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Literatura

CUENTO: “Como todo lo prometido” de Luis Humberto Moreno Córdova

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CUENTO

“Como todo lo prometido” de Luis Humberto Moreno Córdova

             
Cuando desperté era tarde, Patricia se había marchado, y era para siempre. Yo sabía que estaba harta. Harta de mí, harta de esa línea inalterable en la que me había convertido. No había sido injusta; tomó sólo aquello que le pertenecía: Su ropa, sus perfumes, sus implementos de arquitectura, una foto que tuvimos juntos y un recuerdo de cuando fuimos felices. Incluso había limpiado la sala, dejado algo de comida en la nevera y cambiado la cortina de la ducha. No se había tomado el trabajo de escribirme una nota exponiendo los motivos de su partida, porque yo los sabía de sobra; pero los detalles que tuvo antes de marcharse, el cuidado de dejar todo limpio y proveerme alimento, demostraban su preocupación por mí.

Eran más de las tres cuando desperté y consulté el reloj. Me había levantado con torpeza, asfixiado por el ambiente pesado de la habitación. El olor rancio a mala noche, a caudales de licor, parecían aplastar mi vida, reduciéndolo todo a una expresión misérrima. Estaba desnudo, con algunos moretones en los brazos, tal vez por alguna caída o algún tropezón que me era imposible recordar. Remojé mi cabeza en el lavabo por mucho tiempo, rogando que el agua fría me devolviera algún recuerdo de cómo llegué a casa esa noche, la última noche al lado de Patty (Aunque ella detestara que la llamara así). Mientras me secaba la cabeza noté los dobleces del papel higiénico en el tacho. Patty sólo los doblaba así cuando lloraba. Puta madre, pensé, ella había llorado. La cortina de baño era nueva, de color azul, con dibujos de pececitos, como si los hubiera hecho un infante, el hijo que siempre nos prometimos, con el que jugaríamos los domingos en el parque.

Ya vestido me dirigí a la sala. La encontré limpia. Noté que las alfombras habían sido sacudidas, y que los muebles estaban aspirados. En el pequeño escritorio, que daba para la ventana con vista a la calle, las cosas de Patty habían desaparecido. No estaban las reglas, las escuadras, los lápices ni las cuchillas. Todos sus planos se habían hecho humo. El escritorio estaba totalmente vacío. Mi alma empezaba a sentirse igual. En uno de los aparadores noté la ausencia de una foto en la que estábamos abrazados, en una piscina, cuando todavía creía en mí, cuando tenía fe en nuestro futuro. Entonces tenía el cabello negro, rizado; su sonrisa era tierna, sus ojos lo absorbían todo. Noté también la ausencia de un adorno que compramos en nuestro primer viaje a Valparaíso. Quizá el mejor de todos los viajes que hicimos, pero sin duda, en el que mejor nos amamos.

Sentí el revoloteo hambriento en mi estómago. Corrí a la cocina. Nada parecía haber cambiado desde la noche anterior. Cuando abrí la nevera la encontré llena. Había mantequilla, jamón, mermelada, leche, huevos y yogurt de Guanábana, mi favorito. Ah Patty, Patty. Siempre solía engreírme con detalles como esos. No era un prodigio cariñoso, no gustaba de andar abrazada a mi o tomada de mi mano, pero tenía gestos que podían compensarlo todo. Que la ponían en contacto conmigo con mucha más contundencia que una caricia.

Me preparé un sánguche con jamón y revolví un par de huevos en la sartén mientras recordaba el inicio de la noche anterior. Yo había salido temprano de la oficina, dejando varios asuntos pendientes, con la amenaza de mi gerente de despedirme si para el lunes no estaban resueltos. Hacía mucho que la oficina no era más que una prisión para mí. Recuerdo que Patricia, preocupada por mi futuro, me había recomendado cambiar de empleos, buscar ascensos, conocer nuevas personas. Yo había cumplido con cada una de sus sugerencias. Dejé la compañía pesquera para irme a la compañía de valores, pero igual me sentí mal; dejé la compañía de valores para mudarme a la consultora, pero el resultado siguió siendo el mismo. Mis jefes no tenían queja de mi desempeño, pero tampoco me veían con ojos favorables. Siempre llegaba a revolver las cosas, a mover la conciencia de la gente, a crear tensión entre los trabajadores ordinarios y la alta gerencia, a enfrascarlos en conversaciones sobre sueldos bajos, sobre horas extras ignoradas y vacaciones acumuladas. Siempre terminaba en la mira de mis gerentes o directores, aunque les era imposible despedirme.

Teníamos esa reunión en el club, con sus amigos de la universidad. Me recordé vistiéndome después de una ducha reparadora. Patty estaba colocándose un vestido negro. Sujetaba una tira alrededor de su cuello, dejándome apreciar un escote maravilloso que mostraba su piel canela y esas machitas de nacimiento en la curvatura de su espalda que yo solía besar en noches frenéticas. Se había puesto unos aretes largos y sonreía. Nos besamos al salir de casa. Ella quiso conducir. Pusimos un CD de Pulp, uno de los pocos grupos que teníamos en común.

No conversamos nada importante en todo ese tiempo. En el dormitorio habíamos hablando un poco de nuestro día en el trabajo. Me interesaba más escucharla a ella, con sus proyectos, con esa gente de dinero que levantaba casas preciosas en la periferia de la ciudad. Comparado a eso, mis días de oficina, sentado al lado de diez tipos más en una habitación sin ventanas, no eran nada. Conversamos también sobre los invitados a la fiesta de esa noche. En su mayoría compañeros de la universidad, casi todos casados, algunos con hijos. Hacía mucho que Patricia no había tenido oportunidad de encontrarse con ellos. En algunos casos sólo los recordábamos por sus matrimonios, a los cuales nos habían invitado. Comentamos algunas cosas más sobre sus amigos, la caída de cabello de tal, los kilos de más de alguna de sus amigas, hasta que nos besamos al salir y subimos al auto.

El club no quedaba lejos. Teníamos que tomar la autopista que conducía al hipódromo y virar a la derecha en la avenida que iba rumbo a la universidad en la que Patty había estudiado. Nos tomó apenas quince minutos llegar. Sólo escuchamos dos canciones del disco, porque mi teléfono sonó y Patty apagó la radio. Apenas pude esbozar unas palabras. Era mi gerente, un tipo adicto al trabajo, ufano y conflictivo, que me llamaba para revisar algunos temas en la agenda de la próxima semana. Estaba aún en su oficina y, según me dijo, tenía para rato. Tenía las preguntas y las respuestas para todo, por lo que me limité a usar “si” y “no” de acuerdo a la conveniencia. Satisfechas sus dudas y sin despedirse, cortó. Solo dijo “ya, perfecto”, y cortó. Me quedé un rato más al teléfono, pensando que seguía en línea, hasta que me di cuenta que no tenía caso. “Muy bien, espero que le haya quedado claro”, dije, y guardé el teléfono. Patricia me miraba.

-¿Todo bien?

-Todo bien. Ese idiota sigue en la oficina. ¿Puedes creerlo?

-Es un tipo responsable, comprometido con su trabajo –respondió Patty. Me jodía cuando se hacía la moralista, cuando en lugar de respaldar mis ideas, optaba por darme la contraria.

-Nada que responsable. No quiere ir a su casa porque ya está aburrido de su mujer. O porque fácil ha quedado en verse con su amante, la jefa de Marketing.

Patricia detuvo el carro en un semáforo en rojo.

-No quiero que empieces a despotricar del mundo sólo porque tu jefe te ha llamado para hacerte unas preguntas.

Moví mi mano, tratando de restarle importancia a la conversación. Patricia insistió:

-Te estoy hablando. No quiero que estés de mal humor, menos en un lugar donde habrá mucho licor.

Traté de reírme. Quise prender la radio, pero Patricia detuvo mi mano con la suya.

-Te estoy hablando –repitió.

Yo quería ignorarla, tratar de no avivar su preocupación, pero Patricia me conocía demasiado como para dejar pasar mi actitud por alto. Sabía perfectamente el derrotero de mi mal humor, la senda de mi insatisfacción. Sabía que lo más probable era que termine anclado en la barra del bar, tratando de acabarme todo lo que estuviera embotellado. Ya me había perdonado una vez, cuando gasté el sueldo entero de un mes en una fiesta con los compañeros de la empresa de valores, para desquitarnos por no haber sido considerados en los aumentos de sueldo. Luego empezó a perder la paciencia. Siempre que algo me salía mal, siempre que tenía algún roce con algún tipo de las altas esferas (que yo tanto odiaba), Patricia tenía que agotar esfuerzos tratando de ubicarme, lidiar noches enteras con mi celular apagado, con mis amigos borrachos, riendo de complicidad, incapaces de dar razón sobre el paradero de su novio. Patty decidió separar las cuentas de ahorros a partir de ese momento. Recuerdo que, de la cólera, rompí una vieja casita de madera que le había hecho su padre. Esa casita fue la que decidió su destino como arquitecta. Su padre fue un tipo ejemplar, que murió de cáncer cuando ella apenas terminaba la secundaria. Me tomó tiempo reconciliarme con ella. También me tomó tiempo aceptar que después de eso las cosas no serían iguales. Me alejé por un tiempo de mi inconformidad y mis rabietas. Pero ahí estábamos de nuevo, metidos en el auto, discutiendo por la misma tontería. Discutiendo, porque Patty ya no creía en mis desestimaciones, porque sabía que yo era un hombre experto en la materia de arruinarlo todo.

-No estoy de mal humor –le dije, forzando una sonrisa-. Sólo era un comentario.

-Ahórratelos para cuando estemos en casa, Santiago, ¿ok?

Acarició mi mano, frotándola con su pequeño pulgar. Sentí vergüenza. Siempre la sentía cuando me trataba como si fuera un niño.

Estacionamos sorteando a otros autos que estaban en el aparcamiento. Algunas amigas de Patricia saludaban desde la ventana, agitando sus manitas cargadas de anillos y baratijas. Al bajar, patricia las estrechó en brazos. Yo me acerqué con mi mejor sonrisa para saludarlas, también para estrechar las manos de algunos novios y esposos. Había más desconocidos que conocidos, y la lluvia de nombres me impidió siquiera recordar uno.

Entramos por el hall directo al bar principal luego del cual había una piscina y un ambiente enorme con mesas y una pista de baile. Había otro grupo de gente esperándonos. Patricia tomó mi mano, mirándome con ojos cómplices. Supe que se ha calmado, que necesitaba mi apoyo para manejarse ahí dentro. Un mesero nos señaló dos espacios en una de las mesas. Tres amigas más se pusieron de pie y se abrazaron con Patricia. Una de ellas estaba sola, la otras dos estaban con sus novios. Me fijé en los anillos de compromiso, nunca había podido darle uno a Patricia, aunque alguna vez le había prometido hacerlo. Se lo dije en una ocasión, cuando regresábamos de escuchar algo de música en un bar: “Te daré un anillo hermoso”, le dije. “Tendrás que levantar tu mano muchas veces porque todas querrán verlo”.

Dejaron dos botellas de whisky por mesa. También sirvieron vino, cerveza. Yo prefería el bourbon con cola, pero sabía que si pedía uno, la paz establecida con Patricia llegaría a su fin. “Te regalaría cualquier cosa, menos licor”, me dijo una vez, echados en el parque, mientras soplábamos unas Dientes de León que habíamos arrancado a escondidas de los vigilantes. Cuando mis excesos no invadían la atmosfera, nuestra vida era apacible. Solíamos pasar horas enteras acurrucados, conversando de todo lo que nos fuera posible, huyendo del frio. En los veranos, solíamos ir al parque, o a la piscina del club. Entonces podía resistir la vida gris sin recurrir al licor, sin prender un cigarro. Podía asirme a ella y salvarme de todo. Pero la vida se había vuelto para mí una invariable secuencia de actos robotizados: levantarme temprano, manejar, tráfico, llegar tarde, prender la computadora, trabajar, trabajar, trabajar, rogando siempre para que llegue el viernes; aborrecer el final de los domingos, llegar tarde a casa, cuadros, informes, sumas, restas; trabajar, trabajar, trabajar. Todo acompasado por las poses insoportables de mis gerentes. Me serví medio vaso de Whisky.

Las parejas salieron a bailar. Patricia sabía que yo detestaba el baile, así que rara vez me pedía que lo hiciéramos. Sin embargo, en aras de la tregua, decidí animarme.

-¿Bailamos esta? –le pregunté.

Patricia conversaba con una de sus amigas. Me miró brevemente y meneó la cabeza. Luego retomó la conversación. El novio de otra de sus amigas llegó a la mesa con unas bebidas energéticas. Palmeó mi hombro.

-Santiago, ¿verdad? ¿Cómo te va? ¿Sigues en la empresa de valores?

Pregunta incorrecta. Odiaba cuando me preguntaban sobre mi trabajo. De hecho, me había jurado a mi mismo darle 100 soles a cualquier persona que empezara una conversación sin el típico “¿cómo estás?” o “¿qué dice la chamba?”.

-No. Renuncié.

-¿Y dónde estás ahora?

-En una consultora de Recursos Humanos.

El tipo apretó los labios y empezó a asentir con la cabeza.

-Mira. Que genial. Oye, tengo un hermano que…

-No trabajo en selección de personal… –interrumpí. Sentí la mano de Patricia apretando la mía. El rostro del tipo empezaba a descomponerse.

-…Pero veré que puedo hacer por él.

Le di mi tarjeta. El tipo se puso a contarme sobre su nueva camioneta, comprada con un crédito vehicular de primera. Sus palabras empezaron a distorsionarse en mi mente, el tiempo volaba. Su novia se sentó a su lado y lo sujetó del brazo. Por momentos bebía de su vaso y acompañaba algunas de sus ideas con comentarios poco elaborados. Tuve la impresión que se querían, pero que mucho de ese cariño tenía a la camioneta y al dinero del tipo como garantes. La novia cortó la conversación:

-Y, muy aparte, ya hemos separado iglesia para el otro año.

Patricia y la otra amiga se desvivieron en felicitaciones. Me serví otra copa de whisky, esta vez más llena que la anterior.

“Espero que duren”, le susurré en el oído a Patricia, mientras otros aplausos se sumaban a nuestra mesa, amparado por la música de la pista de baile. Patty alejó su cabeza de mi lado y siguió aplaudiendo. Sus ojos me miraron con rencor.

Patricia siempre me había hablado de grandes iglesias y vestidos blancos. Sin embargo, en las bodas a las que habíamos asistido nunca se había animado por tomar el buqué, ni por participar de los ritos –a mi parecer, ridículos- de todas las bodas. Siempre concordábamos en que la boda debe tener significancia para nosotros, no para el resto, que bailar el Danubio delante de doscientas personas, bajar de un caballo o de una carroza, o hacer esas marchas protocolares y ridículas no tenían ningún sentido. La concordancia acababa cuando me oía vaticinar el tiempo que duraría un matrimonio. “No les doy ni cinco años”, me oía decir. “Siete, y eso es” o “estos han gastado su plata por las puras”. Montaba en cólera de inmediato. La ceremonia le podía parecer un ridículo completo, pero el amor, el amor para ella era algo sagrado. Lo respetaba en todos, y detestaba mis ínfulas de vidente, vaticinando el tiempo que duraría el amor para gente que ella estimaba. Yo le había prometido que nuestro matrimonio sería único. Que me tomaría el tiempo necesario y daría el cuidado debido para hacer una ceremonia decente. Nada de bobadas cursis ni fiestas con sombreros de espuma, globos y malabaristas. Me alejaría de lo ordinario, de lo absurdamente común. Luego nos iríamos lejos, por mucho tiempo. Hasta que los amigos más distantes empezaran a echarnos de menos.

-Lo siento –le dije una vez que los aplausos terminaron y las parejas se fueron a bailar.

-Siempre lo sientes. Lo que deberías hacer es ahorrarte los comentarios.

Me serví otro vaso de Whisky, y uno de cerveza para el “bajamar” (lo aprendí de un viejo amigo). Ni siquiera me tomé el trabajo de echarle hielo. El otro tipo que estaba en la mesa, también con su novia, se puso a conversar sobre algunas inversiones que su empresa pensaba hacer en el cono norte de la ciudad. La novia y el primer tipo empezaron a escuchar la conversación con fingido interés, más que todo con la cortesía que te nace luego de una felicitación tan prolongada como la que habían recibido. No escuchaban nada. Me parecía que seguían pensando en los aplausos, que seguían relamiéndose en las felicitaciones, los abrazos. Sus respuestas escuetas o la ausencia de respuestas me permitían comprobar mi sospecha.

Patricia volvió a enfrascarse en una conversación eterna con su amiga. Ahora conversaban sobre algunos proyectos de casas de playa, sobre la posibilidad de formar un estudio propio. Le serví un poco más de vino e insistí en pedirle que fuéramos a bailar. Se negó amablemente.

-Un ratito, nada más –insistí. Pensé que la idea le agradaría.

Ella volvió a negarse.

Me puse de pie, airado, y me dirigí a otra mesa. Mis pies empezaban a equivocar el compás de la marcha. Tendí mi mano ante una chica pelirroja que estaba sin pareja. Ella sonrió, pero se disculpó amablemente. Sentí un hervor en mi rostro. “No te preocupes”, le dije y di media vuelta. Patty ya no estaba en la mesa. Estaba en la pista, bailando con uno de sus amigos. Sequé la copa de whisky y serví un vaso mucho más demoledor. Me fumé dos cigarros completos esperando a que Patricia terminara de bailar. Cuando terminó, se sentó a mi lado, impasible. “No te vi en la pista”, me dijo, “fui con un amigo a darte el alcance”.

-¿Por qué me tratas así? –le pregunté. Mis palabras empezaban a trabarse.

-Porque no maduras, Santiago.

-¿A qué le llamas madurar? –le pregunté, mientras terminaba mi vaso y volvía a servir otro- ¿A aceptar la vida como te venga, a resignarte? ¿A someterte a una agria monotonía semanal?

Patricia tomó su cartera.

-Eres alguien que está inconforme con todo, Santiago. Que no tiene el valor para resolver nada. Que escuda su miedo en la cólera y en el alcohol.

-Te prometo que no volveré a hacerlo. No volveré a opinar sobre tus amigos.

Patricia tomó su cartera y se marchó. Fui tras ella. Mi teléfono empezó a sonar. Me detuve para contestarlo, angustiado por la figura de Patricia que se perdía por el hall, rumbo al aparcamiento. Era mi Gerente. Ni siquiera lo dejé hablar.

-¿No tienes una esposa en casa? Anda y atiéndela, huevón. Anda y cuida de tus hijas en lugar de estar acostándote con la flaca de Marketing. Y prepara mi liquidación de beneficios porque no pienso ir a tu oficina nunca más.

Serví los huevos en un plato y eché un poco en mi sándwich de jamón. Me preparé una taza de café para recomponerme. Trate de hacer memoria, pero todo lo demás se había evaporado junto con mi resaca. Recuerdo que subí al auto, que Patty manejaba y me pedía que me callara. Recuerdo que estacionó bruscamente cuando quise besarla. Tal vez en ese momento me caí, pensé, tal vez por perseguirla.

Busqué mi celular y marqué su número, pero me salía una voz grabada pidiéndome que dejara un mensaje. No me pareció correcto dejarle uno, sin saber que había pasado al final de la noche, sin tener en claro por qué habría llorado. Me asome a la puerta, donde la noche anterior nos habíamos besado antes de ir a la fiesta. La tarde era preciosa, con un sol imponente preparándose para la despedida. Un vecino pasó y levantó su mano para saludarme, le contesté con cierto nerviosismo, quise preguntarle si tal vez sabía algo de Patty.

Tarde o temprano sabría de ella. Su familia me diría algo, encontraría alguna pista en el chat o en las redes sociales. A fin de cuentas, nadie podía desaparecer de tu vida por completo. Patty sólo se había marchado, pero su recuerdo permanecía en la casa, en la nostalgia que empezaba a embargarme, en la idea aterradora de lo que sería mi vida sin ella. Estaba harta de navegar sin rumbo fijo, de vivir con un fantasma, con un tipo absurdo e inconforme que, como todo prometido, vivía en un ocaso perenne e imposible.

Respiré un poco del aire vespertino y regresé a casa. Decidí empezar limpiando el cuarto, dejando que el aire de la tarde lo renueve. Sólo entonces podría empezar a llorar por ella.

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Literatura

23 de abril, Día Internacional del Libro, ¿por qué se celebra en esa fecha?

En ese día, a nivel mundial, también se conmemora el Derecho de Autor.

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Leer o no leer, he ahí el dilema. Cada 23 de abril el mundo celebra el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, una fecha que destaca la importancia de la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual.

Esta conmemoración encarna el esfuerzo colectivo por promover el libro como pilar fundamental de la cultura y el progreso social. Además, durante esta fecha, distintas organizaciones buscan instruir a las personas sobre los derechos de autor, fundamentales para asegurar que los creadores reciban el reconocimiento y los beneficios económicos por sus obras.

El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor tiene su origen en una iniciativa de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que se remonta a 1995.

La UNESCO promueve esta jornada no solo como un acto de celebración sino también como un llamado a la acción para que gobiernos, instituciones educativas, bibliotecas, grupos culturales, autores y editores trabajen de manera conjunta en pro de la difusión del libro y la defensa de la propiedad intelectual.

23 de abril, la fecha elegida

La elección de esta fecha se debe a varios acontecimientos históricos relacionados con la literatura que coinciden en este día. El 23 de abril de 1616 murieron tres grandes escritores: Miguel de CervantesWilliam Shakespeare y Garcilaso de la Vega, aunque cabe mencionar que las fechas no son exactamente contemporáneas debido a la diferencia entre los calendarios juliano y gregoriano. Además, la fecha también coincide con el nacimiento o fallecimiento de otros destacados autores en diferentes años.

La celebración tiene como propósito principal incentivar a las personas a descubrir el placer de la lectura y respetar la invaluable contribución de los autores a la cultura y al progreso social.

La decisión de trasladar la Fiesta del Libro al 23 de abril de manera definitiva se tomó en España en 1930. La propuesta fue iniciativa del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, quien sugirió establecer una fecha específica para celebrar y fomentar la lectura entre el público de su país.

En 1995, después de varios años, la propuesta de la Unión Internacional de Editores, presentada por el gobierno de España a la Unesco, buscaba designar esa fecha como el Día del Libro a nivel global. El organismo especializado de las Naciones Unidas respondió rápidamente y aprobó la propuesta en el mismo año.

Biblioteca Ateneo, en Argentina, considerada con una de las más hermosas del mundo.

Actividades por el Día del Libro

Dentro de este marco festivo, la Alianza Francesa de Lima ya empezó a tejer una serie de eventos que se vienen desplegando desde el 13 y culminan este sábado 27 de abril en sus sedes de Miraflores, Jesús María y La Molina, marcando el inicio de las conmemoraciones.

La Alianza Francesa abrirá sus puertas en sus sedes de La Molina y Miraflores para acoger dos imperdibles ventas de libros de segunda mano. Estos eventos no solo presentan una excelente oportunidad para encontrar libros a precios inigualables, sino que también brindan la posibilidad de explorar una diversidad de géneros literarios. Con la promesa de hallazgos únicos y joyas escondidas entre sus estantes, estas ventas se convierten en el escenario perfecto para aquellos ávidos de aventuras literarias y tesoros ocultos.

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Literatura

40 años de poesía y terquedad

Entrevista a Ángel Yzquierdo Duclós por Julio Barco

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Por Julio Barco

Hace 40 años, Ángel Yzquierdo Duclós tomó la decisión más importante de su vida: dedicarse a vender libros en el Perú. Y no solo eso, sino a venderlos en la calle, y no en cualquier calle, sino en el mismo corazón de La Victoria, a unos metros de Gamarra, en la misma avenida Aviación. El poeta popular, cantautor de fina estirpe, promotor de la literatura peruana, entonces miembro de la ANEA, no se imaginaba que los siguientes años viviría, a puro esfuerzo, de la venta de libros y sus derivados. Esta es la historia de una pasión desesperada, pero también de un ejemplo para todos los pesimistas ilustrados.

1.Ángel, celebramos contigo, estos cuarenta años de entrega a la cultura del libro en el Perú, ¿qué significa para tu este casi medio siglo?

Hasta ahora no me he puesto a pensar, ah… yo vine acá solamente para ver si podía hacer un vals, una canción, un poema, un cuento. Ya pasaron 40 años, pero todavía no los he culminado. A lo mejor sí, pero en estos cuarenta años me sorprende descubrir que este sitio sigue siendo mágico. De tal forma, uno viene a diferentes sitios de Lima, pero algo me decía que acá estaba mi futuro no en dinero, porque en dinero podíamos hacerlo en otra parte, pero acá sucedía algo extraño, pero positivamente hablando. Así que hace tres (o dos años) me di cuenta de que habían pasado cuarenta años, y me siento contento conmigo mismo, como si fuera el primer día que empecé a vender libros en esta calle, entre la Avenida Aviación y con 28 de Julio. Un primero de abril de 1984.

En recientes encuestas, observamos que nuestra sociedad no consume más de cinco libros al año. En ese sentido, ¿cómo ves actualmente la realidad del libro en el Perú?

¿Eso es antes del celular o después del celular?

Después del celular…

Si antes del celular la gente leía poco, y como decía San Agustín, de lo poco, poco. Pero, no, es una mentira. Si nadie lee en el Perú entonces cómo me explicas que hay infinidades de editoriales, cómo me explicas, por ejemplo, que una sola obra alrededor del país lo masifiquen por dos mil, tres mil ejemplares; y los pongan como gancho en el Plan Lector. La gente lee, uno por obligación hablando en términos escolares, y hay que ser realista ahora es menos, pero siempre hay ese batallón humano que muere en su ley, que se desespera por los libros. O sea, hay pocos, por el celular disminuyó bastante, en el término escolar, universitario; pero realmente hay un buen ejercito humano que lee. Por ejemplo, tú lees, tú devoras libros y tienes una computadora en tu cerebro- Así como tú hay chicos que vienen y se alegran cuando viene, papá mira ese libro…Qué bacán, ¿no? Y su mamá y su papá le compran con cariño su libro, caray, y son pocos, escasos. Hay que ser bien tercos para seguir trabajando como librero, te das cuenta. Yo puedo poner otra chamba y ganar mil veces más que como librero, pero… me gusta pues. Además, los libros mientras yo todavía esté con vida, todavía van a seguir existiendo. ¿Por qué? ¿Qué es mejor? ¿Hacer el amor en la pantalla o en persona? Así es el libro con uno. Tú lo ves, tú lo palpas, sientes su vibra. Yo no sé qué conclusiones podrás sacar.

3.Al margen de tu faceta de librero legendario, sabemos que tú gran pasión es la escritura, de versos y valses, ¿Cuándo los lectores conoceremos tu hasta la fecha inédito poemario Albatros de la Esperanza?

Yo quisiera que sea este año, pero es bien difícil. Primero porque yo quiero hacer una edición de cincuenta mil ejemplares. Todos dicen que es una obra pero, ¿qué son cincuenta mil ejemplares para todo el país? Somos como veinte millones de lectores, te das cuenta… Yo quisiera imprimirlos, creo, pero económicamente hablando, no puedo… no puedo… yo quisiera publicarlo, pero como no he podido publicar mi libro Albatros en pleno campo de Agramante, y el otro que tú sabes, Pequeña garua del cielo limeño…lo pude publicar. Uno ya esperaba listo para publicarlo, mil ejemplares… pero quinientas ejemplares son de los amigos nomás. Si yo he rechazado la portada de los mil ejemplares. He roto las portadas. Y a ti te consta. Yo he pedido por mi libro tres mil dólares, porque con eso se iba a hacer una especie de ONG, con el auspicio de la Cachina peruana podíamos publicar más de cien poetas, escritores, de Piura, Tumbes, Ayacucho… O sea, nuestro país es rico en literatura, en narrativa. Yo quizá me muera y sin publicar, piña pues, pero estoy contento conmigo mismo. Ya si Dios quiere, si la doña dama me sorprende, están mis amigos que van a publicar mi obra póstumamente. Ya hay proyectos empaquetados para que vayan a la casa y simplemente después los editen. Ahora, ¡mis canciones! Quizás también me vaya de este mundo y lamente, valga la redundancia, que después de muerto me conozcan como compositor. Yo estoy contento conmigo mismo. Me voy a cualquier parte del Perú y recorro las pistas y comienzo a cantar mis propias canciones y es un placer de la putamadre, ¿no?

Ángel, el futuro es ahora: ¿Qué le dirías a los chibolos de nuestro país, lo que sueñan con los universos de los libros?

Pueden estar pegados a los celulares, porque es un buen material de información. Pero nuestros libros son como nuestros perritos fieles: los puedes tirar, abandonar, pero llega un momento donde ese libro te va a ser un bálsamo para ese día. Porque tu ánimo va a estar de acuerdo a lo ya escrito. Por más que venga la tecnología puedes tener tu libro en un rincón de cuatro paredes, hay que amar a los libros. Gracias a los libros estamos acá.

Vendes libros en una zona empapada de comercio textil y alimenticio, ¿Cuánto te ha costado mantenerte durante tantos años?

¿Qué es mantenerse en este rico oficio? ¿Cuánto me ha costado? Me ha costado. Yo he mantenido esto. La venta de libros. Mi función como librero me ha mantenido a mí. Recuerda ese poema El buen samaritano. Ya. Tuve un amigo que generosamente me ayudaba a cubrir los gastos que la poesía demanda placer dinero tiempo y dinero para compartirlo a los demás gracias a este negocio pude estilizar algunos textos. Y he sido monstruo en ventas. He sido varias veces vendedor de artefactos eléctricos en los setentas… Desde 1976, como tú que te enamoras y haces unas cuantas letras, sin pensar en tu puta vida que con el tiempo se iba a convertir en un oficio. Y me convertí en poeta y me convertí en compositor. Yo me voy a morir y estoy alegre conmigo mismo, pero eso no sirve como conformismo, sino que también hay que seguir sacándole jugo a la vida. Por eso, en un poema digo, hazte amigo de la muerte; por eso, cuando te vea simplemente te dé una oportunidad.

Gracias Ángel.

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Literatura

30 años de “Sieteculebras”, revista andina de cultura (1991 -2021)

“Publicar en Perú es cosa de locos… pero me gusta ser loco y seguiré con mi locura hasta que mi cuerpo y mis energías lo permitan”.

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Por: Mario Guevara Paredes.

En 30 años de «Sieteculebras» hemos publicado 50 números. Somos una revista independiente que no recibe patrocinio ni estatal ni privado, se mantiene vía publicidad, en un medio como el peruano donde las revistas culturales mueren en los primeros números porque el Estado no tiene una política cultural en torno a las revistas. Somos la revista independiente más longeva de Perú después de «Hueso Húmero» que todavía continua editándose.

En cifras, son más de 3000 páginas editadas hasta el momento. Hemos publicado desde artículos de ciencias sociales, como historia, arqueología, folklore, política y cine. Como también textos de crítica literaria, lingüística, ensayos sobre literatura peruana y latinoamericana, poesía, cuento, crónicas, entrevistas, fotografía. Y sobre todo hemos resaltado el trabajo de nuestros artistas plásticos peruanos. En 21 de las 50 carátulas ilustraron pintores cusqueños de varias generaciones, como también de otras ciudades fuera de Cusco, como Lima, Arequipa, Iquitos y Puno. Asimismo ilustraron pintores de Bolivia, Ecuador y México.

Articulos sobre poetas  peruanos  publicados en Sieteculebras

En los 49 números editados, se han publicado más de 70 artículos sobre la poesía de los peruanos: Juan del Valle Caviedes, César Vallejo, José Emilio Westphalen, Ángela Ramos, Carlos Oquendo de Amat, Washington Delgado, Gamaniel Churata, Alejandro Romualdo, Efraín Miranda, Javier Heraud, Juan Ramírez Ruiz, Enrique Rosas Paravicino, Vladimir Herrera, Antonio Cisneros, Ricardo Quesada, Boris Espezua, Andrés Alencastre (Kilku Waraka), Luis Nieto Miranda, Alberto Mostajo, Gustavo Pérez Ocampo, Raúl Brozovich, Ángel Avendaño, Jorge Flores Aybar, Ana Bertha Vizcarra, Edwin Segovia, Juan Alberto Osorio, Rosina Valcárcel, Leoncio Bueno, Yvan Yauri, Juan Gonzalo Rose, Domingo de Ramos, Sonia Luz Carrillo, Antonio Cilloniz, Carlos Velásquez Iwaki, Monica Carrillo, Catalina Bustamante, Enrique Verastegui, Houdini Guerrero, Dida Aguirre, Jesús Cabel, Amaro Nay, Mario Pantoja, Shelma Guevara, Antonio Cisneros, Ángel Avendaño Farfán, Alejandro Romualdo, Víctor Alvarado, Gloria Mendoza Borda, Leopoldo Chariarse.

Articulos sobre poetas  extranjeros  publicados en Sieteculebras

Como también de poetas de otras nacionalidades como: Octavio Paz (México), Jorge Luis Borges (Argentina), Pablo Neruda (Chile), Gabriela Mistral (Chile), Ernesto Cardenal (Nicaragua), Vicente Huidobro (Chile), Atila József (Hungria), Alejandra Pizarnik (Argentina), José Martí (Cuba), Alfonsina Storni (Argentina), Diamela Eltit (Chile), Juan Antonio Alix (Dominicano), Bernardo de Balbuena (España), Carmen Bruna (Argentina), Dulce María Loynaz (Cuba), Haroldo de Campos (Brasil), Allen Ginsberg (USA), Jorge Teillier (Chile), Vicente Hidobro (Chike), Sheyla Bravo (Ecuador), Nicanor Parra (Chile), Vinicius de Moraes (Brail), Roque Dalton (Salvadoreño), Nelson Romero Guzmán (Colombia), Raúl Zurita (Chile), Elvira Hernández (Chile), Tomas Tranströmer (Suecia), José Ángel Cuevas (Chile), Alvaro Mutis (Colombiano), Bruno Pino (Ecuador), Paul Celan (Rumania), Santiago Montobio (España).

Entrevista  a escritores peruanos y extranjeros

Ángel Avendaño, Alejandro Romualdo, Luis Figueroa Yábar, Pablo Guevara, Raúl Brozovich, Cronwell Jara Jiménez, Vladimir Herrera, Horacio Villanueva, Gustavo Pérez Ocampo, Oswaldo Reynoso, Luis Nieto Miranda, José Tamayo Herrera, Juan Zevallos Aguilar, Tomás G. Escajadillo, Feliciano Padilla, Francisco Lombardi, Miguel Gutiérrez, Zein Zorrilla,  Eduardo Gonzales Viaña, Alfredo Herrera, Mario Curasi, Feliciano Mejía, Pedro Granados, Tulio Mora, William Rowe (Ingles), Eraclio Zepeda (México), Martín Lienhard (Suizo), Luis Beiro Álvarez (Cuba), José Luis Iturrioz (España), Jorge Miguel Cocom Pech (México), César Itier (Francia), Pedro Antonio Valdez (Dominicano), Juan Villoro (México), Raúl Zurita (Chile), Bernardo Carvalho (Brasil).

Artículos sobre narradores peruanos

José María Arguedas, Oscar Colchado, Feliciano Padilla, Walter Lingan, Socrates Zuzunaga, Mario Guevara Paredes, Enrique López Albujar, Manuel Scorza, Enrique Rosas Paravicino, Francisco Izquierdo Ríos, Inca Garcilaso de la Vega, Ricardo Palma, Clorinda Matto, Julio Ramón Ribeyro, Miguel Arribasplata, Carlos Calderón Fajardo, Gregorio Martínez, Jorge Flores Aybar, Mercedes Cabello, Gregorio Martínez, Mario Vargas Llosa, Luis Nieto Degregori, José Carlos Mariátegui, Miguel Garnet, Luis Enrique Tord, Tomás G. Escajadillo, Alonso Cueto, Ciro Alegría, Carlos Rengifo, Houdini Guerrero, Gamaniel Churata, Antonio Cornejo Polar, Christian Reynoso, Ruben Sueldo Guevara.

Artículos sobre narradores extranjeros

Alejo Carpentier (Cuba), Jorge Luis Borges (Argentina), Eduardo Galeano (Uruguay), Carlos Fuentes (Mexicano), Italo Calvino (Italia), Augusto Céspedes (Bolivia), James Joyce (Irlanda), Augusto Monterroso (Guatemala), Sergio Pitol (México), Juan Bosch (Dominicano), José Saramago (Portugal), Gabriel García Márquez (Colombia), Alberto Blest Gana (Chile), Michael Foucault (Francia), Ernesto Sábato (Argentina), Lucio Cabañas (México), Victoria Ocampo (Argentina), Juan Rulfo (México), Juan Gabriel Vásquez (Colombia), Mo Yan (Chino), Patrick Modiano (Francia), Miguel de Cervantes Saavedra (España), Jorge Amado (Brasil), Eduardo Barrios (Chile), Eustaquio Rivera (Colombia), Gunter Grass (Alemania), Walter Benjamin, Gilles Deleuze (Francia), Ludwig Wittgenstein (Austria), Reinaldo Arenas (Cuba), Julio Cortázar (Argentina), Elisa Lerner (Venezuela), Carlos Monsiváis (México), Manuel Puig (Argentina), Sergio Ramírez (Nicaragua).

Poetas cusqueños cuyos textos fueron publicados en Sieteculebras

Carlos Velásquez Iwaki, Ana Bertha Vizcarra, Raúl Brozovich, Juan Alberto Osorio, Shelma Guevara Zamalloa, Beatriz Salas, Hugo Contreras Rosas, Martín Moya Delgado, Miguel Ángel Fuentes, Pasos Paz, Odi Gonzales, Luis Nieto Miranda, Harry Marmanillo , Juan Mescco, Yvan Yauri, Mario Pantoja, Orlando Granda, Willny Dávalos Orduña, Franklín Sequeiros Soto, Soledad Araóz Cartagena, Martín Zúñiga, Ángel Avendaño Farfán, Pavel Ugarte, Elías Jara, Jorge Vargas Prado, Luis Vargas Cereceda, Gonzalo Valderrama Escalante, André Chacón Santander, Luz María Crevosier, Américo Yábar Zevallos, Luis Calderón Ugarte, Jhon Paucar, Frida Ibañez Ayerve y Carlos Candia Muriel.  

Publicar revistas culturales es cosa de locos

Publicar una revista de cultura en Perú es cosa de locos porque en un país que no lee, que tiene pocas bibliotecas y contadas librerías, y que para el Estado la cultura no es asunto de prioridad nacional, es simplemente cosa de locos. Además, si esta publicación no recibe patrocinio alguno de una municipalidad, gobierno regional, universidad, organización no gubernamental, o de la empresa privada; es también cosa de locos.

Sin embargo, ¿qué motiva publicar una revista y que esta se mantenga durante años a sabiendas de los problemas económicos que ocasiona cada edición? Posiblemente es la simple vanidad de lograr algo que muchos quisieran realizar pero no lo hacen por la sencilla razón de que publicar no es rentable; es perder el tiempo, es de ácratas, de bohemios, de idealistas, de vagos; y sobre todo, no es considerado un trabajo. Así de simple, como no es trabajo, lo nuestro es cosa de locos.

Ahora bien, dicen que el tiempo es dinero, y tienen toda la razón del mundo: el tiempo es dinero. ¿Por qué creen que existen los ricos? Por el simple hecho de que no pierden tiempo, y menos editando revistas que pocos compran. Además la gente las quiere gratis, porque el trabajo intelectual es cosa de locos, y como es cosa de locos, no debe costar dinero. ¿Observaron alguna vez que un panadero les done sus panes, que un taxista no les cobre la carrera, que el peluquero les corte gratis el cabello, o que el canillita les obsequie el diario? Pero sí quieren que un escritor, poeta o editor de revistas les regale su producto de trabajo, algo que les cuesta interminables noches de insomnio, acompañado de febriles horas de desasosiego. Asimismo, el editor de revistas hace y consigue artículos, diagrama, corrige textos, vende publicidad, reparte revistas, etcétera, etcétera, etcétera.

Entonces, me reafirmo en lo mismo, publicar en Perú es cosa de locos. Debo estar bien loco, como muchos editores de mi país, para mantener “Sieteculebras” durante treinta largos años. Pero me gusta ser loco y seguiré con mi locura hasta que mi cuerpo y mis energías lo permitan.

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Literatura

Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa cumple 88 años

Amado por muchos y odiado por algunos, el premio Nobel de Literatura disfruta su cumpleaños con su familia en plena semana santa.

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Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936), conocido como Mario Vargas Llosa, sin duda es uno de los personajes más connotados en la historia peruana, por su calidad literaria y por haber alcanzado la cumbre en las letras, al cosechar a lo largo de su carrera diversos premios y en especial por ser designado como Premio Nobel de Literatura 2010.

Por ello, es considerado como uno de los novelistas contemporáneos más importantes y es uno de los autores supervivientes del boom latinoamericano.

Tapa de la novela La ciudad y los perros, publicada en 1963 por Seix Barral.

Varguitas como le llamó su tía y ex mujer Julia Urquidi, también se dedicó al periodismo y tuvo un programa televisivo ‘La Torre de Babel’ con interesantes entrevistas a personajes destacados, como Jorge Luis Borges y Corín Tellado; pero antes ya había incursionado en la prensa peruana, escribiendo para los diarios La Crónica y La Industria, hasta encallar en la legendaria columna propia, surgida en 1977 y llamada ‘Piedra de Toque’.

El Nobel peruano, soñó con ser presidente del Perú y estuvo a punto de lograrlo con el Fredemo, porque contaba con todo. El financiamiento millonario para su campaña, los mejores técnicos para aplicar las mejores políticas públicas y todo un equipo multidisciplinario de comunicación que lo colocaron como el candidato favorito; sin embargo, por decir la verdad en plena campaña electoral, al afirmar que su eventual gobierno tendría que aplicar la medida del schock económico para lograr estabilizar la economía peruana que García Pérez destrozó, perdió las elecciones en 1990, gracias a la campaña devastadora que le interpusieron los apristas para “allanarle” el camino a un profesor universitario de origen nipón, que luego de tomar el poder presidencial terminó siendo un dictador.

Tapa de la edición número 17 de la revista impresa Lima Gris publicada en 2019.

Entre tanto, Vargas Llosa se exilió en Europa y no quiso saber nada del Perú. Se sintió decepcionado y su derrota política quizá haya significado una de las más grandes frustraciones en su vida, aunque él lo haya negado en reiteradas ocasiones.

Sin embargo, el autor de Los Cachorros supo reponerse y reconciliarse con la tierra que lo vio nacer y tras vivir en Europa, siempre se afinca en Arequipa y en Lima, donde goza del cariño de los amigos, e incluso de los que no lo son, porque finalmente, siempre tendrán algo qué decir de él.

¡Feliz cumpleaños Mario y que sean muchos más!

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Literatura

Hijos del premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez lanzan al mercado la novela póstuma ‘En agosto nos vemos’

Tras diez años de la partida del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el 6 de marzo se realizará el lanzamiento de su novela inédita ‘En agosto nos vemos’.

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Finalmente se cumplirá lo que Gabo García Márquez les prometió a sus hijos, Gonzalo y Rodrigo; que, después de su muerte, ellos podían disponer de su obra como quisieran. Por ello, este miércoles 6 de marzo de 2024, llegará a las librerías de todo el mundo “En agosto nos vemos”, la novela póstuma del premio Nobel de literatura, justamente el mismo día que habría cumplido 97 años.

Precisamente, a mediados de 2023, Rodrigo García Barcha adelantó:

“Pensamos que el libro tenía muchos méritos y yo creo que de verdad los lectores van a apreciar el libro, porque es muy de Gabo, y eso se extraña. Él siempre nos dijo a Gonzalo y a mí que cuando ya no estuviera más, nosotros podíamos disponer de su obra como quisiéramos. De manera que, le tomamos la palabra”.

“Nuestra impresión, de mi hermano y yo, es que la falta de facultades que le impidió a Gabo acabar el libro, su pérdida de memoria, su pérdida de la concentración, también le impidió darse cuenta de que el libro estaba mejor de lo que él pensaba. Yo creo que cuando él decía que no funcionaba, era también porque estaba luchando por entender el libro, pero su estado se lo impedía. Volvimos a leer el libro y nos dimos cuenta de que estaba en mejor estado del que recordábamos. Entonces, decidimos que valía la pena rescatarlo y lo que se hizo fue una edición óptima de todas las varias versiones que él tenía. En ningún momento se alteró el texto, no hay nada allí que él no haya escrito. El libro es la mejor versión de lo que él escribió”, reveló a Infobae Rodrigo García Barcha.

Con esa respuesta, sus hijos, años después de revisar el manuscrito que escribió íntegramente su padre, y con las correcciones pertinentes, tras compararlo con las distintas versiones que alcanzó a escribir Gabo, decidieron rescatarlo.

Portada de la nueva y póstuma novela de Gabriel García Márquez.

La publicación saldrá a la luz, justo antes del décimo aniversario del fallecimiento de Gabo, el 17 de abril de 2014 y la revista “Lengua” de Penguin Random House dio un adelanto de “En agosto nos vemos”

Aquí las primeras líneas de la nueva novela inédita de Gabo:

“Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y cómo único equipaje un maletín de playa”.

Penguin España anunció el lanzamiento de la nueva novela “En agosto nos vemos”.

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Literatura

NUEVA EDITORIAL DE ARTURO DELGADO GALIMBERTI

Lee la columna de Rodolfo Ybarra.

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El reconocido escritor y periodista Arturo Delgado Galimberti (La Ruptura, Los Espejos del Infierno, Karma Instantáneo para John Lennon, etc.) ha decidido inaugurar una novísima línea editorial: Nuevos Artesanos Editores. Al respecto, aprovechamos para conversar con el autor de este y otros temas trascendentes en la industria editorial.

1.-¿Cómo así y bajo qué parámetros, un escritor decide fundar una editorial?

La idea de fundar una editorial siempre ha sido algo latente. Incluso en los años noventa creé una de similar nombre para publicar mi primera novela, La Ruptura, y a un par de poetas. De algún modo estoy retomando ese antiguo proyecto con Nuevos Artesanos Editores, pero con las exigencias de esta época marcada por las nuevas plataformas digitales. Por otro lado, no es para nada insólito que un escritor sea al mismo tiempo editor, como sabes acá en el Perú están los casos de Scorza y Congrains, para no remontarnos a uno de los mayores pensadores que tuvimos, José Carlos Mariátegui. Y hay muchos ejemplos más.

2.-¿No crees que el mercado editorial está copado de alguna manera, hay una atomización de editoriales pequeñas y medianas que no logran hacer el balance con las editoriales mainstream?

Creo que, para decirlo deportivamente, pertenecen a ligas diferentes. No es posible competir con las transnacionales en ningún rubro, no solo editorial. Sin embargo, a pesar de la atomización de las pequeñas y medianas editoriales, la demanda a esa escala aún no ha sido cubierta del todo, sobre todo si se tiene en cuenta que muchos autores optan por editoriales con cierta presencia mediática, pero que no satisfacen los mínimos criterios de calidad y credibilidad.

3.-¿Qué es lo nuevo o lo novedoso que estaría ofreciendo tu editorial?

En principio, algo que parece elemental, pero de las que muchas carecen, un verdadero sentido editorial. No es una editorial para todo el mundo, sino para cierto tipo de autores. Y una clave la da el nombre del sello: Nuevos Artesanos. Toma la idea de las vanguardias, que irrumpían contra el concepto de Arte como institución y que reivindicaban el rol de artesano del verdadero creador. A partir de allí, mi intención es que la labor de editor y el compromiso con el autor sea permanente, y eso incluye la preocupación por la difusión de su obra en todos los medios y canales posibles. Por esa razón, un objetivo de esta primera etapa es tener un catálogo de obras que pueda cimentar el prestigio y la identidad del sello. Eso presupone, por supuesto, un filtro en relación con las propuestas estéticas que me parecen pertinentes y se condicen con el enfoque de la editorial. Si bien no se puede renunciar a la posibilidad de hacer un servicio por el servicio mismo, desde ya sólo me interesa incluir dentro del catálogo y las colecciones del sello a los autores y obras que se desmarcan de quienes tienen un prurito comercial y nulo pensamiento crítico.

4.-¿Estaríamos hablando de una editorial de culto (que no es lo mismo que una editorial de élite)?

Bueno, la identidad de la editorial se irá perfilando en su catálogo, pero repito, sí hay una intención de ser una vitrina de escritores en la medida de lo posible con una postura crítica ante la realidad y un trabajo ficcional sobresaliente.

5.-¿Estarías dispuesto a hacer alguna alianza con otras editoriales o trabajar en plataformas anchas, red editoras, etc.?

Por supuesto, eso ya ha sido conversado por el equipo que me acompaña en este proyecto, pero considero que ese tipo de alianzas pueden darse a mediano plazo. A corto plazo, creo que la tarea que queda por desarrollar es constituir un catálogo mínimo que deje en claro para los lectores y los autores la identidad y singularidad de la editorial.

6.-El trabajo de un editor es más amplio que el de un impresor, esto parece que se confunde cuando el escritor busca precios bajos y se encuentra con los “manchapapeles”. Y al parecer, es difícil para un neófito ver las diferencias. ¿Podrías explicarnos este punto?

Sí, es muy común que muchos autores, por ahorrar costos, prefieran prescindir de editores y recurrir directamente a una imprenta. Es cierto también que a veces es difícil distinguir entre algunos “editores” y un simple impresor (lo digo negativamente). Y como escritor, editor, corrector y ante todo lector, formado en Literatura en la universidad de San Marcos, ese lastre lo he notado incluso entre editores muy solicitados. Y me refiero a la falta de pulcritud de los textos publicados, que usualmente están llenos de erratas, algunas bochornosas. Además, un buen editor garantiza que el libro impreso no se deshoje a la segunda leída y que el diseño de portada y diagramación no sea realizado de manera chapucera. Y finalmente interviene en todo el proceso de edición del texto, que no solo ve la corrección gramatical y ortográfica, sino por ejemplo la pertinencia del título con relación a la obra, observaciones sobre el contenido, y los llamados paratextos. Obviamente para esa tarea, un prerrequisito es leer con ojo crítico cada obra presentada, lo cual en nuestro medio no es lo común entre los editores, que apenas leen los libros que publican, aunque sí facturan. Y entre los que sí leen, la mayoría quizá son buenos escritores o poetas, pero no son gramáticos, y por tanto, suelen cometer pifias tras pifias.

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Cultura

Mi epitafio lleva tus versos

Lee la columna de Joe Guzmán

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A fines del año pasado, Nectandra Ediciones publicó el poemario “Dedicatorias” de Carlos Tataje, gran referente de la poesía liberteña y recientemente fallecido. Carlos Santa María, director de la editorial, tuvo la gentileza de pedirme un texto que sirviera como prólogo para dicha edición. He aquí el texto:

Conservo su imagen como la descubrí aquella noche del 2010, mientras recitaba a Martín Adán en un bar del centro de Trujillo. Conservo su imagen severa, presuntuosa, insobornable y arrogante como la de alguien que sabe que no es profeta en su propia tierra. En ese entonces, yo tenía diecinueve años y él cincuenta y uno; yo acababa de ingresar a la universidad y él de ganar el Copé de Plata en Poesía. Él se hallaba en camino de ser un autor consagrado; yo, de intentar alcanzar una vocación que hasta el día de hoy me es un poco esquiva. Ahora, recordando todo esto, comprendo que el tiempo no es más que una metáfora inefable, extraña e intraducible.

Él podía ser todas las épocas, los lugares y los escritores que amó hasta el fin de su vida (Homero, Borges, Cervantes, Vallejo, Wilde, etc.); pero a veces simplemente solía ser Carlos Tataje: pintor, declamador, poeta, narrador y estudioso de las civilizaciones primitivas y de la filosofía inca.

Su postura artística me hace recordar a los escritores poco reconocidos que formaron parte de las insurgencias provincianas (el grupo “Norte” en Trujillo, “Aquelarre” en Arequipa, “Orkopata” en Puno) y que cuestionaron un modernismo desgastado en las primeras décadas del siglo XX, para luego explorar e iniciar los nuevos caminos de la vanguardia peruana y reivindicar el mundo andino. Esto último conllevó a que, en el 2018, saque a la luz, fruto de una investigación de más de treinta años, unos pocos ejemplares de “Fundamentos y pensamiento mágico”, la primera parte de su monumental obra llamada “Mundo Inca”. En ella nos mostró distintos elementos que sirven como herramientas para una mejor interpretación de la cosmovisión prehispánica. Cabe decir que tampoco está exento de polémicas y discusiones.

Pero el objetivo de este texto es comentar su obra poética, aunque esta también tenga como punto de referencia lo histórico.  Son tres los poemarios que se conocen de él: “Dedicatorias”, “Epitafios” y “Kay Pacha”. Los dos primeros formaban uno solo, pero los tuvo que dividir para poder participar en distintos concursos. Así que uno lo envió a Madrid y el otro a Lima. Los dos salieron ganadores. Con “Dedicatorias” recibió en el año 2002 el Premio Gastón Baquero, convocado en Madrid por la editorial Verbum. Con “Epitafios”, siete años después, ganó el Premio Copé de Plata. Asimismo, Kay Pacha” quedó finalista en el Premio Copé del 2015.

En “Dedicatorias” y “Epitafios” se poetiza la vida y obra de personajes que pertenecen a distintos ámbitos: filósofos, matemáticos narradores, conquistadores, políticos, poetas, religiosos, pintores, cantantes, emperadores, reyes, científicos, etc. En cada discurso poético, Tataje demuestra el amplio conocimiento que posee, además de su gran habilidad para construir imágenes simples y herméticas. La escritura, entonces, consolida un gran diálogo histórico, a través de una apropiación estilística, rítmica, musical y, en algunos sentidos, psicológica.

En “a Isidore Ducase, Conde de Lautreamont”, por ejemplo, refleja la energía de la agresión (la violencia es un pretexto en el proceso de aprendizaje) y la exaltación de una vida no convencional y enjuiciadora que caracterizaba la poética del escritor uruguayo:

Ya tengo las armas, Isidore:

he pulido el brillo de las navajas de dientes de escualo,

arden las hogueras de ginebra y el aroma

               ya embriaga a los querubines más apetitosos.

Adelante, falso Conde Maldoror, ¡adelante! …

¡Eah!, atrás Escrúpulos,

aliaos con la aristocracia para terminar con ella

En “a Zhuang Zé”, construye un juego verbal a partir del texto “Sueño de mariposa”, siguiendo la premisa junguiana de que las creaciones literarias pertenecen al mundo onírico y que un autor no es inventor, sino un explorador que se sumerge en su propio inconsciente y en su propia tradición literaria.

Soñé que soñaba contigo

un sueño que no tuviera testigos.

Sueño de vigilia y de absoluto

silbos y luciérnagas, todo junto.

La luna sosiega los campos,

Y el mundo duerme tan cansado.

Mención aparte merecerían “a César Vallejo” y “a Arthur Rimbaud”, dos de los poemas más logrados de “Dedicatorias”. Los títulos indican un destinatario en específico, generando una atmósfera más íntima y personal entre el sujeto empírico, el locutor y los enunciadores.

El texto que sirve como el núcleo de su poética es la dedicada a Edgar Lee Masters (se encuentra en “Epitafios”), autor de Spoon River, gran obra polifónica que reúne a más de doscientos poemas en forma de epitafios.

Son tres las influencias que puedo percibir en Tataje:

  • El recurso de la simultaneidad de voces que forman parte de su corpus poético, descubriendo el carácter polifacético de la vida y la complejidad de las vivencias humanas.
  • La Antología Palatina, colección de poemas, en su mayoría epigramas, escritos durante el periodo clásico de la literatura griega. Resaltan por su brevedad, de dos a ocho versos, aunque hay unos pocos que son extensos. Fueron escritos para ser grabados en inscripciones de tipo sepulcral. Esta obra sirvió como influencia para otros poetas como Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Fray Luis de León, entre otros.
  • Los poetas satíricos romanos que en el pasado enjuiciaron a sus contemporáneos. En algunos poemas, Tataje recurre a la ironía y al sarcasmo para generar una crítica severa hacia algunos personajes.

Los hablantes líricos se adecuan al tono y contexto del poema, la gran mayoría de ellos están en segunda persona, generando un desdoblamiento de la personalidad en el campo de la ficción. Además, encontramos una variedad de propósitos (homenajes, admiración, crítica, acusación, etc.) hacia cada uno de los destinatarios. Lo curioso es que el único que aparece en ambos poemarios es Borges. Quizás por compartir la fascinación hacia el intelecto y encontrar la verdad en lo estilístico.

“Epitafios” y “Dedicatorias” se ven enriquecidos por la confrontación entre discursos ilustrados y populares, demarcando una gran heterogeneidad poética y enalteciendo la labor de un poeta auténtico, ambicioso y crítico que exige conocimientos a sus lectores. Para Tataje es un acierto no elegirse uno mismo como materia de su obra. La despersonalización requiere de una gran destreza, y en ella demuestra su talento y singularidad en la tradición de la poesía peruana. 

Su postura estética evita la protesta personal, la catarsis y la retórica, iniciando una gran búsqueda hacia la poesía crítica y clásica, en su forma erudita, minimalista, atemporal, extravagante, vitalizadora, trágica, irónica y acusadora.

Sinceramente a mí me creen escritor, pero yo solo soy un poeta, que es una extraña especie de la que no encuentro muchos ejemplares, me comentó alguna vez.

Gaston Bachelard menciona que el ser humano debe sufrir una metamorfosis con la verdadera poesía y que esta tiene una tendencia, casi invencible, de regresar a la vida.

En este libro, Tataje nos demuestra que el fenómeno poético pertenece al espacio de la antropofagia y de la ritualización, ya que, en cada texto, el sujeto lírico manifiesta una invocación sagrada para reconstruir el mundo y reconstruirse a sí mismo, a consta de los demás. 

Tu poesía, querido Carlos, es una pakarina andina que siempre arrojará cenizas, verbos y huesos al viento y hacia nosotros, tus lectores.

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Literatura

Mario Vargas Llosa anuncia su retiro de la literatura

‘Le dedico mi silencio’ será su última obra del Nobel de Literatura del año 2010.

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Considerado el mejor escritor peruano de todos los tiempos, merecedor de un Nobel de Literatura en el año 2010, virtuoso con su pluma para crear historias notables sobre un hombre corriente o de un dictador extranjero. El escritor arequipeño Mario Vargas Llosa ha decidido poner el punto final a su extensa carrera literaria con una última obra próxima a publicarse.

El escribidor. Nobel peruano cierra una magnifica producción literaria. Foto: redes sociales.

El autor de ‘Conversación en la Catedral’ aseguró que el ensayo ‘Le dedico mi silencio’ dirigido al filósofo Jean Paul Sartre será su carta de retiro para la literatura de ficción. Dicho ensayo se encuentra anunciado que llegará a las librerías el próximo 26 de octubre.

Cabe mencionar que la última obra de ficción del octogenario escritor será publicada por la editorial Alfaguara simultáneamente en todos los territorios de habla hispana. El libro cuenta la historia ambientada en el Perú sobre un hombre que soñó un país unido por la música y que enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara.

El escritor contó que terminó de escribir el borrador de su novela en Madrid, en abril de 2022, comenzó a corregirla en mayo y que, desde entonces hasta final de ese año, estuvo haciendo pequeños cambios.

Hace unos meses, tras estar por unos días en el Perú, Vargas Llosa manifestó que pudo dar por concluida su novela. “Ahora, me gustaría escribir un ensayo sobre Sartre, que fue mi maestro de joven. Será lo último que escribiré”, resaltó Mario Vargas Llosa al término de la nota final de su libro.

Última obra de Vargas Llosa dejará un largo ‘silencio’ en el ambiente literario. Foto: Alfaguara.

‘Le dedico mi silencio’ es una obra que mezcla ficción y ensayo, para hablar de un tema que obsesiona al autor desde hace años: la utopía, aunque, en este caso, aborda una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto.

La novela, que dedica a su exesposa, prima y madre de sus tres hijos, Patricia, transcurre a principios de la década de los noventa, en plena ofensiva terrorista de Sendero Luminoso, en un país fracturado y asolado por la violencia.

‘Le dedico mi silencio’ es la vigésima novela del laureado escritor de raíces arequipeñas, que publicó la primera de ellas, La ciudad y los perros, hace 60 años, en 1963.  Entre las obras más icónicas del académico peruano figuran: Conversación en la catedralLa casa verdeEl pez en el aguaLa fiesta del chivoLa guerra del fin del mundo, entre otras.

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