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Pintura

Congreso premió a tres artistas plásticos ganadores del concurso de pintura

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De un total de 280 artistas plásticos que participaron el viernes 1 en el primer concurso de pintura organizado por el Poder Legislativo, fueron premiados trece pintores en el marco del programa “El Congreso hace docencia”. La ceremonia de entrega de premios estuvo presidida por Yary Valencia de Zumaeta, presidenta del Comité de Damas del Congreso, quien hizo entrega del primer premio a la artista Gladys Loayza, de Lima, que pinto el Hall de los Pasos Perdidos. Ella fue premiada con 3 mil nuevos soles. El segundo lugar fue para Julios Sobrino; y Jusepi Mendiola, obtuvo el tercer lugar. Los diez restantes tuvieron una mención honrosa y recibieron una colección de libros del Fondo Editorial del Congreso.

Participaron artistas plásticos, profesionales y aficionados de Lima y provincias, quienes demostraron todo su arte creativo para promover la riqueza monumental del Palacio Legislativo y sus alrededores. En esa fiesta recreativa del arte los participantes se ubicaron en diversas áreas y ambientes dentro y fuera del Congreso junto a sus atriles para describir, a través de sus pinceles, los escenarios del edificio del Palacio Legislativo (Hemiciclo de Sesiones, Hall de los Pasos Perdidos, Sala Luna Pizarro, salas Grau y Bolognesi, entre otros) y en los exteriores: Plaza Bolívar, Museo de La Inquisición, Museo Afroperuano, etc. El certamen fue organizada por el Departamento de Participación, Proyección y Enlace con el Ciudadano del Poder Legislativo como parte de los diferentes actividades del programa “El Congreso hace docencia”.

http://www2.congreso.gob.pe

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Pintura

Enrique Polanco: “Muchos curadores han querido matar la pintura, pero eso es imposible”

Enrique Polanco Carbajal no solo pinta, narra con color texturado lo que la ciudad calla. Cronista del alma urbana y testigo silencioso de la memoria callejera, su obra no se limita a perdurar; también sacude, emociona e interpela. Durante dos décadas, se mantuvo alejado de los circuitos oficiales del arte, después de una intensa etapa en galerías entre 1983 y 2002. Pero en 2025, su regreso fue un hito: la muestra “Dos décadas de color y memoria (2004-2024)” en el ICPNA de Miraflores reunió 58 lienzos que trazan un mapa íntimo del Perú social y emocional del siglo XXI. Polanco pinta las calles sin filtros ni ornamentos y su obra respira con la ciudad como quien rescata la esencia de lo invisible.

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Enrique Polanco Carbajal no solo pinta, narra con color texturado lo que la ciudad calla. Cronista del alma urbana y testigo silencioso de la memoria callejera, su obra no se limita a perdurar; también sacude, emociona e interpela. Durante dos décadas, se mantuvo alejado de los circuitos oficiales del arte, después de una intensa etapa en galerías entre 1983 y 2002. Pero en 2025, su regreso fue un hito: la muestra “Dos décadas de color y memoria (2004-2024)” en el ICPNA de Miraflores reunió 58 lienzos que trazan un mapa íntimo del Perú social y emocional del siglo XXI. Polanco pinta las calles sin filtros ni ornamentos y su obra respira con la ciudad como quien rescata la esencia de lo invisible.

En una fría mañana barranquina, Lima Gris visitó su taller para conversar con este artista entrañable, que ha hecho del arte un acto de memoria viva. Aquí el encuentro con Enrique Polanco.

¿Cómo te sientes después de todo este tiempo de trabajo que terminó en tu reciente muestra?

La exposición ha sido bastante exitosa, en cuanto a critica y en cuanto a comentarios. Y para nosotros los pintores sería falso decir que no nos gusta que digan—qué buena muestraporque así nos suben un poco el ego. Entonces, por esa parte, perfecto. Esta es una muestra de mis últimos 20 años de trabajo.

¿Cómo surgió la idea?

¿Por qué se me ocurrió hacer esta muestra? porque yo, en esa misma sala, en la Krüger Espantoso, en el año 2004 tuve una muestra antológica también muy grande, así como la actual, que abarcaba desde 1980, en mis inicios y llegaba hasta 2004. Entonces, esta muestra es un poco la continuación, de 2004 hasta 2024.

Considerando que eres un poco reacio a exponer

Yo en los últimos 20 años he expuesto muy pocas veces. Creo que tres veces, no soy un pintor que expone cada dos años, o cada año.

Desde tu perspectiva de artista, ¿qué diferencia ves en tus trabajos de hace 40 años, respecto de los que has presentando actualmente?

En mis inicios desde 1980 al 2018… básicamente en los trabajos del 80, yo era un expresionista rabioso, al estilo Herskovitz, más que nada. Y no al estilo Humareda, o al expresionismo norteamericano de los años 40. Yo en el año 84 parto a China con una beca de cuatro años, y allí cambió bastante mi concepción del arte, entonces cuando regreso, decido que ya no me interesa la información de las formas para querer decir algo, y opto por la figuración, que al final es una figuración expresionista, porque mi gama cromática es expresionista. Entonces, todos los pintores expresionistas tenemos coincidencias con Van Gogh, con Gauguin y con las primeras cosas de Altamira, porque el expresionismo es un lenguaje, no es una moda.

China te dio el silencio…

Eso es cierto. Me fui a China y como te dije, yo era un expresionista rabioso con mucha deformación de las imágenes. Entonces, al ver tan buena pintura asiática, allí cambió mi concepción. Te hablo de pintura clásica china, no estoy hablando de los pintores chinos que yo encontré en esa época.

En tu exposición no hubo curador; sin embargo, sí hubo museología ¿cómo se montó la muestra?

No. Yo no quise un curador. No necesitaba curador. La mayoría de obras son de mi propiedad, o la tienen familiares. Yo pensé que todos los 58 cuadros estaban parejos, podían convivir todos juntos, y ¿para qué necesito un curador, pues? no lo necesitaba. 

‘El Buque’, de Enrique Polanco.

No has tenido las mejores relaciones con las galerías del circuito artístico en los últimos años, pero los amigos y espectadores cuando se encontraron con tus trabajos y contigo en la inauguración y en las visitas guiadas, te adoraron. ¿Qué sentiste?

Sí. Más que el calor de la amistad, sentí el calor de la gente, porque hay mucha gente que yo no conozco, que no son amigos míos, pero les interesa muchísimo mi trabajo y salían felices de las visitas guiadas. Y eso es un poco alimentar el ego—digamos—pero de una manera sana, porque en el fondo, me da alegría eso. Pero yo no me la creo toda, porque sigo aprendiendo día a día. En pintura mientras más sabes, se complica más la cosa.

¿Uno nunca deja de aprender?

No, jamás. Como te digo, mientras más sabes, se pone más complicada la pintura.

¿Por qué?

Porque, evidentemente, si sabes más, ves tus errores más fácilmente.

Enrique Polanco en plena entrevista. Foto: Stefano Bermellón.

En pleno siglo XXI cuando asistimos a algunas exposiciones, usualmente vemos grandes instalaciones de arte conceptual contemporáneo y postmoderno. Sin embargo, tu exposición que ha sido un éxito, representa a la pintura de caballete tradicional

Si, claro, acá en Perú ha sucedido algo. Muchos curadores, mucha genteque entre comillas—entendía de arte, han querido matar la pintura, pero eso es imposible, pues. El arte conceptual a mí no me interesa, pero tampoco es que diga—que eso es un mamarracho—no. Hay arte conceptual… y arte conceptual. Entonces, hay que diferenciar eso; hay cosas buenas y hay cosas “mamarrachientas”, tipo el plátano pegado a la pared, de cien mil dólares, o de doscientos mil dólares.

¿Y que le enseñabas a tus alumnos?

Yo he sido profesor de pintura muchos años en Corriente Alterna; entonces eso educó mi ojo y me hizo también aprender a ver lo mejor de cada persona, en cuanto a pintura ¿no? entonces es muy difícil que yo te diga—eso es un mamarracho—No.

¿Entonces, hay respeto por las obras de los artistas conceptuales?

Desde luego, sí claro. Yo tengo un respeto por todos los artistas. Que unos me gusten más; que otros me gusten menos, y que de otros no me interese lo que hacen, no significa que yo no les tenga respeto.

¿El dibujo es importante?

Bueno, si eres un pintor figurativo, evidentemente que sí. Yo soy un pintor figurativo expresionista y voy en búsqueda de algo nuevo. Yo le llamaría una nueva figuración, algo que no se haya hecho. En realidad, poniéndome a pensar ahorita en esto, cada pintor es un mundo, y es difícil que se repita en otro.

No te puedes quejar, la prensa te ha tratado muy bien con esta nueva muestra

Sí, mejor ya imposible. Yo creo que la muestra se vio bien. Fue bien pareja.

¿Se vio bien porque no hubo curador?

Por eso que te dije que yo fui mi propio curador, porque consideraba que todo lo que tenía a mi alrededor era digno de colgarse. Entonces, tú al ver la muestra en general, no hay nada que desentone y que digaseste cuadro no ha debido estar, y que es malo, en comparación de otro—. Todo tiene un nivel.

Yendo un poco al plano general, el arte nos ayuda a sublimarnos, motivarnos y a tener más ideales

El arte, verdaderamente, como tú dices, sublima al ser humano. Ahora, lo difícil para el artista es hacer detener al espectador. Que se detenga alguien ante un cuadro tuyo, ya es bastante. Porque a veces tú ingresas a una muestra, le das una vuelta y te vas. Entonces, el arte para mí debe ser una ventana abierta que te haga viajar al infinito, que te haga sentir que estás vivo. Los títulos nunca me han interesado mucho, yo tuve que poner títulos a los cuadros porque el ICPNA quería títulos para el catálogo, entonces traté de ponerle títulos a todos. Pero a mí lo que me interesa es: qué es lo que ve el espectador.

El público finalmente es quien deberá ponerle el título que desee

Lo interesante es ser saber qué es lo que ve la gente.

Obra de Enrique Polanco.

Háblanos de tu amigo Víctor Humareda

Yo tuve la suerte maravillosa de conocer a Víctor Humareda cuando era muy joven en mis primeros años en la Escuela de Bellas Artes. Él iba generalmente todas las mañanas a la escuela, pero la gente no lo “empelotaba” mucho porque pensaba que era un loquito. Pero él me aceptó como amigo, a pesar que yo era un muchacho de 20 años. ¿Qué habrá visto en mis cuadros? de repente habrá visto algo, por más malos que eran. Yo he sido profesor muchos años y he visto cuadros malos, pero tú dices—este ‘pata’ tiene talento—entonces, pienso que Humareda vio eso en mí. Yo lo visitaba durante años, al Hotel Lima, dos veces por semana y allí en su habitación conversábamos.

Eras un miraflorino que andabas en La Parada

Yo era un muchacho que vivía en Miraflores, y que solo se movía entre Miraflores y Barranco. Entonces cuando yo llegué a la escuela en Barrios Altos—te confieso que nunca había ido allávi otro mundo, otros colores, otros olores y otro ‘todo’. Y cuando iba a La Parada era mayor la sensación, porque con Víctor salíamos a caminar en esa zona brava. Me acuerdo haber subido con él a los burdeles.

¿Te refieres a San José?

Pero no a ‘ocuparme’ evidentemente, porque eran burdeles de quinta categoría. Pero con él subíamos, me hablaba y me conversaba. Humareda me puso las primeras inyecciones de color en las venas.

Pintores y amigos Víctor Humareda y Enrique Polanco. Foto: Herman Schwarz.

Entonces, Humareda te dio un gran aporte

Pues, lógico. Humareda nunca fue mi maestro, ¿y que yo pinté con él? jamás, nunca. Yo solo tenía la oreja bien parada, de todo lo que él me decía. Él fue mi maestro de esa manera. Él era un extraordinario pintor, pero muy poca gente conoce al Humareda humano. Casi todo el mundo se refiere al Humareda bufón, que bailaba, pero conversar con él era maravilloso. 

Hablemos de la coyuntura actual ¿Cómo ves las cosas en el país?

Sobre la situación en el país, ya todos sabemos que es el caos total. El Perú nunca ha estado bien, pero nunca hemos estado como ahora. Yo creo que la gran decadencia aparece con el ‘lapicito’ y eso es triste, porque nos enseñó que no solamente los blanquitos de dinero roban, sino, que la gente tipo Castillo—el analfabeto que llegó a la presidencia no sé cómo—desde el primer día empezaron a robar.

¿Se cayó el mito de que los izquierdistas se preocupan por el bienestar del pueblo?

Mira, en este momento, yo ya no creo ni en derecha, ni en izquierda, ni en el costado, ni en el de arriba y abajo. Yo aplaudiré al que lo haga bien. A esa conclusión he llegado.

¿Siempre fue así?

De Belaúnde para adelante—que es lo que yo recuerdo cuando tenía 18 años—y te digo que no fueron grandes gobiernos tampoco. Belaúnde era un tipo honrado y si tú miras los gabinetes de gente cuestionada, porque hicieron latrocinio y medio en el gobierno, pero tenían unos gabinetes de lujo. El mismo Toledo, el mismo Humala y el mismo Fujimori en su primer gobierno.

¿Acaso no había ministros lambiscones?

No. Pero es que con el ‘lapicito’ entra la gente menos preparada del país. Por ejemplo, Castillo echa a un lado al Sutep, tradicionalmente el sindicato fuerte de los maestros, y mete en Palacio al sindicato de maestros del Conare; eso es lo primero que hizo. Y allí empieza el robo en todo el país.

Felizmente los artistas están librados de eso y se ponen a crear

Sí, pues. Para un artista su taller es su universo, es su mundo. Al menos para mí. En la calle ya no hay nada qué hacer.

¿Cuántos años tienes de artista?

Yo egresé de la Escuela de Bellas Artes en el año 80 y allí empieza mi producción pictórica profesional. Por eso en la anterior muestra antológica grande que tuve, yo puse trabajos de 1980 hasta 2004. La pintura es un oficio que no se termina nunca.

La ‘academia’ es muy importante en el arte, pero la ‘calle’ es mucho más importante

La academia fue muy importante para mí, porque allí estaba en contacto con cincuenta jóvenes que en esa época pensábamos más o menos lo mismo. Todos queríamos ser grandes pintores. Un grupo de alumnos dijimos en algún momento—ya basta de estar dibujando calcos clásicos, como el Moisés y el David—. Y dijimos—vamos a pintar en la calle—y salíamos todos los días a pintar en las calles de Barrios Altos y también en el Rímac. En esa época podías hacerlo todavía, a pesar que la escuela de Bellas Artes está situada en un sitio bien ‘achorado’, pero la gente de la zona no se metía con los alumnos de Bellas Artes.

¿Pintaban en la calle Tigre?

Nos sentábamos en una esquina, sacábamos nuestras acuarelas, porque la acuarela es el material que se presta más para hacer apuntes rápidos; pero eso ya es imposible hacerlo ahora. Porque hoy tú te paras en una esquina para dibujar—o te matan, o te roban—. La gente se puso brava, y se malogró eso de poder a salir a las calles a dibujar cuando aparece la pasta básica de cocaína. La pasta es sumamente adictiva y los pasteleros cuando se quedaban sin un ‘tabacazo’, salían a ‘cuadrar’ al primero que veían. Y nosotros acabábamos tomando ‘chelas’ en los bares. Eran otras épocas. Ahora para mí, el recurso es la fotografía, pero no debemos competir con la fotografía.

El éxito de una obra radica en la buena composición y perspectiva fotográfica

Pues, claro. Allí está el ojo del artista. Desde el momento que tú eliges qué fotografías… ahí comienza todo. Porque hay miles de cosas por fotografiar, pero tu ojo es el que te indica cuál es el encuadre que tú vas a pasar a la tela.

El artista refiriéndose al encuadre de la fotografía. Foto: Stefano Bermellón.

Si tuvieras que agradecer ¿a quién agradecerías en esta vida?

Primeramente, les agradezco mucho a mis padres que me permitieron ser artista cuando les dije que iba a dejar el trabajo y les consulté que quería estudiar pintura. Y a pesar que nunca tuvieron dinero, me dijeron que me apoyarían en todo lo que podrían. En esa época mi padre me daba 5 soles todos los días para el pasaje y 1 sol costaba el almuerzo en la ‘Buena Muerte’. Así llegué a Bellas Artes, de manera extraña. Yo trabajaba como dibujante técnico, entonces un día veo un aviso premonitorio de postulación y sin pensarlo saqué todos mis documentos y los presenté en admisión y cuando di el examen ingresé con 10.5 de nota, gracias al Centro Federado que reclamó y sustentó que 10.5 era 11. Y eso fue una experiencia linda, con mucha efervescencia. Pero también agradezco el encuentro que tuve con Humareda.

Para terminar, ¿qué proyectos se vienen, habrá una antológica 2025-2045?

Mira, difícil responderte eso. Yo creo que lo que se viene es el silencio nuevamente. El silencio, la producción y el taller. Porque cuando comienzo un cuadro, empiezo sin boceto, sin nada. Todo es una aventura. Mi pintura es un trabajo largo y no es que—pusiste un color y allí queda—luego el pigmento se seca y veo el cuadro. Luego le pongo otro color y le hago capas, capas, y más capas…

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Pintura

Fernando ‘Coco’ Bedoya: “Existe una decadencia en el arte, se ha vuelto más frívolo y decorativo”

El artista visual Fernando ‘Coco’ Bedoya no pinta desde la comodidad del atelier, sino desde el filo de la memoria y la indignación. Entre Perú y Argentina, su obra encarna una resistencia entrañable, lúcida y persistente. Aquí la entrevista.

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Por entre las brumas de la historia reciente del arte latinoamericano, hay figuras que se desdibujan, y otras, como Fernando ‘Coco’ Bedoya, que permanecen, incandescentes. Su nombre no necesita demasiada presentación para quienes conocen el pulso vibrante del arte contestatario peruano. Pero lo que más asombra no es la densidad política de su obra, ni su participación en colectivos míticos como Paréntesis y E.P.S. Huayco, sino su capacidad para seguir siendo —con la misma frescura irreverente de siempre— un artista que se resiste a envejecer en espíritu, aun cuando el calendario diga lo contrario.

Radicado en Argentina desde hace más de 47 años, ‘Coco’ jamás cortó el cordón umbilical con su Perú natal. Es como si hubiese encontrado la manera de habitar dos países, dos memorias, dos geografías creativas al mismo tiempo. A pesar del exilio —voluntario o impuesto, poco importa ya—, su obra se sigue gestando a caballo entre Buenos Aires y Lima. Desde allá, ha continuado lanzando señales de humo, gritos visuales, pequeños artefactos cargados de ironía, inconformismo y ternura. Porque sí, Bedoya es feroz con su crítica, pero también hilarante y profundamente humano.

Hay algo en su figura que invita a la conversación, al encuentro. ‘Coco’ no es de esos artistas que se encierran tras la solemnidad de sus marcos ni detrás de discursos crípticos. Él es feliz y transparente —en su trazo y en su trato—. Puede hablar con el mismo entusiasmo con un mendigo que con un ministro, y en ambos casos lo que se impone es su mirada franca, su risa abierta, su capacidad de asombro intacta. Quizá porque conoce, como pocos, lo que cuesta sostener el arte cuando todo alrededor parece querer derribarlo.

Aún hoy, cuando Bedoya evoca sus inicios, regresa a dos de sus símbolos más potentes: la chapita de Coca-Cola y el libro Coquito. Uno, emblema del consumo globalizado que coloniza hasta el paladar; el otro, la herramienta de alfabetización que marcó generaciones. Ambos objetos, transformados por su ojo crítico, son ahora íconos de una iconografía que lo sigue definiendo. Su obra no se detiene. Coco no se detiene. Porque allí, en sus grabados, en sus instalaciones, en sus recuerdos de colectivo y utopía, aún late la promesa del arte como resistencia, como juego, como acto entrañable de amor a la vida.

Aquí la conversación con el artista:

Fernando, tú vienes a Perú todos los años ¿Cuáles son las razones principales?

Ahora estoy viniendo cada vez más. Primero porque estoy recuperando mi relación con el territorio que tiene muchas vertientes. De hecho, yo me fui porque el Perú me quedó chico. Me fui a los 20 años porque ya me lo conocía casi todo. Nací en la selva y me cambié de colegio todos los años, y dije, me falta conocer mi espalda. Yo conocía el pacífico y dije tengo que ir al atlántico porque yo creo que allí está la posta. Y cuando llegué me di cuenta de lo importante que era la conexión entre Perú y Argentina, sobre todo entre Lima, Cusco y Buenos Aires, que es una ruta de intelectualidad latinoamericana.

Han pasado 48 años desde que dejaste tu país. ¿Qué te dio Argentina y que te dio Perú?

Todos los lugares te dan algo muy importante. Acá se ocultan las cosas y en Argentina no quiere decir que no se oculten; allí simplemente la verdad es más transparente, y entonces uno puede intercambiar información. Por ejemplo, la independencia del Perú, la hace San Martín y Bolívar. Y ¿eso de dónde vino? de Argentina. Lo que me dio Argentina es esa posibilidad de conocer datos que acá los peruanos no saben de su independencia; por ejemplo, el rol de Manuel Belgrano, para empezar. Él era un dibujante y pintor, e hizo toda la logística sobre la ruta del ejército libertador de San Martín. Pero Belgrano sacó toda la parte medicinal del territorio Kallawaya, que en ese momento era el Alto Perú; ahora es Bolivia. Y los Kallawayas eran los que manejaban todas las medicinas de la época y eran los que caminaban por toda Latinoamérica y traían todas las plantas. Es por eso que ese ejercito llegó y tuvo poco muertos en su travesía. Y eso es muy importante conocer, porque lo que yo conocí en Argentina, es la parte de la espalda que acá en Perú no te enseñan. Pero hay un agregado, porque eso es como en la parte, digamos, más política de lo que fue la construcción de América, pero en términos culturales.

¿Qué más conociste?

Argentina me ha aportado muchísimo, en el sentido que he conocido a artistas de la vanguardia del 60, del 70 y del 80. De hecho, yo estoy volviendo al Perú porque en realidad todos mis amigos eran gente mayor. Gente que estuvo en la vanguardia argentina en esas décadas, incluso del 90. Todos en su gran mayoría han fallecido. Yo era muy amigo de León Ferrari, de Juan Carlos Romero, de Ricardo Carreira, de Jorge Carballa y de Pablo Suárez, grandes artistas, que en la década del 60 hacían un arte totalmente desmaterializado y que acá ha llegado por otras vías. Y lo que me ha dado Perú, es esa conexión con la ‘cosa local’ que curiosamente se llamaba “indigenismo”. Pero en Argentina, ya se había descubierto 20 años antes, Sabogal lo trajo al Perú y se llamaba incaísmo. Así que el territorio es mucho más rico de lo que uno cree. La verdad, estamos más acostumbrados a mirar de frente, pero cuando miramos y torcemos la cabeza y miramos la espalda, nos damos cuenta que hay un montón de información.

Fernando Coco Bedoya fue amigo del gran artista argentino León Ferrari.

Hay artistas honestos consigo mismos y hay artistas que no lo son. Hoy, en pleno siglo XXI ¿Cuál es la honestidad de algunos artistas?

Bueno, no sé si en términos de honestidad, lo que hay es una cantidad de información disponible, que cuando yo me formé no estaba y eso tiene que ver con la tecnología, las redes y todo lo que está ya colocado en el sistema informático. Lo que ha hecho que los artistas estén más—digamos—‘floreados’ con la información y las obras no se ven. Lo que hay, es como discursos de arte, que es parte del arte contemporáneo. O sea, hoy es tan importante la obra como el discurso.

Esa cosa que yo llamo ‘papita pal loro’ tiene un sentido, pero el loro tiene que comer de la papita. Entonces, lo que hay ahora es un recambio sobre todo económico en los modos de producción del arte y en los modos de circulación de las obras artísticas. Hay un nuevo sujeto en el arte que es el dinero y eso verdaderamente ha hecho que los sectores sociales que antes se dedicaban a ser ingenieros o médicos, ahora vean el circuito, la guita y el prestigio del arte, que antes no estaba.

Han surgido más artistas conceptuales

Antes, cuando yo decidí ser artista mi papá dijo: ¿Y tú que eres? ¿maricón? Ahora eso ni siquiera te lo preguntan; más bien, eres mejor. Entonces, han cambiado las condiciones del arte. La información y el tema del dinero, no sé si le viene tan bien al arte. Pienso que más bien, ha habido una especie de decadencia en el arte, porque se ha vuelto más frívolo y mucho más decorativo. En realidad, en el arte contemporáneo se ve muchas cosas de un garabato de tipo conceptual, por decirlo, donde verdaderamente cuando tú agarras esa madeja e investigas, en realidad hay poco, hay poca idea.

¿Crees que el concepto se ha pervertido, se ha desnaturalizado?

Bueno, es más o menos lo que estábamos hablando. El artista ha adquirido un rol tan de prestigio y tan esnobista, al mismo tiempo. Antes, generalmente siempre había en toda sociedad un artista que hablaba en nombre de los artistas. Hoy esa figura no existe.

Es decir, hay un vacío de tipo general. Los artistas siempre delegaban a los artistas que verdaderamente se habían ‘sacado la mugre’, por decir, toda la vida y adquirían un rol de poder y eran como representantes de los artistas frente al Estado, frente al poder, frente a las autoridades y frente a los académicos. Había como un representante o un grupo de artistas. Hoy eso ya no existe, como que se ha diluido.

Fernando Coco Bedoya, en la cabina de Radio Lima Gris, en 2015.

¿Y en Argentina también?

En Argentina un poco menos, porque la institución es mucho más seria, porque ahí existe un Salón Nacional desde hace cien años. Acá en Perú ni siquiera tenemos un Salón Nacional para que te des cuenta de lo complicado que es hablar de arte contemporáneo. Cuando los artistas en vez de estar—no sé—discutiendo cosas del arte, tendrían que estar discutiendo cosas más políticas en el sentido de fortalecer su institución, para que los artistas estén bien representados en las instituciones, para que tengamos un Salón Nacional, donde en el jurado también participen artistas. Es decir, hay una expropiación del sentido del arte en otros, que hace que sea muy difícil tener una institución más sana.

¿Crees que los artistas en Perú se miran de espalda?

Bueno, al no tener una institución… ni siquiera tenemos—por decirte—en términos políticos, una asociación de artistas plásticos como la que existía en la década del sesenta, con todos los conflictos, pero eso representaba de alguna manera una postura. De hecho, hubo un vaciamiento de la educación en Perú. Pero yo aprendí grabado en la Gran Unidad Escolar Ricardo Bentín, cuando tenía once años. Imagínate, aprendí grabado, xilografía con profesores que eran bárbaros.

¿En un colegio?

En la Gran Unidad Escolar. Allí aprendí xilografía, por eso soy grabador desde los once años. ¿Con qué maestros? Con los alumnos de José Sabogal, con toda la gente que venía del indigenismo. Aprendí grabado en el 61 en el Ricardo Bentín, en secundaria. Y después aprendí dibujo en la pizarra con tiza, con unos profesores que te enseñaban muy bien. Hoy esa materia no existe.

Fernando Bedoya estudió grabado a los 11 años en la G.U.E Ricardo Bentín, del Rímac.

Hablemos de política. Quítanos el mito ¿Cómo está Argentina?

Bueno, la verdad, Milei no es Milei. Y más bien, tengo una posición crítica frente a eso. De hecho, los que han ocupado el gobierno en Argentina siempre han sido los peronistas, por más que haya sido Macri, Cristina, Néstor Kirchner. El peronismo es un sector fuerte en Argentina, es un partido fuerte, como fue el APRA acá en Perú, pero al mismo tiempo tiene un sector bien liberal y un sectordigamos—bien centroizquierda. Porque ni siquiera es izquierda. O sea, se confunde. Y aparte, ya no se puede hablar de derecha e izquierda, pero se confunde la socialdemocracia como si fuese izquierda. Por ejemplo, la socialdemocracia en Europa, es progresista. Pero también tienen garantías de salud pública y educación pública de buena calidad. Lo que cambia es que justamente es una sociedad más sana, porque no hay mucha informalidad como acá en Perú. Acá nadie paga impuestos, entonces, ¿de dónde vas a sacar la guita para tener educación y salud de buena calidad?

Volviendo a Argentina ¿crees que es un error decir ‘la casta’?

No. Yo pienso que Milei ha subido al poder con el apoyo del peronismo liberal. Entonces son ellos los que le han hecho la campaña. En realidad, él ha querido entrar a ‘la casta’.

Prácticamente estás diciendo que el peronismo siempre ha gobernado

Exactamente. Esas son las contradicciones que tú ves.

La gente no lo menciona

Claro. Y porque son las contradicciones que hay entre los mismos partidos políticos. Para empezar, cuando hay elecciones en Argentina hay tres partidos. Acá en Perú hay 43 ahora y no pueden ni siquiera empezar a discutir de política, porque no hay programa. Mira, te voy a decir un chiste. “Estoy a punto de largar un partido político que se llama ‘Viva el Caos’. Entonces voy a convocar a todos los que asaltan y roban. Y ese es el partido que verdaderamente tomará el poder. Te voy a decir, yo pongo ese partido político y gano”.

Eso es fuerte, pero está reflejando lo que estamos viviendo

¡Viva el caos! Acá en Perú el caos gobierna. El caos es el verdadero gobierno.

Cada año regresas y ahora ¿Ves a Perú más degradado?

Y ya con 43 candidatos, con 43 grupos que quieran verdaderamente discutir un tema de un destino del Perú es complicado, ¿no? Porque eso no tiene ni pies ni cabeza. Yo veo, por lo menos lo que escucho de la gente, que el Congreso no sirve para ni mierda.

¿Te has encontrado con algún amigo o pariente que defiende a su político favorito, sea de derecha o izquierda?

Sí, en realidad todo el mundo tiene un ‘recuteco’ en la cabeza, —por decirlo—. Porque todo es muy confuso y al mismo tiempo hay muchos conflictos. Y por otro lado, es una sociedad que pelea el día a día. La gente tiene que salir a conseguir su pan todos los días. Y tú volteas y si necesitas algo no encuentras a nadie; es bien complicado el tema. Y cuando tú recorres la ciudad de extremo a extremo, no puedes dejar de ver la pobreza. No puedes dejar de ver cómo esa gente humilde y muy sana se rompe el ‘lomo’ laburando. Y al mismo tiempo ves—qué sé yo—casos de gente que vive en San Isidro, que son súper chambeadores y venden mercadería en los conos. Gente que tiene unas tremendas casas, pero chambean pues, haciendo, no sé, dulces. Pero ¿dónde los venden?

Fernando Coco Bedoya en mayo del 2025, en Perú.

¿En los conos… en las periferias?

Y eso te hace comprender una realidad social y económica. Porque ¿Cómo sobrevives?¿De dónde sobrevives? Mira cómo es el circuito económico. Yo, por ejemplo, estoy haciendo un grabado y me estoy yendo a Los Olivos, a la casa de un tipo que, en realidad, es un artista que se formó en Cusco. Pero hay que irse hasta el cono norte para hacer el grabado.

A tus 73 años ¿Estás satisfecho de ser artista o alguna vez te arrepentiste?

Nunca me arrepentí. No, jamás. Yo pienso que el arte tiene una parte que tiene que ver con saborear la vida desde un lugar sensible. Las emociones son importantes, reírse es importante. No tomarse tampoco las cosas en serio. El arte peca de solemnidad, por eso que es tan importante poner la mirada en lo que llamamos el arte popular en el Perú. 

Verdaderamente ahí, en medio de toda esa cosa que parece subalterna, hay más alegría que en el arte culto. Y entonces, ¿cómo no disfrutar de esa experiencia de ser un tipo que trabaja con imágenes en el Perú? porque tienes dos vertientes bien radicalizadas y ahora se nos subió la Shushupe y todo lo otro que era invisible. Yo nací en el Marañón. Entonces acá tienes una riqueza de imágenes y de todo lo que tiene que ver con ese gusto por el color, que se traduce en la vestimenta, en la comida, en las razas y en la forma cómo vive la gente.

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Pintura

Hoy se inaugura individual del maestro Galdos Rivas en Bellas Artes

A sus 92 años de edad, el ‘Mago del Color’ Enrique Galdos Rivas se reencuentra con los amantes de su arte en la muestra individual “Una Vida jugando con el color”, que reúne 62 obras realizadas durante casi siete décadas de carrera pictórica. La cita es en el centro de Lima, en el Centro Cultural de Bellas Artes.

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Hoy el círculo del arte en el Perú se viste de gala porque se inaugura la muestra individual más importante del año. Se trata del maestro pintor conocido como el ‘Mago del color’, Enrique Galdos Rivas. Artista, que a lo largo de su prolongada carrera ha ganado centenas de premios, tanto a nivel nacional, como internacional. 

El Centro Cultural de Bellas Artes presenta la exhibición: “Una Vida jugando con el color” del maestro Enrique Galdos Rivas, reciente ganador del premio “Lorenzo II Magnifico” en la XIV Bienal de Florencia. La muestra reúne 62 obras que reflejan más de 6 décadas de trayectoria del connotado artista, destacando su evolución, técnica y dominio del color.  Además, de su legado pictórico, se resalta su influencia como docente bellasartino y difusor del arte, dejando huella e inspirando a múltiples generaciones.

La muestra “Una Vida jugando con el color” se inaugura este 7 de marzo en el centro de Lima.

Galdos Rivas el inmortal

‘El mago del color’ Enrique Galdos Rivas ha cumplido 91 años de edad y continúa pintando como hace 75 años. En 1959 egresó de la promoción más histórica de la Escuela de Bellas Artes y ganó la medalla de oro. Durante mucho tiempo enseñó en su alma mater y formó a importantes pintores que hoy le rinden infinitos agradecimientos. —Dicen que nadie es profeta en su tierra—si recordamos que el Ministerio de Cultura se negó a premiarlo con los estímulos económicos y desechó su proyecto que buscaba entregar su casa como museo, y prefirieron darle el incentivo pecuniario al proyecto “Mi cuerpa, mis reglas”.

Si bien un sector de la crítica siempre admiró al irreverente Galdos desde el ‘backstage’, tampoco le brindaron primeras planas, como sí lo hacían con otros artistas del ‘circulito’ elitista: “En los años ’65 y ’66 gané dos premios y esos premios los expusieron en el mismo lugar del diario El Comercio; entonces, yo dije: “Esta es mi respuesta a estos señores críticos que me tratan mal”. La genialidad del maestro traspasó fronteras internacionalmente y le rinden honores en el mundo entero, porque sus obras son exhibidas en bienales, festivales, ferias de arte y exposiciones privadas; no por algo, la crítica internacional lo ha reseñado en más de 40 publicaciones mundiales: “Con Galdos, el arte peruano contemporáneo se abrió el camino de una geometralidad más humanizada en el arte, de tonalidades vivas”.

Apenas hace unos meses en la XIV edición de la Bienal de Florencia, fue recibido con honores y le otorgaron el Premio ‘Lorenzo Il Magnifico’ a la Trayectoria, por su contribución a la cultura mundial. Galdos, además de ser un magnífico cantor de tangos y boleros, es un artista excelso, académico, iconoclasta, retador y sobre todo vigente. Talvez lo más grandioso de sus obras recae en la cromática excepcional que solo él sabe lograr. Los colores de sus trabajos no solo son mágicos, trasgresores y diáfanos. Además, trasmiten emociones y se asemejan a los gobelinos texturados gracias al empaste de sus magníficas pinceladas.

“Yo nunca he querido morir como todo el mundo, pero siempre hablo de la muerte y hasta me gusta hacer chistes: que yo ya estoy muerto”. No maestro Galdos… tú nunca morirás, porque ya eres inmortal.

(Columna publicada el 15 de julio de 2024 por nuestro editor Luis Felipe Alpaca, en Diario UNO).

Galdos Rivas el inmortal.

El dato:

Exposición individual: “Una Vida jugando con el color”

Artista-maestro: Enrique Galdos Rivas.

Inauguración: viernes 07 de marzo de 2025.

Hora: 7:00 p.m.

Lugar: Centro Cultural de Bellas Artes. Jirón Huallaga 402-426. Cercado de Lima.

La muestra va del viernes 07, hasta el jueves 27 de marzo de 2025.

Ingreso libre.El dato:

Exposición individual: “Una Vida jugando con el color”

Artista-maestro: Enrique Galdos Rivas.

Inauguración: viernes 07 de marzo de 2025.

Hora: 7:00 p.m.

Lugar: Centro Cultural de Bellas Artes. Jirón Huallaga 402-426. Cercado de Lima.

La muestra va del viernes 07, hasta el jueves 27 de marzo de 2025.

Ingreso libre.

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Pintura

Exposición colectiva AMAZONÍA en la Alianza Francesa de Cusco

Hoy se inaugura la exposición colectiva que obtuvo una mención honrosa en los Premio Llama 2021. La exposición busca que el espectador conozca aún más el legado de la Amazonía peruana y se identifique con las imágenes más reconocidas sobre ella.

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Este martes 4 de diciembre se inaugura la muestra colectiva de arte internacional “AMAZONÍA”. El proyecto obtuvo una Mención Honrosa en los prestigiosos Premios Llama 2021, otorgado por la Asociación de Curadores del Perú.

En esta exposición se reúne las obras de más de 40 artistas contemporáneos emergentes y consagrados del Perú y del extranjero. La muestra se exhibe en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa de la ciudad de Cusco.

El arte no solo transforma la realidad, sino que también tiene el poder de unir a las personas. Bajo esta premisa, el Colectivo Espacio Convergente se ha consolidado como un espacio para la diversidad, el diálogo y la creatividad compartida. Conversamos con sus miembros para conocer la esencia de este proyecto, su historia y su impacto en la escena artística contemporánea.

El colectivo nació en 2016 como respuesta a una convocatoria para artistas de las principales escuelas de arte de Lima. José Crespo, Hugo Salazar y Flori Bandini diseñaron una propuesta innovadora basada en el arte integral y la fusión de estilos y técnicas. Su inauguración oficial en octubre marcó el inicio de un espacio en constante evolución.

El término “Convergente” encapsula la diversidad y el infinito del espacio, junto con la idea de unión a través del arte. Surgió como un guiño al contraste con la película Divergente, reflejando su filosofía de coincidencia y colaboración artística.

Espacio Convergente sigue comprometido con la democratización del arte. Con su próxima muestra “Amazonia” en Cusco, el colectivo reafirma su visión de generar un impacto profundo y duradero en la comunidad artística y la sociedad.

Si estás en Cusco este diciembre, no te pierdas la oportunidad de experimentar una exhibición que une arte, conciencia y acción. ¡El arte siempre tiene algo nuevo, que un estilo para cada visión!

Más allá de lo Amazónico

La exposición busca que el espectador conozca aún más el legado de la Amazonía peruana y se identifique con las imágenes más reconocidas sobre ella; signadas con el dinamismo atractivo para quien se confronta con las obras con la intención firme de revelar obras únicas e irrepetibles. Esta reelaboración de propuestas, parte pues, de archivos fotográficos y de imágenes en diversos estilos, en las que se recrea en propuestas originales que hemos visto en nuestro mundo Amazónico. Aquí con técnicas y experimentalismos el artista interactúa con el discurso estético, que adquiere formas visuales dentro de elementos que conjugan en explosiones sensoriales, según su propuesta experimental, abriendo así, un nuevo comienzo en el riesgo de plasmar lo contemporáneo.

“AMAZONIA”

Curatorial: Carlo Calanche, Flori Bandini

Expositores:

Giuliana Pita

Joseph de Utia

Flori Bandini

Roxana Granda

Kimi Neff

Lucía Portocarrero

José Antonio Torres

Guillermo Queirolo

Carlo Calanche

José Crespo

Fiorella Artadi

Adriana Schwindt (Argentina)

Julia Lafee (Chile)

Amada Bravo (Chile)

Pamela Leichtle (Chile)

Malgorzata Smelcerz Wojczuc (Polonia)

Hanna Wojczuc (Polonia)

 

El dato:

 

Fecha: Inauguración: 4 DICIEMBRE – 7.00 p.m.

Va hasta el 30 de diciembre de 2024.

Lugar: Alianza Francesa CUSCO

Avenida de la Cultura 804 – Cusco

Brindis de Recepción.

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Pintura

A flor de piel

Textiles, pinturas y esculturas componen el nuevo conjunto individual de Eduardo Llanos. “Piel y texturas” se inaugura el 11 de setiembre en La Galería de San Isidro.

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Desde que tiene memoria, el textil precolombino siempre fue su inspiración. También la arquitectura contemporánea. Y las texturas, ese golpe de sensibilidad al tacto. Utilizando una gama de técnicas y materiales que van desde el acrílico hasta la escultura y el tejido tridimensional con materiales no tradicionales —e inesperados, como el metal—, el artista también ha experimentado con trozos de cerámica, vliselina, yute y piedra. Todo lo cual funciona como disparador metafórico de su arte.

Pero la curiosidad de Eduardo Llanos (Lima, 1957) también viaja hacia las insondables profundidades del ser. “La psicología y el arte no solo eran mundos atractivos, eran espacios de indagación que ya habitaban en mí”, dice.  Entonces ingresaría a la facultad de sicología de la Católica y, tiempo después, se embarcaría rumbo a Holanda para estudiar en Rietveld Academie de Ámsterdam. Fue inminente su inmersión en el movimiento Stijl, que evolucionó el cubismo hacia la abstracción geométrica pura.

Europa fue un espacio de exploración constante. La arquitectura como madre de todas las artes y el respeto por material ancestrales como el textil peruano. El interés por la aplicación utópica de la creación y el diseño. La búsqueda de lo básico, de la esencia del material y su ubicación precisa en el espacio. Nada de lo cual era fácil para alguien que venía de un mundo tan barroco, sincrético y contradictorio como el nuestro.

Llanos culminó sus estudios con un proyecto de examen final que causó grandes controversias: era un altar barroco hecho de desechos y un espejo donde el espectador podía mirarse como un santo. En la obra subyacía la estructura arquitectónica recubierta por la parafernalia barroca latinoamericana. Una foto del altar salió publicada en la primera plana del diario holandés “Het Parool”, ese fue el detonante para una carrera prolífica y llena de matices.

Valor agregado

Lo cual devendría en una serie de pinturas y esculturas donde el textil precolombino, en su complejidad y sutileza, se conecta con nuestra propia historia e inspira nuevas formas. El textil es nuestro arte más antiguo, una metáfora de la complejidad de ese mundo sincrético que era el antiguo Perú. “En nuestra existencia subyacen estructuras formadas por hilos, vínculos que nos sustentan, nos protegen, pero también nos enredan, nos desmadejan y nos vuelven a sostener. Siento que en la historia de mi familia y de todos nosotros como peruanos el textil está presente, como esa estructura subyacente. Reconozco que en mi es casi una forma de pensar”, señala el artista.  

Tu arte trabaja sobre el misterio de la asociación libre y la indagación sensible de lo inconsciente. Pero, ¿esa no es la naturaleza de toda obra artística? En todo caso, ¿cuál es la diferencia y/o el valor agregado de tu trabajo? “Efectivamente, la asociación libre y la indagación sensible de lo inconsciente no solo es propiedad del psicoanálisis, es un bien compartido felizmente con el arte. Recuerdo un libro de Chamberlain titulado ‘Freud, el artista escondido’ donde postula que Freud tratando de explicar su teoría recurre repetidamente a la literatura y el arte y termina creando una forma de explicar el mundo”.

¿Y cómo compatibilizas el arte con tu trabajo analítico? “En consulta veo colores, formas que después desarrollo en lienzos y estructuras abstractas. De alguna manera se entretejen historias, sentimientos y emociones que se ven plasmadas en algo totalmente distinto. No es nuevo, no hay nada nuevo bajo el sol, es lo antiguo cualitativamente digerido y transformado. Como toda obra artística, es una suerte de búsqueda sublimatoria de las tragedias de la vida. Que en mi encuentra expresión en la pintura y escultura como sustento de nuestra existencia».

Búsqueda y encuentro

Existencia que, en el caso de Llanos, se sustenta en su entrega al arte desde la recordada “¡Feliz 28!” en la Sala Miro Quesada Garland de 1993, su primera muestra en Lima después de su formación en Holanda. El año anterior había hecho en el Museo voor Volkenkunde de Rotterdam una muestra dedicada al encuentro de dos mundos que necesitaba replicar en su país. “En el 92 vine para coordinarla. Pasábamos por situaciones terribles, llegué justo el día de la bomba de Tarata. Recuerdo a la gente corriendo por las calles huyendo del terror, pero también a Lucho Lama que me decía hacemos la muestra de todas maneras, aunque tal vez el próximo año no haya país”.

Un arte que, como la vida misma, está en constante evolución. “Uno y el contexto donde vive no es el mismo. Así quiera, no puede repetirse. Siento que, como artista, soy un ser constantemente insatisfecho, lo que hago siempre me plantea nuevas preguntas, nuevos retos. Las imágenes que uno tiene adentro nunca son lo que quisiera plasmar en el material. Hay siempre una suerte de frustración. Felizmente, porque eso nos permite seguir creando, seguir buscando. Una obra da pie a la otra. Un formato, un trazo y hasta un error o una mancha inesperada da lugar a un nuevo camino, a una nueva búsqueda”.

¿Y de qué otros artistas/corrientes/estilos te sientes tributario? “Kela Cremaski, Olga de Amaral, Shiela Hicks, Herman Scholten, Maria Blaisse, Venancio Shinki, Gerrit Rietveld, Carlos Runcie. Conocí a varios de ellos, de muy joven visité varias veces a Kela Cremaski, que me enseñaba sus obras con mucha simpatía. También de joven conocí a Sheila Hicks en su taller París, le encantó recibir a un joven peruano que se atrevió a llamarla por teléfono. Herman Scholten y Maria Blaisse, entre otros, fueron mis grandes maestros en la Rietveld Academie, de ellos aprendí que la sobriedad y el trabajo diario, terco y constante rinde sus frutos. Qué decir de Carlos Runcie, un gran amigo y colega que siempre ha estado allí con su entusiasmo presto a dar una mano y con quien comparto inquietudes estéticas de nuestra generación y procedencia”.

Bajo la piel

Y así llegamos a “Piel y texturas”, nueva muestra que tiene toda esa impronta que desde su primera exposición —Museum voor Volkenkunde de Rotterdam, 1993— hasta ahora, no se destruye, solo se transforma. Si su primera muestra era una instalación neobarroca fabricada con espejos y desechos, las siguientes habrían de transitar por la deconstrucción de múltiples perspectivas simultáneas hacia el expresionismo abstracto, el diseño gráfico, la escultura y una serie de trabajos con plata que lo aproximan a la orfebrería. “Mi obra está teñida de esa mezcla y yuxtaposición insólita de estilos, saberes e ignorancias, repeticiones y descubrimientos, avances y retrocesos”, señala.

“Piel y Textura” son una serie de rugosidades inspiradas en la piel y los pliegues que nos constituyen. Rugosidades armónicas y a veces también conflictivas. Son 16 obras que van de la pintura a la escultura y a los textiles escultóricos. “Pretenden ser metáfora de esos misterios que la piel muestra y a la vez oculta, protege y a la vez devela en el encuentro con ese otro”, señala. “Mi arte vive en las márgenes. No me molesta, pues es una búsqueda muy personal, más allá del cliché del pintor. Por ejemplo, el textil es a veces considerado artesanía, un arte menor, y está asociado comúnmente con lo femenino. Cosa que en muchos casos es tributario de un vano estereotipo superficial. Acá en el Perú, en muchos pueblos andinos un muchacho ‘para hacerse hombre’ tiene que ser capaz de tejer un chullo con 5 palitos que cuentan su historia. Tal vez sea el precio de la originalidad”.

La exposición se ubica La Galería en la calle Conde de la Monclova 225, San Isidro, y va de lunes a viernes de 11 a.m. a 8 p.m., y los sábados de 4 p.m. a 8 p.m del 11 de setiembre al 5 de octubre. Ingreso Libre.

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Pintura

Esarte presenta gran exposición de maestros de la pintura peruana

La muestra está abierta al público durante el mes de julio en el distrito de Miraflores y alberga obras de los reconocidos artistas Gerardo Chávez, Venancio Shinki, Carlos Revilla, José Tola, Consuelo Amat y León, Elda di Malio, Leoncio Villanueva, Ramiro Llona y José Carlos Ramos, entre otros.

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Esarte y Edifica presentan “Casa Urban Heigths” un espacio que promueve el arte y la apreciación de las distintas formas de expresión. En esta ocasión durante todo el mes de julio Gianina Bellmunt, directora de Esarte brinda al público una exposición de arte multifacética dotada de diversos estilos y expresiones artísticas para apreciar y adquirir las obras.

Los trabajos se distribuyen en cuatro ambientes-salones que han sido adaptados como galería de arte, dentro de una hermosa y tradicional casona de estilo colonial, ubicada en el distrito de Miraflores, Lima-Perú.

En el primer salón, se exhibe una individual de la maestra pintora Consuelo Amat y León, titulada “Espacios insospechados”, con obras de gran formato inspirados en la cosmovisión mítica espacial andina, desarrollada con sus fantásticas paletas de azules, tierras y oros.

Obra de Consuelo Amat y León.

En el segundo salón reposan grabados de artistas destacados de Perú, como Venancio Shinki, Elda di Malio, José Tola, Gerardo Chávez, Martha Vértiz y Ramiro Llona, entre otros. Asimismo, grabados de artistas extranjeros.

Obra de Venancio Shinki.

En el tercer salón, el público y los coleccionistas podrán disfrutar de los pequeños formatos de Carlos Revilla, Venancio Shinki, José Carlos Ramos y Cuco Morales, más una obra de gran formato del maestro Leoncio Villanueva. En el cuarto salón se exhiben obras de John Chauca y Eduardo Cochachín y en los pasadizos los trabajos de Gino Ormeño, Guillermo Berghusen, Rubén Saavedra y Rafael Moreno.

Obra de Carlos Revilla.

Esarte invita al público en general a ver esta importante exposición que muestra a grandes maestros y artistas contemporáneos de destacada trayectoria.

El Dato:

La muestra en “Casa Urban Heigths” estará abierta durante todo el mes de Julio del 2024, en el horario de lunes a sábado de 9 am. a 8 pm. y domingos de 10 am. a 6pm. en avenida Paseo de la Republica 6143 Miraflores, a media cuadra de 28 de julio.

Para mayor información, pueden escribir al WhatsApp 9979725656, o al Instagram Esarteperu.

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Pintura

Exposición de “Mapas e Historias Urbanas del Cusco Monumental” del artista Miguel Ángel Velit

Muestra individual de pinturas puede ser apreciada de lunes a sábado de 10 a.m. a 6 p.m. durante todo el mes de abril.

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El pasado 5 de abril se inauguró la muestra individual de pinturas pop urbanas y abstractas del artista plástico peruano Miguel Ángel Velit titulada “Mapas e Historias Urbanas del Cusco Monumental”, en la galería del Museo de Arte Contemporáneo de la Municipalidad del Cusco, ubicado en la avenida Espinar 270, en pleno centro de la ciudad imperial, la cual se puede visitar de lunes a sábado de 10 de la mañana a 6 de la tarde durante todo el mes de abril.

El artista plástico muestra en Cusco una exposición itinerante a sus 60años de edad de pinturas ya exhibida en Trujillo, Arequipa, Lima y luego iría a Buenos Aires, New York y el Museo de Iquitos en Maynas.  Velit trae una seria de 15 cuadros pop urbanos   que parten de la figuración abstracta simbólica, bastante actual y personal partiendo de ideas andinas y urbanas con un toque de humor blanco y criollo, como “Un Inca viaja a la Bienal de arte en Bicicleta”. “Un Mototaxi llega al Cusco”, “El Viaje de la Picachu”, “Un Inca llega a la Bienal de New York en bicicleta”, “Bus Latinoamericano llega al Cusco”, “El Loco de la Plaza de Armas”, o “Zapatito Pop Turbo”.

Esta exposición en el museo va bajo la curaduría del historiador Juan Peralta investigador de Arte Contemporáneo.

Velit invita al público en general a apreciar su muestra bastante personal y urbana, exhibida en varias Bienales internacionales como la de Bangladesh, New York, Bolivia Argentina, Francia y la Bienal de Arte Indígena en Ecuador obra creada en estos últimos 4 años.

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Cultura

Ricardo Terrones y el ejercicio pictórico como resistencia

Lee el artículo de Israel Zamora desde México.

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Por Israel Zamora

La forma en que un pintor latinoamericano entiende las imágenes artísticas es en suma diferente a la que un artista europeo o por ejemplo un árabe pudieran tener. Para un artista latinoamericano, la vieja discusión que aborda la imagen en sus dos significados más amplios, ya sea el que la define como signo o el que la define como símbolo, está rebasada. O más bien no le preocupa, la pintura hecha por un latinoamericano tendrá siempre ambas cualidades, es decir significará, señalará algo, pero también evocará otra cosa, esa otra cosa es su verdadera definición.

Con el hábito imaginativo que se consigue al mirar las imágenes nos soló como una representación sino como una posibilidad profunda de comunicación, el pintor que crece en Latinoamérica, es decir la única América, apuesta por trasladar la conmoción de mirar todo como si se mirara por primera vez, ya sea una cordillera de fondo azul, un pedazo cicatrizado de tierra, un icono religioso arrinconado en una vieja capilla colonial, un árbol que ya es preludio del desierto, la nieve de un volcán que se confunde con el tránsito de las nubes, o las ruinas precolombinas que, imperecederas, aún desafían el horizonte del tiempo. Añadamos las imágenes que se generan en tierras más ambiguas como las que nos deja un sueño o en un recuerdo.

Sin embargo, Latinoamérica es uno de esos lugares del mundo donde se percibe la dolorosa descompensación que hay entre una tierra rica en la que todo crece y los pueblos que la habitan que poseen apenas nada. Entonces el latinoamericano que se vuelve artista, apuesta por una resistencia contra todo tipo de oposiciones. En primer lugar, están aquellas que se heredan al crecer en un pueblo oprimido que no hacen más que multiplicar las adversidades, tales contingencias es muy común que en éste continente vayan de la mano con alguna tiranía política. También están aquellas que derivadas de un occidentalismo* impositivo miran a la obra artística creada en Latinoamérica todavía sólo como fruto de un exotismo colorido. Y finalmente, están las contingencias propias del oficio, aquellas que son de índole más íntimo y que crecen conforme el pintor crece: dudas, transiciones, inexperiencias, maduraciones, etc. Toda ésta lista de azares hace del nacido en Latinoamérica que se decide por la creación artística una especie de Prometeo, un rebelde incansable que la mayor parte del tiempo va a contra corriente.

¿Qué le queda al nacido en una tierra castigada pero que, incansable, florece? Sólo una cosa, volverse cronista de tal resistencia, mirar la tierra como un espejo que le devuelve su reflejo. Reflejo de cordilleras, de contemplaciones, de feliz o amargo autoconocimiento, reflejo de nubes que son la imagen del pintor mismo. Ahora bien, nube es una imagen del tiempo y el tiempo para un artista latinoamericano, va más allá de una entelequia filosófica, el tiempo en los quipus de Perú es un tejido que anuda el hilo de nuestras vidas y en los relieves aztecas es la imagen de los ciclos. Éste reflejo otorga identidad y la identidad para el artista que también se reconoce en el cóndor o en el jaguar, no es más que el alma de esta tierra.

*Entendamos aquí occidental como aquel valor histórico que pretende, todavía, ubicar el centro de la identidad humana en lo europeo o en lo estadounidense, ignorando las culturas que componen todo el horizonte universal.

Esa alma está siempre revestida de color, luz festiva con el que la naturaleza reviste las cordilleras inacabables de este continente y genera los tonos con los que los pueblos decoran sus casas, brote perenne en forma de estrellitas de papel o de animales de madera. En ningún otro continente el color es ese festival centelleante y alegre que anima las retinas o el pigmento milenario que también es una raíz profunda como lo es en Latinoamérica. Desde las trágicas aguas del río Bravo hasta los confines de la Patagonia, la América latina es una tierra en constante resistencia, de montañas estoicas y pueblos fieles a ellas.

Entonces, además de ser la tierra de los demagogos y líderes tíranos, Latinoamérica es también tierra de poetas y pintores, ellos y el gran legado cultural de éste continente vivifican el halito del alma de ésta parte del mundo. Sin embargo, el color con el que las cosas se pintan en éste continente deriva de un núcleo profundo, es aquella raíz indígena que determina nuestro lugar en el horizonte, que nos obliga rememorar de dónde venimos, experiencia traumática y amarga, pero, para el ejercicio artístico, también germinal. Engendrado en esta raíz, el artista latinoamericano posee una ventaja sobre el occidental, la visión, el comentario sobre el mundo que un artista latinoamericano pudiera hacer no es parcial, no está fracturada por aquella historia siempre incompleta y engañosa quiso ubicar el centro del universo en tierras europeas o desde hace más de un siglo estadounidenses. Tal visión, persiste, así nos los demuestran las tiranías políticas económicas que rigen y someten allende las fronteras.

Entonces, el pintor latinoamericano, posee ambas experiencias, la de los colores de sus raíces y la visión que la cultura occidental le propone en los rígidos libros de historia, es decir, el artista latinoamericano sabe mirar las ruinas del Partenón, no las niega, pero le son más próximas las de Machu Picchu, sabe convivir entre ambas, pero reconoce cuales le son más próximas. Así el pintor latinoamericano se sumerge en un proceso inacabe de revelaciones y redenciones, se halla en constante labor de recuperación ¿qué recupera éste pintor? Aquello que llamamos magia, mito y belleza, tres elementos que definen mejor que cualquier otro epíteto la herencia cultural que comparten las Américas y cuyos frutos han resistido la tiranía histórica occidental a la que debemos el peyorativo término de lo prehispánico. Qué es lo prehispánico sino lo que siempre ha estado aquí, latiendo, pulsando, a veces en forma subterránea como los dioses del cuento de José Emilio Pacheco: La fiesta Brava, otras, como los dioses originarios de barro escondidos bajos las vírgenes españolas de porcelana en los altares de las iglesias, continuamente en forma de poema cíclico como Piedra de Sol de Octavio Paz, y otras, a la vista de todos, como pirámides en perenne contacto con las estrellas. Señalar algo como prehispánico reitera el esfuerzo por esconder y socavar el valor de la cultura original de las Américas, en la pronunciación de lo prehispánico se aboga por un occidentalismo histórico que niega y desconoce la presencia física de los habitantes originarios de éstas tierras.

Una de las caras, la más reciente, de la versión occidental del mundo que está en franca oposición al crecimiento de nuestras raíces, es la marea tecnológica y mediática que actualmente nos somete en una ilusión comunicativa. De tal manera que identidad, es hoy más que nunca una palabra peligrosa porque rescata visiones olvidadas para restituirlas, porque nos recuerda que un yo personal está ineludiblemente ligado a un yo colectivo por lo que establece el saludable vínculo entre la tradición y el presente. Nada más peligroso para las redes sociales, que nada tienen de social, que aquel que en pos de una identidad se desconecta.

Ahora bien, como cualquier labor artística, pintar es un hábito que requiere soledades, por lo que nada más natural que el pintor se desconecte. Pintar, entre muchas otras cosas es buscar la materia secreta de la que está hecha el mundo. Empecinado en sus pinceles, el pintor rastrea el símbolo secreto que se oculta en un árbol, en la sonrisa de un anciano o en el relieve de un dios olvidado. El pintor es ese gambusino que sacude su charola para encontrar la beta de oro escondida entre los miles de guijarros del río de la vida.

La pintura de Ricardo Terrones, tiene la cualidad de ésta búsqueda, de un camino de flores caprichosas, cuyos colores también varían según el lado del río en el que crecieron. Las formas de sus protagonistas, son evocaciones de una flora y una fauna exuberantes; figuras que se extienden a lo largo de la superficie pintada como se extiende una cordillera vista a vuelo de pájaro. Son entonces mapas fantásticos de una tierra prometida, aquella tierra que buscaban los aventureros que a veces llamaban el paraíso del Preste Juan y otras El Dorado. Hablar de color es siempre una ambición, de color se ocuparon mentes como la de Goethe y la de Newton, también aquellos pintores de los frescos de Bonampak cuyas composiciones rivalizan sin duda con las de Uccello. Entonces hablemos de tono, éste término es más modesto y maleable, además nos permite analogías de otro tipo, por ejemplo, tono hay tanto en la pintura como la música. Volviendo al tema que nos ocupa, el tono que cubre las figuras en la pintura de Ricardo Terrones son también una búsqueda, quieren que el color sea por sí mismo un símbolo y no sólo una capa que cubre el interior de los contornos, es una pintura que propone una interacción entre ambas entidades, que la figura genere color y que el color germine figuras. Los tonos de esta pintura buscan el pigmento originario, aquel tono universal que recubría las cosas y que trasciende las fronteras, quieren encontrar el azul que hay bajo todos los azules, el ocre que se esconde bajo todos los ocres, el rojo de todos los rojos.

A pesar de que entre estos tonos y la luz hay una relación genética, los cuadros de Ricardo Terrones también dan cabida a aquellos cuyas cualidades cromáticas son más bajas, aparecen entonces violetas oscuros, sienas tostados o azules que colindan con los negros. Estas tonalidades están intrínsecamente relacionadas con los cielos nocturnos y las estrellas, cuya presencia son ya símbolo de reflexión y melancolía, de aquel que al ver un astro se pregunta por su propio devenir. No pocas veces así lo hacen las figuras de estos cuadros, miran hacia arriba para ver los astros contemplativamente, otras ocasiones para rendirles tributo en forma de danza, pero también hay otras en las que aúllan por su ausencia. En su serie hecha sólo con blanco y negro está intensión se radicaliza, los dos tonos primigenios interactúan para permitir una nueva espacialidad en sus composiciones, aparecen entonces amplias zonas carentes de figuras que no son un vacío, son el espacio propicio para la aparición de músicos, mujeres, grandes peces que recorren el blanco de ese espacio como un nado petrificado en un relieve. Estas figuras comparten cierta cualidad, de alguna manera son astrales, como los rituales de cuerpos pintados de los Onas, habitantes originarios de la Tierra del Fuego. Sin embrago en la misma serie, inesperadamente, irrumpe el perfil de un Volkswagen, símbolo innegable de nuestra era post industrial y que reitera nuestra frágil postura como entes que han perdido el rumbo.

La búsqueda de la pintura de Ricardo Terrones, como cualquier ejercicio artístico genuino, es ardua por sus propósitos; encontrar ni más menos aquella cualidad que compartían las imágenes pictóricas con las mitológicas y darles un presente, la temporalidad del hombre actual. Temporalidad de cielos nublados, borrascosos que impiden ver el horizonte, pero también de días claros como aquellos que conmovieron al poeta Nezahualcóyotl y le hicieron preguntarse por el destino de un colibrí.

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