La forma de sus pechos. Su tamaño. Su disposición. Su redondez. Más que la mayoría de pechos los suyos apuntaban en direcciones opuestas. No la miré ni lascivo ni tenso ni insistente. Lo juro (ante los pechos de mi mamá). La mirada solo vio algo hermoso, y luego vio la cara. No era fea. Llevaba unos lentes grandes, como una escafandra. Su reacción fue ambigua. Movió las manos para tapar los pechos con la chompa que estaba suelta sobre ella, sin abotonar. Yo me sentía en un estado de tranquilidad, sus pechos no me excitaron, al contrario, había en ellos aparte de su hermosura, un algo tierno y maternal (sin exagerar).
Ella pretendía tapar al menos un poco sus pechos pero la chompa dulce y liviana no le hizo caso, no los hacía menos visibles. Las manos tapaban y destapaban lo que yo debería mirar y a la vez no mirar.
Alguien, pequeño, decidido, mueve las piernas. Dentro, sentado, en una coraza o un caparazón abierto. Y con ruedas. Atraviesa el aire y la luz. Entra y sale de la sombra. Avanza girando apenas el timón, lo agarra con concentración y con firmeza, se siente un experto aunque, de vez en cuando, se le escapa un pedal, y con él una sandalia. Lo que hace en su carrito significa para él, casi siempre, solo movimiento y placer. Está tan concentrado que olvida con facilidad que esto es un parque frondoso y que lo anterior era una pequeña plaza. Más tarde conocerá la bicicleta, más alta, más desnuda, y los patines, esas caricaturas de alas en los pies, y así se enamorará aún más loca y decididamente del ángel dulce y feroz de la velocidad.
Una ardilla tocando tierra en una tierra donde no abundan las ardillas era un doble espectáculo. Tan rápido como bajó se trepó. Sus movimientos son seguros y nerviosos. Su alerta es continua. Se mantiene en la parte baja del tronco del árbol. Su cola es tan larga como el resto de su pequeño cuerpo. Sube, baja, duda, da un par de vueltas sobre su eje y finalmente se interna como una bailarina transformada en ardilla en el follaje del árbol. Dejo a un lado mis vagos pensamientos y decido acercarme. Inspecciono el follaje. No creo que sea muy fácil, incluso para ella, dar el salto de este árbol al más cercano, que no está tan cerca. Espero con serenidad como quien sabe que mirando así pronto la veré. Ardilla ardilla la invoco mentalmente. Aparece a los pocos segundos. Su pelaje es del color del tronco, no del follaje. Se mueve más tranquila, como si estuviera en su casa. Oigo un pequeño ladrido, y al mirar veo a una mujer jalando un perro; ella me dice como de pasada ¡mirando la ardilla!, yo respondo mmm! asintiendo mientras ella ríe con complicidad y pensando acaso que parezco un niño con cuerpo y cabeza estirados hacia arriba. Y ahora qué. La ardilla me mira. Su rostro es delicado. Tenía algo de conejo y algo de ratón pero de un aspecto estilizado. Me mira de frente sin disimular su curiosidad y con aparente ausencia de miedo. Me parece algo raro pero siento que tal vez invadía su intimidad, su intimidad de ardilla.
«Eran muy jóvenes. A ella se le llenaban las mejillas al sonreír y él la besaba justo en ese lugar, en la zona de la cara que la felicidad de la sonrisa hacía más elevada, carnosa y redondita. Le dio rápidamente (sin avisarle antes, lo que la hizo sonreír aún más) dos pequeños besos cariñosos en la cumbre adorable de una mejilla, y esa parecía la mejor manera de decirle te quiero por el momento. Él iba junto a ella y eran casi del mismo tamaño pero él la miraba como en un segundo plano y ella mostraba la cara al mundo como un fresco sol encantado (aunque era de noche y hacía frío) y él era discreto como una nube alrededor».
Nuevos proyectos. Día intenso. Leyendo. Escribiendo. Como en casa, contra mi costumbre. Son las 7 decido salir para tomar distancia y ver ‘desde fuera’ o mejor, sentir cómo ha sido el día, lo que haré hasta que me duerma, y qué haré mañana.
Me relajaré y descansaré viendo y escuchando ‘gente normal’, pienso, mientras me pongo una casaca sintiéndome vagamente una parodia de astronauta.
Al primer minuto, llegando a la esquina, un tipo en motocicleta dice (no sé por qué) ‘Da miedo. Aquí trabajando’, a sus amigas o parientes que se encuentran a unos metros, a manera de saludo…
Avanzo. Una cuadra después. -Mientras repaso la escena que no entendí- y en eso, al pasar junto a ellos, escucho a un pata diciéndole a otro, o más bien confesándole: ‘No sé qué hacer’. Tres cuadras después. Falta media cuadra para la avenida más grande. Una chica, a paso vivo, ensimismada, celular en mano, próximo a la boca, como si se acercara a un chupete o a un oído, dice una sola palabra (como si fuera el orgasmo de su discurso): ¡Horrible!
Mario César Castro Cobos es cineasta y crítico de cine. Fundó y dirigió el Festival de Cine Lima Independiente así como las revistas Voyeur, Abre los ojos y el blog La cinefilia no es patriota, y condujo el programa de radio del mismo nombre en Radio Lima Gris. Además, escribió para Cronopia, Las sumas voces, Butaca, Mabuse, Godard!, Diario 16 y Buensalvaje. Formó parte de los cineclubs del BCR, Biblioteca Nacional, Centro Cultural Arcais, Universidad Científica del Sur, Universidad Cayetano Heredia y Universidad de Ciencias y Humanidades. Acaba de estrenar su cuarto largometraje.
Se detiene frente a su interlocutor y expresa racionalmente su concepción filosófica del mundo: materialismo dialéctico. El cabello canoso y la casaca negra, marxista recalcitrante a la intemperie con un ventarrón a Alejandro Toledo, imparte sus principios a cualquiera, a quien quiera debatir en medio de la bulla y el smog que asesina los pulmones de los limeños. No impone sus ideas: afila, las expone. La gente (un nutrido caldo de viejitos, estudiantes universitarios, profesores, etc) se aglomera. Dos viejos, uno con gorro, atajan las irrupciones en el diálogo. Un niño que vende marcianos de lúcuma se acerca. Un joven que vende sus libros en el suelo coloca un ejemplar de La madre, otro de Siete ensayos, otro de Qué hacer de Lenin. Quién será ese loco. Una señora venezolana, que pasa vendiendo café, mira con curiosidad, casi riéndose. Discute a la vera del teatro Colón. Habla con cancha, claridad y argumento. Silabea, endulza, cuadra bien sus planteamientos. Entre las luces del crepúsculo, van los taxistas aburridos, los turistas en short, las señoras que llevan a sus hijos de paseo a Jirón de la Unión. Para filósofo callejero todo es mayéutica. Plantea la cuestión de manera tajante: solo hay dos caminos, comunismo y capitalismo, ¿a cuál sigues? Si el contertulio es un recalcitrante idealista, el debate se prolongará con su inevitable ají amarillo en la punta de la cólera y menciones a la lógica de Santo Tomás. Si se trata de un seguidor del nacionalismo incaico se debatirá sobre la lucha de clases en las épocas de Pachacútec. Jaimito no pierde la paciencia. Discute, apela a Adam Smith, Marx, Mao, Lenin, Milton Friedman. Nuestro amigo también es digital: sus vídeos en Youtube alcanzan las doce mil vistas y llegan a más de dos mil comentarios. Le preguntan si para el Comunismo falta mucho, Jaimito afirma que ellos (el poder) están trabajando para que se instaure la Revolución. ¿Y cómo? Reprimiendo a los mercados. Señor, le responden, esa lucha lleva siglos. Sí, pero el propio sistema capitalista crea su destrucción, ¿comprendes? Bien, pueden dejar su Ya Pe en este IQ.
¿Perdió el filo, o todavía no? -También parece un slogan-. Quien domina las imágenes domina el mundo. Es verdad, claro, y parece que casi no sirve de nada saberlo. ¿Y entonces, qué se puede hacer? Si algo muestra Schmeerguntz es lo que esconde la palabra o el concepto ‘ideal’ en las imágenes que nos venden, que nos introducen por todos los orificios, en el estilo de vida que nos ordenan vivir, o desear, sin poder por definición nunca llegar a conseguir; así que la lluvia radioactiva publicitaria si bien puede tener una apariencia paradisíaca (sensualidad apetitosa y cliché) muestra al mismo tiempo lo monstruosa que es. Y por cierto, lo más monstruoso de todo tal vez sea que hemos dejado de sentir la esencia de la monstruosidad en la que estamos metidos. Y eso que quien escribe no intenta ser moralista.
Las imágenes machaconas de una vida irreal incluso para quienes pueden procurársela. Mujeres esbeltas, maquilladas y bonitas, concursantes (a miss lo que tú quieras) como marionetas… Tan dúctiles. La mentira, la operación indesmayable de la reducción de las mujeres a papeles y funciones de adorno y esclavas, de tan escandalosa y grosera, pero de bombardeo abrumadoramente incesante necesitaba contra ella una incisión, un hueco, una disonancia, un respiro de aire fresco, una película collage (casi sientes las tijeras y la goma en varios momentos) que con su aspecto de artesanía inocente, de pequeño mecanismo que rasguña como puede, sea totalmente incisiva, política, y feminista en el mejor sentido posible.
¿Podemos hacer algo para que las imágenes de los mercaderes no nos destruyan? (esos a quienes se cuenta que Jesucristo expulsó por haber convertido al templo de su padre en una cueva de ladrones). ¿O ya estamos destruidos y solo nos dedicamos a contemplar con mayor o menor lucidez nuestra propia destrucción? Alguien irónico replicaría. A nivel de constelaciones de dioses falsos, el cine experimental y/o de vanguardia se reclama como el único y verdadero dios. Idea ridícula, dirán. Pero el cine es un campo de batalla. Si no lo es, es publicidad del poder.
La salida es ser prosaico, crudo, directo, un inodoro, una mujer vomitando, una mujer desnuda con un tampón, bebés cagando y siendo limpiados, imágenes en principio tan inocuas, toman venganza de las otras, mientras seguimos entre embrujados y hartos.
En 2024, Perú cerró el año con una estadística negativa. Indecopi ordenó el bloqueo de más de 400 sitios web que ofrecían ilegalmente contenido protegido, incluyendo películas, series, música y eventos deportivos. Esta medida se enmarcó en la séptima fase de la iniciativa internacional «Operación 404», con la participación de autoridades de Brasil, Paraguay, Argentina y Reino Unido.
Muchos usuarios optan por ingresar a páginas de streaming para ver películas al estilo Netflix o transmisiones de partidos de fútbol de la liga peruana. Sin embargo, la piratería no solo implica la descarga o visualización ilegal de contenido, sino que también expone a los usuarios a serias amenazas cibernéticas, incluyendo la instalación de virus y malware. También existen muchas ofertas de suscripción pirata a plataformas como Netflix, Disney+ o Prime Video, de forma compartida, con un pago mensual o único. En la mayoría de los casos, estas terminan en estafas.
Es común encontrar múltiples botones de «Play» o «Descargar». Algunos de estos botones están diseñados para ejecutar scripts que instalan malware en los dispositivos de los usuarios al hacer clic. Las personas que acceden a contenido pirata no solo enfrentan riesgos legales por infringir derechos de autor, sino también la posibilidad de que sus dispositivos sean infiltrados y utilizados para actividades delictivas sin su conocimiento.
Todo nace del Tribunal Constitucional, convertido en apéndice de las mafias, estos «tribunos de la Cosa nostra» han firmado el acta de defunción de la justicia peruana.
El Tercer Juzgado Colegiado de la Corte Superior Nacional tomó la decisión de declarar nulo el juicio oral contra Keiko y su organización, decisión cuestionable, no solo porque representa una burla a las víctimas de la corrupción, sino que sienta un precedente peligrosísimo para la impunidad en el país.
Su reciente resolución por el caso «Cócteles» que ordena su retroceso a la etapa intermedia, es un golpe devastador para la lucha contra la corrupción y una victoria resonante para las fuerzas del crimen organizado.
La resolución, amparada en supuestas «irregularidades» en la acusación, ignora la montaña de evidencia que vincula a Fujimori y a su presunta organización criminal con el lavado de activos y la financiación ilícita. No se trata de una simple anulación técnica; es una maniobra calculada para dilatar el proceso indefinidamente, enterrando bajo el peso del tiempo la posibilidad de una condena justa. La resolución se apoya en el precedente del caso José Chlimpler, un precedente que, lejos de ser un faro de justicia, se erige como un ejemplo de la manipulación del sistema judicial para proteger a los poderosos.
Es crucial entender que esta decisión no implica la inocencia de Keiko Fujimori ni el archivo del caso «Cócteles». La resolución anula el juicio oral, pero la acusación sigue en pie, la evidencia sigue existiendo, y la sombra de la preesunta corrupción sigue planeando sobre la lideresa fujimorista y su entorno. Intentar presentar esta resolución como una absolución es una manipulación descarada de la verdad. Es una victoria pírrica para las mafias, una victoria que se celebra en la oscuridad, mientras la justicia peruana agoniza.
El Tribunal Constitucional, con la resolución sobre el caso Chlimpler, se convierte en cómplice de la impunidad. Su responsabilidad histórica será inmensa, su legado, una mancha indeleble en la historia del Perú. La lucha contra la corrupción no se detiene con esta resolución; al contrario, se intensifica. La sociedad civil, los fiscales y los jueces honestos deben redoblar esfuerzos para contrarrestar este golpe y exigir la rendición de cuentas de aquellos que se creen por encima de la ley. La impunidad no es una opción; la verdad, sí. La lucha continúa.
Arturo Delgado Galimberdi nos sorprende con este libro sobre la vida, discografía y demás hechos resaltantes en la vida de Paul McCartney (PM). Ya antes ha escrito Karma instantáneo para Jhon Lennon donde nos plantea una ucronía exquisita: Lennon vive y McCartney muere. Eso aparte de otros libros importantes como La Ruptura, una novela corta que trata sobre el padre y Los espejos de infierno, otro texto urbano donde se filtra un manifiesto de vida y que tuvo elogios de Oswaldo Reynoso entre otros destacados escritores.
Esta vez, ADG solo firma como A. G. Galimberti y nos lleva como por un tobogán para mostrarnos al verdadero líder de The Beatles. (Los derechos de autor todavía se siguen discutiendo si se firma Lennon-McCartney o McCartney-Lennon). Tanto así que parece un texto escrito por un fan y no precisamente por un novelista. Pero Galimberti que es versado en el tema, nos demuestra que las cosas no son tan así de fácil. Por algo no ha tenido programa de radio dedicado al rock y ha escrito en su blog La Secta del Ruido y reseñado decenas de artículos sobre el género en diferentes medios periodísticos.
El libro repasa de manera erudita apelando a una amplia bibliografía sobre el tema e incide en esa competencia natural entre los dos másters de The Beatles, incluso después de separarse. Lennon con con Yoko Ono y McCartney con Linda y los Wings. Y las demás grabaciones con otros músicos destacados como Michael Jackson, Stevie Wonder, los exnirvanas o el “The-Ballad-Of-Skeletons”, un poema político de Allen Ginsberg: “El-esqueleto-de internet-dijo:-Cree-mentiras./-El-esqueleto-de-la-publicidad-dijo:-¡No-seas-sabio!”. Así como una discografía completa en las que se incluyen títulos que pirateados por la banda nacional We All Together.
El autor nos recuerda que PM es “un hijo de la clase trabajadora de Liverpool” y le dedica el primer capítulo a ello, pero no hay un capítulo a su nombramiento como “Sir” por parte de la reina Isabel II. Y aunque PM y los Beatles rompieron récords tanto en conciertos como en las listas nros unos; también es cierto que otros músicos más humildes y con menos recursos como, por ejemplo, Dámaso Pérez Prado con su pieza “Patricia” (usado en la Dolce Vita) y otras más estuvo casi 15 semanas en el Hit Parade de Estados Unidos arriba de Elvis Presley y The Beatles.
La asociación Iquitos Cultural junto al consulado de Colombia en la ciudad de Iquitos y la Logia Masónica 5 N° 25, presentó este pasado 30 de diciembre de 2024 un conversatorio con motivo del centenario de la publicación de esa novela de José Eustasio Rivera. Este evento cultural daba apertura a los 161 años de aniversario como puerto fluvial a la ciudad de Iquitos.
La Vorágine es una novela que nos invita a reflexionar cien años después de su primera edición sobre la situación real de nuestras fronteras, cuánto hemos avanzado como sociedad, si el Estado tiene presencia efectiva en estos territorios y si sus habitantes llevan una vida digna con los servicios básicos de agua, desagüe, electrificación, tecnología, salud, educación, entre otros beneficios.
El Dr. Carlos Barreto Vargas, Encargado de las Funciones Consulares del Consulado de Colombia en Iquitos, saludó fervorosamente que se realicen este tipo de eventos que fortalecen los lazos de buen entendimiento y hermandad entre los países de Perú y Colombia. Asimismo, comprometió a las nuevas generaciones a despertar el hábito por la lectura de otros autores como Gabriel García Márquez que también nos habla de este tipo de realidades.
El profesor universitario de Lengua y Literatura, especialista en Crítica Literaria, Dr. Manuel Marticorena Quintanilla, asumió la responsabilidad de hacer un resumen de la obra de José Eustasio Rivera, concluyendo que la forma como está publicada es una imitación a la obra del Quijote de la Mancha ya que el novelista colombiano coincide con Cervantes aseverando que él no escribió la obra, sino que fue Arturo Cova, protagonista de la novela. El autor más que novelista es poeta y en esta obra vamos a encontrar esa calidad poética hermosísima a lo largo de toda la novela. La visión del escritor es inmensurable, se hizo mucha propaganda cuando la publicaron en la Unión Soviética, estigmatizándola como socialista, y no es así, pues tiene una visión enteramente cristiana, comenzando por el aspecto formal, es decir la forma como está escrita. La obra se divide en tres partes: la sierra, la selva y el llano, son tres regiones que pertenecen a Colombia que equivalen a lo que Dante Alighieri describe en “La Divina Comedia” el infierno, el purgatorio y el paraíso; y en esta novela es al revés, comienza con el paraíso y termina en el infierno. El crítico literario Seymour Menton menciona que en diferentes espacios de la novela se encuentran agrupaciones de tres y que ratifica que hubo señal de una visión cristiana.
El Dr. Fernando Bravo Reátegui hizo una breve reseña de la vida del autor de la novela que se empezó a escribir en 1922, indicando que “José Eustasio Rivera nació en un ambiente campestre en Neiva; su niñez fue fecunda ya que abrazó su amor por la naturaleza, tuvo un padre muy correcto, se crió en un ambiente propicio para ejercer su vena literaria; luego, paso a estudiar la Normal en Bogotá, ejerciendo la carrera de profesor, y posteriormente se recibió de abogado. Siendo profesor ocupó cargos administrativos donde quiso innovar cambios y recibió resistencia, esto motivó para que predominara en su vida la profesión de abogado y ahí encuentra una brecha para la política, llegando a ser miembro del parlamento colombiano donde hace escuchar su voz ante los abusos de la clase dominante hacia los más desvalidos, haciendo eco de las denuncias del periodista peruano Benjamín Saldaña Roca hacia la casa Arana en el Putumayo; eso le valió muchos enemigos a tal punto cuando es publicada La Vorágine, es desmerecida por vacíos que argumentaban sus oponentes. Sin lugar a duda, esta novela marca un hito en la literatura latinoamericana porque aglutina una mixtura de géneros como el periodismo, la poesía, la naturaleza, el paisaje, la fotografía, una obra novedosa para la época escrita con un lenguaje elegante, engolado y depurado. Muere muy joven a los 40 años dejando un gran legado para recordar a este escritor con mucha satisfacción que se enfrentó y denuncio al régimen, apoyando y solidarizándose ante esas minorías que estaban rezagadas en la selva, haciendo que tengan voz, eso es meritorio y trascendente”.
José Eustacio Rivera.
El Venerable Maestro Menotti Yáñez Ramírez saludó la presencia de todos los participantes y enalteció lo dicho por el Dr. Marticorena, más aún, cuando se refirió a la carrera de ser profesor; “es una profesión tan venida a menos últimamente, pero sino fuera por los maestros el futuro no estaría garantizado y muchas veces nos olvidamos de ellos, es un honor ser maestro; probablemente, en el estatus profesional de la cultura oriental, precisamente en Japón, el ser maestro está en el pináculo de la sociedad en el lugar más alto porque en ellos se confía el futuro del país sobre todo en los maestros de primaria porque ahí se sientan las bases para el futuro sin desmerecer a los docentes universitarios que también hacen un esfuerzo orientando a la juventud. Esta noche estamos reunidos para celebrar la centuria de la novela La Vorágine, si José Eustasio Rivera pudiera vernos estaría más que regocijado de saber que nos hemos reunido para conmemorar lo que él hiciera un día. Esta novela ha pasado por prohibiciones y creo que a muchos no nos gusta. Cien años después podemos ver que el argumento de la novela sigue siendo tan potente, las denuncias hechas, la defensa del indígena que le generaron grandes conflictos personales como a muchos otros que en la época del caucho levantaron su voz, y para ello cito el poema Enemigo mío del poeta escocés Charles Mackay. El Dr. Marticorena se refirió a una trinidad en la novela a un profundo contenido cristiano: amor, dolor y muerte, trilogías en las cuales me voy a soportar en una trilogía masónica: libertad, igualdad y fraternidad que no es exclusivamente nuestra, sino que muchas culturas la tienen como postulado y José Eustasio Rivera habló de la libertad como facultad natural, habló de la igualdad en una época que era impensable y casi pecaminoso decir que todos debíamos ser iguales y habló de la fraternidad de la necesidad de ser respetuosos, tolerantes unos con otros y solo así haremos de este mundo un mundo mejor; por tanto, quiero desde aquí brindar un fuerte aplauso para don José Eustasio Rivera para que sepa que estamos conmemorándolo sentando las bases de un futuro y un país mejor donde ser libre sea indispensable, donde ser tolerantes y respetuosos sea la consigna permanente y donde ser fundamentalmente iguales porque somos seres humanos y merecemos ese legado para lo que hoy día estamos reunidos. Asimismo, agradezco a la asociación Iquitos Cultural por haber elegido este lugar que muchas veces es visto como cueva de demonios, piensan que la masonería está distante de la sociedad cuando está mucho más próxima a lo que se puedan imaginar, este es un lugar que nos sirve a los masones como punto de encuentro y también para este tipo de eventos que promueven y fomentan la cultura como es la Logia Unión Masónica 5 N° 25 que tiene fecha de fundación el 24 de junio de 1869”.
Hoy, 13 de enero, la Dra. Martha Hildebrandt habría cumplido 100 años. Falleció cuando tenía 97 años. Guardo, de ella, los mejores recuerdos de mi vida laboral. Fui su asesor de prensa durante ocho años en el Congreso de la República, luego que ella me convocara sólo para trabajar tres meses. Y eso, con muchas dudas por ser periodista. Recuerdo aquella mañana en que, a su pedido, me presenté en su casa portando mi hoja de vida que resumía, en 12 hojas, mi experiencia personal. Ya había sido asesor de varios ministros de Estado, jefe de comunicaciones en el Congreso de la República, Presidencia del Consejo de Ministros, director en varios ministerios, periodista en los más importantes medios de información en Lima de los 70 para adelante. Luego de hojear lo que yo consideraba un contundente currículo, se detuvo, cerró el fólder, me miró fijamente y preguntó.
–Oiga, ¿usted sabe escribir?– me dijo.
–Claro que sí, doctora—respondí muy seguro de mí.
–¿Por qué cree que sabe escribir?– inquirió. Vi, entonces, que sus ojos hincaban a los míos con intriga.
–Es que soy periodista—manifesté
–Mierda, entonces usted no sabe escribir– retrucó, deteniendo, por suerte, mi autoelogio que comprendía los cargos que había ocupado como redactor, editor, editorialista y un largo etcétera.
–El lunes lo espero en mi despacho a las nueve. Y gracias por acompañarme sólo por tres meses—dijo, extendiéndome la mano al despedirse. A los dos días de estar con ella comprendí, efectivamente, que no sabía escribir…con el rigor que ella exigía en la redacción y el uso correcto del lenguaje. Me alegré de que no haya podido escuchar mi autobombo y, con el tiempo, los tres meses se extendieron, por decisión de ella, a ocho años, los más productivos para mí y creo que para ella también, porque nos llevamos muy bien, sin correcciones de fondo, a los que sometía todos los días a sus otros asesores, tanto que ellos eran despedidos con relativa frecuencia. Lo que sí no aceptaba es que, le tomaran la delantera, renunciando. Ella los tenía que destituir.
Los asesores le duraban, en promedio, unos meses: eran licenciados por ella y otros, optaban por la hábil retirada para recuperar la paz. Pero, ni aun así, se escapaban del amargo trance del despido. En una ocasión, uno de ellos, formado en la PUCP, decidió marcharse a la semana de haber llegado al congreso. El estilo Hildebrandt no iba con él. Y se fue, como llegó, sin avisar, de puro corajudo. Además, llevaba un apellido aristocrático, como era del agrado de la parlamentaria. Entonces, la Dra. Hildebrandt era presidenta del congreso. Una mañana, en que yo despachaba entrevistas pendientes con ella, pidió a la secretaria llamar al doctor xx. No está doctora, respondió la secretaria. ¿Qué?, ¿dónde está?, indagó la presidenta. Renunció ayer, doctora, ya no vino, explicó la secretaria. ¡Ah, no. Qué se ha creído!. Llame, usted, al abogado y que venga mañana a las nueve, ordenó a gritos. Al día siguiente, nos encontrábamos, algunos asesores, despachando con ella, cuando la secretaria anunció que había llegado el abogado a la hora indicada. Que pase, ordenó. Cuando el renunciante intentaba acercar una silla para sentarse, la doctora lo detuvo en seco: así nomás, dijo. No es necesario que tome asiento, señaló, moviendo los dedos de izquierda a derecha y viceversa ¿De manera que, usted, renunció al trabajo?, continuó. Y antes de escuchar la respuesta, en medio de un sepulcral silencio, su voz retumbó: sepa, usted, que a mí nadie me renuncia. Soy yo quien decide cuándo se va. Está, usted, despedido. Puede retirarse, sentenció, moviendo los dedos de atrás para adelante. Martha Hildebrandt no aceptaba que otros decidan por ella.
Hoy que la recuerdo, me viene a la memoria tantos hechos que, convertidos en anécdotas, me hacen sonreír con gratitud. Fue una intelectual brillante, reconocida por el mérito de sus investigaciones en los principales foros del mundo. Su labor académica fue reconocida con distinguidas menciones. Premio Nacional de Cultura en 1949, Premio Nacional de Ensayo en 1961, Premio Nacional de Fomento a la Cultura Javier Prado en 1969. Orden de las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta en 1999, Medalla de Honor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el grado de Gran Cruz, Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú en el grado de Gran Cruz, Condecoración Orden Cultural Andrés Bello de Venezuela, Condecoración Orden al Mérito Cultural de Polonia. Dirigió el Instituto Nacional de Cultura en el Perú, fue subdirectora general de la UNESCO y congresista de la República en varios períodos, además de autora de numerosos libros de su especialidad, en el campo de la lingüística y de la cultura y mejor paro de contar.
El cineasta Christopher Nolan, estudió literatura antes de sumergirse en el mundo del cine, de ahí nacería su exigencia por el desarrollo de los guiones. Su filme Interestelar que acaba de cumplir 10 años, es un viaje épico entre agujeros negros y ecuaciones gravitacionales. A pesar de que ha pasado una década de su estreno, su película sigue emocionando y cuestionando las relaciones humanas y la fragilidad de nuestra existencia.
Con su estreno en el 2014, Interestelar logró que masivamente el público se haga preguntas filosóficas y científicas, pero también abrió algunas heridas como la del llamado padre ausente. En el filme, a través de los años, la ausencia del padre se convierte en un vacío que Murph intenta llenar con ciencia, ira y, finalmente, perdón. En este sentido, Nolan nos recuerda que el tiempo es una fuerza implacable que puede golpear los lazos más fuertes, pero también puede sanar heridas cuando se atraviesa con amor.
La película plantea preguntas sobre la naturaleza del tiempo, la gravedad, la posibilidad de vida más allá de nuestro planeta y sobre las emociones humanas: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar por aquellos que amamos? ¿Cómo lidiamos con la pérdida y la ausencia? ¿Qué nos motiva a seguir adelante cuando todo parece perdido?
En el aspecto científico, Interestelar ha seguido siendo relevante. La representación del agujero negro Gargantúa se basó en cálculos del físico Kip Thorne, asesor de la película y ganador del Nobel en 2017. Con el tiempo, los avances en astronomía han confirmado la precisión de varios elementos del filme, aunque algunas cuestiones siguen siendo materia de debate. ¿Es posible realmente viajar a través de un agujero de gusano? ¿Podremos algún día manipular el tiempo y la gravedad a nuestro favor? La ciencia avanza, pero las grandes preguntas aún siguen sin respuesta.
Una década después, Interestelar continúa siendo una obra que nos obliga a mirar más allá del horizonte y a reflexionar sobre nuestro lugar en el universo. En un mundo donde la tecnología y el conocimiento avanzan a pasos agigantados, la película nos recuerda que, en realidad, seguimos siendo niños explorando el desconocido infinito.
Al final del filme Murph está feliz de que su padre (Cooper) regresó peroella le dice que se vaya de todos modos, diciéndole que “Ningún padre debería verse obligado a ver morir a su propio hijo”.