El olvido no es posible, todo ser humano necesita una historia. Solo aquel que tiene bien definido su pasado puede darse el lujo de no pensar en él. Solo aquel que lo posee puede creer que no lo necesita. El resto, en cambio, debe vivir con la angustia de saberse –o intuirse– perdido y estancado.Para olvidar solo existen dos caminos: la locura o la muerte. ¿De dónde nace la identidad sino es a partir de la conciencia de una herencia que, ya sea aceptada o rechazada, define un norte a partir del cual evaluar nuestro movimiento? Un sujeto sin identidad transita en el limbo; no puede,pues, comenzar a existir.Bajo la sombra (Animal de Invierno, 2014), la primera entrega de Jack Martínez, explora esta inexorable dimensión del ser humano.
Joaquín es un joven que se dedica al rentable negocio de pintar ataúdes. Rentable no solo porque la gente de por sí siempre anda muriendo, sino porque, además, reside en uno de los barrios más peligrosos y, por ende, mortales de la ciudad. Nuestro protagonista escapó de casa siendo aún adolescente con la única intención de no volver a ver a su madre, una mujer obsesionada con el recuerdo de su esposo, cuya presencia impone de forma violenta en la vida de su hijo a través del reproche y la prohibición del acceso a su recuerdo, encarnado materialmente en su biblioteca y en un pequeño cuaderno de apuntes que, al parecer, utilizó como último diario.
Joaquín, no obstante, no es el típico personaje marginal. Joaquín es, más bien, todo lo contrario, un sujeto deseoso de vivir en paz en medio de toda la violencia que lo rodea. Lejos del clásico aventurero, lejos del amargado iluminati, Joaquín simplemente intenta tener una vida tranquila a partir de la inercia de lo cotidiano. Pero he aquí su principal tragedia, pues solo aquel que no puede tener una vida normal trata de construirse una. Joaquíncarga inconscientemente el fantasma de su padre, una presencia que lo tiene atrapado en la incertidumbre de no tener rumbo. De ahí que al escapar de casa no haya decido cargar con más que las joyas de su madre y, he aquí lo importante, con el diario de su padre, un cuaderno que, empero, decidirá ocultar en medio de todas sus pertenencias sin atreverse jamás a abrirlo.
Toda sujetose desarrolla a través del aprendizaje, pero este se encuentra bloqueado en Joaquín. De allí que nunca hayan trascendido sus iniciales ocupaciones como ayudante, primero de un taxista dedicado a asaltar a pasajeros ebrios, luego como asistente de un joven pintor dedicado a intervenir los espacios públicos a partir de un proyecto personal. Del primero no le quedó nada, y del segundo no más que el conocimiento suficiente para esbozar algunos trazos con los que luego se ganaría la vida, alejado de toda vocación artística, pintando féretros de bajo presupuesto.
Pero no es en este desencanto en el que se centra el protagonista. Es más, esto está lejos de ser lo fundamental. Lo realmente importante reside en la forma en cómo Joaquín fracasa en sus dos intentos por conformar un espacio íntimo mayor, un nosotros que lo incluya y lo ayude a establecer un lazo emotivo que lo fije y le permita avanzar. Es esto lo que le sucede con Carola, una mujer que tras enviudar y perder a su hijo a manos de la mafia local, decide dejarse morir a manos de esta sin que Joaquín, con quien sostiene un repentino romance, se atreva a hacer nada. Él simplemente sucumbe ante la lógica y no hace más que esperar su muerte, que finalmente sucede.
No sorprende, entonces, que su naciente deseo de venganza contra el verdugo intelectual de Carola, Waldo, quien se encuentra recluido en uno de los penales de la ciudad, terminédecantando en una extraña amistad que lo terminará involucrando sentimentalmente con Rocío, su hermana. Pero una vez más, al igual que con Carola, Joaquín no será más que algo accesorio para Rocío. Si para la primera Joaquín era una contingencia en medio de la espera de su muerte biológica, pues espiritualmente se decía aniquilada tras el asesinato de su familia, para la segunda este no será más que un inesperado complemento en medio de su devoción por Waldo, de allí que tras su traslado fuera de Lima, esta no dude en conducirse hacia donde pueda tenerlo cerca.
Pero algo finalmente cambia en Joaquín tras el abandono de Rocío. Tras una vida cargada de peripecias que terminaron sin conducirlo a ningún lado, él finalmente se siente preparado para confrontar y asumir el recuerdo de su padre.
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Joaquín padre era un hombre que aunque casado contaba con un gran proyecto de vida centrado más bienen lo intelectual. De formación más bien afínen la literatura, la vida de este cambiará rotundamente a partir del hacerse acreedor de una beca para estudiar filosofía en el extranjero. Su carta de acceso a la academia del primer mundo. Joaquín padre, pues, pertenece a la vieja escuela del mito del progreso.
Sin duda, una historia perfecta para desencadenar en una típica tragedia existencial de no ser porque al ser presentada en retrospectiva, a partir de las notas del diario que tanto atesoraron su esposa, primero, y su hijo, finalmente, su historia se presenta más bien como el absurdo de vivir pensando en un futuro centrado en lo intelectual. Joaquín padre, pues, de tanto vivir entre los libros, terminó olvidando que lo más importante es vivir como hombre.
Jack Martinez
Murió el padre, entonces. Murió aprendiendo, en el último momento, que lo más importante es vivir con valentía, entendiendo que no existe la magia, sino únicamente la carne y las pulsiones que nos mantienen de pie.
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Padre e hijo finalmente se encuentran. Joaquín confronta al diario y entra en razón de que su vida ya tiene lo suficiente como para emprender un rumbo propio, porque si algo aún le sobra a él es vida. Que no es necesario vivir pensando, que basta con seguir viviendo. Desde el título Bajo la sombra se nos anuncia como la historia de algo que permanece oculto. En este caso, bien podríamos entender que es el hijo quien vivió tras la sombra del padre, detrás de una presencia que se le hacía inconmensurable y profunda. Ya fuese por la madre, o por temor ante una posible revelación, Joaquín no era consciente de que su vida por sí misma ya era mucho y que no necesita de nada, que en el mundo no hay nada más trascendente que él mismo y que su dolor.
Es con este reconocimiento de la memoria de su padre que finalmente puede entenderse y comprender aquello que de cierta forma ya intuía. Que el pasado no se olvida, sino que se asimila para seguir viviendo, de allí que la presencia de Carlota en su memoria se haya acentuado sin problemas ante Rocío. Y de allí que Rocío también pueda desaparecer ante su propia existencia. El hijo hereda el saber del padre y ya no puede sino que hacerse cargo de su propia existencia.
A la ficción del padre le faltó vida, a la vida del hijo le faltaba comprender que su propia vida puede desarrollarse como una elaborada ficción. Al encontrarse, nació una nueva historia.
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Pero Bajo la sombra, vista de una forma más global,se hace interesante por algo más que la historia propiamente dicha. Esta breve nouvelle propone, pues, algunos asuntos importantes a nivel metaliterario –valga decir, más allá de la jerga, a nivel de lo que es y debe apuntar la ficción en sí misma– que convienen señalar con la finalidad de alimentar el debate acerca de nuestra producción literaria actual:
1. La violencia política.- Este asunto, pues no es nuevo. En Bajo la sombra es evidente el rechazo hacia los trabajos centrados en esta línea en cuanto denuncia e estos cierta impostura intelectual que opera más dentro de la legitimación –acaso cierta parasitación– del estatus quo nacional que a partir de un compromiso real y consciente para con este problema histórico. Hasta aquí tal vez allá algo de cierto, pero esto no desacredita en nada el que en nuestra sociedad tenemos aún la llaga abierta y que en realidad, hasta el día de hoy, se ha dicho más bien muy poco.
2. El rol de la escritura.- No deja de ser paradójico que los mayores cuestionamientos hacia la escritura como fuente de conocimiento trascendental provengan desde ella misma. Pero hay que tomar esto con pinzas, tal vez tenemos que cambiar de foco y ver en esta crítica no una crítica a la escritura misma como práctica o fuente de conocimiento, sino en ver en ella un serio cuestionamiento de las instituciones que hasta el día de hoy representa –el tan mentado mito del progreso–. Esa concepción de que solo accediendo y siendo parte del mundo letrado pueden conocerse realmente las verdades del mundo, dejando el devenir activo de la sociedad en un segundo plano. Tal vez el reclamo de “vida” no es un reclamo para abandonar la escritura, sino el redirigirla hacia el conocimiento de la experiencia de la sociedad a través de los individuos mismos, y no a través de las abstracciones que de ellos hacen las bibliotecas. Valga decir, que en la crítica hacia la escritura tal vez lo más acertado sea entender que lo que se busca eliminares la literatura de índole antropológica.
3. El cosmopolitismo y la memoria.- Mucha de nuestra literatura contemporánea parece querer abandonar la enunciación de referentes. No obstante, este abandono los arraiga más a nuestro espacio que al mercado global, y esto por la sencilla razón de que parten de la necesidad de olvidar, de la necesidad de sentirse fuera del marco. Digo esto porque no es posible una lectura eficiente de algunas de estas novelas, como Bajo la sombra, sin remitirnos al clásico país latinoamericano mediocre que no ofrece oportunidades de desarrollo intelectual y en cuyo contexto no existe mayor posibilidad de supervivencia que el abandono de todo compromiso con el otro porque ya ni el irse fuera puede otorgar cierta posibilidad de felicidad. Es como si después de los fracasos del compromiso político y de la fantasía de migrar hacia el extranjero no quedará más que desentenderse de los demás para vivir a partir de la satisfacción de las propias pulsiones. Digo esto y no puedo sino pensar que mucha de nuestra literatura que desea ser nueva no hace más que remasterizar el desencanto de la lucha colectiva apelando al desarrollo individual contra todo y contra todos, porque no existe otra forma de vivir. Algo ciertamente fácil de enunciar a partir de una literatura que también ha dejado de lado la problematización del hecho de que aún no es posible vivir con el confort necesario para tratar de ser egoístas.
Lo expuesto en estos tres puntos no se centra en la valoración estética de Bajo la sombra o de nuestra literatura limeña actual (digamos de los últimos cuatro o cinco años), sino en la valoración de algunos de los supuestos ideológicos de estas creaciones. Ahora, más allá de esto,Bajo la sombra es sin duda otra de las joyitas que nos ha traído el sello editorial Animal de Invierno que esperemos nos siga ofreciendo novelas de esta talla para seguir retroalimentando nuestras narrativa que, salvando siempre las honrosas excepciones, de un tiempo acá, estaba bastante mediocre.