Opinión
Así te quiero recordar, querida china
Lee la columna de Rodolfo Ybarra

Así te quiero recordar siempre, querida china, haciendo muecas y mohines a pesar de las incertidumbres y los dolores de la vida. Esas cosas que nos pasan mientras pensamos en respirar hondo y a nuestras anchas. Siempre me escribías hasta me invitaste a salir un día hace mucho tiempo y yo te dije que le tengo miedo a las poetas de verdad y te reíste a carcajadas y me diste un golpe en el hombro. Y nos tomamos un vino o champagne a la luz de la luna y nuestros mejores regalos fueron el intercambio de libros, qué más pues. Eras como una niña, una pequeña que había que apapachar (o ser apapachado).
Todavía guardo ese abrazo fuerte como si el mundo se acabara o un meteorito fuera a caer en ese mismo instante por sobre nuestras cabezas. Luego me invitaste a tu pueblo en Chepén Chepén para que yo leyera mis poemas y le hablara a tus paisanos, pero me puse espeso y no fui. Me decías que tenía que reconciliarme con esos escribas que siempre me han dado la espalda. Y me dijiste: “tienes que ir porque ya puse tu nombre, Rodolfo”. Pero tan terc@ como tú era yo.
Y te molestaste feo conmigo y no me hablaste por varios años, pero nunca dejamos de ser amigos, al menos en el fb, hasta que un día me escribiste acongojada diciendo que el mal había regresado con fuerza y me pediste un consejo, palabras de aliento que te sacaran te ese estado de tristeza. Y volvimos a hablar, a hablar por días y por semanas o meses y yo te contaba de los mahikari, del jorei, de Meishu Sama y de que tenía un amigo sanador, se llama Víctor Hugo. Pero ya nada ni nadie importaba. Era tu secreto o nuestro secreto. Y hace poco me dejaste un abrazo por mi cumpleaños, querida china, Julia Wong y ya no te respondí, solo te puse un emoticón, esos trazos que los adolescentes han inventado porque no saben decir las cosas o porque las abrevian y significan más de lo que uno puede decir.
Sabía que te estabas despidiendo, sabía que un día de estos ya no volvería a ver tus post sobre libros, tus viajes incansables, tus palabras tan lúcidas y tu lucha por la poesía que era como una lucha contra los molinos o contra todo el universo.
Viaja bonito, viaja en paz, querida China, tus libros son los pedazos de ti que se quedan con nosotros y en nosotros. Y los tendremos en la mesa al alcance de las manos para que cualquier visitante pueda saber de ti y de que te fuiste dando batalla, peleando a la contra con tu cabecita calva y sonriendo. Las lágrimas son nuestras.
Te quiero mucho, siempre te voy a querer.
Te abrazo fuerte como aquel día que sí fue el fin del mundo.

Por Tino Santander Joo
Los padres fundadores de Estados Unidos heredaron de los migrantes puritanos y de las revoluciones inglesas de 1648 y la gloriosa de 1668 los principios de libertad religiosa, gobierno democrático y derechos naturales promovidos por el filósofo John Locke. Sin embargo, la libertad, la democracia y los derechos humanos fueron privilegios de los cristianos blancos. Los nativos y los africanos fueron esclavizados y torturados brutalmente. Tocqueville en La democracia en América evidencia esta contradicción de la democracia norteamericana que pregonaba igualdad entre los hombres mientras tenía un régimen racista e intolerante.
La ética del capitalismo norteamericano promovida por el puritanismo religioso han sido tergiversada para organizar un nacionalismo excluyente. La paradoja es que siendo un país de migrantes su historia está marcada por la xenofobia y el miedo al otro. El desarrollo imperialista del capitalismo norteamericano ha sido hegemonizado por la alianza de la tecnocracia de las corporaciones digitales, la industria armamentística y la burguesía nacionalista representada por Donald Trump. Esta alianza comparte con el fascismo histórico la visión deshumanizante y se comportan como lo hicieron los nazis con los judíos. Jason Stanley filósofo y destacado profesor de la universidad de Yale, señala que Trump describió a los migrantes como una “infestación”[1]. No solo buscan “pureza racial”, sino, imponer un orden comercial mundial a su favor. Se equivoca mi amigo el economista Carlos Adriazen cuando señala que: “este un problema de blancos”[2] Es una brutal limpieza étnica con el beneplácito y la indiferencia del pueblo norteamericano contra los hispanos que son perseguidos sin piedad en el país de las “oportunidades”.
La mano de obra migrante barata será reemplazada por robots. Los seres humanos son descartables. La automatización del trabajo agrícola en Norteamérica podría terminar en 2030[3] Luis Sanches, sociólogo peruano radicado en California me envío las referencias que reseño y que confirman que las deportaciones masivas no se detendrán. La socióloga Virginia[4] señala que los gobiernos norteamericanos usan la tecnología para deportar a millones de migrantes vulnerables. No hay necesidad de cámaras de gas ni de campos de concentración para eso están los aliados de la ultraderecha mundial como Abascal de Vox, que hacen eco de su predica racista y antinmigrante. En Perú, el fujimorismo y los partidos de derecha y centro derecha se disputan el servilismo a Donald Trump.
Algunos ingenuos creen que Estados Unidos se convertirá pronto en un régimen nazi o fascista tradicional, con desfiles llenos de banderas, himnos, y racismo. No. El fascismo norteamericano es posmoderno, como lo señala el profesor Noam Chomsky: “cuando el capitalismo convierte a los seres humanos en desechables -migrantes, trabajadores pobres, ancianos- está creando una forma de fascismo postmoderno más insidiosa que la historia, sin necesidad de campos de concentración, pero con resultados igualmente devastadores” [5]
¿Qué hacer? Antimperialismo militante. ¿En qué consiste? En tomar consciencia de este nuevo enemigo de la humanidad y sus aliados. En ayudar a los migrantes y ser solidarios con su causa ¿cómo enfrentarlo? Promoviendo la unidad de los pueblos. El mundo libre no tiene otro camino que enfrentarse al neofascismo del siglo XXI. Organizar la resistencia mundial promoviendo el libre comercio y la defensa de los derechos humanos. ¿El papa León XIV condenará el surgimiento del fascismo norteamericano o tendrá la misma posición Pio XIII de “neutralidad” (apoyo soterrado) al fascismo y al nazismo europeo. Veremos de que madera esta hecho el nuevo inquilino de la santa sede.
[1] Cuando describen a los migrantes como ‘infestación’ —como hizo Trump en 2018— replican estrategias nazis documentadas por Klemperer (1947), donde términos biológicos (plaga, parásitos) deshumanizaban a judíos» (Stanley, 2018, p. 45; basado en Klemperer, 1947/2013, p. 112). Título completo: La lengua del Tercer Reich: Apuntes de un filólogo.us traducciones del alemán). Editorial: Minúscula (colección Paisajes narrados).
[2] Ver: Video Columna de El Montonero del 3 de abril de 2025
[3] Ver: Brookings Institution. (2023). Automation in Agriculture: Impacts on Migrant Labor. https://www.brookings.edu/agriculture-automation.
Gómez, M. (2023). ¿Robots o jornaleros? El País. https://elpais.com/mexico/2023/05/12/robots-jornaleros
[4] Eubanks, V. (2020). Automatizar la desigualdad: Cómo las herramientas tecnológicas perfilan, vigilan y castigan a los pobres. Capitán Swing. (Traducción de María Serrano Giménez) FCE España
[5] Ver: Noan Chomsky, 2022, entrevista completa disponible en https://truthout.org/video/chomsky-el-nuevo-fascismo-del-capitalismo-tecnologico
Opinión
Fiscalía declara compleja investigación a la Cancillería de Perú: ¿único caso en América Latina?
Lee la columna de Rafael Romero

Por Rafael Romero
El Ministerio Público – Fiscalía de la Nación, a través de sus despachos contra la corrupción de funcionarios, declaró compleja la investigación a la Cancillería del Perú (Ministerio de Relaciones Exteriores). En concreto en la carpeta fiscal de marras se harán las indagaciones por el supuesto delito de tráfico de influencias contra los funcionarios que resulten responsables, pero la autoridad fiscal tiene la prerrogativa de ampliar la investigación respecto de otros tipos penales si en el camino encuentra hechos que lo justifiquen.
En este caso hay dos ángulos noticiosos que destacar. Uno, que con esa actuación fiscal el Ministerio Público no solo cumple con su labor de titular de la acción penal; sino que también, en segundo lugar, sin ser su función específica, llena el vacío dejado por otras instancias del Estado, como la propia Cancillería y la PCM, quienes no han hecho nada a través de sus órganos de integridad y ética pública; o como el Congreso de la República, donde su Comisión de RREE nunca hizo control político y con absoluta desfachatez cogobierna con Dina Boluarte.
De otro lado, estamos ante un caso de mucho contenido mediático y que habla bien de la Fiscalía Anticorrupción por sus rápidos reflejos para abrir una carpeta a partir de “noticias críminis” reveladas tras el escandaloso abuso perpetrado por funcionarios de la Cancillería contra el entonces embajador peruano en Israel, Fortunato Quesada Seminario, en el 2018.
Desde entonces, en años subsiguientes a la fecha, sucedió que la prensa ha desempeñado una importante labor de fiscalización que ahora el Ministerio Público empieza a desentrañar, teniendo en sus manos contenidos que debe ser materia de investigación dentro de la carpeta fiscal 2025-144-0 (5to DFECOF), y ahí están los informes de comunicación como “La Encerrona”, INFOBAE, Revista Lima Gris, Diario UNO, EXPRESO, La República y El Comercio, porque aportaron nuevos hechos.
De modo que, estaríamos ante un caso único, especial y extraordinario en América Latina, donde la Fiscalía de un país (Perú) investiga a los funcionarios de la Cancillería, en este caso del Ministerio de Relaciones Exteriores del gobierno de Dina Boluarte, pues no tenemos hechos similares o tan sonados en los países vecinos, desde el Río Bravo, en México, hasta la Tierra del Fuego, en Chile.
Ahora, siendo toda investigación fiscal reservada, desde Lima Gris solo podemos informar asuntos generales como el hecho de que por ocho meses se realizarán las pesquisas preliminares y según lo que se vaya descubriendo ese plazo se podría extender por más tiempo. Pero, desde la perspectiva periodística, entre los hechos investigables, el Ministerio Público puede considerar:
- 1) La existencia de una argolla de poder conformado por altos funcionarios de la Cancillería que hacían y deshacían en diversos aspectos de la administración pública (desde al año 2016 a la fecha).
- 2) El pedido de un canciller al entonces jefe de protocolo en Palacio de Gobierno, Fortunato Quesada, para que le informe y delate todo lo que hacía el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski (2016).
- 3) Complot desde Lima, en combinación con un funcionario dentro de la embajada del Perú en Israel, para hacerle una trampa al embajador Fortunato Quesada y sacarlo del cargo con un escándalo fabricado y propalado por un programa periodístico dominical usando audios ilegales, editados y descontextualizados (hechos entre fines del 2017 al mes de junio del 2018).
- 4) Actos irregulares y conspiración durante el gobierno de Martín Vizcarra junto a altos funcionarios de la Cancillería peruana para impedir el asilo del entonces presidente Alan García en la República del Uruguay (desde finales del 2018 hasta abril del 2019).
- 5) Declaraciones públicas en medios de comunicación del chef Jesús Alvarado y su carta donde confiesa y proporciona los nombres de los funcionarios que hacen los complots dentro de la Cancillería peruana (declaraciones del 2023 al 2024).
- 6) “Registros de mensajes de WhatsApp de los diplomáticos comprometidos” en dicho complot, fedateados en sus 31 folios por el jefe de la sección consular en la embajada del Perú en Israel. En esos registros se revela que el funcionario Pedro Rubín le decía a José Boza: “Si me ofrecen la jefatura de un consulado general pequeño en Europa no tengo el menor inconveniente”. Y Boza le respondía lo siguiente: “Ok. Ya te cuento lo que piensen el 1 y el 2 al respecto”. En el folio 22 del documento, Rubín también le escribe a Boza: “Si estás ocupado lo dejamos para el lunes. Hoy estoy un poco ajustado de tiempo. Lo único que te quiero pedir es que me ayudes. Hablando con colegas pareciese que yo soy culpable de todo. El lunes paso para despedirme de Néstor (Popolizio) y que me vuelva a asegurar que me cambiará a Valencia.” No obstante, Pedro Rubín fue puesto en un consulado general, y si bien no fue en Valencia, sí lo enviaron a Río Branco (Brasil).
- 7) Esos 31 folios de WhastApp, que obran en los archivos de la Cancillería, demostrarían que los funcionarios Popolizio y De Zela estaban al tanto del complot porque no era posible que no supieran acerca de las comunicaciones de un jefe de gabinete ministerial, como José Boza; y un ministro consejero (MC), como Pedro Rubín. Lamentablemente, Dina Boluarte no hace nada pese a ser quien dirige la política exterior, sobre todo cuando existen las declaraciones del exservidor de la embajada del Perú en Israel, el chef Jesús Alvarado, afirmando que las personas de Hugo de Zela, José Boza (ya fallecido) y Pedro Rubín son los autores del complot bajo la coordinación de Néstor Popolizio.
- 8) Documentos de la Oficina de Recursos Humanos y el informe de la Comisión Disciplinaria (2018 – 2019), que concluyó que hay grabaciones no autorizadas contra el embajador Fortunato Quesada, y señaló que las mismas fueron filtradas a un medio de prensa. Pero, mediante Resolución Viceministerial N° 0337-2019/RE de 13 de diciembre del 2019, solo se abrió un PAD a Pedro Rubín, mas no a Popolizio; y se tiene también que Rubín, junto a su abogado, reconoció que fue la propia Cancillería quien le dijo que se contacte con la periodista Cueva, de Panorama, porque se necesitaba de un escándalo para sacar a Quesada de la embajada del Perú en Israel.
- 9) Informe de la ORH, que afirma: “según el ministro consejero Pedro Rubín y su defensa legal, el embajador Boza Orozco había actuado en cumplimiento de indicaciones de su jefe directo, el entonces canciller Embajador Néstor Popolizio y con la anuencia del entonces Viceministro Embajador Hugo de Zela Martínez”. Pero el numeral 2.7 del citado informe es más revelador, al asegurar textualmente que “El 28 de mayo de 2020, el abogado del MC Rubín Heraud, letrado Guillermo Gómez Guilfo, entregó al Jefe de la Unidad de Asuntos Disciplinarios de esta Oficina General, un escrito donde afirmaba que el imputado informó a la Superioridad de todo lo que acontecía en Israel el 17 de mayo de 2018; que fue el embajador Boza Orozco, por encargo de la Superioridad, quien se contactó con la directora del programa “Panorama”, que fue el Embajador Boza quien insistió que el MC Rubín se contactara con la mencionada directora y le proporcionó su teléfono, sin pedírselo; que el MC se negó a acudir a la prensa, que el entonces Canciller y el Viceministro estaban al tanto de todo lo acontecido mucho antes del programa “Panorama” y que deseaban “colgar” a Quesada Seminario».
- 10) Documentos de la Cancillería peruana y de la embajada del Perú en Egipto que revelarían un trato diferenciado cometido por la supuesta argolla de poder y por sus altos funcionarios respecto del embajador José Betancourt, sobre la base de la información publicada por el periodista Jonathan Castro, de “La Encerrona”, cuando reveló el 14 de julio del 2024 que Basil Marco (cónsul egipcio) envió una carta de cuatro páginas al entonces canciller Javier González-Olaechea, donde le describió una serie de problemas que vio de primera mano en los últimos dos años en la embajada del Perú en Egipto. Asimismo, otro periodista, Ricardo Mc Cubbin (de INFOBAE), el 20 de setiembre del 2024, publicó: “Perú retira a su embajador en Egipto luego de acusaciones de mal comportamiento con altos funcionarios. El país africano incluso agradeció al Ministerio de Relaciones Exteriores peruano por la salida del diplomático José Betancourt”; y acotó lo siguiente: que “el cónsul honorario de Alejandría, Basil Marco, reportó a la Cancillería peruana sobre malos comportamientos del referido diplomático ante altos funcionarios y personalidades de Egipto”.
- 11) Investigar si existe una nota de la República de Egipto con la cual esta agradece al Perú por la remoción de José Betancourt del cargo de embajador en dicho país africano. Este hecho es delicado pues a dicho funcionario José Betancourt no se le abrió un proceso disciplinario, como sí se hizo con el embajador Fortunato Quesada, y aun por el contrario se le premió a Betancourt con un alto puesto en la Cancillería en Lima (año 2024 nombrado de especialista en el área de Recursos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores).
Sin duda, de cara al saneamiento de la administración pública del Perú, donde todos los ciudadanos debemos ejercer la cultura de la denuncia, hay mucho por hacer; pero, lamentablemente, la Cancillería peruana no es la excepción para ser pasible de investigación fiscal, quedándole un reto importante al Ministerio Público liderado por la fiscal suprema Delia Espinoza, frente a una descomposición cada vez mayor en la función pública, donde los casos de corrupción de funcionarios llenan las redacciones de los medios de comunicación y ya es tiempo de ponerle un pare seguro y concreto.
Opinión
Autoridades pretenden ‘blindar’ a delincuentes adolescentes
¿Dónde están los derechos humanos del emprendedor asesinado por no pagar cupo? ¿De la madre que perdió a su hija a manos de un feminicida de 17 años? ¿Qué hacemos con los adolescentes que están en el crimen organizado? ¿Les ofrecemos talleres de pintura mientras siguen disparando en las calles?

En una sociedad cada vez más golpeada por la criminalidad, parece que el sentido común está siendo reemplazado por discursos complacientes, tecnocráticos y peligrosamente desconectados de la realidad. La reciente promulgación de la Ley 32330, que permite procesar penalmente a adolescentes de 16 y 17 años por delitos graves, ha desatado una ola de críticas desde diversos sectores: Defensoría del Pueblo, Unicef, el Ministerio Público, el Poder Judicial y organizaciones de derechos humanos. La pregunta es inevitable: ¿a quién protege realmente esta indignación?
La nueva ley establece que menores de edad que cometan crímenes como violación, feminicidio, sicariato o extorsión puedan ser juzgados como adultos y, por tanto, recibir penas de cárcel en centros penitenciarios comunes. Para muchos expertos y activistas, esto representa una afrenta al principio de justicia especializada para adolescentes, e incluso una violación a la Convención sobre los Derechos del Niño. Pero en medio del tecnicismo legal y la defensa abstracta de los derechos humanos de los menores de edad, se deja de lado a las verdaderas víctimas: los ciudadanos comunes que son aniquilados día a día por criminales que aún no cumplen los 18 años de edad.
¿Dónde están los derechos humanos del emprendedor asesinado por no pagar cupo? ¿De la madre que perdió a su hija a manos de un feminicida de 17 años? ¿Del vecino extorsionado y amenazado por bandas que reclutan impunemente a menores por su inimputabilidad penal? Hay una peligrosa tendencia en el discurso “progresista” que evita enfrentar estas preguntas con honestidad, refugiándose en ideales que, si bien en ciertos casos bienintencionados, ya no dialogan con la urgencia de nuestra realidad.

Desde la sociología crítica, es evidente que el fenómeno de la violencia juvenil no es un accidente aislado, sino la manifestación de un sistema profundamente fracturado: familias rotas, exclusión estructural, barrios olvidados por el Estado, educación paupérrima y oportunidades nulas. Sin embargo, ¿acaso estas causas estructurales eximen al Estado de establecer límites claros y consecuencias reales para quienes cruzan la línea del crimen organizado?
Los detractores de la ley esgrimen estudios neurocientíficos que afirman que el cerebro adolescente no ha madurado lo suficiente como para tomar decisiones responsables. ¿Pero acaso la brutalidad de un asesinato pierde impacto porque el autor tenía 16 años y ocho meses? ¿La víctima violada sentirá menor trauma si le explican que su agresor carecía de una corteza prefrontal plenamente desarrollada?
Se ha dicho también que encarcelar a adolescentes aumenta la probabilidad de reincidencia. Sin embargo, el sistema actual ya es un fracaso en términos de resocialización, tanto para adultos como para menores. El Perú tiene uno de los índices más bajos de rehabilitación efectiva. ¿Cómo se puede hablar de daño futuro a la reinserción social, si ni siquiera existe una política coherente para alcanzarla? Aquí el problema no es la prisión, sino el abandono crónico del Estado.

La criminalidad juvenil ya no es un fenómeno espontáneo o marginal. Las organizaciones delictivas reclutan a menores sabiendo que sus actos quedarán impunes o serán tratados como simples faltas e infracciones administrativas. La ley, en este contexto, se convierte en una herramienta de incentivo para que los cabecillas continúen usando adolescentes como carne de cañón. Criminales con experiencia utilizan menores como ejecutores, sabiendo que el aparato jurídico los “protegerá”. Eso no es defensa de derechos humanos; es complicidad involuntaria con el crimen.
Y no es que la Ley 32330 sea una panacea. De hecho, en un Estado disfuncional como el peruano, el riesgo de abuso, de violaciones procesales y de condiciones carcelarias inhumanas es altísimo. Pero el fracaso institucional no puede seguir siendo argumento para perpetuar la impunidad. No se trata de encarcelar indiscriminadamente, sino de aplicar sanciones proporcionales y diferenciadas, según la gravedad del delito, sin cerrar los ojos a los hechos por miedo al qué dirán de las ONG.
Desde un enfoque sociológico, el castigo tiene también una función simbólica. Cuando un adolescente comete un crimen atroz y no recibe sanción alguna, se rompe el contrato social. La comunidad percibe que las normas no se aplican, que la justicia es débil, y eso erosiona la confianza en las instituciones. Castigar no es solo encerrar; es también afirmar el valor de la vida, del cuerpo, del respeto al otro. Sin consecuencias, no hay límites. Y sin límites, no hay sociedad.
Por supuesto que deben fortalecerse las medidas preventivas: educación, salud mental, integración social. Pero eso requiere décadas de reformas profundas, de políticas consistentes, de recursos sostenidos. Mientras tanto, ¿qué hacemos con los adolescentes que ya están inmersos en el crimen organizado? ¿Les ofrecemos talleres de pintura mientras siguen disparando en las calles?
La respuesta estatal no puede ser solo pedagógica ni meramente legalista. Necesitamos una justicia que sea restaurativa, sí, pero también firme y frontal. Que dé oportunidades, pero que no se rinda ante la amenaza delictiva. Desde luego, que la cárcel no es la solución definitiva, pero tampoco es el enemigo. El verdadero enemigo del Perú es el propio sistema que crea adolescentes dispuestos a matar, y el otro enemigo es el sistema que se niega a hacerles frente.

La Ley 32330, con todas sus limitaciones, representa un punto de inflexión: marca el límite de la tolerancia frente a la violencia juvenil impune. Si bien no resuelve los problemas de fondo, al menos ofrece un marco para comenzar a restaurar la confianza ciudadana y a mandar un mensaje claro: ser menor de edad no es sinónimo de inmunidad, ni de impunidad.
Porque en una sociedad democrática, los derechos de los adolescentes importan, pero también importan —y mucho— los derechos de quienes no quieren morir por una bala disparada por un «menor» que el sistema decidió tratar como un niño, aun cuando actúa como un criminal.

Por increíble que parezca, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua del continente, decidió rendir homenaje a la ministra Leslie Urteaga Peña con el título de “Sanmarquina destacada 2025”. El acto tuvo lugar el pasado 6 de mayo, en el marco del 474° aniversario de la universidad, y fue encabezado por la rectora Jerí Ramón, quien no dudó en regalarle abrazos y sonrisas a la funcionaria. La escena, digna de una telenovela política, pasará a la historia como una de las tantas ocasiones en que se confunde el mérito con la obediencia.
¿Destacada en qué? La ministra Urteaga ha ocupado dos carteras —Cultura y Desarrollo e Inclusión Social— sin que hasta ahora se le conozca una sola reforma, avance técnico o mejora sustancial en la vida de los peruanos. Todo lo contrario: arrastra cuestionamientos por su desprecio al cine regional, su intento de negar a Richard Swing, y su polémico encuentro con Juan José Muñico, líder del grupo ultraderechista La Resistencia. Por si fuera poco, está siendo investigada por presunta corrupción y por las intoxicaciones ocurridas en el programa de alimentación infantil Wasi Mikuna (ex Qali Warma).
Pero claro, en tiempos donde el criterio rector no es la excelencia sino la lealtad al poder, todo es posible. “Uno que desea constantemente ser bueno, cuando está rodeado de tantos que no lo son, acaba inevitablemente por arruinarse”, escribió Maquiavelo en El Príncipe. Tal parece que San Marcos ha optado por no arruinarse… pero al precio de rendirse ante el cinismo.
El reconocimiento a Urteaga no solo ofende la memoria de verdaderos sanmarquinos ilustres, sino que degrada la idea misma del mérito. ¿Qué mensaje se transmite a los estudiantes? Que basta con obedecer al gobierno de turno, callar ante los abusos y acomodarse en el poder para ser aplaudido.
San Marcos debería representar el pensamiento crítico, la resistencia al autoritarismo y la defensa del interés público. Hoy, lamentablemente, ha decidido premiar la mediocridad. No se trató de un homenaje: fue una genuflexión encabezada por su rectora Jerí Ramón.
Opinión
El saludo no quita lo valiente
Saludar es abrir el alma; es tender puentes con la mirada y decir sin palabras: “te veo, te valoro”. Porque saludar es un acto de humanidad.

En un mundo donde la inmediatez y la frialdad digital ganan terreno, el saludo sigue siendo un acto poderoso, profundamente humano. Lejos de ser un simple formalismo, saludar implica reconocer al otro, validarlo como presencia. En sociedades cada vez más atomizadas, ese pequeño gesto adquiere un valor enorme.
Desde tiempos antiguos, el saludo fue sinónimo de paz. Levantar la mano mostraba que no se empuñaban armas; era un signo de confianza. En Roma se convirtió en símbolo de amistad y lealtad, mientras que en diversas culturas ha adoptado formas variadas: reverencias, besos, inclinaciones o un apretón de manos. No importa la forma, el fondo es el mismo: respeto, sana convivencia social y reconocimiento mutuo.
El ‘Manual de Urbanidad y Buenas Maneras’, escrito en 1853 por el pedagogo venezolano Manuel Antonio Carreño, institucionalizó muchas de estas normas en América Latina. Su legado, aunque visto por algunos como obsoleto, mantiene vigencia en el fondo: enseñar a convivir. Carreño indicaba que quien llega a un lugar debe ser el primero en saludar. Hoy, esta norma parece simple, pero cada vez más olvidada.
La pandemia del Covid-19 transformó profundamente nuestras interacciones y quizá las relaciones humanas se tornaron más impersonales. El temor al contagio hizo que evitáramos el contacto físico, e incluso la distancia social se volvió hábito. Muchas personas dejaron de abrazar, de besar, de estrechar la mano. Y al mismo tiempo, en una era dominada por pantallas, el saludo fue reducido a un emoji o ignorado por completo.
Es preocupante cómo entre algunas generaciones más jóvenes, un «buenos días» puede parecer innecesario, o incluso invasivo e incómodo. ¿Cómo llegamos al punto donde lo cortés resulta extraño e inapropiado? La falta de saludo no solo rompe con una tradición social, sino que mina lentamente los pilares de la convivencia: la empatía, la educación, el respeto, la cortesía, los deberes cívicos y el reconocimiento del otro.
Reaprender a saludar es reaprender a convivir y a ser recíprocos. No importa si es con la mano, con una sonrisa o con un gesto discreto. Lo esencial es no perder la costumbre de mirar al otro y decir: “te reconozco y te respeto”. Porque saludar no quita lo valiente, al contrario, demuestra valor humano.
(Columna publicada en Diario Uno)
Opinión
Dina Boluarte, la madrastra de todos los peruanos
¡Feliz día de las madres! No lo es tanto para los hijos y las madres de los 50 peruanos fallecidos en diciembre del 2022.

Dina Boluarte, la autodenominada presidente “madre de todos los peruanos”, no es más que la madrastra. Aquella que llegó por accidente a la casa de gobierno, hogar que no le pertenece y, lejos de proteger a los hijos ajenos bajo su cuidado, los mira con desprecio, los disciplina con crueldad y los desplaza como si fueran intrusos en su propio hogar.
¿Acaso no es esta la perfecta metáfora de lo que vivimos los peruanos?
Somos los peruanos uchura de mi madrastra como lo fue José María Arguedas. Relegados a la cocina, obligados a comer después que los «legítimos», castigados por existir. Maltratados en nuestra propia casa mientras el padre —la institucionalidad democrática— permanece ausente o quizás, como sugieren las circunstancias, ha fallecido en la acción terrorista institucional que vivimos desde diciembre de 2022.
La cocina —ese espacio marginal donde Arguedas encontró consuelo entre los sirvientes indígenas— es hoy la calle, donde el pueblo peruano busca hacerse escuchar frente a un poder que lo desconoce. Y ella, la madrastra Boluarte, se niega a reconocer el parentesco.

Una madrastra que permite el cambio de nombre del Programa Nacional Aurora a “Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar – Warmi Ñam” en el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, o de Qali Warma a Wasi Mikuna por parte del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, demuestra que cada fracaso del Estado solo necesita un nuevo rótulo para disfrazar el abandono estructural. Cambian los nombres, pero no los resultados: los mismos fracasos, la misma indiferencia, el mismo desprecio hacia los hijos pobres y vulnerables de la patria.

Un gobierno que obliga a sus hijos a sentarse en el rincón de la vergüenza para comerse las sobras de caballo del programa Wasi Mikuna; un gobierno que solo visita a sus hijos pobres —como lo hicieron ayer las ministras de la Mujer y de Inclusión Social en Condorcanqui, Amazonas— únicamente para tomarse la foto, engañarnos con regalos, pelotas y motores, y luego enviársela a nuestros hermanos mayores en el extranjero, esperando que nos envíen la “propina” disfrazada de ayuda humanitaria.

Mientras tanto, nuestra madrastra faculta a sus amigos, que nos desprecian, para que se encarguen de nosotros, como lo hizo el ministro de Educación, Morgan Quero al encargar a su amiga Marilú Martens la administración de las residencias estudiantiles de Amazonas, premiándola con una subvención de 3 millones y medio, de fondos cuestionables tras su defensa pública.

Los 13 hijos en Pataz, peruanos sacrificados en el altar de la ambición por la fiebre del alza de los metales, son testimonio del abandono. ¿Cuántas madres hoy lloran a sus hijos fallecidos por las malas decisiones de quienes se presentan como la madre y el padre de la patria? Dina Boluarte y César Acuña, cómplices en este pacto de desmemoria y cálculo político, reparten puestos y privilegios mientras el pueblo entierra a los suyos.

En cada protesta aplastada, en cada periodista amenazado, en cada nombramiento de funcionarios mediocres pero leales, la madrastra Boluarte coloca otra cerradura más en las puertas de nuestra propia casa. Y ella, imperturbable, sigue hablando de «recuperar la paz» mientras ordena cargar los fusiles.
¿Hasta cuándo aceptaremos ser los hijos no queridos en nuestra propia patria?
El reloj corre, presidente. Cada día en el poder es un día más lejos de la reconciliación nacional. Cada decreto autoritario, cada negación de responsabilidad en las muertes de nuestros hermanos, cada gesto de complicidad con las fuerzas más retrógradas del país, es un clavo más en el ataúd de su legitimidad.
Recuerde que los hijos maltratados eventualmente crecen, el gobierno termina y las cárceles se abren de par en par para encerrarla junto a quienes hoy nos reparten las sobras, mientras a sus amigos les reparten millones.
No somos sus hijastros. Somos los legítimos dueños de esta casa llamada Perú. Y recuerde la lección final de Arguedas: incluso el niño desplazado encuentra eventualmente su voz. Y cuando la encuentra, su grito retumba por generaciones.
Señora Boluarte, la historia no termina bien para las madrastras de los cuentos. El pueblo, eventualmente encuentra su camino de regreso al hogar que les pertenece.
El Perú no olvida. El Perú no perdona…

Grand Tour me toca muy de cerca (no hubiera querido hablar tan cerca de mí, pero esta vez no puedo evitarlo) porque soy alguien que trabaja el registro documental (he vivido, y, francamente, vivo ahí). Sé que el encanto y la complejidad a menudo desapercibidas y no lo suficientemente valoradas de gente real en entornos reales -realizando acciones hasta cierto punto imprevisibles, y no por eso menos ‘reales’- no tiene parangón. Como un sabor que evidencia su densidad, sus capas, con inmediatez. No quiero idealizar; y es precisamente desde mi práctica, que contravino muchas ideas iniciales, que hablo.
Es, como diríamos, entre ambigua, metafísica, ridícula o románticamente, ‘la vida’. Que, valga el cliché, es más extraña que la ficción. Y claro, qué será la ficción, no solo la realidad, a fin de cuentas. La supuesta realidad ‘verdadera’ (altamente dudosa, lo sé) es algo que, creo, atraviesa las categorías de pensamiento. Sobre esa base tan fresca, moderna y ‘real’, mediante y junto con este modo de hacer y mezclar (la tierra de nadie o la tierra de todos o el momento o el lugar ‘indecidible’ entre documental y ficción) Gomes despierta al mismo tiempo, o según él, los saberes, y las ignorancias, del cine clásico, el cine dentro del estudio, de las actuaciones, éstas sí, mucho más previsibles y predecibles.
Controladas, estipuladas, codificadas, tiempo ha, y lógico, burocratizadas incluso. Ese cine clásico que para Gomes es el cine mismo. Por mi parte, y para volver al tema del registro documental, esta mitad de la película, en texturas y atmósferas me llevó de manera directa al primer largo de Weerasethakul, que siempre me pareció su obra más desafiante y alucinante, Objeto misterioso al atardecer (2000). El objeto de Grand Tour no es tan misterioso.
El objeto de Grand Tour es un hermoso salto hacia atrás. Que, haciendo eso, lo que quiere, es ir hacia adelante. Lo entiendo. La ficción es en muchos casos lo documental colonizado, me pregunto, ante el gusto manifiesto de Gomes. Y me pregunto si será justo mapear esta obra en y a partir de dos mitades tan diferenciadas. El hecho patente sin embargo es que los ricos juegos que practica la película, incluyendo toda la red de caminos de las voces en off plurilingüísticas, me llevan a la cerradura ‘clásica’ de la ficción. No a la liberación que se fusiona con la experiencia de lo impredecible.
Opinión
La elección del Papa Robert Prevost y la elección de Ricardo Belmont
Lee la columna de Rafael Romero

Por Rafael Romero
Respecto de la reciente elección papal y de cara a las elecciones peruanas del 2026, por supuesto salvando las distancias entre el Vaticano y el Estado peruano, existen dos comunes denominadores: uno, la elección de una autoridad; y dos, son ciudadanos en la condición de candidatos. Uno ya salió elegido y el otro falta.
Las comparaciones o paralelos son cuestionables, pero no dejan de ser útiles o necesarios formularlos, especialmente cuando se trata de analizar la realidad y buscar la verdad.
Pues bien, estando las cosas así planteadas, metámosle diente al parangón de marras, empero siguiendo con rigor los hechos.
Primero, el hoy papa peruano-estadounudense, Robert Prevost Martínez, no era el favorito para suceder a Francisco (Jorge Bergoglio). Es más ni siquiera aparecía su nombre en la lista de cardenales con mayores posibilidades para convertirse en el nuevo sumo pontífice. Esto coincide con el caso de Ricardo Belmont Cassinelli, pues su nombre fue obviado en el lejano 1989 y lo es ahora en el 2025 por parte de las encuestadoras. Es decir, no aparece como favorito para ganar las elecciones del 2026.
Segundo, Robert Prevost llegó a Perú en 1985, y desde entonces sumó 21 años de servicio al prójimo mediante la iglesia Católica, sobre todo entre los humildes de Chulucanas, Trujillo, Chiclayo y el Callao. Por su parte Ricardo Belmont, desde 1981 acumuló 21 años de labor social en beneficio de los niños de la Hogar Clínica San Juan de Dios, a través de la Teletón, entre otras obras en provecho del prójimo.
Tercero, Robert Prevost es agustino. Es decir, pertenece a una orden religiosa mendicante, que es aquella que se desprende de las riquezas y del poder material para practicar mejor los valores morales. Por su parte, Ricardo Belmont, descendiente de Ramón Castilla, proviene de dos familias acomodadas (los Belmont y los Cassinelli), optó por el don de servicio y así ingreso a la política con vocación de servicio, pero en ese proceso lo pierde todo, hasta sus radios y un canal de televisión, que le son arrebatados por la codicia y la avaricia de personas perversas, y todo por predicar valores y una sana peruanidad.
En cuarto lugar, Robert Prevost se pone el nombre de León XIV, para referenciar el legado de León XIII, que escribió la encíclica Rerum Novarum y aporto al mundo la doctrina social de la iglesia en un momento donde el capitalismo de la primera revolución industrial produjo tanta muerte y explotación. Por su parte, Ricardo Belmont, también confronta al sistema de poder y abuso, desde 1973 con su programa «Habla el Pueblo», y a finales de los ochenta se convirtió en un outsider al derrotar a un agotado sistema tradicional de partidos, venciendo su Movimiento Cívico Obras a las colectividades políticas más poderosas del Perú (APRA, IU, Libertad de Mario Vargas Llosa, AP y el PPC). Pero hay una coincidencia más evidente, y es la preocupación de Prevost y de Belmont por los más humildes y por la cuestión social en el Perú desde los ochenta y noventa del siglo pasado.
En quinto lugar, el papa peruano Robert Prevost, al ser agustino, y al adherir a la doctrina social de León XIII, refuta tanto al liberalismo económico de la revolución industrial como rechaza al marxismo o socialismo de ayer y de hoy, pues la Rerum Novarum abrió una tercera vía equidistante de esos dos extremos. Por su parte, Ricardo Belmont, con su Movimiento Cívico Obras, fundado el siglo pasado, y hoy con su partido político del mismo nombre, plantea una visión distinta al de la derecha y la izquierda. En otros térninos, su ideoligía es diferente a la del capitalismo corporativista globalista y es distante al marxismo cultural, que es igualmente globalista. Además Ricardo acota que, tanto la derecha y la izquierda, son inventos de los mega grupos de poder con el objetivo de dividir a los pueblos y así explotarlos abusivamente. Por tanto, para salvar al ser humano y a los pueblos no se necesita de izquierdas ni derechas.
En sexto lugar, Robert Prevost, hoy papa León XIV, emplazó a Alberto Fujimori a pedir perdón a las personas sobre las que su dictadura las agravió. Como también cuestionó la violación de los derechos humanos perpetrada tanto por el fujimorismo como por Dina Boluarte. Esta es otra coincidencia del actual papa León XIV con Ricardo Belmont, víctima este de la persecución fujimontesinista. De manera que Prevost y Belmont rechazan el abuso de poder y los atentados a los derechos humanos de Fujimori y de la actual mandataria Boluarte.
En séptimo lugar, Robert Prevost, es un papa con un claro conocimiento de la realidad latinoamericana, y al hablar en castellano a los pocos minutos de haber sido elegido el vicario de Cristo en la tierra, no solo le daba su lugar a Chiclayo, donde fue obispo, sino que le decía al mundo que su mirada también es la de un latinoamericano, siguiendo los pasos de su antecesor el papa Francisco. Por su parte, Ricardo Belmont ha dado a su pensamiento y acción política una permanente atención no solo respecto de los problemas del Perú sino también mira a la gran nación latinoamericana y al mapa geopolítico desde México a la tierra del fuego. Y ambos tienen una concepción más madura de los problemas y las posibilidades de América Latina, como se puede comprobar en los editoriales de Ricardo Belmont.
En octavo lugar, Robert Prevost postula la unidad de la iglesia, pues habla de la iglesia sinodal, y desde ahí busca el saber escucharnos y el saber llegar a la armonía por encima de credos, razas, doctrinas o intereses. Por su parte Ricardo Belmont, postula la unidad de los peruanos mediante la transparencia, la buena voluntad, el diálogo abierto y la defensa del débil.
Finalmente, en noveno lugar, Robert Prevost promueve la paz y la reconciliación, porque sostiene que Dios nos ama a todos y nos recuerda que estamos en las manos del Padre Eterno. Prevost se ha pronunciado en contra de las guerras. Por su parte, Ricardo Belmont, desde su periodismo cotidiano de mas de 53 años y de filosofía humanista, así como desde su estoicismo y disciplina espartana, busca la unidad, la paz y la reconciluación entre peruanos. Allí están las banderas blancas del Partido Cívico Obras, que son más que elocuentes en la búsquesa y en el encuentro de esa paz para el Perú.
Sin duda, hay muchas coincidencias entre estos dos peruanos, Robert y Ricardo, desde su humildad, sencillez y amor por el ser humano, por la justicia y la dignidad.
Como dice la palabra, Dios mira de cerca al humilde y de lejos al altivo, pero esa humildad a veces es incómoda para la soberbia y la arbitrariedad de los poderosos, quienes optan por silenciar mediáticamente al mensajero, quienes complotan por censurarlo o declarar infantilmente su «muerte civil». Pero, como lo comenté el pasado sábado 3 de mayo con unos compatriotas contertulios en una convención de Lima Provincias, «si el Vaticano elige como papa a un peruano, eso significará un presagio de que Belmont sería el próximo presidente del Perú». Lo dije coloquialmente a mis sorprendidos interlicutores. Pero la Santa Biblia también refiere la existencia de señales, prodigios y milagros. Y si alguien lo duda, por lo menos tenga en mente que existen en el mundo coincidencias y mejores augurios. ¡Viva el Perú! ¡Vamos juntos por las nuevas y buenas generaciones que nos sucederán y reemplazarán!
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