Cultura
Carlos Revilla, falleció el pintor francés afincado en Perú
A los 81 años el artista de padre arequipeño y madre francesa dejó de existir. Aquí rememoramos una entrevista exclusiva con Carlos Revilla.

El artista Carlos Revilla nació en Clermont-Ferrand, la zona volcánica de Francia por excelencia. Hijo de padre arequipeño y de madre francesa; su temprana formación académica en la escuela de Artes de Ámsterdam le permitió adquirir gran destreza en las artes plásticas; luego arribó al Perú, y las puertas del circuito artístico local se abrieron con beneplácito ante su arte neofigurativo, que además tuvo grandes visos de surrealismo, y que luego derivaron a lo que él mismo denominó realismo mágico.
Revilla pintó durante 66 años pintando ininterrumpidamente, acababa de cumplir 81 años, y lo celebró en compañía de su eterna musa; aunque parezca increíble él la pintó siempre, y sin conocerla. Aquella musa es Jeanette Revilla, y fue su compañera por 36 años.
Ante la muerte de Carlos Revilla, rememoramos una entrevista donde nos habló de sus vocaciones artísticas, y su largo trajinar entre Europa y Latinoamérica; de política; de las galerías peruanas; de su amistad con Salvador Dalí; de los paisajes del desierto, las mujeres desnudas, y los monos; todos ellos, elementos fundamentales dentro de sus composiciones pictóricas.
Carlos, tú naciste en Francia en plena segunda guerra mundial
CR: Nací en 1940 cuando las tropas alemanas estaban ingresando a Francia. Tengo algunas visiones de ello, porque yo jugaba fuera de casa en el jardín, y como no tenía juguetes solo jugaba con agua, botellas, y vasos. También veía pasar las tropas alemanas y veía aviones que pasaban volando cerca a nuestra casa. Son recuerdos muy fuertes.
¿Y qué pasó luego?
CR: A mi padre lo trasladaron a Argentina y yo me quedé algunos años porque no teníamos medio de transporte para viajar. Solo había un barco de la Cruz Roja pero estaba lleno de gente y tuvimos que esperar un tiempo para conseguir pasajes. Por eso tuvimos que quedarnos dos años más en Francia, antes de llegar a Buenos Aires.
¿En tu adolescencia tuviste alguna experiencia gráfica o de lectura que te haya impactado?
CR: Por supuesto: La Divina Comedia de Dante. Ahí fue la primera vez que vi al surrealismo. Yo vi el infierno, y fue algo que me impresionó… hasta ahora. Las primeras impresiones que vives de chico te quedan para toda la vida, y son las que te forman el espíritu. Mi amigo Jorge Piqueras me dijo un día: “Si yo hubiera vivido en un mundo de geometría, hubiera sido un pintor geométrico”.
De niño dibujabas, pero cuando fuiste más grande ¿ya tenías la idea de seguir la carrera de arte?
CR: Sí, y no; porque aún no pensaba que se podía hacer una profesión del artista. Porque los artistas eran pobres en esa época, por lo menos los que conocíamos.
¿Tu padre fue severo con tu vocación artística?
CR: Sí, claro; como todos los padres que prefieren que los hijos estudien otra cosa.
JR: Su padre era diplomático, y le hubiera gustado que su hijo sea diplomático; por eso Carlos tuvo que engañarlo al principio, y le hizo creer estudiaría letras; y en realidad estudió arte en Ámsterdam porque era lo que le apasionaba. Él lo descubrió en Brasil con su padre, cuando hicieron una visita al taller del pintor Cándido Portinari.

¿Qué te pareció el nivel de la escuela de Bellas Artes en Holanda?
CR: Es excelente. Para ingresar tenías que dar un examen, y hacer unos dibujos; luego se reunía un jurado y te aceptaban, o no; según la calidad de tus dibujos.
¿Qué recuerdos sobre tu madre?
CR: La verdad, que no viví mucho tiempo con mi madre porque me fui de casa a los 18 años; y no volví hasta los años 60, época que mi madre ya estaba en Perú. Pero tengo muy buenos recuerdos de ella; era muy buena, y guapa. Ella siempre apoyaba mis tendencias artísticas, y escondía mis cuadros debajo de mi cama para que no los vea mi padre.
JR: Ellos tenían un piano, y Carlos lo tocaba muy bien. Tenía una tendencia artística para lo plástico y lo musical, pero, cuando su padre daba su siesta, le molestaba que el niño Carlos toque el piano; y un día, cuando estaban asignados a Rio de Janeiro, Carlos llegó del colegio y vio que se estaban llevando el piano de la casa. Yo creo que eso fue determinante para que él empiece a pintar.
CR: Es que la pintura no hacía ruido; y por eso no se iban a dar cuenta cuando estaba pintando.
Tenías tu vocación musical
CR: Sí, pero creo que hubiera sido un pianista bastante mediocre, quizás hubiera terminado tocando en los hoteles.
Te formaste en la escuela europea, y todavía no conocías el arte que se hacía en Perú ¿Dónde viste por primera vez algo de nuestro arte?
CR: Fue gracias a una profesora que me daba clases de dibujo. Ella tenía una colección de arte peruano; tenía huacos, cerámicas, cuchimilcos, telas, y plumas. Esa fue la primera vez que vi objetos artísticos peruanos. Me encantó el mundo mágico que tenemos aquí, y comencé a leer literatura latinoamericana. Entonces, yo leía en francés; fue mi primer idioma porque mi madre era francesa; pero cuando llegamos a Argentina yo aprendí español.
¿Cuándo viniste a Perú?
CR: En el año 1960 exactamente, y estuve hasta el año 1962, e hice retratos, porque era la única forma de sobrevivir y ganar un poco de dinero.
¿Era molesto pintar rostros a pedido?
CR: No. Lo pasaba bien, porque conocía gente simpática y agradable a los que les gustaba mi dibujo; y bueno, pagaban bien.
¿El mercado del arte en Perú aún no es vasto?
CR: Yo diría que ha comenzado. Actualmente hay muchos pintores, y muchas galerías. Cuando yo vine en el año 60 apenas había dos galerías.
JR: Es que en esa época la gente tenía tendencia de tener pintura cusqueña, indigenista, y colonial, y no coleccionaban mucho. El sentido del coleccionismo del arte contemporáneo ha ido in crescendo en los últimos años.
CR: Ha crecido rápidamente; lo que sucede es que la calidad de los artistas actualmente es muy mediocre; ha bajado mucho… es como un vacío, y no trasmiten nada.
Hay un cambio radical de las tendencias en el arte. Incluso la pintura ha pasado a ser algo antiguo. Y desde hace mucho en las bienales internacionales abundan las instalaciones de cientos de metros de perímetro. ¿Qué opinas de las instalaciones?
CR: Exacto. Esas instalaciones de ladrillos las vi por primera vez en el año 1960, cuando vivía en Europa. Y mi opinión: depende, hay buenas y hay malas. Hay algunas que son bastante interesantes, pero no dejan de ser instalaciones para decoración de tiendas, o cosas por el estilo.

En Perú hay un grupo de artistas que tienen fama y que venden mucho en Europa ¿Es cierto eso?
CR: Los peruanos que vendían mucho en Paris fueron Leoncio Villanueva y Gerardo Chávez. Pero con respecto a otros pintores peruanos, creo que son más conocidos en el continente americano; sobre todo en Estados Unidos. En Miami por ejemplo, donde se tienen los mejores contactos, porque allí hay más sudamericanos. Yo empecé a exponer en Europa, porque vivía allá. Lo que pasa es que yo tenía una galería muy buena, y muy seria en París.
¿Hay algún artista peruano que te llame la atención?
CR: A ver quién me puede interesar…Polanco.
¿Te trataron bien las galerías peruanas?
CR: Me trataron bien. Yo estuve aquí con la galería Camino Brent que era muy buena; y también estuve con Ivonne Briceño que me representaba con gráfica, y me compraba obras cuando viajaba a Europa. Ella fue la primera que trajo pintores peruanos que vivían en el extranjero.
¿Qué opinión tienes de las galerías en general?
CR: Mira, hay dos tipos de galerías: la galería en que tú pagas para exponer, y eso para mí no tiene ningún valor. Y tienes el marchand, que es el que tiene una galería y compra tus cuadros; él los acumula, y luego de un tiempo los vende. Para mí es lo más interesante para un artista.
JR: Él siempre ha trabajado en Europa con un marchand; pero aquí las galerías te dicen lo que tienes que hacer; y eso no nos interesa.
Las galerías son como dictadoras, que te imponen qué temática trabajar, entre otras cosas
CR: Sí, todos. Y no solamente en el Perú; así son los galeristas. No importa que sean americanos, o europeos, todos son iguales. Yo ya no trabajo con galerías desde que la galería Camino Brent cerró
¿Alguna obra tuya que no te haya gustado ha sido confinada al desván?
CR: La obra que no me gusta la destruyo, o la pinto encima, o la rompo.
Pero también hay obras que te han gustado muchísimo ¿Qué sientes cuando se las llevan de tu taller?
CR: Sí claro, las hay. Siempre es duro vender un cuadro, se sufre.
JR: Es como un hijo que has parido, y cuando veo que un cuadro maravilloso se va sufro, porque de alguna manera he participado en la creación.
Dominas la figura humana y el rostro, ¿Cómo lo haces?
CR: Es difícil darle vida y alma a una cara; si no, simplemente sería una máscara mal pintada.
En un “Revilla” siempre hay mujeres desnudas ¿Qué hay detrás de eso?
JR: Carlos antes pintaba mujeres también; pero cuando nos conocimos fue como una revelación, porque él me ha pintado toda la vida. Lo nuestro no es solamente una historia de amor maravillosa porque estamos 33 años juntos, sino, porque me pintaba desde mucho tiempo atrás con las mismas cicatrices que yo tenía, por un tremendo accidente que sufrí mientras vivía en Suiza. Y lo increíble es que ha sido una cosa premonitoria; él pintaba una mujer con las mismas cicatrices en los mismos lugares del rostro sin conocerla, y cuando nos encontramos por primera vez fue algo fuertísimo; porque él se dijo: esta mujer tiene que ser mía.
Eso es increíble; no puede ser real.
CR: Claro que es real; es increíble, pero real.
¿Es verdad que los pintores reflejan sus propias fisonomías en sus pinturas?
CR: Los pintores se pintan ellos mismos; y siempre sale aunque pinten a una mujer. Lo hacía Da Vinci, y Rubens. Por ejemplo, si tú ves los cuadros de Rubens, todos tienen unos ojos especiales, un poco salidos, incluso las mujeres que pintaba; y él era así.
Las influencias siempre existen, pero la idea es encontrar la propia voz. Actualmente hay artistas que se apresuran y de la noche a la mañana desean trascender
CR: Todos quieren imponer su estilo y no buscan precisamente calidad. Ellos buscan estilo, y que sea algo diferente; algo que choque para que la gente se acuerde de lo que hacen.
El acabado de tus obras es en su mayoría gráfico y no se caracteriza mucho por el empaste
CR: Sí claro. No hago empaste, aunque antes lo hacía. En realidad he hecho de todo, incluso hacía expresionismo.
El abstracto ¿Nunca lo hiciste?
CR: Recién ahora lo estoy haciendo, porque quería ver hasta qué punto puedo hacerlo. He hecho 5 cuadros abstractos.
Los monos siempre están en tus pinturas ¿Cuál es la explicación?
CR: El mono representa la ciencia. El mono es un personaje. Nosotros hemos tenido un mono en casa y era sabio.
¿Y los recurrentes desiertos en tus fondos?
CR: Bueno, es el paisaje peruano. Me parece que los desiertos son lugares únicos para la meditación y, además, tienen un colorido fantástico. Me encantan los colores de las arenas y, también, la vegetación amazónica.
¿Qué te marcó de Europa a diferencia de Latinoamérica?
CR: La revolución del 68, eso fue un boom. Yo creo que desde ahí cambió todo.
¿Entonces participaste de las revueltas?
CR: No, solo lo observé, porque en ese momento yo estaba en Roma y no en Paris. Para mí fue fundamental, porque representó un quiebre de lo que antes era la burguesía, y en lo que luego se transformó. Fueron años muy intensos en Europa en la música, la pintura y el teatro; hubo una explosión de talentos que ya no se ha repetido.
Latinoamérica también tiene una gran riqueza artística
CR: Sobre todo en literatura tuvo una época que ha sido sobresaliente; hablo del boom literario. En pintura no tanto, aunque todavía hay indigenismo; pero la gente que pinta indigenismo piensa que hace pintura peruana y no es así.
¿Y la política en el Perú?
CR: Hay mucha corrupción; aunque yo diría que la hay en todo el mundo. La corrupción es algo mundial; tú ves eso en China, Japón, y en Europa; menos en Suecia, Noruega y Dinamarca, porque esos países tienen una tradición de gente honesta y trabajadora; pero la vida allá es imposible, por el clima y los horarios. Yo creo que la gente está tomando conciencia de lo bien que se vive acá en Lima, y la suerte de tener una capital al borde del mar, como no hay muchas.
¿Cómo fue tu amistad con Salvador Dalí?
CR: Él no era para nada un loco. Era un tipo bastante lucido. Él era muy intelectual pero muy divertido también.
JR: Carlos ha vivido en Cadaqués dos años, ha frecuentado la casa de Dalí y han ido juntos a Barcelona a cenar. Él ha conocido a Dalí ya en un plano más relajado, más cotidiano, y cuando no trataba de impactar.
CR: Nosotros hablábamos de todo. Por ejemplo, él hablaba mucho de las moscas, de cuando se ponía miel en el pecho y dejaba que las moscas fueran hacia él.
En tu pintura hay una especie de sosiego que no linda con la violencia o con la agresividad.
CR: Pero también hay ciertos elementos que pueden demostrar que todavía hay agresividad.
Del surrealismo, pasaste al realismo mágico. Explícanos
CR: En el realismo mágico la situación puede existir en la vida real; en cambio en el surrealismo no, porque todo es mental. Es un arte mental donde inventas cosas, o situaciones, pero no las puedes ver en la vida real; a diferencia del realismo mágico donde al ver a una mujer con un mono, no es algo raro, porque eso puede existir.
¿Harías nuevamente una temática surrealista?
CR: No, ya pasó esa etapa. No sabría a futuro qué cosa me dicte el inconsciente.
¿Cuántas obras has pintado hasta ahora?
CR: ¡Ufff…!
JR: Él tiene 77 años y empezó a pintar desde los 14; quiere decir que tiene 63 años pintando. Entonces, imagínate la cantidad de obras que ha producido. Yo trato de recopilar fotografías de sus obras porque estoy tratando de hacer un catálogo razonado desde hace años, cosa que siempre se hace después que el artista fallece, pero estoy tratando de juntar todo el material para poder hacer un súper libro con toda la producción de las obras más importantes. Pero lamentablemente mucha obra que está en Europa no podemos rastrearla, porque Carlos al principio era más bohemio y no llevaba registro de lo que pintaba,

CR: Tengo fotos en blanco y negro de algunos cuadros, pero no de todos. Tengo un cuaderno con todos los títulos de mis cuadros, pero no las fotos de los cuadros.
Entonces casi toda la obra Revilla está en Europa
CR: No. Yo diría que la mitad en Europa, y la otra mitad en América.
¿Carlos cuál es tu pasatiempo?
CR: Dormir… (Risas) leer, y ver películas.
¿Ha habido amigos entrañables; asistías a las vernissages?
CR: En Europa sí. Ahí sí tenía un grupo de amigos pintores, y nos reuníamos en las galerías y tomábamos vino. Aquí no, porque hay una especie, de no sé qué…
Volviendo a la desacertada política peruana, ¿Tiene arreglo?
CR: Lo que le falta al Perú, y al peruano promedio es cultura. Por ejemplo, la gente que está en el Congreso es totalmente aculturada. La base para todo es la educación y la salud. Si primero se logra una buena educación, luego se pasa a la cultura.
¿La gente cree en nuestra cultura originaria?
CR: Yo espero que la gente conozca el pasado que tenemos detrás; pero como no hay cultura, mucha gente no lo sabe. Y cuando, por ejemplo, les muestras los cuchimilcos, te dicen: “qué bonita muñeca”; es decir, no tienen idea de lo que es el patrimonio cultural peruano; si no conoces eso, tu sentimiento de peruanidad será bastante flojo.
Aquí se copia mucho el arte que viene de afuera, pero en exceso se pierde identidad. ¿Estás de acuerdo con la globalización del arte?
CR: No sé. Hacer pintura de esencia peruana es muy difícil porque como tú dices vivimos en un mundo globalizado; y bueno… hay raíces que uno puede adoptar así como hace Gerardo Chávez. Eso depende de cada uno.
¿Alguna vez enseñaste arte?
CR: No, absolutamente. Lo que pasa es que uno quisiera que el alumno haga lo mismo que uno hace y hay que tener un amplio criterio para aceptar cosas diferentes de lo que uno piensa y hace. Y para no invadir eso, yo prefiero no enseñar.
Además de pintura ¿has empleado otras técnicas?
CR: En Europa he hecho escultura, grabado, dibujo, litografía, serigrafía; he hecho un poco de todo. El problema en Lima es la excesiva humedad, las polillas, y el papel que no dura; por eso no hay un gran mercado. En Europa sí hay un mercado enorme en acuarela, dibujo, litografía y serigrafías.
¿Y hurgaste en la fotografía?
CR: Sí. Cuando tenía 14 años en Holanda yo hacía y desarrollaba fotos.
A estas alturas de tu prolongada carrera ¿sientes que ya llegaste a la cúspide del camino artístico?
CR: Yo espero que falte todavía; todo es cuestión de ver la agilidad de cada uno. Creo que puedo trabajar más durante algunos años. Yo creo que sí, que trabajaré hasta el último día de mi vida. Uno muere con la brocha en la mano.
¿Estás preparando algún proyecto?
CR: La verdad que las cosas llegan por sí solas. Llevo 4 meses sin pintar, y no sé… estoy un poco fuera del contexto, pero espero hacer una nueva exposición aquí en Lima. Vamos a ver cuándo, hay que seguir adelante.
Cultura
Ministerio de Cultura mutila la protección de las Líneas de Nasca
Fabricio Valencia y Moira Novoa deben responder ante la historia y un país que no tolera el canje político del patrimonio cultural material.

Una de las joyas del patrimonio mundial, las Líneas de Nasca, ha sido objeto de una mutilación disfrazada de “ajuste técnico”. La resolución firmada por la viceministra Moira Novoa Silva, y avalada políticamente por el ministro de Cultura Fabricio Valencia, ha reducido el perímetro de protección de esta zona sagrada sin justificación científica creíble. Pasamos de 297 km a 249 km de área resguardada, con una simple firma. ¿Coincidencia? Improbable.
Lo que a primera vista se presenta como una medida administrativa, en realidad abre peligrosos “accesos” para intereses privados. El trazo milenario de Nasca no fue alterado por el tiempo, sino por la mano interesada de quienes hoy habitan el poder. Y detrás de esta maniobra, asomarían los tentáculos de Alianza para el Progreso (APP), partido liderado por César Acuña, quien no esconde —más bien blanquea— su afinidad con los mineros informales.
No es menor el detalle de que el alcalde de Nasca, Wilman Bravo Quispe (de APP), pidió gratuitamente a la Superintendencia Nacional de Bienes Nacionales (SBN) un terreno de 600 mil m² en plena zona arqueológica de Poroma. ¿El objetivo? No fue declarado, pero la ubicación revela el interés: liberar tierras estratégicas en zonas ricas en minerales. El pedido fue archivado, pero semanas después se inició el proceso para modificar la delimitación patrimonial. ¿Casualidad? Cuesta creerlo.
La resolución viceministerial de Moria Novoa se basa en informes contradictorios y desoye las recomendaciones de la propia Dirección de Sitios del Patrimonio Mundial. No se respetó la sugerencia de incluir toda la zona de amortiguamiento. Además, dentro del nuevo polígono aún existen bienes sin sanear, es decir, legalmente desprotegidos. Prácticamente, se ha abierto la puerta al saqueo moderno.
No cabe ninguna duda de que esto no es torpeza; es cálculo. Porque lo técnico ha sido subordinado a lo político, y lo político al interés económico. Desde el Ministerio de Cultura Fabricio Valencia y Moira Novoa tienen mucho qué responder y deberán rendir cuentas no solo ante la historia, sino ante un país que no puede seguir permitiendo que su patrimonio cultural material sea moneda de cambio partidario.
Cultura
FIL de Lima, en la cola de las ferias del libro de la región [VIDEO]
Una comparación de la Feria del Libro de Lima con otras ferias de la región. Aquí el resultado.

Las ferias del libro son eventos culturales temporales dedicados a la exposición, venta y promoción de libros. Se realizan en lugares públicos como centros de convenciones, plazas o escuelas, y reúnen a editoriales, librerías, escritores, lectores y profesionales del mundo del libro.
Hay muchas ferias del libro importantes en todo el mundo. Entre ellas destacan: la Feria del Libro de Frankfurt en Alemania; la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México; la Feria del Libro de Londres, en Reino Unido; la Feria del Libro de Bolonia en Italia; la BookExpo América en Estados Unidos; el Salon du Livre de París (Salun di libro de parrís) en Francia; y la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en Argentina.
En Latinoamérica, la FIL de Guadalajara es la feria del libro más importante en el mundo de habla hispana y una de las más grandes del mundo. Se realiza cada año en México, usualmente entre noviembre y diciembre y reúne a más de 800 mil visitantes, con autores y editoriales de todo el mundo y cada año tiene un país o región invitada de honor.
La FIL Lima también reúne a escritores, nacionales e internacionales; sin embargo, no suele invitar a literatos de la talla de un Nobel. Por otro lado, hay que reconocer que viene posicionándose cada vez mejor en la región y en 2024 registró un récord de más de 530,000 asistentes, superando la cifra del año anterior en un 23%. Y para la edición de este año 2025 se prepara un Homenaje que será dedicado al escritor peruano Mario Vargas Llosa, en reconocimiento a su legado literario.
En resumen, las ferias del libro son más que simples eventos comerciales: son celebraciones de la lectura, la cultura y el pensamiento. En esencia, nos recuerdan que leer es una forma de libertad y que los libros siguen siendo herramientas poderosas para entender el mundo y transformarlo.
Aquí el podcast de Lima Gris con todos los detalles de la FIL de Lima.
Cultura
San Juan de Lurigancho se convierte en un “Museo al Aire Libre” con más de 20 artistas urbanos
Arte en las calles del distrito más poblado del Perú.

En conmemoración del Día Internacional de los Museos, el distrito de San Juan de Lurigancho se prepara para acoger un evento que promete transformar su paisaje urbano en una explosión de color y creatividad. Los días 24 y 25 de mayo, la estación Bayóvar de la Línea 1 del Metro de Lima será el escenario de “Museo al Aire Libre”, una intervención artística sin precedentes organizada por POPULART, colectivo reconocido como Punto de Cultura por el Ministerio de Cultura.
Más de 20 artistas y colectivos del arte urbano peruano —entre muralistas, ilustradores, diseñadores y gestores visuales— se reunirán para convertir muros grises en lienzos vibrantes. La propuesta va más allá del arte: busca reivindicar el espacio público como un lugar de encuentro, memoria e identidad, acercando el arte a la comunidad como herramienta de inclusión y transformación social.
Entre los nombres confirmados destacan reconocidos referentes de la escena urbana como Ilustronauta, Jimbo, Jhoel Mamani, Roberto Peremese, Huansi, Majez, Robin Vela, Kaer y Blue Stef. Junto a ellos, propuestas innovadoras como Módulo.Lab, Gatonegro, y artistas emergentes como Crocketa, Sukey y Murgamdh, conforman un mosaico de estilos y generaciones que dialogan en un mismo espacio.

El evento cuenta con el respaldo de aliados como Línea 1, Barrroco, Colombia Tools y Canal Museal, y forma parte de una apuesta por la descentralización cultural, que busca llevar el arte a todos los rincones de Lima Metropolitana, más allá del circuito tradicional.
“Museo al Aire Libre” es de ingreso libre y abierto a todo público. La ciudadanía está invitada a ser parte de esta experiencia que hará de San Juan de Lurigancho una galería viviente y una referencia cultural en la ciudad.
Cultura
Dibujar las sombras
Crítica literaria al poemario Sombra Celeste de Ximena López Bustamante por Julio Barco (1)

Interior VI
“Mañana salgo de viaje enviaré una postal desde el centro del fuego” nos dice la voz poética de Interior VI técnica mixta (Aletheya, 2022) de Ximena López Bustamante y acaso nos manifiesta la construcción de una poética como un relato ardiente. Así, en este libro es latente la energía telúrica, un desborde que propicia la escritura fluida del poema en prosa. A este ir y venir, se añade la imagen que se sitúa de una frase versal a otra generando, siempre en fragmentos y destellos (como en Joyce) y propicia una caligrafía automáticamente mental: “(…) como quien anda con el corazón hecho polvo una gran culpa transformar las cenizas extinguir el nombre multiplicar el polen dejarlo en el aire en el intento por prescindir la palabra…” (pág. 6).
La emotividad del sentimiento genera un desborde musical y ético: detrás de la cantata hay un deseo de extender la bondad, la poesía y la libertad. Y poner, “todo mi amor reproduciéndose mil veces por segundo” (pág. 12)
Sin embargo, también se permite paisajes más existenciales: ¿Por qué escribir? / ¿Así de doloroso es cuando te crecen alas? / ¿Quién sino tuya? / ¿Cómo sino poseída por unamisma? (pág. 28). Así, el subtítulo del libro se comprende como una advertencia de las diversas técnicas literarias que aborda: prosa poética, poemas con versos reflejados y encadenados a los dos puntos (:); o poemas con forma de carta.

Sombra Celeste
Por otro lado, en Sombra Celeste (Comba, 2025) recorremos por un trabajo repleto de nocturnidad y creación. Ahora estamos frente a un poemario de breve aliento: las imágenes del desborde se contienen. La búsqueda similar: la luz y sombra de la individualidad. En ese sentido, se acerca a poetas como Pizarnik o Varela que se perfilan por una búsqueda intrapersonal. Además, se trata de un trabajo sistemático: todos los poemas llevan el rótulo de noches.
Es un escenario determinado: de la noche diecisiete a la noche veinticinco observamos la germinación de mirada particular. En medio de su búsqueda, se inclina por “la lluvia del aire teje desobediencia para zurcir eso/que tampoco entendemos/salvo la pasión qué entendemos salvo la pasión salvo la/pasión.” (pág. 18) Si para los poetas de la Edad Media la noche se situaba como síntoma de la libertad y el desparpajo, o para Novalis solo la noche era infinita, para la poeta es el espacio de liberar la enfermedad: el cuerpo y el síntoma. Entonces cada noche es un espejo, un medio (y médium) de permear las energías líricas. Y es esa pasión la que crea la posibilidad del andamiaje poético, donde los recuerdos y los suplicios se tornan poiesis: éste es el primer verso/donde serás carbón de tortura (pág. 20), porque, así como la poesía es reflejo, también se convierte en una hoguera donde el fuego (¿acaso el que buscaba en su primer poemario?) regresa como quehacer emancipador y significativo.
El fuego y la palabra liberan. Los que juegan con esas energías, hacen saltar las chispas de las palabras: así nace el fuego. Sin embargo, en la noche diecinueve se advierte: éste debe de ser / el suplicio contemporáneo (pág. 25). Reconocimiento, aceptación, tortura. Es decir, la afirmación de que el vacío —ese síntoma moderno (ese cisne negro) — se cristalice con su terror.
Pero, para no naufragar, el poetizar se transforma en ritual. Así, aparece, por ejemplo, la voz de la abuela, y entonces “(…) alumbra/ versos hambrientos” (pág. 48). Son esos versos, cargados de un lirismo velado, de sugerir antes que mostrar, los que manifiestan la creación de una mirada propia, es decir, una voz identificadora, o, como señala la poeta, un “morar unamisma”. Como un conflicto entre la danza del cuerpo y la expansión panteísta de la mente, oscilan los versos de Sombra Celeste.
¿De qué sombra hablamos entonces? De la sombra de la creación de una identidad a través de un oxímoron (sombra, como conflicto; celeste, como purificación) Esta sombra celeste es un telón a desplegar: ahí yace el corazón y su canto. Y esto genera una suerte de noche oscura del cuerpo, donde se intuye la pasión y la gracia, el desgarro de ser y estar. Es decir, se trata, como en Edipo Rey, de un descubrimiento de la identidad última: ahí la sombra, ahí lo celeste. ¿Y qué es ese lugar? Es el poema el lugar donde la poeta se hace materia de sí misma, conflicto y mutación.
Reflexión final
Finalmente, adentrándonos en la poesía arequipeña (donde podríamos encajar a Ximena, como también en la poesía escrita en el siglo XXI, en la poesía de menores de cuarenta años, etc) encuentro que su voz mantiene y explora el perfil subjetivo de las poetas sureñas (Medina Rondón, Román, entre otras) que buscan una redención interior en versos gráciles y amargos. Como en el ecuánime Alberto Hidalgo, la poesía brota del geiser del ser.
- Autor de más de 33 libros, profesor, columnista y dirige Café Barco, programa cultural.
Cultura
Julio Hevia: el psicoanalista que caminó la ciudad con alma de calle
Julio Hevia pensó al Perú, lo caminó, lo escuchó y lo acarició con palabras. Desde su mirada profunda nos enseñó que la calle es la verdadera escuela de sabiduría, y que la eternidad pertenece a quienes piensan con belleza y verdad.

Cómo no recordarlo. Cómo no pensar en ese andar ágil pero pausado, esa mirada escudriñadora de niño rebelde, ese verbo certero con el que diseccionaba la ciudad y sus habitantes. Este 20 de mayo, Julio Hevia Garrido-Lecca habría cumplido 72 años. Setenta y dos vueltas al sol que, de haber continuado, sin duda seguirían alumbrando con lucidez las veredas del pensamiento peruano. Pero un día gris, el 27 de junio de 2018, mientras permanecía internado en una clínica limeña, Julio partió. Y con él, una voz entrañable del psicoanálisis y de la reflexión crítica sobre el Perú urbano.
El velorio tuvo lugar en la iglesia Virgen de Fátima, en Miraflores. Allí acudieron sus alumnos, colegas, lectores y amigos. Algunos llevaban libros subrayados; otros, anécdotas en el bolsillo. Todos, sin excepción, llevaban dentro el eco de sus ideas lúcidas.
Julio era barranquino no solo por dirección postal, sino por identidad profunda. Su casona de estilo republicano, ubicada en una arteria tradicional del distrito, parecía brotar del mismo espíritu del barrio: bohemio, culto y resistente. Allí vivía con su familia. Y allí, además de libros y conversaciones, también florecía otra de sus pasiones: la pintura y el dibujo. Porque sí, Julio Hevia también dibujaba y pintaba durante años. Lo hacía con la misma intensidad con la que pensaba, con una línea vibrante que dialogaba con sus obsesiones teóricas. Años después de su partida, se organizó una muestra póstuma que reveló esa veta poco conocida, pero profundamente auténtica.

Aunque académico de formación, Julio fue, sobre todo, un observador. No del tipo que se oculta tras el vidrio de una biblioteca, sino el que recorre mercados, conversa con las caseras, con choferes, y escucha sin prejuicio. Fue una especie de sociólogo fáctico por vocación, y psicoanalista por convicción, pero por encima de todo, fue un amante de la polis: de sus lenguajes, tensiones, afectos y contradicciones.
Sus libros —“El limeño como estereotipo” (1988), “Pantallas, frecuencias y escenarios” (1994), “Lenguas y devenires en pugna” (2002) y “¡Habla, jugador!” (2008)— son, en el fondo, mapas del inconsciente colectivo limeño. Un archivo afectivo de nuestras maneras de ser, hablar, chonguear y sobrevivir.
Una conversación en Barranco
Un buen día, cuando yo editaba la sección de cultura de un diario local, decidí escribir sobre él y de sus filudos trabajos y publicaciones que siempre le median el pulso a la ciudad y a los habitantes de Perusalén. Y como buenos vecinos nos encontramos en el corazón de Barranco para dar rienda suelta a nuestra conversa, que primero empezó con rígidos enfoques metodológicos de academicismo y terminó con un lenguaje tan coloquial, en una charla chispeante, muy a lo “chocherita” como se decía antes, o a lo “brother”, como aún se sigue diciendo hasta hoy. La entrevista que le realicé en el mes patrio del 2015, la titulé: Julio Hevia: «Tener calle, ya es un valor positivo».
Aquella mañana, hablamos de Lennon, de Kubrick, del cine y de Freud. Saltamos de los barrios bravos del Llauca, la Rica Vicky y el Rímac, a la sabiduría “cayetana”.
Algo que siempre perdurará en el tiempo, es ese principio de la pedagogía fáctica, que nos predica: “Si quieres romper las reglas, primero apréndetelas”. Y entonces le pregunté: si tú fuiste un maestro de cátedras y le rendías tributo a la academia y a la metodología de la investigación, ¿cómo es que tienes tanta calle? Y con la frescura de quien nunca necesitó impostar sabiduría, Julio empezó a romper algunos sagrados mitos y agregó: “Los teóricos de gabinete no sirven de nada si no salen a la calle a contrastar sus epistemes”.

Las calles fueron su aula
Cuando le pregunté sobre su recorrido callejero, él recordó: “Yo siempre pisé la calle, porque tampoco me acomodaba por mi propio estilo al almidón académico, y ahí también experimenté anticuerpos. Yo he caminado mucho en la calle, y el primer libro que publiqué está hecho de experiencias que yo detecté en la calle”.
Fue entonces que le lancé la pregunta que había estado rondando mi mente… ¿si de niño alguna vez jugó la canga, matagente, y el trompo? su respuesta fue honesta: “Yo jugaba canicas. No era muy bueno, y me acuerdo que tenía un vecino que me andaba quebrando las canicas. También he sido pelotero de la calle toda la vida, y además aprendí que yo tenía que ser más rápido que el otro, porque yo no era muy grande”.
Su relato tenía la precisión de una escena de cine neorrealista: sudor, barro, y una pelota improvisada como centro de todo.
Julio Hevia era tan carismático y entrador, que tenía ese raro don de caer bien. Y aquel día me contó entre risas, que una vez subió a un taxi y empezó a hablar con el chofer. Al poco rato, el taxista detuvo el auto, lo miró y le dijo: —“Bájate”—. Sorprendido, Julio preguntó ¿por qué? —Porque yo te iba a cuadrar —le respondió el conductor—, pero me has caído bien. Así que bájate nomás—”.
Hoy, su voz sigue viva en sus textos, en sus otroras alumnos de la universidad de Lima que aún citan sus frases en sus vidas profesionales. En esa muestra pictórica que dejó como legado silencioso, y en esa casona de Barranco que aún parece esperarlo con la puerta entornada.
Julio Hevia no solo pensó al Perú. Lo escuchó, lo caminó, lo acarició con las palabras. Y desde ese lugar profundo —el de los que no se conforman con mirar desde la ventana—, nos enseñó que la calle no es solo un espacio geográfico, sino una gran escuela de sabiduría.
Cultura
Luiz Carlos Reátegui: «Es necesario democratizar la literatura peruana» [VIDEO]
Nuestro invitado vive entre la literatura y la política. En esta entrevista nos cuenta su experiencia literaria y su incursión en la arena política peruana. Además, conversamos sobre lo bueno y lo malo de la FIL de Lima.

A dos meses de que se inicie la Feria Internacional del Libro de Lima, tuvimos como invitado en el podcast de Lima Gris a Luiz Carlos Reátegui, un talentoso escritor que en el 2018 ganó el Premio Copé con su cuento La casa abuela. Además, con su relato Prohibido besar a las cholas obtuvo el premio internacional Planeta Cuba. Una historia que se volvió viral, agotando el libro a pocos días de su presentación en la FIL de ese mismo año.
En la obra de Reátegui se destaca su aguda sensibilidad social y su capacidad para retratar las tensiones culturales del Perú contemporáneo. Su trabajo ha sido celebrado por su autenticidad, su mirada regional y su compromiso con las voces marginadas del país. A lo largo de su carrera, Reátegui ha cultivado diversos géneros, desde el cuento hasta la novela, como su obra histórica Isabella Nápoles, siempre con un estilo evocador y honesto que interpela al lector.
Su literatura no solo narra, sino que también denuncia, reflexiona y rescata, convirtiéndose en una herramienta de memoria y resistencia cultural.
En esta entrevista nos habla de su experiencia como escritor, su incursión en la política y su búsqueda por el sillón municipal de Jesús María. También lanza algunos dardos sobre la gestión de la Feria Internacional del Libro de Lima y recomienda algunas mejoras que debería hacer la Cámara Peruana del Libro.
Aquí el podcast completo por Neo TV.
Cultura
Geometría y acero bajo el mismo cielo
El hombre Pentágono y el misterio de las formas: esa es la nueva bipersonal de Mónica González Tobón y Percy Zorrilla. Va en La Galería de San Isidro hasta el 6 de junio.

En su taller de Cieneguilla el silencio se quiebra solo con el sonido del metal al ser moldeado. Mónica González Tobón y Percy Zorrilla han construido algo más que esculturas: una vida. Ella, colombiana de nacimiento y peruana por elección; él, limeño de raíces andinas. Ambos, nacidos en 1971, se conocieron en las aulas de la Facultad de Arte de la PUCP.
Desde entonces, Mónica —ganadora del Primer Premio en Escultura— y Percy —destacado por su audacia en pintura y volumen— iniciaron un viaje creativo que hoy, tres décadas después, desemboca en El hombre Pentágono y el misterio de las formas, bipersonal que inauguran el 14 de mayo en La Galería de San Isidro.
Ambos —ella con nueve individuales y premios en Dubái y Alemania, y Percy, con obras en Vietnam y Argentina— representan esa rara conjunción de talento y tenacidad. «En los 90, el arte en Perú era un acto de fe», recuerda ella, mientras señala los certificados de sus logros: el Premio Hobart (2013) por una escultura pública en San Miguel, o su mención en el Museum of Americas (2007) por explorar lo femenino en el acero.
Percy, por su parte, acumula distinciones como el Premio Nacional de la Juventud (2003) y participaciones en diferentes bienales, desde el Chaco hasta Da Nang. «Nuestras obras viajan más que nosotros», bromea, refiriéndose a las piezas que habitan plazas en Lima, Büdelsdorf y Buenos Aires.

-Cosmogonía de metal-
La muestra —que incluye una pieza conjunta, seis esculturas de Mónica y cuatro de Percy— es un homenaje a la geometría sagrada. «El pentágono es el hombre buscando su lugar en el universo», explica ella, mientras ajusta un relieve que parece flotar. Para Percy, el material es un aliado: «El acero nos permite vencer la gravedad, como si las leyes físicas cedieran ante lo espiritual».
Influenciados por Oteiza y Winternitz, pero también por los frisos Ychsmas de Cieneguilla, sus obras son «vacíos activos» que dialogan con Kandinsky y Turrell. «No es minimalismo —aclara Mónica—, es lenguaje del alma».
La dinámica de creación es tan singular como su historia: cinco hijos, árboles plantados juntos y discusiones sobre ángulos y vacíos. «Nuestra pieza colaborativa (‘El hombre pentágono’) es como nuestro matrimonio: dos visiones que se complementan», confiesa Percy. Mónica añade: «Él piensa en grande; yo, en lo esencial». Esta síntesis se plasma en la distribución de la muestra, donde sus obras no compiten, sino que «orbitan como planetas», según el curador.

-Ritual de lo habitual-
Así, desde el 14 de mayo San Isidro será testigo de cómo el acero se vuelve poesía. Entre las piezas destacan “Microcosmos” (Mónica), una estructura que atrapa la luz del atardecer, y “Tawantinsuyu” (Percy), un homenaje a la cosmovisión andina. «Queremos que el público sienta que el arte es un ritual», dicen.
Con esta exposición —que luego viajará a Alemania—, los Zorrilla no solo celebran su trayectoria, sino que desafían la indiferencia hacia el arte público en Perú. «Seguiremos plantando esculturas como si fueran árboles», prometen. Y uno les cree: después de todo, ya lo han hecho en medio mundo. Aplausos.
Lugar: La Galería
Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro
Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 pm. Sábados de 3 a 7 pm
Hasta: 6 de junio.
Cultura
Un amigo escritor para Hitler: El obituario del Premio Nobel
Lee la columna de Hans Herrera Núñez

Si usted cree que Vargas Llosa es controversial, es porque no conoce a Knut Hamsun. Se cumplen 80 años en que el 30 de abril murió Hitler en la Cancillería de Berlín. Una semana después, en Noruega, la leyenda de la literatura escandinava, Hamsun, escribiría un obituario en honor del Gran Dictador de Europa.
Hamsun en 1945 tenía 86 años, el famosos novelista y premio Nobel, era una leyenda viviente entonces, autor de obras maestras como Hambre y Pan que desarrollan la novela psicológica heredera de Dostoievski en una exploración acertada del monólogo interior de sus protagonistas.
Durante el ascenso de Hitler y luego durante la ocupación de Noruega por Alemania, el inmortal escritor se mostró favorable a Hitler.
El obituario de Hitler
Knut Hamsun escribió en mayo de 1945, estando la guerra perdida, un obituario de Adolf Hitler en el periódico Aftenposten. El panegírico de Hamsun a Hitler sirvió como artículo principal del periódico colaboracionista sobre la muerte de Hitler.
El breve obituario dice en su totalidad:
«No soy digno de hablar en nombre de Adolf Hitler, y su vida y sus acciones no me incitan a ninguna provocación sentimental. Hitler fue un guerrero, un guerrero por la humanidad y un predicador del evangelio de la justicia para todas las naciones. Fue un reformador de primer orden, y su destino histórico fue actuar en una época de brutalidad sin igual, que al final le falló.
Así puede el ciudadano europeo occidental mirar a Adolf Hitler. Y nosotros, sus seguidores más cercanos, inclinamos la cabeza ante su muerte”, escribió Knut Hamsun.

El obituario se publicó la noche del 7 de mayo de 1945, una semana después de la muerte de Hitler.
Cuando su hijo Tore le preguntó sobre el motivo de este obituario, Knut Hamsun respondió: “Fue un gesto de caballerosidad hacia un gran caído”.
Para el propio Hamsun, el obituario y otras declaraciones y escritos llevaron a su arresto poco después del fin de la guerra. Sin embargo, los cargos en su contra se suavizaron cuando el profesor Gabriel Langfeldt y el médico jefe Ørnulv Ødegård determinaron que tenía “capacidades mentales permanentemente deterioradas”.
Antes de morir fue acusado de traición y finalmente fue seriamente multado y calificado de loco. En 1948, tuvo que pagar una suma ruinosa al gobierno noruego de 325.000 coronas (65.000 dólares o 16.250 libras esterlinas en aquel entonces) por su presunta afiliación al Nasjonal Samling y por el apoyo moral que brindó a los alemanes, pero fue absuelto de cualquier afiliación nazi directa. Si era miembro del Nasjonal Samling o no, y si sus capacidades mentales estaban deterioradas, es un tema muy debatido incluso hoy en día.

Hamsun declaró que nunca migró a ningún partido político. Escribió su último libro a los 90 años, Paa giengrodde Stier (Sobre senderos cubiertos de maleza), en 1949, un libro que muchos consideran una prueba de su capacidad mental. En él, critica duramente a los psiquiatras y a los jueces y, con sus propias palabras, demuestra que no está enfermo mental. Hamsun murió en 1952.
Después de la guerra, los noruegos quemaron libros de Hansum y su recuerdo sigue siendo espinoso entre sus compatriotas. Como dijo una escritora de su país, ningún noruego habla abiertamente de Hansum pero todos tienen al menos un libro suyo en casa.
El autor danés Thorkild Hansen investigó el juicio y escribió el libro “El juicio de Hamsun” (1978), que causó revuelo en Noruega. Entre otras cosas, Hansen declaró: “Si quieres conocer idiotas, ve a Noruega”, pues consideraba indignante ese trato al veterano autor ganador del Premio Nobel. En 1996, el cineasta sueco Jan Troell basó la película “Hamsun” en el libro de Hansen. En “Hamsun”, el actor sueco Max von Sydow interpreta a Knut Hamsun; su esposa, Marie, es interpretada por la actriz danesa Ghita Nørby.
El profesor Atle Kittang, de la Universidad de Bergen, escribió sobre el legado de Hamsun en el sitio web del Centro Knut Hamsun. Afirmó que existían razones complejas detrás de la publicación del obituario por parte de Hamsun. Señala que, tras su único encuentro en 1943, Hitler no ocupaba un lugar destacado en la evaluación de Hamsun. En consecuencia, Kittang cree que el obituario debería considerarse parte de la necesidad de provocación de Hamsun, como lo demuestran su vida y obra.

Hamsun, la leyenda de la literatura
Más de medio siglo antes, un joven Hamsun se oponía al realismo y al naturalismo. Argumentaba que el objeto principal de la literatura modernista debía ser la complejidad de la mente humana, que los escritores debían describir el «susurro de la sangre y la súplica de la médula ósea». Hamsun se convertiría muy pronto hacia 1800 a ser considerado el «líder de la revuelta neorromántica de principios del siglo XX».
Entre sus admiradores se encontraban Thomas Mann, Hermann Hesse, Robert Musil, Arthur Schnitzler, Jakob Wassermann, Stefan Zweig, Martin Buber, Arnold Schoenberg y Alfred Einstein. Todos ellos contribuyeron a la publicación conmemorativa que se publicó en Alemania con motivo del 70º cumpleaños de Hamsun. Al Festschrift publicado en Noruega con el mismo motivo también contribuyeron Maxim Gorki, Gerhart Hauptmann, Heinrich Mann, Tomáš Garrigue Masaryk y André Gide. Otros admiradores incluían a Ernest Hemingway, Franz Kafka, John Galsworthy, Henry Miller e incluso el joven Bertolt Brecht. Uno de los periodistas y escritores más conocidos de Alemania en aquel momento, Kurt Tucholsky, también confesó en un breve artículo en el Vossische Zeitung del 1 de enero de 1928: “Kurt Tucholsky ama… a Hamsun”
Todo empezó en 1888, cuando el barco de vapor danés Thingvalla en que viajaba un Hamsun pobre y desconocido se encontraría con la musa. Fue en ese viaje en que su barco estuvo amarrado en Kristiania durante un día en su camino de EEUU a Copenhague, que dicha ciudad danesa le trajo recuerdos desagradables del año 1886, cuando tuvo que soportar allí un duro período de hambre, sin trabajo. Hamsun no abandonó el barco y esa noche escribió las primeras líneas de la novela, que ya capturan la atmósfera opresiva de todo el libro:
«Fue en ese tiempo cuando yo vagaba y me moría de hambre en Cristianía, en esa ciudad extraña de la que nadie se va hasta que ha sido marcado por ella”.
En Copenhague alquiló una habitación en el ático y, padeciendo nuevamente hambre, continuó escribiendo. Presentó el manuscrito inacabado a Edvard Brandes, el editor de arte del periódico Politiken. Profundamente conmovido, Brandes persuadió a Carl Behrens para que publicara partes del libro de forma anónima en la revista danesa Ny jord (Nueva Tierra) en noviembre. La obra llamó inmediatamente la atención por la radicalidad de su representación y su ruptura con el concepto aún joven del nuevo realismo. La revista Dagblad pronto reveló el misterio que rodea la identidad del autor. Hamsun continuó trabajando en la obra, que fue publicada íntegramente, aunque todavía de forma anónima, en 1890. Ese mismo año fue publicada en traducción alemana por Samuel Fischer.
Hambre narra en primera persona el declive físico y psicológico de un joven escritor y periodista fracasado en Kristiania, la actual Oslo. De vez en cuando logra vender un artículo a un periódico, pero sus ganancias rara vez son suficientes para cubrir comida y alojamiento, por lo que deambula por la ciudad hambriento y a veces incluso sin hogar. Al intentar ocultar su precaria situación, el narrador en primera persona la empeora aún más. Describe su estado mental con gran detalle y de forma vívida; Su estado de ánimo fluctúa entre la depresión, la euforia, la desesperación y la vergüenza.
El narrador anónimo en primera persona sale de su habitación y camina sin rumbo por Cristianía. Cuando conoce a un hombre pobre, a pesar de su propia situación, empeña su chaleco y le da la mayor parte del dinero que recibe. Poco después, persigue a una mujer, luego busca un empleo y fracasa, después se le ocurre un texto brillante y escribe lo que intuyo es una obra maestra, envía el manuscrito a un editor, sin un centavo y viviendo en la calle se le ocurre entrar furtivamente a la habitación que alquilaba y de donde lo echaron por deudor, y es entonces que descubre una carta, su libro tiene suerte y le han adelantado 10 coronas. Aquí empieza la historia.

El autor y crítico danés Erik Skram elogió la obra como un “acontecimiento literario de primer orden”, y el crítico noruego Carl Nærup escribió en 1895 que “sentó las bases de una nueva literatura en Escandinavia”. Muchos críticos consideran que la novela es la mejor obra de Hamsun. El autor se hizo famoso de la noche a la mañana, fue un invitado bienvenido en los círculos intelectuales y fue invitado a dar lecturas en los EE.UU.
Influenciado por la psicología de Dostoievski (el narrador recuerda ciertos rasgos de Raskolnikov, el antihéroe de Crimen y castigo, pero también protagonista de El sótano) y por el naturalismo de Zola, Hamsun, en Hambre, prefigura también los escritos de Kafka y de la literatura existencialista del siglo XX.
Recepción en el siglo XXI: En su novela de 2017 Suleika abre sus ojos, Gusel Jachina retoma una imagen de Hamsun: la gente intenta superar el hambre cortándose con un cuchillo y chupándose la sangre de los dedos.
Respecto a esta raza de artistas vagabundos descrito en Hambre, Virginia Nicholson escribe en Among the bohemians: Experiments in Living 1900-1939:
«Después de cincuenta años podríamos juzgar que la pobreza de Dylan Thomas era noble, mientras que la de Nina Hamnett no tenía sentido. Sin embargo, una artista menor y sin dinero se vuelve igual de famélica que un genio. ¿Qué los impulsó a hacerlo? Creo que tales personas no sólo escogieron el arte, sino también la vida de artista. El arte les ofreció un estilo de vida diferente, uno que creyeron les compensaba de la pérdida de comodidades y respetabilidad».
Tal vez Hamsun viera en Hitler a aquel artista frustrado que como él vivió el hambre y la soledad del anonimato en esa otra Christiania llamada Viena.
«En aquel tiempo tenía hambre y vagaba por Christiania, esa extraña ciudad de la que nadie sale sin llevar sus marcas…»
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