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Un virus recorre el mundo: 58 millones de contagios, más de 2 millones de muertos

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Desde su brote, a finales de diciembre de 2019, en la lejana ciudad china de Wuhan, el avance del COVID-19 prosigue. Prácticamente todos los países del planeta han sido afectados. La Tierra continúa bajo su asedio, y en estos instantes –primeros meses del 2021–  ya hay más de cincuenta y ocho millones de contagiados y cerca de tres millones de decesos. No es la primera vez que los efectos provocados por la aparición de un virus se han diseminado a una escala global. Hace poco más de cien años ocurrió con la llamada «gripe española». Sin embargo, y aun siendo aquella mucho más letal que el virus que ahora nos asola, lo que cuenta es que esta es «nuestra» situación, se trata de  «nuestra» vida puesta en los aledaños del riesgo y la extinción, es la posibilidad real de que «nosotros» nos contagiemos y por un caprichoso azar (que nos sitúe entre la población de riesgo o entre aquellos que sencillamente no resisten) sucumbamos.  

La sabiduría popular siempre es inapelablemente certera: «Ojos que no ven, corazón que no siente». Hoy nuestros ojos ven lo que ya otras generaciones de gentes vieron y ante lo cual experimentaron, de seguro, el mismo estremecimiento. Hoy nos tocó a nosotros. Y aquello que no habríamos podido (y seguramente no nos habría interesado) sentir si solo hubiésemos escuchado hablar de aquel virus y de los estragos que causó en aquel remoto pasado a personas de las que no tenemos rastro alguno, lo estamos sintiendo ahora, cara a cara, lanzados a lidiar ante un nuevo embate de la naturaleza que una vez más revela nuestra ridícula fragilidad: algo que sabemos, pero casi nunca estamos dispuestos a reconocer. Decía el filósofo norteamericano Stanley Cavell: «Nada es más humano que el deseo de negar la propia humanidad».  

Quizá lo tremendo de esta situación, si la comparamos con escenarios semejantes en otros momentos de la historia, es que la estamos viviendo como personajes de un tétrico espectáculo en formato digital: nos enteramos del avance de este inopinado enemigo minuto a minuto a través de las pantallas de nuestros gestores multimedia. Las noticias fúnebres de latitudes distantes, muy distantes, y los datos acerca del incremento de las cifras alrededor del mundo están ahí siempre; las imágenes con los rostros compungidos de médicos y autoridades políticas recorren el ciberespacio a cada instante; las actualizaciones   –un entresijo de información veraz y fake news–   circulan vertiginosamente en redes sociales. Toda esa masa de información por la que somos asediados nos empuja hacia ese centro que está en cualquier parte, en que se anudan el miedo, la incertidumbre y la tóxica sobreabundancia de datos con sus inevitables dosis de desinformación. Virtualmente, en cualquier lugar del planeta se puede estar al tanto de lo que está pasando: hay una hiperestesia informativa que incrementa la angustia e incuba la delirante sensación de que el desastre final es inminente. Es esta la experiencia de una paradoja macabra: estamos inmersos en una realidad virtual pero no simulada.

Paseándome por las páginas iniciales del nuevo libro de Jaron Lanier, cabeza visible de la revolución digital de los ochenta, me encuentro con unas ideas acerca de la realidad virtual. Ellas, sin referirse a este atroz panorama, poseen un tono de inquietante coincidencia: «Nunca un medio ha sido tan capaz de belleza ni propenso a caer en lo repugnante. La realidad virtual nos pondrá a prueba. Amplificará nuestro carácter más de lo que cualquier otro medio lo ha hecho jamás». La pandemia ha obligado a buena parte del mundo a recluirse en el entorno virtual; el ecosistema de recursos digitales se ha transformado en el principal medio de interacción con el «exterior», para muchos. Frente a la pantalla, quizá uno se sienta inclinado a pensar en la sofisticación de la comunicación digital, tanto como a considerar por analogía la perfección de la estructura de un virus. Y su eficaz capacidad de destruir a otros organismos. La información fluye a través de la autopista de datos. También hay información replicándose en el ácido nucleico de un microorganismo viral. He ahí los prodigios de la naturaleza  y la magia de la alta tecnología, ambas dimensiones bañadas de luces y sombras. Pensar en ello nos puede llevar a ver un punto de encuentro, punto nefasto, ciertamente, para nuestros intereses, pero punto de encuentro al fin. Belleza y repugnancia anudadas. En la vida, la maravilla coexiste con el horror (lo acabo de leer; Savater dice esto refiriéndose a la visión que de este mundo tenía Cioran). Esta realidad, atravesada de tecnología digital y minúsculas porciones de material genético amenazante, nos está poniendo a prueba, sin duda.

Realidad y ficción

En ocasiones, cuando el mundo en que vivimos desafía nuestros marcos de orientación y nos enfrenta a eventos que parecieran haber sido proyectados desde un ámbito de contornos irreales o fantásticos    –recordemos Chernobyl, el 11-S y Fukushima; el Holocausto, Hiroshima y Ruanda; en fin, tantos otros desastres naturales o sociales que han impactado la conciencia colectiva–   sentimos que el límite entre lo real y lo inconcebible no existe. Repetir aquel tópico acerca de que la realidad supera la ficción en estos momentos resulta escalofriantemente cierto. Una vez más comprobamos que los Cisnes Negros surgen allí donde menos lo pensamos. Un suceso que jamás imaginamos (es decir, que no concebíamos que podría sucedernos-a-nosotros) he aquí que arremete: «La lógica del Cisne Negro  –nos dice Nassim Taleb, autor de un sugestivo libro sobre el tema–   hace que lo que no sabemos sea más importante que lo que sabemos. (…) [M]uchos Cisnes Negros pueden estar causados y exacerbados por el hecho de ser inesperados.».

Recordémoslo: un Cisne Negro, según Taleb, es un evento que se encuentra fuera del círculo que trazamos alrededor de aquello que consideramos razonablemente posible. No se trata solo de eventos que no podamos imaginar: es, sobre todo, el territorio de aquello que por altamente improbable, consideramos que nunca ocurrirá. Craso error. Son esos eventos, más bien, los  que en buena cuenta marcan la senda que siguen nuestras (impredecibles) vidas o la ruta (incierta) por la que la historia se encamina. Son las hondas fallas geológicas sobre las cuales, en nervioso equilibrio, está emplazada nuestra existencia. Dice Taleb: «La idea del Cisne negro se basa en la estructura de lo aleatorio en la realidad empírica. (…) [N]uestro mundo está dominado por lo extremo, lo desconocido y lo muy improbable (improbable según nuestros conocimientos actuales), y aun así empleamos el tiempo en dedicarnos a hablar de menudencias, centrándonos en lo conocido y en lo repetido. Esto implica la necesidad de usar el suceso extremo como punto de partida, y no tratarlo como una excepción que haya que ocultar bajo la alfombra. (…) [E]l futuro será progresivamente menos predecible, mientras parece que tanto la naturaleza humana como la «ciencia» social conspiran para ocultarnos tal idea».

Son Cisnes Negros los que aparecen en dos historias de ficción; una, situada a finales del siglo XIX; la otra, en el XX. Veamos esta, en primer lugar.

En esta inquietante coyuntura, se escucha con cierta insistencia mencionar La peste, célebre novela de Albert Camus, el filósofo existencialista francés. Se llama la atención sobre la repentina actualidad de la historia: su siniestro paralelismo  con la actual pandemia es notorio. La novela de Camus presenta una situación extrema. En medio del dolor y el miedo cerval ante la inminente posibilidad de la muerte, un cronista, el doctor Bernard Rieux (personaje de su propio recuento), reflexiona en torno a la condición humana sobre el trasfondo de una vida acosada por el sinsentido del sufrimiento surgido repentina e inexplicablemente. Pues eso es lo que él advierte con escalofriante agudeza. Ante la embestida de la naturaleza, la pregunta por el porqué de aquel inaudito flagelo recibe, al final de la narración, como irónico corolario, la respuesta formulada por un anciano asmático que tendría que haber sido uno de los primeros en sucumbir y que sin saber cómo ni por qué sobrevive: «¿Qué quiere decir la peste? Es la vida y nada más».

Más de 2 millones de muertos por COVID-19 en el mundo - Chicago Tribune

En efecto, la aparición de la peste es la enseña tétrica, para expresarlo en clave existencialista, del absurdo que rige en esta comarca del cosmos que nos tocó habitar. Así como la furia de los elementos desencadena con exasperante neutralidad destrucción, dolor y muerte, la peste  –o, a la postre, cualquier suceso de orden natural o antropogénico que sacude el ritmo de lo cotidiano con la inesperada violencia del desastre– surge sin previo aviso, no discrimina entre clases, preferencias o colores, y con la pasmosa indiferencia con que la  naturaleza cobra sus deudas, extiende su abrazo letal sin que haya allí algún rescoldo de maldad (suponer lo contrario sería producto de una vana ensoñación antropocéntrica): la peste, tal como la presenta Camus, es la simbólica manifestación del carácter nivelador y ciego del absurdo. Convertirse en objeto de la agresión biológica no es cuestión de injusticia, como no es justicia lograr escapar azarosamente de ella; no es un castigo el que determina su llegada, ni una señal que indique una recompensa celestial el hecho fortuito de que se logre escapar a su azote. Como apareció, sin anuncio ni explicación, repentinamente, y cediendo extrañamente a procedimientos médicos ante los cuales antes avanzaba incontenible, el microorganismo invasor disipa su potencia letal hasta adormilarse por quién sabe cuánto tiempo. He allí otra manifestación del sinsentido en que el hombre se debate. Al observar el festejo reinante en la ciudad, al sospechar ya las gentes que la plaga ha cedido, se lee en la crónica del doctor Rieux: «La verdad, era difícil saber si se trataba de una victoria [sobre la peste]. Únicamente estaba uno obligado a comprobar que la enfermedad parecía irse por donde había venido».   

La guerra de los mundos es otra historia en que microorganismos  letales han tenido singular protagonismo. Herbert George Wells, escritor inglés del siglo XIX, cultor de ese género defectuosamente traducido al español como «ciencia ficción», publicó la novela en 1898. Wells nos relata la invasión de la Tierra por parte de una civilización procedente de Marte, a inicios del siglo XX. La tensión aparece desde las primeras páginas. Observaciones astronómicas efectuadas por científicos notables registran cambios extraños en  la superficie de aquel planeta, pero sin sospechar que se deben a la venida de los marcianos hacia nuestro planeta, huyendo de la destrucción del suyo. A intervalos regulares, a lo largo de algunos días, impactan contra la superficie de Inglaterra extraños y descomunales cilindros. De un momento a otro, sus ocupantes premunidos de armas  desconocidas inician el ataque. A pesar de los esfuerzos heroicos de las fuerzas militares de enfrentar la agresión, la resistencia terrícola es sometida con relativa facilidad. Hay focos de resistencia que poco a poco ven mermada su voluntad de enfrentar a los conquistadores, y los ejércitos no tienen suficiente capacidad de respuesta para contrarrestar tamaña arremetida. En medio de este apocalipsis, grandes masas de personas huyen sin rumbo ni destino. El terror y el caos se enseñorean de las ciudades y villas inglesas atacadas por los invasores. La tecnología bélica empleada, de una potencia destructora desconocida hasta entonces, arrasa con todo a su paso: edificaciones, animales y hombres son destruidos casi al instante.

Hasta que ocurre lo menos esperado. Un musgo rojizo, rápida y repentinamente, se extiende por suelos, árboles, casas y avenidas. Las propias naves del enemigo extraterrestre son poco a poco cubiertas por esta peregrina vegetación, y de un momento a otro las razias que los intrusos ejecutaban sin contemplaciones, equipados con sus enormes y atemorizantes armaduras montadas en trípodes móviles, cesan. Domeñando el intenso miedo que los tiene atenazados y guarecidos en sus escondites, aquellos que lograron ponerse a buen recaudo van asomando la cabeza al exterior, poco a poco. Hasta que se enteran: los extraterrestres han perecido. Sus extraordinarios ingenios tecnológicos no sirvieron de nada frente a un enemigo imperceptible. No estaban preparados para lidiar contra un arma biológica cuya aparición no tuvieron el acierto de prever: sus organismos han sido minados por los microbios terrestres. En el terreno de la ficción, eran aliados del hombre. Ahora, en medio de esta agobiante realidad, son nuestros enemigos.

El narrador, hacia el final de la historia, reflexiona sobre la infernal destrucción y la radical conmoción que ha resquebrajado la confianza de la especie tras el contacto con seres venidos del exterior para exterminarla y apropiarse de la Tierra. Lo dicho en ese contexto adquiere un tono que, mutatis mutandis, calza perfectamente con el balance que bajo la sombra de la experiencia extrema que estamos viviendo ahora quizá podría formularse en parejos términos: «(…) esperemos o no nuevas invasiones, estos acontecimientos nos obligan a modificar grandemente nuestras miras sobre el porvenir de la humanidad. Hemos aprendido a no considerar en lo sucesivo nuestro planeta como segura e inviolable morada del hombre; nunca sabremos prever qué bienes o qué males invisibles pueden sobrevenirnos del espacio».  Imagina Wells la pavorosa destrucción provocada por un enemigo externo que ataca a la especie; nosotros vivimos en la hora presente un ataque  que proviene de un habitante de nuestro planeta.

Hombre y naturaleza

Como aquellos visitantes del espacio que en la novela de Wells son derrotados por los microorganismos terrestres, ahora nosotros estamos ante una amenaza que, invisible a los ojos, rompe las defensas del organismo sigilosamente. Y no solo eso. La devastación social y económica que una guerra podría ocasionar con estrépito y a un plazo que podría juzgarse medianamente extenso, el virus ha probado que también la podría generar en algunos pocos meses. El levantamiento de la cuarentena a nivel mundial, después de plazos variables, según los países, y la reactivación de buena parte de la maquinaria productiva, fueron medidas tomadas ante la presión de la debacle económica. Como ya había ocurrido antes  –recordemos, además de la gripe española, y yendo mucho atrás en el tiempo, la peste que arrasó con Atenas en la época de Pericles y aquella otra que se cebó en Europa en la Edad Media, solo por mencionar eventos que se sabe fueron especialmente pavorosos–, hoy, una vez más, la humanidad ha sido puesta en jaque por el poder de lo inmensamente pequeño.

¿Es la naturaleza que enfila sus armas contra sí misma, contra una parte de ella, esto es, contra el hombre? ¿O, simplemente, es la naturaleza actuando, sin finalidad valorativa, con la frialdad de una «sabia» inconsciencia?  ¿O, acaso, es el costo de haber el hombre querido dominar la naturaleza, «aquello» que desde el siglo XVII ve «objetivamente» e intenta doblegar y someter a sus designios recurriendo a procedimientos que desequilibran la armonía que quizá sin su presencia podría haber sido conservada por mucho más tiempo? Este último interrogante nos sitúa frente a algunas ideas que se encaminan en esa desalentadora dirección, según lo que podemos leer en el último Informe de Desarrollo Humano hecho público por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP, por sus siglas en inglés). Al principio de este se dice: «La pandemia del Covid-19 es la más reciente y terrible consecuencia de desbalances a gran escala.  Los científicos hace tiempo han advertido que patógenos desconocidos habrán de emerger más frecuentemente como producto de las interacciones entre humanos, ganado y vida salvaje, (…) interacciones que se han incrementado constantemente en escala e intensidad, ejerciendo, a la larga, presión sobre los ecosistemas locales tan violentamente que virus mortíferos se han diseminado.  El nuevo coronavirus podría ser el más reciente  en comportarse así, y a menos que atenuemos nuestro control sobre la naturaleza, no será el último».

La naturaleza  –aquello que vemos como extraño a nosotros, «animales culturales», seres que hacemos un mundo a nuestra medida, Marx dixit– es desconcertante. El hombre, presuntamente una de sus más altas expresiones (el embalaje antropocéntrico de esta asunción es evidente), ha logrado domesticar su entorno y ha impuesto su obra  –a eso, precisamente, se denomina «cultura»– trastocando los límites que sí operan sobre otras especies. Ha erigido ciudades enormes, pobladas de edificios inmensos, y echado a andar poderosas industrias, emporios financieros y una red de centros de comercio  abarrotados de productos diversos y sofisticados; ha levantado fábricas y complejos tecnológicos, y construido carreteras enormes por las que se desplazan millones de automóviles que se renuevan a cada momento, y también autopistas  –esta vez virtuales–  que trasladan datos a toda velocidad haciendo posible transmitir información en segundos y tender puentes de comunicación inmediata con zonas alejadísimas entre sí; ha inventado la cura para miles de enfermedades, entre ellas, aquellas también provocadas por virus que son controlados o neutralizados eficazmente, y bacterias que puede destruir e incluso erradicar. Y ya tiene en su poder buena parte de las herramientas que han de permitirle modificar la estructura genética del propio hombre. Y, sin embargo, aún es presa indemne de aquellos minúsculos habitantes que moran  al lado de nosotros, que sin plazos ni anuncios, replicándose y modificando eficazmente su estructura para burlar las defensas inmunológicas, tan silenciosa como letalmente, colonizan nuestros espacios y amenazan contantemente nuestras vidas.

El hombre ha hecho todo lo posible por desbordar los límites que a naturaleza le ha impuesto. La tecnología   –el producto más deslumbrante de la investigación científica– ha posibilitado el control del entorno en una medida impresionante. El hombre es la única criatura que ha creado cultura. Pero sigue siendo parte de la escala zoológica. Se dice que se encuentra situado en la cúspide de esa escala. Y si eso es cierto, lo es, justamente, porque ha demostrado que puede adaptarse artificialmente al medio que lo rodea. La paradoja es esta: vive, se adapta y sobrevive, yendo en dirección contraria a su condición natural. Así es, solo puede vivir (es decir, confortablemente y extendiendo su expectativa de vida más allá de lo que dictaría nuestra condición «natural»), si fabrica herramientas para defenderse y edifica para resguardarse de la intemperie; solo si inventa medicinas para combatir, entre otras amenazas,  a aquellos seres que también forman parte de la naturaleza, exactamente como nosotros: aquellos seres que a despecho de su microscópica extensión pueden acabar con aquel otro ser que actúa como dueño del planeta. Situaciones límite como  la que estamos viviendo hoy  –en que un habitante de este mundo, sin más equipamiento que su propia estructura genética, nos acosa «inmisericordemente»–  nos conducen a dudar (para parafrasear a Max Scheler) del puesto que ocupamos en el cosmos: ¿es el hombre realmente aquel ser que ocupa la cúspide de la escala zoológica? ¿No vendría bien un poco de humildad?

A estas alturas, la investigación científica ha dado ya sus frutos. Varios laboratorios han logrado desarrollar diversas versiones de la vacuna para contrarrestar los efectos de este mal. Los esfuerzos lentamente están dando algunos resultados y la esperanza despunta poco a poco en el horizonte sombrío que tenemos delante. Aunque el proceso de vacunación ya ha comenzado en varios países del mundo, la incertidumbre con respecto a las posibilidades de que las dosis se apliquen a todos (presente sobre todo en nuestros agobiados países tercermundistas) y el temor  –infundado quizá, pero de todos modos comprensible– a los efectos colaterales que el remedio pudiera provocar más adelante aún no se disipan.

La filosofía y el virus

La muerte, según veía el asunto Arthur Schopenhauer, ha sido el motivo inspirador de la reflexión filosófica. El temor reverente del hombre frente a esta extraña portadora de la nada –imposibilidad de todas las posibilidades, según Heidegger–   que en algún momento, tarde o temprano, lo terminará abatiendo, es una constante en todas las culturas. Y he aquí que nos encontramos situados ante un horizonte de espanto: esta amenaza, que en la vida diaria suele soslayarse como tema y ser puesta de lado  por los diversos mecanismos sociales y psicológicos que promueven un olvido de la finitud definitoria del hombre  –publicidad, consumo, confort–,  se cierne ahora sobre el mundo todo, sobre todos nosotros, con una cercanía asfixiante; su sombría proximidad nos agobia; casi se palpa algo así como su gélida textura: no solo en el impacto que supone la partida de aquellos (familiares, amigos o extraños) que fueron tomados por el invasor y no resistieron, sino cotidianamente a través de los noticiarios y periódicos en redes sociales, de las sirenas de las ambulancias, que ya forman parte habitual del rumor de la ciudad, de las medidas de seguridad impuestas, que parecieran ser expresión de una compulsión obsesiva, pero que son solo los gestos obligados, necesarios, imprescindibles, para resguardarse del contagio o de la posibilidad de contagiar a amigos, parientes o conciudadanos.  

En un contexto de este tipo la filosofía se pronuncia. Los pensadores toman la palabra y tratan de explicar los cambios que esta pandemia está generando y el impacto que se seguirá de ella una vez que su oscuro reinado termine; intentan dar respuesta a los interrogantes que la naturaleza ha planteado, una vez más, a la especie.

Algunos meses después de despertar dentro de esta pesadilla (expresión que podría parecer figurada, pero de cuya justeza nos persuade esta intempestiva irrupción de lo tremendo), y casi al mismo tiempo en que se decretaba entre nosotros el confinamiento obligatorio y el distanciamiento social, se puso en circulación a través de las redes un curioso libro de distribución libre, editado en formato digital por el comunicador y activista político argentino Pablo Amadeo, que reunía colaboraciones de diversos filósofos aparecidas en medios virtuales acerca de la pandemia. Su título no podía ser menos alusivo e irónico: Sopa de Wuhan. Aunque en conjunto no contiene estudios precisamente académicos, sino artículos publicados sobre la marcha a propósito de la propagación del virus y de la transformación de esta enfermedad en una pandemia, expresan, sin duda, el esfuerzo esclarecedor de sus autores, que evalúan con agudeza reflexiva y radicalidad crítica las aristas de este problema. Entre otros allí presentes,  dos de los intelectuales más reputados del actual panorama del pensamiento filosófico, formulan sus perspectivas. Frente a lo que podría verse como un utopismo de izquierda, planteado por Slavoj Žižek, se planta la distopía posmoderna de Byung-Chul Han.

Žižek piensa que el virus ha puesto en serios aprietos al sistema revelando sus debilidades: el majestuoso orden capitalista, acosado por este ataque viral, muestra sin afeites ya las fisuras de su estructura y las falencias de los procesos y formas de vida que promueve. El capitalismo global podría estar a un paso del colapso: la alusión de Žižek al golpe mortal que ejecuta con maestría Beatrix Kiddo, la Mamba Negra (personaje interpretado por Uma Thurman), en Kill Bill: Volumen 2(el filme de Quentin Tarantino), alude a un desenlace de ese tipo: «La epidemia del coronavirus es una especie de ataque de la “Técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos” contra el sistema capitalista global, una señal de que no podemos seguir el camino hasta ahora, que un cambio radical es necesario». El filósofo esloveno se muestra convencido de que las posibilidades de fundar un nuevo orden están asomando en el horizonte. Y si bien su diagnóstico no deja de ser coherente, al llamar la atención sobre aquello que merced al embate del virus se ha hecho más evidente que nunca, esto es, los extravíos éticos y las perversas miserias que definen un orden como este, centrado en el poder económico y asentado en el egoísmo, no deja de ser sorprendente (por la extraña ingenuidad que conlleva) el optimismo que lo embarga al concebir la posibilidad de que la catástrofe que en este momento azota el mundo conduzca a pensar, «(…) en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de la solidaridad y cooperación global». He ahí la utopía que este pensador de perfil contracultural otea en el horizonte de la humanidad.

Byung-Chul Han no comparte esta asunción: «Žižek afirma que el virus asesta un golpe mortal al capitalismo, y evoca un oscuro comunismo. Se equivoca». El coreano opina exactamente lo contrario: el sistema saldrá fortalecido. Aun cuando Occidente y Oriente ven el mundo desde una óptica cultural substancialmente distinta, hacen suyo el credo del mercado.

Europa ha puesto un torpe énfasis en el control de las fronteras y sus recursos sanitarios no han sido adecuadamente gestionados. Su inoperancia a este nivel ha dejado paso a la rápida propagación del virus, a diferencia de la efectividad mostrada en esta lucha por las naciones orientales. El modelo asiático podría llevar a los países europeos, en orden a salvaguardar la permanencia del sistema, una vez ya superada la pandemia, a adoptar las estrategias que estos países, formados tradicionalmente en un contexto cultural con una acusada tendencia al autoritarismo, han impuesto, y en el caso particular de China, aplicando una política de hipercontrol dirigida por un «Estado policial digital».

En efecto, el método chino ha mostrado ser eficaz en el empleo de tecnología digital para el procesamiento intensivo de datos  –lo que llaman Big Data–: el mapeo segundo a segundo del movimiento de sus ciudadanos y el control sistemático a través de cámaras y rastreo digital las 24 horas del día de sus conductas de compra, interacción en redes sociales y desplazamientos en la ciudad  –en un escenario que trae ya a la esfera de lo real lo que nació como sombría ficción anticipadora en Un mundo feliz o 1984–  ha sido una estrategia que ha probado ser altamente efectiva en el combate emprendido contra el virus. El espíritu colectivista del ciudadano asiático y, por ello, su escasa o nula renuencia a dejar expuesto aquello que en Occidente se considera parte de la inviolable esfera privada, ha contribuido al éxito de este modelo cuya normalización en un futuro  Byung-Chul Han vaticina con inquietud. Un control basado en la biopolítica digital podría ser adoptado por los gobiernos del mundo para implementar una nueva modalidad de soberanía.

Pero ni aun bajo la sombra de esta presunción, el pensador coreano puede evitar que lo embargue una dulzona esperanza (algo que, bien miradas las cosas, lo aproxima a la ilusión que desliza Žižek en su balance). Un tono moralizante asoma, incluso. Su artículo termina con unas líneas de un candor desconcertante: «Somos NOSOTROS, PERSONAS [sic] dotadas de RAZÓN [sic], quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta».  

Pareciera que mostrarse optimista en las arenas públicas es tan políticamente correcto, que dos de los más perspicaces pensadores de la filosofía actual no pueden sustraerse a esa demanda cívica. Imposible recordar en este punto, por contraste, al desengañado y radical escéptico de Rasinari, Emil Cioran. Es difícil sustraerse a la tentación de recordar alguno de sus incómodos aforismos. Aquí uno de ellos, inoportuno y demoledor: «Salir indemne de la vida  –eso es algo que podría suceder pero que sin duda no sucede jamás».

Hay un pasaje  en las líneas finales de La peste  –para volver a la novela de Camus–  en que asoma un relumbre de esperanza al constatar el efecto transformador que un suceso funesto e intempestivo, inexplicable y devastador, puede obrar en la naturaleza moral de los hombres. Las plagas, dice el doctor Rieux, cronista de los hechos, nos dejan una lección, y es esta: «(…) que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio».

Es desolador sospechar que aquella constatación solo pueda hacerse en tiempos de desastre. Justo como ahora: con un virus poniéndonos contra la pared.

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José Antonio Tejada. Profesor universitario. Estudió filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro del Centro de Estudios de Filosofía Analítica (CESFIA). Sus franjas de interés están constituidas por temas relacionados con la posmodernidad, la cultura digital, el pensamiento heterodoxo y la contracultura. Algunos artículos suyos han sido dados a conocer través de publicaciones de temática filosófica.

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Padres de bebé que murió por suero defectuoso denunciarán a clínica SANNA y “los que resulten responsables” [VIDEO]

En tanto, el Minsa ha ordenado el cierre del laboratorio Medifarma por lotes de suero fisiológico defectuoso.

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¿Se volverán a limpiar las manos? La cuarta víctima del suero fisiológico resultó nada menos que una bebé de tan solo un año y dos meses, la cual ingresó a la clínica SANNA con un cuadro de fiebre y diarrea, pero durante el tratamiento se le suministró el suero defectuoso ocasionándole convulsiones que la llevaron a la muerte.

Cuentan los afligidos padres de Kayla que cerca de 15 médicos estuvieron junto a su menor hija sin hacer más que mirarla mientras convulsionaba. Ellos denuncian negligencia por parte del personal médico que estuvo presente, adelantando que presentarán una denuncia contra la clínica y “los que resulten responsables”.

«Cuando estaba en hospitalización, ya habían pasado más de 4 horas con el suero, mi bebé empieza a temblar y convulsionar fuerte. El personal médico que estaba con nosotros no sabía qué hacer. El papá de mi bebé es quien presiona el botón de emergencia para que se puedan acercar a auxiliar a mi bebé, pero todos los que ingresaban solo miraban. No tenían varios implementos», declaró la joven madre.

Asimismo, aseguró que la clínica estaba más preocupada en que pague por los medicamentos que se utilizaron para la atención de su bebé, detallando que el gasto total fue de 2 mil soles.

«La clínica de lo que más se preocupaba era por el tema del pago (…) La clínica lo más preocupado que estuvo era de que yo firmara o que cancelara. Estaban preocupados por anotar qué medicamento terminaron de usar en UCI pediátrico, o sea todo. Lo primero para ellos era el cobro (…) Más de dos mil hemos gastado en mi bebé», agregó.

fuente: latina.

Minsa ordena el “cierre temporal” de Medifarma

En tanto, el Ministerio de Salud (Minsa), a través de la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), ha ordenado el “cierre temporal” del laboratorio Medifarma S.A. luego de detectarse que habría más de un lote defectuoso del suero fisiológico.

Según el escrito, para confirmar la calidad del producto, el laboratorio de control de calidad Hypatia S.A. realizó pruebas en las que se detectó una alteración en la concentración de cloruro de sodio. Los análisis revelaron que los niveles de sodio en el suero variaban entre 63.8 % y 644.0 % por encima del estándar permitido.

La recomendación es no consumir ningún lote de esta marca por precaución. En tanto, Medifarma informa que retirará todos los lotes de suero fisiológico de su marca en circulación.

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Ingresó con gripe a la clínica SANNA y terminó con muerte cerebral [VIDEO]

Exigen justicia por la muerte cerebral de Alejandra Landers en la clínica SANNA: ¿negligencia e impunidad?

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La tragedia que ha golpeado a la familia de Alejandra Landers ha dejado una profunda herida no solo en sus seres queridos, sino también en la sociedad, que observa con creciente indignación la posible negligencia médica que pudo haber causado su muerte. Alejandra, de solo 26 años, ingresó a la clínica SANNA de San Borja con un simple resfrío. Sin embargo, tras recibir un suero fisiológico contaminado, su estado empeoró rápidamente hasta llegar a la muerte cerebral. Su padre no escatima en palabras: “Mi hija llegó sana y me la entregaron muerta”, declaró, denunciando la aparente falta de cuidado y vigilancia médica en el tratamiento de su hija.

La historia de esta joven, que parece un error evitable, plantea serias dudas sobre la gestión de la clínica y el control de calidad de los insumos médicos que se suministran a los pacientes. De acuerdo con el relato de la madre, Eliana, la joven fue admitida en urgencias a las 9:17 p.m. Sin embargo, horas después, presentó síntomas graves, como convulsiones y pérdida de conciencia. La desesperación de los padres aumentó al ver que la clínica tardó tres horas en realizarle exámenes, a pesar de la evidente gravedad de su condición. “Cuando la toqué, su cara estaba mojada de saliva y su cuerpo orinado”, narró Eliana entre lágrimas, destacando la falta de una respuesta rápida y adecuada.

La situación no solo pone en evidencia una aparente falta de protocolos médicos adecuados, sino que también subraya un sistema de salud que parece proteger más a las instituciones involucradas que a las víctimas. La familia de Alejandra ha denunciado, además, la burocracia que ha rodeado la posibilidad de iniciar acciones legales contra los responsables de este trágico suceso. Su abogado denuncia que, a pesar de los esfuerzos por presentar una denuncia penal, las autoridades se niegan a aceptar el caso, alegando problemas de competencia. Es un ejemplo más de la obstrucción al acceso a la justicia, en la que las víctimas y sus familias se enfrentan a un laberinto legal que favorece la impunidad.

Para colmo, el Ministerio de Salud cambió en 2024 la normativa relacionada con la notificación de reacciones adversas a medicamentos, extendiendo el plazo para reportarlas de 24 horas a 7 días. Esta medida, que podría haber sido pensada para aliviar la carga administrativa, en la práctica podría favorecer la impunidad, al dificultar el rastreo oportuno de situaciones como la ocurrida con Alejandra, donde la contaminación del suero fue el detonante de su muerte cerebral.

A pesar de la gravedad de los hechos, tanto la clínica SANNA como la farmacéutica Medifarma han ofrecido cubrir los gastos médicos y han mencionado la posibilidad de una indemnización. Sin embargo, el padre de Alejandra rechazó cualquier compensación económica, buscando únicamente la verdad. “No queremos dinero, queremos la verdad”, afirmó contundente, dejando claro que la justicia y la responsabilidad de los involucrados son lo que realmente importa para la familia.

Este caso plantea una reflexión profunda sobre la falta de responsabilidad y el sistema de salud que parece más preocupado por proteger su reputación que por rendir cuentas ante hechos tan graves. La familia de Alejandra y la sociedad en su conjunto exigen justicia y que este tipo de tragedias no queden impunes. Es esencial que se asuman responsabilidades, se tomen medidas preventivas y se garanticen los derechos de los pacientes, para que casos como este no se repitan.

Panorama conversó con los padre Alejandra. Aquí todos los detalles.

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La soberbia mata señores de Poderosa: tres asesinatos más en Pataz

Hace unos días, las Rondas Campesinas de Pataz llegaron hasta Lima con un pedido desesperado: apoyo para enfrentar a la delincuencia que azota su tierra. Armados apenas con varas y palos, estos hombres y mujeres, guardianes de sus comunidades, buscaron ayuda en las mineras y el Estado. La respuesta de Minera Poderosa fue fría, indiferente: les cerraron la puerta en la cara. Hoy, la sangre vuelve a teñir la tierra de Pataz.

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Por Jorge Paredes Terry

Tres jóvenes trabajadores de Poderosa  han caído en una emboscada de la delincuencia organizada y muchos más ciudadanos anónimos en toda la provincia están siendo masacrados.

¿Cuántos muertos más hacen falta para que la soberbia de unos pocos se derrumbe? ¿Cuántos ataques, cuánto dolor debe soportar la población antes de que las empresas y las autoridades entiendan que sin la unión con la gente organizada, la batalla contra el crimen está perdida?  

Las Rondas Campesinas no piden limosnas, piden herramientas, recursos, colaboración. Son la primera línea de defensa en una zona donde el Estado brilla por su ausencia. Mientras tanto, la delincuencia avanza, mejor armada, más violenta, más audaz. Cada rechazo, cada desdén, es una victoria para las hordas criminales que ven cómo sus enemigos están divididos.  

La soberbia mata. Mata cuando las empresas privilegian sus protocolos sobre la vida de las personas. Mata cuando el Estado responde con burocracia a una emergencia. Y mientras tanto, en Pataz, los ronderos siguen plantando cara a los balazos con nada más que coraje y palos.  

¿Hasta cuándo? La respuesta debería ser hoy. Porque mañana, el costo será mas. Comparto con ustedes parte de la propuesta entregada a las compañías mineras y al gobierno central.

Propuestas para una Estrategia Integral

1. Comités de Seguridad Mixtos

   – Crear mesas de trabajo conformadas por líderes ronderos, mandos policiales, representantes del Ejército y delegados de las mineras. Estos comités diseñarían operativos conjuntos con inteligencia compartida, evitando la duplicidad de esfuerzos y garantizando una respuesta rápida ante ataques.  

2. Financiamiento Compartido

   – Las mineras, en vez de gastar millones en seguridad privada para sus instalaciones, deberían destinar un porcentaje a fondos mancomunados con el gobierno regional. Estos recursos financiarían:  

     – Equipamiento básico: Radios, chalecos antibalas, drones de vigilancia y botiquines de emergencia para las Rondas.  

     – Infraestructura: Puestos de control en zonas críticas, con tecnología de monitoreo y alerta temprana.  

3. Capacitación y Legalidad

   – La Policía y el Ejército deben entrenar a los ronderos en:  

     – Primeros auxilios.  

     – Protocolos de detención sin violencia excesiva.  

     – Uso de tecnologías de rastreo.  

     – Uso de armamento no letal o escopetas

   – A cambio, regularizar su estatus jurídico para que su labor sea reconocida y protegida, no criminalizada.  

4. Operativos «Escudo Andino»

   – Desplegar unidades móviles combinadas (Policía, Ejército y Rondas) para patrullajes en zonas de alta peligrosidad, con apoyo aéreo en casos de enfrentamientos.  

   – Establecer un número de emergencia exclusivo para alertas rápidas, con geolocalización.  

5. Programas Sociales como Prevención

   – Las mineras y el Estado deben impulsar proyectos en las comunidades para cortar el reclutamiento de jóvenes por el crimen: becas, talleres técnicos y empleos formales en lugar de migajas asistencialistas.

Nos unimos o nos  derrotan

La soberbia empresarial y la indiferencia estatal ya han costado demasiadas vidas. Pataz no necesita discursos, necesita acción. Si las mineras y el gobierno no se unen hoy a las Rondas, mañana no habrá operativo que detenga el avance de las hordas criminales.  

La pregunta no es si pueden hacerlo, sino si quieren. Porque mientras deliberan, los pobres siguen poniendo los muertos.

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Repugnante: encuentran vellos en comidas enlatadas del programa Wasi Mikuna, ex Qali Warma

Producto enlatado fue abierto en presencia de los padres de familia, causando la sorpresa e indignación.

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Primero carne de caballo, luego alimentos en mal estado, y ahora ¡vellos! Un terrible caso se ha dado en la Institución Educativa n.° 016 del Centro Poblado Puentecillos, distrito de Santa Rosa, en Jaén, donde padres de familia han denunciado la presencia de vellos en las conservas de pollo distribuidas por el programa Wasi Mikuna (ex Qali Warma).

El incidente fue reportado durante la preparación de los alimentos escolares, en presencia de los padres de familia, docentes y personal de cocina del centro educativo.

«Se han encontrado vellos supuestamente. Son pequeños. Delante de padres de familia, de la directora y de las profesoras vimos. Yo pensé que eran gusanos. Al momento en que nosotros abrimos el pollo enlatado era prácticamente vellos», aseveró una madre de familia.

Ante la situación, los padres han solicitado la presencia de las autoridades responsables para inspeccionar los productos y garantizar que los alimentos sean aptos para el consumo. Advirtieron que, de no obtener una solución, rechazarán la recepción de estos productos en futuras entregas.

El caso ha reavivado cuestionamientos sobre el control de calidad en la distribución de alimentos escolares y la supervisión de los proveedores encargados del abastecimiento.

Foto: Radio Marañón.

La respuesta de Wasi Mikuna

En tanto, el programa Wasi Mikuna, a través del encargado de imagen institucional, mencionó que se vienen realizando las indagaciones en el centro educativo de conformidad a los protocolos, adelantando que se pronunciarán oficialmente cuando haya resultados.

Asimismo, el Ministerio de Inclusión Social y Desarrollo (Midis) pidió que no se consuma el producto hasta que exista un pronunciamiento al respecto.

«Ante esta alerta (…) sobre una presunta materia extraña en la conserva de pollo, el programa Wasi Mikuna informa que (…), al tomar conocimiento de manera inmediata, acudió a la institución educativa donde, en presencia de los integrantes del comité de alimentación escolar y comunidad educativa procedió a verificar el lote del producto. Se procedió a revisar el muestreo de los alimentos; en tanto, se suspendió el uso y consumo del lote involucrado», se puede leer en el documento.

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Odisea en el circuito de playas por ‘cierre total’ de bajada de Armendáriz

Tras varios meses de paralizar una obra turística en Miraflores-Barranco, y luego del robo en la grúa abandonada en la quebrada de Armendáriz, los conductores no solo sufrieron congestión vehicular durante el verano, sino, que la supuesta fecha de entrega del puente peatonal, según informa la comuna miraflorina tras el reinicio de las obras, sería en junio.

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En la bajada de Armendáriz una gigantesca grúa generó el rechazo y el malestar de transeúntes y conductores vehiculares no solo miraflorinos y barranquinos, sino de la capital, por encontrarse abandonada y varada hace varios meses en el lugar que ya debía haberse inaugurado un puente peatonal que uniría los distritos de Miraflores y Barranco. Sin embargo, gracias a la improvisación, esta obra quedó paralizada debido a las disputas y desencuentros entre la Municipalidad de Miraflores liderada por el alcalde de Renovación Popular, Carlos Canales y la compañía INCOT SAC Contratistas Generales.

Caos en el circuito de playas hasta el 01 de abril Así las cosas, la bajada de Armendáriz ha sido cerrada totalmente al tránsito vehicular desde altas horas de la noche del jueves 27 de marzo, hasta el martes 01 de abril. ¿Las razones? La municipalidad de Miraflores anunció que reiniciaron las obras del Corredor Turístico, que enlazará Miraflores con Barranco, con el puente tubular en la quebrada mencionada. En tanto, la Municipalidad miraflorina informó que, el cierre será total hasta las 5:00 a. m. del martes 1 de abril.

A partir de esa fecha, las restricciones continuarán según el horario aprobado por la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML): de lunes a domingo, se restringirá el tránsito de 5:00 a. m. a 9:00 p. m., y el cierre será total de 9:00 p. m. a 5:00 a. m. del día siguiente. Según informan, la medida es requerida debido al movimiento de la gigantesca grúa que ocupará parte de los carriles. Se espera que una vez finalizadas las obras—anunciaron que sería dentro de tres meses, a fines del mes de junio—la vía será completamente reabierta.

Alcalde Canales en 2024 canceló contrato y perjudicó a vecinos

Como se recuerda, en diciembre del 2024, la Municipalidad de Miraflores resolvió el contrato con INCOT S.A.C. Contratistas Generales debido al incumplimiento en la culminación de un puente peatonal en los malecones que uniría a los distritos de Miraflores y Barranco, el cual se denomina: proyecto “Mejoramiento y ampliación de los servicios turísticos del Corredor Turístico Malecón de la Reserva”. Sin embargo, INCOT se defendió y le echó la culpa a la subcontratista, la empresa metalmecánica AMENPROD STELL S.A.C. tildándola como la verdadera responsable de la paralización de la obra, por no cumplir con la entrega de la estructura metálica, pese a que estaba pagada en un 95%. E incluso, porque pedían más dinero para cumplir con la entrega.

Rutas alternas durante el cierre

Mientras dure el cierre, los conductores deberán tomar rutas alternas para aminorar en algo el congestionamiento que ya viene perjudicándolos. Para el desplazamiento de norte a sur, se debe tomar la Subida San Martín hacia la Av. Del Ejército, girar a la izquierda en la Av. José Pardo, continuar por la Av. Ricardo Palma y luego acceder a la vía auxiliar de la Vía Expresa en dirección sur. Otra alternativa es usar la Bajada Balta desde el Circuito de Playas, girar a la derecha en la Av. Óscar R. Benavides (Diagonal) y seguir hasta la Av. José Pardo.

De sur a norte, quienes vengan de Barranco pueden tomar la salida 2 (Av. 28 de Julio) hacia la vía auxiliar de Paseo de la República, girar a la izquierda en la Av. Ricardo Palma, seguir por la Av. José Pardo hasta la Av. Del Ejército y continuar hasta la Subida San Martín. Otra opción es tomar la Av. Reducto, continuar por la Av. 28 de Julio, girar a la derecha en la Av. José Larco, luego girar nuevamente a la derecha en la Calle Shell, lo que llevará directamente a la Bajada Balta en dirección norte.

Los vecinos miraflorinos y barranquinos y los ciudadanos en general, esperan que la municipalidad de Miraflores, con supervisión de la MML, esta vez cumplan con los plazos de entrega, ya que se han visto dilatados durante meses y es exigible que el famoso puente peatonal realmente sea culminado en el mes de junio, de acuerdo a lo anunciado.

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Minsa emite alerta sanitaria por suero fisiológico defectuoso que hasta el momento ya habría causado la muerte de 3 personas [VIDEO]

En tanto, lote defectuoso de suero del laboratorio Medifarma se encuentra inmovilizado hasta determinar responsabilidades.

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Muertes en los quirófanos. El Ministerio de Salud (Minsa) emitió la “alerta sanitaria” n.° 38 -2025 ante el reporte de varios casos de pacientes que registraron reacciones adversas al suero fisiológico proveniente de un lote en específico; la situación se agravó aún más cuando se informó sobre la muerte de tres personas de distintas regiones del país a consecuencia de la aplicación de ese suero. A detalle se trata de dos pacientes de la Clínica Sánchez Ferrer de Trujillo y uno más de una persona en Cusco que se había sometido a una liposucción.

De acuerdo con el Minsa, la alerta se activó tras la identificación de cuatro casos iniciales de reacciones adversas “no graves” en clínicas de Lima y Cusco, registrados el 22 de marzo de 2025 en la base de datos nacional de farmacovigilancia. Posteriormente, al 24 de marzo, el número de casos ascendió a diez, distribuidos en las regiones de Lima (4), Cusco (4) y La Libertad (2). Entre estos, dos casos graves fueron reportados en Cusco, lo que incrementó la preocupación sobre la seguridad del producto.

En tanto, la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), entidad adscrita al Minsa, ha ordenado la retirada inmediata de todas las unidades de este lote en particular y procederá a su evaluación.

fuente: latina.

Clínicas deslindan responsabilidad

Por su parte, la clínica de Cusco Medical Network 02 emitió un comunicado donde deslinda toda responsabilidad médica en relación al fallecimiento de una paciente tras someterse a una liposucción. La clínica aclara que el médico que atendió a la paciente “no forma parte del staff permanente de nuestra clínica, sino que fue contratado directamente por la propia paciente para la realización de un procedimiento específico”. Asimismo, el mencionado centro médico indicó que tomará “acciones legales” contra Medifarma y M&M Productos Médicos y Farmacéuticos SRL”.

La clínica Sanna informó que desde el lunes se conoció que el laboratorio farmacéutico Medifarma había anunciado la presencia de un lote defectuoso de suero fisiológico. En ese sentido precisaron que este producto fue retirado ya de su red de clínicas.

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Este 28 de marzo artistas confirman nueva manifestación ¡Marchamos todos! ‘No queremos Morir’

La movilización iniciará en el Parque Bustamante y Rivero, en San Isidro desde las 5 p.m. y se dirigirá hacia el Ministerio del Interior, con el fin de exigir al Gobierno de Dina Boluarte que tome medidas inmediatas contra la criminalidad.

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Así como ocurrió el pasado viernes 21 de marzo, ciudadanos a través de diferentes plataformas han difundido una nueva convocatoria para manifestarse este viernes 28 de marzo, a las 5 de la tarde, en el Parque José Luis Bustamante y Rivero, en San Isidro. La protesta lleva como nombre ¡Marchamos todos! y en el cual los asistentes partirán desde el parque sanisidrino y se dirigirán a la sede del Ministerio del Interior, ubicada en la Av. Canaval y Moreyra.

Convocatoria ArtistasXlapaz para el viernes 28 de marzo.

Marcharán los artistas

Distintos artistas de salsa, cumbia, DJs, cantantes solistas y otros representantes del ámbito musical han compartido y difundido publicaciones sobre la convocatoria, e hicieron un llamado a la población a sumarse a la protesta. El objetivo de esta manifestación es exigir al Gobierno de Dina Boluarte, que tome acciones contra la criminalidad que día a día somete a la población a los más viles vejámenes y los asesina a mansalva, tal como ocurrió con la tragedia por el reciente homicidio del cantante Paul Flores.

Dina Boluarte advierte: “No descansaremos hasta devolverle al pueblo la seguridad que merecen”.

Hace 11 días asesinaron a Paul Flores

Apenas hace una semana, la reconocida agrupación Armonía 10 compartió un mensaje en redes sociales en memoria de Paul Flores (39 años), conocido como ‘Ruso’, quien perdió la vida la madrugada del domingo 16 de marzo, tras ser víctima de un atentado armado. Se presume que el crimen estuvo vinculado a extorsionadores que habrían amenazado a la banda de cumbia.

Por causa de este execrable suceso, la ola de indignación en la comunidad artística y en la ciudadanía en general creció enormemente, y se organizó una primera marcha (21 de marzo) en la que cientos de personas salieron a las calles para exigir al Gobierno que tomen acciones rápidas y efectivas contra el crimen organizado, para que “no los sigan matando”.

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Nombramiento de sub oficial PNP en colegio Santa Rosa de Lima violaría convenio con Ministerio de Educación

Graves irregularidades frente a los ojos del Ministerio de Educación y del Ministerio del Interior.

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En menos de diez días, una serie de denuncias sobre la gestión de la directora del colegio Santa Rosa de Lima, la suboficial PNP Flor Betzabé Cama Trebejo, ha llegado a la redacción de Lima Gris.  Hemos publicado aquellas respaldadas con documentos oficiales y testimonios de fuentes involucradas, entre ellas: la asignación irregular de vacantes, la construcción de tres aulas sin un expediente técnico con dinero de los padres de familia y la manipulación del proceso de contratación docente.

Ahora, hemos accedido al documento titulado Convenio Marco N° 002-2019-MINEDU entre el Ministerio de Educación y la Policía Nacional del Perú. Este convenio establece que la designación de directores en colegios administrados por la PNP debe recaer exclusivamente en un oficial PNP. Es decir, el nombramiento de la suboficial Cama Trebejo sería irregular y contrario a la normativa vigente.

En la cláusula quinta del documento, titulada “Compromiso de las Partes”, se especifica que la Dirección de Bienestar de la Policía Nacional del Perú tiene la obligación de designar en el cargo de Director, a un Oficial PNP. El convenio claramente señala: «podrán celebrar Convenios de Cooperación Institucional con la Dirección de Bienestar y Apoyo al Policía siempre, reconociendo como Director de II EE PNP, al Oficial designado por el Mininter (Ministerio del Interior)».

El nombramiento irregular de la suboficial Cama Trebejo no es un asunto menor; sería una violación directa a un convenio que busca garantizar una gestión adecuada en los colegios administrados por la PNP. Permitir que estas irregularidades se normalicen pone en riesgo no solo el cumplimiento de la normativa, sino también la calidad educativa de cientos de estudiantes.

En el mismo convenio, en la cláusula décimo segunda se señala: «En caso de incumplimiento, dentro de los 15 días calendario de producido el mismo, la parte afectada requerirá a la otra el cumplimiento de los compromisos asumidos, otorgándole un plazo de 15 días hábiles, bajo apercibimiento que el convenido quede resuelto de pleno derecho».

Es importante señalar que el convenio fue firmado por los exministro Daniel Alfaro y Carlos Morán. La educación no es un juego ni un espacio para la improvisación o el favoritismo. Es un derecho fundamental que debe ser protegido con responsabilidad y transparencia, y en este caso, es el Ministerio de Educación y el Ministerio del Interior quienes deben responder con acciones concretas.

No es posible que algunos integrantes de la Policía Nacional del Perú manejen espacios educativos como si fuera una chacra. Lo que más sorprende que esto sucede frente a los ojos del Ministerio de Educación y del Ministerio del Interior.

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