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Opinión

¿Te hace “más digno” votar por Castillo y no por Keiko?

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Muchos electores informados creen que votar por Pedro Castillo los hace más dignos y refleja sus  sólidos  principios de moralidad. Desde esa perspectiva, los votantes de Keiko  son inmorales e indignos por confiar en la candidata naranja. “Solamente ven sus privilegios”, se dice. Sin embargo, este modo de enfocar el asunto no es completamente cierto.

El terreno electoral —ad portas de la segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo—  multiplica sus grietas, día a día, con más intensidad. Quienes abonan el terreno para profundizar las fisuras pertenecen a un círculo minoritario, conformado por el núcleo duro de castillistas y keikistas. Desde ese círculo crece en espirales la disputa que vemos cotidianamente y que comienza a incluir en el antagonismo a quienes deseaban mantenerse al margen. Es cierto que muchos peruanos han tomado una decisión, pero hay otros que siguen sopesando los pros y contras, antes de entregar su voto a uno de los candidatos. Sin embargo, la dinámica electoral condena a los tibios y obliga a tomar postura inmediata. Cada día se reclutan partidarios para alguno de los bandos.

Este maniqueísmo electoral (o Castillo o Keiko) ha desbordado lo estrictamente político y va ampliando los niveles de división entre los ciudadanos. La elección entre el candidato del lápiz o la candidata naranja ha exacerbado la dinámica: en estos comicios se enfrentan los pobres contra los ricos; los cholos contra los blancos; los medios independientes contra la prensa vendida; los mafiosos contra los terrucos; los peruanos contra los no patriotas; los morales contra los inmorales… etc.

Este esquema ha ido fagocitando otros círculos y crea más antagonismos que ensanchan las grietas, ya existentes dentro de la sociedad peruana. Dos binomios sintetizan muy bien esta dinámica: los morales vs. los inmorales y los patriotas vs. los antipatriotas.

La narrativa de la disputa entre morales e inmorales proviene del entorno izquierdista. Por el otro lado, el discurso que busca polarizar a patriotas y “antipatriotas” proviene desde el lado naranja: quienes votan por Keiko aman la camiseta; quienes votan por el comunismo no quieren al Perú.

Los partidarios del primer binomio (morales – inmorales) asocian el voto por Castillo  con la decencia y los valores. Siguiendo esa lógica, votar por Keiko te convierte —ipso facto— en indigno e inmoral. Este análisis peca de reduccionismo lógico, de un modo  evidente.

Pero más burdo aún, es definir a Castillo  —esencialmente— como un profesor de sólidos principios.

Conceptuar a Pedro Castillo por su labor magisterial, etiquetándolo como amauta es recortar el espectro del profesor chotano. Inferir, que de su labor docente, se desprenden —per se— honestas credenciales es caricaturizar, por ingenuidad o conveniencia, el trasfondo de Castillo (A Castillo se le puede definir como amauta desde la ironía, pero no desde la seriedad.)

Quienes ven al candidato del lápiz como maestro y no como político derrapan: el elegido por Cerrón tiene todas las filias y las taras de la vieja política. Pero Castillo no es un comunista inflamado. Antes que incendiario es un negociador. Militó en Perú Posible de Toledo, fue dirigente sindical y tranzó con el congreso fujimorista durante las huelgas magisteriales; le abrió las puertas al aprista Miguel del Castillo e hizo alianzas con Verónica Mendoza y Marco Arana; actualmente dialoga con Ricardo Belmont y promete el indulto a Antauro Humala. Incuba en Perú Libre del comunista Cerrón; pero coqueteó con el capitalista Kurt Burneo y la progresista Flor Pablo.

Castillo es un político: pacta, conversa, escucha, tranza, se acomoda y recula. No es un “puro” ni un antifujimorista recalcitrante.

Lejos del candidato del lápiz está el aura de profesor inmaculado, que la maquinaria propagandística de Perú Libre se ha esforzado en calzarle —a como de lugar—  alrededor de la testa.

Castillo no es la encarnación de la decencia ultramundana, de los valores platónicos ni de la pureza moral. Castillo es un político, ni más ni menos que eso.

Sin embargo, no se puede negar cierta pureza en algunos seguidores de Perú Libre. No es exagerado decir que muchos votantes de Castillo son más puros que el profesor chotano. Igualmente, hay más antifujimorismo entre quienes han subido —para la segunda vuelta—  al caballo de Castillo, que en Castillo mismo.

En breve: Castillo no tiene aversión por Keiko Fujimori; los nuevos votantes del profesor chotano, sí.

Pero si en los votantes puros de Castillo y en los antifujimoristas recalcitrantes (que preferirían votar por un insecto, antes que por Keiko Fujimori) existe cierta dosis de fe y otra de idealismo; hay también gran dosis de real – politik, pragmatismo y ansias de poder en el núcleo duro del castillismo. Los puros y los pragmáticos conviven e intercambian las caretas, haciendo indistinguible quién es puro y quien se sumergió en el proyecto por intereses venales.

Porque, Perú Libre —de cara a las elecciones de segunda vuelta— no es solamente un partido que acoge a ciudadanos con —justa— necesidad de reivindicación económica y cultural. Ni tampoco es un movimiento de antifujimoristas radicales.

El partido del lápiz es también un sancochado político, que alberga caciques regionales con vocación de mistis; desastrados anarquistas con vocación de pirómanos;  filochavistas encendidos, que creen ser los herederos de Simón Bolívar; inflamados “camaradas” que comulgan con el filosenderismo; catedráticos rastreros de inflamado autobombo “comunista”; científicos oportunistas que se bajaron del árbol de la ciencia; periodistas que se convirtieron en traductores oficiales del “amauta; opinólogos que revientan el teclado dividiendo el espectro electoral entre “los malos y los buenos”; economistas que sacan cifras de la chistera para justificar sus esquemas; políticos ávidos de destruir las instituciones y asegurar alguna cartera que los degrade profesionalmente; rapaces que se alucinan miembros de la Checa y politólogos que ofician como porristas del partido del lápiz.

 Toda esta panda de oportunistas confluyen en un solo propósito: que el “amauta” Castillo llegue al poder.

Es cierto, sin embargo, que esta gavilla abunda más en el núcleo duro del partido y menos en su periferia. A medida que uno se aleja de este núcleo duro puede ir encontrando —recién— a quienes creen que en estas elecciones se debe ejercer un voto de acuerdo a sólidos principios morales.

Y esto es natural: en el núcleo duro del castillismo, la disputa no se basa en los principios morales sino en el poder. El poder, en ese círculo, está más allá del bien y del mal. ¿Qué representan los valores morales para quienes están ávidos de poder? Cojudeces, ingenuidades, idealismo inconducente.

Por lo tanto, considerar que todo votante de Castillo sigue rectos principios  y que la decisión de votar por el maestro chotano otorga —inmediatamente— integridad moral es errar. No se omite la buena fe y la honesta elección moral de muchos votantes de Castillo; pero este tipo de votante se encuentra más en la periferia de este partido y cada vez menos en su núcleo duro.

Por el otro lado, los partidarios del segundo binomio (patriotas – antipatriotas) promueven la narrativa del “amor por el Perú”. El amor por el Perú, en este caso, se ejerce votando por Keiko Fujimori, claro está. Desde esa lógica maniquea, votar por Castillo es no querer al Perú, ser un antipatriota.

Esta narrativa es arrogante. Es, además, absurdo dividir a los peruanos en patriotas y antipatriotas, como si estuviéramos en una guerra y no en elecciones presidenciales. Este discurso proviene de la tienda naranja y no hay ningún reparo en seguir agrietando las divisiones si es que eso le va a traer más votos a Keiko Fujimori. “No me interesa si se perjudican 10 mil o 100 mil” podría decir, otra vez.

Pero es ya no absurdo —sino risible— que sea específicamente Keiko Fujimori Higuchi quien se haya hecho, de motu proprio, representante ad hoc de la peruanidad. La heredera de Alberto Fujimori —quien luego de escarnecer el país durante la década infame, no tuvo reparos en postular al senado japonés, aprovechando su nacionalidad nipona— reivindica absolutamente el legado de su padre, un legado que desestructuró en gran medida la ya enclenque institucionalidad política peruana: un legado que minó las bases democráticas del país. Es risible, pues, que el cogollo de Keiko Fujimori promueva la narrativa que etiqueta a los peruanos como patriotas o antipatriotas.

Y es también —además de arrogante, absurdo y risible— un signo de perversidad crear una campaña para direccionar políticamente al seleccionado peruano de fútbol, haciendo que los muchachos graben un video de sujeción a la candidata naranja. El fútbol en el Perú es, gracias a la debacle institucional y cívica, uno de los pilares que sostienen a la peruanidad. Destruir este pilar básico del imaginario popular, por intereses partidarios, es perverso y una muestra de desprecio por la democracia. No solamente porque este acto invisibiliza a los votantes de Pedro Castillo, sino porque divide aún más a los peruanos. Y los divide en la esencia misma de la armonía popular: la fe en la selección peruana.

Basta ese ejemplo para demostrar el nivel de desprecio popular que se ejerce en el meollo del fujimorismo. Y es que el núcleo duro naranja es un club de corsarios donde conviven prontuariados que han hecho del reciclaje político un oficio; empresarios que quieren seguir engordando sus arcas aunque el país se vaya al carajo; economistas que defienden el monopolio y el lucro más artero; politólogos capaces de ver en la candidata naranja a una estadista; periodistas que mueven el trasero al ritmo del chino; congresistas que han hecho del parlamento una casa de tolerancia; escuadristas que creen estar en los tiempos del “Duce”; fanáticos que ven terrucos debajo de las piedras y desavisados que creen que la democracia es imposición y autoritarismo.

Sin embargo, esta gavilla abunda más en el núcleo duro de fujimorismo y no tanto en las periferias. No se puede negar, la gran cantidad de ciudadanos —informados— que le da el voto a Keiko Fujimori, gracias al miedo que genera el proyecto de Perú Libre. Un miedo que propaga la prensa, en base a los insumos que proveen los mismos cuadros que rodean al “amauta” Castillo. Estos electores con capacidad de informarse —que no son fujimoristas de vocación y tampoco tienen un interés directo en el triunfo de Keiko— rechazan rotundamente el proyecto del “amauta” y prefieren apostar por el pragmatismo económico.

En breve: estos electores informados prefieren seguir sus criterios económicos antes que una línea de intachable moralidad. Es decir, en momentos de incertidumbre económica, relajan su moral y apuestan por el corsario y no por el profeta, si es que esto les asegura estabilidad económica. En ellos no se puede hablar de un amor por el Perú y sí de un cálculo económico.

Parece contraproducente comenzar afirmando que el binomio (moral – inmoral) no es preciso para medir a los votantes y luego concluir afirmando que en el voto castillista hay quienes deciden apoyar a Perú Libre basados en rectos criterios morales, mientras que en el voto fujimorista están quienes deciden apoyar a Keiko Fujimori en base a criterios económicos. 

Esto no es contraproducente si elegimos como muestra al elector periférico —e informado— de ambos candidatos. Se toma como muestra al votante periférico y no al núcleo castillista o keikista, pues en ambos círculos el único criterio que domina es la toma del poder. Y se habla del votante informado como aquel que tiene la oportunidad para acceder a variadas fuentes de referencia electoral.

Entonces, el votante periférico es el que no simpatiza con ningún candidato y no posee  interés directo en la toma del poder de Castillo o Keiko. Suponiendo que también sea un elector informado, este votante tiene que decidir entre las dos opciones.

Si vota por Keiko lo hará en base a criterios económicos y por el temor de un posible comunismo: votará pragmáticamente. Si vota por Castillo lo hará en rechazo a lo que representa Keiko Fujimori y confiando —a priori— en una moneda al aire: pesará más su  criterio moral y menos su pragmatismo económico.

Por lo tanto, lo adecuado es discurrir lógicamente por el binomio (moralismo – pragmatismo económico) pero únicamente entre los votantes informados y periféricos, no entre quienes componen el núcleo de ambos candidatos. En el núcleo de ambos contrincantes el único objetivo es el poder y la única ideología que los hermana es el marxismo puro y duro, pero el de Groucho, no el de Karl: “Si no te gustan mis principios, tengo otros”.

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Roberto Ramírez Manchego. Egresado de derecho de la UNFV y actualmente estudia filosofía en la Universidad San Marcos.

Opinión

¿Qué dice la Constitución Política en materia de educación nacional? 

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Por: Marisol Verónica Giordano Silva.

Todos los profesores del país deben tener muy claro los preceptos constitucionales en materia de educación nacional. Si bien es cierto que la Constitución Política de 1993 es una copia incompleta de la Carta Fundamental de 1979, no obstante, en esencia debemos tener presente que las normas sobre educación están enmarcadas dentro del “Título I de la persona y la sociedad” y están redactadas después del “Capítulo I derechos fundamentales de la persona”.

Por tanto, los que somos profesores estamos frente al derecho humano de educar y de ser educado. Recordemos que el Artículo 1° de la Constitución textualmente dice: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Aún más, el Artículo 2° dice: “Toda persona tiene derecho: 1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece”.

Y así, con ese tono y esa lógica, se abre el camino de artículos y enunciados sobre los derechos a la igualdad, a la libertad, a la libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones y a su producto, mucho más cuando la Carta Magna dice que “El Estado propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión” (Art. 2, Numeral 8).

El tema educativo viene dentro del Capítulo II de los Derechos Sociales y Económicos”, donde el Artículo 4° prescribe que “La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio. Reconocen a estos últimos como institutos naturales y fundamentales de la sociedad (…)”.

Así es como al lado de los derechos de la salud y la seguridad social, (artículos 11 y 12, respectivamente), aparecen los conceptos de la educación en el Artículo 13°, señalando lo siguiente: “La educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona humana. El Estado reconoce y garantiza la libertad de enseñanza. Los padres de familia tienen el deber de educar a sus hijos y el derecho de escoger los centros de educación y de participar en el proceso educativo”.

Empiezan los contenidos sobre la educación desde el artículo 13, y son en total siete, hasta el 19, los artículos concretamente dedicados a la educación (inicial, primaria, secundaria y superior).

El Artículo 14° señala: “La educación promueve el conocimiento, el aprendizaje y la práctica de las humanidades, la ciencia, la técnica, las artes, la educación física y el deporte. Prepara para la vida y el trabajo y fomenta la solidaridad. Es deber del Estado promover el desarrollo científico y tecnológico del país. La formación ética y cívica y la enseñanza de la Constitución y de los derechos humanos son obligatorias en todo el proceso educativo civil o militar. La educación religiosa se imparte con respeto a la libertad de las conciencias. La enseñanza se imparte, en todos sus niveles, con sujeción a los principios constitucionales y a los fines de la correspondiente institución educativa. Los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural”.

Por su parte, el Artículo 15° prescribe: “El profesorado en la enseñanza oficial es carrera pública. La ley establece los requisitos para desempeñarse como director o profesor de un centro educativo, así como sus derechos y obligaciones. El Estado y la sociedad procuran su evaluación, capacitación, profesionalización y promoción permanentes. El educando tiene derecho a una formación que respete su identidad, así como al buen trato psicológico y físico. Toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de promover y conducir instituciones educativas y el de transferir la propiedad de éstas, conforme a ley”.

El Artículo 16° nos refiere lo siguiente: “Tanto el sistema como el régimen educativo son descentralizados. El Estado coordina la política educativa. Formula los lineamientos generales de los planes de estudios, así como los requisitos mínimos de la organización de los centros educativos. Supervisa su cumplimiento y la calidad de la educación. Es deber del Estado asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecuada por razón de su situación económica o de limitaciones mentales o físicas. Se da prioridad a la educación en la asignación de recursos ordinarios del Presupuesto de la República”.

Mientras que el Artículo 17° dice: “La educación inicial, primaria y secundaria son obligatorias. En las instituciones del Estado, la educación es gratuita. En las universidades públicas el Estado garantiza el derecho a educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan un rendimiento satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos necesarios para cubrir los costos de educación. Con el fin de garantizar la mayor pluralidad de la oferta educativa, y en favor de quienes no puedan sufragar su educación, la ley fija el modo de subvencionar la educación privada en cualquiera de sus modalidades, incluyendo la comunal y la cooperativa.

El Estado promueve la creación de centros de educación donde la población los requiera. El Estado garantiza la erradicación del analfabetismo. Asimismo, fomenta la educación bilingüe e intercultural, según las características de cada zona. Preserva las diversas manifestaciones culturales y lingüísticas del país. Promueve la integración nacional”.

En cuanto al Artículo 18°, tenemos el nivel superior de la educación, y la norma dice: “La educación universitaria tiene como fines la formación profesional, la difusión cultural, la creación intelectual y artística y la investigación científica y tecnológica. El Estado garantiza la libertad de cátedra y rechaza la intolerancia. Las universidades son promovidas por entidades privadas o públicas. La ley fija las condiciones para autorizar su funcionamiento. La universidad es la comunidad de profesores, alumnos y graduados. Participan en ella los representantes de los promotores, de acuerdo a ley. Cada universidad es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico. Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de la Constitución y de las leyes”.

Foto: Gobierno.

Finalmente, el séptimo artículo dedicado a la educación en la Constitución Política es el 19°, que a la letra dice: “Las universidades, institutos superiores y demás centros educativos constituidos conforme a la legislación en la materia gozan de inafectación de todo impuesto directo e indirecto que afecte los bienes, actividades y servicios propios de su finalidad educativa y cultural. En materia de aranceles de importación, puede establecerse un régimen especial de afectación para determinados bienes. Las donaciones y becas con fines educativos gozarán de exoneración y beneficios tributarios en la forma y dentro de los límites que fije la ley. La ley establece los mecanismos de fiscalización a que se sujetan las mencionadas instituciones, así como los requisitos y condiciones que deben cumplir los centros culturales que por excepción puedan gozar de los mismos beneficios. Para las instituciones educativas privadas que generen ingresos que por ley sean calificados como utilidades, puede establecerse la aplicación del impuesto a la renta”.

En conclusión, bajo estas líneas generales y preceptos claves, los decentes debemos enmarcar nuestra capacitación, conocimiento y experiencia diaria al frente de la pedagogía y el trabajo de aula, con el objetivo de que las instituciones educativas brinden un servicio de calidad al prójimo, en especial cuando este es el niño y el adolescente que son el futuro de la patria. Son artículos constitucionales muy importantes, pero a veces las cosas de tan sabidas se olvidan. Gracias por llegar hasta aquí y hasta una próxima oportunidad.

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Opinión

Congreso aprueba ley para inyectar millones a municipalidades ad portas de campaña electoral

El Pleno del Congreso aprobó el texto sustitutorio de la ley que destina el 4% del IGV a municipalidades, disfrazando de “descentralización” lo que en realidad perpetúa un sistema plagado de ineficiencia, baja ejecución presupuestal y corrupción institucionalizada en muchos gobiernos locales del país.

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El Congreso de la República aprobó, sin mayor resistencia, la denominada “Ley que promueve la descentralización fiscal para incentivar el desarrollo de los gobiernos locales fortaleciendo el Fondo de Compensación Municipal” (Foncomún). La norma eleva de 2% a 4% la asignación del Impuesto General a las Ventas (IGV) para el Foncomún, es decir, el doble de recursos para las municipalidades del país, muchas de las cuales apenas logran ejecutar el presupuesto que ya tienen.

Impulsada por el congresista Ilich López, presidente de la Comisión de Economía, la ley se presenta con el discurso de “fortalecer la descentralización fiscal” y de mejorar la capacidad de los gobiernos locales para financiar inversiones en salud, educación, saneamiento o seguridad. Sin embargo, los datos son claros: las municipalidades, en promedio, no ejecutan más del 63% de su presupuesto anual. La falta de cuadros técnicos, planificación y transparencia son el pan de cada día en muchos municipios.

Con esta ley, el Congreso entregará más de 2 mil millones de soles adicionales, una cifra que aumentará progresivamente hasta llegar a cerca de 9 mil millones en 2029. En otras palabras, por cada S/ 18 recaudados en IGV, S/ 4 irán directamente a más de 1,800 municipalidades y centros poblados, bajo la bandera de una descentralización que, en la práctica, ha sido terreno fértil para la ineficiencia y la corrupción.

La norma fue respaldada con entusiasmo por diversas bancadas y asociaciones como la AMPE y REMURPE, y promovida desde hace meses con reuniones sostenidas con el presidente del Congreso, Eduardo Salhuana, de las filas de Alianza para el Progreso (APP). Todo en nombre de una supuesta equidad fiscal. Pero la pregunta es inevitable: ¿equidad para quién? ¿Para alcaldes que no logran gastar ni el dinero que ya tienen? ¿O para clientelas políticas que se alimentan de estas “inyecciones” millonarias en años electorales?

A pesar de sus implicancias fiscales, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) —que debería haber sido un muro de contención técnica— avaló la norma. Su titular, Raúl Pérez-Reyes, inexplicablemente apoyó la medida. Incluso el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Arana, ya anunció que el Ejecutivo promulgará la autógrafa “a la mayor brevedad posible”. La pregunta cae por su peso: ¿por qué tanta urgencia?

“La autógrafa será publicada lo antes posible, porque por encima de todo, están los peruanos que necesitan obras”, dijo Arana desde Huancayo. Una retórica vacía si se considera que muchas de esas municipalidades apenas consiguen licitar correctamente una obra menor sin escándalos o adendas millonarias.

En teoría, la ley contempla ciertos filtros. Para acceder al incremento, los municipios deberán haber ejecutado el 100% del presupuesto anterior, y el dinero deberá destinarse exclusivamente a obras. Nada de consultorías externas, dice la norma. Pero en un país donde los sistemas de control fallan sistemáticamente, ¿alguien cree que esos candados serán respetados? ¿quién fiscalizará el libre uso de los nuevos y millonarios recursos que tendrán las municipalidades?

Peor aún, el Congreso no tiene iniciativa de gasto, pero igual lo hizo. Y el Gobierno de Dina Boluarte, en una peligrosa confabulación, apoya sin reparos. ¿Coincidencia que esta millonaria asignación se haga justo cuando se acercan las elecciones generales y municipales? Pareciera que el verdadero objetivo no es descentralizar, sino llenar las arcas locales para asegurar campañas reeleccionistas y alianzas subnacionales.

Una vez más, el Congreso y el Ejecutivo entregan plata como cancha. Y el país, otra vez, lo pagará.

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Día Internacional de la Diversidad Biológica

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

Este 22 de mayo, Naciones Unidas (NU) conmemoró el Día Internacional de la Diversidad Biológica (DIDB), instituido en la ocasión de la firma del Convenio de Diversidad Biológica por los países de las NU, allá en el lejano 22 de mayo de 1992, en Brasil, Cumbre de la Tierra.

Se entiende por diversidad biológica a todas las formas vivientes del planeta, sean vegetales y animales, desde el gen hasta sus espacios que habitan. Por cierto, la especie humana y sus culturas forman parte de este concepto.

El tema para este año es “Armonía con la naturaleza y el desarrollo sostenible”.

A 33 años de la Convención, tanto los sistemas biológicos terrestres como marinos han entrado en colapso por el hipercosumo, la contaminación por hidrocarburos, por el plástico, que trae que vivamos mundos paralelos, con países que se consumen prontamente sus espacios y recursos y países como el nuestro, soñando “que somos mendigos sentados en un banco de oro”.

 Según el INEI, en el 2024 hubo 27.6% de peruanos viviendo en pobreza, lo cual constituye una afrenta para un país considerado como centro mundial de riqueza biológica, a la cual no se le da valor agregado por las políticas públicas dirigidas a la extracción de peces (anchovetas), minerales, sin que PROINVERSION visione el componente biológico y la extracción de hidrocarburos en el mar de Grau y en la Amazonía, donde se agrava con el narcotráfico, la expansión de la frontera agrícola con los menonitas, sin que nadie le coloque el cascabel al gato.

Casi no se habla de las exportaciones de paltas de la región La Libertad a Europa, que son devueltas por el exceso de cadmio de los fertilizantes y son reintroducidas en el mercado nacional para nuestro consumo. Mientras tanto, su gobernador Acuña, con 300 días de licencia, inspecciona sus negocios en el extranjero y no puede implementar un laboratorio de bromatología para el control de calidad de los productos. Más aún su falta política dada su cercanía con su ministro de Salud. De hecho en todas las regiones del Perú, se deben implementar estos laboratorios.

Ni qué decir del ministro de Energía y Minas, regalando toda la cuenca del mar de Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad para la exploración y explotación gasífera y de hidrocarburos, poniendo en riesgo la pesca artesanal, que es la que nos brinda proteínas a los hogares peruanos.

Asimismo, para señalar que el Congreso peruano no hace nada por ratificar el Convenio de la Biodiversidad Marina en Alta Mar, permitiendo la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada de flotas extranjeras, ni mucho menos se hace acción por la sostenibilidad marina peruana en áreas claves como el cambio climático, pesca sostenible, economía azul, contaminación marina, áreas marinas protegidas y seguridad marítima, bajo el lema NUESTRO MAR PERUANO, NUESTRA ACCIÓN.

Para cumplir con el tema del DIDB, se requiere una política de Estado que vincule los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 con los Objetivos y Metas del Marco Mundial para la Diversidad Biológica de Kunming, Montreal, que son agendas planetarias con aplicación país, que deben alcanzarse en conjunto con espíritu de un pacto para las generaciones futuras. En caso contrario, seguiremos siendo mendigos y nos quedaremos sin el oro biológico y mineral.

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Las malas artes del ministro Fabricio Valencia Gibaja

Lee la columna de Edwin Cavello

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Desde su nombramiento como ministro de Cultura en septiembre de 2024, Fabricio Valencia Gibaja ha estado en el centro de diversas controversias que han puesto en duda su capacidad para liderar una institución encargada de preservar y promover la identidad cultural del país. A pesar de ser cusqueño, el mayor rechazo a su gestión precisamente proviene de la ciudad imperial.

Uno de los episodios más polémicos fue su manejo de la obra teatral «María Maricón», presentada por la PUPC. La pieza, que generó una ola de rechazo por parte de diversos sectores religiosos, fue calificada como «espectáculo público cultural no deportivo» por una resolución emitida por la Dirección General de Industrias Culturales. Valencia Gibaja, al enterarse de la decisión, calificó el acto como un «error administrativo» y anunció el inicio de un proceso de nulidad, además de la renuncia de la funcionaria responsable. Sin embargo, la falta de supervisión previa y la tardanza en la respuesta evidencian una gestión reactiva más que proactiva.

Otro punto crítico ha sido la ejecución de proyectos faraónicos sin una planificación adecuada. Se destinaron 500 millones de soles para la construcción de un museo en Pachacamac. Un elefante blanco sin estudios previos sobre accesibilidad ni proyecciones turísticas, en un contexto donde el patrimonio cultural del país sigue siendo vulnerable y desprotegido. Durante la gestión de Valencia, el MUNA sigue sin ser inaugurado.

Dentro de su paupérrima gestión, también ha mantenido en el Mincul a funcionarios que arrastran investigaciones fiscales por presunta corrupción, y ha llenado el ministerio de allegados mediocres que mantiene mes a mes mediante órdenes de servicio.

El caso de la señora Shirley Hopkins es solo una muestra del manejo oscuro de los recursos públicos. Además, la reciente reducción del perímetro de las Líneas de Nasca. Fuentes del Ministerio de Cultura aseguran que la Resolución Viceministerial de las Líneas de Nasca habría sido una negociación política para mantener al ministro Fabricio Valencia en el cargo. Esto se sostiene con el apoyo de congresistas, tras el reciente escándalo de las órdenes de servicio a favor de Shirley Hopkins.

Finalmente, la gestión de Fabricio Valencia Gibaja se caracteriza por una serie de decisiones polémicas, presunta corrupción y favores políticos, todo esto sin importar la destrucción de nuestro patrimonio arqueológico.

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Una ballena en el desierto, o sobre una película de Mario Castro Cobos

Lee la columna de José Emilio Caro

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Por José Emilio Caro

Cuando me dirigí a la presentación de Paisaje social de Lima, me encontré con algunas personas del gremio de historiadores. Conversaban y esperaban en el Parque Kennedy. Alguien me mencionó que le incomodaba venir a Miraflores:

—Todo lo que ves aquí es una ilusión— dijo.

Lo miré sorprendido, pues, en general, tengo esa impresión, pero del mundo en su totalidad… Salvo el mar, por supuesto.

La presentación discurría sobre un acercamiento a Ricardo Palma. Revisé el libro y medité: en vez de seguir la corriente imperante en su tiempo, el romanticismo, Palma decidió trabajar sobre las tradiciones, mirando atrás, a la colonia, como referente. Enfocó su obra en las tradiciones orales urbanas. Quizá evitó abrazar el romanticismo porque vio la necesidad de cohesionar al colectivo bajo un discurso común. Decir que fue alguien que simplemente registró estas historias es un error: Palma hizo de las tradiciones su propio lenguaje, dotándolas de una voz auténtica y excelsa. Su obra-lenguaje trasciende hasta nuestros días.

Me despedí de los ponentes y del autor, Wilfredo Kapsoli. Luego me dirigí al encuentro de una película.

Una ballena estaba cantando con un ritmo solitario.

No pude negarme a una invitación para ver cine comercial. Era una de esas películas que se repiten. El boleto decía: Karate Kid: Legends. Terminé intoxicado. Me excusé para salir antes de soportar las dos horas completas de tortura.

Era preciso desintoxicarme de aquella película comercial. Pensé primero en ver algún corto de David Lynch; sin embargo, su partida aún dolía. En mi ordenador, me decidí por un largometraje de autor: Una ballena gigante, una ballena blanca, en la niebla. Mario Castro Cobos nos entrega un filme que sería su trigésimo quinto.

¿Qué es una novela?

¿Qué es una película?

No lo sé. Pero lo que sí sé es que deben conmoverme; de lo contrario, existe una bendición: el olvido.

La composición del arco argumental radica en el silencio de sus personajes. Relata lo que llamaríamos historias de viajes: una de amor, otra de la ciudad. Todo desde la perspectiva de la comunicación no verbal. Este será su pilar narrativo, invitando al espectador a interpretarla desde su propia subjetividad, buscando referentes de forma lúdica y apostando por las ideas, es decir, creando su propia estética. Las escenas, en mi humilde opinión, son unidades de sentido completas e interdependientes, que forman las secuencias del macrorrelato.

Las sensaciones que dejan las imágenes y el sonido en el auditorio son variadas: suavidad, rugosidad, naturaleza, sonido, ruido, silencio, inocencia.

El filme tiene una arista que apunta a recordarnos que el lenguaje humano es, en gran medida, no verbal: entre un 60 % y un 93 %, dependiendo del contexto y del tipo de comunicación. Es probable que sea incluso más, ya que, en nuestra actualidad, la cultura de masas está apegada a las apariencias.

En el filme existen personajes con voz, como los niños o la escena donde una figura de autoridad los conmina a desalojar un área verde. ¿La falta? Recostarse sobre la hierba, estar tumbado bajo el sol en una plaza. Esto nos habla de una ciudad que norma los espacios públicos y dicta cómo debe comportarse el individuo, privándolo de su libertad física.

Dentro de los personajes que están dispuestos en la arquitectura del largometraje, el ojo (panóptico) o la cámara es también un personaje. Es un narrador-testigo que construye esta ciudad idílica. En lo privado, dentro de un medio de transporte, regresando de Cajamarca, los niños tienen voz. La inocencia se escapa o se conserva, quizás apuntando a la imaginación como escape.

Claro, ¿alguna vez viste una ballena? Un pez con pulmones. ¿Sabrán los niños que las ballenas caminaron por la tierra y luego volvieron al mar? ¿Cómo no imaginarlas volando? Seres gigantes en el cielo, como nubes. Así, el filme de Mario es ‘elefantástico’: una delicada ballena que silba, de vuelta al desierto de Lima.

Película

Más películas

https://www.youtube.com/@marszproject7155/videos

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Opinión

Entre la nada o el amor

Lee la columna de Julio Barco

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De la tierra del tango y de Borges, de Charly García y Juan L. Ortiz, nos llega la cadencia libérrima de la poesía de Orlando Valdez.

Hablemos sin preámbulos de La cobardía del silencio (Laborde Libros Editor, 2017). Aquí el poeta muestra su identidad, sus tristezas y esperanzas. Poetiza: “y estoy muriéndome niño/ porque niña es mi muerte/ morir/ morir lentamente/ del jamás morir/ morir/ infinita dolencia” (pág 13). Ese callar no es místico: es un cuerpo bullicioso, que grita de verso en verso: “y estoy aquí pudriéndome/ en la sombra de una foto” (pág 15).  Estos versos breves son tránsitos de túneles existenciales, donde la sombra se fusionan para condensarse en un lenguaje crepuscular. 

Sin embargo, surge la luz de los cuerpos. Así entramos a Zedlav (Laborde Libros Editor, 2020). Trabajo que fusiona la delicadeza lírica con un reflexivo ejercicio sobre la mística amorosa. Los cuerpos se juntan, se funden, se descuartizan (¿acaso un eco de Girondo?) y se vuelven piel o símbolo: Temblar y temblando/ estremecer / estremecer/ vos tan yo de vos/ yo tan vos de mi (pág 17) Las palabras no son sino el sudor y el eros: una erotización del instinto.

     En ese sentido, la obra de Valdez nace del gozo y es gozo textual: así, florece el lector y la palabra es un saltamontes en la música rutinaria. Es así que se consigue el fuego, el ardor vital de los amantes: con ardor / ardor ardor / sin mañana/ sin traición (pág 72). Y lo que nace del fuego es verdad; y la verdad es belleza. Así la verdad de sus poemas al reivindicar la ternura de los sentimientos, nos humaniza y enriquece.

    Si en La cobardía del silencio hay apenas un ápice de salida, en Zedlav todo se renueve y germina: la palabra entonces chamusca la piel y la mente. Del primero, se siente la lucidez del aforismo; las calles argentinas, tal vez una esquina donde venden empanadas y la garúa mana; y del segundo, la ternura y los diminutivos. Alzando nuestras copas llenas de vino, celebremos la poesía de Valdez.

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Opinión

¿Qué pensaría Jean-Luc Godard de Cosmic miniatures, de Alexander Kluge?

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Por Mario Castro Cobos

Aquí lo que me respondió la IA (el chat GPT) sobre la pregunta que me obsesiona.

Tanto Godard como Kluge fueron (¿fueron?, ¡son!) figuras centrales del cine moderno europeo, profundamente influenciadas por la teoría crítica, en especial por la Escuela de Frankfurt, y comprometidas con una forma de cine ensayístico, fragmentario y político.

Claves

1. Fragmentación como forma.- Godard valoraba la discontinuidad narrativa y el montaje como forma de pensamiento. Cosmic Miniatures está compuesto por microensayos audiovisuales —una constelación de ideas más que una historia lineal—, algo que seguramente Godard encontraría estimulante. Él mismo practicó este tipo de montaje en sus obras más tardías, como Histoire(s) du cinéma o Adieu au langage.

Posible pensamiento godardiano: “Kluge no hace cine para contar historias, sino para interrogar el mundo. Eso es cine, no televisión.”

2. Pensamiento filosófico y político.- Ambos comparten una visión crítica de la historia y de la modernidad. Kluge se apoya en fuentes como Kant, Marx, Benjamin y Adorno; Godard también, especialmente en sus últimos trabajos. La dimensión cósmica de Cosmic Miniatures podría interesarle a Godard en tanto rearticula preguntas sobre el lugar del ser humano en la historia, la técnica y el conocimiento.

Godard podría decir: “El cosmos no está en el cielo, está en los huecos del montaje.”

3. Crítica a los medios y la imagen.- Kluge desmonta el lenguaje de los medios en Cosmic Miniatures, algo que Godard también hizo durante décadas. Ambos sospechan de las imágenes espectaculares y buscan la verdad en la discontinuidad, en la duda, en lo que no se ve.

Paralelismo: En vez de hacer una imagen “bella”, ambos buscan una imagen “crítica”.

4. Colaboración con el pensamiento.- Kluge trabaja con científicos, filósofos, e incluso IA en sus obras. Godard también dialogaba con el pensamiento filosófico, aunque con un tono más lírico y opaco. Podría haber visto en Kluge a un “hermano del ensayo”, aunque tal vez lo habría encontrado demasiado discursivo o explicativo.

Conclusión.- Godard probablemente habría respetado profundamente Cosmic Miniatures, aunque quizás también la habría visto como una obra más “intelectual” que “cinematográfica” según sus propios estándares. Pero sin duda, la reconocería como una obra comprometida, radical y libre, y eso para Godard siempre fue lo esencial.

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Opinión

Concepción Carhuancho: el juez que pone a los poderosos tras las rejas

A diferencia de otros jueces, Concepción Carhuancho enfrentó a expresidentes, líderes políticos y empresarios intocables. Su firmeza e imparcialidad lo convirtieron en blanco de campañas de desprestigio e intentos de recusación orquestados por quienes ven en su independencia una amenaza al sistema de impunidad.

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El juez tarmeño Richard Concepción Carhuancho se ha convertido en una de las figuras más emblemáticas y persistentes en la lucha contra la corrupción en el Perú. Desde los primeros coletazos del caso Lava Jato, su nombre ha sido sinónimo de firmeza judicial y de voluntad de enfrentar a quienes, desde el poder político y económico, han saqueado el Estado. Pero esa misma determinación lo ha puesto en la mira de fuerzas fácticas que no perdonan: empresarios millonarios, políticos influyentes, y operadores mediáticos que prefieren ver a jueces sometidos, timoratos, y no a independientes.

A diferencia de otros magistrados, Concepción Carhuancho ha trazado una línea de acción que ha incomodado a los actores más poderosos del país. Ha dictado prisión preventiva contra expresidentes corruptos como Alejandro Toledo y Ollanta Humala, actualmente sentenciados y recluidos en el penal de Barbadillo. Y también contra figuras emblemáticas del fujimorismo como Keiko Fujimori, y contra poderosos empresarios que antes eran intocables, como los primos José Graña Miró Quesada y Hernando Graña. Su imparcialidad y tenacidad lo han convertido en blanco de campañas de desprestigio, denuncias administrativas e intentos de recusación, como el impulsado por el investigado Jaime Yoshiyama.

En 2018 Concepción Carhuancho dictó prisión preventiva contra Keiko Fujimori.

Lo que está en juego aquí no es solo el destino de un juez incómodo, sino la posibilidad de que el Perú cuente con un sistema de justicia independiente que no se arrodille ante el grotesco poder económico ni ante la maquinaria política que busca impunidad.

Apresó a presidentes y millonarios

El historial de decisiones del juez Concepción Carhuancho habla por sí solo. El 9 de febrero de 2017, ordenó 18 meses de prisión preventiva para el expresidente Alejandro Toledo, acusado de recibir sobornos por más de 20 millones de dólares de Odebrecht a cambio de la licitación de la Carretera Interoceánica Sur. Hoy el corrupto Toledo Manrique cumple condena en el penal de Barbadillo.

Juez Concepción Carhuancho ordenó prisión a expresidente Alejandro Toledo.

Ese mismo año, el 13 de julio, el juez dictó prisión preventiva contra el expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, por haber recibido aportes millonarios de las empresas brasileñas Odebrecht y OAS. Ambos han sido sentenciados a prisión, aunque Heredia se encuentra prófuga en Brasil.

Ollanta Humala y Nadine Heredia fueron sentenciados por corrupción.

Pero uno de los golpes más simbólicos fue el que alcanzó a los intocables del empresariado. En diciembre de 2017, Concepción Carhuancho dictó 18 meses de prisión preventiva contra los omnipotentes José Graña Miró Quesada, Hernando Graña y otros ejecutivos de empresas socias de Odebrecht. La Fiscalía señaló que habían entregado sobornos al entonces presidente Toledo. Era un hecho inédito; el poder económico enfrentaba por primera vez una celda.

Como era de esperarse, la reacción del sistema ‘protector del poder’ no tardó. En marzo de 2018, la Primera Sala Penal de Apelaciones revocó la medida y liberó a José Graña, cambiando su prisión por comparecencia simple. Poco después, fue excluido del proceso penal del caso Metro de Lima, gracias a su estatus de “colaborador eficaz”. La justicia parecía volver a su cauce habitual: indulgente con los poderosos.

Juez Concepción Carhuancho dictó 18 meses de prisión preventiva contra el omnipotente José Graña Miró Quesada.

Prisión contra el crimen organizado

La acción de Concepción Carhuancho no se limitó a la esfera política o empresarial. También enfrentó al crimen organizado. En 2015, dictó 18 meses de prisión preventiva contra Gerald Oropeza, alias “Tony Montana”, y contra Gerson Gálvez Calle, alias “Caracol”, ambos cabecillas del narcotráfico en el país. En 2017, impuso la misma medida contra Pedro Pérez Miranda, conocido como “Peter Ferrari”, vinculado al lavado de dinero a través de la exportación ilegal de oro.

En 2014, también ordenó la detención del entonces gobernador regional de Áncash, César Álvarez, por el caso «La Centralita». Álvarez fue luego condenado a 19 años de prisión. Cada uno de estos casos reafirma el perfil de un juez que no hace distinciones entre políticos, empresarios o criminales. Aquí no se trata de poner las manos al fuego por Concepción Carhuancho, porque sus acciones podrían ser perfectibles. No obstante, a través de ellas en los últimos años podemos colegir que su norte es la legalidad, aunque esta incomode.

El poder lo contraataca

En enero de 2020, el juez Richard Concepción Carhuancho ordenó prisión preventiva contra el exalcalde del Callao Juan Sotomayor y el excongresista de Fuerza Popular Víctor Albrecht, por corrupción en el caso de la empresa municipal ‘Slimp Callao’. Más recientemente, en noviembre de 2024, dictó detención preliminar contra Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta Dina Boluarte, y contra su abogado Mateo Castañeda, por organización criminal en el caso “Los Waykis en la sombra”.

Concepción Carhuancho dictó 36 meses de prisión preventiva contra Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta.

Ante semejante prontuario de decisiones contra figuras influyentes, no sorprende que el sistema intente neutralizarlo. La ofensiva más reciente ha sido la difusión de un audio donde supuestamente el juez emitía opinión anticipada. Sin embargo, Concepción Carhuancho ha salido a desmentirlo con firmeza: “Ese audio es falso, trucho, es bamba. Ha sido creado con la finalidad de desprestigiarme”, declaró en una emisora local.

La fabricación de pruebas y la guerra sucia no son nuevas en contextos donde se quiere destruir a quienes tocan intereses prohibidos.

La consigna es deshacerse de Concepción Carhuancho

Retirar al juez Richard Concepción Carhuancho de los casos más sensibles no solo busca frenar procesos. Envía un mensaje de advertencia a todos los jueces del país: “quien ose enfrentar al poder será removido”. Se trata de un intento de restaurar un orden perverso donde los ricos, los políticos corruptos, los mineros ilegales y los narcotraficantes operan con total impunidad, sabiendo que el sistema judicial está a su servicio.

Las fuerzas que desean verlo fuera no se limitan a lo legal. Son políticas, empresariales y mediáticas. Actúan en las sombras, con recursos, influencias y conexiones que operan para construir impunidad. Lo que está en disputa no es el cargo de un juez, sino el principio republicano de que nadie está por encima de la ley.

A Concepción Carhuancho coloquialmente le llaman: el “juez canero”.

El Perú, con todas sus heridas institucionales, no puede permitirse perder a los pocos jueces que todavía creen en la justicia como un bien público, y no como una mercancía negociable. Cautelar la labor de Concepción Carhuancho no es defender a un magistrado; es defender la posibilidad de un país distinto.

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