La inteligencia en el Perú es un bien escaso. Lamentarse por la caída del ex presidente Humala, en ese sentido, es un acto representativo, muy recurrido por muchas personas últimamente, y bajísimo, además, porque no atiende a la mera caridad “cristiana” sino al enternecimiento de los tontos y al interés y la malicia de los “astutos” a los que no les conviene hallar más vínculos entre este proceso y la figura de la ex “secretaria” de Nadine, líder indiscutible de la “izquierda” soft y el movimiento Nuevo Perú, quien en un principio negó haber escrito en las agendas- febrero de 2016- y luego expuso que si existía dicha posibilidad – abril 2016- dado lo banal que, para ella, representaba tal circunstancia.
Perú, ilimitado país de paradojas y de doble moral, sempiternamente hipócrita. Los que hace pocos días clamaban furibundos que al ex dictador Fujimori no debe concedérsele ningún favor ni beneficio, sino que debe cumplir hasta el final con su responsabilidad penal, hoy se conmueven y enternecen ante el gesto derrotado de Humala.
No olvidemos que el “fierro” debe caer sobre todos los todos los criminales por igual y según el tiempo en que se los tenga al alcance de la mano. Que, en este momento, Toledo y Alan todavía no hayan sido sancionados, no implica que debamos compadecer a los menos hábiles, los que no tienen forma alguna para extorsionar a los agentes que regentan el poder ni gozan del favor de los organismos encargados de administrar “justicia” en el país.
Debemos entender que, si bien el resto de ex presidentes son un reflejo de los peores estercoleros del infierno, Humala no es un ángel inmaculado y si bien su encarcelamiento puede ser cuestionado —considero que, técnicamente, el único motivo por el cual debería proceder la prisión preventiva es el peligro de fuga, aunque le sigue en importancia, la falta de arraigo y, al último, la posibilidad de entorpecer las investigaciones— no debemos lamentarnos sino que deberíamos pensar en los sucesos de Madre Mía, que a su masa electoral le importó muy poco, el presento asesinato de Emerson Fasabi, ex agente de seguridad de los Humala Heredia, un caso que aún no ha sido exhaustivamente investigado, y todos los actos sucedidos bajo su mandato que impliquen una responsabilidad efectiva, hechos todos que deberán ser juzgados en el futuro.
Victimizar a los Humala es una estupidez, es consentir un potencial “lavado de cara” de estos impresentables, es posibilitar que se regeneren y vuelvan a tentar la vida política, infamia que no debe repetirse nunca más.
Que Alejandro Toledo no sea ubicado ni apresado pese a que su orden de captura fue expedida hace más de dos meses significa que los altos mandos de las investigaciones y todos aquellos que tienen el poder para apresarlo, lo están dejando ser. Eso es muy claro. Podríamos especular que si cayese Toledo embarraría a todo el mundo, incluyendo al actual presidente. Acaso, por estos detalles, debemos lamentar que los Humala no tengan estas habilidades, acaso debemos condolernos por su falta de pericia y por sus limitadas capacidades de “extorsión”. Obviamente, no.
Que a Alan García no le imputen nada directamente — nadie en el medio de la magistratura se atrevería a ello ya sea por sus propias cartas personales de absoluta cobardía, algunos, o por la larga lista de favores que deben, otros, y casi todos por la conducción malsana que tiene la Administración de “Justicia” en el país — o que él publique tweets en los que intenta mostrarse como un gran hombre, un estadista que sufrió persecución, etc. no puede servir para lamentar la caída de la pareja Humala -Heredia, acaso los más grises habitantes de Palacio de Gobierno, en toda la historia. En este punto, deberíamos considerar encerrar sin compasión a todos los ex presidentes hasta que podamos forzar el hundimiento, absolutamente merecido, de García, mancha de pus tan o más despreciable que el paso de Alberto Fujimori por este país.
Que, a Alberto Fujimori, positivamente encerrado en una prisión como corresponde a su criminal persona, se le niegue una y otra vez el indulto me parece lo más correcto, pero aquellos que argumentan la “injusticia” de la prisión preventiva dada en contra de los Humala o su desproporción ante la plena impunidad de la que gozan Toledo y Alan García demuestran su absoluta falta de sentido político, su absoluta falta de luces para la vida. Recuerden que el patriarca asiático, ex candidato al senado japonés y ex dictador “peruano”, está preso por actos en los que no se acredita absoluta ni exhaustivamente su participación en los homicidios de La Cantuta y Barrios Altos y que sobre el tema de la corrupción no ha recibido ninguna condena ejemplar. Así que, reflexiónese este extremo tantas veces como sea necesario antes de involucrarse en un contexto estrictamente técnico jurídico porque ni el derecho ni la vida ni, mucho menos, la política se limita a un factor de estricto cumplimiento técnico.
Reitero, compadecer a Humala por haber sido menos corrupto o asesino que los otros ex presidentes es un acto de abominable desprecio. Si tienen que caer los criminales, no debemos apiadarnos porque se haya empezado por los más débiles. Ver una venganza en todo esto, no está fuera de enfoque, pero debe recapitularse en un hecho muy claro, las hienas no pueden tener ninguna forma de grandeza con la carroña. Ergo, Humala recibe de sus enemigos políticos el trato que ambos lados merecen. Encarguémonos de no apiadarnos de todos los demás y de procurar su caída. Indudablemente, mi piedad me lleva a sentir lastima por cualquier persona caída en desgracia pero mi sentido de justicia y la necesidad expectante de nuestro país ante las múltiples injusticias dadas en su contra durante siglos, me lleva a exigir esta forma de impiedad objetiva así sea, en cierto modo, contranatural.
El mundo es injusto, a veces, pero si la debes, tarde o temprano, tendrás que pagar. Quizás, todos terminaremos ardiendo, pero depende de cada uno si se incendia rodeado de perfumes y maderas nobles o de bosta y las más terribles suciedades y otras formas de excremento. Jugar con la política y entrar en la corrupción te debe merecer el más apestoso fin, la más absoluta falta de compasión por parte de los otros.
La justicia en este país no existe. Procuremos inventarla pronto sino este mismo país podría dejar de existir como país. Es decir que, sin una justicia verdadera este país seguirá siendo indefinidamente, un burdel del purgatorio en el que anidan ángeles caídos al lado de las más feroces réplicas de Escila y las Gorgonas, una letrina cuyo fondo es de oro, un muladar frecuentado tan solo por las más miserables bestias agonizantes, etc.
Un primer paso para esta necesaria invención de la justicia en nuestro país, sería lograr la caída de todos los ex presidentes, ya que ello, implicará el ascenso de un nuevo horizonte para el Perú, el precedente ante el cual los políticos o politicastros del futuro deban someterse y temblar si alguna vez les pasa por la mente la más mínima idea de usar el poder para sus propios fines y complacencias, la más mínima sombra de materializar una intención corrupta.
P.S:
La insalubridad del sistema de justicia peruano es definitiva. Quizás, influya en este marco expositivo el hecho de que los Humala sean procesados con las reglas antidemocráticas del antiguo orden procesal penal que PPK y el Ministerio de Justicia han extendido hasta el año 2020, al impedir, en Lima, la vigencia del Código Procesal Penal de 2004 que preconiza a la libertad como regla y a la prisión preventiva como excepción, léase al encarcelamiento del procesado como medida cautelar, ya que el referido Código propone un modelo garantista-adversarial, opuesto al modelo mixto-inquisitivo que representa el orden actualmente vigente en Lima.