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Cultura

“Un homenaje a la palabra de Gustavo Armijos”, por César Pineda Quilca

La literatura no da dinero, la literatura da satisfacciones… Yo sigo adelante porque creo que es mi vocación primera y es mi vocación definitiva…”

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Gustavo Armijos y cinco de sus publicaciones. Foto: César Pineda Quilca.

Gustavo Armijos, poeta y director de la revista «La tortuga ecuestre» acaba de fallecer. Armijos fue un poeta nacido en Piura en 1952. Periodista y Licenciado en Lengua y literatura por la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Como un pequeño homenaje compartimos con ustedes una entrevista que le realizó el escritor César Pineda Quilca para su blog Nido de palabras en marzo de 2014.

Por: César Pineda Quilca


Gustavo Armijos está en Vitarte. La verdad me sorprende. No sé cómo llegó. Lo importante es que está acá. Quizás el destino y la vida lo hayan querido así. Como todas las tardes él está aquí, acompañándonos, en una larga travesía por impulsar la lectura en nuestro país a través de la I Feria Cultural de Ate: “Los libros y la calle”. Razón suficiente para dialogar y conocer más de cerca al hombre, al poeta, al periodista, a ese incansable promotor de la poesía que ha venido -y amenaza con seguir- desarrollando una intensa labor cultural en nuestro territorio nacional. Por estos motivos y mucho más decidimos hacerle unas cuantas preguntas a este hombre cuya palabra se resiste a morir.

3 poetas peruanos: Carlos Bayona, Gustavo Armijos y César Pineda Quilca. Foto: I Feria Cultural de Ate.


-Qué tal, Gustavo ¿cómo estás, cómo te encuentras?

Buenas tardes, César, buenas tardes a los amigos. Me encuentro aquí para conversar sobre aspectos importantes en estos últimos 45 años en que he estado ligado al panorama de la Literatura Peruana desde 1969 hasta nuestros días en que inmerecidamente, creo yo, hay tres instituciones culturales de mucha tradición que me han dado un reconocimiento. Como decía un autor “prefiero los reconocimientos o los homenajes en vida antes que muerto” y esto me motiva para seguir luchando y seguir dándole pelea a la vida y a la muerte, por qué no decirlo, porque es sumamente difícil desarrollar una labor como la que nosotros venimos llevando a cabo en los últimos tiempos debido a que no existe un incentivo por parte del Estado peruano.

-Tienes muchos años dirigiendo la emblemática revista “La tortuga ecuestre”, cuéntanos  ¿cómo se inició la revista y hace cuánto tiempo?

Mira, la revista “La tortuga ecuestre” nace a contraposición de “Hora Zero”. Hora Zero se publicaron creo que 7 u 8 números, no recuerdo bien. Tengo todavía en mi archivo Hora Zero Cañete (por Enrique Verástegui), Hora Zero Chiclayo (por Ramírez Soto) y Hora Zero Pucallpa (por Jorge Nájar).
La tortuga ecuestre” nace el año de 1973 como una necesidad de un grupo de escritores -de distintas universidades- que asistía al bar Palermo que quedaba en Colmena muy cerca a San Marcos y cerca al Salón Blanco que también era otro lugar donde los poetas, principalmente los de provincias, nos reuníamos con la finalidad de esbozar proyectos y concretar algunas publicaciones. Entonces nos reunimos un grupo disímil de escritores y fundamos la revista “La tortuga ecuestre”. Creo yo que es una circunstancia que Isaac Rupay haya aparecido como director de la publicación por cuanto este servidor con un desprendimiento total ha financiado el primer número de la revista -todavía tengo la factura de la Editorial Jurídica- la cual nos costó 1920 soles oro la edición. La Editorial Jurídica era la más famosa junto con la de Francisco Campodónico. Estas dos imprentas quedaban en Breña. Fuimos donde Campodónico y era muy caro, en el Jr. Chavín 45, y nos fuimos al Jr. Loreto donde se editaba casi todos los libros de Derecho de aquel entonces. Hablamos con la propietaria y nos aceptó un pequeño folleto de ocho páginas, con una carátula color guinda. Ahí publicamos los que estuvimos con Isaac, con Elías Durand, con Santiago López Maguiña, con todos los poetas: Armando Arteaga, Juan Carlos Lázaro, Óscar Aragón, Bernardo Rafael Álvarez. Todos ellos asistíamos al Palermo y de ahí nace “La tortuga ecuestre”.

-¿Con qué objetivo y/o finalidad?

La tortuga ecuestre” es una publicación que en los últimos tiempos se ha dedicado a descubrir nuevos valores. Siempre fue una revista que encontró nuevos talentos inéditos pero los tiempos fueron cambiando y también las publicaciones cambian. Primero eran números de varios autores  y luego ediciones con un solo autor siguiendo un poco la tradición de don Francisco Carillo que fue quien nos impulsó y nos alentó para la publicación de la revista al igual que Marco Antonio Corcuera, aunque la revista de MA era prácticamente del formato de un libro. La de nosotros era hojas volanderas de ocho páginas que se distribuían mensualmente entre los amantes de la literatura. En aquel entonces todavía los medios de comunicación tenían columnas culturales y el primer número fue un éxito total porque apareció comentado en casi todas las publicaciones culturales de Lima y de provincias, principalmente de Lima. Todavía guardo y tengo el archivo de todos los comentarios que salieron favorables a la revista “LTE”. Muchos mencionaban que era la revista y así fue, que iba a continuar con la tradición que había impuesto don Francisco Carrillo con “Haraui” y “Cuadernos trimestrales de poesía” con don Marco Antonio Corcuera. Al desaparecer el Dr. Francisco Carillo (director de Haraui) se quedó “Cuadernos trimestrales”, salió un número, luego perdió la vida MAC y nosotros hemos continuado. Creo yo que se ha caminado un largo trecho.

-¿Cómo hasta ahora?

Hace seis meses que la revista ya no sale, no sé si volverá a salir o quedará ahí, pero en total se han publicado 346 números en total. Es todo un record, porque ninguna publicación ha tenido esa cantidad de números. En total yo empastadas las tengo y son tres tomos bastante voluminosos.

-“La tortuga ecuestre” ha sido una revista netamente de poesía, pero con el paso del tiempo se ha brindado un espacio a otro tipo de creaciones ¿no es así?

Sí, eso por requerimiento de los propios autores y de los amigos que me decían si se podía publicar relatos o se podía publicar narrativa. Han publicado varios narradores y para qué, no tengo quejas. Serán siete u ocho, más no.

-¿Y eso por qué?

Porque tampoco he tenido la oportunidad de acercarme mucho -debido a mi enfermedad- al ambiente literario como antes. Antes era un asiduo y un empedernido asistente a las reuniones, principalmente al Queirolo, a Don Lucho, a Quilca. Con el paso del tiempo como se ha ido resquebrajando mi salud y un poco que hemos perdido, no el entusiasmo, pero sí los deseos de hacer vida bohemia es que la revista no está apareciendo últimamente, pero ya volverá aparecer.

-Ya que hablamos de apariciones hace unos meses atrás se publicó un libro por los 40 años de “La tortuga ecuestre” con una reducida cantidad de 200 ejemplares que bien podría ser en un futuro no muy lejano una edición casi inhallable.

Así es. Ha salido un libro de 160 páginas por los 40 años. Es un libro bastante voluminoso y ahora he recibido una oferta para sacar otra edición que sería la definitiva.

-“La tortuga ecuestre” ha sido por muchos años una gran vitrina para los escritores ¿qué grandes satisfacciones te ha dado?

Eso sí es verdad. “He descubierto a muchos”, como diría un gran animador de televisión, pero muy poco agradecimiento en cierta medida, porque con los últimos homenajes, sobre todo en provincias, en ciudades donde no ha habido una tradición literaria tan arraigada hemos tenido, por ejemplo, en el Club Grau de Piura una asistencia de 400 personas y casi todos los escritorios del departamento de Piura y del norte del Perú han asistido a ese homenaje. Eso creo yo es un gran logro y, por lo demás, hemos descubierto nuevos valores. No te puedo decir nombres porque después se resienten, pero les recomiendo el último libro que se ha publicado con textos de “LTE”. En total son cinco ediciones que se han hecho y ahora he recibido la oferta de un editor para que se haga otra edición que sería, como te reitero, la definitiva de “LTE”.

Gustavo Armijos en la I Feria Cultural de Ate, 2014.  Foto: César Pineda Quilca.


-“LTE” es una revista que toma prestado el título de un poemario de César Moro. En tu caso en particular ¿cómo y cuándo surge ese interés por él?

En 1973 se publica el libro “Antología de la poesía peruana” de Alberto Escobar. Escobar dice claramente en la presentación, en el introito a Moro que “un escritor surrealista ha sido descubierto, redescubierto o revalorado por escritores jóvenes” y eso es verdad. Nosotros somos los que iniciamos toda una campaña -al margen de André Coyné- de revalorización de Moro, porque Moro muere el año 56 siendo profesor de francés del colegio militar Leoncio Prado y, mayormente, salvo escasas antologías y la devoción de Coyné para publicar “Los anteojos de azufre y otros textos” de Moro fueron motivo suficiente para que los autores comenzaran a interesarse en la obra de este gran surrealista que a nivel mundial impuso el Surrealismo y que se reunió con gente muy valiosa de esta escuela literaria.

-Conversemos un poco acerca de tus inicios o tu experiencia como poeta.

¿Mi experiencia como poeta? Bueno, muchos trataron de confundir al auditorio haciéndome aparecer como un promotor de la poesía, mas no como poeta. Pero en 1981 yo gano el Premio Municipalidad de Lima. Fue el premio mejor dotado económicamente (un millón de soles) de la época, no de ahora, sino de aquel entonces. Luego gano los Juegos Florales en una universidad y otros Juegos Florales que organizó el INC. Esos fueron mis tres galardones y después no he vuelto a participar en eventos.

-Ya que tocas este punto ¿crees en la transparencia de los concursos literarios?

No he participado en eventos, no porque no crea en los concursos de poesía, sino que, simple y llanamente, a veces (no digo, ni tampoco lo voy a decir que están amañados) ya se sabe el resultado. Yo me presenté a Copé y me hice la promesa de no hacerlo nunca más, porque mi sobre manila ni siquiera lo habían abierto, ni siquiera se habían dado el trabajo de leerlo porque parece que ya tenían a un ganador por anticipado. Entonces ese ha sido el motivo por el cual ya no he querido participar en ninguna justa, en ningún evento de esta naturaleza.

-¿Cómo entraste a la literatura, a la poesía, específicamente?

Mi primer amigo que yo tuve cuando vine de Piura (el año de 1969, a la sazón tenía16 años, porque recién en febrero del año siguiente iba a cumplir 17 años) fue el charapa Manuel Morales Peña. No es que me trate de subir al carro ahora que él no está con nosotros y haya fallecido años atrás en Porto Alegre porque es muy fácil en el Perú perseguir a los vivos y adorar a los muertos. Él fue mi primer amigo. Yo entré al Palermo y me encontré con él. Me dijo “yo soy Manuel Morales y escribo poesía. He ganado los Juegos Florales de la Universidad Nacional “Enrique Guzmán y Valle” o, mejor dicho, he ganado el premio de los Juegos Florales de “La Cantuta”. Y soy amigo. Te puedo presentar al gordo Manuel Velásquez, a Juan José Vega, a Walter Peñaloza y a otros que te pueden ayudar. A los del grupo Narración: Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Antonio Gálvez Ronceros”. No me puedo olvidar de ellos. Todos ellos han sido mis profesores extracurriculares porque iba al Palermo. Yo era muy joven, todavía. Recién había terminado la secundaria y me preparaba para estudiar en la universidad, Periodismo. Todos me aconsejaban que siguiera Derecho porque tenía un buen coeficiente intelectual, pero mi vocación pudo más y mi padre me apoyó en eso.

Por eso con la pérdida de mi padre yo estoy sufriendo demasiado al margen de haberme quedado como hijo único, sin padre, sin madre, sin hermanos, sin nadie. Tengo un amigo (Carlos Bayona) que es el único que me está apoyando ahora y que de no ser por él, de repente, ya no estaría en este mundo porque es sumamente difícil, sobre todo, cuando uno ha tenido la protección y el apoyo del padre. Mi papá, un hombre dedicado a la industria gráfica, se preocupó siempre. Nunca me prohibió. Sin embargo, mi familia de ahora: mis sobrinas, mis sobrinos, mis primos -hasta por facebook-  tratan de minimizar la labor del literato, la labor del creador, la labor del hombre que se dedica a la literatura, pero yo sigo adelante porque creo que es mi vocación primera y es mi vocación definitiva, también.

-¿Qué representa para ti la poesía?

La poesía es fundamental porque yo creo que no existe sobre la tierra polvo alguno donde no se haga poesía. Desde el rincón más apartado del planeta hasta las grandes urbes todos se dedican a la poesía. Yo he sido una persona que ha viajado mucho, primero por mi profesión. He ido a varios mundiales, he ido a torneos internacionales. Mi profesión fue fundamental e importante para que yo viajara. Luego he ido a eventos y he sido invitado a diversos certámenes a nivel internacional. He conocido poetas, por eso es que aparezco en varias antologías latinoamericanas no por el grado de amistad que tengo con los escritores, sino porque lo que han hecho es revalorar una obra que tiene un espacio pero que algunos se resisten todavía a reconocerla.

-Mencionaste hace un rato a tu primer amigo, Manuel Morales. Quisiéramos que ahora nos hables acerca de Lucho Hernández, Juan Ojeda, Juan Ramírez Ruiz ¿qué recuerdos tienes tú de ellos?

A todos los conocí. A Lucho Hernández lo conocí en el bar “Henrisse” tres o cuatro días antes que viajara a Buenos Aires donde creo yo se suicidó. Estuvimos reunidos Luis Fernando Vidal que ya no está más entre nosotros (lamentablemente perdió la vida en un accidente de tránsito -creo que una combi lo atropelló- y con él se fue un gran narrador también, un gran escritor que apuntaba para mayores logros, pero de todas maneras su obra ha quedado), Omar Ames que está en EE.UU y Lucho Hernández. Tanto Lucho como L.F. Vidal estaban contentos por la publicación de “El tiempo no es precisamente una botella de champán” que lo editó O. Ames. Y tenía entre sus manos la carátula o la cubierta de mi libro “Celebraciones de un trovador”. Y todos estábamos alegres porque teníamos la carátula de los tres libros que aparecieron en la Colección Poesía de la editorial Ames. Yo a Omar no tengo cómo agradecerle porque gracias a él y a sus primorosas ediciones aparecí en la poesía porque por aquel entonces publicar en esas ediciones era carísimo. Yo me recuerdo que era un sábado muy nublado en Lima, un sábado típico limeño y nos reunimos con él. Nos despedimos y yo no volví a ver más a Lucho Hernández, aunque en algunas ocasiones cuando iba al Hospital “Dos de mayo” -él era pediatra- me acercaba a conversar muy brevemente. Le gustaba usar pastillas muy grandes, prominentes. Luego Nicolás Yerovi se encargó ya de difundir la obra de L.H. Lucho escribía en cuadernos, cuadernos que luego regalaba a los amigos. La tarea más difícil de Nicolás Yerovi era la de reunir todos esos cuadernillos.

Con Juan Ojeda nos hicimos amigos. Él era estudiante de Bellas Artes, estudiante de San Marcos de Filosofía y estudiante en la Biblioteca Nacional del Perú de Bibliotecología. Arte estudiaba en la Escuela de Bellas Artes y Filosofía en San Marcos, entonces coincidimos con Juan Ojeda en la posición de marginalidad del artista y del poeta. Había un Lau Chun en el jirón Ucayali y al costado uno de esos restaurantes antiguos de chinos y ahí nos reuníamos con Benito Guti, con Javier Huapaya a conversar sobre poesía, sobre literatura. Juan era un hombre muy huraño. Le gustaba mucho la bohemia y con él nos reuníamos en la llegada del bar Chino Chino, en todos los bares de la época. Yo todavía, en aquel entonces, bebía poco. Reconozco que después he bebido mucho y ahora ya no bebo nada porque estoy enfermo, pero he tenido la amistad de todos ellos.

He dejado para el final a Juan Ramírez Ruiz. Juan Ramírez, para mí, es el poeta más importante de “Hora Zero”. Para mí no es Pimentel, sino Juan Ramírez Ruiz, el verdadero ideólogo de H.Z. Yo lo visitaba cuando vivía y compartía cuarto con Pepe Cerna que después se fue (no sé la vida de José Cerna Bazán hace muchos años, creo que es profesor en una universidad norteamericana o está en Europa). Yo iba a casa de Juan y después pasábamos a una especie de restaurante pequeñito en la esquina de Ancash donde está la casa de Pilatos que luego Fujimori lo convirtió en Tribunal Constitucional y el jirón Azángaro. Ahí había un cafetín y nos reuníamos con Juan para hablar sobre cosas muy importantes. Hasta lo último lo vi a Juan. Creo yo que he sido uno de los últimos en verlo cuando se fue de viaje y falleció en aquel trágico accidente en la ciudad de Trujillo. Ahora sus restos ya descansan en Chiclayo. Pero él ya estaba cansado. Me decía: “La obra ya está hecha, ahora viene el trabajo de los críticos que son los encargados ya de estudiar y de valorar lo que nosotros hemos hecho. Tú no debes de preocuparte demasiado porque “La tortuga ecuestre” es una revista muy importante y es un ícono de los 70 y no solamente “Hora Zero”, ni “Estación Reunida”,  ni “Gleba”, ni “Línea Éter” del Callao. “La tortuga ecuestre” tiene su espacio, tiene su lugar y considero que es una revista importante y es un referente de los años 70”, eso me dijo don Juan Ramírez Ruiz a quien yo lo seguí estimando toda la vida, a quien le preguntaba de por qué su alejamiento de “Hora Zero”. En una oportunidad me respondió, me dijo:“Mientras ellos se han ido a Sinamos, han ido a los medios de comunicación oficiales, yo me he dedicado a trabajar mi literatura” y publicó “Las armas molidas” que le publica Jorge Luis Roncal. Ese es su último libro. Tres libros escribió Juan. El primero “Un par de vueltas por la realidad” que lo publica en la editorial de don Fidel Ramírez Lazo en Pueblo Libre, luego el libro que lo publicó la editorial de O. Ames (yo le hablé a Omar de un poeta importante de Hora Zero y ahí publica Juan su segundo libro, “Vida perpetua”). Y su tercer libro -bueno, ahí yo ya no tuve nada que ver porque ya no estaba cercano a él- “Las armas molidas” que lo publica Jorge Luis Roncal.

Gustavo Armijos. Foto: Difusión.


-¿Qué apreciación tienes de los grupos literarios?

Yo particularmente no he pasado por ningún grupo literario. La tortuga nació como algo accidental de un grupo de jóvenes que quieren tener su medio de comunicación a través del cual quieren decir su voz. Eso fue “La tortuga ecuestre”.  “La tortuga ecuestre” no fue un grupo literario. Pero de los grupos literarios creo poco porque al poco tiempo se desintegran. “Hora Zero” no duró mucho. Hora Zero se ha venido reciclando con escritores que luego han aparecido en la escena literaria nacional pero que no estuvieron en los inicios del grupo. Para mí lo valioso es la sinceridad. Por ejemplo, Tulio (con todo el respeto que se merece, porque la obra de Tulio es muy importante) pero él fue de “Estación Reunida” junto con Elqui Burgos, con Óscar Málaga, con Pepe Rosas Ribeyro, creo que Patrick Rosas también se acercaba por ahí, Manuel Morales a veces, pero no formaban parte del grupo y de eso yo puedo dar testimonio porque eso yo lo he vivido, a mí nadie me lo ha contado. Yo lo he vivido. Hay gente que me odia por eso, por decir la verdad, pero yo digo mi verdad y esa es mi verdad.

-¿Cómo ves el panorama de las argollas literarias?

Siempre hubo grupos literarios de poder. Había un grupo que nadie lo menciona pero que quiero hacerle justicia: El grupo “Cirle” de la Universidad Católica. Este grupo donde no estaba Abelardo Sánchez León porque ASL fue un poeta insular junto con Pepe Watanabe, el mismo Manuel Morales fue insular, fueron poetas insulares.  El grupo “Cirle” -donde militaba nuestro amigo Ricardo Gonzáles Vigil- fue muy importante y lo mencionan poco, pero tiene su trascendencia también dentro de los años 70. Los grupos se forman y al poco tiempo se desintegran. Yo recuerdo los años 90 porque quizá con la generación que he tenido yo mayor relación ha sido con la de los noventa. “Estación 32” duró poco y al poco tiempo se desintegraron. El grupo “Neón” tuvo poco tiempo… luego Paolo de Lima fue por su lado, Leo Zelada se fue a Europa, Juan Vega Moreno murió, Carlos Oliva murió y así se han ido presentando conforme han pasado los años la creación de grupos que luego se han desintegrado rápidamente o han desaparecido con un número, dos números de una publicación y luego chau, rosa.

-Dialoguemos, a groso modo, acerca del trabajo del periodismo cultural. Se observa en estos tiempos que esta labor prácticamente está desapareciendo, sobre todo, en los diarios de gran circulación nacional. Sin ir más allá ¿qué sensación -o sinsabores- te genera toda esta situación al respecto?

Sí. El último libro importante lo publicó la Universidad San Martín: “Periodismo cultural y de espectáculos”. Ahí está incluida “La tortuga ecuestre”. Lo claro es que es de mal gusto poner en ese libro -en la parte de espectáculos- a Magaly Medina, pero qué vamos hacer, porque así es. Magaly Medina estuvo ligada con César Lengua. César fue un hombre al que también le agradó la poesía. Creo que publicó dos libros. A Magaly también le gustaba la literatura, la poesía. Ella apuntaba a ser una creadora, pero como después el dinero y otras cosas de la vida los va ganando, lamentablemente, abandonan la literatura.

-Tú nunca la abandonaste, por supuesto, pero ¿qué te da la literatura?

La literatura no da dinero, la literatura da satisfacciones. Y eso es lo que más le incomoda a mi familia: “que yo viva pensando en satisfacciones espirituales y no en ganar ni en hacer dinero”. Por eso es el abuso que vienen cometiendo en contra de mi persona por la sencilla razón que ya no está mi padre. Mi padre era quién defendía mis intereses.

-¿Qué opinión te merece el papel que cumple la crítica literaria en el Perú?

Bueno, le falta creatividad a la crítica literaria en el Perú, como decía Octavio Paz. Yo creo que el último gran crítico de la poesía o de la literatura en el Perú fue José Miguel Oviedo. Cuando se va J.M.O se crea un gran vacío. Pero ahora está Ricardo Gonzáles Vigil. Yo contra Ricardo la verdad no tengo nada, muchos han creado un mito en torno a que yo tengo bronca con él, para nada. Al contrario, yo lo admiro, lo estimo, tiene una obra importante. Lo de Toro Montalvo es un trabajo más de recopilación que de crítica. Yo no encuentro una labor de crítico importante, más bien sí de historiador porque recoge textos y está bien informado, es un acucioso investigador.

La crítica literaria en el Perú necesita incentivos para que vuelva y que los medios de comunicación tengan espacio para los escritores. En mi época había unas 8, 10 hasta 15 columnas de poesía o de literatura. Ahora ha quedado “La República” del europeizado Pedro Escribano que más parece un periodista del diario “El País” de España cuando hace trabajo de crítica.

La crítica necesita mucha más capacidad creadora, tenemos una crítica demasiado sectaria para con algunos y muy rigurosa con otros. Necesitamos una crítica más variada y que dé oportunidades a los autores. Por ejemplo, este narrador que en sus comienzos yo lo ayudé bastante corrigiendo sus textos en cuanto a edición, corrección, que publicó “La tarde de toros”  y que ya no puede verla ni en pintura: Óscar Colchado Lucio. Sin embargo, ahora ni me saluda ni me llama. Su misma esposa le decía “te llama tu amigo Gustavo”. Yo recuerdo a Óscar cuando recién llegó a Lima, cuando él recién venía desde Shimbe, de Chimbote. Ya luego se vino a radicar por la Panamericana Norte. Yo iba a verlo, a visitarlo, pero posteriormente perdí contacto con él. Creo que la crítica ha sido un poco injusta con Óscar. Debería existir una verdadera revalorización de toda su obra, aunque lo consideran, pero no en la medida ni el lugar que deben darle.

El poeta disfrutando de los sabores del Perú.


-¿Cómo se le ve al poeta en nuestro medio peruano?

Al poeta se le ve como un vagabundo, como un bohemio, como un marginal, cosa que no es así. Yo me he dedicado a la enseñanza universitaria, me he dedicado al periodismo, me he dedicado a otras actividades. Ahora no, porque estoy enfermo. El Estado no se preocupa, absolutamente, en nada. Ni siquiera he recibido apoyo por parte del Estado peruano a pesar que lo he solicitado. Parece que no les interesa, que les resulta odioso que el escritor exista. Entonces el poeta, definitivamente, es visto como un paria, como una espina o como una piedra en el zapato para los gobiernos de turno. Y eso no debe ser.

Con respecto a la figura del poeta quisiera saber cuál es tu punto de vista acerca del mito que se ha construido sobre María Emilia Cornejo. Algunos sostienen por ahí que no es una poeta, sino un invento de nuestro tiempo. ¿Crees tú en eso?

En el 4to piso del Ministerio de Educación recuerdo a Pepe Rosas Ribeyro, a Elqui Burgos, a Pepe Cerna, los que estuvimos con Isaac Rupay esa mañana, porque a Rupay le metieron en la cabeza de que se abriera de “La tortuga ecuestre”. Siempre ha habido discrepancias con algunos miembros de “Hora Zero” y en ese texto de desmitificación que dijo Rosas Ribeyro yo sí lo ratifico. María Emilia Cornejo es una invención porque esos poemas los corrigieron y ellos lo hicieron. Es malo hablar de un muerto porque ya no tiene cómo defenderse, pero eso es la verdad, yo estuve. Yo estuve esa mañana y posteriormente nos fuimos a tomar un café al Palermo. María Emilia Cornejo es un mito y es un mito creado por Marco Martos (con todo el respeto que se merece el presidente de la Academia Peruana de la Lengua, a quien estimo y quiero mucho y que además es mi paisano) e Hildebrando Pérez, al igual  como también crearon a Rafael Yamasato. Rafael Yamasato no existe, dicen que nació en Ferreñafe. En la revista “Hipócrita lector” ahí se deleitaban ellos y se recreaban creando personajes que en realidad no existían porque María Emilia Márquez adoptó el apellido del esposo Cornejo. María Emilia Cornejo murió joven, muy joven en 1972. Sí la recuerdo. Era un gordita que en un recital de “Gesta” en San Marcos, un sábado donde se repartían unas plaquetas y se presentó Abelardo Sánchez León, Jesús Cabel, Elqui Burgos y otros autores, se presentó ella. Tuve la oportunidad de conocerla personalmente también. Yo a la mayor parte de escritores del Perú de finales del siglo XX e inicios del XXI a casi todos los conozco personalmente, a ninguno de referencia. Bueno, últimamente frecuento poco el ambiente literario… pero cuando he estado más joven o, en la plenitud de mi vida, yo los he frecuentado a todos.

-¿Por qué urge o surge la necesidad de crear una revista?

Bueno, simple y llanamente, porque es una tribuna que te permite mostrar tus cosas. Lamentablemente en el Perú siempre el gran problema que han tenido los escritores es tener un lugar donde dar a conocer sus publicaciones, sobre todo, cuando comienzan y la revista ha servido para eso. Quien no quiera reconocerlo es su problema, pero quien lo reconoce y lo valora en buena hora por cuanto llegar a la cantidad de años que hemos cumplido -40 años- es un tiempo bastante prolongado. Pienso yo que se cierra un ciclo de la publicación. Pienso… no sé todavía, no he tomado la decisión definitiva. Todo depende de cómo se presenten las cosas.


-¿Es difícil ser editor en el Perú?

Es difícil, por cuanto se tiene que contar con los medios suficientes. Yo no hubiera podido publicar 350 números de la revista, sino hubiera contado con el apoyo pecuniario de mi padre. En la época en que se tuvo la imprenta siempre conté con todas las facilidades que me supo brindar él. Además, nunca se opuso y eso es importante porque hay padres que te dicen “anda a hacer dinero que es lo que te da para vivir”. Sin embargo, mi padre se sentía orgulloso que yo me dedicara a la literatura. Difícilmente otros padres sienten lo que sintió él. Lamentablemente ha fallecido a los 90 años por una negligencia médica de parte de los médicos de Essalud, pero ya no podemos dar marcha atrás. Ha transcurrido tiempo. Fue el 17 de junio que nunca me olvidaré en mi vida mientras viva, que es poco tiempo el que me queda de existencia…

Yo, particularmente, te digo que sí es bien difícil ser editor en el Perú. Por ejemplo, saber escoger bien los textos o encontrarte con el resentimiento de algunos. Hay gente que me odia porque nos los publiqué. No consideré que deberían salir en la revista pues no tenían la calidad suficiente y eso les mortifica a algunos mientras que otros se sienten mal, totalmente mortificados.



-Cada vez que te oigo hablar siento que hay una gran melancolía, una herida abierta que no se cierra, todavía. Por lo que puedo observar ¿extrañas mucho a tu padre?

Por supuesto que sí. En los últimos años perdí a mis dos hermanos. Antes de eso, mi mamá ya había fallecido hace cuatro décadas. A raíz de esto se desintegró totalmente la familia… Era la única familia que tenía. Ahora yo, soy solo, estoy solo… Estoy luchando contra el mundo, estoy luchando contra la mezquindad de mi propia familia y estoy luchando contra mis propios demonios, creo yo. Es muy difícil sentir lo que uno siente cuando pierde a un padre, sobre todo, a un padre que no digo yo que haya sido protector sino que ha incentivado en mí la vocación literaria. Eso es muy importante y eso es lo que voy a valorar siempre hasta que me muera.

-¿Qué te parecen al respecto las muestras y antologías de poesía?

Yo he realizado varias. En mí no ha primado ningún tipo de interés, sino dentro de los criterios de selección y lo más importante ha sido la calidad de los textos. La calidad de los textos y las antologías que he realizado de “La tortuga ecuestre” he puesto solamente a los que han publicado en la revista “LTE” porque eran antologías de la revista. No eran antologías ni panoramas generales. Han sacado comentarios, opiniones en el sentido de que faltaba tal o cual autor, pero están equivocados porque era un trabajo de selección de la revista y muchos no quisieron en su momento publicar. Ahora quieren publicar en la revista, pero ya es demasiado tarde.

-Quizás, por ahí, hay un resentimiento hacia tu persona. ¿Por qué Gustavo Armijos es tan temido dentro del panorama literario nacional?

Yo creo que más que temido, respetado. Yo me he ganado ese respeto, aunque no lo crean muchos, en base a mi esfuerzo, en base a mi labor. Marco Martos me decía una gran verdad: “Tú te has hecho solo”. Yo me he hecho solo, he luchado solo. He tenido que enfrentar una serie de adversidades y todo por la literatura. Pero temido, no creo. Incluso hay gente que no me pone en sus muestras, en sus antologías, en sus panoramas, en sus estudios. Creo que el juez insobornable y que todo lo puede es el tiempo. El tiempo va a determinar si tu obra merece ser estudiada y ser considerada en el futuro.  Al tiempo deben de temerle, no a Gustavo Armijos.

Se ha creado cierto mito en el sentido de que yo soy un personaje problemático. Mentira, eso es absolutamente falso. Los que me conocen, los que dialogan conmigo saben que ni siquiera soy agresivo. Soy una persona que me gusta conversar. Me gusta encender la pradera creando polémica, pero de ahí a ser temido por otras cosas, no. Nunca he agredido a nadie, nunca me he agarrado a golpes con nadie. Simple y llanamente he sido una persona respetuosa del trabajo de unos y he tenido que decirles la verdad a otros. Quizás, el temor venga de manifestar las cosas sin ningún miedo. No tengo miedo de decir “fulano de tal o cual es un argollero” que hace sus argollas o hacen sus antologías, no solamente en Lima, también lo hay en Piura que es mi tierra natal. Hay gente que hace sus antologías y pone a tal o cual autor por interés, pero eso no debe de primar. Lo que debe primar es la calidad y si un texto tiene calidad yo lo pongo. Yo soy respetuoso de la calidad literaria y el trabajo de los artistas.

-¿Qué comentario te genera el “Plan lector” y ese poco amor que se le tiene tanto a los libros como a la lectura?

La mayor preocupación por parte de mi persona ya que estoy en el ambiente literario durante 45 años es que existe poco amor por la lectura. Yo acabo de estar en el norte del país y me he encontrado que generalmente los jóvenes no leen y no leen por la sencilla razón de que no son incentivados desde pequeños a que se dediquen a la lectura.  

Ese “Plan lector” que estructuraron y que elaboraron ha sido un fracaso. Definitivamente, los jóvenes no se dedican a leer y eso trae como consecuencia obras deficientes. Pienso que elaborando un buen “Plan lector” se obtendría un resultado más positivo en el sentido de que la gente lea, que la gente sepa valorar a sus artistas y se le brinden los homenajes que ellos realmente se merecen. No hay que esperar que un artista se muera para brindarle una serie de homenajes. La lectura debe ser obligatoria en todos los niveles de la educación peruana, pero una lectura bien orientada, capaz de incentivar en el estudiante, en el alumno, una sensibilidad que le permita valorar los textos, estudiarlos e integrarlos a un estudio literario que tenga un auténtico valor.

Lo que sí me preocupa de sobremanera, desde hace algunos años, es que la gente lea poco. No hay un verdadero deseo por parte de los estudiantes. Y si uno mira los programas de televisión se encuentra que la mayoría desconoce a los autores ya consagrados y eso es, ya de por sí, deprimente.

-Ya sin deprimirnos tanto ¿qué otros intereses tienes muy aparte de tus pasiones como son la poesía, la literatura, la edición de libros y la revista?

Yo particularmente tengo el interés de tener un lugar donde vivir. Ahorita no lo tengo. Gracias a la generosidad de un amigo -como te manifestaba antes- estoy sobreviviendo en un lugar, pero yo quisiera tener tranquilidad y que el Estado peruano se preocupe. Los escritores no podemos quedar tan desamparados sin un lugar donde vivir, sin un lugar donde seguir desarrollando nuestra labor, sobre todo, alguien que ha dado 40 años de su vida. En estos años 40 años yo he podido generar toda una riqueza, todo un mundo de expectativas, pero no las tengo porque me dedique de lleno a la literatura. Mi interés mayor es tener un lugar donde vivir y tener las facilidades para continuar publicando en mi revista. Creo yo que esta entrevista me va ayudar mucho.

-Algunas palabras finales…

Mi agradecimiento porque te preocupas de difundir la literatura y la poesía, especialmente, en un medio tan hostil como el nuestro. Los medios de comunicación deben -y deberían- de preocuparse a dar espacio para que se comenten las obras de los creadores peruanos. Definitivamente, no vivimos en España para que “La República” tenga una página cultural que más se parece al diario “El País”.

Ya para finalizar quiero reiterar que los nuevos escritores, sobre todo, se preocupen de luchar y de librar una lucha que va a ser muchas veces solitaria, sumamente difícil como ser poeta en el Perú, como ya lo decía mi buen amigo, Manuel Morales. Muchas gracias.

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Conocí a ese señor por mi papá. Vivíamos lejos de la ciudad, en medio de unas colinas que tocaban el paraíso. Y solo los fines de semana íbamos al pueblo por suministros. A mí me gustaba ir, sobre todo, por las películas que pasaban en televisión abierta los sábados y domingos después del mediodía. Y siempre me llevaba alguna sorpresa. Mi hermano Haya —quien vivía con los abuelos— me esperaba en la puerta, corría hacia mí y sacaba de adentro de su polo (holgado como esos que usan los jugadores de béisbol) un VHS. Le he robado a doña Dorila…, me decía riéndose. Doña Dorila era una señora flaquita, de cabeza pequeña como la de un gorrión, y temperamento de hierro. En su casa, estaba nuestro Cinema Paradiso. Ella vendía y alquilaba películas en VHS y, desde luego, las que nos gustaban tratábamos de hacerle olvidar y, rara vez, se la devolvíamos.

En uno de esos fines de semana, papá cogió su carcacha y fue al pueblo sin nosotros. Recuerdo que me enojé mucho pues la semana anterior habían anunciado una película sobre un perro gigante que volaba. Y ya no la podía ver. Entonces, mamá me llevó hasta la casa de la familia Sánchez Quiroz (los únicos que tenían paneles solares en sus techos de teja); pero una lluvia intensa, acompañada de granizo, hacía bailar a la antena parabólica y era imposible terminar de ver la película. La pantalla se veía como bolitas de granizo que estaban golpeando sobre los vidrios de las ventanas.

El lunes, por la mañana, escuchamos la carcacha de papá estacionarse en el patio de la escuela. Yo no lo quería ver, por supuesto; pero Coco, mi otro hermano, se levantó de su cama y fue corriendo a su encuentro. Escuchaba su voz y la voz de mi mamá y la de mi hermano pequeño diciendo: ¿Me has traído el rompecabezas del hombre araña? Y papá se lo entregó y él llegó hasta mi cuarto y me decía: ¡Mira lo que me han regalado! Y bailaba dando vueltas de alegría.

Fui a comer y papá seguía en la mesa. Y cuando me vio, me dijo: Para ti, he traído el mejor regalo. Está ahí, en esa caja. Era una caja pequeña, aún más pequeña que una caja de zapatos de los que él compraba. Inmediatamente, sentí una ligera exaltación. Me había dicho que, si ese año aprendía a resolver una raíz cuadrada, me compraba un minitelevisor, de esos que funcionaban a pilas y tenían la pantalla pequeña, casi como de unas gafas de sol. No podía ser otra cosa; mi sueño se había hecho realidad. Abrí la caja apresuradamente y encontré, en vez de un minitelevisor, un libro de carátula blanca con la fotografía y el nombre de ese señor. Seguí buscando y había más libros parecidos. Entonces, miré a papá y le dije sorprendido: Pero, yo pensé que era el minitelevisor. Y papá, muy sereno, me dijo: Sí, de alguna manera, lo es. Si lees con cuidado y te concentras bien, esas páginas se van a transformar en imágenes, en colores, en voces, en sensaciones; y las podrás ver más claras y reales que las del televisor. Y, ¿dónde las podré ver?, le dije. Enseguida, respondió: Dentro de tu cabeza. Además, puedes tú participar en la historia. Pero, ¿cómo?, le dije. Arreglándola a tu modo, así como de los dramas que inventas con tus compañeros o los cuentos que mamá te leía de más pequeño. Y mamá dijo: ¿Te acuerdas de Ernesto, el niño que andaba a caballo con su papá y era huérfano de madre? Claro que me acuerdo, mamá: el que asistía a un internado y lo cuidaban unos curas. Mamá asentía con la cabeza. ¿Y recuerdas, también, que creábamos otras cosas sobre Ernesto?; que tenía mamá y papá y hermanos y amigos que lo querían. Sí, claro; me acuerdo, mamá. ¿Y quién las inventó? No lo sé, le dije. Y luego, ella pronunció su nombre: Arguedas. Sí, él; claro, mamá. Y ahora, ese señor que ves en las carátulas de esos libros hace lo mismo, inventa muchos Ernestos. Y luego, me alcanzó un libro: Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, ese hombre entrecano de mirada seria e imperturbable.

Desde entonces, Mario, me has acompañado toda la vida. Te conozco más de lo que tú crees. Tú no me has visto crecer porque estabas demasiado ocupado pensando sobre este desafortunado país en cual nos tocó nacer. En cambio, yo sí te he visto andar como actor de cine, llevando el nombre del Perú por todos los confines de la tierra; andando como un sol entre las élites académicas más importantes del mundo; diciendo el Perú existe, yo soy el Perú. Y, en verdad, lo eres. Has dado luz al mundo a través de tus historias. Me alumbraste en la etapa más triste de mi vida porque, en algún momento, en mi sueño más irrealizable, quise ser como tú. Pero, un amigo de Arequipa —que te quiere tanto o más que yo— me dijo: Mario solo hay uno. Y aterricé en la realidad.

                Y te cuento, brujo de las palabras, que fue papá quien me hizo conocerte. Y también, hace un par de horas, fue papá quien entró a mi cuarto, con celular en mano y me dijo: Vargas Llosa ha muerto. Lo primero que se hace frente a la incertidumbre es no creer, que es algo imposible que el Perú haya muerto. Y, desde ahora, es demasiado triste saber que ese sol ya no nos alumbra. Saber que ya no te podemos buscar para mirarte desde lejos por los malecones de Barranco o Miraflores. Y Orlando, con sus dos metros de estatura y señalando con su dedo índice a tu casa, ya no me podrá decir: Hoy, veremos a Mario. Pero nunca nos acercamos. Te respetábamos mucho y también sabíamos que el sol nos puede quemar.  Ahora, todos los peruanos —aquellos que fueron tus críticos y nosotros, los devotos— quisiéramos ser cómo tú, Mario: ¡una leyenda!

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Cultura

Mario Vargas Llosa falleció en Lima

Su familia confirmó su deceso.

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La literatura hispanoamericana ha perdido a uno de sus más grandes exponentes. Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista, polemista y Premio Nobel de Literatura 2010, falleció este domingo en Lima a los 89 años, según informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana. Su muerte cierra un capítulo trascendental de la narrativa en español y deja un vacío imposible de llenar.

Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa fue un autor universal. Desde sus primeras obras como Los jefes y La ciudad y los perros hasta su despedida con Le dedico mi silencio, su producción literaria moldeó el imaginario colectivo de generaciones de lectores. Dueño de un estilo poderoso y de una inteligencia feroz, supo retratar los entresijos del poder, la violencia y la resistencia con una lucidez pocas veces vista en la literatura contemporánea.

No solo fue novelista, sino también un intelectual en el sentido más clásico: comprometido, activo y provocador. Desde su tribuna en la prensa, como su recordada columna Piedra de Toque en El País, abordó con valentía y convicción los grandes debates de su tiempo, sin temor a contrariar sensibilidades ni a polemizar con sus propios lectores. Fue, hasta el final, un defensor apasionado de la libertad individual, aún a costa de las críticas que sus posturas políticas —liberales en lo económico, progresistas en lo moral— le granjearon.

Su partida, según sus hijos, será despedida en la más estricta intimidad, como él mismo lo pidió: sin ceremonias públicas, con la serenidad que caracterizó su madurez. “Deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, dice el comunicado. Y no hay frase más certera. Vargas Llosa ya era inmortal mucho antes de morir.

Obras como Conversación en La Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo consolidaron una carrera marcada por el rigor narrativo y la ambición temática. Fue parte del célebre boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, pero también un autor que se distanció de modas, que evolucionó hacia nuevos territorios sin perder la fidelidad a su esencia: contar la verdad a través de la ficción.

El Nobel, que muchos creían esquivo por razones ideológicas, le fue otorgado en 2010 por su “cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Recibió también los más altos honores literarios: el Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias, el Planeta. Fue miembro de la Real Academia Española y, desde 2021, inmortal de la Académie Française. Su ambición no fue solo literaria: aspiraba a incidir, a influir, a incomodar.

Quiso ser presidente del Perú y perdió. Escribió sobre dictaduras, corrupción, historia y pasiones privadas con idéntica intensidad. En El pez en el agua, sus memorias, relató tanto su educación sentimental como su derrota política, con la honestidad de quien entiende que todo, incluso el fracaso, forma parte de una obra mayor.

Su vida fue una novela en sí misma, atravesada por amores, rupturas, amistades rotas (como la célebre con García Márquez) y pasiones ideológicas. Pero nunca se convirtió en estatua, como temía. Siguió escribiendo hasta el final, como si la literatura fuera una forma de derrotar a la muerte.

En su discurso del Nobel afirmó que “la lectura inocula la rebeldía en el espíritu humano”. Vargas Llosa fue, hasta el último aliento, un rebelde que eligió la palabra como su arma más poderosa. Y como los grandes escritores, vivirá mientras lo lean. Ha muerto el hombre; queda el legado.

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Cultura

Francisco de Zela, una cuestión pendiente con Panamá ¿Es hora de repatriar su cadáver­?

Hay algo que Dina Boluarte debería hacer, y es lo que hizo el alcalde del Cusco con la repatriación simbólica del hijo de Tupac Amaru, y es traer de vuelta a Francisco de Zela, prócer que murió en una cárcel de Panamá.

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La leyenda cuenta que el 28 de julio de 1821 moría en una oscura cárcel en Panamá el prócer de la patria Francisco de Zela. Aunque en la década de 2010 el entonces embajador de Perú en Panamá, intentó buscar los restos del prócer, esto de manera autónoma y sin apoyo de la Cancillería peruana, las circunstancias resultaron en su momento infructuosas. Cabe mencionar que es muy probable que Zela en condición de traidor a la madre patria fuera enterrado en una fosa común. Cabría esperar del actual gobierno una búsqueda más infructuosa de dichos restos o al menos repatriar simbólicamente a Zela como se hizo con el hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas recientemente. No debemos olvidarnos que el grito de Zela en Tacna fue el primer grito de independencia en Perú desde el grito ahogado en sangre de Tupac Amaru, esto en 1811. Grito que fue condenado en una mazmorra realista en Panamá.

Un héroe olvidado

Zela fue después de Tupac Amaru el primero luego de treinta años de silencio en lanzar el primer grito libertario del Perú en la ciudad de Tacna el 20 de junio de 1811. Eso lo hace meritorio de ser considerado el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. Su rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la Revolución Argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. Si bien los argentinos enviaron un ejército a la Provincia de Charcas (Bolivia), al mando del general Antonio González Balcarce y del abogado (¿Quién envía a un abogado?) Juan José Castelli. Los rioplatenses enviaron proclamas a varias ciudades del sur del Perú, invitándolos a continuar con la revolución.

Zela, tal vez apresuradamente fue el primero en responder y en un «Bando al pueblo de Tacna» declaró su adhesión a la Junta de autogobierno de Buenos Aires y su fidelidad al rey de España, de acuerdo con la posición de la Junta (recuérdese que Fernando VII estaba apresado por Napoleón y en España reinaba José Bonaparte que no era reconocido ni por los españoles americanos ni por los peninsulares) y pretende asumir la jefatura político-militar de la plaza militar imponiéndose él mismo el título de «Comandante Militar de las Fuerzas Unidas de América». 

Zela quien tuvo un apoyo tanto de criollos, mestizos e indígenas, como es el caso del cacique de Tacna, Toribio Ara, y el cacique de Tarata y Putina, Ramón Copaja. No obstante, su insurrección no tuvo éxito.

Derrotado a causa del fracaso de la campaña de los rioplatenses que fueron aplastados por los realistas en Charcas se vio finalmente apresado por los españoles.

Así los principales dirigentes de la rebelión fueron sometidos a juicio, entre ellos Zela, quien fue llevado a Lima. Allí, gracias al nepotismo (algunas costumbres no cambian), es decir las influencias de su familia y a la mediación (compadrazgo) de importantes personajes se le conmutó la pena de muerte por la de encierro perpetuo en el morro de La Habana. No obstante, se consiguió modificar aún más la sentencia: una pena de diez años de presidio en la cárcel de Chagres, en Panamá, y terminados éstos, expatriación perpetua. Su prisión en Lima duró cuatro años y en 1815 fue trasladado a Panamá. Afectado por el clima tropical y las duras condiciones de su encierro, falleció algunos años después, en 1819. Una versión muy difundida que más huele a leyenda romántica afirma que su fallecimiento se produjo el 28 de julio de 1821, el mismo día de la Proclamación de la Independencia del Perú. Lo cierto es que murió en 1819, un 18 de julio, a la edad de 50 años.

La búsqueda del cuerpo del prócer

Allá por la década del 2010, el embajador de Perú en Panamá, Guillermo Russo Checa recordó la historia de Zela y se propuso encontrar sus restos. Sin instrucciones ni directrices o apoyo de Torre Tagle, buscó por las iglesias de Panamá y entré archivos donde podría descansar los restos del héroe. Consultó incluso con el entonces presidente de Panamá, el locuaz y alangarciesco presidente Martinelli. Finalmente, y tomando en cuenta que en su condición de traidor a la corona muy probablemente Zela fuera enterrado en una fosa común, hubo de parar sus investigaciones. No obstante, en un parque de Panamá se rindió homenaje a la memoria del héroe a través de un busto que recuerda al paseante distraído que en algún lado de Panamá todavía duerme el ilustre tacneño que espera el retorno a su patria libre.

Considerando la reciente repatriación simbólica al Cusco desde Madrid, del hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, es momento, aprovechando la visita del presidente Mulino en Perú, de recuperar los restos, aunque sea simbólicamente de Zela. Es momento que Zela regrese al Perú independiente tal y como un día de 1811 soñó.

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Cultura

La princesa Gominola

La nueva tragicomedia escrita por Helen Hesse.

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Tras años de ausencia, Alejandra regresa al Perú con un único propósito: recuperar a su hijo Santi, a quien dejó al cuidado de sus abuelos cuando apenas tenía 7 años. Lo que parecía una sencilla reunión familiar se convierte en un escenario cargado de emociones, secretos y revelaciones inesperadas. En una cena familiar donde los recuerdos y las emociones están a flor de piel, una dolorosa verdad saldrá a la luz, ¿será capaz Alejandra de reconstruir lo que perdió?

“La princesa Gominola” es una tragicomedia escrita por Helen Hesse y forma parte de una serie de tres obras breves que forman parte de un innovador ciclo de microteatro inmersivo. Presentada por Paso de Gato Teatro, cada obra está diseñada para sumergir al espectador en una experiencia única, donde no solo serás testigo, sino también protagonista de las historias que se desenvuelven ante tus ojos.

Disfruta de una propuesta teatral en la que los límites entre el público y los personajes se desdibujan, creando una conexión emocional profunda y momentos inolvidables.

El dato

Estreno: Miércoles 09 de abril  a las 8:00 pm

Dirección: Milagros López Arias

Dramaturgia: Helen Hesse

Actrices: Pilar Delgado, Milagros López Arias y Sergio Velasco.

Las obras estarán todos los miércoles y jueves de abril hasta 01 de mayo a las 8:00 pm.

Lugar: La Residencia (Sáenz Peña 107 Barranco)

Entradas: Joinnus o al 959528540.

No te pierdas esta oportunidad de vivir el teatro como nunca antes lo habías hecho.

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Cultura

De la orilla al lienzo

Camila Rodrigo regresa a Lima con un sobrio conjunto de abstractos. La forma resignificada se inaugura el 9 de abril en La Galería de San isidro.

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El inicio de su travesía en la abstracción surgió de manera intuitiva. Un día en la playa, conversando con su madre, recordó la pared vacía de su departamento y decidió pintarla. A partir de esa carencia física nació un proceso que convirtió el vacío en superficie, la nada en estructura. Fue un encuentro con el orden y la proporción, donde líneas y formas geométricas empezaron a definir un lenguaje propio.

Camila Rodrigo (Lima, 1983) concibe el lienzo como un espacio de transformación. Su proceso creativo está marcado por una metódica construcción de capas, donde el color y la textura emergen en un rito de serenidad y concentración. La tela, en su estado inicial, yace en el suelo, expectante. El negro, un tono fundamental en su obra, se convierte en un eje transcendente y el pigmento, diluido en agentes fluidos, se asienta sobre la superficie como una piel que se va formando en un orden temporal que la artista organiza y supervisa con exigente minuciosidad.

Geometría líquida

La artista recuerda con nitidez los diseños limpios de su abuelo y su padre, arquitectos. Su conexión con la materialidad se remonta a su infancia, cuando paseaba por La Punta y recogía piedritas en la orilla del mar. Hoy, esos recuerdos se transforman en una serie de obras que exploran la textura y la composición, como se evidencia en La forma resignificada, muestra que inaugura el 9 de abril en La Galería de San Isidro. Sus pinturas, de una estética minimalista, sugieren paisajes internos y una rigurosa investigación sobre la materia.

No en vano su obra transita entre el diseño y la pintura, el instinto y la precisión geométrica. Formada en Diseño Gráfico en la Universidad San Ignacio de Loyola (2010), complementó su aprendizaje con estudios de fotografía en el Centro de la Imagen de Lima (2006) y en el Rhode Island School of Design (2009). Su carrera ha estado marcada por una evolución que la llevó del arte figurativo y la ilustración infantil hacia una exploración profundamente abstracta, donde la forma y el equilibrio son el núcleo de su lenguaje visual.

Lenguaje que madura y desarrolla en su estudio en Las Condes, Santiago de Chile, donde trabaja de 8:30 a.m. a 3 p.m., cuando sus hijos están en el colegio. Allí se entrega por completo al proceso creativo, sin interrupciones. En ese silencio ha descubierto que su pintura es una traducción de su percepción de la vida. «Después de pasar tiempo en el taller, mirando los cuadros en soledad, empiezas a pensar lo que hay detrás de lo que pintas», reflexiona.

Así, las piedras, recurrentes en su imaginario, se convierten en una metáfora del lastre vital, de esas formas que, convertidas en peso, se resisten al cambio. En su pintura, Rodrigo busca liberarse de esas imposiciones, recuperar la espontaneidad y la ligereza de la infancia. Su taller, más que un espacio de trabajo, es un refugio donde la libertad toma forma y color, como alguna vez imaginó de niña. Este 2025 su obra ha sido seleccionada para ser presentada en el Stand de La Galería en la feria Pinta PArc, un reconocimiento a su creciente impacto en la escena artística contemporánea.

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Cultura

Seminario: «De los griegos a los juglares: la naturaleza antropológica del poeta en occidente como cantor sagrado en la épica, la lírica y el teatro»

Un seminario que recorre la poesía, el teatro, lo regioso y político.

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El Centro Cultural de la Universidad de Piura los invita a participar de este seminario en el que se abordará las raíces de la civilización occidental en su poesía, la naturaleza del poeta desde un sentido antropológico/esotérico (los poetas arcaicos como mediums de la divinidad), la configuración del relato político, y la aparición del teatro como síntesis religioso y político.

Especial énfasis se dará en los vínculos del teatro trágico griego y su influencia en el drama moderno «Historia de una escalera» de Antonio Buero Vallejo. Así como también una comparativa de dos obras de tragedia clásica: La Electra de Sófocles frente a la Electra de Eurípides.

Dirigido a actores, dramaturgos y público en general.

SOBRE EL DOCENTE:

Alejandro Herrera. Bachiller de Derecho de la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica. Periodista cultural especializado en poesía y narrativa. Es corresponsal del medio Contrapunto El Salvador Centroamérica, es también asesor literario, ghostwriter y editor. Cronista parlamentario en Perú para la revista Lima Gris.

SESIONES:

  • Narrando el Mito Griego: poetas épicos, líricos y autores trágicos
  • Roma, tuyo es el poder y la gloria: La política como teatro. De poetas bucólicos a oradores políticos.
  • La Espada, la Dama y la fe: de los cantares de gesta a los juglares y el ideal caballeresco medieval y la reaparición del teatro como evento sagrado.

Inicio: 3 Sesiones: martes 22 y 29 de abril, 06 de mayo
De 7:00 p.m. a 8:30 p.m.
Modalidad presencial: Casona Pardo (Calle Coronel Inclán 120, Miraflores – Lima)
Certificación a nombre de la Universidad de Piura
Inversión: 150 soles
Inscripciones: enlace:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScL44vg3O9kHpn4I4mojzBJBm9kPxzC3W0T49rK9uBVCX33-A/viewform?fbclid=PAY2xjawJeQbVleHRuA2FlbQIxMAABp8dcK4M01J7Dn8FaYp9SEwmQfiBwr1kitAZzKqxvSaUF8ywzNruEr8JXZ105_aem_-Ad4HYI_aFr0M8Tqp7THag

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Cultura

Festi CIX 2025: Feria del libro “Letras sin límites” se inauguró en Chiclayo

Gestión municipal chiclayana promueve la cultural con inauguración de feria del libro.

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La ciudad de Chiclayo inició una fiesta cultural en el mes del aniversario y de las letras. El miércoles pasado al mediodía se inauguró el I FESTI CIX 2025 FERIA DEL LIBRO “LETRAS SIN LÍMITES”, un evento cultural que reunirá a escritores, editoriales, librerías y amantes de la literatura en un espacio de encuentro y aprendizaje.

La ceremonia de inauguración se llevó a cabo en el recinto ferial ubicado en la cuadra 1 de la Avenida Elías Aguirre, con la presencia de la alcaldesa de la Municipalidad Provincial de Chiclayo Janet Cubas, autoridades locales y representantes del sector cultural. Durante el evento, se anunciarán las actividades programadas, que incluyen presentaciones de libros, conferencias, talleres, shows artísticos, entre otros.

EL  FESTI CIX 2025 FERIA DEL LIBRO “LETRAS SIN LÍMITES” busca promover la lectura y el acceso a la cultura, ofreciendo una variada oferta a precios de promoción desde los 10 soles. Además, de publicaciones para todas las edades y gustos. Asimismo, contará con espacios dedicados a la literatura infantil, presentaciones de libros, recitales de poesía y las publicaciones académicas.

La organización invita a toda la comunidad chiclayana a participar de esta celebración cultural y disfrutar de una experiencia única en torno a los libros y el conocimiento.

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Cultura

Ollantaytambo: atentado al Patrimonio Arqueológico revela presuntos actos de corrupción, tráfico de influencias y abuso de Autoridad

En un nuevo escándalo en Cusco estarían implicados funcionarios de la Municipalidad de Ollantaytambo y del Ministerio de Cultura.

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La construcción ilegal del hotel Sol Ollantaytambo Boutique, no solo revela graves irregularidades administrativas y un daño irreparable al patrimonio, sino que expone una red tráfico de influencias, posibles actos de corrupción, un preocupante abuso de autoridad por parte de funcionarios municipales, un serio riesgo ambiental y una activa defensa del alcalde por parte del principal implicado. 

Entre los implicados aparecen el actual alcalde de Ollantaytambo Paul Palma, funcionarios municipales, la dueña del hotel Lucinda Miranda Farfán y su administrador Derik Miranda Farfán. Según fuentes cusqueñas, nuestra anterior publicación generó un temblor en las oficinas de la Dirección Desconcentra de Cultura de Cusco y en las instalaciones del municipalidad de la ciudad inca.

Se colapsó muro correspondiente a la canalización del Rio Calicanto  provocado por la  construcción de fierro y cemento realizada gracias a la autorización irregular de Restitución Volumétrica otorgada por la Municipalidad Distrital de Ollantaytambo.

Escandalosas irregularidades

El permiso de restitución volumétrica, base de la construcción ilegal, presenta fallas cruciales: se la documentación a la cual hemos tenido acceso, se otorgó sin pasar por las comisiones técnicas correspondientes, se anuló tardíamente y hasta la fecha no existe una orden de demolición. Estas omisiones representan una grave falla en el proceso administrativo y una flagrante vulneración de las leyes de protección del Patrimonio Cultural de la Nación.  La tardanza en la anulación y la ausencia de una orden de demolición sugieren complicidad o negligencia por parte de las autoridades, permitiendo que el daño al patrimonio continúe.

Esta situación se agrava por la evidencia de que la Gerencia de Desarrollo Urbano, bajo la dirección del Arq. José Carlos Cárdenas Chamorro, ha venido otorgando autorizaciones de obra de manera irregular, sin pasar por las comisiones técnicas correspondientes, como lo exige la norma.  Estas autorizaciones se han emitido en el centro histórico de Ollantaytambo y en sectores protegidos por la Ley N° 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación. 

Entre las autorizaciones otorgadas de forma irregular se encuentran las siguientes: autorización N° 001-2023-GDUR – MDO, autorización N° 016-2024-GDUR – MDO, y la autorización N° 020-2024-GDUR – MDO.  Además,  la ejecución de obras no cumple con la normativa vigente, donde los propietarios deberían presentar el expediente respectivo al procedimiento administrativo, en concordancia al Reglamento de Intervenciones Arqueológicas vigente aprobado mediante Decreto Supremo Nº 011-2022-MC, de fecha 23 de Noviembre del 2022. 

La omisión de la calificación de los expedientes por los delegados AD HOC del Ministerio de Cultura agrava la situación. Lo curioso es que desde la sede central del Mincul hay un silencio sepulcral.

Derik Miranda Farfán dirigiendo personalmente la construcción que atenta contra el Patrimonio Cultural de la Nación.

¿Colusión, Enriquecimiento Ilícito y Tráfico de Influencias?

La denuncia pública y ante la Policía Anticorrupción de Cusco realizada por el Presidente del Frente de Defensa de los Intereses del Distrito de Ollantaytambo, Andrés Fabián Bravo Pinedo, revela una red de influencias que conecta al alcalde Paul Palma, funcionarios municipales, y la dueña del hotel en construcción Lucinda Miranda Farfán y su administrador Derik Miranda Farfán, este último  ha recibido pagos de la Municipalidad Distrital de Ollantaytambo por un total de S/. 67,265, según información del portal de transparencia.

Este monto se desglosa de la siguiente manera:

  • Adquisición de KIT de incentivos: S/. 38,625.00
  • Refrigerios y almuerzos: S/. 8,160.00
  • Contratación de jueces: S/. 1,760.00
  • Contratación de personal para mesa de partes: S/. 720.00
  • Refrigerios S/. 18,000.00 

Fuente: OSCE.

Estos pagos, especialmente habrían sido destinados a “Jueces”, “refrigerios” y “kits de incentivos”, generan serias dudas sobre su legitimidad y transparencia, apuntando a una posible sobrefacturación o pagos ficticios. La denuncia de Bravo Pinedo destaca la estrecha relación entre Miranda y el alcalde Palma, así como lo evidencia una foto donde esta Miranda con las hermanas del alcalde, sugiriendo una red de influencias que ha facilitado la obtención de contratos municipales de manera irregular. Esta relación de amistad y/o parentesco, combinada con los pagos sospechosos, refuerza la hipótesis de un presunto contubernio para beneficiar a Miranda a expensas del patrimonio arqueológico y el erario público.  La denuncia pública de Bravo Pinedo proporciona un testimonio crucial que debe ser considerado en la investigación.

Derik Miranda Farfán, proveedor estrella de la Municipalidad de Ollantaytambo junto a las hermanas del Alcalde de Ollantaytambo.

Activa Defensa del Alcalde por parte de Carlos Miranda

Más allá de los indicios de corrupción y enriquecimiento ilícito, se evidencia una activa defensa a favor del alcalde Paul Palma por parte de Carlos Miranda.  Publicaciones en redes sociales del 12 de abril de 2024, mostradas por Andrés Fabián Bravo Pinedo, Presidente del Frente de Defensa de los Intereses del Distrito de Ollantaytambo,  demuestran que Miranda defiende  públicamente al alcalde de Palpa contra las críticas a la gestión municipal ante el bloqueo de calles en Ollantaytambo por ciudadanos que organizados comenzaron a tapar los huecos de las avenidas de esta ciudad inca viviente ante la inoperancia municipal. 

Esta defensa pública, realizada por un proveedor municipal con contratos cuestionados, evidenciaría una estrecha relación y complicidad entre Miranda y el alcalde, socavando la transparencia y la imparcialidad en la gestión municipal.

Llamado a la Acción y Exigencias

La situación en Ollantaytambo exige una respuesta inmediata y contundente. Se debe emitir de inmediato una orden de demolición para detener el daño al patrimonio arqueológico. La Contraloría General, la Fiscalía y la Policía Anticorrupción deben investigar a fondo las irregularidades en el proceso de concesión del permiso, la anulación tardía y la falta de orden de demolición, así como los pagos sospechosos a Carlos Miranda y la gestión irregular de las autorizaciones de obra por parte del Arq. José Carlos Cárdenas Chamorro.

La investigación debe incluir el análisis de todos los contratos otorgados por la municipalidad a Miranda para determinar la existencia de otros posibles casos de corrupción. Las organizaciones vivas del Pueblo de Ollantaytambo deben exigir la rendición de cuentas por parte del alcalde Paul Palma y el gerente municipal José Carlos Cárdenas Chamorro, y se debe garantizar que los responsables sean sancionados con el peso de la ley.

Publicación en redes sociales realizada por Derik Miranda Farfána a favor del alcalde de Ollantaytambo.

La protección del patrimonio cultural de Ollantaytambo y la lucha contra la corrupción son responsabilidades ineludibles para las autoridades. La denuncia de Andrés Fabián Bravo Pinedo debe ser considerada como evidencia clave en la investigación, y su testimonio debe ser protegido.  La pregunta realizada por Bravo al refereise a los comentarios vertidos en las redes sociales por Carlos Miranda  de ¿por qué se defiende tanto a esta gestión, si por amistad, desarrollo del pueblo o enriquecimiento personal?, queda abierta a la investigación, pero las pruebas presentadas apuntan fuertemente hacia un presunto enriquecimiento ilícito y abuso de poder.

Nos comunicamos con el alcalde de Ollantaytambo Paul Palma y con el gerente Carlos Cárdenas para recoger sus descargos, pero hasta el cierre de este informe no hemos recibido sus respuestas.

Imaginamos que el ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja ya tomó conocimiento de este nuevo escándalo, y su preocupación debería ser mayor ya que su familia también tiene un hotel en Ollantaytambo. Nos preguntamos ¿el ministro actuará ante lo sucedido o se quedará de brazos cruzados?

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