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Opinión

Recuerdos del poeta Arturo Corcuera

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Arturo Corcuera (AC) es uno de los principales poetas de la década del cincuenta (aunque a veces se le ubica en el sesenta), su libro Arca de Noé alcanzó los 40 mil ejemplares en una reimpresión en 1990. Su obra fue intimista con algunos rasgos de carácter social y muy imaginativa. También era conocido como “el mago de la palabra”. La poeta Lily Cuadra nos cuenta que cuando eran adolescentes, jugando carnaval, un balde le cayó en la cabeza a Corcuera y le hizo sangrar, pero todos rieron porque la juventud era una fiesta y celebraban la alegría de vivir y, cómo no, la poesía.

Yo recuerdo que cuando saqué mi primer libro, Sinfonía del Kaos (1993), me acerqué al Instituto Peruano Ruso para gestionar la presentación acompañada de bandas de rock y me recibió amablemente don Corcuera quien era el director y me dijo: “déjame el libro y ven pasado mañana”. Cuando regresé el poeta se subió encima del pupitre, puso sus pies sobre una silla, me miró fijamente y me dijo: “eres un buen poeta, pero no debes firmar como ‘Rodolfo V. Ybarra’, quítale esa ‘V’”; y después de una larga conversación y consejos literarios, apuntó:  el auditorio es tuyo ¡hagan esa presentación con concierto!

“El poeta nace y se hace. Viene con su ángel (poético) bajo el brazo, pero necesita formarse, educarse, enriquecerse de conocimientos, leer mucha poesía: a los grandes clásicos y a los poetas modernos. Las dos fuentes primordiales de la poesía son la lectura (sin ella no hay aprendizaje) y sin la vida no hay latidos. Sin vivencias no se gesta nada. El poeta se carga de recuerdos, dolores, imágenes, impresiones, amores, nostalgias para que se produzca el alumbramiento. Una mujer que antes no ha gestado no puede dar a luz una nueva vida. Y el poema es también una creatura, un ser vivo”, decía Arturo Corcuera.

Años después me tocó estar en una mesa literaria al lado del maestro y me preguntó por qué había “degenerado” en escribir cuentos y novelas y que la poesía es algo que uno debe llevar hasta las últimas consecuencias. Y le respondí al maestro que nunca había dejado ni dejaré de escribir poesía. Y eso fue una promesa.

Por cierto, Mario Benedetti, dijo que AC “es un valor indiscutible no solo de la poesía de su país sino también de América Latina”.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Opinión

El Partido Cívico OBRAS y su filosofía política

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

Al momento de pergeñar estas líneas, superada una antojadiza y ya desistida tacha, el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones tiene el camino listo para evacuar la resolución definitiva de inscripción del Partido Cívico OBRAS (PCO).

La participación electoral del PCO y el factor de su fundador, el periodista Ricardo Belmont Cassinelli, contribuirán mucho a elevar el nivel del debate y la calidad de la política, tan venidos a menos por la manipulación de los grupos del poder global que le cerró el paso a los verdaderos políticos y le abrió las puertas del Estado -de par en par- a los politicastros.

La pregunta clave es: ¿El Perú cómo podrá tener “políticos” y no “politicastros”? La respuesta es sencilla y consiste en hacer de los partidos verdaderas escuelas de pedagogía ciudadana; en edificar instituciones que respeten y practiquen la ética pública; y en debatir permanentemente con ideas o premunidos de filosofía política.

No más advenedizos y arlequines en las campañas electorales donde la farándula y el exhibicionismo han primado en estas tres décadas, razón por la cual personajes faranduleros, pillos, ladrones y politicastros resultaron ocupando miles de puestos públicos, llevando al país al hoyo en el que se encuentra.

Por tanto, la próxima campaña electoral tiene que ser diferente a las anteriores, y para eso el elector tiene que valorar antes de ir a las ánforas las ideas y meterse un poco más en la filosofía política. Esto es lo central en la ciudadanía con el objetivo de elevar el nivel del debate político y con el fin de exigir a las corporaciones mediáticas más transparencia y veracidad en sus noticias. De esta manera mejorará sustancialmente la calidad de los foros de discusión programática y de los candidatos a la cámara de diputados, al senado, a la presidencia y vicepresidencias, a los cargos municipales, provinciales y regionales.

En este contexto, el PCO tiene una filosofía consistente y eso le da fortaleza a diferencia de otras organizaciones políticas que se convirtieron en vientres de alquiler o clubes de tránsfugas. En consecuencia, lo sustantivo es la filosofía política, ya que de la cual se desprende el ideario, la doctrina y los planes de gobierno, y alrededor de esa filosofía deben girar las estrategias de comunicación, el marketing político y la convocatoria a los mejores hombres y mujeres de la Patria.

Ricardo Belmont ha configurado esa filosofía política desde el momento en el cual ha estado sometido a un proceso de dialéctica personal frente a los retos y al sistema imperante que le ha tocado confrontar, viendo pasar el último medio siglo de la historia del Perú hasta el presente, tiempo en el cual ha quedado completa e integrada su filosofía para ponerla de cara a la realidad nacional.

Sobre la base de la filosofía humanista y con el aporte de peruanos ilustres como José Faustino Sánchez Carrión, Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre y Augusto Belmont Bar, las ideas del PCO deben estar en concordancia con una praxis política responsable donde debe primar la disciplina, la ética y la integridad.

¿Cómo ser un líder estoico que refunde el Perú? Respecto de esta interrogante, sobre la base de la filosofía política planteada por Ricardo Belmont en distintos foros, en especial en los programas de Habla el Pueblo, y consultando por mi parte el interesante aporte de Daniel Ordaz, que resume muy bien a Ronnie H. Kinsey, para sintetizar lo que es un líder estoico, todos antes debemos conocer y revisar el significado de estoicismo.

Es la filosofía de Zenón, quien desde la Grecia antigua enseñó el autocontrol, la resiliencia y el pensamiento íntegro. Por eso es que la filosofía del PCO es totalizadora y regeneradora para la sociedad peruana, donde -como en cualquier otra- hay estrés, caos, desorganización, abuso e injusticia. De manera que el estoicismo ayudará a enderezar lo torcido, a pensar mejor y, por tanto, mejorará las relaciones personales y dará lugar a la toma de buenas decisiones (obviamente con ética).

Ricardo Belmont, siguiendo las máximas y mínimas de su abuelo Alejandro Belmont y Marquesado, descendiente de Ramón Castilla y Marquesado, así como siguiendo los pensamientos que solía inculcarle su padre Augusto Belmont Bar, logra conocer y meditar en la filosofía, a la que agrega el espíritu espartano, pero para aplicarla a la realidad práctica y a la vida diaria de los peruanos, ponderando la autodisciplina, la virtud y la razón, el autocontrol frente a los problemas y el dominio de sí mismo antes que las emociones negativas. Es decir, pone a los peruanos frente a la empatía y al buen temple para gobernar el Perú con el objetivo de reorganizarlo y darle a todos los compatriotas paz, bienestar, justicia y dignidad.

En esencia, lo que le dice al país la filosofía del Partido Cívico OBRAS es que no todo está perdido, hay que tomar mejores decisiones como, por ejemplo, darle el respaldo a una organización política en primera vuelta y se debe confrontar los problemas con mentalidad positiva, y ese positivismo Ricardo lo ha postulado por décadas.

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Opinión

Morgan y Ángela tal para cual

Lee la columna de Edwin A. Vegas Gallo

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Por Edwin A. Vegas Gallo

Morgan Quero Gaime, ministro de Educación y Ángela Hernández Cajo (ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables), miembros del régimen de la sucesión constitucional, que, a golpes y porrazos, quiere llegar a julio 2026; están en el ojo de la tormenta política y ciudadana y por decoro deberían renunciar, habida cuenta su negligente accionar político, al definir como “práctica cultural”, la violación de 500 niñas peruanas en los pasados 10 años.

Por cierto, ¿Dónde estaban los ministros de Educación de ese periodo? ¿Qué hacía la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y los diferentes credos religiosos ante esta cruel situación de vulnerabilidad de las niñas?

No basta que Morgan Quero, salga en televisión nacional, junto con la vice presidenta de las comunidades indígenas, con cara compungida, más cuidando su puesto, para “pedir disculpas”, en facies diferente a la que, en su momento, lo hacía con aire de superioridad intelectual y en manifiesta actitud aduladora con servilismo presidencial, muy lejos de su curso de profesor de Ética y Ciudadanía que ofreció en una universidad capitalina.

Ni que decir de la adulonería, con imposición de medallas, que le prodigan ciertos rectores de universidades públicas para que consideren a sus allegados, como miembros de las Comisiones Organizadoras de universidades no institucionalizadas.

Según el Registro de grados y títulos de la Sunedu, el graduado Morgan Quero, tiene su bachiller y título en Economía y Políticas Sociales, con estudios de 3 años y 1 mes en el Instituto de Grenoble, Francia, con fecha del diploma del 13-11-1992 y con fecha de resolución Sunedu de reconocimiento del 28 de mayo de 2021 (39 años después de su bachiller).

Asimismo, registra un Diploma de Profundización de Estudios de Comunicación, Tecnología y Poder (Maestría, universidad París 1), con fecha de expedición del 03-11-1994 y con fecha de resolución de reconocimiento Sunedu del 18 de febrero de 2020.

También registra grado de doctor en Ciencias Políticas y Sociales revalidado con por la Pontificia Universidad Católica del Perú, con fecha del 30 de abril de 2014. No señala donde realizó sus estudios doctorales.

En síntesis académica, Morgan Quero inició su actividad docente como doctor, luego hizo reconocer su maestría y titulo, cuando ya formaba parte del gobierno de Perú Libre, en una situación peculiar oscura, que debiera ser aclarada por la Sunedu y por el mismo ministro de Educación.

Referente a la ministra Ángela Hernández, es abogada, Magister en Ciencias Penales, con lo que cuenta con la formación mínima, para tipificar la violación de niñas y adolescentes, como delito grave y no ser cómplice de llamar a esa forma delictiva como “práctica cultural”. Parece que a la ministra no le enseñaron que las fuentes formales del derecho penal son la Constitución y la Ley y que para nada se consideran las “prácticas culturales”.

Con ministros como Morgan y Ángela que son tal para cual, se agudiza la tensión social y “no es hora de ser tibios” y dejar pasar estos absurdos y aberraciones jurídicas y sociales. Nuestras niñas y adolescentes merecen el máximo de nuestro respeto y protección a todo nivel.

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Macartismo lorcho

Lee la columna de Márlet Ríos

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Por Márlet Ríos

Joseph McCarthy fue un senador republicano de Estados Unidos que estaba convencido de que había un complot comunista en marcha contra su país. Ciertamente, eran los años de la Guerra Fría (los 50). Emprendió una auténtica caza de brujas en contra de la “amenaza roja” (red scare). La paranoia llegó hasta Hollywood y ocasionó marginaciones y ostracismo (las famosas listas negras). Trumbo (2015) es una película que aborda esta feroz persecución. Y Dalton Trumbo, el célebre director y escritor de izquierda (director de la emblemática Johnny cogió su fusil), fue uno de los cientos de ciudadanos norteamericanos que sufrieron en carne propia la paranoia.  

En nuestro país, muchos políticos y ciudadanos están convencidos de que la Guerra Fría aún persiste. Se encuentran tan obsesionados con erradicar el comunismo, que ven comunistas hasta en el baño. En las elecciones generales del 2021, esta obsesión llegó a extremos enfermizos. Como si fuese algo inmoral o ilegal posicionarse en un espectro político determinado, se llegó a un abierto macartismo, incentivado por la prensa concentrada. Aprovechando que en el imaginario social no es muy lejano el tema de la barbarie senderista de los 80 y 90, la ultraderecha peruana (incluso la derecha liberal ilustrada) enfiló sus baterías en contra de la izquierda y la centroizquierda, acusándolas de comunistas, terroristas, chavistas, etc. ¿Olvidan convenientemente que Sendero Luminoso también asesinó bárbaramente a dirigentes de Izquierda Unida (María Elena Moyano, v. gr.)? “No queremos ser como Venezuela”, clamaban eufóricos. La derecha retardataria y antiliberal es la principal causante de la enorme inestabilidad política que ha posicionado a nuestro país como una república bananera. Ciertamente, la izquierda populista y autoritaria no está libre de culpa (no hay que olvidar que la señora Boluarte se autoproclama como una “mujer de izquierda”).

Por otra parte, la antigua “izquierda democrática” hoy se ha vuelto aliada de la ultraderecha macartista y retrógrada. La derecha liberal es marginal. El mercantilismo, por otra parte, es moneda corriente entre nosotros.

Para los macartistas lorchos la historia del Perú republicano se reduce a la lucha contra el comunismo. En los años 30, los apristas eran los comunistas. En la prensa se denunciaba una conspiración apro-comunista. La Revolución de Trujillo, de julio de 1932, provocó que los apristas fueran perseguidos y declarados enemigos públicos. Luego, llegó Velasco.

El macartismo sigue siendo una táctica política eficaz.

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Sicilia! de Jean-Marie Straub & Danièle Huillet (1999)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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No voy a negar, ni por un momento, que experimenté un sentimiento de desconcierto a un nivel fabuloso, medio extraterrestre. El para mí ya conocido, y admirado (e imitado, y raramente comprendido) ‘recto tono’ del fraseo bressoniano (la supuesta ‘inexpresividad’ que funciona como feliz ampliación del arco más desconocido pero no menos real de expresividad, en una clave más lejana del digamos típico griterío teatrero; compárala con cierta música oriental, más sutil, que de tan sutil y poco ruidosa para oídos occidentales puede ser ¡casi inaudible!) había quedado superado de manera sublime y casi brutal (lo digo como elogio) por aquello que asaltaba mis oídos, casi los taladraba, y en general, mis sentidos, ¿eran robots, eran oráculos, estaban vivos, muertos, eran zombis, era en serio, lo que hacían, era maniático, era soberanamente riguroso y atrevido, pero qué era, qué estaba pasando?

Y es que este par de cineastas marxistas (no es que abunde gente así) cual cineastas rusos en sus años de gloria, eran revolucionarios tanto en el fondo como en la forma.

Me fui dando cuenta (tras el impacto, y tampoco es que fuera tan difícil) de que una ‘artificialidad’ (incluso tan extrema como esta) puede generar -por qué no, y sería buenísimo que sí- una nueva naturalidad. Nos acostumbramos a ella, aprehendemos sus valores, porque lo que consideramos muy natural fue artificial en el pasado o es artificial en otros contextos. Que te choque algo puede ser la evidencia de encontrarte ante la presencia de algo (y si no para qué el arte) radicalmente nuevo.

Una nueva música (música verbal, ¡cómo olvidamos que el verbo es música!) fuerte, con momentos de tensión magníficos, riqueza de inflexiones, algo entre la oración, la letanía, la imprecación, el grito y el canto, y eso también en rostros, expresiones… Planos que evocan lo sólido y monumental, que son como tumbas o rocas o construcciones profundamente enraizadas en la Tierra… Cómo decir las palabras, con qué cara, con qué respiración, con qué tono, es una vieja cuestión renovada por estos cineastas con furor revolucionario.

Asistimos, cerca del final, a un duelo verbal (¡vaya secuencia!) que se despliega con gran intensidad, y que no carece de varias extrañezas. Y el final-final tan aparentemente impostado ¡pero surge una conciencia, y una solidaridad tan verdaderas!

Película

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Un balance positivo del presidente del Congreso

Lee la columna de Abraham Vera

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Por Abraham Vera

Concluida la legislatura en el Congreso de la República, toca evaluar lo hecho durante la presidencia de Alejandro Soto, en un contexto de enfrentamientos marcados por la vesania, que han puesto en cuestionamiento a más de uno de los organismos constitucionales que dan sentido al quehacer político nacional.

No obstante, conviene considerar las cosas siempre con un criterio histórico. En tal sentido, bien podemos afirmar que, en estos dos siglos de vida parlamentaria, son dos las categorías en las que se pueden ubicar las formas de hacer política desde el Congreso de la República.

Por un lado, están los congresistas de verbo florido, como José Faustino Sánchez Carrión, más conocido como «El Solitario de Sayán», verdaderos  «piquitos de oro», caracterizados por su verborragia y su carácter histriónico, y por otro se hallan los congresistas de perfil bajo, más bien parcos, que prefieren abocarse —desde un estratégico y reconcentrado silencio— a la acción, a la consecución de acuerdos y al logro de objetivos, pues esa es, finalmente, la razón de ser de la política: hacer que las cosas sucedan. Un ejemplo de este segundo tipo de congresistas lo hallamos en la figura de Francisco Javier de Luna Pizarro, primer presidente del Congreso del Perú y figura señera que, durante los primeros lustros de nuestra vida como nación independiente, se encargó, silenciosamente tras bambalinas —tejiendo hilos y configurando una sólida urdimbre— de atenuar los conflictos de la naciente república, contribuyendo a la gobernabilidad del país en medio de una crisis política que parecía endémica y que puso en jaque al Perú por casi medio siglo.

Es en ese segundo grupo donde también podemos ubicar el modo de hacer política de Alejandro Soto, cuya labor al frente del parlamento propicia estas líneas.

En efecto, según los datos estadísticos que no mienten, en estas dos legislaturas lideradas por Soto Reyes, se debatieron 384 propuestas legislativas, aprobándose 174 leyes, 22 resoluciones legislativas, 20 resoluciones legislativas del Congreso, quedando 30 promulgaciones pendientes en manos del Ejecutivo y 40 pendientes de autógrafa en la Comisión Permanente, entre otros números menudos que dan cuenta de la labor parlamentaria en un contexto difícil, signado por los arteros enfrentamientos entre diferentes actores y serios cuestionamientos de instituciones como el Ministerio Público, el Jurado Nacional de Elecciones y la Junta Nacional de Justicia, por mencionar solo algunos de los escenarios de refriega y batalla política que movieron el cotarro de nuestro nunca aburrido quehacer político en los últimos doce meses.

Especial mención merecen las leyes de retiro de aportes a las AFP, así como la liberación del 100 por ciento de la CTS, o la creación de la Universidad Aymara, como un logro histórico que reivindica a esa importante etnia que configura en gran medida nuestra milenaria identidad nacional, o la ley que prioriza el nombramiento progresivo del personal CAS del sector Salud, por mencionar solo algunos hitos relevantes.

Debe resaltarse, además, el valiente comunicado emitido desde la Presidencia del Congreso en contra de la intromisión sesgada y facciosa de la CIDH. Es la primera vez que el Poder Legislativo se pone de pie y levanta la voz, haciendo respetar su fuero parlamentario, lo cual constituye un hecho sin precedentes en la vida política nacional.

Sin embargo, no deja de ser importante la labor de mediación y diálogo que le correspondió realizar al presidente del Congreso en este lapso, alcanzando silenciosos pero importantes logros en favor de los derechos laborales y sociales  que eran reclamados por agremiaciones, sindicatos e importantes sectores de la ciudadanía, así como un importante ordenamiento administrativo al interior del Congreso, que ha permitido a Soto, concluir su gestión de este poder del Estado sin denuncias o escándalos financieros, habiéndose esclarecido satisfactoriamente todas las observaciones formuladas por el Órgano de Control Institucional del Congreso, lo cual, por si solo, constituye todo un logro en un contexto en el que son poquísimas las instituciones públicas que se salvan del dedo acusador de la Contraloría General de la República.

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La insurgencia de los podridos

La insurgencia democrática es un camino de sacrificio y de responsabilidad ciudadana que los podridos de izquierda y de derecha no tienen. Solo les interesa sus granjerías, su dinero mal habido, y el estatus de nuevo rico con poder.

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Por: Tino Santander Joo

Los fiscales convocan a una movilización para defender a la politizada Junta Nacional de Justicia y el “sistema democrático”. Esta tragicómica convocatoria expresa una burda lucha política por el control de la fiscalía y el Poder Judicial de grupos mafiosos que buscan la impunidad de sus delitos. No existe ningún ideal democrático, menos la defensa de los intereses nacionales. 

La insurgencia democrática es un camino de sacrificio y de responsabilidad ciudadana que los podridos de izquierda y de derecha no tienen. Solo les interesa sus granjerías, su dinero mal habido, y el estatus de nuevo rico con poder. No tienen el coraje para solucionar los graves problemas nacionales.

La insurrección democrática es en primer lugar: tomar conciencia de que el Perú, necesita un cambio radical, no para quemar y destruir lo avanzado, sino, para construir el Estado social de derecho que proteja la libertad y garantice la seguridad de todos los peruanos. Ese es el primer paso para dejar de ser un “país adolescente” [1].

Los podridos de derecha o fanáticos neoliberales confunden la revolución social con el colectivismo chavista, estatismo corrupto o autoritarismo político. La revolución social tiene como objetivo la libre competencia que no es la republica oligopólica que tenemos; por ejemplo, el sistema de pensiones está en manos de los bancos dueños de las AFPs que pagan míseras pensiones con una serie de artilugios económicos y legales.

Democratizar el crédito para que los cuatro bancos que controlan la economía nacional tengan competencia y podamos tener diversas opciones para acceder a créditos hipotecarios, de consumo, y de emprendimiento a bajas tasas de interés como sucede en todo el mundo. No necesitamos estatizar la banca, sino, modificar la ley para promover la mayor competencia sin barreras burocráticas.

El desabastecimiento en las farmacias de los hospitales públicos es culpa del Estado corrupto que tenemos y que sospechosamente beneficia a las farmacias del Interbank; miles de pacientes acuden angustiados a comprar medicinas a precios carísimos. El Estado ha sido capturado por grupos mafiosos que sirven intereses particulares. Eso tiene que acabarse.

Tenemos el gas más caro de América Latina; Corpac, Sedapal, y Petroperú son empresas estatales convertidas en botín de los politicastros que gobiernan; miles de obras de infraestructura están paralizadas; no tenemos política agraria, ni turística; el Estado no protege la inversión minera y abandona a los pueblos y comunidades donde esta interviene. Necesitamos renegociar el contrato de Camisea para tener gas barato; es urgente promover un pacto político por la minería, la agricultura y la infraestructura social y productiva; es imprescindible transformar la PNP y las FFAA; no existe Estado de derecho sin autonomía del Poder Judicial, por eso, deben auto reformarse con la intervención de la comunidad jurídica peruana.

Los podridos de izquierda y de derecha no van a hacer esta revolución social que el Perú necesita. Ha llegado la hora de que los peruanos de bien que trabajan y estudian en silencio nos movilicemos y cambiemos el país. Los tambores de la revolución empiezan a sonar. No hay marcha atrás. La revolución social empieza ¡Ahora!

[1] Luis Alberto Sánchez, escribió un extraordinario ensayo en 1958 El Perú retrato de un país adolescente, que les sugiero a nuestros lectores por su dramática actualidad.

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Gustavo Armijos y la Tortuga Ecuestre

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Uno de los grandes poetas y animadores de mediados de la década del setenta fue Gustavo “el negro” Armijos, más conocido por impulsar la mítica revista La Tortuga Ecuestre (LTE) que fundó el horazeriano Isaac Rupay en enero de 1973 y donde desfilaron casi todos los poetas de las últimas décadas.

Armijos fue también el padrino (junto a Verástegui) de la generación del noventa. Con él muchos bardos jovencísimos dieron sus primeros recitales en la antigua Biblioteca Nacional de la avenida Abancay. Y lo recuerdo perfectamente porque yo participé y estuve como espectador al lado de Juan Ramírez Ruíz viendo y escuchando leer sus poemas a Carlos Oliva, Juan Vega y Elí Martín.

Pero pocos saben que Gustavo Armijos era también un excelente narrador de fútbol al que se le podía escuchar al lado izquierdo del dial radial en los ochenta y noventa y fue uno de los fundadores del Colegio de Periodistas del Perú (1982).

Entre sus principales libros están: Retrato humano (1971), Liturgia de la Vigilia (1979), Tierras del exilio (1982), Conversatorio (1989), Acuático / Terrestre (poemas anfibios) (2006), Foederis arca y otros poemas (2007), Poemas a Moale (2016), etc.

Celebraciones de un Trovador es un excelente libro (1977) en la onda de la beat generation y los poetas viajeros, quizás si hubiera salido unos años antes otro habría sido el asunto, pero fue desestimado por la crítica, algo que también sucedió con Óscar Málaga y su Canciones desentonadas y alegres aterrizajes para evitar el suicidio (1968-1973), recién editado en 2016.

En Celebraciones, Armijo apunta: “Otra-vez-hemos-perdido-una-noche-arrojados-contra-los-fantasmas/con-tu-carcajada-de-claxon-hacia-mi-propia-tumba./Y-tratamos-de-arroparnos-quitándonos-de-encima-el-monumento/de-chocolates-y-helados-D’onofrío-el-monopolismo/sintetizado-en-vasos-y-tabletas”. Quizás por eso, Marco Martos le dijo una vez: “Tú eres un poeta que se ha hecho solo”.

La última tarde que vimos al negro Armijos, exclamó: “¡Ybarra, me duele todo el cuerpo!”; y nos sentamos a conversar de la vida y la poesía que era su gran pasión. Una terrible enfermedad se lo estaba llevando y no podíamos hacer nada. Solo calmar un poco el dolor y tomar un café aguado mientras llegaba la noche y preparaba un nuevo número de LTE y para lo cual no pedía mucho, solo un poco de papel y listo. Y lo curioso era que LTE editaba números a futuro, es decir, es posible que algunos poetas tengan números que estén por salir. En ellos vive y vivirá por siempre el ímpetu y el estro poético de Gustavo Armijos.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Nada nuevo bajo el sol

Lee la columna de Fernando Bogado

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La reciente aprobación de la Ley Bases en el Senado argentino vuelve a hacer chocar al pueblo del extremo sur americano con una tensión histórica nunca del todo resuelta entre modelos liberales ortodoxos y populismos con cierta tendencia a la sustitución de importaciones y al desarrollo de la industria nacional. Básicamente, porque la victoria de Javier Milei en el ámbito legislativo, todavía supeditada a la aprobación en Diputados de algunos aspectos menores de la Ley, sería el verdadero comienzo de su plan de transformación política y económica de la Argentina. En principio, apoyada por la seguridad jurídica del cambio económico que parecería darle el tener una base legal no sustentada por decreto, lógica que venía siendo regular en estos primeros seis meses de mandato. Pero, luego, bancada también por los auténticos beneficiarios de las reformas legales de la Ley Bases: basta con leer algunos aspectos para darse cuenta de que es un paquete armado para beneficiar a los grandes capitales extractivistas, de ahí que se explique el fuerte apoyo por parte de gobernadores de diferentes provincias a la aprobación.

Es la cantinela de siempre: la llegada de capitales extranjeros con el objetivo de sacar barato los recursos para generar una mejor competencia en el mercado internacional (como sucede, por caso, con el litio) sirven en el corto plazo para mejorar la posición de diversos gobernadores que ven en sus provincias una inyección de dinero impensada en el marco de un fuerte recorte de los gastos del Estado nacional hacia el interior. Además de que, de un modo u otro, generará un rebote en el mercado laboral que se opone al crecimiento de la tasa de desempleo, acercándose peligrosamente a los dos dígitos. O sea: en corto tiempo, con la llegada de estas empresas extractivistas beneficiadas por leyes de desregulación tanto laborales como impositivas, es lógico pensar que va a haber plata y trabajo… por una ventana lo suficientemente amplia que asegure la reelección del gobernador de turno. ¿Y después? Que se arregle el que venga luego. A veces, la política es el arte de pasarle la papa caliente al próximo y esperar que nadie se dé cuenta.   

La aprobación de la Ley Bases el miércoles no estuvo exenta del marco represivo que suele caracterizar al gobierno de Milei, abiertamente militarista, apoyado en los llamados “valores occidentales” (término que lo acerca, sin ningún tipo de matiz, a lo que los propios militares de la Junta de 1976-1983 establecían como lema) y con un claro posicionamiento a favor de desmantelar las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que caracterizaron al gobierno de los Kirchner desde 2003 en adelante. El accionar de las fuerzas de seguridad, defendido por la actual ministra y ex opositora Patricia Bullrich (quien, entre otras cosas, parece olvidarse en su giro a la extrema derecha de su pertenencia histórica a la guerrilla de izquierda peronista Montoneros), tuvo como saldo más de treinta personas encarceladas y acusadas de terrorismo y de atentar directamente contra el normal funcionamiento de las instituciones democráticas. Entre los presos podían encontrarse: un vendedor de empanadas y su familia, un músico ex miembro de la banda Julio y Agosto, un docente que estaba desconcentrándose de manera pacífica, etc. En conversación del lunes 17 de junio con Reynaldo Sietecase, en su programa La Inmensa Minoría en Radio Con Vos, el mismísimo vendedor de empanadas, Remigio Ramón Ocampo, de 64 años, aseguró que había un grupo de instigadores que arrojaban piedras muy cerca de las fuerzas policiales, y que ninguna de esas personas fue capturada en el accionar de control. Deslizó, como cualquiera puede comprobar con ver sólo un video, la hipótesis de que quizás toda la situación haya sido armada con el objetivo de justificar la represión y amedrentar a la población civil para que no se acerque al Congreso.

Con la visita al G7 por parte del presidente argentino, el crecimiento de los movimientos de ultraderecha (los Alt Right que empiezan a extenderse en Europa), con Trump con posibilidades de llegar a la Casa Blanca, el mundo parece listo para que los Milei se reproduzcan y generen un cambio hacia una lógica mundial represiva, de un falso nacionalismo, que parece querer volver al orden del mundo de finales del siglo XIX: las cosas se producen en las principales potencias, acá, en Latinoamérica, lo único que hay que hacer es extraer bienes naturales y venderlos lo más barato posible. Marx llamó a esta falsa apariencia de valores tradicionales que esconde nuevas formas de represión, explotación y ortodoxia económica “bonapartismo”. Nada de nuevo hay bajo el sol de junio en Argentina, otra más de las cosas que buscan importarse y venderse como propias: bonapartismo modelo sudamericano.    

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