todos los días eran el mismo día.
Gracias por su preferencia. Esperamos que disfruten su estadía.
La voz de la terramoza dejó de torturarlo. El bus se detuvo dentro del terminal y la gente bajó en tropel a buscar sus cosas. Antonio había cargado dos maletas de mano, por lo que no tenía de qué preocuparse. Ante la negativa de Cintia de hacerle las maletas, había empacado cualquier cosa. Si necesitaba algo más se lo compraría en alguna tienda.
***
Antonio subió a un taxi con rumbo al hotel de turistas. ¿Hotel de turistas?, se preguntó. ¿Hay algún hotel que no sea para turistas?
Llegó al hotel. “Ande con cuidado, sobre todo en las noches, que asaltan”, le dijo el taxista mientras lo ayudaba con sus maletas. Antonio le dio un billete grande y le pidió que guardara el cambio. El taxista se persignó con el billete.
La habitación era pequeña pero confortable. El calor arreciaba. Antonio se fijó por la ventana y vio la piscina. Gracias a Dios, pensó. No hubiera podido con el calor. Se dio una ducha rápida, desayunó en la primera planta y salió del hotel rumbo al supermercado, que quedaba a una cuadra, cruzando la plaza de armas. Ahí lo esperaban algunos empleados administrativos, que al verlo lo saludaron con suma reverencia. Antonio se sintió importante. En la oficina principal no era más que un hámster dentro de una rueda, corriendo sin parar todos los días. En Huánuco sin embargo, se sintió como un rey. Entendió por qué su gerente se portaba siempre como un imbécil. Eran las licencias del poder.
Los empleados se presentaron uno a uno, se acercaban casi jorobados por la cortesía y estrechaban su mano. Hombres y mujeres, todos era igual de feos: bajitos, parduzcos, con el cabello hirsuto y los dientes chuecos. Antonio pensó que hubieran sido capaces incluso de besarle la mano como a un obispo. Estaba aburrido de ese protocolo innecesario. “gran acierto, señor Antonio, gran acierto”, le decían, felicitándolo por una obra en la cual él no había tenido participación alguna. No importaba. Antonio se sentía bañado por una gracia divina. No echaría a perder su endiosamiento con achaques de humildad.
Empezaron a recorrer los ambientes. Todo estaba en su lugar, aunque, concretamente, Antonio no sabía bien que era lo que tenía que supervisar. Le habían prometido mandarle instrucciones, pero hasta el momento nadie lo había llamado. Los empleados se peleaban por un turno para hablar y comentar sobre los trabajos realizados. Antonio asentía sin prestarles atención, mientras pensaba en qué pediría para el almuerzo. “Y esta es la zona de electrodomésticos, Don Antonio”, decía uno. Antonio asentía, mientras pensaba que a Cintia poco le importaría que el bus en el que viajó se hubiera volcado, mientras pudiera cobrar su millonario seguro de vida. En algún momento la llamaría, pensó. Daba igual.
-Lamento la demora –se escuchó por el pasadizo.
El ruido de unos tacos altos repercutió en la amplitud de la tienda. Clac, clac, clac. Una figura menuda, delgada, de larga cabellera negra apareció frente a todos. Tenía el cuerpo sufrido por el campo, pero era bella. Su sonrisa era una prolongación infinita de luz, y sus ojos resumían la noche. No tenía la tez parduzca, sino canela. Antonio sintió un flujo de saliva acumulándose en su boca. La tragó disimuladamente.
-Don Antonio, le presento a Nazarina Tello –dijo uno de los empleados- la jefa de tienda.
Nazarina se acercó y le dio un beso en la mejilla. No se jorobó ni se gastó en reverencias. Sólo lo saludó, como lo haría una vieja amiga. Antonio sintió una ligera molestia. Se sorprendió al percatarse de lo rápido que podía acostumbrarse a la sumisión de la gente.
-Veo que ya le han mostrado la tienda –dijo Nazarina, con los ojos fijos sobre Antonio-. Tenemos que ir a revisar algunos documentos.
Antonio asintió. La molestia se tornó en nerviosismo. Nazarina era bella. Las manos de Antonio empezaron a sudar. Pensó en aflojar un botón de la camisa, que empezaba a empaparse. Los empleados se despidieron y desaparecieron entre los corredores de la tienda. Nazarina le señaló unas escaleras que daban al segundo piso.
Llegaron a una oficina amplia, de ventanas grandes, por donde se colaba el viento rancio que anticipaba al mediodía. Nazarina echó algunos documentos sobre su escritorio y empezó un largo discurso sobre cuentas, números y productos en stock, que para Antonio no tenían ningún significado. Mientras ella hablaba emocionada de todo lo logrado, Antonio asentía y, de vez en cuando, reforzaba las ideas simples con algún comentario vano, para dar la sensación de que la estaba escuchando. Su estómago dio un gruñido. Hizo un ademán para ponerse de pie y empezó a guardar los papeles del escritorio.
-Estoy muy satisfecho con su trabajo, señora Tello. Todo saldrá bien en la inauguración.
Nazarina abrió sus ojos y contuvo una sonrisa orgullosa.
-No soy señora, don Antonio. Pero puede tratarme de tú.
-Pienso lo mismo. Creo que no estamos tan viejos para estos formalismos. ¿Almorzamos?
Nazarina aceptó.
-Vamos al mejor restaurante que conozcas –dijo Antonio.
El teléfono de la oficina los detuvo. “De Lima”, dijo Nazarina, después de contestar. Antonio tomó la llamada. Era su gerente.
Sujetó el auricular con el hombro y sacó una libreta para tomar notas. Nazarina lo vio sonreir nervioso, asentir, confundirse. Tomaba un apunte y luego lo tachaba, para después volver a remarcarlo. Después de quince minutos Antonio colgó.
Salieron del supermercado y subieron a un taxi. Cruzaron el malecón, el puente Pavletich rumbo a la Olla de Barro. “Te va a gustar”, le dijo Nazarina.
Se sentaron en una mesa al aire libre, cubierta por un toldo rústico. Frente a ellos había una gran piscina en donde varios niños chapoteaban felices. Nazarina le sugirió que pidiera pachamanca, era una porción grande y podían compartirla entre los dos. Antonio se emocionó al pensar que la idea de compartir podía llevar un mensaje oculto. El mozo tomó su pedido y les dejó un potecillo con cancha serrana.
-¿Cuánto tiempo llevas en la empresa? –preguntó Antonio mientras tomaba un puñado de cancha.
-Tres años ya van a ser.
-Tienes más tiempo que yo.
-Yo empecé desde auxiliar contable.
-Ah. ¿Eres contadora?
-Sí. Estudié en la Hermilio Valdizán.
Un grupo de niños pasó a lado de ellos, corriendo, gritando y salpicando agua. Antonio gruñó, pero se contuvo de hacer una rabieta al ver que Nazarina reía.
-¿Y nunca has pensado ir a Lima?
-Si conozco. Pero para trabajar allá tendría que estudiar de nuevo. Allá sólo aceptan egresados de universidades limeñas. No tengo dinero para eso.
-¿Piensas quedarte aquí para siempre?
-No. Me contaron que a la jefa de Chiclayo la promovieron a Lima por sus resultados. Quiero hacer lo mismo.
-Ahora entiendo tu preocupación por la tienda.
-Sí. Y tu aprobación me deja tranquila.
Antonio sintió un escalofrío por su espalda. Nazarina se sentía contenta por su aprobación, pero él apenas recordaba algo de todo lo que ella le había mostrado. Pensó que sería bueno regresar y revisar los documentos con calma. Lo haría después de almorzar. Era mejor cerciorarse.
El mozo trajo el plato de pachamanca. Nazarina no había mentido. Era enorme.
***
La comida resultó tan buena, que Antonio estuvo tentado de pedir más. El mozo, a manera de cortesía, les invitó un traguito de aguardiente, asegurándoles que era lo mejor para una buena digestión. Después de pagar la cuenta caminaron por un trecho rodeado de flores y eucaliptos. Antonio empezó a sentir el peso de almuerzo. Al diablo los documentos pendientes, pensó.
Después de mucho insistir, convenció a Nazarina para ir al hotel y pasar la tarde en la piscina. Antonio aguardó en el taxi, mientras Nazarina entró a su casa para recoger algunas cosas. Media hora después Antonio reposaba sobre una perezosa. Las gotas de agua chorreaban por su cuerpo. Su cabello húmedo lo defendía del calor inclemente. La voz de Nazarina lo animó a mirar por el rabillo del ojo.
La vio llegar, vistiendo un bikini negro. Sus caderas eran dos serpientes rebeldes que podían capturar a la presa más fuerte. Sus piernas macizas revelaban la infancia de alguien que había corrido por el campo, trepado cerros, cultivado la tierra. Sus rodillas estaban adornadas con cicatrices inocentes, sus hombros parecían dibujados a mano. Todo terminaba en un par de tetitas temerosas y friolentas, cuyas aureolas se imponían sobre la oscuridad de sus prendas.
Antonio la comparó con Cintia, y se sintió defraudado. Cintia, al lado de Nazarina, no era más que un enlatado limeño, orgullosa de haber hecho una hora de Tae Bo en el gimnasio, cantando sus dietas, midiendo su colesterol. Incapaz siquiera de cruzar una calle sin tener que tomarle la mano. Era un ratoncito minúsculo y quejón incapaz de descubrir su piel ante el sol. Era un clon fallido de mujer, de esas que compraban minifaldas atrevidas para luego pasarse la fiesta entera con una chompa cubriendo sus piernas. Criatura ridícula, Cintia. Ridícula.
-Está rico aquí –le dijo Nazarina-. Es la primera vez que entro.
-Espero que no sea la última –contestó Antonio-. Me estoy haciendo la promesa de venir seguido.
Nazarina sonrió.
-Sería lindo. Nos haríamos buenos amigos.
Buenos amigos. No era la palabra que Antonio esperaba. No luego de haber pedido una pachamanca para compartirla. No después de ver ese cuerpo canela frente a él. No te preocupes, Nazarina, pensó. Seremos más que eso.
-¿No piensas bañarte? –preguntó Antonio mientras se ponía de pie para echarse un clavado.
-No sé nadar muy bien.
Antonio infló su pecho, retuvo el estómago y caminó como un héroe de acción rumbo al podio. Flexionó las rodillas y se lanzó en un clavado digno de una olimpiada. Dio un par de brazadas hacía el canto de la piscina que daba al lado donde descansaba Nazarina. Le echó unas gotas de agua.
-Entra. Yo te enseño.
Nazarina lo pensó un rato, pero luego se animó. Antonio se percató de la erección dentro de su traje de baño cuando la sintió, abrazándolo. Pudo gozar la tensión de esas piernas macizas, apretándolo, mientras ella reía y temía por su vida. Nazarina intentaba mantenerse a flote, pero Antonio sólo pensaba en lo dura que estaba su cosa. Luego de un forcejeo juguetón se quedaron en silencio. Antonio quedó cautivo, contemplando los labios trémulos y amoratados de Nazarina. Acercó los suyos lentamente, con sigilo, mientras ella lo miraba con un ratón aterrorizado. Sintió el leve roce de sus bocas; luego el rechazo. Nazarina torció su rostro.
-Eres mi jefe –dijo ella. Antonio tenía que pensar rápido. No le gustaba pensar rápido.
-Pero eso no importa –fue lo único que pudo decir-. Todo está tan bien.
-No –insistió Nazarina-. ¿Cómo va a ser eso, pues?
Se apartó de él y salió de la piscina. Antonio la siguió. Se sentaron un momento sobre las perezosas, callados, como si fueran cómplices de un crimen.
-Debo irme –dijo ella-. Nos vemos más tarde para ver lo último de la inauguración.
-Todo saldrá bien mañana, Nazarina. Ya lo verás.
***
Antonio intentó fumar un cigarro, pero sintió que se ahogaba. Esperaba a Nazarina afuera del supermercado, frente a la plaza de armas. La noche era absoluta, con estrellas incrustadas en un cielo oscuro y conmovedor. Huánuco tenía un ritmo lento, cadencioso, repetitivo. La gente daba vueltas a la plaza en grupos, intercambiando palabras breves, risas. En los bares aledaños, un grupo nuevo de borrachos reemplazaba a los de la tarde, que previamente habían reemplazado a los de la mañana. La ciudad era cruel con su gente, incapaz de brindarles alternativas. O bebías hasta la inconsciencia o te subías al tiovivo interminable de la plaza. Antonio sabía que el supermercado daría un cambio. Por una vez en su vida, sintió que era parte de algo importante. Luego recordó la oficina, su casa, el llanto del bebe y los achaques de Cintia.
Divisó a Nazarina caminando por la plaza. Su andar era presuroso. Antonio cruzó la calle para darle el encuentro. Quedaron frente a frente cerca a la pileta central. Nazarina tenía el rostro pesado. Saludó a Antonio sin darle un beso en la mejilla. Antonio sintió el incordio. Estaba avergonzado por el incidente de la tarde pero, aún así, le costaba ser indiferente ante la belleza cada vez más notoria de la jefa de tienda.
-Lamento lo que pasó –dijo Antonio. Nazarina apenas lo dejó terminar:
-Está bien.
Antonio insistió:
-En serio. Me caes bien. Quisiera que seamos amigos.
El rostro de Nazarina se alivió. Sus ojos recuperaron el brillo y su sonrisa empezó a iluminar la noche.
-¿De verdad? –preguntó. Antonio extendió sus brazos y ladeó la cabeza.
-De verdad.
Se abrazaron. Luego subieron hasta la oficina y revisaron el stock de productos. Antonio le echó una revisada al vuelo a todos los documentos. Todo parecía estar bien.
-Creo que estamos listos para mañana –dijo.
Nazarina dio unas palmaditas nerviosas:
-Mañana será un gran día.
Antonio le sugirió ir a algún lugar para brindar. Nazarina lo pensó por un momento antes de sugerirle que fueran a la laguna. Antonio no tenía idea de qué sería eso, pero le pareció buena idea.
Subieron a una mototaxi, que les cobró dos soles por llevarlos hasta la laguna. “Es que es lejos, señorita” dijo el chofer mientras manejaba. Antonio rió al escuchar a Nazarina, quejándose del maltrato hacia el turista. En el fondo pudo notar cierta vanidad en ella. Tal vez de que la confundieran con una capitalina, pensó.
Era en realidad una laguna enorme, rodeada de arboles y cortada por un puente elevado. En el fondo, dos cerros formaban un embudo por donde asomaba la luna. Las motos surcaban los alrededores, recogiendo y dejando jóvenes con espíritu de fiesta. Antonio siguió a Nazarina hasta la zona de los bares y discotecas. Terminaron sentados en un segundo piso. La vista hacia la laguna era hermosa, sólo contaminada por el ruido asordante de la música.
Pidieron cerveza. Antonio le sugirió a Nazarina que se animara por algún licor, pero ella solo atinó a decir “lo mismo que tú bebas”. Chocaron sus botellas.
-Después de mañana ya puedes pensar en trabajar en la capital –Dijo Antonio, y echó un trago.
-Eso espero –contestó Nazarina, sorbiendo la cerveza con cierto recato.
-Hablaré con la gente en Lima para que te tengan en cuenta –mintió Antonio-. Tengo contactos que te ayudaran.
Brindaron de nuevo. Cada cerveza fue una oportunidad para ambos. Antonio mezcló mentiras con verdades al momento de contar su vida; Nazarina, en cambio, se dedicó a contarle todo lo que haría después de cobrar su primer sueldo en Lima. Mientras Antonio cubría con niebla su pasado, Nazarina creaba nubes enormes en el futuro de su vida. La cerveza fue adormeciendo sus conciencias, los hizo reír al borde del llanto con anécdotas de oficina y chistes mal contados. Los animó a bailar, tomados de la mano, entre abrazos gentiles y movimientos lujuriosos; evaporó la delgada línea que los separaba.
Salieron del bar con un par de botellas en la mano, riendo. Subieron a una moto y se perdieron entre las luces cansadas de la ciudad, que empezaban a contrastar con la claridad de la mañana.
***
Antonio despertó en el hotel, desnudo. Su ropa estaba regada por toda la habitación. Puso los pies en el suelo y sintió un dolor agudo. Se fijó. Era su reloj. No logró encontrar su celular. No importaba. Al mirar la hora sintió que su alma escapaba del cuerpo, que su estómago vacío volaba a mil kilómetros por hora. Hacía tres horas que se había inaugurado la tienda.
Mientras se daba una ducha rápida pensó en Nazarina y trató de recordar los pormenores de la noche. Recordaba las cervezas interminables, el baile. Podía jurar que había vuelto a besarse con ella. Se preguntó si habrían hecho el amor. Mientras se vestía, echó un vistazo a la habitación, buscando alguna prueba que le demostrara que había sucedido algo. Pero solo estaba su ropa y el desorden de un borracho que había sufrido para encontrar su cama. Se puso el reloj en la muñeca y salió de la habitación.
Al cruzar la puerta del hotel, quedó paralizado.
Desde ahí podía ver el tropel de gente que se amontonaba en la entrada del supermercado. Con el poco valor que le quedaba, cruzó la plaza de armas casi corriendo, pero bajó el ritmo de su andar cuando empezó a notar que el caos que reinaba dentro de la tienda era mil veces peor. La gente entraba y salía por cualquier lado, las alarmas contra robo sonaban sin que nadie verificara las compras; más allá de las cajas, un grupo de gente hacía reclamos por productos en mal estado y electrodomésticos que no funcionaban. Antonio tragó saliva, ya estaba a unos pasos del supermercado cuando unos empleados se le acercaron para pedir instrucciones. Lo bombardeaban con preguntas incomprensibles, hablando todos a la vez, produciéndole una jaqueca similar al golpe de un taladro sobre una campana de catedral. Antonio forcejeó con algunos clientes iracundos, esquivó a algunas cajeras que estaban al borde del llanto y subió al segundo piso.
La oficina estaba con la puerta cerrada. Antonio tocó varias veces sin recibir respuesta. “Nazarina, abre. Soy Antonio”, dijo, finalmente. La puerta se abrió entonces. Antonio vio a un empleado salir, sin mirarlo. Cuando entró, Nazarina estaba sentada frente al escritorio, con un mar de papeles regados encima. Sus ojos, llorosos, parecían buscar una respuesta a todo el caos que reinaba en la primera planta. El teléfono de la oficina sonaba incansable. Antonio empezó a sentirse inmerso dentro de una burbuja soporífera. Podía escuchar los latidos de su corazón. El teléfono seguía sonando sin parar
-¿No piensas contestar? –preguntó. No obtuvo respuesta.
-Contesta tú, amor. Deben ser de la oficina.
Antonio puso la mano sobre el teléfono, cuando sintió un helor en la nunca que lo detuvo.
-¿Cómo me llamaste?
Nazarina levantó la mirada, sin dejar de apilar los papeles.
-Dije que contestaras tú, cielo. Estoy ocupada, mi vida, ¿no ves?
Antonio cerró los ojos, su mente bullía, tratando de descifrar imágenes difusas: un calzón negro. Una piernas rebeldes, el sube y baja de su cintura taladrando el vientre de Nazarina. Quiero estar contigo, Nazarina. Quiero que seas mi novia…
Antonio todavía podía escuchar el eco de su voz perdiéndose en su mente. Levantó el auricular. La voz furiosa de su gerente lo hizo mojar sus axilas.
Sí, señor. Lo sé señor, me he percatado de eso. No señor. Tuve un contratiempo. Lo revisé. Todo parecía estar bien. Sí, señor, así debe haber sucedido. Era mejor eso señor. Debió hacerse así. Sí, señor. Que sea de Lima de ahora en adelante. Yo me encargo. Eso le diré. Claro que sí, señor.
Cuando colgó el auricular, vio que Nazarina tenía los ojos fijos en él, como cuando la conoció. Parecían años desde entonces y tan sólo había trascurrido horas.
-¿Qué cosa será de Lima de ahora en adelante, cielo? –preguntó ella.
Antonio tomó aire, tragó saliva. Levantó la cerviz y apretó los labios. Se sintió una mierda.
-Señorita Tello. Las cosas se han salido de control, lo que muestra su ineficiencia para el cargo que se le ha encomendado…
-¿Qué dices, Toñito?
-Por decisión de la gerencia comercial, queda usted despedida…
-¿Qué te pasa, cielo?
-Le pido por favor que guarde la compostura al momento de referirse a mi persona.
-¿Así nada más?
Antonio no dijo nada.
-¿Pero y todo lo de anoche, amor?
Antonio seguía mudo.
-¿Lo de anoche, Antonio?
-Anoche no pasó nada, señorita Tello.
-Anoche me hiciste el amor, huevón –gritó Nazarina.
Antonio abrió la puerta rápidamente y llamó a seguridad. Los pasos de los vigilantes subiendo las escaleras empezaron a cobrar intensidad. Nazarina se puso de pie y empezó a aventarle lo que tenía a la mano. Antonio se cubrió el rostro, mientras la lluvia de útiles de oficina lo lastimaba.
-Le haremos llegar su liquidación conforme a ley…
-Cállate, mierda. Cállate.
-Más una indemnización por el tiempo trabajado…
-¡Eres un maricón! ¡Maricón!
Los vigilantes entraron a la oficina y sujetaron a Nazarina de los brazos, sin impedir que Antonio recibiera un escupitajo. Entre golpes y patadas, lograron sacarla de la oficina y echarla del supermercado. Dos empleados se acercaron a Antonio para ayudarlo y limpiarlo todo lo que le había llovido, pero éste se sacudió de ellos de mala gana.
-Déjenme. Largo.
Luego de unos minutos la oficina quedó vacía.
Antonio se asomó a la ventana. Desde ahí pudo ver a Nazarina, despeinada, con la ropa rotosa, aventándole los tacos a los vigilantes. La policía llegó en un patrullero viejo y se la llevó, entre lágrimas. El teléfono de la oficina volvió a sonar. Antonio contestó.
“Ya está, señor”, dijo. Y colgó.
El caos en el supermercado desapareció lentamente. Cuando se dio cuenta, las cosas fluían tranquilas, sin problemas. Todos estaban en su lugar. La gente entraba y salía cargando bolsas enormes. Alguien vendría de Lima para tomar las riendas de la tienda. Eso estaba bien para él. Pensó en Cintia, en su pequeño Rodrigo y ese llantito conmovedor que tanto le gustaba. Su bus salía esa noche del terminal; mañana estaría en Lima, listo para regresar a la oficina, a su pequeño cubículo donde el día se pasa tranquilo, sin los alborotos de un supermercado. Él era una pieza pequeña dentro de algo grande. Pronto estaría en Lima. En su dulce hogar.
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Literatura
Mario Vargas Llosa anuncia su retiro de la literatura
‘Le dedico mi silencio’ será su última obra del Nobel de Literatura del año 2010.

Published
2 meses agoon
19/10/2023
Considerado el mejor escritor peruano de todos los tiempos, merecedor de un Nobel de Literatura en el año 2010, virtuoso con su pluma para crear historias notables sobre un hombre corriente o de un dictador extranjero. El escritor arequipeño Mario Vargas Llosa ha decidido poner el punto final a su extensa carrera literaria con una última obra próxima a publicarse.

El autor de ‘Conversación en la Catedral’ aseguró que el ensayo ‘Le dedico mi silencio’ dirigido al filósofo Jean Paul Sartre será su carta de retiro para la literatura de ficción. Dicho ensayo se encuentra anunciado que llegará a las librerías el próximo 26 de octubre.
Cabe mencionar que la última obra de ficción del octogenario escritor será publicada por la editorial Alfaguara simultáneamente en todos los territorios de habla hispana. El libro cuenta la historia ambientada en el Perú sobre un hombre que soñó un país unido por la música y que enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara.
El escritor contó que terminó de escribir el borrador de su novela en Madrid, en abril de 2022, comenzó a corregirla en mayo y que, desde entonces hasta final de ese año, estuvo haciendo pequeños cambios.
Hace unos meses, tras estar por unos días en el Perú, Vargas Llosa manifestó que pudo dar por concluida su novela. “Ahora, me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, que fue mi maestro de joven. Será lo último que escribiré”, resaltó Mario Vargas Llosa al término de la nota final de su libro.

‘Le dedico mi silencio’ es una obra que mezcla ficción y ensayo, para hablar de un tema que obsesiona al autor desde hace años: la utopía, aunque, en este caso, aborda una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto.
La novela, que dedica a su exesposa, prima y madre de sus tres hijos, Patricia, transcurre a principios de la década de los noventa, en plena ofensiva terrorista de Sendero Luminoso, en un país fracturado y asolado por la violencia.
‘Le dedico mi silencio’ es la vigésima novela del laureado escritor de raíces arequipeñas, que publicó la primera de ellas, La ciudad y los perros, hace 60 años, en 1963. Entre las obras más icónicas del académico peruano figuran: Conversación en la catedral, La casa verde, El pez en el agua, La fiesta del chivo, La guerra del fin del mundo, entre otras.
Literatura
Jon Fosse es galardonado con el premio Nobel de Literatura 2023
Dramaturgo noruego fue reconocido por la Real Academia Sueca “por sus innovadoras obras de teatro y prosa”.

Published
2 meses agoon
05/10/2023
El maestro de los silencios. El dramaturgo noruego Jon Fosse obtuvo este jueves el premio Nobel de Literatura 2023 concedido por la Academia Sueca, que destacó sus obras “innovadoras” que se han representado en escenarios de todo el mundo.
Fosse, de 64 años, fue galardonado “por sus innovadoras obras de teatro y prosa, que dan voz a lo indecible”, declaró la Academia con sede en Estocolmo. “Estoy abrumado y agradecido. Lo veo como un premio a la literatura que ante todo pretende ser literatura, sin otras consideraciones”, declaró Fosse en un comunicado. “Me sorprendí cuando me llamaron, pero tampoco tanto”, agregó al canal público noruego NRK.
Nacido el 29 de septiembre de 1959 en la ciudad de Haugesund (sudoeste), Fosse es un escritor polifacético y poco accesible para el gran público.
Sin embargo, es uno de los autores vivos cuyas obras de teatro más se representan en Europa.
Comparada a menudo con Samuel Beckett, la obra de Fosse es minimalista, basada en un lenguaje sencillo que transmite su mensaje a través del ritmo, la melodía y el silencio.
Fosse emergió como dramaturgo en la escena europea con su obra “Alguien va a venir”.
Se dio a conocer también por “Naustet” (1989, no traducido al español), que le valió aplausos de la crítica, y “Melancolía” I y II (1995-96), otro de sus grandes trabajos.
Su nombre circulaba desde hacía años entre los favoritos para alzarse con el premio.
Cuando se enteró de la noticia, “iba conduciendo por el campo, hacia el fiordo al norte de Bergen, en Noruega”, dijo Mats Malm, Secretario Permanente de la Academia Sueca, tras el anuncio.
“Tuvimos la oportunidad de empezar a hablar de cuestiones prácticas y de la semana del Nobel en diciembre”, añadió.
Entre sus obras más importantes figuran “Boathouse” (1989), bien recibida por la crítica, y “Melancolía” I y II (1995-1996).
Su último libro, “Septología”, una obra magna semiautobiográfica -siete partes repartidas en tres volúmenes sobre un hombre que conoce otra versión de sí mismo-, tiene 1.250 páginas sin un solo punto y aparte. El tercer volumen fue finalista del Premio Booker Internacional en 2022.

Aunque sus obras son notoriamente difíciles de representar, Fosse ocupó el puesto 83 entre los 100 genios vivos más importantes en una lista elaborada por el Daily Telegraph en 2007.
Cultura
Un bolero chileno: reflexiones sobre Bolero de Patricio Contreras
Lee la columna de Julio Barco

Published
2 meses agoon
20/09/2023By
Julio Barco
Mi viaje a Chile duró más de un día, cruzando el largo desierto en bus. Era el 2018 y yo acaba de publicar Respirar. No tenía para el almuerzo y tuve que resignarme al plástico y cruel almuerzo de bus. El paisaje parecía un vasto cementerio de cuerpos prehistóricos. No importaba, iba a llegar a la capital. Di una lectura en la Fundación Pablo Neruda, con poetas como Rosabetty Muñóz en una de las mesas de lectura, bajo la dirección de Ernesto González Barnert. Y vagué por el centro y disfruté de un para luego visitar Valparaíso. Los recitales y talleres fueron hermosos e inolvidables. Junto a Gonzalo Geraldo, llegamos a Valparaíso y recorrimos las calles en una larga caminata. Yo diría que Valparaíso tiene algo de Barranco, el balneario cultural de nuestra capital, solo que con un aire más vetusto. Creo que llovió. Sí, llovía una salvaje lluvia del sur. Para resguardarnos, nos paramos bajo el toldo de una tienda, al pie del teleférico.
Al rato, pudimos llegar al departamento donde vivía el poeta Patricio Contreras. El día era húmedo y claro. Diáfano. Con la generosidad de viejos amigos, nos invitó un café y charlamos de poesía en su sala. La vista, en la ventanita del baño, era hermosa: podíamos ver todo el balneario y el mar plomizo y brillante en el horizonte. Contreras no solo escribía poemas y daba talleres, sino que vendía libros, encima de una manta de tela roja, en los parques de Valpo.
Son estas calles las que recuerdo cuando leo el bello poemario Bolero, cuyo tema es justamente las calles de su ciudad, los amores, la intensidad que nace de la palabra y el fuego de la poesía. No me sorprende encontrar dos epígrafes de autores que aprecio al pie de este trabajo -Valera y Caicedo- sino que confirma mi propia reflexión sobre la idea de este libro: el bolero, que es música intensa de nuestro sentimentalismo latinoamericano, expresa la intensidad, el fuego verbal, la música del lenguaje. Estos poemas me saben a la calle empinada donde se encontraba la mítica librería Concreto Azul, donde dicté un taller de poesía peruana.
Cuando pienso en poesía, necesariamente imagino intensidades; o, en todo caso, las siento: la voz de Vallejo y de Neruda tienen una intensidad particular; la de Nicanor Parra o de Eguren, otra. Cada una, claro, es un color marcado, una máscara del ser. Una música. (1) En Bolero de Contreras esta intensidad es urbana, callejera, beoda y transgresora. Hay un ánimo de mirar los vacíos de la sociedad de capitalismo radical, donde toda relación entre los cuerpos no deja de ser un movimiento bursátil. Así, en ese movimiento de vivir y poetizar, de observarse poetizando en la vereda, en el asfalto, en las madrugadas pegadas a las mesas de los bares, de los vasos de vino, en las noches gélidas y de garúa, Contreras afirma que:
de cada palabra
aprendida por vivida en los costados
de la ciudad o de la página donde
crece esta flor sanguínea y la canción
de los cuerpos contra el pavimento
(poema Periférica)
Así, Bolero es un canto de la vida del poeta urbano en la sociedad contemporánea. Del poeta que sabe que vivir es la teórica perfecta para esbozar los nuevos lenguajes; porque estos nacen tanto de lo leído como gozado, de lo sentido como bailo en ese bolero eterno de la sangre que mana de nuestros vecindarios. es que, aquí, en estas zonas del mundo, donde la desigualdad y violencia triunfan, también se mantiene el incendio de los sentimientos. Pese a su longevidad, cada nueva generación encuentra un nuevo espejo en el bolero; se siente afín a ese encanto, a ese modo de tocar el corazón y de sumergirnos en el romanticismo. Así, el bolero se mantiene como clásico. Amar es necesario frente al infierno. Amar es el poema. Amar es la poesía misma. Amar y escribir es cerrar un círculo sagrado. Contreras dice:
Pero no importa / tú no te preocupes
yo te escribo un beso en tus manos amables
nunca seré ese traidor que le roba a los vecinos
sólo te quiero dedicar a contratiempo
una vieja canción de los noventa
(poema Mamá)
Termino de escribir esta reflexión sobre Bolero escuchando Sabor a mí en versión de piano de Alexis Gonzáles, y pienso en lo que afirma, a modo de epílogo Codarlupo: la relación literaria entre el Perú y Chile se ha ido incrementado. No lo dudo. Y así será. Y me atrevería a pensar que en la literatura podemos encontrar no solo los hilos que unen a Chile y a Perú, sino a estos dos países y a todos los países del mundo. La literatura rompe fronteras, mostrando la similitud entre los sentimientos humanos. La poesía, el relato del corazón del hombre, nos ayuda a observar las semejantes -como diferencias- humanas, a través de la lupa de la mente del que versa. Quizás una de las mejores formas de generar empatía entre todos los países sea conocer su cultura, dar una lectura a la poesía de cada localidad, para así comprender más sobre los deseos y las subjetividades.
(1) Esto se discute porque algunos creen que la poesía no es música. Otros afirman que sí. Lo cierto es que originalmente la poesía surgió de la lira, que era una forma de hacer música. Y si mantuvo la métrica por siglos fue para darle un compás y ayudar en la memorización de los poemas. Pero, a estas alturas de la vanguardia y posvanguardia, podemos afirmar que la poesía tiene un ámbito de búsqueda donde se muestra como una secuencia del estado mental, más que sonoro. Sin embargo, yo creo que ese estado mental poético es necesariamente sonoro. Esto nos debe llevar a discutir que entendemos por armonía.
Literatura
Milan Kundera acaba de partir a los 94 años de edad
Escrito checo, autor de la magnífica obra “La insoportable levedad del ser”, falleció en Francia tras una penosa enfermedad.

Published
5 meses agoon
12/07/2023
La insoportable pérdida de una mente ilustrada. El escritor checo Milan Kundera falleció este miércoles en Francia a los 94 años de edad, informó la emisora pública Radio Praga.
El prosista, dramaturgo y poeta, que desde los años 1980 escribía en idioma francés, alcanzó fama mundial en la segunda mitad del siglo XX con obras como “La insoportable levedad del ser”, “La broma” y “El festín de la insignificancia”.
El escritor, nacido el 1 de abril de 1929 en Brno, al sureste de la República Checa, vivía exiliado en Francia con su esposa Vera desde mediados de los años 1970.
En 1979, el entonces régimen comunista le retiró la nacionalidad checoslovaca aunque dos años más tarde el entonces presidente galo, François Mitterrand, le concedió la nacionalidad francesa.
El primer éxito de Kundera fue “El libro del amor ridículo” en 1969.
El punto cumbre lo alcanzó en 1984 cuando salió “La insoportable levedad del ser”, considerada su obra maestra y que llegó al cine. El libro narra la fragilidad del destino de una persona, resaltando cómo la vida de un solo individuo carece de importancia dentro del concepto del eterno retorno de Friedrich Nietzsche. Su profundidad filosófica realmente conmueve.

Siguieron los premios, también las obras. El de Jerusalén en el 85, por destacarse en la lucha por la libertad dentro de la sociedad actual, y el Premio Nacional Checo de Literatura, por nombrar dos más. Su última obra es “La fiesta de la insignificancia”, publicada en 2014. Como suelen ser sus textos, mezcla ensayo, introspección y teología dentro del género clásico de la novela.
Los papiros, la crítica y sobre todo el gran público lo han puesto en lo más alto de las letras contemporáneas.
Kundera aceptó en 2019 de nuevo un pasaporte checo y las autoridades checas le pidieron perdón por el trato que recibió de la dictadura comunista.
Desde los años 1980 recibió numerosos premios, desde el Médicis, por la mejor novela extranjera publicada en Francia, el Commonwealth de EE.UU., el Europa o el Jerusalén, además, su nombre ha sonado en varias ocasiones para el Nobel.
Tras la transición democrática checoslovaca, Kundera publicó en 1993 en su país natal “La inmortalidad”, lo que supuso un reencuentro literario amistoso con su nación, pero algo efímero.
Su pasado checo lo ha perseguido con alguna polémica, como si fuera el personaje de alguna de sus propias novelas.
En 2008 el Instituto checo para el Estudio de los Regímenes Totalitarios lo acusó de delatar en 1950 a un espía que acabó durante 14 años en prisión.
El escritor rompió entonces su silencio -con un comunicado- para calificar las acusaciones de “puras mentiras”.
Literatura
El retorno de Karen Calderón como directora de la Casa de la Literatura Peruana ¿otra vez?
Ministra de Educación Magnet Márquez y Viceministra Miriam Ponce Vértiz, apuestan por el reciclaje en la Casa de la Literatura Peruana, el 02 de junio se nombró como directora de la CASLIT a Karen Calderón, quien en el gobierno de Alan García ya había ocupado la dirección de la mencionada institución.

Published
6 meses agoon
07/06/2023
Con la designación de Karen Calderón, desde el Ministerio de Educación nos demuestran que no han sido capaces de encontrar una nueva persona para ejercer la dirección de la Casa de la Literatura Peruana. La tarea facilista de la viceministra Miriam Ponce Vértiz, solo ha sido mirar atrás y volver a designar a Karen Calderón otra vez como directora de la CASLIT. Si bien la designación lleva la rubrica de la ministra de Educación, Magnet Márquez, esta designación estuvo a cargo del Viceministerio de Gestión Pedagógica, donde Ponce Vértiz en la titular.

Desde la inauguración de la Casa de la Literatura Peruana se intentó crear un espacio para difundir la creación literaria de nuestro país, pero con el pasar de los años la Estación de Desamparados se volvió en un espacio donde los visitantes tenían como prioridad usar el baño, conversar o dormir; más allá de alguna que otra presentación o exposición, el círculo de ponentes se encontraba demasiado reducido y la difusión de sus eventos se circunscribía a una casual revisión de las redes sociales que no tenía la acogida esperada.
Tras la salida de Milagros Saldarriaga luego de casi una década, ahora retorna Karen Calderón Montoya a la dirección de la Casa de la Literatura. Lo ideal hubiera sido elegir a alguien nuevo que le dé otra proyección a la CASALIT, pero desde el Ministerio de Educación no han querido esforzarse en eso. Ahora sabemos que desde el MINEDU se ejerce lo que se detesta en el sector cultural: darle espacio a los mismos de siempre. Es así que Karen Calderón repetirá el plato por segunda vez. Ante esto nos preguntamos ¿Acaso no hay otros profesionales capacitados en este país para ocupar ese cargo? Claro que los hay, pero la viceministra Miriam Ponce y la ministra Magnet Márquez han preferido ignorarlos.

Es así que con la Resolución Ministerial N° 335-2023-MINEDU con fecha del 2 de junio del año en curso, se hace oficial la gestión de Calderón Montoya (quien anteriormente estuvo en el cargo desde diciembre del año 2009 hasta julio del 2013).

Con el retorno de Calderón Montoya a la dirección de la Casa de la Literatura Peruana, no esperamos nada nuevo, ya conocemos su gestión, pero lo que sí le recomendamos es que convierta ese espacio en un lugar más democrático y dinámico. Además, que no cometa el error de priorizar a personajes políticos de la estrella. Hay que entender que ya no estamos en el gobierno de Alan García.
Mientras tanto, seguimos esperando la entrevista con la viceministra Miriam Ponce, quien señaló mediante un mensaje que lo coordinaríamos, pero luego de eso ya no nos responde los mensajes. Viceministra queremos preguntarle por ejemplo ¿Por qué quiere cambiar el nombre a la Casa de la Literatura Peruana?
Desde aquí también esperamos que Karen Calderón nos pueda abrir las puertas para brindarnos una entrevista sobre su retorno a la dirección y los planes que tiene en esta nueva etapa para la CASLIT.
Literatura
Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa recibe la nacionalidad dominicana
Autor del libro ‘La ciudad y los perros’ permanecerá un buen tiempo en República Dominicana.

Published
6 meses agoon
01/06/2023
Un lugar apacible, alejado del ruido callejero y las bocinas impertinentes, los tambores de acero y la exhalación de una urbe voraz, eso necesita nuestro octogenario novelista Mario Vargas Llosa para continuar escribiendo, quien recientemente acaba de obtener la nacionalidad dominicana luego que el presidente de ese país, Luis Rodolfo Abinader Corona, decidiera otorgársela. Así lo dio a conocer Álvaro Vargas Llosa, hijo del autor de la novela Conversación en La Catedral.
“El presidente Luis Abinader ha anunciado la concesión de la nacionalidad dominicana a mi padre tras la muy cordial reunión de esta mañana en el Palacio Nacional. Muchas gracias a él y su esposa Raquel por la extraordinaria hospitalidad”, comentó Álvaro Vargas Llosa en su cuenta de Twitter.
Cabe indicar que Vargas Llosa nació el 28 de marzo de 1936 en la ciudad de Arequipa, Perú. Por lo tanto, su nacionalidad principal es peruana. Sin embargo, adquirió la nacionalidad española en 1993. El escritor tenía una estrecha relación con España y había vivido allí durante varios periodos de su vida. Además, se casó con Patricia Llosa, quien ya era ciudadana española.
Ese mismo año renunció a su nacionalidad peruana en un gesto simbólico para expresar su descontento y su postura crítica hacia el gobierno de Alberto Fujimori y la situación política en ese momento.
Posteriormente, en el año 2010, recuperó su nacionalidad peruana tras una decisión del Congreso de Perú que aprobó una resolución que anulaba la pérdida de su ciudadana y le permitió recuperar su condición de ciudadano peruano, reconociendo su trayectoria y aportes a la literatura peruana y universal.

República Dominicana, el país elegido para continuar escribiendo
De acuerdo a medios del país caribeño, Vargas Llosa vivirá entre las ciudades de Santo Domingo y Juan Dolio. Además, el presidente dominicano Luis Abinader tuvo una reunión con el escritor y sus familiares. Al término de la cita, el mandatario mencionó que fue él quien le pidió que acepte la nacionalidad dominicana debido al largo periodo que Vargas Llosa estaría en ese país.
“Yo le he pedido, por esa decisión de pasar gran tiempo en el país, que acepte la ciudadanía dominicana y él ha aceptado esa ciudadanía”, dijo Abinader.
A su turno, Mario Vargas Llosa adelantó que está en ese país para “trabajar” en sus escrituras y se estará hospedando en Juan Dolio, un paraje perteneciente al municipio de Guayacanes, en la República Dominicana.
Por otro lado, el Nobel expresó que República Dominicana es “un ejemplo para América Latina y que va en la buena dirección”.
“Desgraciadamente, como ustedes saben, América Latina atraviesa unos momentos muy difíciles. Probablemente, en la historia de América Latina no hay momento en la historia como el que estamos atravesando. Y yo me alegro mucho de que la República Dominicana, con un Gobierno inteligente, sensato, haya promovido a este país”, indicó.
“Me encantaría, ya que he pasado algunos momentos difíciles en la República Dominicana, me encantaría pasar un momento de exaltación y de verdadera realización en este país”, añadió.
Literatura
Un dolor llamado Vallejo
Lee la columna de Julio Barco

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6 meses agoon
30/05/2023By
Julio Barco
Me gusta Vallejo. Me conmueve. Es un hombre solo hablándole al mundo. Hablándome con el idioma de su corazón. ¿Qué puede importar no ser entendido si el ritmo del interior es luz y verdad? Me piden que hable de Vallejo: ¿qué decir de todo lo que se ha dicho en los últimos sesenta años? Añadir que siento que Vallejo no abandonó jamás la infancia. Él es el niño eterno y triste de nuestras letras. Es el niño que no puede salir de su casa en Santiago de Chuco, donde el amor de sus hermanos y sus padres protegieron su corazón desesperado.
Después, es el joven que se educa con rigor para ser profesor, para educar a los niños del Perú; y del enorme lector, del riguroso estudiante de la literatura del Siglo de Oro, de los clásicos, del Romanticismo y del Dolce Stil Nuovo. Pero Vallejo, como todo gran poeta, tiene un destino. No sabemos si algún Dios trazado, o de una serie de azares razonados, llevaron al autor de Trilce a perder a tantos familiares, padecer la injusta cárcel y vivir en Europa, a salto de mata, como también bajo la gloria de su propio camino.
Vallejo es una forma de decir las cosas. Un lenguaje. Una mente. Un universo perfectamente personal. He ahí su trabajo atroz, su victoria: lograr posicionarse de un discurso tan poblado, donde hay tantas voces, tanta desmesura intertextual y muchos ecos. Sin embargo, Vallejo es la consecuencia de muchas influencias. Por ejemplo, no deja de ser un romántico, es decir, un autor que, frente a la Modernidad, busca un espacio de subjetividad y rebeldía, donde temas como el amor serán medulares (Los heraldos negros) o del absurdo de existir (Trilce).
No olvidemos que la tesis de Vallejo es justamente sobre el Romanticismo en el Perú. Tampoco escapa de la estela del Modernismo, y esto se observa en el uso de palabras inauditas, en la métrica que aplica a su primer libro, e incluso en menciones directas al autor de Azul. Quizás lo más original de Vallejo es su modo de ubicarse frente a la muerte, dado que es un tema existencial y humano, que huye de cualquier tiempo. Desde sus primeros libros, ya se observa el tema; sin embargo, es en Poemas Humanos donde se rompe todos los límites.
En el poema, Masa, se funda que el hombre podrá vencer a la muerte mediante la unión de todos. Este pensamiento es adelantado, porque nos habla de una utopía: el hombre trabajando por el hombre, no contra el mundo; y haciéndolo, claro, dentro de un terreno imposible: la muerte. Vallejo es el gran poeta de la Vida, porque no deja de ver directamente el problema más grande de vivir: Morir. Pero, como todo poeta que ama la existencia, impone frente a este fin el hecho de no morir porque sí, sin levantar polvo y hacer incendios, sino morir de vida, y no de muerte.
Si la filosofía se torna un discurso frente a la muerte, la poesía es el registro humano que siembra reflexión sobre la vida. La poesía vallejiana, en todas sus aristas, es vitalista y vigorosa, porque nos da un ánimo especial para afrontar aquellos golpes en la vida, que son tan fuertes, yo no sé. La originalidad, flor rara entre las flores raras, iluminó el genio total de este autor que, como todo gran poeta, no solo vino a versificar o escribir versitos sino a cambiar la vida, a revolucionar la mente y dar un vaso de ímpetu al cosmos del ser. Vallejo vive entre nosotros, aunque nos duela aún.
Publicado en la revista delatripa (México, 2023)
Literatura
Promueven obras de tres autores peruanos en Alemania
Gracias a gestión del escritor José Carlos Contreras que promueve la literatura peruana en Europa. Entre los escritores seleccionados aparecen Cronwell Jara, Carlos Rengifo y Jenny Vallejo.

Published
7 meses agoon
25/04/2023
Tener a Perú como invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt en Alemania es un anhelo que le quita el sueño al escritor peruano José Carlos Contreras Azaña, intelectual que desde hace un tiempo promociona la literatura peruana en los claustros de estudios en este país, conocido como sede de la Feria del Libro más grande del mundo.
La literatura latinoamericana está llena de buenos escritores y en ese sentido, el escritor peruano José Carlos Contreras Azaña presentará la obra de tres autores de Perú en la ciudad germana de Karlsruhe, en el estado federal de Baden-Württemberg,con lo que dará inicio en Alemania a una sesión de literatura sobre escritores latinoamericanos, especialmente de autores peruanos, en la tierra de Goethe. Se trata de los escritores Cronwell Jara Jiménez, Carlos Rengifo y Jenny Vallejo.
El primero, Cronwell Jara Jiménez es uno de los escritores más importantes de Perú y cuenta con obras donde despliega su talento en géneros como la poesía, el cuento, la novela y el teatro. El segundo, Carlos Rengifo, limeño de nacimiento, es otro referente de las letras peruanas que con su trabajo creativo ha ganado premios de literatura y recibe, novela a novela, el cariño de sus lectores. La tercera, Jenny Vallejo, quien se está abriendo camino, libro a libro, y forma parte del mundo de las letras peruanas que se cocina en las provincias. Ella es de Sullana, Piura.

José Carlos Contreras Azaña sueña en ver a los peruanos, tanto de la capital y de provincias, y de los diversos idiomas ancestrales de Perú, ocupando los paraninfos y los eventos literarios de la mayor Feria del Libro del Mundo, Frankfurt, quien este año tiene como invitada de honor a Eslovenia.
“El Perú, en Frankfurt, tendría una posibilidad más para internacionalizar a más autores peruanos, ya que Frankfurt es un parqué de oportunidades, donde el libro de los escritores de Perú podría ingresar a otros mercados y ser traducidos a otras lenguas, además del idioma alemán”, afirma el escritor Contreras.
cabe señalar que las obras de Cronwell Jara Jiménez, Carlos Rengifo y Jenny Vallejo, será n abordadas por José Carlos Contreras Azaña desde el próximo 16 de junio en los ambientes de la Volkshochschule de la ciudad de Karlsruhe, ciudad donde nació el inventor de la bicicleta, Karl Drais y el inventor del motor de combustión, Carl Benz. Esta ciudad forma parte de la Red de Ciudades Creativas, un programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Uneco) que busca promover la cooperación entre las ciudades miembros del programa.

Como se sabe, José Carlos Contreras Azaña nació en Lima, vivió su infancia y adolescencia en los distritos del Rímac y San Juan de Lurigancho y a los diecisiete años abordó una fragata en el puerto del Callao y navegó nueve meses por el mundo, vive desde hace varios años en la ciudad de Karlsruhe, Alemania. Asimismo, obtuvo una mención honrosa en el premio “Poeta Joven del Perú” y se le otorgó el segundo lugar del premio Jose Gálvez Barrenechea, que tuvo como jurado integrado a Rodolfo Hinostroza, Juan Mejía Baca y Mirko Lauer. Después de trabajar en medios de comunicación, se trasladó a Europa como corresponsal. Así también, recorrió el viejo continente y se afincó en Alemania, donde es docente y fundó el programa de radio bilingüe Haltestelle Iberoamerika.
Entre sus publicaciones destacan: “300 Wörter 300″, en homenaje a la ciudad alemana de Karlsruhe; “Danke Karl Drais” junto a Martín Hauge, en el 2018 comenzó la trilogía de las “sonrisas” con “La sonrisa del Ornitorrinco”, en el 2021 aparece “La sonrisa del Elefante Marino” y en el 2022 “La sonrisa del Cuy”.
Finalmente, los alemanes tendrán la oportunidad, en esta retahíla de presentaciones de autores peruanos, de descubrir la literatura que se hace en lengua castellana, especialmente la literatura de Perú. Y por supuesto, bajo el patrocinio del escritor más universal de todos los tiempos, César Vallejo, quien es admirado en este país por los círculos literarios. La literatura lo puede todo. Esperemos el día cuando Perú sea la invitada de honor en la Feria del Libro de Frankfurt.

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