Es imposible no vincular la muerte -trágica – de Alessandra Chocano con la oleada de visibilización de la violencia contra la mujer y la cobardía imperante en la sociedad peruana. Pero ¿por qué no nos preguntamos y nos preocupamos por la exposición al peligro de todas las jóvenes de 16 años? ¿Por qué hay tantos canallas que ponen en entredicho hasta la reputación de esta joven? ¿Por qué no se entiende que cualquiera puede ser hasta distorsionado y no por ello se puede consentir que se nos produzca un daño? Nadie quiere, ni aun el más masoquista, que se vulnere su libertad, su posibilidad de decir ¡No!, su posibilidad de resistencia, etc. Por eso, lo más repudiable de todos estos sucesos, hasta el momento, es la forma como responde la gente yendo en contra de quien ya no puede responder ni defenderse por sí misma y esto es lo más indignante y funesto de todo este caso.
El peligro de las violaciones y toda forma de exceso en contra de la libertad de las mujeres no solo son las que ya se han señalado hasta el cansancio sino que existe un despreciable gesto alcahuete respecto de «sacarle ventaja» a una chica. Invitar a una mujer a salir, darle comida y trago, hasta llevarla de pases, comprarle regalos y otros detalles siempre han tendido en las mentes más retorcidas y limitadas de los más miserables «machos» a creer que deben ser retribuidos de forma sexual. Existen varias frases sobre esta modalidad realizada por imbéciles y por gente sin ninguna capacidad de ser entretenidos o atractivos por su propia cuenta. Por ejemplo, «boca come, el… paga». Y todos lo sabemos y hemos sido testigos de este tipo de afirmaciones y muchos no han respondido como se debe, es decir, interpelando a estas bestias a reflexionar sobre su vileza, la que es más grande porque se normaliza como si nada y ni siquiera se considera con la gravedad que se merece.
Si esta serie de detalles les ha parecido infame, añadan drogas al asunto y la noche se habrá vuelto un escenario de fieras depredadoras tan o más peligrosa que las noches de los primeros tiempos.
Añadan orgías y «requisa» de celulares en la previa y tendrán un escenario bien dispuesto para los más grandes excesos y violencias en los que no habrá ninguna posibilidad de auxilio para quienes se vean prácticamente incomunicados hasta que así lo decida el interesado en el máximo vacilón y el más extenuante desahogo de sus sentidos, al que, desde luego, no le importa si le siguen el ritmo o si se manifiesta alguna contradicción respecto de su búsqueda de placer.
Sin duda, cabe preguntar, ¿por qué aceptaría uno en su sano juicio entrar a un local cerrado y entregar el celular en lugar de mantenerlo bajo nuestro propio cuidado como una forma de protección o siquiera como una posibilidad de alerta para que los amigos o alguien cercano pueda facilitar alguna ayuda en caso las cosas se salgan de control? La respuesta es muy simple, quien se entrega tan descuidadamente al peligro no está en su «sano juicio».
Escribo estas líneas solo como una reflexión y un desahogo porque es terrible como durante años este tipo de prácticas han sido cosa común en los medios más viciosos del orbe y ojalá se termine pronto con este ejercicio desaforado del «ventajismo» y la maldad.
¿Tiene todo esto algo que ver con la muerte de Alessandra Chocano? No podría demostrarse de inmediato este vínculo pero si podemos decir que este tipo de after party deben ser señaladas como lo que son, un acto de «ventajismo» indebido sobre gente que por más mundo y calle que tengan siempre estarán en situación de desventaja y en un medio regido por reglas que no son las que, sin duda, preferirían si pudieran reflexionar sobre la obvia estupidez que están haciendo al meterse en esta suerte de hocicos depredatorios -«bocas de lobos»- . Lamentablemente, ser joven y estar absorto en excesos de tragos y otras cosas no consiente una reflexión instantánea de lo que uno está haciendo para mayor complacencia de los miserables que facilitan esta clase de accesos y abusos.
2.
El Perú es un país enfermo por mil motivos y, así, hay violaciones todos los días, inclusive violaciones en las que el agresor es múltiple, es decir, grupal, o en las que las víctimas son menores de edad y en las que se agrava el problema puesto que muchas terminan con la muerte. Sin embargo, todos estos casos nunca se utilizan ni se señalan exhaustivamente porque no sirven para el posicionamiento de nadie y, en ese sentido, nadie se preocupa de visibilizar todas estas tragedias y abusos que, además, generalmente, quedan impunes.
Por otro lado, la violación de la empadronadora durante el Censo fue utilizada políticamente de inmediato y considero correcto que así se hiciera. Del mismo modo, considero positivo el uso político que se hizo del hashtag #PerúPaísdeVioladores pese a no estar de acuerdo, en general, con aquellos que propalaron esta idea que fue exhaustivamente problematizada pese a las limitaciones evidentes de sus detractores y de sus «portaestandartes» originales.
El caso de Alessandra Chocano, en cambio, es más oscuro y parece que se hiciera todo lo posible para que se haga aún más indescifrable. Y no me refiero al hecho en sí que, de por sí, es escabroso y del que no se tienen más que referencias indirectas pero del que si se puede decir que ha sido objeto de veladuras y ocultamientos absolutamente indebidos desde la forma en la que se dieron los hechos de esa noche según los «testimonios» que hasta el momento se han hecho de conocimiento público y, desde luego, por el modo en que ha sido abordado por las autoridades y el «periodismo» nacional.
Los medios de prensa han utilizado este caso, tan lamentable, a fin de saciar el morbo de una población descastada y fría antes que en hallar un develamiento de los hechos. Las redes sociales, además, se han hecho un sucedáneo del infierno más vil y, en ellas, no pocos usuarios -«personas»- critican sin piedad a la joven fallecida y sería fácil decir que con gente de esta categoría no es posible llegar a ninguna parte que sea distinta a una letrina feroz pero pasaremos de ello para indicar que este tipo de conducta es recurrente en la sociedad peruana, máxime cuando hay quienes sacan cara por Jordy Reyna cuando ni siquiera es claro hasta qué punto es responsable de lo que le sucedió esa noche a Alessandra Chocano. Este detalle es interesante porque pasa la responsabilidad enteramente al lado de quien llevó la peor parte esa noche, sin detenerse a pensar que con esa acción cualquier responsabilidad que pudiera tener el futbolista desaparece y es evidente que este «desaparecimiento» es indeseable.
Aunque sea imposible acusar a cualquiera de los presentes en ese departamento infausto de cualquier delito, ya que hacerlo sería un acto difamatorio si se puede señalar que el modo por el que la gente culpa a la fallecida y libera de toda responsabilidad a los otros asistentes y potenciales testigos o involucrados en la muerte de Alessandra Chocano es una muestra plena de la alcahuetería intrínseca de la sociedad peruana y es una lástima tener que confirmar su perennización día tras día.
Las investigaciones no parecen suficientemente claras pero dado lo complejo del caso podría entenderse a primera vista que se mantenga en reserva. Sin embargo…
4.
Los resultados de la necropsia deben ser expuestos de inmediato porque todo este caso parece estar envuelto en los mantos más fétidos de la historia.
5.
Sería una vergüenza que todo esto quede en «nada», tal cual suelen definirse muchos casos parecidos para perjuicio de todos los involucrados y, desde luego, de la sociedad.
6.
Lo único que cabe es exigir a las autoridades que rindan cuenta de sus investigaciones y si hay irregularidades, los responsables deberán ser sancionados con el máximo rigor.
7.
Ayer vi al abogado de Reyna en el programa de Ortiz mientras los padres de Alessandra Chocano afirmaban tener pruebas que contrarían su coartada y sentí lástima por el ejercicio de la abogacía.
8.
Hoy están Lima los padres de la difunta deportista y han afirmado tener numerosas pruebas, hasta el momento ocultadas o no exhibidas, que desmienten diversas posiciones y coartadas expuestas tanto por la defensa de Jordy Reyna como por todo aquel que usa Facebook y responsabiliza a la menor respecto de su terrible fin. Esperemos que se actúen de inmediato y que se obtenga la justicia debida.
9.
Pienso en tener 16 años de vuelta y creo que la muerte a esa edad no debería existir ni siquiera como un oscuro presagio. ¡Hado fatal, a veces hay quienes se creen inmortales y no se dan cuenta que son los más frágiles animalitos de la jungla!
10.
La noche no tiene misericordia de nadie.