Dicha inmunidad se ha convertido en un instrumento grosero de blindaje que ha continuado protegiendo a presidentes corruptos e inmorales. ¿Acaso desde el fujimorato hasta el boluartismo no se ha ‘blindado’ a la figura presidencial? ¿Acaso es poca cosa haber tenido 8 presidentes procesados por actos de corrupción?
Es sabido que en nuestro país poner en discusión el tema de la ‘inmunidad presidencial’ es todo un tabú; considerando que diversos intelectuales del derecho, entre ellos, curtidos constitucionalistas y expertos estudiosos de la hermenéutica constitucional habitualmente salen a protestar y aseveran que no se puede atentar contra una prerrogativa universal que refrenda la Teoría del Estado que indefectiblemente debe estar sujeta a la Constitución. Es decir, el Derecho Internacional sitúa al principio de inmunidad de los jefes de Estado como uno de sus pilares.
Y en nuestro país esta inmunidad presidencial está refrendada y garantizada por el artículo 117° de la Constitución Política, que señala: “El presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su período, por traición a la Patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales; por disolver la Cámara de Diputados, salvo en los casos previstos en el artículo 134° de la Constitución, y por impedir la reunión o funcionamiento de cualquiera de las cámaras del Congreso, o los del Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral”.
Sin embargo, dicha inmunidad durante las últimas décadas se ha convertido en un instrumento grosero de blindaje que ha continuado protegiendo a presidentes corruptos e inmorales. ¿Acaso desde el fujimorato hasta el boluartismo no se ha ‘blindado’ a la figura presidencial? ¿Acaso esta ‘mal entendida inmunidad’ no se ha convertido en todo un despropósito?
Así las cosas, se insiste en mencionar que en Perú la ley es igual para todos (artículo 2° inciso 2 de la Constitución); cuando en realidad, es una mera falacia.
Nadie en su sano juicio debería discutir que la ‘investidura presidencial’ debe ser solemnemente respetada, bajo todo concepto. Porque de esa manera se rinde honor al cumplimiento que debe ejercer todo ciudadano que se precie de vivir en un Estado de derecho. Pero al mismo tiempo, el pueblo también goza de soberanía, por lo tanto, no debe, ni puede ser menoscabado por sus autoridades que le pidieron un voto de confianza como sufragistas. Y cuando esta autoridad presidencial, ya estando en el poder comete actos que van contra la moral y contra la propia administración pública, inmediatamente, rompe su condición como tal, y pierde toda legitimidad. Aunque algunos “abogados del diablo” salgan a defenderlo, argumentando la trillada premisa, “una cosa es la legitimidad y otra la legalidad”.
Todos los “involucrados” han venido difundiendo últimamente esa dinámica: —que se atenta contra el principio de inocencia—que se debe respetar el debido proceso—y que nadie es culpable hasta que la justicia demuestre lo contrario, luego que concluya un proceso que mediante sentencia firme ratifique la supuesta culpabilidad—.
Asimismo, ellos piden no manchar sus honras, porque dizque el nombre y el honor son invaluables. Por ello, como herramienta amedrentadora los políticos más cuestionados son los que interponen múltiples querellas contra sus denunciantes para hacer creer que están enlodando sus embusteras imágenes. Mientras tanto, continúan las tropelías desde sus oficinas en el aparato estatal y nadie puede hacer nada al respecto.
¿Acaso es poca cosa haber tenido 8 presidentes procesados por actos de corrupción? Y no pongo—presuntos—porque desprecio esa letanía que dicta que no se puede afirmar algo hasta estar bien seguros de lo que se dice. Así funciona la convivencia en nuestra sociedad, que, para evitar ganarse enemigos, se debe procurar ser ‘políticamente correctos’ al momento de emitir opiniones. Mientras, tenemos que soportar a presidentes sátrapas, deshonestos, indecentes, embusteros, despreciables y corruptos.
Ya no hay tiempo para continuar escuchando las declaraciones de una mandataria embustera e indeseable que en nuestra propia cara nos dice que tiene “las manos limpias” y que trabaja por el bienestar de todos los peruanos. Una situación que ya es demasiada grotesca para los 33 millones de peruanos que solo pedimos—no a la impunidad—.
No cabe duda que las sociedades no son estáticas, porque estas cambian vertiginosamente, y en Perú el «comportamiento» de la política se ha tornado indeseable, al punto de convertirse en sistémica. Precisamente, para ello existe la ‘sociología del derecho’ que estudia el comportamiento de nuestra sociedad para adecuar nuestras leyes de acuerdo a nuestra realidad actual, con el fin de sanear la convivencia social.
Por esa y otras razones más, basta de ‘inmunidad presidencial’, que solo alimenta la impunidad y le abre las puertas a más candidatos cuestionados que desean ingresar a la esfera palaciega para ‘suspender’ sus cuentas con la justicia y para seguir cometiendo actos abominables, gracias a que ilegítimamente gozan de esta absurda protección.
Expresidente Pedro Castillo se encuentra preso preventivamente y la Fiscalía solicita 34 años de prisión contra él por el fallido golpe de Estado.
Finalmente, es exigible que se impulse un proyecto de reforma constitucional para erradicar de plano esta perversa prerrogativa presidencial que solo ha venido funcionando para blindar a traidores que detestan a su patria y a todos los que la habitamos. Sin embargo, si bien, es casi imposible que desde el Congreso y el Ejecutivo se tome en cuenta esta iniciativa, no se debe perder la esperanza y algún día podremos ver que realmente se respete el imperio de la ley.
Luis Felipe Alpaca es egresado de la carrera de Derecho y Ciencias Políticas y estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza; asimismo estudió en la Escuela de Escritura Creativa del CCPUCP, y tiene un Diplomado de Especialista en Derecho Comercial por la Escuela Superior de Negocios. Ha sido Editor de Cultura del Diario 16, y actualmente es Editor General del Grupo Editorial Lima Gris, y es conductor del programa radial Lima Gris Radio por La estación Planicie 91.5 de la FM. Como gestor cultural ha organizado y curado exposiciones de arte y eventos ligados a los derechos culturales. Asimismo es corrector de estilo, y ha escrito más de 400 artículos relacionados a cultura, actualidad y política. Como activista social ha sido miembro de la Red del Patrimonio Cultural con el afán de defender patrimonios inmateriales y materiales como el desaparecido Palais Concert, y el Complejo Arqueológico Puruchuco. Actualmente es miembro del Colectivo Antropoceno Identidad, y ha recorrido distintas regiones del país para brindar apoyo, encuentros y conferencias en universidades con temas relacionados al arte ancestral y la cultura originaria.
Todos los reaccionarios son tigres de papel. A primera vista, parecen aterradores, pero en realidad no son tan poderosos. Desde una perspectiva a largo plazo, no son verdaderos tigres, porque los pueblos los derrotarán.» (Mao Tsetung)[1]
El imperialismo norteamericano es un “tigre de papel”. Parece poderoso y temible ante millones de trabajadores hispanoamericanos que creían en el sueño americano. Donald Trump persigue a humildes trabajadores agrarios y de servicios en las principales ciudades norteamericanas, como lo hacía la Gestapo con los judíos en la Alemania nazi.
Los tratados de libre comercio, las alianzas militares (OTAN), el Acuerdo de París, los acuerdos sobre armamento nuclear o el Tratado Torrijos-Carter (sobre el Canal de Panamá), para los Estados Unidos no tienen ningún valor. Son papeles mojados en tinta; valen o tienen vigencia sólo si benefician a los intereses económicos y políticos de Estados Unidos. Para ellos, el mundo es su patio trasero.
La libertad, los derechos humanos, la democracia, el estado de derecho, la familia y la ética religiosa son para las elites yanquis, consignas sin contenido, mercancías y marketing electoral; lo que realmente les importa son los recursos naturales del mundo. No olvidemos que entre 1846 y 1849 invadió México, anexándose Texas, California, Arizona y Nuevo México, todos estos territorios ricos en minerales y oro.
En 1898 inició la guerra contra España por la independencia de Cuba; sin embargo, se anexo Puerto Rico y convirtió a Filipinas en una base militar para controlar el Mar de China. Antes de su fracasada revolución, Cuba fue un refugio de capitales de la mafia norteamericana.
Invadieron Haití (1914-1934) con el pretexto del caos político, cuando en realidad buscaban manejar la deuda de ese pequeño país en beneficio de sus bancos. Todo ello lo hacían en nombre de Dios, la democracia y la libertad occidental.
En 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, impusieron el Plan Marshall para controlar la economía y subordinar políticamente a Europa a los intereses del capitalismo norteamericano. La intervención en Corea (1950-1953) no solo fue para combatir “el comunismo”, sino para fortalecer su industria armamentística y establecer una gran base militar en Corea del Sur que garantizara su hegemonía militar.
En 1965 invadieron la República Dominicana con el pretexto de derrocar a su exaliado, el dictador Trujillo. En realidad, no les interesaba la democracia sino los intereses de las empresas norteamericanas que controlaban la economía dominicana. Lo mismo sucedió en Granada en 1983: una pequeña isla con un ejército reducido fue invadida por la poderosa flota naval yanqui, quedando subordinada económica y políticamente a EE. UU.
La invasión a Panamá en 1989 tenía como pretexto capturar al narco dictador Noriega, quien antes fue su aliado. En realidad, buscaban consolidar su hegemonía militar y política en Centroamérica. En 1990 expulsaron a Irak de Kuwait y establecieron bases militares que amenazan al Medio Oriente y controlan el petróleo. En 2001 invadieron Afganistán con el pretexto de liquidar a los talibanes y Al Qaeda. Detrás del combate al terrorismo estaba el interés de controlar los gaseoductos y oleoductos por empresas norteamericanas. Sin embargo, terminaron huyendo y entregando el gobierno nuevamente a los talibanes.
En 2003 mintieron para invadir Irak y derrocar a su viejo aliado Saddam Hussein. Lo que realmente querían era controlar el petróleo iraquí. Estados Unidos consolidó su presencia militar y económica en Medio Oriente. Los hispanoamericanos no olvidamos su apoyo a Inglaterra en la guerra de las Malvinas contra Argentina, a pesar de que existía el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un pacto de defensa entre los países de América.
Ahora usan los aranceles contra México y Canadá como pretexto de que atentan contra su seguridad nacional, van a exacerbar el conflicto comercial para intentar anexar militarmente el norte de México y convertir a Canadá en el estado 51 de los Estados Unidos. Luego irán por Groenlandia y Panamá ante el silencio cómplice de los europeos.
Mao Tsetung acertó al señalar que el imperialismo es fiero como un tigre, pero en realidad es débil como un papel, porque puede ser derrotado. La primera gran derrota se la acaba de dar la empresa china de inteligencia artificial DeepSeek, que con un pequeño presupuesto derrotó al gigante norteamericano ChatGPT, haciendo que las acciones de Nvidia bajaran más del 25%.
El lunes 3 empieza el boicot a las empresas norteamericanas (Coca-Cola, McDonald’s) en los Estados Unidos. Esperamos que en todo el mundo se rechacen los productos de esas empresas. La resistencia de los millones de trabajadores hispanoamericanos se inicia con una huelga blanda. Esta nueva batalla antimperialista ya se inició en las redes sociales que en el transcurso de las semanas será indetenible. En todo el mundo crece el antimperialismo fomentado por jóvenes y los movimientos sociales y estamos seguros que solo buscan que la humanidad viva en paz y libertad.
[1] Cfr. Mao Tsetung Textos escogidos (1926/1963) Conversación con la corresponsal norteamericana Anna Louise Strong- agosto de 1946.) – 1ª ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ágora, 2016. En https://pcr.org.ar/wp-content/uploads/2020/04/Mao-textos-escogidos.pdf
El agonizante gobierno de la presidenta Dina Boluarte Zegarra apuesta por el reciclaje en sus últimas semanas de gestión. Las investigaciones por presunta corrupción y la oscura muerte del empresario Nilo Burga vinculadas al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social han hecho que la mandataria se decida de manera desesperada por Leslie Urteaga Peña, otra ministra investigada por presunta corrupción, y que, además, arrastra escándalos como el caso Richard Swing y el caso Joinnus en el Ministerio de Cultura.
La actual ministra del MIDIS cuenta con un rosario de graves informes que fueron emitidos por Contraloría, donde se señala que cuando ocupó el cargo de directora de Patrimonio Cultural y luego de viceministra, omitió sistemáticamente la protección del patrimonio e incluso el cobro de las multas. Una omisión que terminó beneficiando a varias empresas privadas. Estos antecedentes nos hacen pensar que, con la llegada de Urteaga Peña al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, solo se buscaría obstaculizar las investigaciones del caso Qali Warma y de la muerte del propietario de Frigoinca, quien fue amenazado antes de ser hallado sin vida en la habitación de un hotel.
En sus días de desempleada, Leslie Urteaga tocaba puertas sin suerte en la Municipalidad de Lima, pero una llamada le cambió la vida. ¿Por qué retornó al Gabinete? Aquí nuevamente aparece Morgan Quero Gaime, el detestable ministro de Educación. No olvidemos que Quero también fue asesor de Dina Boluarte en el MIDIS. Es decir, conoce muy bien lo que se pretende ocultar.
Es importante recordar que Quero fue traído desde México por el exministro Jorge Nieto Montesinos, quien lo nombró el 14 de octubre de 2016 Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Cultura (MINCUL). En ese entorno, Quero entabló una relación amorosa con Leslie Urteaga, a quien conoció en los pasillos del ministerio, y desde entonces, el dúo Urteaga-Quero ha logrado trepar en la política. Hoy ya no hay amor pero hay otros intereses.
En medio de los ríos de sangre —de manifestantes y empresarios—, Dina Boluarte ha optado por colocar a sus cómplices en puestos clave del poder, creyendo quizá que con esto logrará frenar las investigaciones en su contra. Sabemos que aún tiene el respaldo de Keiko Fujimori y César Acuña. Lo que no sabemos es quién de los dos la traicionará primero.
En Perú, algunos grandes del teatro que durante décadas hicieron vibrar al público que acudía a las tablas, ya se encuentran descansando en la eternidad. Hace unos años partieron Enrique Victoria (2018) y posteriormente Ricardo Blume (2020). Sin embargo, actualmente continúa vigente un caballero de ‘fina estampa’ que nunca dejará de vestir elegante. Se trata de Carlos Gassols, que, a pesar de tener 95 años, no deja de escribir y de revisar sus guiones teatrales desde el calor de su hogar miraflorino. Aunque parezca inverosímil, Carlos empezó en el teatro a los cuatro años en la compañía de su padre, y viajó en giras sudamericanas hasta convertirse en un joven.
Hallar a alguien más prolífico, imposible, y pese a haber sido un incansable dramaturgo, profesor, locutor, director y guionista, él solo se define como un actor, ya que lleva consigo una carrera que ya bordea los 90 años de trayectoria.
Si bien, reconoce su pasión por el cine, Carlos confiesa que el teatro es su vida, y no para de evocar con mirada nostálgica a su compañera quien fuera su esposa y cómplice durante 60 años, la actriz Hertha Cárdenas, quien “partió” hace 9 años, en 2016.
A pesar que es un hombre culto que no para de leer, él también anda inmerso en la política desde la mirada de un ciudadano libre que necesita estar informado de lo que acontece actualmente en el país. Solo hace unos días, me mostró el titular de un artículo que estuvo leyendo con absoluto detenimiento: “La normalización de lo inaceptable y de la capacidad de indignarnos”.
Desde la perspectiva de Carlos, todos somos responsables de tener un Perú tomado por la criminalidad institucional y callejera, por el solo hecho de ser permisivos, y de no indignarnos ante la ola de contubernios y alianzas subalternas entre el gobierno de Dina Boluarte y el Parlamento. “Por eso estamos como estamos, porque en realidad no nos hemos indignado jamás, y nos han ‘metido el hombro’ hasta adentro. La presidenta partió diciendo que era la gran persona; sin embargo, nos ha engañado a todos. Robaron todo lo que quisieron y además tenían al Congreso que era lo mismo que ellos y entonces el Congreso hacía todo lo que ella quería”, aseveró indignado el entrañable actor.
Bastaron dos años, para que un grupo de «bandoleros», mal llamados congresistas, destruyeran la frágil y poca institucionalidad democrática que nos quedaba, no podemos permitir que esto se repita, para ello, principalmente para ello, debe servir el próximo Senado.
En un contexto político tan dinámico como el peruano, donde la inestabilidad y la polarización han marcado la agenda nacional en los últimos años, la discusión sobre la reinstauración del Senado de la República cobra relevancia. Esta cámara, conocida como la «cámara reflexiva», no es un capricho del pasado, sino una herramienta institucional que podría aportar equilibrio, profundidad y calidad al proceso legislativo. Pero, ¿por qué es tan necesario un Senado para el Perú? Y, sobre todo, ¿qué características debe tener un buen senador?
La Función del Senado: Más Allá de los Congresistas o Diputados
El Senado no es simplemente una segunda cámara; es un espacio diseñado para la deliberación serena, el análisis técnico y la representación territorial. Mientras la Cámara de Diputados suele ser más dinámica y cercana a las demandas inmediatas de la población, el Senado actúa como un contrapeso que evita decisiones apresuradas o populistas. Su rol es revisar, enmendar y perfeccionar las leyes, asegurando que estas no solo respondan a coyunturas, sino que estén alineadas con los intereses de largo plazo del país.
En el caso del Perú, un Senado bien estructurado podría ser la clave para superar la fragmentación política y la falta de consensos. Al ser una cámara con menos miembros que la de diputados, pero con requisitos más exigentes para sus integrantes, el Senado podría convertirse en un espacio de diálogo y construcción de acuerdos entre fuerzas políticas diversas.
La Necesidad de Elegir Bien: Un Llamado a la Ciudadanía
La reinstauración del Senado no será efectiva si no va acompañada de una ciudadanía informada y comprometida con la elección de sus representantes. Elegir bien a los senadores no significa votar por quienes prometen más, sino por quienes demuestran capacidad, experiencia y un compromiso genuino con el país.
Un buen senador debe ser, ante todo, un estadista. Debe tener la capacidad de mirar más allá de los intereses partidarios o personales y trabajar por el bien común. Además, debe contar con una sólida formación en temas legislativos, económicos, sociales y ambientales, ya que su labor no solo implica aprobar leyes, sino también fiscalizar al Ejecutivo y representar a las regiones del país.
Otra característica esencial de un buen senador es su independencia. En un sistema político como el peruano, donde los intereses particulares y las presiones externas suelen influir en las decisiones, un senador debe ser capaz de mantener su autonomía y actuar con integridad. Esto implica resistir las tentaciones de la corrupción y priorizar siempre el interés nacional sobre cualquier otra consideración.
El Senado como Representación Territorial
Uno de los aspectos más valiosos de un Senado es su capacidad para representar a las regiones del país. En un Perú tan diverso y descentralizado, es fundamental que todas las voces sean escuchadas en el proceso legislativo. Un Senado bien diseñado podría garantizar que cada región tenga una representación equitativa, lo que contribuiría a reducir las brechas de desarrollo y a promover una mayor cohesión nacional.
Por ejemplo, un senador de la sierra no solo debe preocuparse por los problemas de su región, sino también entender cómo estos se relacionan con las dinámicas nacionales. Lo mismo aplica para un senador de la costa o de la selva. La diversidad de perspectivas en el Senado enriquecería el debate legislativo y aseguraría que las leyes respondan a las necesidades de todos los peruanos.
Un Senado para el Futuro
La reinstauración del Senado de la República no es un retroceso, sino una oportunidad para fortalecer nuestra democracia y mejorar la calidad de nuestra legislación. Sin embargo, este proyecto solo tendrá éxito si la ciudadanía asume su responsabilidad de informarse y elegir a los mejores representantes.
Un buen senador no nace, se hace. Y se hace con educación, experiencia, integridad y un compromiso inquebrantable con el país. Por eso, es fundamental que, en el debate sobre el Senado, no solo hablemos de estructuras y normas, sino también de las personas que las ocuparán. El futuro del Perú depende de ello.
Invitamos a la población a informarse, a participar activamente en este debate y a exigir a sus futuros representantes los más altos estándares de calidad y ética. El Senado puede ser una gran herramienta para el Perú, pero solo si lo construimos entre todos.
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta fundamental en múltiples industrias. Sin embargo, con los avances en modelos como GPT, Stable Diffusion, DeepSeek, ha surgido un nuevo desafío: las limitaciones ya no son tecnológicas, sino humanas. La clave para aprovechar al máximo la IA radica en la capacidad de las personas para formular las instrucciones adecuadas. Esto ha dado lugar a la ingeniería de prompts, una disciplina emergente que promete cambiar la forma en que interactuamos con la tecnología.
Los prompts son las indicaciones textuales que se proporcionan a un modelo de IA para obtener resultados específicos. Dependiendo de su redacción, la IA puede generar imágenes hiperrealistas, completar código, escribir artículos o responder preguntas con diferentes niveles de precisión y creatividad. Esta interacción ha evidenciado que el problema no está en la tecnología en sí, sino en cómo las personas formulan sus solicitudes. En otras palabras, el futuro de la IA dependerá de la habilidad humana para comunicarse con ella.
El crecimiento de la IA ha llevado a la profesionalización de la ingeniería de prompts. Empresas en Estados Unidos y Europa ya están contratando especialistas con salarios que superan los 300,000 dólares anuales. En países como Alemania, China y Reino Unido, universidades y centros tecnológicos han comenzado a ofrecer certificaciones en esta área, preparando a una nueva generación de expertos en interacción con IA.
Esta disciplina no solo se aplica al desarrollo de texto, sino también a la generación de imágenes mediante inpainting, diseño gráfico, composición musical, programación y automatización de procesos. Con el avance de interfaces cada vez más conversacionales, se espera que en el futuro muchas profesiones requieran conocimientos en prompt engineering para optimizar el uso de la IA en su trabajo.
A medida que la inteligencia artificial se integre más en la vida cotidiana, saber pedir será tan importante como saber programar. La ingeniería de prompts no es solo una herramienta, sino una competencia esencial para el mundo digital, donde dominar la conversación con las máquinas será sinónimo de éxito.
La poesía peruana es un desborde de sentimientos, un pulso entre corazón y mente que, cuando se fusionan, crean ríos vigorosos. El poeta peruano respira contra el viento, en un país donde la vida se enfrenta a sí misma, donde la poesía apenas es una posibilidad. Su voz documenta la crisis, el dolor y la resistencia.
En este contexto, Teresa Orbegoso escribió con la realidad como astilla clavada en el alma. Su voz poética es la de todos: la otredad como unidad del ser. Su lenguaje, herido y perfecto, cruje como las alas de los gallinazos de Lima. En su escritura hay una razón esencial: el origen del dolor. Su poesía le da voz al miedo, a lo que provoca pánico: la enfermedad, la muerte. En ese versar, dialoga con la tradición, con Moro, Vallejo, Varela y los poetas que la precedieron. La tradición es un eco de afirmación y negación que enriquece su estética. Su obra no es solo testimonio, sino liberación: transforma el dolor en palabras, convirtiendo el sufrimiento en un registro poético universal.
Derrumbada la torre de Babel existe y
El once de septiembre existe
Los incendiados de la guerra con Chile como limbos descoloridos
Y también los seis estudiantes asesinados y los cuarenta y tres desaparecidos
De Ayotzinapa (pág. 78)
Este desgarrador documento poético se nutre del lenguaje surrealista y la modernidad, articulando un latido que resuena en todo el continente. La poesía es el espacio del ser y del estar, de lo sagrado y lo mundano. En Abro el miedo, Orbegoso se inscribe en la tradición de la poesía peruana y latinoamericana, donde la palabra es resistencia. Su obra es universal porque es profundamente peruana, testimonio de una crisis que nos atraviesa a todos. Frente al dolor, solo queda llorar, escribir y abrir un testimonio.
¿Qué pasa cuando muere una poeta en el Perú? ¿Qué pasa cuando ya no puede afirmar su existencia escribiendo? Antes de los días del verano, pude conocer a Teresa, en algunas calles de Quilca. ¿Qué pasa entonces? Nada. Pero queda tu palabra, poeta, y esa luz basta.
Lima, Perú. El silencio ensordecedor de 158 cadáveres clama justicia. 158 vidas arrebatadas, 158 familias destrozadas, 158 historias truncadas. Y ante esta masacre silenciosa, ¿dónde está la respuesta del gobierno de Dina Boluarte y su Ministro del Interior? ¿Dónde está la eficacia prometida, la mano firme que debía combatir la delincuencia desatada en nuestro país? La respuesta, lamentablemente, es un vacío aterrador, una farsa de seguridad pública maquillada con declaraciones vacías y recursos malgastados.
Se declaró emergencia. Se prometió mano dura. Se desplegaron recursos —millones, quizás miles de millones— a la Policía Nacional del Perú. Sin embargo, la sangre sigue manchando nuestras calles. Los índices de criminalidad, lejos de disminuir, parecen crecer exponencialmente, alimentándose de la impotencia y la frustración de una ciudadanía cada vez más atemorizada.
¿De qué sirve la emergencia si la delincuencia opera con impunidad? ¿De qué sirve el despliegue policial si los criminales actúan con total desprecio a la ley? Las cifras hablan por sí solas: más muertes, más robos, más violencia. La sensación de inseguridad se ha instalado en cada rincón del país, convirtiendo nuestras casas en fortalezas y nuestras calles en campos de batalla.
La indignación se apodera de nosotros. No podemos aceptar que la ineficacia gubernamental se traduzca en la muerte de nuestros ciudadanos. No podemos tolerar que la respuesta a la inseguridad sea la misma letanía de promesas incumplidas y justificaciones vacías. Necesitamos acciones concretas, estrategias efectivas, una verdadera voluntad política para combatir el crimen organizado que nos asfixia.
¿Dónde están las estrategias a largo plazo? ¿Dónde está el plan integral para atacar las raíces del problema, para prevenir el delito y no solo reaccionar ante sus consecuencias? El gobierno se limita a reaccionar, a apagar fuegos, mientras la estructura misma del problema se mantiene intacta, creciendo y fortaleciéndose.
Los 158 cadáveres son mudos testigos de este fracaso. Sus silencios gritan a los cuatro vientos la incapacidad, la indolencia, la falta de compromiso del gobierno. Es hora de exigir responsabilidades, de exigir soluciones reales, de exigir un cambio radical en la forma en que se combate la delincuencia en el Perú. No más promesas vacías. No más muertes innecesarias. Basta ya. Exigimos justicia para las víctimas y seguridad para todos los peruanos.
Una vez más el sistema de justicia peruano hace gala de su rol discrecional y parcializado. La Sala Civil Permanente de la Corte Suprema ratificó la ilegalidad de la organización política liderada por el mayor (R) Antauro Humala. Los derechos fundamentales de la población corren peligro y con ello el sistema democrático, si se permite que dicha organización participe en el lance electoral general. Si así hubiesen pensado los magistrados en la década del 2000, al declarar la ilegalidad del partido fujimorista hoy en día la inestabilidad política y el deterioro de las instituciones democráticas serían hechos del pasado nefando.
¿Qué de democrático representan el fujimorismo y sus aliados ultras para la sociedad peruana? ¿Han hecho un mea culpa por su pasado autoritario y abiertamente criminal? Los más jóvenes no deberían olvidar que el fujimorismo se encargó de destruir las instituciones democráticas en los 90. La cooptación, el clientelismo y el peculado fueron moneda corriente por esos años y los fujimoristas –que controlaban el Congreso y el Gobierno– pusieron todos los medios a su alcance para perpetuarse en el poder, pues tenían un proyecto político de largo plazo (veinte años). Por consiguiente, se trataba de una organización antidemocrática y profundamente autoritaria.
Irónicamente, un político esperpéntico como Antauro Humala comparte muchos rasgos en común con los fujimoristas y sus aliados ultras. Todos buscan aprovecharse de las prerrogativas del régimen democrático para licuar o desvirtuar esas mismas instituciones democráticas. Acá se aprecia claramente la paradoja de la tolerancia y cómo la sociedad peruana debería protegerse legítimamente de todas las organizaciones antidemocráticas y de corte totalitario (y mafioso). ¿Acaso los nacionalsocialistas no hicieron lo mismo en las entrañas de la República de Weimar? Ya sabemos cuál fue el vergonzoso y sangriento corolario.
Los que aplauden fervorosamente que el partido de Humala haya quedado fuera del mercado electoral son los mismos que eligieron a un cruzado intolerante como burgomaestre o a políticos que petardean la democracia desde el Congreso. Es decir, pisotean los valores democráticos liberales de civilidad, libertad y tolerancia. En el fondo, anhelan un pensamiento único (el suyo) y un régimen político a su medida. Solo respetan las reglas de juego democrático cuando les conviene; cuando no, patean el tablero (como se vio en el último proceso electoral). No están a favor del consenso y de la razón comunicativa (salvo para defender sus intereses crematísticos de una forma corporativa). En suma, son un peligro para la democracia, incluso esta imperfecta y endeble que tenemos.