La innovación educativa es un concepto que viene funcionando en las aulas del colegio agustino de la ciudad de Iquitos. Todo cambio genera una reacción y las leyes educativas muchas veces no acompañan a la realidad de la zona donde está establecido el colegio.
Muchos profesores se han atrevido a generar cambios y superar los modelos educativos tradicionales que son complementados con los proyectos innovadores que presentan los escolares del nivel secundaria. Los gestores de este plan son el profesor Lic. Lenin Padilla Acosta, sub director de secundaria y la profesora Lic. Cecilia Vela Ly, tutora del curso de Gestión Empresarial. “Este año los alumnos que están egresando del colegio, han presentado doce propuestas innovadoras, siendo ganador el proyecto Macambito’s que consiste en brindar una alimentación saludable a los niños y niñas en etapa escolar que reemplaza las frituras por este producto natural”, manifestó la Lic. Vela.
“Hasta la fecha vengo ejerciendo 24 años la docencia entre colegios estatales y parroquiales, que también han hecho que tengamos una amplitud y visión de la educación, enfocando una orientación vocacional a los alumnos del nivel secundaria. Así, venimos promoviendo concursos de reciclaje, plan lector puesta en escena, de matemáticas que se llama Codimat y la feria de ciencias denominada Eureka, que genera un desarrollo intelectual y emocional en los alumnos para que se perfilen en un futuro inmediato una vez finalizada su etapa escolar”, dijo el Lic. Padilla.
El Dr. Gabriel Vargas Arana, Jefe del Laboratorio de Química de Productos Naturales del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, celebró que los estudiantes que visitaron su laboratorio y recogieron valiosa información del macambo, hayan ganado el concurso de emprendimiento escolar. “Es importante manifestar que el macambo con nombre científico Theobroma bicolor, es un fruto endémico y nutricional y el IIAP cuenta con información y trabajos de investigación para mejoramiento genético de la especie, ya que tenemos un gran potencial para la agroindustria. Asimismo, se puede considerar dentro de las especies con potencial de producción de biomasa y secuestro de carbono. Existe una creciente demanda en el mercado nacional y la posibilidad de industrializar la pulpa para la elaboración de mermeladas, néctares y licores, así como para alimentación de peces en piscigranjas, animales menores silvestres y domésticos”, refirió el Dr. Vargas.
Despojado de cualquier investidura pública el congresista Guillermo Bermejo Rojas se “desnuda” en esta obra de corte autobiográfico que nos muestra un rostro más íntimo, poco conocido, vulnerable y a su vez sanador en las 208 páginas que conforman esa historia de amor que empezó hace 30 años.
En el libro del parlamentario (y ahora también escritor) se aborda un tema tan antiguo como la especie humana misma, pero que gracias a su sencilla narración el lector podrá conectar fácilmente con aquella aventura de idas y venidas, de amores esquivos y reencuentros con uno mismo, que le significó poder abrirle las puertas al amor y también a la religión.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos experimentado esa sensación de despegarnos de la tierra por un instante cuando conocemos a esa persona capaz de despojar, con mucha paciencia y ternura, todas esas capas que conforman aquella coraza hecha para privarnos del amor. Guillermo, antes de ser una figura pública, así lo fue, pues era más fuerte su filosofía y su vocación de hombre de izquierda que dejarse llevar por los vaivenes pocos racionales, cursis y huachafos que puede ofrecer un corazón acelerado.
Contestatario como acostumbra ser, el legislador no cree en la mala suerte y vio oportuno presentar su retoño literario un viernes 13 de diciembre, misma fecha que decidió armarse de valor para declararse a aquella mujer que ahora es su fiel amiga y compañera de vida.
Ahora, próximo a cumplir los 50 años, rodeado de sus familiares y su círculo más íntimo, esa historia de amor finalmente fue contada sin ningún rubor, y es que el parlamentario ha visto a lo largo de ese camino que le tomó tres décadas que el orgullo personal tiene que ser dejado de lado, ya que eso solo dificulta una buena comprensión con el otro. Un claro ejemplo de eso se puede ver reflejado en la política, sin ninguna duda.
Ya con esa lección bien aprendida, no tiene ningún reparo en responder que se considera un romántico empedernido y que gran parte de ello se lo debe a su musa y ahora esposa. “No me consideraba así, pero lo fui descubriendo al conocer la que ahora es mi esposa”, comenta con una sinceridad que se refleja en su rostro.
Y es que gran parte de su libro también trata sobre los cambios que ha tenido que atravesar para ser el hombre que ahora es. Atrás quedó ese muchacho empecinado en ser un barco errante, incomprendido muchas veces por su manera frontal de defender su postura, pero que no encontraba en su paso por la vida aquel puerto que le ofrezca tranquilidad y sobre todo paz.
De agnóstico a creyente del Señor, su transformación se fue gestando lentamente a la par que su reencuentro con la mujer que le motiva a escribir los versos más sensibles, esos mismos que exponen a zanja abierta su trémulo corazón. Solo ella conoce el otro lado de la Luna de Bermejo, solo ella puede conocer las palabras exactas que le dijo hace más de 30 años en una plaza de Ica, solo ella puede descifrar cada gesto, cada sonrisa, cada mirada cómplice de amor, ese amor que es la más poderosa de todas las revoluciones, y de ahí nadie puede rehuir, aunque se voltee la mirada.
Adelantando que se viene preparando un segundo libro, Guillermo nos comenta que esta vez tratará de historia y política, sus otras pasiones, abordando aspectos relacionados a sus viajes alrededor del mundo.
El libro “Un amor para la historia” ya se encuentra a la venta a un precio accesible de 40 soles y puede ser encontrado en la librería Casa Tomada, ubicada en la avenida Petit Thouars 3506, San Isidro.
Hoy se estrena la serie ‘Cien Años de Soledad’ de Gabriel García Márquez [VIDEO]
Desde este miércoles 11 de diciembre los amantes de la literatura podrán ver, desde el calor de sus hogares, la obra cumbre de la literatura del escritor colombiano y premio Nobel, Gabriel García Márquez.
El streaming se viste de literatura y nos trae a la pantalla chica la obra cumbre de Gabriel García Márquez con una adaptación dirigida por Laura Mora y Alex García López, quienes asumieron el reto de pretender mostrar el mágico universo de Macondo. Hace 57 años, en 1967, luego de pasar por serios problemas económicos, Gabriel García Márquez publicó su obra cumbre, ‘Cien Años de Soledad’. Y ahora Netflix entrega al público el realismo mágico de esta importante obra a través de las pantallas.
Este miércoles 11 de diciembre se estrena la serie basada en la novela que marcó el ‘Boom latinoamericano’, y en 2024 con la venia de los hijos de Gabo, el proyecto se hizo realidad.
«La razón por la cual no quiero que Cien años de Soledad se haga en cine es porque la novela, a diferencia del cine, deja al lector un margen para la creación que le permite imaginarse a los personajes, a los ambientes y a las situaciones como ellos creen que es […] en cine eso no se puede», afirmó el premio Nobel de literatura.
¿Macondo será reflejado como la novela escrita?
Los escenarios fueron construidos con meticulosos parámetros, tanto que los estudios constituyen pequeñas ciudades. Los vestuarios buscan ser los más fidedignos a los siglos XIX y XX. Asimismo, los ejecutivos de Netflix indican que es una de las producciones más grandes de Latam y por ello construyeron hasta 2 pueblos adicionales para escenificar las distintas versiones de Macondo.
Rodrigo y Gonzalo García Rocha, hijos del Nobel de Literatura, indicaron que accedieron a la petición de grabar y proyectar la novela con la condición de ser productores ejecutivos de la saga para que puedan cuidar de todos los detalles que algún día su padre consideró. “En la actual era dorada de la serie, la calidad cinematográfica del contenido y la aceptación por parte del público mundial de programas en idiomas extranjeros, no podía ser mejor el momento para hacer la adaptación», contestaron los hermanos García Rocha tras hacerse pública la noticia.
Sin embargo, es todo un reto lograr crear el mágico universo de Macondo. Por tales razones, han surgido las interrogantes que muestran unas escépticas expectativas de que la obra quizá no logre cumplir con las maravillas narrativas de la inmortal obra del genial Gabo.
Alerta de espóiler. Como ya nos tiene acostumbrados la Real Academia Española (RAE) cada fin de año son presentadas nuevas palabras en la actualización del diccionario académico, elaborado en colaboración con la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE); y lo hace con novedades procedentes de ámbitos como la ciencia, el medioambiente, la tecnología, la gastronomía, la música o el deporte.
Entre los nuevos artículos encontramos palabras como “espóiler”, “granularidad”, “macroencuesta” o “sérum”. También formas compuestas por más de una palabra como “centro de salud”, “unidad móvil”, “voto castigo” o “voto de castigo”, “zona cero” o “zona de confort”.
En el ámbito de la ciencia se incorporan nuevos términos como “aerotermia” o “micelar”; o voces como “dana” o “microbioma” en el medioambiente y la biología.
En el campo tecnológico entran a formar parte del diccionario palabras como “desarrollador” o “escalabilidad” (también en su uso dentro de la economía). Por otra parte, en esta actualización se pueden encontrar otras tan presentes en el día a día como “teletrabajar” o una nueva acepción de “temporada” en referencia al conjunto de episodios de una serie o un programa.
Igualmente, la gastronomía y todo el universo que la rodea ocupan su lugar dentro de las áreas que se han enriquecido en la obra. De este modo, se añaden voces como “barista”, “frapé”, “infusionar”, “tabulé”, “umani”, “varietal” o “wasabi”.
El mundo de la música aporta también un notable número de novedades al diccionario, tales como “blusero” o “rapear”, y extranjerismos como “funk”, “groupie” e “indie” (usado asimismo en el cine); mientras que en el campo del deporte encontramos incorporaciones como “bicicross” o “capoeira”; y otras como “curling”, “drive”, “fitness” o “full contact”.
Otras voces que aparecen en la actualización son “atencional”, “desendeudamiento”, “dramaturgista”, “humanizador”, “musealizar” y “musealización” o “sociolaboral”. Asimismo, se añaden acepciones coloquiales como, por ejemplo, en “chorreo”, en alusión a una reprimenda.
En cuanto al léxico americano o relacionado con América que se ha incluido en esta actualización, se encuentran, entre otras, las palabras “azotehuela”, “parrillar”, “posnet” o “pósnet” o el extranjerismo “sulky”.
El Diccionario de la lengua española cuenta con la participación de las 23 academias de la lengua española presentes en todo el mundo, lo que hace de esta obra lexicográfica una referencia panhispánica. La actualización 23.8 pone al día su versión electrónica.
Novela profunda, multifacética, cargada de resonancias lingüísticas y filosóficas: se llama Cristóbal y es la ópera prima de Gabriel Núñez del Prado (36), escritor limeño afincado en Londres.
Universos simbólicos, formas paródicas y múltiples capas de significado para un libro de 450 páginas impreso y distribuido solo en Inglaterra por una editorial londinense de escaso tiraje. Eso es Cristóbal, la novela de Gabriel Núñez del Prado (36), escritor peruano que escribe un fresco inédito en nuestra literatura realista.
El protagonista de la novela epónima, sus personajes sucedáneos y la climática que lo rodea constituye un corpus que desborda el espacio físico. En el núcleo de este esoterismo y de sus búsquedas está la identidad peruana, que no se presenta como algo unívoco o homogéneo, es un rompecabezas en el que se reflejan las voces de un país inabarcable. Conversamos largamente con su autor.
En Cristóbal, la religiosidad andina parece funcionar como un sistema de interpretación simbólica. Desde una perspectiva hermenéutica, ¿cómo crees que esta religiosidad permite releer tanto lo andino como la Lima moderna? ¿Es una religiosidad que pretende universalidad o se prefiere intrínsecamente peruana?
Toda religiosidad es un sistema de interpretación simbólica. Es imposible desligar a Lima de lo andino, pues en Lima es donde conviven y se mezclan todas las herencias heterogéneas que nos enriquecen como país. De manera similar, es imposible desligar a Cristóbal de Lima, pues él también (el libro), como buen hijo de su ciudad, es el resultado de herencias heterogéneas. Más allá de toda religiosidad existe la necesidad inherente al ser humano de profundidad (espiritual), y esa necesidad es universal.
Cristóbal, ciertamente, desborda eso que se conoce como “la novela de Lima”, si tal cosa existe. Ecos borgianos y resonancias de la más profunda humanística europea resuenan en sus páginas. ¿Cómo construyes la intertextualidad y qué lugar ocupan las referencias literarias explícitas y las sutiles? ¿Y cómo dialogas con la tradición narrativa peruana?
Somos lo que leemos y cuando escribimos, lo leído brota como parte de lo que somos. Uno no necesariamente construye intertextualidad; las referencias manan –florecen– de manera orgánica y es el lector quien puede (o no) reconstruirlas en base a sus experiencias previas. Cada lector interpreta un texto para sí mismo basándose en sus propias experiencias. Más que dialogar con la tradición a la que pertenece, una novela debe cuestionarla y al cuestionarla revivirla, para que así dicha tradición pueda ser reinterpretada.
El uso del quechua y las expresiones en latín e inglés otorgan una textura única al lenguaje de la novela. ¿Cómo equilibras esos lenguajes en la creación de un sentido de autenticidad o dislocación cultural en tu narrativa?
A mi parecer una novela no debe limitarse a describir ciertos aspectos de una realidad determinada, más bien debe ser un intento (fallido o no) de descifrar un mundo en su totalidad. Por mundo entiéndase todos los contextos socioculturales en los que se desenvuelven los individuos retratados en un relato. Es impensable describir a Lima (sobre todo a la Lima del siglo XX y XXI), dejando de lado el idioma de nuestros ancestros, tanto como es imposible pensar en el mundo de los últimos setenta años sin el uso del inglés, o concebir la sociedad occidental sin la influencia del latín.
El runasimi, además de su uso como lengua simbólica, puede leerse como un acto de resistencia cultural frente a las hegemonías. Y gatilla subversiones varias, más allá de las narrativas tradicionales. ¿Cómo te capturó la dimensión sonora y poética de nuestra lengua ancestral para crear una experiencia narrativa inmersiva de tales dimensiones?
Hoy en día, pretender preservar y mantener nuestra cultura e historia, respetando su integridad, es casi un acto subversivo.
Vengo de una familia con un arraigo muy fuerte a nuestra tierra y un amor muy grande a nuestra cultura. Desde muy pequeño mi padre me enseñaba palabras y frases en quechua; recuerdo, por ejemplo, que uno de los perros que tuve de niño se llamaba alqo, por antonomasia. Durante mi adolescencia comencé a estudiar gramática quechua de manera autodidacta y siempre me ha fascinado el lirismo al que se debe recurrir para expresar deseos y emociones. Es una lengua inmensamente bella e inseparable de nuestra identidad como país.
¿Cómo articulas los diferentes niveles narrativos de la novela, especialmente la interacción entre lo mítico, lo filosófico y lo realista? ¿Y las relaciones de poder y conocimiento entre los personajes, especialmente en el triángulo Cristóbal-Segismundo-Chouchouï?
Los seres humanos tenemos una propensión innata a mitificar, lo hacemos en todos los niveles posibles: al enamorarnos o al entregarnos con entusiasmo a una pasión, sea ésta hacia una persona, una banda musical, el futbol, o Dios. La filosofía es, en parte, un intento de racionalizar y ordenar nuestra propensión hacia lo mítico.
El trazado de paralelismos y divergencias entre las tradiciones culturales limeñas, andinas y cosmopolitas es notable. ¿Cómo crees que dialoga Cristóbal con otras narrativas de migración cultural, tanto en la literatura peruana como en la mundial?
Es una buena pregunta. Lo que yo siento y prefiero es que esos paralelos los encuentren y exploten los lectores.
¿Cómo organizaste narrativamente las «revelaciones» del protagonista para que el lector comparta ese viaje hacia lo desconocido? ¿Con qué estructuras evitas que el esoterismo se convierta en mero exotismo?
Cristóbal nació de una manera bastante natural. Los cincuenta y tres relatos que conforman el libro fueron escritos por separado, pero siempre teniendo presente que todos pertenecían a una misma narración.
La marginalidad en Cristóbal es un espacio de revelación. Sus experiencias se convierten en puntos de acceso al conocimiento hasta el punto de elevar lo marginal hacia espacios de centralidad simbólica. ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?
Si entendemos lo marginal como los extremos, podría afirmarse que es precisamente en los extremos de la sociedad (sea arriba o abajo) donde el individuo tiende a vivir más intensamente. El centro, término medio o aurea mediocritas, sostiene el status quod e impide el cambio, deteniendo los procesos evolutivos. Los extremos tienden a ser convulsos y es en ellos donde sucede la acción que nos propulsa fuera de nosotros mismos como sociedad.
Bryce Echenique y Núñez del Prado.
La presencia de filósofos y chamanes sugiere un cruce entre pensamiento racional y esotérico. En esta suerte de intertextualidad filosófica, ¿qué autores o corrientes filosóficas influyeron en la construcción de estos personajes como mediadores del conocimiento?
Creo que todo lo leído converge a la hora de escribir.
¿Quién/cómo es el lector ideal de Cristóbal y qué esperas que descubra en este cruce de mundos?
Mi esperanza, tal vez inocente, es que cada persona que lea Cristóbal, pueda encontrar algo de sí misma en sus páginas – algo, aunque sea una frase aislada.
¿Cómo sitúas tu novela en el marco de una narrativa peruana que busca proyectarse globalmente (cosa que es un mérito o un demérito)?
Uno, como escritor, siente la necesidad de escribir y de compartir lo escrito con los demás. Creo que esa clase de categorización le corresponderá al lector que se interese lo suficiente.
¿Cómo entiendes el concepto de «lo mágico»? ¿Es una herramienta narrativa o una forma de explorar verdades universales?
Lo mágico puede ser entendido como la canalización de una intención. Todo esfuerzo que da un fruto es un acto mágico.
¿Tenías en mente algún tipo de lector mientras escribías una obra con tantas capas culturales y lingüísticas?
No, pues creo que cualquier trasfondo cultural basta para entender los otros: la experiencia humana es siempre análoga, sin importar el contexto.
En el proceso de escribir Cristóbal, ¿qué descubriste sobre ti mismo como autor y como persona?
Más que descubrir, siento haber reafirmado el sentimiento de que todo lo que sucede tiene una razón de ser y que esa razón siempre nos supera.
¿Qué significa ser escritor joven y peruano en Londres?
Me atrevería a decir que la juventud en Londres es más corta que en otros lugares, aquí quienes pasamos de treinta ya no somos vistos como jóvenes. Ser peruano en una ciudad como Londres es moverse entre la pertenencia y la no pertenencia; es vivir en un limbo en el cual uno redescubre sus propios defectos y virtudes impuestos por la cultura de la que uno proviene. Uno aprende a elegir y a quedarse con lo más rescatable de lo que nos ha sido inculcado. Además, en una ciudad de la magnitud de Londres las posibilidades de aprendizaje a niveles diversos de interacción cultural son infinitas.
¿Qué significa publicar en una editorial pequeña, en edición limitada y firmada por el autor, a la vieja usanza?
Significa la libertad de ofrecerle al lector (como quien le ofrece un regalo) el reflejo más próximo de lo que uno visualizó como resultado final. El tener la potestad de decidir la diagramación, el diseño de cubierta y la encuadernación, o cómo debían ser impresas las ilustraciones del artista peruano José Manuel Barahona Pérez (las cuales tienen un papel muy importante dentro de la narración), son cosas que hubieran sido difíciles de lograr si la primera edición del libro hubiera sido publicada de otra manera.
¿Qué debería aportar Cristóbal al diálogo cultural y literario en el Perú y en el extranjero?
Yo soy feliz si cada lector encuentra en Cristóbal una oración memorable – con una sola es más que suficiente para mí.
¿Cómo visualizas el lugar de Cristóbal dentro de la tradición literaria peruana? ¿Qué te dijo Bryce?
Bryce, con quien comparto la fecha de nacimiento, es enormemente cálido y amable y me felicitó cuando le llevé un ejemplar a su departamento. Me aseguró que lo leería. Cuando vuelva a Lima lo visitaré nuevamente para preguntarle qué opinión le merece.
¿Estás escribiendo algo nuevo? ¿Qué?
Sí, trato de escribir todos los días. Hay una idea que ronda mi cabeza desde antes que Cristóbal fuera dado a la imprenta; es también sobre el destino de un ser humano en el que convergen los destinos de muchos otros. Ya han comenzado a caer sobre el papel párrafos esquivos. A la vez estoy traduciendo a un poeta casi olvidado y pienso publicar una selección de sus poemas el próximo año.
Luego del triunfo en la Batalla de Junín, las tropas derrotadas del Ejército Realista, se dirigieron al Cuzco donde se encontraba aun intacto el poder español al mando del virrey del Perú, el Teniente General José de La Serna. Este ejército constaba de 9,310 hombres y 11 cañones. Encabezados por el virrey, y a marcha forzada desde la Capital del Antiguo Perú, cruzando montañas y ríos, salieron en busca de una victoria capaz de evitar el final del poder europeo en sus antiguas colonias de América.
Contra este Ejército Realista, se debía enfrentar el Ejército Unido Libertador —el Glorioso Ejército Patriota— compuesto de 8,500 guerreros con un solo cañón y que conformaban un grupo heterogéneo: procedían de Perú, Argentina, Venezuela, Colombia y Chile. Al frente de ellos, Simón Bolívar, había puesto al frente a un general de solo 29 años pero con gran experiencia militar, ya que había empezado su carrera militar muy temprano, a los 16 años era nombrado en Venezuela, Coronel del Ejército de Liberación: Antonio José de Sucre.
En noviembre de 1824, se acercaba el final de las escaramuzas y Bolívar creyó necesario dirigir, mediante misivas, unos sabios consejos a Sucre. Fueron los siguientes: “Es preciso tener una extraordinaria circunspección y sumo tino en las operaciones para no librar la batalla sin tener una absoluta seguridad de un suceso victorioso. Hay que tener en cuenta que el genio de San Martín nos hace falta y solo ahora comprendo por qué dio el paso para no entorpecer la libertad que con tanto sacrificio había conseguido para tres pueblos”.
Esta carta fue remitida a Sucre dos años después de la partida de San Martín del Perú y un mes antes de la Batalla de Ayacucho. Para esos momentos, Bolívar era presidente de la Gran Colombia y dictador del Perú nombrado por el mismo Congreso peruano, recibió una notificación desde Bogotá, firmada por el vicepresidente, el tristemente recordado, Francisco de Paula Santander, donde le comunicaban que, si se mantenía como jefe del ejército peruano, le revocaban la jefatura del ejército patriota de la Gran Colombia, de manera que tuvo que delegar el mando de su ejército al general Sucre. Esa fue la razón por la que el Libertador Simón Bolívar no estuviera al mando del ejército en la Batalla de Ayacucho.
Bolívar y Sucre, artífices de la derrota final a España.
Fue el 9 de diciembre de 1824. Los aliados patriotas ocupaban el pequeño llano de la Pampa de Quinua de aproximadamente un kilómetro de largo a 3,530 metros sobre el nivel del mar, cortado por profundas barrancas. Sobre ese llano, parte de sus laderas ocupadas por los españoles, se alzaba la cordillera del Condorcunca, imponente y mudo testigo de la liberación definitiva del Nuevo Mundo en una de las batallas más decisivas de la historia.
La música de las bandas militares aumentaba la emoción del momento y a los grises y verdes de la naturaleza se sumaban los sombríos colores de las chaquetas de los patriotas y los brillantes tonos de los abigarrados uniformes españoles. La luz de la mañana realzaba los estandartes y hacía relumbrar los metales de las armas de ambos ejércitos. A las ocho de la mañana de aquel jueves 9 de diciembre, vistiendo su guerrera galoneada de oro, con medallas y grandes cruces, apareció el mariscal Monet, a cuyo mando estaba una división realista, para parlamentar con el coronel Córdova, de 24 años, que comandaba una división patriota. Siguiendo el ejemplo de los paladines del Medioevo antes de entrar en batalla, Monet propone que se permita a los hombres de cada bando que tengan hermanos, parientes y amigos en el contrario, reunirse y abrazarse antes de la batalla. Córdova pide permiso a Sucre y éste lo concede. Entonces, unos cincuenta hombres de cada lado, dejando sus armas atrás, avanzan al campo que separa los dos ejércitos y allí confraternizan durante casi treinta minutos sobre aquel terreno que pronto habría de ser de lucha y muerte.
Escenificación de la Batalla de Ayacucho.
El mariscal Monet sugiere la paz. Córdova contesta que esta sólo será posible si acepta la total independencia del Perú. Monet habla de la superioridad de hombres y armas españolas pero el valiente general Córdova replica que los dioses de la guerra decidirán. Tras esta ceremonia, Monet se retira y los soldados vuelven a sus filas. Todo está listo para la gran batalla final.
Alrededor de las diez y media de la mañana se inicia la batalla. Viendo que el centro español estaba en desorden, que la izquierda española había avanzado demasiado y no queriendo esperar pasivamente que la fuerza total del enemigo se le echara encima, Sucre ordenó a Córdova cargar de inmediato con sus columnas de infantería protegidas por la caballería del general Miller. Córdova, tras encabezar la carga de su infantería, se bajó del caballo y matándolo con su sable gritó: “¡No quiero medios de fuga! La orden es de avanzar. ¡Hagan fuego a discreción!” Un oficial preguntó: “¿Avanzar a qué paso coronel?”. Vino rápido la respuesta: “¡A paso de Vencedores!”.
El batallón Conquistador y las Legiones Peruanas se lanzaron heroicamente contra el cuerpo de la derecha del enemigo que se había reunido pasadas las barrancas y estaba ofreciendo renovada resistencia. El ala izquierda de los patriotas se recuperó, se reagrupó y se unió rápidamente a la carga iniciada por Córdova. Pronto la derrota española fue completa y absoluta. Córdova mandó entonces sus tropas laderas arriba del Condorcunca y así capturaron la artillería española, dispersaron las reservas españolas e hicieron prisionero al virrey que se encontraba herido, mientras el mariscal La Mar, en un esfuerzo enérgico, cerró las brechas de su flanco y el general Lara, avanzando por el centro, aseguró la victoria.
Capitulación española firmada en el pueblo de Quinua.
Esta narración está, en su mayor parte, tomada de la carta que Sucre le envía a Bolívar informándole sobre la batalla ganada. Aunque Sucre elogia a Córdova, a quién asciende en el mismo campo de batalla al rango de General de División, su carta no contiene alabanza alguna a sus propios esfuerzos antes y durante la batalla.
Es menester también destacar la participación de la mujer guerrera en la batalla, siendo el estandarte Manuela Sáenz, quién ya había participado en la Batalla de Junín donde, por su coraje y valentía, Bolívar la asciende al grado de capitán en Húsares. En la Batalla de Ayacucho ella participa activamente y Sucre, en el parte oficial de la batalla dirigido a Bolívar, indica: “Se ha destacado particularmente doña Manuela Sáenz, por la valentía, incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando el avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos. Doña Manuela merece un homenaje particular por su conducta; por lo que ruego a S.E. que le otorgue el Grado de Coronel del Ejército Colombiano”. Simón Bolívar le confiere el grado de Coronel del Ejército Colombiano a Manuelita Sáenz, un hecho histórico que está escrito en la historia de la Independencia de América.
La nobleza del carácter de Sucre se pone de manifiesto en el contenido de la carta que envía a Bolívar, ya que indica lo siguiente:
“Aunque la posición del enemigo es la de rendición incondicional, yo creí digno de la generosidad americana el rendir ciertos honores a aquellos que durante catorce años habían sido vencedores en Perú. Por lo tanto, la capitulación fue firmada en el campo de batalla. Se permitía a todos los oficiales realistas retener sus uniformes y espadas. Todo soldado español era devuelto a España con cargo a la República peruana, la que también les abonaba la mitad de sus pagos durante el viaje de retorno. Mediante estos términos, el resto del ejército español nos fue entregado, junto con todo el territorio ocupado por sus armas, todas sus guarniciones, sus parques de artillería, arsenales y pertrechos, más el fuerte de El Callao con sus equipos”.
Y añade: “Consecuentemente, el Ejército de Liberación tiene ahora en su poder al ex Virrey, teniente general José de La Serna, su jefe de Estado Mayor, teniente general Canterac, los mariscales Valdez, Carratalá, Monet y Villalobos, 19 brigadieres generales, 10 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 comandantes, y otros oficiales. Mas de 2,000 soldados fueron hechos prisioneros y se les tomó una inmensa cantidad de rifles, municiones y todo el equipo militar que poseían, 1,800 de sus muertos y 700 heridos fueron, en la Batalla de Ayacucho, las víctimas de la obstinación y temeridad española”.
Y concluye Sucre su carta a Bolívar así: “La guerra ha terminado, la Independencia del Perú está asegurada. La única recompensa que pido es la continuación de vuestra amistad”.
Obelisco en la Pampa de Quinua conmemora la batalla por la libertad de América.
Al leer esta carta en su casa, en Lima, cuentan que Bolívar danzaba alrededor del salón gritando: “¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria!” Y sin duda, que tenía razones para regocijarse, porque Ayacucho completó la liberación del Perú y de América. Ayacucho era el triunfo definitivo. El Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco, estaba ahora en la cima de su gloria, después de una lucha incansable de más de 15 años, planeando y dirigiendo 500 batallas libradas y liberando países que, juntos, sumaban diez veces el tamaño de España, era por tanto justo que se rindiera tributo al General Sucre.
La Batalla de Ayacucho marca el punto más alto de la gloria de América y es la obra del General Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá. Su preparación fue perfecta y su ejecución impecable. El general Sucre, general de generales, Gran Mariscal de Ayacucho, de formación militar tanto en Caracas como en España, puso sus conocimientos al servicio de la independencia y libertad de los pueblos, ideal que se acrecienta al conocer a Simón Bolívar en 1817, a partir de allí se convierte en el socio ideal del Libertador y participa de muchas batallas, llegando finalmente a comandar el triunfo del Ejército Patriota en la Batalla de Ayacucho.
Las pérdidas de los patriotas en Ayacucho, a pesar de sus desventajas iniciales, fueron 379 muertos y 600 heridos. El saldo total de bajas de esta batalla, una de las más grandes de toda la Guerra por la Independencia, fue de casi 2,200 muertos y 1,300 heridos. Los ejércitos y quienes los comandaban pelearon al máximo de sus fuerzas y con la más tremenda de las tenacidades, como lo evidencia el gran número de bajas producidas en menos de dos horas de lucha.
Plaza de Armas de la ciudad de Ayacucho.
Después del triunfo de la Batalla de Ayacucho, el general Olañeta, atrincherado en lo que entonces se llamaba el Alto Perú, hoy Bolivia, se negó a acatar la rendición de su virrey, pero gran número de sus tropas desertaron al poco tiempo y su guarnición de Cochabamba abrió las puertas a los patriotas. Se registraron unos cuantos enfrentamientos y el 13 de abril de 1825 un encuentro final en el que Olañeta cae gravemente herido. También en el Puerto de El Callao, el general Rodil, se negó a aceptar las condiciones de la Capitulación de La Serna y opuso fuerte resistencia, manteniendo más de un año aquella ciudad amurallada. Finalmente se rindieron y se entregaron. La bandera española de El Callao fue la última en ondear sobre Sudamérica. ¡Gloria eterna a los héroes y soldados que ofrendaron sus vidas en la lucha por la Libertad!
Hoy Ayacucho es una de las 25 Regiones que tiene el Perú, la Pampa de Quinua, el escenario de la libertad de América, se encuentra a 37 kilómetros de su capital, la hermosa ciudad de Ayacucho que tiene un clima templado durante todo el año, gente amable y respetuosa con gran fe católica expresada en su Semana Santa y en sus 33 iglesias. Tierra de músicos, compositores y poetas, tiene, además 11 provincias, cada una de ellas con sus propias características y riquezas naturales y es, por siempre, La Cuna de la Libertad Americana y allí siempre florece la flor de la libertad.
Aunque a Roald Dahl se le conoce mucho más por sus libros infantiles, el escritor también trabajó en el mundo del cine. Su participación más famosa fue en la película You Only Live Twice, donde fue uno de los coguionistas en la quinta entrega de la saga de James Bond junto a Harold Jack Bloom.
Un escritor infantil en el mundo del espionaje cinematográfico
Para muchos, Dahl es sinónimo de Charlie y la fábrica de chocolate o Matilda, pero antes de ser reconocido por sus grandes obras infantiles, el escritor ya había tenido una trayectoria… distinta. Dahl, con experiencia previa en la inteligencia militar británica, era un candidato muy interesante para adaptar una novela de espionaje de Ian Fleming. Al haber servido en la Royal Air Force y en el servicio de inteligencia británico durante la Segunda Guerra Mundial, no era una persona ajena al mundo del espionaje.
Esto nos lleva a 1967, cuando Dahl fue uno de los encargados de adaptar la novela You Only Live Twice de Fleming para la gran pantalla. No era un reto menor, ya que tenía que transformar la compleja narrativa de la novela en un guion que mantuviera la esencia de Bond y que atrajera al público con un argumento dinámico. De hecho, fue la primera ocasión en la que se descartaba gran parte del libro original para la gran pantalla, por lo que tenía que mantener muchas claves para intentar que la película final siguiera pareciendo una de James Bond. La seducción, los Aston Martin, la acción, los juegos clásicos de casino online… todo ello tenía que estar presente para poder hacer una versión para el cine creíble del Agente 007.
Dahl aportó su propio estilo al proyecto, simplificando la trama donde pudo y creando algunas de las escenas más impactantes de James Bond. Eliminó los elementos más oscuros de la novela y se enfocó en una historia que capturara la esencia del espionaje y las aventuras exóticas, centrando la trama en la lucha de Bond contra la organización Spectre. Fue un James Bond mucho menos introspectivo, pero aún heroico, adaptado a la gran pantalla y accesible para todo el público.
Roald Dahl.
Lo que nos deja Roald Dahl en «You Only Live Twice»
La participación de Dahl en You Only Live Twice trajo uno de los primeros cambios en el enfoque del mítico James Bond. Se introdujeron elementos y personajes muy recordados, como el villano Ernst Stavro Blofeld, con una imagen que consiguió consolidarse en la saga gracias a esta entrega. También marcó la estética visual de Bond, gracias a los momentos de gran suspense que enfatizan el riesgo constante de las misiones de 007.
Gracias a su trabajo en esta película, el escritor demostró que su creatividad iba mucho más allá de la literatura infantil. Aunque la crítica recibió el filme con opiniones divididas, You Only Live Twice es una de las películas más recordadas de la saga y el papel de Dahl tuvo bastante que ver. Este proyecto es un ejemplo de cómo un autor reconocido es capaz de adaptarse a otros géneros, aportando su propio estilo y profundidad a proyectos que quizás nunca imaginó realizar.
En el marco de la 15ª Bienal de La Habana, la artista peruana Sonia Cunliffe revive la magia del cine ambulante reanimando el último camión, alma de las proyecciones nómadas en la isla durante los años sesenta.
El 26 de diciembre de 1960, la mayor de las Antillas se llenó de inconmensurable dolor: en un acto orquestado por la iglesia Católica de Cuba y la CIA norteamericana, más de 14 mil niños fueron enviados a Miami bajo el pretexto de que los barbudos, comandados por Castro, los «secuestrarían». La mayoría de esos niños nunca volvieron a ver a sus padres, quedarían atrapados en un limbo de promesas incumplidas y serían conocidos como «Peter Pans».
Esa historia de ausencia y separación, que sigue viva en la memoria colectiva cubana, fue recreada en una instalación multimedia por la escritora, fotógrafa y artista visual Sonia Cunliffe: “Operación Peter Pan: De ausencia en ausencia” remezcla imágenes de la propaganda anticomunista con la historia clásica del personaje creado por J.M. Barrie. Lo extraordinariamente singular es que la artista hizo que cobre vida en un viejo camión que en los años de la Guerra Fría había recorrido los recónditos pueblos de la isla alfabetizando con el cine.
Ocurre que Alberto Sedeño, su conductor y proyeccionista, comenzó a recorrer Cuba cuando apenas tenía 22 años. Y hoy, a sus 84, todavía conserva el añejo motorizado como el último vestigio de una época en la que esa luz móvil sobre una pantalla retráctil llegaba a las plazas desiertas y a los campos olvidados. Cunliffe lo encontró e hizo que la magia del cine ambulante regrese. Que la gente se congregue alrededor del vehículo atraída por una fuerza casi mística.
Este fenómeno, que comenzó en los años 20 en Italia y recorrió América Latina en los años 30, revivió con fuerza en Cuba durante los primeros años de la revolución. Los proyectores itinerantes traían consigo una promesa de cambio, de esperanza. Ese mismo espíritu que terminó convirtiendo al automotor en una de las principales atracciones de la 15ª Bienal de Arte: bajo el cielo habanero brilló el videoarte, un trabajo que no solo homenajea a los niños que cruzaron el mar: es una poderosa reflexión sobre los recuerdos perdidos y las cicatrices de la historia.
Así, el redivivo cine ambulante terminó siendo un oráculo de la memoria que proyectaba algo más que imágenes. Los rostros de cientos de espectadores, atrapados en ese rayo de luz, se fueron iluminando con la fuerza de un pasado que nunca se olvida. Porque no solo se proyectaba una película, era la memoria misma de Cuba, esa que no puede ser borrada, que sigue viva en las historias de aquellos que partieron y en los susurros de aquellos que se quedaron.
Lo cierto es que el viejo camión ya es un símbolo de resistencia cultural y, aunque la Bienal de Arte ha terminado, seguirá recorriendo los lugares más emblemáticos de la capital cubana: su andadura continuará durante el 45 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano a realizarse del 5 al 15 de diciembre en esa ciudad. Un recordatorio tangible de las ausencias que no pueden ser olvidadas. Que en cada fotograma proyectado, en cada imagen que cobra vida bajo la luz del proyector, se revive un pedazo de historia, se da voz a los recuerdos silenciados.
Lo que antes era un acto de olvido, ahora es un puente entre el pasado y el presente, entre lo perdido y lo recordado. Y mientras el camión sigue su ruta, llevando su mensaje a cada rincón de Cuba, la memoria de aquellos que partieron y nunca regresaron seguirá latiendo bajo las estrellas.
“Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada; que febril la mirada, errante en las sombras te busca y te nombra. Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez”. Jugando con la nostalgia y un deseo de volver a sus pasos andados, el renombrado escritor Mario Vargas Llosa, un día de noviembre vio como buen momento aceptar que le tomen una instantánea en el frontis de lo que fue el Bar La Catedral, ese espacio ubicado en la avenida Alfonso Ugarte que ahora luce como un basural y urinario público, pero que en su época de esplendor cobijaba a luminarias de la literatura peruana.
Ahora, luciendo un enorme cartel amarillo que dice “Se vende”, aquel espacio fue merecedor de uno de los mejores libros de la historia del Perú, obviamente bien retratada por uno de sus más famosos visitantes.
Sería en una de esas tantas tertulias que nuestro premio Nobel se cuestionara, cual vidente de lo que iba a pasar dentro de treinta o cuarenta años, sobre la decadencia de nuestra sociedad, plasmándola en tinta negra en su libro ‘Conversación en La Catedral’ (1969) la icónica frase “¿En qué momento se jodió el Perú?”
Todo indicaría que nuestro octogenario escritor fue solamente al frontis de lo que fue el bar La Catedral a constatar que efectivamente el Perú se jodió durísimo, pues en su mirada otoñal aquello que alguna vez fue uno de sus lugares preferidos para interactuar con mentalidades tan brillantes como él ahora representa la metáfora más hiriente de lo que es nuestra sociedad: orinada e ignorada por todos, con las puertas abiertas de par en par para el placer de los pillos y truhanes, de los embusteros y vendedores de humo, de los vendedores de cebo de culebra y los abatidos por el alcohol, ese mismo que terminó embriagando a toda una nación.
Fue su hijo Álvaro quien lo convenciera a posar, 55 años después, en ese sitio donde solo quedan sombras y ecos de una Lima que ya se fue hace mucho.
«55 años después, retorno al (ex) bar La Catedral, en busca de los fantasmas de Zavalita y el zambo Ambrosio», escribió en sus redes sociales el hijo del universal escribano.
Cabría preguntarle al célebre arequipeño si el Perú dejará de joderse en algún momento o terminará ‘vendiéndose’ como tierra y aires nada más.