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Chacalón / EL GORRIÓN QUE BAJÓ DE LOS CERROS

Chacalón ya no canta pero su voz además de seguir perpetuando un estilo para los provincianos de la Lima, informal y achichada, hoy habita en los fastos de los prodigios y hasta le quieren construir un parque. Hace milagro también, dicen, si le rezas con fervor. «Chacalón» fue el artista que vivió en el magma de la pobreza más cruel y hoy sigue siendo un paradigma de los desterrados, que a más de una década de su muerte hoy lo consideran un santo y ocupa la versión masculina de otro personaje venerado por los humildes, los ladrones y las prostitutas, Sarita Colonia.
Tibio todavía, entre visiones difusas y el olor al alcanfor final, Chacalón había distinguido aún las facciones de Dora Puente, su esposa, pero apenas alcanzaba a descifrar lo que entre gemidos ella le decía. En el breve espacio de la sala de la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica Javier Prado, Lorenzo Palacios Quispe, «Chacalón», recién tuvo la certeza de que se moría y ya casi embalsamado en los atonales himnos de ronquidos quiso pedir agua, aire, por favor, un poco más de vida. Era la media tarde de un 26 de junio de 1994, e injusto el silencio absoluto de pronto lo dominó y la parca se encargó de entonarle su punto final.
A Lorenzo Palacios Quispe lo siguen llamando «Chacalón» como si estuviese vivo. Para sus devotos, aquello de que el hombre está muerto son pamplinas. Su leyenda ahora tiene de mito religioso. “El Faraón” – así el decían los locutores– de la cumbia peruana que dejó este mundo físico cuando había cumplido 44 años, vive a regañadientes en los páramos del cementerio El Ángel en los viejo Barrios Altos limeños.
Ese día había muerto «El Faraón de la cumbia peruana», el ser de la alegoría del provinciano en Lima, su emblema y paradigma; pero desde aquella vez, su linaje había procreado al mito, al personaje que devino en predestinado santo, en un ídolo de contraseñas, en un virtuoso venerable. Su vida misma le había inventado la leyenda y esta tenía sus consignas. Que fue alcohólico, que vivía de las mujeres, que era lo que dicen un «achorado» de marca mayor, y él apenas era el artista popular que cantaba junto a los cerros que estrangulan la capital para sobrevivir fotografiado a las angustias familiares sin etiqueta.
Tenía 44 años cuando lo enterraron. Y esa despedida fue memorable incluso sobre las cicatrices que dejan el barrio y sus albañales. Qué de multitud no llegó hasta el camposanto, qué de rituales bajopoblanos no se exhibieron aquel atardecer. Su pueblo, embriagado por el dolor contenido, no halló mejor oportunidad para que ahí, en el cementerio El Ángel, cuartel Santa Glicenia 33-B, se cortara los brazos y garabateara sus tatuajes. Y el ataúd, lanzado por el gentío, estrujado por el amor a navajazos que transportaba como un Cristo y a duras penas al ídolo muerto de un paro cardiaco y más muerto todavía de vida desmesurada se marchaba para siempre. El parte médico hablaba de un coma diabético y de una sangrante úlcera gástrica y hasta de un virus inclasificable en ese momento. Luego se sabría que «Chacalón» había fallecido de rabia, pena y añoranzas.
Una voz contra las miserias
Para aquellos que lo conocimos, «Chacalón» fue ese ser necesario para el imaginario del pobre y el desarraigado sin horizontes. Y daba la talla porque cantando resolvía como una válvula de escape la frustración nacional de los peruanos marginales, aquellos que todavía habitan en la bienaventuranza de lo prodigioso, esos que horadan las márgenes de la informalidad. Por eso construyó su propia estampa para enarbolar las insignias de una cultura ilustrada en la hibridez: la cultura chicha. Expresión celebrada del provinciano conquistado por la megalópolis limeña y que resignan su sino al nudo o trenza capitalino que los atrapa y los mimetiza con la magia miserable de la sobrevivencia a tal punto que son muy pocos aquellos que retornan a sus pueblos. Peruanos de fronteras adentro, cultura del interregno y pesadumbres, costumbres del tráfago de la postración.
Su madre, doña Olimpia Quispe, había llegado a Lima desde Huamanga en el invierno de 1942 y aún adolescente se empleó como sirvienta en el barrio de Santa Beatriz. Dicen que sus paisanos le anunciaron a los gritos que tenía muy buena voz, y era cierto porque la joven Olimpia poseía un timbre que le hacía cantar los huaynos de su tierra aternurados entre sus llantos tutelares y las melancolías que canonizaban el aroma a las retamas. Un domingo debutó en el Coliseo Nacional de la avenida Bolívar en La Victoria, y Luis Pizarro Cerrón, el empresario avieso, la bautizó con el nombre de “La Huaytita”. Así quedó, así, jovencita y todavía extraviada, así se fue ganando la vida, «sola, siempre sola…» como cantaba la Flor Pucarina, en un mercado donde los hombres imponían el rigor del trago y la violencia despótica del macho.
En ese ambiente doña Olimpia conocería a Lorenzo Palacios Huaypacusi, huancaíno y cargador de La Parada. La música, el zapateo y las cervecitas hicieron lo demás. De aquel breve amor embriagado nacería Lorenzo Palacios Quispe, esa criatura que cuando vio la luz del mundo, sin embargo, no tuvo la suerte de conocer al hombre que doña Olimpia le dijo que era su padre. Luego le sucedieron otros hermanos y aún cuando niño fue conociendo a otros tantos padrastros. La mamá ahora vendía anticuchos y habitaban en un atropellado cuarto de un callejón del cerro San Cosme. El niño Lorenzo jamás se dio cuenta cómo un hombre de carácter férreo, Silverio Escalante, de pronto fue el tipo extraño a quien él debía decirle «papá» y así creció, entre las carencias y las broncas, los rostros extraños y los excesos de los mendrugos.
En la geografía de la pobreza
Entre los cerros San Cosme, San Pedro, El Pino y El Agustino existe el lugar sin dueño, la zona más violenta de los extramuros limeños. La gente es hosca y sin escrúpulos. Campea la delincuencia, las drogas y la prostitución. En los albores de los años cincuenta, como bien refiere José Matos Mar [1], la presencia de los provincianos en Lima alcanza proporciones demográficas inconmensurables. La Carretera Central, la principal vía que comunica a la capital con los pueblos de los Andes centrales, desemboca precisamente en ese cuadrante de la marginalidad. Hasta ahí llegaron esos peruanos desalojados de sus querencias y fueron a dar a las cumbres de la miseria desde donde se puede ver el mar. Invadiendo los cerros, se fueron haciendo al principio de casas de esteras en un aglutinamiento urbanístico sin orden ni concierto. Ahí creció Lorenzo Palacios Quispe.
Entre Manzanilla y el jirón Sebastián Barranca la vida no vale nada. Aquí las prostitutas y sus cafichos, más allá los borrachos bebiéndose la existencia alcohólica y sus últimos suspiros metílicos. Ahí, el Lorenzo niño tenía que sobrevivir ahora robando frutas de los camiones, ahora de «campana», ahora de aguatero de burdel y lo sabían, y quisieron corregirlo a correazos y dicen que se arrepintió. Y entonces desde los 7 años tuvo que trabajar de lustrabotas, de ambulante, de ayudante de cocina y hasta fue ‘pájaro frutero’ [2]. En la casa, los hermanos seguían llegando así como cuanto extraño se aparecía por el callejón.
Según me confesó en la entrevista que le hiciera en una tarde de julio de 1989 [3], él nunca supo con certeza cuántos hermanos fueron porque era tal la promiscuidad en la familia que Lorenzo no supo diferenciar quién era su pariente, quiénes sus tíos, quiénes sus primos. Cuando estuvo en edad escolar lo matricularon en un colegio fiscal de la avenida San Pablo. Lorenzo tenía habilidad para cualquier cosa menos para los libros. Su padrastro –contaba «Chacalón»– lo encontró una vez jugando fútbol en vez de estar en clases. Esa noche lo flagelaron. Lorenzo no lloraba pero le dijo al padrastro que prefería el trabajo a los cuadernos y desde aquella vez lo emplearon en un taller de zapatería. No obstante, un rencor inconfesable lo había marcado para siempre y su destino le había cancelado su inocencia. Ese invierno sin abrigo le cambió la vida y se hizo hombre sin recargos.
El artista de los necesitados
Lorenzo ya había cumplido los 15 años y entre otras cosas había aprendido también la técnica fina en la elaboración de zapatos para damas. Fue así que me contó en aquella conversación en su casa y entre vasos de cerveza y aguardiente cómo se inició en el canto: «Una tarde en el campo del colegio Labarthe, allá por la avenida México, en un festival musical deportivo, yo estaba jugando fútbol. Era un campeonato relámpago y yo era arquero del club Juventud Chacapampa. Mis compañeros, mis patas, que sabían que yo cantaba en las cantinas, me animaron a subir al escenario porque había un pequeño concurso para principiantes. Subí al estrado que estaba detrás del arco y donde un rato antes habían cantado mis ídolos del folclore. Era domingo y recuerdo clarito, ahí estaba Picaflor de los Andes, Flor Pucarina, Princesita de Yungay y otras estrellas del huayno. Yo estaba picado, ya nos habíamos tomado casi dos cajas de cerveza, pero no desentoné y me aplaudieron y de futbolista pasé a ser cantante profesional. Como nosotros éramos pobres y misios, al menos esa noche llevé alguito para la comida, para la olla de la casa».
La música folclórica, a partir de los años 60 había encontrado un amplio nicho tanto en la radio como en los discos. «Picaflor de los Andes» era un ídolo de multitudes y llenaba cuanto festejo o fiesta se realizaba en los coliseos [4]. Ya en esos años, otro artista andino, «El Jilguero del Huascarán», era quien más discos vendía en el país. Pero el Perú estaba invadido por los ritmos tropicales, la Sonora Matancera y las cumbias de Tulio Enrique León. Así, producto de esa influencia, en 1965 aparece un grupo nacional distinto: Los Pacharacos de Fredy Centi, quienes ‘tropicalizaban’ los huaynos que tenía origen en el valle del Mantaro. La mezcla sonaba rara pero enganchaba con los públicos migrantes. Luego irrumpen dos bandas típicas de esa misma zona de la sierra peruana: Los Demonios del Corocochay y Los Demonios del Mantaro. Estos últimos imponen el tema «La Chichera». Para muchos estudiosos del fenómeno ‘chicha’, este es el momento en que se gesta el género y que abriría las puertas a una transformación en los gustos y las modas y que traspuso el umbral de lo puramente musical para convertirse en un hito sociocultural en el Perú [5].
El laberinto de la «choledad»
Pero en aquel tiempo Lima se sofisticaba –como afirma el sociólogo Eduardo Arroyo– siguiendo las pautas del american way of life. En la capital aparecen discotecas, supermarkets, snack bars, fuentes de soda. Surgen a imagen y semejanza de los mall americanos tiendas como Sears Roebuck y grandes almacenes por departamentos, y hasta se pone de moda un deporte: el bowling. El país y la capital pasan de aristócratas a plebeyos. Simultáneamente, la cultura criolla se torna agresiva y aparece un término para denominarla con propiedad: «Lima se achora» [6].
En esa Lima de contrastes y transfiguraciones, Lorenzo Palacios ya está convertido en un maestro en el taller de zapatería donde se hace de un amigo entrañable, Mauro Puente. Con él asisten a cuanta fiesta hay en el barrio y acompañan a sus ídolos –en aquel tiempo ya estaba de moda el grupo Los Destellos del guitarrista Enrique Delgado– hasta las fiestas más lejanas de Comas y San Martín de Porres. Son, pues, Los Destellos los precursores de la cumbia peruana, híbrido musical que al fusionarse con los aires andinos cuaja perfectamente a tal punto de quitarle popularidad al huayno y al huaylash que, como géneros masivos, integraba a la mayor cantidad de provincianos serranos de la capital. Mauro Puente tenía una hermana, Dora, y ella también los acompañaba con sus amigas a aquellos bailes donde la gente bebía hasta perder el conocimiento. Lorenzo Palacios, una noche de esas, no pudo más contra los arrebatos de su corazón y tuvo que confesarlo. Estaba enamorado de Dora, y de la declaración de amor, su matrimonio civil y el nacimiento de su primer hijo, el mismo «Chacalón» cuenta que él mismo no sabe qué tiempo pasó y apenas le pareció un instante.
Era el tiempo de la insurgencia de otros grupos como «Los Diablos Rojos» de Marino Valencia, «Manzanita y su conjunto», «Pedro Miguel y sus Maracaibos». Desde la selva llegaba «Juaneco y su Combo» y «Los Mirlos», dos conjuntos que llegaban con las mismas ganas de conquistar la capital. Luego aparecerían «Los Ecos» de Edilberto Cuestas y el Grupo Celeste de Víctor Casahuamán. Es con el «Grupo Celeste» que Lorenzo Palacios debutaría en una fiesta tropical en el local «Mi Huaros Querido» de San Luis. En este conjunto cantaba «Chacal», el hermano de Lorenzo, pero esa noche no llegó. Así, cuentan que el director, Víctor Casahuamán, observó que ahí se encontraba Lorenzo tomándose unas cervezas con sus amigos, lo llamó a un apartado y le propuso que cantara en lugar de su hermano. Lorenzo cantó y no desentonó pero aún no tenía nombre artístico. Terminado el espectáculo le dijo al director, casi en secreto: «Si mi hermano es Chacal, entonces yo seré Chacalón».
Muchos investigadores del fenómeno «chichero» afirman que con «Chacalón» se inicia la verdadera «chicha», la ortodoxa y genuina. Es decir, como afirma Wilfredo Hurtado Suárez [7], que la «Chicha» es el primer producto cultural que genera la migración y que perfilan los avatares de la asimilación de los provincianos a los desafíos de la gran ciudad. «Chacalón» así, es el paradigma. Sin duda, los éxitos de sus temas [los de corte romántico, los del recuerdo al terruño, los del despechado y los del «achorado»] se expandieron en el ámbito nacional homogenizando amplios sectores urbanos y rurales. «Chacalón», no obstante, coexiste al mismo tiempo y es popular sin desplazar radicalmente las múltiples expresiones andinas más antiguas y las nuevas representaciones del folclore tanto así que hoy, casi una década después de su desaparición, en programas radiales, clubes provincianos, campos deportivos, restaurantes-recreos y carpas, cantantes como Max Castro o Dina Páucar siguen teniendo su público como la chicha –con nuevos grupos y cantantes— también tienen el suyo.
El huayno se hace electrónico
Es verdad, con «Chacalón» comenzó a perfilarse un nuevo estilo de cantar y tocar la cumbia peruana. Por eso, aquellos músicos criollos del género tropical sintieron que, en el fondo, Lorenzo Palacios estaba cantando un nuevo tipo de huayno, con el agregado de la percusión caribeña pero con un gemir casi genético que se le escapaba del alma. De ahí que lo llamaran peyorativamente «cantante chichero». No obstante, fue «Chacalón» quien le puso a la chicha el aliento de barrio serrano, del cerro cholo y también le dio un himno a todos los migrantes de la urbe: en el tema «Soy provinciano», que pertenece a Juan Rebaza, y que por esos enigmas y argucias que tienen los músicos aparece como autor el mismo «Chacalón», este dice: «Soy muchacho provinciano,/ me levanto muy temprano,/ para ir con mis hermanos,/ a trabajar…/ No tengo padre ni madre,/ ni perro que a mí me ladre,/ sólo tengo la esperanza,/ de progresar…». Era un himno reivindicativo y un lamento de un destino inmisericorde. De esta manera y no de otra, su cantó prendió en el corazón de su pueblo y de ahí que los promotores y locutores acuñaran esa famosa frase que se entonaba a los gritos en cuanto ‘chichódromo’ se presentaba Lorenzo Palacios: «Cuando canta Chacalón, bajan los cerros». Y cuánta verdad había en aquella sentencia.
En los años ochenta, el Perú retorna a la democracia luego de 12 años de dictadura militar. Surgen nuevos íconos y aparecen otras tendencias. El clima de libertad se siente también en las zonas marginales, que con la llegada de Alfonso Barrantes a la alcaldía metropolitana de Lima, sectores siempre marginados se ven representados en sus más amplias aspiraciones. En la sierra, al contrario, el clima violento impuesto por Sendero Luminoso genera un desplazamiento masivo a las urbes. Es a partir de esa época que «Chacalón» consolida su estilo. Sus temas «Por ella la botella», «Viento», «Sufrir, llorar para qué» y la ya famosa «Soy provinciano» le otorgan una popularidad inusitada. Hacía buen tiempo se había separado del Grupo Celeste y formó otros conjuntos como El Súper Grupo hasta encontrar los acompañantes adecuados –‘su mancha’ como él decía– para integrar «La Nueva Crema», el grupo que lo encumbró como a nadie.
Entonces se muda del cerro de San Cosme e inaugura su casa en el complejo residencial Los Incas en el barrio de Santo Cristo. El grupo graba para el sello Horóscopo de Juan Campos y después el mismo «Chacalón» crea su sello porque le advirtieron que los empresarios chicheros lo estaban estafando. Hoy, su viuda Dora Puente reconoce que el cantante jamás ganó una fortuna, como aseguraban algunos. Por el contrario, afirma que los que hicieron dinero con él fueron los empresarios que lo manejaron. El propietario de la promotora El Pacífico, Juan Ortiz Ñauri, el ya mencionado Juan Campos del sello Horóscopo y los dueños de la Promotora Markahuasi. De Víctor Casahuamán, el director del «Grupo Celeste» la señora dice que este lo explotaba y que lo hacía cantar a diario con una paga miserable. Dora Puente asegura que al momento de morir «Chacalón» sólo dejó deudas, por lo que tuvieron que vender las combis, el auto de uso personal y la casa de Los Incas. Hoy, la viuda de «Chacalón» habita en una modesta vivienda en San Juan de Lurigancho, casa que le compraron sus tres hijas que siguen viviendo en los EE.UU.
La fortuna que jamás existió
Paco Pajuelo, su amigo y guardaespaldas, recuerda que a partir de 1984 había actuaciones todos los días. Luego comenzaron las giras y llegó la fama. No obstante, niega que «Chacalón» organizara sus propias fiestas y él mismo invirtiera en cerveza. Al contrario, él sólo ganaba por cantar y ese dinero servía para mantener a su organización artística de 12 personas. Cierto que vivía en los fastos de la popularidad pero que aquello lo obligaba a donar, obsequiar y reconfortar a los menesterosos que lo seguían. Por algo no era amigo del animador Augusto Ferrando quien lo invitaba a su programa de Panamericana Televisión, y su mundo, aunque se fue agrandando hasta convertirse en una mega estrella de la canción popular, en el fondo no era un ser feliz –secuelas traumáticas de su infancia hubiera afirmado un sicólogo— a pesar de que lo reclamaban en Bolivia y también en Ecuador y hasta tuvo oportunidad de actuar para la colonia peruana residente en Nueva York.
Lorenzo Palacios, sin embargo, era un tipo calmo y de vida familiar. Ya tenía siete vástagos e hizo todo lo posible para que sus hijas residan en los EE.UU. Ahora, algunos podían decir que tenía dinero y que la prosperidad le sonreía. Que fue cierto que invirtió en autos y las combis para que trabajen en el servicio urbano. Pero marcado por ese estigma del pobre, el dinero se le iba como agua entre los dedos. Por eso para muchos resulte extraño que un día se le ocurrió ingresar a estudiar cosmetología junto a su esposa –«Sabes, era para no perder el tiempo porque yo sólo trabajaba por las noches», me contó– y al tiempo era ya un señor peluquero. Poseía también un diploma de sastre y él mismo mandaba a diseñar sus trajes. Todos eran brillantes, con lentejuelas, de colores chillones. «Así se viste mi pueblo» decía y seguía acumulando trabajo y amigos, los de verdad y esos que se chupaban su plata. El ambiente que frecuentaba, paradójicamente, él mismo lo había construido y entonces no podía escapar del alcohol y de las vedettes y los hampones que se aprovechaban de su fama.
Ahí comenzaron los problemas familiares porque la prensa amarilla hablaba que a «Chacalón» lo habían visto en restaurantes y hostales con una y con otra. Además, como reconocería después la esposa, muchos de sus amigos sólo estaban cerca de él porque el hombre tenía dinero y hasta le hacían firmar documentos cuando «Chacalón» estaba ebrio. Guillermo de la Riva, su amigo desde la niñez, recuerda que todos le decían que deje ciertas amistades y que no frecuente ciertos lugares de mala reputación. «Chacalón» no hacía caso. Nadie se explicaba por qué había cambiado tanto y ya no era ese hombre generoso que oía a sus verdaderos amigos y estaba atento a su vida familiar. Cierto, la factura que luego le pasó la fama fue cruel porque en ese tiempo aparecieron otros grupos más jóvenes con igual arraigo masivo. Los Shapis, Vico y su grupo «karicia», y el «Grupo Alegría» del gran Alín y otros más y que no sólo tocaban muy bien sino que habían introducido mejores arreglos e instrumentos electrónicos que nadie sospechaba su hubieran podido utilizar en este tipo de música. Entonces la competencia se hizo dura y había que dar la batalla.
Cervecita, licor amargo
Todos están de acuerdo que era en las fiestas de «Chacalón» donde la gente consumía más licor. Según el mismo De la Riva, un domingo en una fiesta se vendía mil docenas de botellas de cerveza. Los otros grupos no llegaban ni a la mitad. Pero otro aspecto era cierto: cada vez había que estar a la vanguardia porque los jóvenes habían comenzado a «rockear» o «salsear» los ritmos chicheros y habían ganado nuevos públicos. Entonces, la Lima de los provincianos vivía para la música y la insurgencia del sector informal se fusionó a este movimiento. Las playas de estacionamiento del Centro de Lima los fines de semana eran convertidas en salas de baile y otros locales dedicados sólo al negocio folclórico tuvieron que modernizarse, cambiar de equipos porque aquella música que había patentado «Chacalón» se había vuelto del gusto masivo, había invadido toda la capital y hasta el mundo académico, el intelectual y los políticos se preguntaban qué estaba pasando.
Don José Irei, el dueño de Radio Inca, recuerda que cierta vez le preguntó a «Chacalón» por qué en sus fiestas todos bailaban con los dedos en punta. «Chacalón» le confesó que era porque todos querían demostrar que portaban navajas o cuchillos. Y no le faltaba razón, esa fanaticada de avezados, drogados y ebrios y a punto de los diablos azules sacaban sus cuchillos frente al escenario y se cortaban los brazos en señal de compromiso con su ídolo. Una cosa de locos, decía Irei quien cuenta ahora que sus seguidores, aunque parezca mentira, han aumentado. «En el tanque que está sobre el cerro San Cosme la gente llega en peregrinación, rezan frente a varias imágenes –fotos y dibujos– del cantante y hasta le piden milagros».
«Chacalón» contaba que la gente pobre pero honrada tiene en este país dos únicas misiones: «La chamba y el vacilón. No hay más. Si no chapamos para nosotros la mitad de cada una estamos fregados. Hay que saber, hay que encontrar el secreto para chambear contentos. Uno no puede sacrificar la chamba o la pendejada. Tenemos que agarrar la mitad de cada uno. Porque uno puede tomarse su trago, puede jaranearse, puede tener un montón de mujeres, aunque yo siempre digo: hay que tener tres canales como máximo, pero tienes que sacarte la mugre trabajando para darte esos lujos. Si no, agarramos, formamos nuestra banda y nos ponemos a asaltar bancos». Esa era su filosofía. Por eso, desde el estrado, él metía un carajo cuando comenzaban las broncas y más parecía un sacerdote. Por eso para muchos era «Papá Chacalón». Y así lo llamaban porque siempre estaba demostrando que se trataba de un ser sencillo y humilde. «Trabajo con mi gente en lugares pitucos o en mercados de unos asentamientos humanos. No me hago problemas. Yo pude quedarme en los Estados Unidos. Pero estoy aquí, con mis cholos. Yo soy fanático del Alianza Lima y del Señor de los Milagros. Por eso soy feliz porque tengo un chupo de ahijados».
Era sabio, a su manera, que dos meses antes de morir presentó en un baile a su hijo José María como su sucesor. En ese entonces el chico apenas tenía 12 años y hasta hoy sigue cantando sin mayor fortuna como un fantasma que sólo hace extrañar al ídolo. Otro de sus hijos, Juan Carlos salió malo y hace unos años fue liquidado por la policía cuando robaba un auto. «Chacalón» fue sabio a su manera que el mismo preparó su entierro como si fuera una fiesta. Querido como ninguno, esa tarde del 26 de junio de 1994, dos días después de su muerte, la multitud, su gente, lo dejó arrebatada para siempre en su última morada. Lloraban y se cortaban y borrachos tropezaban como una danza demoníaca que hasta hoy no acaba.
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[1] Matos Mar, José. Desborde popular y crisis del Estado: el nuevo rostro del Perú en la década de 1980. Perú Problemas. IEP. Lima 1984.
(2] Sobrenombre que se le da a los niños que viven por su cuenta y tienen que alimentarse con lo que roban. Hoy se les suele llamar «pirañas».
[3] Revista «Festival», número 6, publicada por IDESI. Lima, julio de 1989.
[4] La institución «Coliseo» –suerte de carpa de circo— fue el primer escenario artístico para los artistas provincianos. Famoso fue el coliseo Manco Cápac en los años 40 y el coliseo Nacional en los 50.
[5] Carlos Iván Degregori, «Huayno, chicha: el nuevo rostro de la música peruana». IEP. Lima, 1997.
[6] «El achoramiento» deviene del término «choro» [ladrón] y que a su vez se deriva del lunfardo argentino «chorro» de igual implicancia.
[7] Wilfredo Hurtado Suárez. «La música y los jóvenes de hoy: los hijos de la chicha» En «Lima, aspiraciones, reconocimiento y ciudadanía en los noventas. Carmen Rosa Balbi, editora. Fondo Editorial PUCP. Lima 1997.
(Texto tomado del libro PROVINCIANO SOY – Historias de la cumbia peruana, que se publicaran en el 2013)
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Minedu separa a más de 1000 docentes y administrativos por violación, terrorismo y otros delitos
Medida forma parte de la estrategia Escuelas Seguras, impulsada por el Gobierno para garantizar entornos escolares libres de violencia.

En el marco de las acciones orientadas a garantizar espacios seguros para los estudiantes, el Ministerio de Educación (Minedu) separó, entre el 1 de abril de 2024 y el 19 de junio de 2025, a 1031 personas (889 docentes y 142 trabajadores administrativos) que tienen condenas o procesos en curso por delitos como violación a la libertad sexual, terrorismo, homicidio, feminicidio, parricidio, entre otros. Estas personas ejercían funciones en 897 instituciones educativas públicas y 134 privadas en todo el país.
Del total, 163 personas con sentencia firme del Poder Judicial fueron separadas definitivamente del sistema educativo. Asimismo, 868 personas con procesos judiciales vigentes fueron separadas de manera preventiva, conforme a la normativa vigente.
El delito con mayor número de implicados corresponde a violación a la libertad sexual, con 868 personas (755 docentes y 113 administrativos). Le siguen los delitos de terrorismo y apología del terrorismo, con 80 personas (67 docentes y 13 administrativos), y el tráfico ilícito de drogas, con 22 personas (18 docentes y 4 administrativos).
“El Minedu trabaja de manera permanente para identificar y retirar del sistema educativo a quienes representen un riesgo para nuestros estudiantes. Nuestro compromiso es claro: las escuelas deben ser espacios seguros y protegidos”, afirmó el ministro de Educación, Morgan Quero.

La estrategia Escuelas Seguras es una prioridad del Gobierno de la presidenta de la república, Dina Boluarte, para garantizar aulas libres de violencia y asegurar la integridad de nuestros niños, niñas y jóvenes. Por ello, desde el primero de enero a la fecha se ha separado a más de 1819 docentes y personal administrativo con sentencia firme o procesos judiciales abiertos por delitos graves, como violencia sexual, homicidio y terrorismo, consolidando así una política firme y sostenida de protección a los estudiantes.
Adicionalmente, el Minedu mantiene bloqueados en el Sistema de Administración de Plazas a más de 2000 docentes denunciados por presuntas faltas muy graves, como violación sexual y terrorismo. Esta medida impide su contratación o nombramiento en instituciones educativas del país, como parte del compromiso del sector con la seguridad e integridad de los escolares.
Estas acciones se desarrollan en cumplimiento de la Ley 29988, que establece medidas extraordinarias para separar del servicio a personal docente y administrativo implicado en delitos de terrorismo, violación sexual y tráfico ilícito de drogas en instituciones educativas públicas y privadas.
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Guerra entre hermanos: Arturo y Carlos Álvarez se lanzan ‘puyazos’ por su progenitor
Arturo no le perdonaría que su hermano haya difundido un informe psiquiátrico sin su autorización, acusándolo de ser un “trome” para la imitación: “Es hora de quitarle la careta”.

Álvarez contra Álvarez. En pantallas todo es risa y espectáculo, pero apagadas las luces los hermanos Arturo (54) y Carlos Álvarez (61) no pueden verse frente a frente por unas recientes declaraciones del candidato a la presidencia de la República, quien dejó muy mal parado al progenitor de ambos, calificándolo como un “lastre” y resaltando sus problemas con el alcoholismo durante toda su vida.
Ante ello, Arturo, comediante e imitador al igual que su hermano, salió en defensa de su padre fallecido, acusando a su hermano que en realidad todos los actos que viene realizando, supuestamente benéficos, tienen un trasfondo calculador, dirigidos para mejorar su imagen en campaña. “Mi hermano ayuda mucho a los niños, no sé si para tener réditos o lo hace de corazón”, indicó.
Mientras que Arturo ha decidido mantenerse en el mundo del espectáculo y la comedia, su hermano Carlos durante los últimos meses viene probando suerte en la política, anunciando su candidatura presidencial. Al respecto, Arturo viene mostrando su desacuerdo con la idea de que la gente vote por su hermano solo porque es un gran artista, sin considerar su esfera privada, la misma que viene siendo revelada por su propio pariente.
“Muchos lamentablemente votan porque como es un gran artista debe ser presidente, entonces disculpa, yo tengo amigas, entonces mi amiga la Pánfila va a ser ministra”, expresó Arturo con ironía.

La situación ha pasado de ser un mero conflicto familiar a una disputa judicial cuando se supo que Carlos le habría entregado un informe psiquiátrico de su hermano a un programa de farándula, con la intención de desacreditarlo.
“Es un golpe bajo y un delito que mi abogado va a tomar cartas en el asunto. Me duele porque lo hace gente de su campaña. Pero si él está jefaturando esto, él debe dar el visto bueno a eso (…) No es malo. Creo que estamos en una sociedad enferma. Lo malo sería no acudir estando mal”, indicó.
“Más que en contra mía, está en contra de todo lo que le impida llegar al poder. Carlos es un trome en la imitación, entonces mucho ojo, oiga con lo que voy a decir. Es muy trome, pero es hora de quitarle la careta”, advirtió Arturo sobre su propio hermano, deslizando la idea de que efectivamente todo se trataría de una enorme puesta en escena para ganarse el apoyo de los ciudadanos en su postulación.
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Perú al borde del abismo: solo un milagro la mantiene con vida rumbo al Mundial 2026
La blanquirroja en la cuerda floja.

La selección peruana atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia reciente en las Eliminatorias Sudamericanas. Con los resultados de la fecha 16 ya definidos y el empate sin goles ante Ecuador en el Estadio Nacional de Lima el pasado 10 de junio, la Bicolor se encuentra en una situación desesperante que requiere de un verdadero milagro para mantener vivas sus aspiraciones mundialistas. Al 13 de junio de 2025, Perú ocupa la novena posición de la tabla con apenas 12 puntos, producto de dos victorias, seis empates y ocho derrotas en 16 partidos disputados. La diferencia de gol de -11 refleja las dificultades ofensivas que han caracterizado el proceso dirigido por Óscar Ibáñez.
El nuevo panorama sudamericano
El panorama actual de las Eliminatorias Sudamericanas presenta un escenario donde solo Argentina ha asegurado matemáticamente su clasificación al Mundial 2026, liderando la tabla con 35 puntos y una diferencia de gol de +19. Detrás del combinado albiceleste, Ecuador y Brasil están bien posicionados en la tabla, pero aún no han asegurado matemáticamente su pase al mundial tras el empate conseguido en Lima, sumando 25 puntos que los mantienen en los primeros lugares. La nueva realidad del Mundial de 48 equipos ha ampliado las posibilidades para Sudamérica, que ahora cuenta con seis cupos directos más uno adicional para el repechaje intercontinental, una ventaja que paradójicamente no ha beneficiado a Perú debido a su pobre rendimiento.
Paraguay ocupa la quinta posición con 24 puntos, mientras que Uruguay se ubica cuarto con la misma puntuación pero mejor diferencia de gol. Colombia, que empató 1-1 con Argentina en la misma fecha, mantiene 22 puntos en el sexto lugar, cerrando momentáneamente la zona de clasificación directa. Venezuela, con 18 puntos en la séptima posición, controla actualmente el cupo del repechaje, seguida por Bolivia con 17 puntos. La eliminación matemática ya tocó la puerta de Chile, que suma apenas 10 puntos tras su derrota 2-0 ante Bolivia en El Alto, convirtiéndose en el primer país sudamericano prácticamente fuera de la carrera mundialista.
Las casas de apuestas internacionales han ajustado dramáticamente las cuotas relacionadas con las posibilidades peruanas de clasificación, reflejando el pesimismo generalizado tras los últimos resultados. Las probabilidades de clasificación directa de Perú han caído por debajo del 5%, mientras que las opciones de alcanzar el repechaje oscilan entre 15% y 20% según diferentes operadores. Betano, una de las plataformas más populares entre los aficionados peruanos, ha lanzado promociones especiales para atraer nuevos usuarios durante esta fase decisiva de las eliminatorias, ofreciendo bonos de bienvenida atractivos para quienes se registren durante junio. Los interesados pueden acceder a estas ofertas revisando el código promocional Betano términos y condiciones, donde se detallan los requisitos y beneficios disponibles para apostadores primerizos. Estas estimaciones reflejan tanto el rendimiento reciente del equipo como las proyecciones de los modelos estadísticos utilizados por las casas de apuestas.
La ecuación matemática casi imposible
La matemática cruel muestra que Perú necesita una combinación casi perfecta de resultados para mantener vivas sus esperanzas. Con solo dos fechas restantes en las eliminatorias, la selección nacional debe ganar sus dos partidos restantes (ante Uruguay de visita y Paraguay de local). Sin embargo, estos resultados por sí solos no garantizan nada, ya que Venezuela debe tropezar significativamente en sus compromisos pendientes para que Perú pueda desplazarla del séptimo puesto que otorga el repechaje.
El equipo dirigido por Ibáñez ha mostrado cierta solidez defensiva en condición de local, manteniendo la portería en cero en tres de sus últimos cinco partidos en Lima. Pedro Gallese continúa siendo una figura confiable bajo los tres palos, liderando las estadísticas de pases completados entre los arqueros de la competición con 34 intentos exitosos en la última jornada. La dupla defensiva central formada por Carlos Zambrano y Renzo Garcés ha demostrado experiencia y carácter, aunque la falta de gol sigue siendo el talón de Aquiles de un equipo que promedió menos de un tanto por partido durante todo el proceso eliminatorio.
Venezuela, el principal rival directo de Perú en la lucha por el repechaje, afronta sus partidos restantes con la ventaja psicológica de manejar su destino. La Vinotinto recibe a Paraguay y visita a Colombia en sus dos compromisos finales, encuentros donde un triunfo y un empate le garantizarían mantener su posición privilegiada. Bolivia, aunque matemáticamente viva, enfrenta un calendario complejo que incluye visitas a Brasil y Argentina, lo que reduce considerablemente sus opciones reales de alcanzar los 20-21 puntos que históricamente han sido suficientes para el séptimo lugar.
La historia no acompaña a la Bicolor
El factor histórico tampoco favorece a Perú en esta recta final. La selección nacional no logra vencer a Uruguay en Montevideo desde 1999, mientras que Paraguay siempre se ha mostrado como un rival incómodo en Lima. Ecuador, que ya tiene su clasificación prácticamente asegurada, podría presentar un equipo alternativo en la última fecha, aunque tradicionalmente los equipos sudamericanos mantienen la competitividad hasta el final de las eliminatorias por respeto al torneo y a sus propios procesos formativos.
Un futuro incierto
La realidad indica que las posibilidades peruanas de clasificar al Mundial 2026 son mínimas, requiriendo una conjunción de resultados favorable que bordea lo imposible. La eliminación matemática podría confirmarse incluso antes de la próxima fecha si Venezuela suma puntos ante Paraguay. Para una selección que alcanzó el repechaje en dos procesos consecutivos bajo la conducción de Ricardo Gareca, la actual situación representa un retroceso doloroso que obliga a una reflexión profunda sobre el futuro del fútbol peruano y la urgente necesidad de renovación generacional que permita recuperar el nivel competitivo perdido en los últimos años.
Actualidad
Estudiantes de la UNFV toman desde anoche la sede principal [VIDEO]
Universitarios denuncian que muchos de ellos hasta la fecha no aparecer registrados como matriculados, y exigen una mayor celeridad de parte de la administración de esa casa de estudios para regularizar sus matrículas.

Casa tomada. Ya estamos a mitad de año, pero increíblemente decenas de estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) se encuentran en una condición sui géneris. Van a clases, rinden exámenes, ingresan a sus facultades con sus libros y anotaciones, pero en papeles ¡no son estudiantes de esa casa de estudios!
A pesar de que las clases en la sede de la UNFV, ubicada en la avenida Nicolás de Piérola, iniciaron en el mes de abril, increíblemente los universitarios no cuentan con una matrícula formal y es que, según cuentan los manifestantes, el área administrativa de esa universidad no los tiene registrados. Ellos, explican, que esto le trae una serie de inconvenientes como el acceso al comedor universitario o el beneficio del medio pasaje en el transporte público que le otorga su carné universitario.
“Estamos a mitad de año, ya pasaron los exámenes parciales y aún no se ha abierto la matrícula para estudiantes de segundo a quinto año en la Facultad de Humanidades. Sin matrícula, nuestros esfuerzos no serán reconocidos, perderemos el acceso a servicios y corremos el riesgo de perder el año académico”, expresó uno de los dirigentes estudiantiles a través de un megáfono durante la protesta.
Pero eso no es todo. Los manifestantes sostienen que ese problema también se da en la facultad de Ciencias, donde se estarían perjudicando alrededor de 300 estudiantes de esa universidad nacional.
Los estudiantes indicaron que tras varias semanas de marchas pacíficas y reclamos decidieron tomar una medida más drástica para exigir una mayor celeridad en la regularización de sus matrículas. Indicaron que esperan en la brevedad un pronunciamiento de la rectora Cristina Alzamora, caso contrario continuarán de manera indefinida con la toma de esa sede.
Además, mostraron preocupación por las próximas elecciones estudiantiles, ya que no existe un padrón claro de alumnos habilitados para participar. “Se vienen las elecciones a cogobierno y no se sabe quiénes son oficialmente los estudiantes. Ya hicimos más de tres plantones, pero las autoridades no nos dan solución, por eso tomamos la sede central”, indicaron.
Por su parte, la UNFV anunció a través de su página oficial en Facebook que las clases se desarrollarán de manera remota hasta el domingo 22 de junio, como medida temporal para evitar mayores inconvenientes en las actividades académicas y administrativas mientras se resuelve el conflicto.
Actualidad
En menos de tres meses, mueren profesor y estudiante tras caídas en la UTEC de Barranco [VIDEO]
La UTEC asegura activar protocolos de seguridad, pero en poco más de dos meses hay dos fallecidos. Mientras tanto, la universidad guarda silencio, limita la información pública y alega que los casos aún están en investigación.

Un nuevo incidente enluta a la comunidad de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC). Un estudiante falleció este miércoles 19 de junio tras caer desde un piso alto dentro del campus ubicado en el jirón Medrano Silva, en el distrito de Barranco. La noticia fue confirmada por la propia universidad mediante un breve comunicado en sus redes sociales, donde anunció la suspensión de todas las clases presenciales y virtuales por dos días.
“Dada esta triste situación, hemos activado los protocolos correspondientes”, indicó la institución, agregando que las actividades se retomarían de forma virtual el sábado 21 de junio. Además, señalaron que “se continuará colaborando con las autoridades para esclarecer los hechos”.

No obstante, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, el manejo comunicacional ha sido altamente hermético. No se han brindado detalles sobre las circunstancias del suceso, ni se ha explicado qué tipo de protocolos se han activado específicamente. Esta falta de transparencia genera preocupación y desconcierto, especialmente considerando que este es el segundo caso similar en apenas dos meses y medio.
En abril pasado, un docente también falleció al caer desde uno de los edificios del mismo campus. En esa ocasión, la UTEC emitió un comunicado casi idéntico, anunciando una investigación, suspendiendo clases y expresando condolencias, pero sin ofrecer explicaciones claras ni asumir responsabilidad alguna.

Ambos casos, aunque en investigación, reflejan un patrón preocupante. Si la universidad asegura seguir protocolos de seguridad, ¿por qué no se han reforzado las medidas preventivas en los diferentes pisos y estructuras del campus?
Las muertes trágicas de un profesor y ahora un estudiante no pueden quedar reducidas a comunicados breves y silencios institucionales. La comunidad universitaria y la opinión pública merecen respuestas claras, acciones visibles y un compromiso real con la prevención y la seguridad.
Estudiante de la UTEC cae al pavimento en las instalaciones de la universidad y fallece. @UTECuniversidad pic.twitter.com/HF9l8aZOVV
— Revista Lima Gris (@Limagris) June 19, 2025
Actualidad
Jesús María vivió su propia Champions League: exitosa primera edición reunió a más de 200 vecinos
16 equipos compitieron por la Copa “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚”.

Con emoción, goles y espíritu vecinal se vivió la primera edición del campeonato relámpago “𝙅𝙚𝙨𝙪́𝙨 𝙈𝙖𝙧𝙞́𝙖 𝘾𝙝𝙖𝙢𝙥𝙞𝙤𝙣𝙨 𝙇𝙚𝙖𝙜𝙪𝙚!”, organizado el pasado sábado 14 de junio como parte de las celebraciones por el Día del Padre. El evento, que congregó a más de 200 vecinos y vecinas, se convirtió en una verdadera fiesta deportiva con transmisión y narración en vivo, almuerzo comunitario y una final de infarto definida por penales.
Aunque inicialmente se tenía previsto realizar el torneo en las canchas del Club Lawn Tennis, los equipos fueron sorprendidos al llegar y encontrarse con la negativa de uso del espacio por “orden superior”, sin explicación clara. No es la primera vez que ocurre algo similar: ya durante el Día de la Madre, otra actividad vecinal programada en el restaurante “Megapollo” fue suspendida tras una clausura de última hora por parte del área de fiscalización del municipio. Sin embargo, gracias a la rápida reacción y buena organización del equipo de Luiz Carlos Reátegui, aquella actividad logró realizarse exitosamente en otro local, reuniendo a más de 600 madres jesusmarianas.

Este campeonato relámpago pese a los intentos vanos de impedirlo y obstaculizarlo, siguió adelante gracias a la buena predisposición, apoyo, cariño, respaldo vecinal y el entusiasmo de los participantes. En total, más de 16 equipos de categoría libre (conformados por vecinos de distintas edades y zonas del distrito) disputaron partidos intensos y llenos de camaradería. La gran final fue digna de una Champions League: ambos equipos ingresaron en formación por el centro de la cancha, ante los aplausos de los asistentes, y el título se definió con goles que son amores, elevando la emoción al máximo.
El evento fue transmitido en vivo a través de la fanpage oficial de Luiz Carlos Reátegui, quien además animó la jornada junto al narrador deportivo del evento, con humor, cercanía y mucho carisma. El stream(transmisión) obtuvo miles de reproducciones.

Durante la premiación, los campeones alzaron la Copa a escala real en medida y peso oficial de la Champions League, que simbolizó el esfuerzo y la pasión de todos los vecinos participantes. Luiz Carlos Reategui cerró el evento anunciando que este campeonato se repetirá cada año, como parte de su propuesta de convertirlo en una tradición deportiva para Jesús María durante su próxima gestión.
El equipo de Reátegui de la mano de su liderazgo ha vuelto a salir airoso una vez más, demostrando con resultados evidentes la capacidad de dirección, organización y gestión.
Actualidad
Paro Nacional de Transportistas: más asesinatos y un gobierno ausente
Mientras las mafias siguen matando a transportistas en todo el país, Dina Boluarte guarda un silencio cómplice. La falta de acción y de liderazgo ha convertido las carreteras en territorios sin ley. Los transportistas paralizarán el país este 18 de junio exigiendo lo que siempre se les garantizó: seguridad y justicia.

Los gremios de transportistas han anunciado un paro nacional para este miércoles 18 de junio, en protesta por la alarmante ola de violencia que azota a su sector. La medida, que iniciará a las 00:00 horas y se extenderá hasta las 23:59, incluirá concentraciones en puntos clave de Lima, Callao y otras regiones.
La Confederación Nacional de Transportistas del Perú (CNTP), la Asociación Nacional de Transportistas (ANTRA) y otros colectivos lideran esta jornada de protesta, tras registrar al menos 15 conductores asesinados en lo que va del año. Las mafias que cobran cupos y extorsionan operan con total impunidad en las rutas del país, mientras el Ejecutivo, encabezado por Dina Boluarte, guarda un silencio cómplice.
Los puntos de movilización en Lima incluyen el Óvalo Santa Anita, el puente Los Ángeles (SJL) y la Plaza Bolognesi. En el Callao, el Óvalo La Perla será el epicentro. El impacto será grave: rutas interprovinciales y urbanas paralizadas, con serias consecuencias para el transporte de pasajeros y mercancías.
Los gremios exigen un plan nacional de seguridad para el sector transporte, mayor presencia policial en zonas críticas y, sobre todo, una respuesta política firme. Pero hasta el momento, el Gobierno no ha emitido ningún pronunciamiento, demostrando su total desconexión con la realidad que viven miles de trabajadores diariamente.
El silencio del Ejecutivo frente a las extorsiones, asesinatos y amenazas sistemáticas refleja una grave irresponsabilidad. Dina Boluarte ha optado por mirar a otro lado, mientras los transportistas mueren en las carreteras y los ciudadanos quedan a merced del crimen organizado.
La protesta no es solo por ellos, advierten los voceros de los gremios. La seguridad en las vías es un problema nacional que afecta la economía, la movilidad y la vida misma de todos los peruanos. Si no hay una respuesta inmediata, el paro podría volverse indefinido.
La indiferencia del Gobierno de Dina Boluarte ya no es tolerable. La ciudadanía exige acción, no excusas.
Actualidad
¿Se cae Larcomar? Municipalidad de Miraflores clausura temporalmente centro comercial
Tras inspección municipal se detectaron grietas, instalaciones expuestas y fallas en medida de seguridad.

El sismo de magnitud 6.1 ocurrido el pasado domingo afectó a todos los limeños sin distinguir clases social o distrito. Varias viviendas, colegios, instituciones públicas y centros comerciales resultaron afectados de manera diversa. A propósito de los últimos, la Municipalidad de Miraflores empezó a realizar inspecciones inopinadas en diferentes lugares de su jurisdicción.
Tras la inspección de Visita de Inspección Seguridad en Edificaciones (VISE) personal de la municipalidad identificó grietas en zonas de tránsito de visitantes, instalaciones eléctricas expuestas y deficiencias en la implementación de medidas de seguridad, entre otros problemas.

Al respecto, señalaron que estas observaciones ponían en riesgo la integridad física de los vecinos, turistas nacionales y extranjeros, por lo que también se revocó el certificado ITSE (Defensa Civil) de Larcomar.
En tanto, el municipio miraflorino anunció que ampliará las inspecciones a otros espacios públicos del distrito, como la Huaca Pucllana, el café Buenavista, el Beso Francés, playas de estacionamiento y locales ediles, con el objetivo de verificar el cumplimiento de las normas de seguridad.

Estadio Manuel Bonilla bajo riesgo de colapso
Otro emblemático centro miraflorino que se encuentra muy cerca del acantilado es el Coliseo Niño Héroe Manuel Bonilla, que hasta la fecha se encuentra clausurada de manera permanente por detectarse severos problemas en el suelo del recinto deportivo, haciendo casi imposible cualquier plan para su refacción. Es más, expertos indican que probablemente esté al punto del colapso.
Uno de los principales obstáculos para la recuperación del coliseo Manuel Bonilla es la presencia de corrientes de agua y humedad bajo el suelo, lo que complica cualquier intento de remodelación. Según explicó el asesor legal de la municipalidad de Miraflores, Lino de la Barrera, estas condiciones requieren una cimentación profunda y especializada, lo que eleva los costos de reparación a aproximadamente 50 millones de dólares. Este monto, según indicó, está fuera del alcance del presupuesto municipal actual.

Durante décadas, el coliseo Manuel Bonilla funcionó como un importante escenario deportivo y cultural. Este espacio fue utilizado para diversos eventos, como competencias de voleibol, básquetbol, boxeo y actividades culturales, siendo uno de los recintos más representativos de la ciudad.
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