¡Basta de Humillación! ¿Estamos en cola para Besar el culo de Trump?
La indignación por las palabras del presidente Trump, quien se jacta de que los países le «besan el culo» para negociar aranceles, debería ser unánime. Sin embargo, la silenciosa complicidad del gobierno, del Congreso y de algunos sectores políticos resulta aún más escandalosa. ¿Dónde están las voces de la izquierda antimperialista? ¿Dónde están Cerrón, Bermejo y Verónika Mendoza, quienes tanto se proclaman defensores de la soberanía nacional? Su silencio ensordecedor ante esta afrenta es, cuanto menos, sospechoso.
Mientras Trump insulta a nuestro país con una vulgaridad inaudita, estos líderes, que se autodenominan antimperialistas, permanecen callados. ¿Acaso la defensa de la soberanía solo se aplica cuando conviene? ¿O es que la indignación selectiva es la nueva estrategia política? Su silencio es una traición a los principios que dicen defender y una bofetada a la cara de todos aquellos que esperaban una respuesta contundente ante la humillación a la que nos somete el gobierno estadounidense.
Perú, según las palabras del propio Trump, estamos en la cola para «besarle el culo». Esta frase, lejos de ser una simple bravuconada, refleja la realidad de una nación que, por falta de liderazgo y decisión política, se ve sometida a las exigencias de un gobierno extranjero. Y la ausencia de pronunciamiento de figuras como Cerrón, Bermejo y Mendoza, quienes deberían ser los primeros en levantar la voz contra esta humillación, solo confirma la gravedad de la situación.
¿Es que acaso temen las represalias de Estados Unidos? ¿O es que su antimperialismo es solo una fachada, una estrategia política para ganar votos, sin verdadera convicción?
Del gobierno de Bolaurte y del Congreso no se espera nada.
La reciente declaración del presidente Trump, donde asegura que los países le están «besando el culo» para negociar aranceles, no solo es una muestra de su vulgaridad y prepotencia, sino una afrenta a la dignidad de las naciones que se ven obligadas a negociar bajo su yugo. ¿Y el Perú? ¿Dónde está nuestra respuesta? ¿Dónde está nuestra soberanía?
Mientras los mercados globales tiemblan ante la inestabilidad económica generada por las políticas arancelarias de Trump, el mandatario se jacta de su éxito, utilizando un lenguaje soez e inaceptable para un líder mundial. Su afirmación, lejos de ser una simple bravuconada, revela una peligrosa realidad: la falta de un liderazgo firme y decidido en muchos países que, por miedo o conveniencia, se someten a las exigencias del gobierno estadounidense.
Pero, ¿hasta cuándo permitiremos esta humillación? La frase ofensiva de Trump no es solo un insulto personal; es un ataque directo a la soberanía de las naciones que, en lugar de defender sus intereses, parecen estar en una competencia vergonzosa por la atención del déspota. La incertidumbre económica que genera su política es un daño colateral inaceptable.
El gobierno peruano y el Congreso de la República deben reaccionar con firmeza e indignación. El silencio cómplice ante estas declaraciones es una muestra de debilidad y una traición a la dignidad nacional. No podemos permitir que nuestro país sea tratado como un vasallo, obligado a mendigar favores y a tolerar insultos.
Exigimos al gobierno peruano una respuesta contundente y soberana. No se trata solo de una cuestión económica; se trata de defender nuestra identidad, nuestra dignidad y nuestro derecho a ser tratados con respeto en el concierto internacional. El Perú merece un liderazgo que defienda sus intereses con firmeza, sin temor a las represalias de un mandatario que se cree por encima del bien y del mal.
Es hora de dejar de ser espectadores pasivos de este espectáculo de prepotencia. Es hora de exigir a nuestro gobierno que actúe con la valentía y la soberanía que el pueblo peruano merece. ¿O acaso estamos condenados a permanecer en la cola, esperando nuestro turno para besar el trasero a ese déspota. Dignidad!!
A veces me pregunto qué épocas fueron positivas para los escritores. Pensemos en el Siglo de Pericles o el Renacimiento, donde el apoyo de los mecenas pudo conseguir un buen afianzamiento artístico, y facilitar el desarrollo del arte.
Sin tiempo para realizar el arte, no hay arte. Y la sociedad actual no da tiempo para el proceso artístico. En ese sentido, se observa que la vida de un escritor es una lucha contra la adversidad. Y eso es lo que pienso hoy sobre Vargas Llosa: cómo luchó contra todo lo que impedía que su obra se realizara. Si bien Mario tuvo un talento extraordinario, también la suerte lo ubicó en el camino. Si suerte y talento van de la mano, el resultado es genial. No todos los escritores peruanos tuvieron la suerte del Nobel. Ahí donde un escritor vive de sus obras, hay otros miles que malviven y que aguardan en las sombras. Sin ir muy lejos: ahora mismo hay un escritor peruano llamado Guillermo Gutiérrez que después de ocho días sigue en la Morgue a la espera de saber si será enterrado o arrojado a una fosa, ¿qué pasa con el Ministerio que no realiza una gestión al respecto? Y ningún canal de televisión sacará la nota, ni reproducirá el caso. Así son los matices de la realidad. Y esto no implica mezclar lo público con lo artístico: lo que interesa es el arte, la obra artística.
El Nobel fue neoliberal acérrimo, el Tío Factos un anti sistema. Y lo que interesa, al final de cuentas, es su trabajo artístico. Porque uno puede ser comprometido con cualquier causa, pero carece de talento. Este Perú tiene tantos contrastes. Y esta noche, en la muerte de Vargas Llosa, los siento, huelo, palpo, sintetizo. ¡Cuántos talentos se perdieron en esta realidad hostil! El Perú se devora así mismo. Y eso es lo que me fascina de la vida de Vargas Llosa: el triunfar como escritor en un mundo donde pocos lo consiguen. Entre sus obsesiones de juveniles —la obra de Sartre, las novelas de literatura erótica francesa, la prosa de los surrealistas, los poemas de Germán Belli, las obras de Borges— el acercamiento a Rubén Darío fue significativo. Tanto Darío (padre del Modernismo) como Mario (fundamental en el Boom) fueron lectores de Víctor Hugo (iniciador del romanticismo francés). Mario le dedicó su tesis universitaria, un trabajo apadrinado por Porras Barrenechea. Y si uno lee esa tesis con pausa se dará cuenta de los vínculos entre ambos creadores: búsqueda de un mestizaje creativo, forma sobre fondo, reinvención de la tradición, escritura desde la lectura constante y creativa.
He ahí el eco de las figuras que representaron cada uno en su época. Víctor Hugo tuvo una despedida multitudinaria, igual Darío, pero Mario afirma que desea algo privado. Los tres son escritores que pueden iluminar tres siglos de literatura, y destacan por sus aportes literarios como por la vastedad de su literatura. A ese dúo podemos agregarle un mar de influencias y lecturas que se sintetizaron en La verdad de las mentiras y sus ensayos literarios Historia de un deicidio, La utopía arcaica, La orgía perpetua, etc.
Pienso en los escritores que no tienen ni tumba donde apretujar sus huesos, pienso en el Perú sin Ministerio de Cultura, pienso en el Perú lleno de sicarios, pienso en la escritura como una liberación al caos social y la realidad que vivimos, pienso en la literatura en medio del infierno. Pienso en lo mucho que me fui alejando de su obra, en cómo mi vida cambió al leer algunas de sus tantas obras, y después me alejé. Pienso que el último libro que leí de Vargas Llosa me enojo. Me enojó porque dejaba mal parado a los poetas. Pienso en lo fácil que resulta atacar al Vargas Llosa anciano recibiendo una medalla de Dina y pienso en también lo difícil que resulta separar al autor de la obra y valorar solo las obras y dejar al autor de lado. Pienso en Borges anciano. Pienso en Vargas Llosa anciano. Pienso en la curiosa coincidencia de que Vargas Llosa haya muerto el mismo día en que nació Jorge Eduardo Eielson.
Pienso en este Perú dividido entre fujimoristas y el resto. Y si no piensas igual, no perteneces ni eres válido. Pienso en muchos escritores con mucho talento que ninguneaban a Vargas Llosa por ser de derecha, o por escribir “baja literatura”, o por envidia. Pienso que si perdemos la palabra (es decir, la literatura) estamos jodidos. Pienso, ¿en qué momento se jodió el Perú? ¿Y qué importa eso?
Lo que importa es qué hacer al respecto. Y cómo seguir. Eso.
La partida física al eon eterno, del peruano universal y Laureado Nobel de Literatura JORGE MARIO PEDRO VARGAS LLOSA, deja un vacío difícil de llenar en la novela peruana y latinoamericana.
Él mismo, con ocasión de su investidura de Doctor Honoris Causa, en la Universidad Nacional de Piura, reconocía la influencia de Jean Paul Sartre (filósofo, dramaturgo y escritor francés, autor de El ser y la nada, que en 1964 rechazó el Premio Nobel concedido por la Academia Sueca); como su gran maestro e inspirador por su pasión sobre la novela.
Asimismo, en su clase doctoral hace 23 años atrás, explicó el cordón umbilical que lo unía a Piura, a pesar que solo vivió 18 meses, en distintas etapas de su vida adolescente y juvenil. Fue precisamente en Piura la inspiración señera para sus primeras contribuciones literarias como Los Jefes, Los Cachorros y la Casa Verde, que hicieron entrar a Piura, en la historia de la literatura universal.
Piura y el Nobel mantuvieron una relación simbiótica, que el Laureado en su discurso de investidura, lo explicó así: “las personas con las ciudades son tan misteriosas, como las que tienen con otras personas. Hay ciudades que nos caen simpáticas y hay ciudades que nos son antipáticas. Hay ciudades que pasan en nuestra vida sin dejar casi una huella en la memoria y hay otras en cambio que se graban profundamente y se quedan para siempre allí, ciudades cuyos recuerdos luego se incorporan y pasan a formar parte como un ingrediente esencial en nuestras vidas”.
Así eran las ciudades de Piura para el Nobel, a quién acompañé en su periplo por Paita, Sullana, Chulucanas, Morropón; quedando gratamente encantado con la gastronomía, cerámica y el escenario paisajístico de sus valles, a decir de él no gestionados por sus autoridades para locaciones de películas.
Gracias MAESTRO MARIO VARGAS LLOSA, por tu obra literaria fecunda llena del misticismo de las ciudades piurana en la que alternas te y que te encumbraron a la eternidad.
Ahora sólo queda que las generaciones jóvenes conozcan y les enseñen tu obra, tal como desde la Universidad Nacional de Piura creamos la cátedra MARIO VARGAS LLOSA, para que tu pensamiento literario y político, inspirado en la libertad pregonada por tu mentor Sartre, quede en la memoria hasta la última generación de peruanos.
En el viaje a París encontré en cierta calle algo sumamente maravilloso. Era el poema “El barco ebrio” de Arthur Rimbaud. El mismo ocupaba toda una cuadra con dibujos y es una de las mejores cosas que queda de esa Europa ahora amenazada por una nueva guerra. Y uno se pregunta por qué en las paredes, los murales, los cercos de calamina o madera de Iquitos, o de cualquier urbe amazónica, no se escriben algunos poemas de los vates amazónicos. O de la presencia de algún autor de prestigio bien ganado, como Ventura García Calderón, Víctor Morey Peña, Ciro Alegría Bazán, y Ernesto Cardenal Martínez, entre otros.
En nuestra ciudad, donde hasta ahora predominan los avisos comerciales, los anuncios de parrandas, las celebraciones de bodas y casorios vanos, acaba de aparecer un circuito que de todas maneras enriquece la visión de Iquitos. Es la ruta que siguió el futuro Nobel en la ciudad, mientras escribía la urticante y corrosiva sátira contra los militares que ayer nomás quemaron algunos libros de “La ciudad y los perros” y hoy alaban al famoso escritor que fue cadete en el Leoncio Prado.
Es indigno que en la fronda peruana no se lea en las aulas cualquiera de las obras selváticas del referido novelista. “El Hablador”, por ejemplo, que es un homenaje a los hombres y mujeres que hacen de la palabra oral una opción de vida. Es por ello, que “Los caminos de Mario Vargas Llosa en Iquitos y la Amazonia”, es un acierto indudable del ciudadano Jorge Linares Peña.
Para nosotros, el autor de tantos libros valiosos es un maestro indiscutible de la literatura continental. Es el peruano que más brilló y brilla en el ámbito internacional de las letras. Es a la vez, un ejemplo que pocos podrían seguir ahora, en un mundo asediado por negociantes de la cultura, escribas de escaso talento, impresentables abimaelistas y otros bandoleros de la escribanía. ¿Quién ahora mismo puede levantarse a escribir, lejos de oficios ridículos, profesiones vanas?
La ciudad de Iquitos, la urbe más novelesca del mundo, según el escritor francés Jean Echenoz, no puede ser vista ahora como sentina de borracheras u orgias carnales, lugar de tiktokers sin contenido, sino como un lugar donde se pueden enriquecer los conocimientos con esta ruta turística cultural.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ha registrado su nombre en el libro de la inmortalidad, documento que solo los Titanes tienen reservado un lugar. El Premio Nobel de Literatura ha destacado no solo por su brillante carrera literaria, sino también por su activa participación en la vida política y cultural de nuestro país.
Hoy 14 de abril, en el día declarado duelo nacional por la muerte del más laureado escritor peruano, recuerdo como este gobierno, el más inculto y desmemoriado, de un solo trazo, cual niño que ensaya sus primeras grafías que luego desecha, ha descartado toda actividad en el Museo de la Memoria en Perú, un proyecto que busca preservar el recuerdo del terrorismo en el Perú, ese que enlutó al país entre 1980 y 2000.
Lugar que nos recuerda, el episodio más sangriento del Perú, el terrorismo, ese que enfrentó al Estado con grupos subversivos, principalmente Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Este enfrentamiento dejó un saldo trágico de aproximadamente 70,000 víctimas, en su mayoría campesinos quechuahablantes de las zonas más pobres del país. Además de miles de hijos de la patria, militares y policías que enlutaron al país en más de una oportunidad acaparando portadas numerosas.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), establecida en 2001 tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, documentó las violaciones a los derechos humanos cometidas por ambas partes del conflicto. Su informe final, publicado en 2003, recomendaba la creación de espacios para la memoria y la reflexión como parte del proceso de reconciliación nacional. El 28 de agosto de 2025 se cumplirán 22 años de la entrega del Informe.
En 2009, Alemania ofreció dos millones de euros para construir un museo sobre el conflicto armado interno. El entonces presidente Alan García rechazó inicialmente la donación, alegando que “el Perú tiene otras prioridades”, lo que generó duras críticas, incluida la de Mario Vargas Llosa: «Por razones obvias, Alemania es sensible a estos temas y no es extraño que un país que ha hecho un admirable esfuerzo para enfrentarse a un pasado atroz con sentido autocrítico y ha conseguido superarlo y es por eso, ahora, una sociedad sólidamente democrática, haya querido apoyar la iniciativa de la Comisión de la Verdad»
Ante la presión pública y el desconcierto expresado incluso por el gobierno alemán, García reconsideró su postura. Finalmente, designó a Vargas Llosa como presidente de la comisión encargada de implementar el Museo de la Memoria, con la misión de asegurar una representación objetiva y amplia de la violencia vivida en el país durante las décadas finales del siglo XX.Lo que resultó sorprendente para muchos fue la firmeza con la que Vargas Llosa defendió la necesidad del museo. El escritor argumentó que, independientemente de las ideologías políticas, era fundamental para Perú enfrentar su pasado como paso previo hacia la reconciliación.
Bajo el liderazgo de Vargas Llosa, la comisión trabajó en la conceptualización del museo, que eventualmente sería denominado «Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social» (LUM). El proyecto arquitectónico, a cargo del arquitecto Sandra Barclay, se ubicó en un terreno de 7,500 metros cuadrados en el distrito limeño de Miraflores, con vista al océano Pacífico.
En una declaración para El Comercio de Ecuador, en diciembre del 2009, el autor de “La Fiesta del Chivo”, sostuvo en relación a la museo de la memoria: “Es un museo sobre la violencia, sobre lo que significa la destrucción de la legalidad, la creencia de que el fin justifica los medios y de que destruyendo y secuestrando se ganan conquistas sociales”.
Su defensa del museo demostraba una comprensión más matizada del terrorismo en el Perú, Sin embargo, el camino no estuvo exento de dificultades. El 13 de septiembre del 2010, Vargas Llosa renunció a la comisión luego de la publicación de la promulgación del Decreto Legislativo 1097 que permitía el archivamiento de procesos por graves violaciones a los derechos humanos. El 21 de marzo del 2011 el Tribunal Constitucional declararía en parte la inconstitucionalidad del Decreto.
Días después de su renuncia, el 7 de octubre de 2010 el autor de “Conversación en La Catedral”, recibió la llamada más importante de su carrera, Peter Englund, el secretario general de la Academia Sueca, le informó que había sido galardonado con el Nobel de Literatura. En un acto de reconciliación con la historia, la humanidad entera escucharía el discurso titulado; “Elogio de la literatura y la ficción” en el que con enérgica voz sostuvo: “Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral’ a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura”.
A pesar de los obstáculos, el LUM fue inaugurado en diciembre de 2015, durante el gobierno de Ollanta Humala, como un espacio para la memoria, el debate y la reflexión sobre el conflicto armado. Su exposición permanente ofrece una visión equilibrada, reconociendo los crímenes de Sendero Luminoso y el MRTA, así como los excesos de las fuerzas del orden.
Desde su apertura, el museo ha enfrentado cuestionamientos. En el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se retiró una fotografía de Alberto Fujimori por considerarse parcial. En la campaña presidencial de 2021, el LUM volvió a ser objeto de controversia: sectores de derecha lo acusaron de enfatizar los crímenes estatales, mientras que la izquierda defendió su valor como espacio para recordar las violaciones a los derechos humanos.
La memoria de mi padre, SOT2 PNP (F) Leonardo Serrano Vílchez, está preservada en el Lugar de la Memoria a través de una placa conmemorativa que recuerda cómo, el 4 de febrero de 1993, diecisiete efectivos policiales —incluido el Mayor Roberto Morales— entregaron su vida combatiendo a los terroristas de Sendero Luminoso.
Hoy, lunes 14 de abril de 2025, el gobierno peruano ha declarado duelo nacional por la muerte de nuestro escritor más laureado. En un país como el Perú, donde las heridas del conflicto armado aún no han cerrado y las tensiones políticas persisten, espacios como el LUM resultan fundamentales para la reflexión colectiva.
El exdirector del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), el historiador y exrector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Manuel Burga Díaz, sostuvo tras su inexplicable destitución en una entrevista para Ojo Público: “En los lugares de la memoria no es que se cuente la historia, sino que se presentan las memorias”. Y advirtió con claridad: “Los políticos piensan convertir al LUM en un lugar de creación de discursos. Eso sería un atentado contra las familias de los afectados”.
Señora presidenta Dina Boluarte, con indignación expresé en febrero de este año cómo su gobierno le dio la espalda a miles de familias al mantener inerte el Lugar de la Memoria (LUM). Mientras usted continúa repartiendo medallas en pomposas ceremonias a los “Defensores de la democracia”, miles de peruanos siguen esperando que la memoria de sus héroes no se desvanezca entre los pasillos del museo. La cancelación de actividades programadas y la falta de comunicación oficial han generado una justificada percepción de censura y desarticulación en el LUM. Estas decisiones no solo debilitan el rol del museo como espacio de reflexión, sino que también profundizan la herida de quienes aún esperan verdad, justicia y reparación.
Debe saber que el LUM constituye hoy un símbolo de la compleja relación de la sociedad peruana con su pasado reciente. El legado de Mario Vargas Llosa en este proyecto trasciende las divisiones políticas tradicionales y nos recuerda que la cultura de la memoria es un elemento esencial en toda democracia que aspire a la madurez y la estabilidad.
En un mundo donde los autoritarismos de diverso signo ideológico suelen promover narrativas históricas selectivas o directamente falsificadas, bajo la pos verdad es necesaria la defensa de espacios como el Museo de la Memoria representa una apuesta decidida por la verdad, por incómoda que esta resulte. Y en ello, la voz de uno de los más grandes escritores latinoamericanos continúa resonando con particular claridad y vigencia. Descasa en paz Dr. Mario Vargas Llosa.
«Creo que era muy difícil para un joven latinoamericano de los años 50 que descubría el problema social, las desigualdades, el racismo no acercarse al socialismo» Mario Vargas Llosa
La noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa ha despertado, como era de esperarse, reacciones encontradas. El Nobel peruano fue un personaje complejo, cuya evolución ideológica del socialismo de su juventud al liberalismo de su madurez lo convirtió en una figura polémica, admirada por unos y criticada por otros. Pero hoy, en lugar de recordar al Vargas Llosa que abrazó el neoliberalismo y cuyas posturas generaron divisiones, prefiero quedarme con aquel joven escritor que, en los años 50 y 60, creía en la literatura como herramienta de transformación social.
En una entrevista, el propio escritor reconoció: Creo que era muy difícil para un joven latinoamericano de los años 50 que descubría el problema social, las desigualdades, el racismo no acercarse al socialismo». Esa frase resume el espíritu de una generación que veía en la política no solo un debate de ideas, sino una lucha por la dignidad.
Ese Vargas Llosa, el de “La ciudad y los perros», el de “Conversación en La Catedral”, era un autor comprometido con denunciar las injusticias de su tiempo. Su literatura exploraba la violencia institucional, la corrupción, la marginalidad. Era un escritor que, sin ser panfletario, entendía que las novelas podían ser espejos de una sociedad enferma.
Con los años, Vargas Llosa viró hacia el liberalismo económico, abrazó causas conservadoras y hasta apoyó intervenciones internacionales cuestionables. Muchos de sus antiguos compañeros de ruta lo acusaron de traicionar sus ideales. Pero la grandeza y también la tragedia de su figura radica en que nunca dejó de ser, en el fondo, ese joven que alguna vez creyó en la utopía.
Incluso en sus últimos años, defendió la libertad como valor supremo, aunque su interpretación de esa libertad chocara con la de otros. Quizás por eso su obra perdura: porque más allá de sus contradicciones, su narrativa sigue interpelándonos, obligándonos a reflexionar sobre el poder, la identidad y la moral.
Hoy, cuando su voz se apaga, no quiero recordar al Vargas Llosa que firmó manifiestos neoliberales, sino al que escribió: “La literatura es fuego, es inconformismo y rebelión». Al que creyó, aunque fuera por un tiempo, que otro mundo era posible.
Descanse en paz. O, como él mismo diría, que descanse en “las guerras de este mundo».
El viernes pasado por la mañana se armó un operativo contra la construcción ilegal del Hotel Sol Ollantaytambo Boutique. En el operativo participaron funcionarios del Ministerio de Cultura y agentes de la Policía Nacional del Perú. Esta supuesta intervención tenía como objetivo paralizar la obra que ya lleva tres pisos construidos. A pesar de que se colocó un letrero de “obra paralizada” y cintillos rojos, los dueños del proyecto del hotel se zurraron en el Mincul y en la PNP, ya que por la tarde continuaron recibiendo material y construyendo. La desobediencia a la autoridad se confirma en las fotografías y el video publicado por Limas Gris.
En el video y fotos se observa un camión descargando material, albañiles alzando muros y un letrero de “obra paralizada” que se convirtió en un símbolo de la incapacidad del ministro Fabricio Valencia Gibaja. El accionar de esta obra llena de irregularidades nos hace recordar el caso del Hotel Sheraton en la calle Saphy, una construcción ilegal que destruyó nuestro patrimonio histórico. Recordemos que el Poder Judicial ordenó su demolición hace años, pero ahí sigue, intocable, como símbolo de la impunidad.
En Ollantaytambo, la historia se repite. La construcción del hotel ya va por su tercer piso, pese a las denuncias, pese a la paralización oficial. ¿Qué más necesita el Ministerio para actuar con firmeza? ¿Por qué no se ejecutan sanciones reales, demoliciones ejemplares o denuncias penales contra los responsables?
Más sospechoso aún resulta que el actual ministro de Cultura, Fabricio Valencia Gibaja, tenga intereses familiares en el rubro hotelero en la misma zona. ¿Será por eso que la intervención fue tan tibia, tan superficial, o solo fue un show? Aquí claramente hay un hedor a presunta corrupción. Otra cosa que nos sorprende es la inoperancia de la Fiscalía, que hasta el momento no actuó de oficio ante tremendo atentado cultural.
Ya no basta con cintas rojas o comunicados en redes. El Estado debe recuperar su autoridad moral y legal, o seguirán zurrándose en él. Es insólito que la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco (Mincul), responsable de velar por la protección del patrimonio, no solicitara la implementación de un plan de monitoreo arqueológico, dejando a la deriva el valioso legado cultural del sitio. Mientras tanto, el legado inca se sigue destruyendo.
Aquí el video que confirma que siguen trabajando a pesar de que la obra está paralizada.
Mario ha muerto, escribo esto cuando esta vivo, escribo esto cuando los rumores de una grave enfermedad pululan entre las chismosas colegas de culturales. ¿Desde cuándo el primer borrador de óbito? Desde 2020, 2010, 1992. Qué importa. La hora de los putrefactos ha llegado. Las lágrimas plañideras de El Excélsior, de Clarín, El País, ABC, La gaceta de Galicia o el Gara de Euskadi. Mario ha muerto, y después de él no queda mucho que decir ni a quien leer. Muerto el último dinosaurio solo quedan marsupiales a este lado del charco.
Lo mejor que tenemos es una Mariana Enríquez y ahí dejó el asunto. Más suerte tiene España con Juan Manuel de Prada. Porque en Latinoamérica se nos murió muy pronto el heredero del Boom, el hispano mexicano Bolaño, lastima que su obra ha envejecido rápido.
Quedan en Perú los pajes del ataúd del mejor de nuestros autores, quedan los Ampueros y Cuetos, los Cisneros que no pisan el talón de los Villoros, quedan los Bedoyas, los Alonso Alegrías (muerto entre los vivos, buen dramaturgo a quien ya olvidaron en vida. Si seremos de desalmados con los viejos), quedan tres o cuatro nombres en la lista de los autores menores y después solo el mármol del último novelista peruano. Aquel zorro plateado al que jamás quiso su país, país de callados, país de resentidos, de envidiosos, de odiadores profesionales, país de amargos. A cada quien su clavo en el ataúd. Porque para matar una mosca con un martillo no basta con tener el martillo en la mano. Hace falta saber dónde está la mosca, y si sabes dónde está la mosca, ¿Para qué coño quieres un martillo?
Mario ha muerto y no tengo nada mejor que decir que todos los asalariados escritores de papel mojado de periódicos que pagan sus artículos. Esto lo hago de gratis, porque ni modo. Así que queriendo ser honesto , cosa rara en mi, quiero terminar por empezar por hablarte Mario y serte sincero.
Escribir no me sale. A la Kareen, sí. Dios da carne a quien no tiene dientes mientras el que teniendo dientes se le deja con hambre. Ni modo. También yo soñé con tu éxito. Pero ya haciéndome viejo me he percatado antes de algo que tú bien supiste después. Que como dijo Paco Umbral: el éxito está vacío. Porque nada asegura Mario que ni tú ni Gabo lleguen a la ansiada posteridad del siglo XXIV. Como tú compadre, solo escribiste para tu siglo. Craso error. Sin embargo, algo queda desde las alturas de la envidia latinoamericana. De lejos tú eres autor de la única novela auténticamente política del siglo en nuestro continente y esa es Conversación en la catedral. Ni Cortázar ni Gabo y menos Fuentes fueron capaces de hacerla como tú. Porque la política en novela es más que un marco dictatorial o la presencia de una corrupción como estructura de los vínculos, es lo que fue tu obsesión: la paternidad. Bola de oro es el símbolo de esa relación política degenerada al punto de una velada homosexualidad que generó horror en quienes lo leímos por primera vez. La imagen del padre hecha añicos. Coño, eso sí que fue inolvidable. El parricidio tocando el sótano del infierno. Eso fue de genio. Gol de media cancha, gol de Enrique Borja para el América.
Ahora te has ido. La luz de tu cuarto está apagada. Tu entierro fue bonito. Te visitaron tus amigos, incluso los que te debían plata. Te lloraron bien, tu mujer, tus hijos, tus nietos. Ahora tu posteridad es otro asunto. Qué libro saltará esa pared de plomo llamada siglo XXII, no lo sé. ¿Y tu alma? ¿Dónde está tu alma? Mientras escribo esto pido y rezo para que tragándote el orgullo converses con el Viejo, arregles los pendientes y cumplas como hijo pródigo. Arrepentirse es de valientes. No es que lo grites en los techos, es que salves el pellejo de tu alma. Hasta ahí mi deseo mientras todavía vives lejos de la mortandad, en el momento exacto en que escribo este ejercicio propio de mi condición de trepa aprovechategui.
Sabes qué Mario, aquí entre nos, y me guardas bien el secreto entre los gusanos o entre las cenizas biodegradables, en el fondo , más allá de toda sonrisa de mentiras, odio a todos estos escritores. No sé cómo los aguantas. Escritores, qué desperdicio de tiempo, de vanidad. Se pelean por el capricho de una inútil gloria de una reseña. Y lo felices que se ponen cuando los lees, cuando los comentas, cuando les haces una reseña de verdad. Se ponen como niños. Cierto que me dan asco, Pero también un poco de ternura. Es que están tan solos, tan faltos de lectores. Entonces hipocresías aparte me esmero en leerles como un padre aburrido que trata de esforzarse por comprender hasta tocar la seda de su dolor, porque para ellos esas páginas sueltas son importantes, son lo único que tienen. Y eso me conmueve, a veces, solo a veces cuando una línea funciona y en dos palabras lo logran, aunque solo sean dos palabras.
Entonces, paciencia y a leerlos como un padre a un hijo y encontrarnos en un párrafo y compartir una sensación, un sentimiento que no pasa, algo inútil Pero urgente: una lágrima que se chorrea por una mejilla en el silencio de una mirada. Porque leer es escuchar con los ojos. Como decimos en Vallecas, si quieres guardar un secreto publica un libro. Pero los peruanos, ufff los peruanos. Así sean de San Marcos o de la Pacífico o de la Católica. Tus paisanos son los peores. Dios dame paciencia. Porque aquí, aquí poquísimos, y muy ciegos, y muy amargados, muy crecidos estos gallos, solo un autor he encontrado pero le hace falta formación, lo que si sobra es el plomo en las alas de tus niños que ni odiar saben. Para resentidos, príncipe de las mentiras el compra venta de prestigios de Navales. Ese sí que tiene talento. Lastima que no exista tampoco o al menos tanto como el alquimista Fulcanelli. En fin, Mario un abrazo, y todo mi cariño. Me llevo de ti tres o cuatro libros. Por cierto , tú me caías mejor que el pesado ese, el amigo de Fidel, ya sabes de quien te hablo.
Te recuerdan tu mujer, tus hijos, tus nietos, tus lectores y los escritores que te sobrevivieron debiéndote plata.
Ah estos alemanes patéticos y cargantes con sus sexualidades reprimidas. ¿Como tú o como yo? Lola Lola parece que lo puede todo. O por lo menos se lo come todo. Como dice, en algún momento, he tenido mejores y peores… Los hermanitos Mann, Heinrich y Thomas, escribieron un par de novelas que dejaron a las claras las sublimes turbulencias que nos constituyen. ¡Quién se salva! ¡Qué fácil cae, el hombre viejo tieso y recto, cómo se desmelena y se hunde en ambos casos!
Ya sea en El profesor Unrat (1905), de Heinrich, novela en la que se basa la película que reseño, como el escritor en Muerte en Venecia, de Thomas, que Visconti para la película homónima convirtió en músico. Era lo que habían estado deseando que les sucediera durante toda su vida. ¿El objeto amado es el culpable? Es de risa creerlo… El profe va para reprender a la supuesta corruptora de sus pobres muchachos, pero como dice la propia Lola, con gran sensatez, y siendo ella misma la evidencia, quién puede culparlos.
Ah Lola Lola con su amable sangre fría, con su entusiasmo toda cara y toda piernas. Con su manera puntual e infalible de seducir…
Y para no perderme en los pliegues del infierno tan querido, un comentario levemente técnico. En la película se da ese lógico momento indeciso del paso del silente al sonoro, uno nota el hueco de la inexperiencia, la duda de en dónde estamos, así que en vez de la presencia plena de sugerencia del silencio se siente la laguna de la falta de sonido, aunque de hecho la película tiene sonido, cosa curiosa y verificable.
Von Sternberg, lo entiendo, estaba ocupadísimo en la erección de un mito (difícil decirlo mejor), pero yo no veo grandes iluminaciones sociológicas, el plato está servido en cuanto a lo patente de la atmósfera irrespirable. Degradación es la palabra, y no intento ser moralista, sería puro facilismo… Eso sí, la dichosa atmósfera nos es restregada en las narices.
Se me queda esta escena tan graciosa. Apesadumbrado. Luego de conocerla en espíritu y verdad, el profe se limpia en casa el sudor de la cara con un pañuelo que resulta ser la bombacha de ella, que tenía en un bolsillo. Profes del mundo, no sois más que unos payasos.