Querida Victoria, no sé cómo hemos llegado a hacernos tanto daño en las redes sociales. No sé cómo así ahora me atacas de una manera atroz en tus páginas. Que yo recuerde nos conocemos más de 20 años, en la casa de M Rilo, junto a nuestro viejo amigo Oswaldo Reynoso cuando cocinábamos juntos y pasábamos bonitos días de bohemia. Incluso tengo fotos que tú misma me tomaste en esa época y que guardo con mucho afecto. Luego el destino nos llevó por otros lados hasta que retomamos la amistad hace unos años e, incluso, hemos sido vecinos en Pueblo Libre hasta hace poco nomás, solo teníamos que cruzar el parque Amoretti para vernos. Y, sí, claro, te he visitado solo y en pareja decenas de veces y tú también has venido a mi casa y hemos compartido horas de horas conversando de política, cultura, poesía y de la vida. Y en las madrugadas cuando tú te ibas de mi casa, yo te acompañaba solo o con mi excompañera.
Mira amiga, que hasta hemos viajado junto a nuestro común amigo, el librero Carlos Carnero y hemos pasado días de vacaciones en Santa Rosa. Y en todo ese tiempo, cuando estuve en pareja o solo, jamás me propasé contigo. Nunca me insinué, nunca me acerqué a tocarte o intenté algo deshonroso contigo. Y sí, alguna vez, te dije, en una conversación sobre las relaciones humanas: “¿Cómo una persona guapa, como tú, podría estar sola o vivir sola?”.
He estado en varios cumpleaños tuyos y me he quedado hasta el final no porque me guste tomar licor, porque, como tú sabes, amiga, soy abstemio y no fumo, sino porque me gusta conversar, compartir ideas, repasar conceptos. Y muchas veces me retiraba porque veía que ya era demasiado tarde y tú, al día siguiente, tenías que ir a dictar clases. Y yo me iba y me despedía como un buen amigo. Te daba un abrazo, un beso en la mejilla, me ponía la casaca, la chalina y te decía “hasta mañana”.
Mi forma de comportarme puede ser corroborada por otrxs miembrxs del “Comando Plath”. Quizás Carolina O. Fernández quien me conoce desde mi adolescencia e incluso yo siempre ando preocupado por su salud (y supe que estuvo mal de los huesos y un mal que le da a los escritores que se llama “Tubo Carpiano” y cada vez que la veo, me acerco a saber cómo se encuentra). Lo mismo con Ena Matienzo a quien conozco, desde inicios de los noventa, cuando nos veíamos con el extinto poeta Juan Vega en la puerta de del cineclub del BCR, en el centro de Lima. Y jamás le he faltado el respeto. Y he salido con ella, como amigos, desde que llegó de Alemania. Ella ha estado en mi casa varias veces hasta altas horas de la noche y jamás me he propasado ni la he querido retener ni nada que pueda entenderse como “abuso de mujeres”. E incluso la he acompañado a tomar su taxi para asegurarme que regrese bien a su casa. Incluso Virginia Benavides (que ahora dice que hablo mal de su persona), ella estuvo en mi casa de playa y se quedó a dormir ahí en mi carro frente al mar de Chorrillos, jamás he intentado propasarme o algo parecido.
Y lo mismo con otras poetas que son parte de tu colectivo. Jamás nadie me ha acusado de machista, golpeador o abusador de mujeres y menos de explotador sexual como dice la falsa denuncia que has posteado en tu colectivo “Comando Plath”.
Querida amiga, no te parece ilógico que habiendo tenido varias parejas, mujeres buenas, honestas y de convicciones, con las que he compartido algunos años de mi vida, digan ahora que jamás he abusado de ellas ni soy un misógino. Sin embargo, la atroz denuncia que me entabla Ana Cecilia Rodríguez Rodríguez quien ha estado unas semanas conmigo, apunta que soy un “golpeador de mujeres”, que soy un “explotador sexual”, que soy un “violador” y que encima le debo plata (cuando se trató de un alquiler cuyo contrato verbal ella rompió al irse sin avisar). Y a pesar de las graves denuncias que pone en mi contra, no muestra ninguna sola prueba, ninguna sola foto de algún posible golpe, ningún testigo o siquiera una grabación de vídeo o audio donde haya algún indicio de todo lo malo que se dice de mi persona. O por último, aunque sea un email de lo mal que la traté.
Yo no he querido mostrar todas las cartas que me envía ACRR después que ella decidió irse, solo porque soy un caballero y soy muy respetuoso del honor de una mujer. Y no son cartas de insultos, son cartas de amor, de sueños, de intentos de retomar la relación. Ella, después de 4 meses de no vernos, sigue escribiendo: “¿Cómo estás? ¿Tomaste agua? (…) Anoche soñé contigo. Íbamos en un bus y yo tenía que bajarme primero. Me olvidaba mi mochila fucsia. Regresaba por ella con las justas (casi me abolla la puerta plegable). Una desconocida se la había puesto al hombro y se la quité. Alcancé a verte leyendo unos textos en hojas sueltas y bajé en mi paradero”.
No te parece que no hay ninguna lógica en alguien que ha sido tan “maltratada” o tan “abusada” como dice ella. Y si yo soy un “maltratador” porque no muestra todos mis supuestos maltratos o acosos de correo o de mensajes de teléfono donde de seguro le debo estar increpando para que vuelva conmigo y seguir abusando de ella. Y es que no hay ninguna lógica en esa FALSA DENUNCIA. Y para los que piensan que ACRR “estaba acostumbrada al maltrato”, diré que solo estuvimos unas cuantas semanas (o pocos meses, como apunta ACRR). Y nadie en el mundo se puede acostumbrar a que la patean, la maltraten psicológicamente, que la extorsionen, la violen o la quieran prostituir en tan corto tiempo y menos a una mujer de 36 años con estudios universitarios, lectora y preocupada del activismo de las mujeres. Nadie en el mundo se podría acostumbrar a esa monstruosidad en solo unas semanas. Y no solo eso, sino que encima, en vez de huir o acercarse a una comisaría, busque a su maltratador mandándole cartas de amor o lo llame insistentemente con mensajes de mujer enamorada. Eso no lo puede aceptar ni un estudiante de psicología o psiquiatría de los primeros ciclos.
Y también, querida amiga, habría que pensar si ese es mi “perfil psicológico” como muchas mujeres activistas dicen, entonces, pues, yo hubiera hecho lo mismo con todas las mujeres con las que he estado. Incluso con mi amiga Argentina Sofía Lino, que vino a vivir conmigo justo cuando ACRR se fue. Pero eso no ha sucedido en ningún momento. Y más bien Sofía Lino, la última vez que se fue de viaje me manifestó, con mucha alegría, que le gustaría volver a vivir conmigo en mi próxima casa y que pocas veces la habían tratado tan bien, como yo la traté. Y es que, claro, mi “perfil psicológico” no encuadra dentro de lo que es un abusador de mujeres porque, como todos saben, un ladrón roba, un asesino mata y un abusador abusa. Esa será siempre una constante. Y qué mejor para el abusador manifestarse cuando la mujer está sola, en estado de indefensión o vive cerca o con ella. Las respuestas son simples y solo requieren un poco de lógica o pruebas y creo haber respondido correctamente en mi primera misiva guardándome muchas evidencias porque ya exceden la permisibilidad y la exposición del Facebook, pero que sí me sirven para el legajo y mi demanda legal.
Ahora, por cierto, me acusas o das a entender de haber hackeado una de tus cuentas. Pero te recuerdo, querida amiga, que hace unos días o semanas, cuando nos hablamos por el inbox te contaba que doné todas mis cosas a los Traperos de Emús San Camilo. Ahí regalé para los niños pobres todas mis cosas, incluso mi colección de juguetes de lata y también mis computadoras, refrigerador, televisor, muebles, etc., y solo saqué una mochila con mis libros y mis USBs con mis trabajos. No he tenido computadora hasta hace poco nomás en que el escritor y activista Miguel Fegale me ofreció una máquina para terminar unos escritos y con eso estoy ahora (y le agradezco profundamente la solidaridad que MF ha tenido para con mi persona). No sé cómo podría hacer de hacker, que es, cómo no, amiga, un oficio delincuencial. Me asombra que no me conozcas o que, en tantos años, y tantas cosas privadas que te conté, no hayas podido percibir mi honestidad.
Bueno, querida Victoria, en realidad te escribo esta carta porque el día de ayer en el centro de Lima, un amigo que trabaja para el estado (y que me pidió no ponga su nombre), mi abogada Esperanza Chilca Ibañez y yo, fuimos agredidos por una turba que me identificó como “un violador” y me lanzaron unas latas de cerveza y, en el empujón, la doctora Esperanza cayó al suelo golpeándose la cabeza. Yo la tuve que llevar en peso al taxi auxiliados por una señora que nos obsequió una botella de agua. Y, créeme, amiga, si en nombre de las mujeres se va a maltratar mujeres, eso no lo podemos permitir ni tú ni yo. Afortunadamente, soy un hombre fuerte (y no “macho” ni “machirulo”) y ya he enfrentado situaciones adversas muchas veces y he podido salir airoso, como, seguro, será esta vez.
Y, así, querida Victoria, esta pequeña misiva se está alargando más de la cuenta, y yo solo quería decirte que siempre pensé que eras mi amiga, siempre creí que algo tan horrible, como lo que posteas de mi persona, podría venir de otros lados y no de ti, pero ya veo que mis respuestas no tienen ningún sentido y lo que se busca ahí, en tus espacios, es destruirme y por eso, las respuesta u opiniones de varios amigos solidarios han sido borradas solo para dar prioridad o espacio a quienes me insultan y me agreden de forma vil e irrespetuosa (tengo los testimonios de Héctor Ñaupari, Niko Spinoza, Percy Hinostroza y otros). Lo mismo ha sucedido en la página de Ana Cecilia Rodríguez quien se ha encargado de borrar cualquier comentario o link donde haya alguna respuesta favorable a mi persona, originando un linchamiento mediático y un cargamontón de total miseria humana (Pueden corroborarlo entrando a su página
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10155346987543192&set=a.10151240295803192.457421.506573191&type=3&theater). Y no sé si esto es por vergüenza o porque ella sabe perfectamente que todo lo que ahí dice es una CALUMNIA y quiere cuidarse que, por lo menos, sus amigos sigan creyendo que todo lo que cuenta es verdad.
Por cierto, mis cuentas seguirán abiertas y he reclamado la presencia de peritos en el asunto judicial para que develen toda la bajeza que ACRR y el Comando Plath están haciendo conmigo porque no le debo nada a nadie y jamás voy a bajar la cabeza menos ante la mentira, el escarnio o la campaña de demolición contra mi persona.
Ahora, sí, me despido, querida Victoria, ojalá algún día podamos seguir conversando de la vida o vayamos a mirar el mar. Acuérdate siempre que la verdad no tiene género y siempre se impone y se devela al final.
Un abrazo.
Paz y libertad,
siempre.
La Encantada de Villa
Rodolfo Ybarra
DNI 09441432
PD: Aquí dejo el link de mi primera carta sobre la infame acusación que aparece en “Comando Plath”:
https://rodolfoybarra.blogspot.pe/2017/11/contra-la-infamia-y-la-mentira-del.html