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Opinión

Recursos humanos, de Laurent Cantet (1999)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Lo que se siente al ver esta película. Ese sentimiento… tan agradable, de, sin caer en la ingenuidad y la simpleza; esto no parece una película, se dice uno a sí mismo, parece algo más, parece, por momentos, algo vivo y cotidiano, que se despliega ante tus ojos. ¿Un pedazo de vida? Captado en cine, eso. O casi. O cerca. Es lo que podríamos llamar una realidad examinada, mientras se manifiesta, se produce, se hace presente.

La luz más cruda del documental vs. la luz más, supuestamente, compuesta de velos, de la ficción. Si menciono este relativo lugar común tan útil como discutible, es para examinarlo in situ, al ver esta película. Hay una guerra silenciada, no hay, pues duda alguna; hay una violencia o injusticia estructural, institucionalizada, invisibilizada, naturalizada, es lógico y evidente si recuerdas en qué sistema estamos y miras la trayectoria del personaje que hace las veces de ‘conciencia’.

La ignorancia, el conformismo, la pereza, la apatía, la pasividad, una suerte de realismo estrecho, o la simple falta crónica de oportunidades que te modela, todo lo que puedes encontrar sin tanto esfuerzo en tu experiencia con quienes podrías llamar con una punta de soberbia, la gente normal, común y corriente. Ese ‘el mundo es así y nadie lo va a cambiar’, casi como lema. Urge ser consciente, revolverse, trazar estrategias, ayudar a despertar.

Claro, son buenos trabajadores, pero están pavlovianamente imbuidos en su gran costumbre, ¿cómo sacarlos de ahí? Sí pues, nada se oculta, todo está claro, es el famoso cine social, la famosa lucha de clases. Y sucede que ambas cosas sí existen. Aquí a funciona a la perfección el papel del personaje protagonista, su estar en medio de aguas mezcladas, con dos polos, los extremos y la escala de grises, con su firme deseo de no traicionar a los suyos.

Que luego, que enseguida, que gracias a la educación que recibió, son y no son los suyos. Al final lo son, pero con ciertas dificultades. Has dado una probadita a otro mundo… Pero no se preocupen, las cosas se aclaran maravillosamente cuando todo se reduce a que los patrones están encantados de despedir gente y están usando al ‘joven ejecutivo venido de abajo’ con ese fin. Porque para ellos, los humanos, ‘que no son como ellos’, son más recursos, que humanos, o eso quisieran.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Mario César Castro Cobos es cineasta y crítico de cine. Fundó y dirigió el Festival de Cine Lima Independiente así como las revistas Voyeur, Abre los ojos y el blog La cinefilia no es patriota, y condujo el programa de radio del mismo nombre en Radio Lima Gris. Además, escribió para Cronopia, Las sumas voces, Butaca, Mabuse, Godard!, Diario 16 y Buensalvaje. Formó parte de los cineclubs del BCR, Biblioteca Nacional, Centro Cultural Arcais, Universidad Científica del Sur, Universidad Cayetano Heredia y Universidad de Ciencias y Humanidades. Acaba de estrenar su cuarto largometraje.

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Opinión

Los monopolios matan: De Intercorp a Medifarma, los pobres siguen poniendo los muertos

La historia se repite: los monopolios en el Perú no solo acumulan fortunas, sino que también acumulan cadáveres. Mientras las grandes corporaciones expanden su control sobre mercados esenciales desde supermercados hasta medicamentos, los más pobres pagan con su salud, su vida y su silencio. Dos casos emblemáticos lo demuestran: la desgracia silenciada de INTERCORP en Trujillo y la reciente tragedia de los sueros contaminados de MEDIFARMA, que domina el 70% del mercado farmacéutico peruano.

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Por Jorge Paredes Terry

El monopolio que enterró la verdad: INTERCORP y Real Plaza en Trujillo

En 2023, el derrumbe de un muro durante la construcción del Real Plaza en Trujillo dejó tres trabajadores muertos y decenas de heridos. La prensa local apenas lo mencionó, las investigaciones se estancaron y el caso quedó sepultado bajo el peso de los intereses económicos. INTERCORP, el gigante financiero y comercial de los Rodríguez Pastor, manejó la narrativa: no hubo titulares nacionales, no hubo responsables tras las rejas, solo familias destruidas y un silencio comprado.

El caso de la caída del techo del Real Plaza de Trujillo es otro incidente trágico que ocurrió el 21 de febrero de 2025. Ese día, el techo del patio de comidas del centro comercial colapsó, dejando un saldo de seis personas fallecidas y más de 80 heridos.

La tragedia ocurrió mientras el recinto se encontraba en plena operación, con decenas de clientes en la zona afectada. Las labores de rescate se extendieron por más de 40 horas, y las autoridades iniciaron una investigación para determinar las causas del siniestro.

Intercorp, la empresa propietaria del Real Plaza, se vio envuelta en una crisis debido a este incidente. La empresa aseguró que se haría cargo de la atención médica de los afectados y cubriría los gastos derivados de la tragedia.

Sin embargo, la responsabilidad de Intercorp saltó a la luz, por  la seguridad y el mantenimiento del centro comercial, los familiares de las victimas han pedido una investigación más a fondo sobre las causas del colapso. El silencio de los medios de comunicación y de las autoridades sobre este caso causa sospecha.

¿Por qué? Porque en el Perú, los monopolios tienen más poder que el Estado. Controlan medios de comunicación, influyen en fiscales y entierran sus errores con dinero. Mientras tanto, los trabajadores precarios sin contratos, sin seguridad siguen siendo carne de cañón para sus ganancias.  

MEDIFARMA: Cuando el monopolio de los medicamentos se convierte en veneno  

Ahora, el mismo patrón se repite con MEDIFARMA,  la empresa que domina el mercado de insumos médicos en el Perú. Sus sueros fisiológicos contaminados han sido vinculados a muertes de pacientes en hospitales públicos y clínicas  donde el pueblo recibe tratamientos con productos de dudosa calidad. ¿La razón? No hay competencia real. MEDIFARMA controla el 70% del mercado, fija precios y, ante la falta de alternativas, el Estado y las clínicas siguen comprando sus productos, aunque fallen.  

Este no es un error aislado: es la consecuencia natural de un sistema que permite que unas pocas empresas decidan quién vive y quién muere. Cuando no hay competencia, no hay incentivos para mejorar. Cuando no hay regulación, los abusos son inevitables.  

El costo humano de los monopolios: los pobres siempre pierden.

Los monopolios no son solo un problema económico: son una sentencia de muerte para los excluidos. En un país donde el Estado es débil y la corrupción abre puertas, las grandes corporaciones:  

1. Ahogan a la competencia: Pequeñas farmacéuticas o comercios locales no pueden competir con sus precios predatorios o su influencia política.  

2. Controlan la información:  Casos como el de Trujillo se silencian porque los mismos dueños de las empresas tienen acciones en medios.  

3. Externalizan sus riesgos:  Los trabajadores precarizados y los pacientes pobres asumen los costos de su negligencia.  

Hasta cuándo?  

El Perú necesita urgentemente:  

  • Leyes antimonopolio fuertes, que rompan los oligopolios en sectores clave (salud, alimentación, banca).  
  • Fiscalías independientes, que investiguen sin miedo los abusos de estos grupos de poder.  
  • Medios valientes, que dejen de ser voceros de sus anunciantes y denuncien las injusticias.  

Mientras tanto, los muertos siguen apilándose. Los de Trujillo bajo el cemento de un mall, los de los hospitales y clínicas por sueros envenenados. Y la pregunta queda flotando: El próximo serás tú? ¿O seguiremos esperando que el monopolio decida cuándo y cómo morimos?  

Basta ya. Los monopolios matan, y lo estamos permitiéndo!

Comparte y exige justicia!

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Opinión

La estultez del congresista Bustamante

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

Lo estulto de la declaración del congresista Ernesto Bustamante Donayre (FP),  biólogo, Magister, Universidad Cayetano Heredia, Dr. Universidad Jhons Hopkins, USA; ex Decano Colegio Nacional de Biólogos; referida a que las mujeres “por su condición biológica, no pueden ser científicas”, es otra muestra más, de su estulticia.

Ya antes de ser congresista, pontificando en la pandemia, como ex jefe del Instituto Nacional de Salud, señaló, “que a falta de alcohol gel o jabón para desinfección de manos, se use la saliva”.

Recientemente defendiendo al ex ministro del Interior Santiváñez señaló, “el ministro no es el gran papá que tiene que cuidar de todos, ya que cada uno debe de cuidarse”, poco le faltó añadir, como en el viejo oeste americano, salvo que esté pensando en hacer lobbies de venta de armas.

El biólogo congresista se olvidó de su clase de “condición biológica”, que no es más que, el grado de bienestar de las personas humanas u organismos no humanos, dentro de su comunidad, sin que tengan efectos adversos nocivos correspondientes, según la composición taxonómica.

Lo estulto del biólogo congresista y ex Decano Nacional, de manera monda y lirondo, es su absoluta falta de respeto de sus colegas mujeres, que hacen ciencia con mucha dificultad, ya sea por falencia del mismo CONCYTEC o por otras cosas, pero no por condición orgánica diferente. Ello es querer ser “súper macho”, al estilo de Lando Buzzanca.

No está demás recordarle al biólogo congresista que dentro de las laureadas con el Premio Nobel de la Paz, hay 19 mujeres, en el de Física 4, Química 8, Fisiología y Medicina, 13 mujeres (todas ellas biólogas), Literatura 18 y Economía 3.

Finalmente, para señalar que lo estulto no se quita con los grados académicos ni en universidades de élite y Bustamante con sus declaraciones infelices es señal inequívoca que él pasó por la universidad, pero que la universidad no entró en él ni en 0.0001%.

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Opinión

Ministro de Salud César Vásquez sobre suero defectuoso: “Es natural que genere pánico en la población”

El titular del Minsa llegó a la Comisión de Salud para referirse a la crisis de suero que se ha generado. Padres de una de las víctimas también estuvieron presentes en la sesión.

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«Ratifico en la solidaridad con las víctimas, comparto la indignación de ellos y la frustración». Fueron las palabras del ministro de Salud César Vásquez, ante la comisión del mismo que se centró hoy en las muertes ocasionadas por el caso de «Los sueros de la muerte».  El ministro solicitó venir a la comisión para comparecer y aclarar el panorama.

Qué sucedió. Primero «El laboratorio Medifarma a quien nosotros denunciamos el 24 de julio del año pasado, que junto a 14 laboratorios más formaban una red criminal que llamé La Red De Las Medicinas y que no me hicieron caso y que estaba detrás de una campaña de desestabilización en mi contra porque les era incómodo para ellos (…) Indecopi inició las investigaciones y hoy con frustración extraoficialmente me he informado que la Fiscalía ha archivado el caso. Nosotros hemos denunciado que estas empresas concertaban precios. Buscaban en las licitaciones se paguen precios mayores al mercado. No sé presentaban y quedaban desiertos. Ganaban así que se retrasasen las compras y ante un aparante desabastecimiento brutal no quedaba al Estado más que comprar directamente».

Además, mencionó: «A pesar de los errores y el destiempo en que se informó… El día en que se supo de los casos graves se sacó la alerta sanitaria y se inspeccionó el laboratorio y se concluyó con el cierre de esa área de producción y se concluyó también que se hizo mala producción y que no cumplieron con hacer un buen control de calidad. Nosotros hicimos nuevos controles de calidad para comprar los más de 10 millones de frascos que se compraron en 2024 para todo 2025. Pero el sector privado también debió hacer control de la calidad propia antes de administrarlo. Hemos hecho la denuncia al laboratorio y a la clínica».

La respuesta de los congresistas 

El primero en hablar fue Muñante que pidió cortara su alocución el ministro ante mucha explicación.

Según la tesis del ministro se trataría de «una estrategia de ellos [los laboratorios] es generar una incertidumbre de desabastecimiento».

Por su parte, la congresista Sigrid Bazán refirió que «son 22 millones de frascos de suero que la empresa a través de contratos que Digemin mismo ha permitido. El certificado los expide el Ministerio de salud». Luego arremetió contra Sonia Delgado «nombrada directora de Digemin es accionista de dos empresas farmacéuticas que asesoran a laboratorios de regulación en la misma entidad por lo que hay un conflicto de interés». 

Susel Paredes, por su parte señaló: «Están aquí los padres de Alejandra Landers que tiene muerte cerebral (…) ¿Tiene identificados a todos? Porque aparentemente están apareciendo casos nuevos en clínicas (…) Casi es un monopolio el tema este del laboratorio respecto al uso de este medicamento, 85% en el sector público y 60% en el privado (…) ¿Se harán compras internacionales de emergencia? ¿Hay plan de eliminación? No vaya ser que sigan esos frascos y lo vendan en las boticas».

Por otra parte, Katy Ugarte mencionó: «¿Quién devuelve esas vidas? (…) Pasó esto con los niños de Qali Warma intoxicados y ahora esto».

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Opinión

Si hubiera Estado de derecho, INDECOPI en minutos facilitaría que Ricardo Belmont recupere su canal

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

Recordemos que en el 2008 una portada de la revista ANDA News curiosamente se refería al INDECOPI, y en páginas interiores su editorial declaraba a RBC Televisión y a Ricardo Belmont Cassinelli como “enemigos de la industria”.

Han transcurrido 17 años desde esa declaratoria de guerra por parte de una revista perteneciente a los medios de comunicación de la era fujimorista, pese a que la persecución personal contra el dos veces alcalde de Lima y candidato a la presidencia en 1995, Ricardo Belmont, venía de más atrás en la línea del tiempo, pues la campaña demoledora contra su imagen empezó en 1994 con el Decreto Legislativo 776, que le cortó las rentas ediles para boicotear su gestión, sino que arreció al día siguiente de dejar el cargo de burgomaestre, en enero de 1996, con los programas Panorama y Contrapunto, entonces digitados desde el SIN de Montesinos.

Pero lo extraño o curioso es que la última batalla contra el promotor de la Teletón y de las causas nobles en provecho de la niñez más pobre, Ricardo Belmont, fue precisamente en los predios del INDECOPI, ese mismo ente referido en la portada de la revista ANDA News, pues mientras Ricardo ganaba su derecho a retornar al Canal en los fueros del Poder Judicial, de la SMV, del MTC o de la Bolsa de Valores de Lima (Cavalli), tomado por el primero de sus hijos junto a matones en abril del 2016, finalmente su regreso a gestionar y conducir su medio de comunicación fue obstaculizado por el INDECOPI.

Lamentablemente en esa entidad se manipuló el despojo y arrebato de una televisora, como Canal 11, y desde allí también se facilitó el incumplimiento de las sentencias del Poder Judicial que otorgaban beneficios sociales a los legítimos trabajadores de RBC Televisión, además de atentar contra las libertades de prensa y opinión de un medio de comunicación social.

Es decir, el INDECOPI -con su Comisión y Sala de Procedimientos Concursales- fue instrumentalizado directa o indirectamente para que -mediante una junta de acreedores hecha a la medida- se destruya el Estado de derecho, el derecho laboral, el derecho de propiedad y la libertad de prensa.

No obstante, hoy la batalla por superar ese impasse fraudulento o inventado para llevar a RBC Televisión ante una comisión concursal por supuesta falencia económica, sí puede acabar en pocos minutos con tamaña injusticia, y ello se concretaría más rápido si la Fiscalía, los trabajadores y el Poder Judicial ponen en verada a la Comisión de Procedimientos Concursales y al presidente de la junta de acreedores que ya tiene sanciones de multa por actuar dolosamente y mantiene alrededor de cinco procedimientos sancionadores a vista y paciencia de la susodicha comisión de procedimientos concursales.

Aún más, el propio INDECOPI de oficio podría sancionar y expectorar al actual presidente de dicha junta de acreedores, dejando así como entidad pública su triste papel de Celestina que ha venido practicando hasta ahora, pues está obligada a respetar la Constitución, las leyes laborales y penales, así como ejercer la buena fe corporativa, el “compliance”, la ética pública, la transparencia, la integridad e idoneidad.

Reitero, en minutos, puede regresar Ricardo Belmont a su canal si los funcionarios del INDECOPI (Comisión de Procedimientos Concursales) actúan en consecuencia de un Estado de derecho que haga del Perú una gran nación y no una República bananera.

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La campana de Julia Wong

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Julia Wong nos dejó hace un año. Pero su producción literaria no se ha detenido, más bien ha tomado cauce como un río vertiginoso o una estrella fugaz en el cielo limpio. Y en estos últimos meses, dos de sus libros han visto la luz incorpórea: “El libro aún no escrito por las mariposas” por Máquina Purísima de Cecilia Podestá y “La Campana de barro” por Maquinaciones narrativa que dirige el escritor José Donayre Hoefken. Y también un importante premio literario ha tomado su nombre.

La Campana de barro nos trae un texto híbrido a caballo entre la novela, la poesía y el ensayo donde la escritora indaga en la idea del suicidio o su promesa siguiendo las huellas de Esther Greenwood en La Campana de vidrio, de Silvia Plath y que le sirve para entregarnos un texto maduro sobre su infancia o de cómo miraba el mundo desde el Empire State de Nueva York; o sus viajes por Argentina, Korea, Alemania, etc.  Sus amores, sus amantes, su madre, su hija y el futuro incierto.

Este artefacto literario que nos entrega Wong le permite reflexionar o cuestionar su mundo interior incluido el sexo, pero también lo que sucede afuera: el término “gay”, el feminismo del cual no se siente parte y la sociedad en general donde ella siempre aparece como la migrante que trata de entender los matices por ejemplo entre los coreanos, chinos o japoneses.

Julia Wong nos habla del suicidio y se incluye en la lista: Plath, Luis Hernández, Florbela Espanca, Arguedas, su tía J; pero esto no es un rechazo a la vida, es más bien todo lo contrario. Julia amaba la vida, las librerías, las playas, las conversas con los buenos amigos y una copa de vino; y los festivales que organizaba en Chepén y a los que asistía de invitada. Y a pesar de su larga y penosa enfermedad nunca abandonó la sonrisa. Solo cuando ya no había nada qué hacer escribió en su Facebook: “No-soy-Guerrera,-ni-estoy-hecha-de-fierro.”

Y eso es lo que caracterizaba a Julia, una mujer sencilla con mucho mundo; naif por ratos y que te decía de frente: “eso me gusta de ti” o “no me gusta que digas esto o lo otro”. Repasar las conversaciones que tuvimos con ella es escribir otra novela mientras resuena esta Campana de barro donde Julia está llena de vida y de cuestionamientos.

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Educación, salud mental y el vecino de Miraflores

Lee la columna de Marisol Verónica Giordano Silva

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Por Marisol Verónica Giordano Silva

Asistimos en los últimos días a casos públicos de violencia vecinal, pese a que hay otros hechos graves que no llegan a los medios de comunicación y menos a convertirse en denuncias ante la Policía Nacional, el serenazgo o la Fiscalía. Es decir, hay una cifra negra que se mantiene fuera de la estadística.

Miraflores es uno de los distritos que más ha sufrido un cambio en su fisiognomía vecinal, pues hace treinta años no tenía la proliferación de edificios en zonas residenciales, tampoco recibía de lleno el vertiginoso incremento del parque automotriz o la multiplicación de mascotas, existiendo nuevos vecinos con tres, cuatro y hasta cinco canes o gatos.

No obstante, es el mundo y la sociedad en general los que se han visto más violentos sobre todo a causa de una falta de educación del carácter y de manejo del estrés laboral, por lo que Miraflores no es la excepción, pero los últimos acontecimiento sobre vecinos díscolos pueden ayudarnos a dar una clarinada de alerta y ejecutar ya mismo planes piloto con las principales autoridades de una comuna muy caracterizada que es guía o referente en muchos aspectos para otros distritos del país.

Por eso la Municipalidad de Miraflores debe liderar una campaña masiva de valores y coordinar planes específicos de prevención del delito con la Policía Nacional, teniendo el antecedente positivo -por ejemplo- de que en el último 2024 y en lo que va del 2025, se ha visto una importante labor con líderes policiales que aman a la comunidad y que tienen vocación de servicio como el comisario Cmte. PNP Jhon Luján, pero al otro lado de la moneda lamentablemente hay una enorme cantidad de vecinos, de familias miraflorinas e instituciones públicas que no han tomado verdadera conciencia de sus responsabilidades.

En este contexto, sobre la base de la labor del municipio miraflorino, de la Policía y la familia, vienen otros actores como la escuela (ya sea pública o privada), el sector salud distrital con especial cuidado en la prevención de las salud mental y en ello deben trabajar juntos la UGEL 07 y el MINSA con el objetivo de detectar desde temprana edad en la comunidad educativa los posibles casos de riesgo y violencia potenciales.

No obstante, hay un área capital y es el de las juntas vecinales, que en Miraflores tendrán una renovación en abril, pues con vecinos líderes y con la comunicación oportuna se pueden evitar actos no solo vergonzosos sino peligrosos para la vida de los buenos vecinos, a fin de no repetir las noticias recientes donde una persona arroja un objeto contundente desde el balcón de su departamento a la edificación del frente o cuando una mujer patea a una joven paseadora de perros, aunque existe un tercer caso resiente de acoso y agresividad de una mujer contra un joven publicista reconocido que con su trabajo apoya a grupos musicales, artísticos y culturales no solo en el distrito sino en el Perú.

En conclusión, unidos las autoridades municipales, la Policía Nacional, el Serenazgo, la Fiscalía, los líderes educativos y el personal del MINSA, entre otras instituciones públicas y privadas, se puede evitar que nuestro distrito deje lo que le ha caracterizado siempre, la residencialidad, la paz pública, el apoyo al arte y la cultura, así como el respeto a sus autoridades y buenos vecinos.

Donde estemos inculquemos los valores morales, el diálogo, el dominio de sí mismo y el respeto al otro, pues con acciones simples se construye una mejor sociedad, por ejemplo, cuando se pasea a una mascota con su correa obligatoria, y si hay alguien que no lo hace pues debe aplicársele la multa municipal correspondiente. Recordemos que tenemos derechos, pero también deberes. Igualmente, no permitamos la prepotencia contra nuestros amigos policías, serenos o buenos vecinos, y menos la discriminación, el acoso y el racismo. No dejemos que esas taras se conviertan moneda corriente en nuestro distrito.

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El programa común de la derecha peruana

Lee la columna de Tino Santander

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Por Tino Santander

Jaime de Althaus, el intelectual más lúcido de la oligarquía se ha convertido en el operador político más importante de los partidos, movimientos, colectivos y membresías de la derecha conservadora, liberal y neofascista del Perú. Althaus anunció la semana pasada en El Comercio —vocero de las dictaduras y de los grupos de poder económico— el «programa común» de la derecha peruana en materia de seguridad ciudadana. Presentó una serie de medidas administrativas desde la visión oligárquica que, supuestamente, acabarían con el crimen organizado y mejorarían la seguridad ciudadana. Incluso señaló que este «programa común» podría extenderse a educación, salud, transporte, entre otros ámbitos. Lo importante es el compromiso político de estos sectores con los intereses económicos de la oligarquía peruana.

Althaus tomó prestado, coincidentemente, el nombre de «programa común» de la izquierda francesa que, en 1972, anunció la unión entre socialdemócratas y la izquierda marxista de entonces.[1] Dicho programa consistía en:

  • Nacionalización de sectores estratégicos (banca, industria pesada).
  • Reformas sociales: reducción de la jornada laboral y aumento del salario mínimo.
  • Mayor justicia fiscal: impuestos progresivos a los ricos.
  • Mejoras en servicios públicos: educación y salud.
  • Política exterior independiente, crítica al capitalismo y al imperialismo.

Este programa común de la izquierda francesa de 1972 no ha perdido vigencia para muchos sectores de la «Francia insumisa» y de los socialistas franceses.

Por otro lado, en el Perú, los sectores populares están construyendo un «programa común» de la revolución social, que ya está en marcha y es indetenible. Este programa propone:

  • Democratización del crédito mediante la libre competencia, acabando con el oligopolio de los «cuatro jinetes del apocalipsis» (BBVA, BCP, Scotiabank, Interbank).
  • Reformas sociales: eliminar el monopolio farmacéutico.
  • Reforma del Estado: acabar con la burocracia corrupta, haciéndolo más eficiente y empoderando a SERVIR; suspender el proceso de regionalización durante un año para, junto a los gobernadores actuales y las organizaciones sociales, económicas, educativas y gremiales, construir un verdadero proceso de descentralización.
  • Convertir la minería en «el salario de los peruanos», es decir, ponerla al servicio del país, promoviendo proyectos mineros por cincuenta mil millones de dólares para financiar el déficit en infraestructura agraria, educativa y de salud.

El programa común de la revolución contempla también:

  • Construir carreteras, trenes y conectar al país con la revolución digital mundial.
  • Organizar al pueblo junto a las Fuerzas Armadas y Policiales para combatir la delincuencia común y la corrupción política y empresarial.
  • Reformar los organismos reguladores controlados por las empresas que deberían ser reguladas (el caso de la Superintendencia de Banca es escandaloso).
  • Promover la cultura como instrumento para afianzar la diversidad y construir una gran industria multicultural que produzca reconocimiento y riqueza.

Diez millones de peruanos sin agua ni desagüe no pueden vivir en la indignidad, ni millones de mineros artesanales pueden permanecer al margen del país. El programa de la revolución social plantea incorporarlos al Estado a través de empresas en las que este pueda asociarse con ellos para producir valor agregado y riqueza para todos.

El programa del pueblo no excluye a nadie, a diferencia de los grupos de derecha capitaneados por Althaus y los grupos de poder económico. El mundo enfrenta una guerra comercial desatada por Norteamérica con el fin de afianzar su hegemonía. Frente a esto, el programa del pueblo promueve una política de paz, libre comercio y unidad entre los hispanoamericanos y los pueblos del tercer mundo.

Estas son las diferencias entre el «programa común de las derechas fascistas peruanas» y la revolución social en marcha que construye el pueblo y que está abierto a todos los peruanos. La alternativa es clara: o avanzamos al futuro con la inmensa mayoría popular o retrocedemos con los opresores y corruptos de siempre. ¡De usted depende de qué lado quiere estar!


[1] Ver: https://alternativaseconomicas.coop/francia-1972-un-programa-comun-de-la-izquierda

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Caliwood, el mito del cine colombiano

Lee la columna de Edwin Cavello

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En la Cali de los años setenta, un grupo de jóvenes cinéfilos, escritores y cineastas se rebeló contra las convenciones del arte y la cultura, dando origen a un movimiento que hoy conocemos como Caliwood. Luis Ospina, Carlos Mayolo y Andrés Caicedo fueron los principales exponentes de este fenómeno que combinó cine, literatura y un espíritu contestatario.

La esencia de Caliwood se gestó en espacios como la mítica Ciudad Solar, donde estos artistas encontraron refugio e inspiración en la colectividad y la transgresión. En palabras de Ospina, eran “hijos de lo que pasó en mayo del 68”, una generación que rechazaba el statu quo y buscaba nuevas formas de expresión. Más que un simple grupo de cineastas, eran una comuna artística que desafiaba su origen de clase acomodada para sumergirse en la marginalidad de su país.

La propuesta de Caliwood se caracterizó por su estilo irreverente, su sentido del humor negro y su crítica mordaz a las estructuras de poder. Películas como Agarrando Pueblo (1978) de Ospina y Mayolo denunciaban la “pornomiseria”, término acuñado para cuestionar la explotación de la pobreza en el cine documental de la época. Lejos de la complacencia del cine comercial, estas producciones buscaban incomodar y abrir un debate sobre la ética de la representación cinematográfica.

Andrés Caicedo, por su parte, aportó la visión literaria y cinéfila al movimiento. Su pasión por el cine se reflejó en la creación del Cine Club de Cali y en su mítica revista Ojo al Cine. A pesar de su temprana muerte a los 25 años, su legado sigue vivo en obras como Que viva la música, traducidas a varios idiomas y reconocidas internacionalmente. Ospina, su amigo y compañero, defendió su genio asegurando que no fue un simple mito construido por su círculo, sino una voz excepcional cuya influencia ha perdurado por más de tres décadas.

El término “Caliwood” nació como una broma entre copas, pero se convirtió en un emblema de la identidad cinematográfica caleña. Desde su origen espontáneo hasta la actualidad, ha dejado huella en la cultura popular, al punto de inspirar museos, canciones y hasta letreros de negocios locales. Lo que comenzó como una pequeña revolución de cinéfilos terminó consolidándose como un hito del cine latinoamericano, demostrando que la verdadera transgresión artística es aquella que no solo desafía, sino que también perdura.

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