El año viejo representa el periodo del calendario gregoriano en el que debemos dejar atrás las riñas, desalientos, peleas, desempleos, desamores y toda pérdida económica que haya menoscabado nuestras expectativas y deseos. Incluso, la costumbre nos facultaba a confeccionar el “muñeco del año viejo” que debía ser quemado a la medianoche del último día decembrino. El personaje era rellenado con paja y viruta. Se vestía con ropa usada y calzaba zapatos hasta arder en llamas y quedar en cenizas. Esta usanza, generalmente la realizaban los adolescentes del barrio para simular ajusticiar a los personajes nefastos de la política y del momento. Sin embargo, poco a poco fue desapareciendo debido a nuevas disposiciones legales y a campañas de protección del medio ambiente.
Incluso, los fiesteros que años atrás solíamos regresar de una celebración por la llegada del año nuevo, durante el amanecer debíamos esquivar en zigzag decenas de obstáculos de humeantes cenizas regadas en las calzadas. La mayor parte de la periferia nocturna, se convertía en una ciudad en llamas. Muy semejante a las pinturas de Enrique Polanco, que en gamas de ‘fríos’ y ‘cálidos’ retratan las calles de El Porvenir en La Victoria. El año viejo es un imaginario colectivo que apenas dura unos minutos, con el afán de preparar la llegada del nuevo año, desde el 1 de enero, tanto del antiguo calendario juliano, como el romano y el gregoriano.
La cultura está provista de múltiples etiquetas convencionales, y al culminar el año nos alecciona a eliminar la experiencia de vida pasada para celebrar la llegada del nuevo intervalo, con nuevas perspectivas, con la ilusión de tener mejores vivencias personales y profesionales que se traduzcan en mayores ganancias. Incluso, con la ayuda de peculiares cábalas que serán la herramienta infalible para alcanzar la prosperidad.
Sin embargo, más allá de tararear el estribillo de la salsa de Gambino Pampini que dice: “Faltan 5 pa’ las doce, y el año va a terminar”, tenemos el deber de reflexionar. Y al margen de celebrar la llegada de un nuevo periodo de vida, nuestra tarea fundamental es ser mejores como personas y ciudadanos, a través de la solidaridad y el respeto hacia los demás, así como a las normas legales y de convivencia. Porque solo de esa manera nuestros años venideros serán realmente prósperos y dignos.
Luis Felipe Alpaca es egresado de la carrera de Derecho y Ciencias Políticas y estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza; asimismo estudió en la Escuela de Escritura Creativa del CCPUCP, y tiene un Diplomado de Especialista en Derecho Comercial por la Escuela Superior de Negocios. Ha sido Editor de Cultura del Diario 16, y actualmente es Editor General del Grupo Editorial Lima Gris, y es conductor del programa radial Lima Gris Radio por La estación Planicie 91.5 de la FM. Como gestor cultural ha organizado y curado exposiciones de arte y eventos ligados a los derechos culturales. Asimismo es corrector de estilo, y ha escrito más de 400 artículos relacionados a cultura, actualidad y política. Como activista social ha sido miembro de la Red del Patrimonio Cultural con el afán de defender patrimonios inmateriales y materiales como el desaparecido Palais Concert, y el Complejo Arqueológico Puruchuco. Actualmente es miembro del Colectivo Antropoceno Identidad, y ha recorrido distintas regiones del país para brindar apoyo, encuentros y conferencias en universidades con temas relacionados al arte ancestral y la cultura originaria.
Vargas Llosa: La dictadura del resentimiento. ¿Por qué callan las escritoras?
Son innumerables los homenajes a Mario, pero resaltan también unos silencios casi paradigmáticos. Escritoras canónicas y autores jóvenes develan un hedor en el ambiente literario progresista. ¿Por qué?
Especial sorpresa genera no ver en los perfiles de Instagram de autoras canónicas como Enríquez, Ojeda o Schweblin una minina referencia a la partida Mario. Quiero pensar que tal vez en otra red social se me desmiente, pero resulta hiriente esta aparente ley del hielo al suceso cultural del año, la muerte del último sobreviviente del Boom. Quiero pensar que me equivoco y que la autora de Huacoretrato, la peruana Wiener si posteó un storie que sus 24 horas de vida no me ha permitido encontrar a ver. A ella a la que Mario abrazó con cariño una vez hace no tanto tiempo.
Me objeto el considerar la memoria como algo obligatorio, pero soy rencoroso y al tratarse de un autor al que otro autor difícilmente puede resultarle ser ignorado (¿Qué escritor hispanoamericano ignoraría el aprecio literario que merece Conversación en la Catedral?), me resulta todo esto sintomático de otra cosa. De la brecha de autores jóvenes y no tanto que viven felices el puritanismo asfixiante de la cancelación hacia todo lo que discrepe con un pensamiento unidimensional. Y esto no se trata de izquierdas y derechas, va más allá, es la creación de un culto al resentimiento hecho dictadura. Y cuando hablo de resentimiento se muy bien de lo que hablo. Hay algo de Fernando Navales en todo esto.
Incluso el acérrimo Hildebrandt compartió una evaluación dura pero justa hacia el escritor: «Inevitable y necesario comenzar por MVL (…) De su conservadurismo extremo no va quedar sino la pena de quienes queríamos admirarlo sin fisuras y en todo momento (…) Es evidente que nadie alcanzó las alturas narrativas de Mario, ni Mario mismo, Ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral (…) Yo estudié en colegio militar pero recién cuando leí La ciudad y los perros me enteré de que se trataba el colegio militar».
Tal vez ese querer amar una memoria sin fisuras es la razón que devela tanto odio. Las personas no son monumentos, esa es la gracia de ser humano. Y por último las estatuas más bellas son las griegas, precisamente porque están rotas como nosotros por dentro y fuera. Cómo nos hace falta leer a De Prada, para vernos en un espejo negro tal y cuál somos.
Si hasta los políticos lo han conmemorado:
Boric lo retrató como «escritor gigante y demócrata». Sheimbaun reconoció lo obvio, «hay que reconocer a un gran escritor», Sánchez de España lamentó la perdida del «maestro universal de la palabra». Y Macron dijo algo no dicho sobre ningún otro autor latinoamericano, «Mario Vargas Llosa fue de Francia, por la Academia, por su amor a nuestra literatura y a lo universal». Esto solo demuestra lo pequeña que es la mezquindad de quienes se aferran a la discrepancia sacrificando la literatura. Porque en lo político Mario era demócrata, denunció años atrás al libertario Alex Káiser al rechazar una dictadura menos mala pues Castro y Pinochet resultaban lo mismo frente a la libertad.
Quizá es el periodista Federico Castillo de Uruguay quien deja claro la naturaleza del ataque a MVL en este tiempo, como lo dejo bien claro en su cuenta en X:
«Si vas a poner algo sobre la muerte de Vargas Llosa fíjate que quede recontra bien claro que vos lo bancabas como escritor pero no por sus ideas políticas, no sea cosa que haya confusión y la gente se quede con la idea de que al final sos un falso progre. Ojo».
Pero especial atención genera el encono a veces expreso, pero sobre todo tácito en el silencio de algunas autoras mujeres comercialmente establecidas pero al parecer políticamente adversas. Es como si reconocerle algo de mérito a Mario fuese una causa de vergüenza.
Más allá de lo político, lo que los culturetas no le perdonan a MVL es haber tenido éxito. Traducido a 30 idiomas con millones de lectores. En fin, este es un oficio lleno de envidiosos.
Hay quienes reclaman un boom también de mujeres que no ha terminado al sobrevivir un par de nombres, sin embargo… Desengáñense sus señorías, el boom eran 4 personas, Fuentes de México, Cortázar de Argentina, Márquez de Colombia y Vargas Llosa en Perú. Ese movimiento es una creación impulsada por Barral y la señora Carmen Balcells. El boom terminó.
Escritores y periodistas fieles a la honestidad intelectual
Escritores como la española Irene Vallejo que lo recordó con gran afecto, la peruana Mariana de Althaus que compartió esa entrañable foto de Mario con su pandilla de autores peruanos. La también peruana Kareen Spano que lo recordó cuando Mario fue a verla actuar en la obra el loco de los balcones. Hay muchos, son muchos los que lo celebran, lo recuerdan con cariño más allá de toda polémica. Son más las personas que lo han querido en este último momento por encima de toda diferencia política para quedarse con Mario Vargas Llosa el escritor. Aquí un breve recuento de algunos escritores del mundo que lo despidieron con afecto:
El periodista uruguayo Fernando Medina tuvo palabras preciosas para Mario: «se terminó la segunda mitad larga del siglo XX para las letras”. Lo describió como un autor biblioteca y además destacó su faceta de novelista histórico de Latinoamérica.
Magaly T. Ortega, la chica de Chismesito literario no estuvo ajena a conmemorarlo en redes en sus stories. Tan solo ver lo que nos compartió, el quiosco mexicano con todas las portadas de los periódicos mexicanos con el rostro de Mario Vargas Llosa. Es un gran homenaje, nos hizo ver a todos sus lectores dispersos lo imponente que resulta su ausencia. México lo celebraba en su prensa como si el que hubiese muerto Octavio Paz. Perú puede ver en esas impresiones algo que no volverá a tener en poco o mucho tiempo, y es haber gozado de un Embajador como ninguno.
Simón Soto escritor de Chile compartió un artículo brillante:
«Uno se pregunta cómo llegaba a esos entramados, qué ocurría en la cabeza del escritor para encontrar el diseño estructural de Conversación en La Catedral, por ejemplo, donde las temporalidades se deforman, se pliegan y se abren en torno a esa jornada de cervezas y revelaciones, saltando al pasado y volviendo otra vez al que es posiblemente el diálogo más indeleble de la literatura latinoamericana, ese donde las palabras agrias de Zabalita y el negro Ambrosio exponen el horror latinoamericano como una condena persistente y arquetípica».
En Perú pocos son los jóvenes lectores valientes que le rinden un homenaje con tanto amor como es el del periodista y poeta Martin Carrasco, quien jamás renegó de su amor a la obra de Mario. Quizá las suyas sean las palabras más sentidas, las que estoy seguro perdurarán una vez el odio que ennegrece a tantos lectores peruanos haya muerto:
«Hablo de esa generación que se atrevió a soñar con Macondo, a buscar a la Maga en las calles más húmedas, a cuestionar las victorias y las derrotas de la Revolución mexicana desde los ojos de Artemio Cruz. Hablo también de esa generación que nos hizo asomarnos a los muros del colegio castrense Leoncio Prado para hablarnos de sus miserias y heroísmos, al lado del Poeta, el Jaguar y el Esclavo (…) Lo leí con esmero desde que descubrí las primeras páginas de Zavalita cruzando la Colmena. Continué con el barrio de Huatica y con la Pies Dorados. Compré y leí todo cuanto pude de él. Varias veces me pregunté por qué me sentía tan atraído hacia su biografía y su obra. Y es que me hacía feliz pensar que uno puede escapar de las garras de un padre tirano. Me hacía feliz compartir sus novelas con amigos. Me hacía feliz ver un amor tan desmedido por una vocación: la literatura. Y lo perseguí cuantas veces pude. En la Universidad de Lima, en librerías o en cuanta presentación tuviera en el Perú. Salté de mi cama aquella vez que me enteré de que había ganado el Nobel, y el país parecía haberse reconciliado con su escritor más premiado. Alguna vez pude darle la mano un par de veces y hablarle cuanto me lo permitió la timidez y la emoción. Aquella segunda vez fue en la firma de libros de una novela suya. La presentación era abierta al público, pero antes hubo una reunión privada a la que fui invitado por el jefe de la librería. Recuerdo que regresé emocionado a contarle a mi abuelito mi gran hazaña, y él me sonrió: sabía cuánto significaba para mí. Hoy ya no están ninguno de los dos, pero les agradezco haber estado».
Finalmente, el escritor católico chileno Rafael Gumucio describe en Mario a la naturaleza del escritor hispanoamericano, es decir de escritor y político:
«Una sola cosa en común tienen todos los premios Nobel latinoamericanos: fueron o quisieron ser escritores de vanguardia y fueron o terminaron por ser hombres políticos. Es, por lo demás, lo que suele reprochárseles: a Neruda su comunismo, a Paz su lucidez, a Vargas Llosa su liberalismo. Es lo que les impide ser figuras de consenso en sus propios países. Si todos esos genios se hubiesen dedicado solo a escribir –dicen los amantes de la literatura pura, de la pura literatura–, si no hubiesen cantado a Stalingrado, no hubiesen sido candidatos a presidente, si no hubiesen pasado su tiempo alimentando polémicas y fatigando cuerpos diplomáticos, si les hubiese gustado menos el poder y más los libros otro gallo nos cantaría a todos sus seguidores (…) El boom solo se puede comparar a la llamada edad de oro de la novela rusa. Vargas Llosa, Donoso, Edwards y García Márquez solo tienen parangón con Gógol, Tolstói, Turguénev y Dostoievski, una generación o dos de escritores y de libros que de un momento a otro pusieron en primer plano de la historia una literatura, la rusa, hasta entonces completamente marginal. La censura a los libros de ensayo (que se disfrazaron de novelas) y la crítica básicamente política de Belinski marcó ese brusco florecimiento. En Rusia, como sucedería entre nosotros, la conspiración política fue una forma de arte, y la literatura una forma de conspiración política. (…) ¿Es de verdad la política el pecado que debemos perdonarles a nuestros premios Nobel o es quizá la marca de fábrica de nuestra literatura? Lo que la hace la heredera más leal de las preocupaciones y los sueños del siglo XIX es que la novela pretendía contar la vida privada de las naciones. En Bélgica la vida interior puede ser apasionante y la política banal. Sucede todo lo contrario en Perú, Venezuela e incluso Chile. En el centro cívico de sus respectivas capitales es difícil no encontrarse con la vitalidad desnuda, temible a veces, apasionante, que en otras latitudes algunos buscan en drogas alucinógenas y en pesadillas intertextuales. (…) La vitalidad de la literatura latinoamericana nace en parte de su relación convulsa con esa otra rama de la ficción que es la política. Vitalidad es quizás, justamente, lo único que uno podría echar en falta en las nuevas generaciones de escritores latinoamericanos, llenas de talentos seguros y probables. A primera vista, y a riesgo de apresurarme, diría que en ella sobran aciertos y faltan errores. La consagración de Mario Vargas Llosa, con sus logros y sus extravíos, sus obras de teatro, sus candidaturas, sus novelas y sus reportajes, vuelve a probar que no hay otro destino para quien escribe en este continente y en este idioma que asumir todos los riesgos hasta el final. Vargas Llosa confirma así que toda la gracia –y mucha de la desgracia– de nuestra literatura consiste en que escribir aquí es todavía una aventura».
Ministro Morgan Quero fracasa frente a la deserción escolar
Politólogo con estudios en Francia tiene una mediocre gestión en el Ministerio de Educación. Cifras demuestran que solo 180 000 peruanos han retomado sus estudios, frente a casi 9 millones que aún carecen de una educación básica concluida.
En el marco del vigésimo aniversario de la Educación Básica Alternativa (EBA), el Ministerio de Educación (MINEDU) ha difundido con entusiasmo una nota de prensa destacando que “más de 180 000 personas retoman sus estudios gracias a la Educación Básica Alternativa”. Lo que evidencia el reconocimiento del fracaso y el desinterés que le han puesto a la gestión de Morgan Quero a la política educativa de deserción escolar, que debería ser protagonista para la lucha contra la pobreza y la precariedad del empleo.
Sin embargo, más allá de la cifra que pretende ser alentadora, urge analizar con objetividad y crudeza el verdadero alcance de la modalidad Educación Básica Alternativa y el papel que el Estado ha desempeñado —o dejado de desempeñar— en la reducción de la brecha educativa en el Perú. ¿Se dan cuenta de la magnitud de este fracaso? Solo 1 de cada 55 ciudadanos en situación de deserción escolar ha logrado reincorporarse al sistema.
Peor aún, el discurso institucional peca de triunfalismo: se habla de “oportunidades”, de “certificaciones” y de “beneficio económico para las familias”, pero nada se dice sobre la alarmante tasa de deserción dentro del mismo sistema EBA, CEBAs públicos con aulas vacías, son el reflejo de la ausencia de una política sostenida de seguimiento y acompañamiento a quienes retornan.
¿Acaso el Ministerio de Educación busca deliberadamente el fracaso de los CEBA para justificar su futuro cierre? ¿Están preparando el terreno para culpar a los CEBA por una política pública deficiente que nunca tuvo el apoyo real del Estado?
El Ministerio de Educación prefiere ignorar una realidad, mientras celebra «logros» que son apenas gotas en un océano de negligencia, lo cierto es que los CEBA siguen operando con recursos escasos, infraestructura limitada, escasa difusión pública y una planificación curricular descontextualizada, la actual es similar a la de Educación Básica Regular y nada tiene que ver con las necesidades de la modalidad. ¿Cómo puede una política educativa ser efectiva si quienes deberían beneficiarse de ella ni siquiera conocen su existencia?
La realidad es aún más escandalosa cuando profundizamos en los números. Si consideramos que existen 1,400 CEBAs públicos y solo 18,000 estudiantes regresaron a las aulas durante el 2025, estamos hablando de un promedio de 12 estudiantes por CEBA al año. ¡Doce!
¿Dónde está la inversión real? ¿Dónde están las campañas masivas de información? ¿Dónde está el presupuesto digno para la modalidad EBA, y para docentes que trabajan en condiciones precarias? Si una persona se desangra y le ponemos una curita, ¿merecemos felicitaciones? Eso es exactamente lo que hace el Ministerio con su nota de prensa triunfalista. El paciente — la Educación Básica Alternativa— necesita cirugía de emergencia, no banditas ni publicidad engañosa.
La deuda educativa de este gobierno, se refleja en vidas truncadas, en talentos desperdiciados, en generaciones condenadas a la precariedad laboral. Es preocupante que, a 20 años de su creación, la EBA siga siendo tratada como una solución paralela y no como parte integral del sistema educativo. El Ministerio de Educación no puede seguir presentando como éxito lo que en realidad es el reflejo de un Estado ausente, incapaz de atender con justicia a quienes fueron históricamente excluidos de la educación básica regular.
Las cifras no mienten: el 98% de las personas que abandonaron a la Educación Regular aún permanecen fuera del sistema educativo. No basta con abrir aulas o firmar convenios; se necesita una política nacional intersectorial de gran escala, sostenida, con inversión, seguimiento y enfoque territorial. Conmemorar 20 años del servicio sin una autocrítica profunda, sin un plan de emergencia nacional, y sin escuchar a los propios estudiantes y docentes que luchan día a día en condiciones adversas, es no solo una omisión, sino una burla.
Necesitamos un plan de emergencia nacional para la Educación Básica Alternativa, un presupuesto real, docentes capacitados, ¿Cuántas capacitaciones promovió el Minedu para los docentes de Educación Básica Alternativa en el año 2024 y 2025? Ninguna.
Los CEBA necesitan dejar de estar albergados en IE del nivel secundaria. Es urgente una infraestructura exclusiva para los 1400 CEBA públicos, y un currículo que responda a las necesidades reales de la EBA. Porque si no actuamos ahora, dentro de otros veinte años estaremos lamentando las mismas cifras, celebrando los mismos fracasos, mientras millones de peruanos siguen esperando que algún día su derecho a la educación sea más que un artículo olvidado en una constitución que nadie cumple.
La caída de los traidores: Justicia histórica para Ollanta Humala y Nadine Heredia
Hoy es un día que quedará grabado en la memoria del Perú. La justicia, esa que tantas veces nos ha fallado, esa que ha sido burlada por los poderosos, hoy ha hablado con firmeza. Quince años de prisión efectiva para Ollanta Humala y Nadine Heredia no son solo una sentencia; son un mensaje claro: las traiciones, la corrupción y el abuso de poder tienen consecuencias.
Ollanta Humala llegó al poder vendiéndose como el adalid del nacionalismo, como el defensor de los más pobres, como el hombre que iba a cambiar el Perú. Pero su gobierno no fue más que una farsa. Traicionó sus ideales, traicionó los preceptos del nacionalismo que decía defender y, sobre todo, traicionó al pueblo peruano. Junto a Nadine Heredia, convirtieron la política en un negocio sucio, en un mecanismo para enriquecerse a costa de los sueños de millones.
El dinero de Odebrecht manchó sus manos, pero también manchó su alma. No contentos con haber defraudado al Estado, intentaron burlar a la justicia, creyendo que su impunidad sería eterna. Pero hoy, la verdad ha triunfado. Hoy, los fiscales valientes, aquellos que no se doblegaron ante el poder, aquellos que investigaron sin miedo, han logrado lo que muchos creían imposible: que los corruptos paguen**.
Este fallo es histórico. No solo por la condena en sí, sino por lo que representa: el Perú ya no aguanta más la corrupción. Ya no somos un país donde los poderosos roban y salen impunes. Esto es un triunfo de todos los peruanos honestos, de aquellos que denunciamos cuando nadie más lo hacía, de aquellos que no nos callamos ante la injusticia.
Hoy el Perú celebra porque hay esperanza. Porque, a pesar de todo, la justicia peruana ha dado un paso firme hacia la recuperación de nuestra dignidad.
Los que luchamos desde el principio, los que no nos vendimos, los que creímos en un país mejor, hoy podemos decir con orgullo: No fue en vano! La justicia tarda, pero llega. Y hoy, por fin, ha llegado.
El largo proceso judicial contra Ollanta Humala y Nadine Heredia: Crónica de una condena histórica.
Los orígenes del caso: Dinero de Odebrecht y campañas sucias
Todo comenzó a destaparse con los escándalos de Lava Jato y las confesiones de ejecutivos de Odebrecht, que revelaron una red de sobornos a políticos latinoamericanos. En el Perú, se descubrió que la constructora brasileña había entregado millones de dólares en coimas para ganar contratos públicos.
En el caso de Humala y Heredia, las investigaciones se centraron en los US$ 3 millones que Odebrecht habría entregado para financiar sus campañas electorales de 2006 y 2011. Estos fondos nunca fueron declarados, violando las leyes de transparencia y financiamiento político.
El Ministerio Público, liderado por fiscales como Germán Juárez Atoche y Rafael Vela, recopiló pruebas contundentes:
– Testimonios clave: Excolaboradores de Odebrecht, como Jorge Barata, confirmaron los pagos ilegales.
– Documentos financieros: Se rastrearon transferencias y cuentas opacas vinculadas a Humala y Heredia.
– Declaraciones de arrepentidos: Exmiembros del Partido Nacionalista admitieron el manejo irregular de fondos.
A pesar de las defensas dilatorias y los intentos de Humala y Heredia por desacreditar a los fiscales, la investigación avanzó.
El proceso judicial, que comenzó formalmente en 2017, estuvo lleno de obstáculos:
– Intento de sobreseimiento: La defensa argumentó falta de pruebas, pero el Poder Judicial rechazó sus pedidos.
– Cambios de estrategia: Humala y Heredia pasaron de negar todo a alegar que los fondos eran «donaciones privadas».
– Presión mediática: Hubo acusaciones de persecución política, pero los jueces mantuvieron su independencia.
Finalmente, el Tercer Juzgado Penal Colegiado condenó a 15 años de prisión al expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia por lavado de activos, en el caso de los aportes ilícitos al Partido Nacionalista Peruano. Ambos estarán recluidos en penales hasta el 28 de julio de 2039.
Esta sentencia es histórica porque:
Demuestra que ningún poder es intocable (ni siquiera un expresidente) Refuerza el trabajo de fiscales y jueces independientes, sienta un precedente para otros casos de corrupción.
Aunque Humala y Heredia apelarán, el Perú ha dado un paso gigante en su lucha por la justicia. Hoy, más que nunca, queda claro: el que roba y traiciona, tarde o temprano, cae.
A veces me pregunto qué épocas fueron positivas para los escritores. Pensemos en el Siglo de Pericles o el Renacimiento, donde el apoyo de los mecenas pudo conseguir un buen afianzamiento artístico, y facilitar el desarrollo del arte.
Sin tiempo para realizar el arte, no hay arte. Y la sociedad actual no da tiempo para el proceso artístico. En ese sentido, se observa que la vida de un escritor es una lucha contra la adversidad. Y eso es lo que pienso hoy sobre Vargas Llosa: cómo luchó contra todo lo que impedía que su obra se realizara. Si bien Mario tuvo un talento extraordinario, también la suerte lo ubicó en el camino. Si suerte y talento van de la mano, el resultado es genial. No todos los escritores peruanos tuvieron la suerte del Nobel. Ahí donde un escritor vive de sus obras, hay otros miles que malviven y que aguardan en las sombras. Sin ir muy lejos: ahora mismo hay un escritor peruano llamado Guillermo Gutiérrez que después de ocho días sigue en la Morgue a la espera de saber si será enterrado o arrojado a una fosa, ¿qué pasa con el Ministerio que no realiza una gestión al respecto? Y ningún canal de televisión sacará la nota, ni reproducirá el caso. Así son los matices de la realidad. Y esto no implica mezclar lo público con lo artístico: lo que interesa es el arte, la obra artística.
El Nobel fue neoliberal acérrimo, el Tío Factos un anti sistema. Y lo que interesa, al final de cuentas, es su trabajo artístico. Porque uno puede ser comprometido con cualquier causa, pero carece de talento. Este Perú tiene tantos contrastes. Y esta noche, en la muerte de Vargas Llosa, los siento, huelo, palpo, sintetizo. ¡Cuántos talentos se perdieron en esta realidad hostil! El Perú se devora así mismo. Y eso es lo que me fascina de la vida de Vargas Llosa: el triunfar como escritor en un mundo donde pocos lo consiguen. Entre sus obsesiones de juveniles —la obra de Sartre, las novelas de literatura erótica francesa, la prosa de los surrealistas, los poemas de Germán Belli, las obras de Borges— el acercamiento a Rubén Darío fue significativo. Tanto Darío (padre del Modernismo) como Mario (fundamental en el Boom) fueron lectores de Víctor Hugo (iniciador del romanticismo francés). Mario le dedicó su tesis universitaria, un trabajo apadrinado por Porras Barrenechea. Y si uno lee esa tesis con pausa se dará cuenta de los vínculos entre ambos creadores: búsqueda de un mestizaje creativo, forma sobre fondo, reinvención de la tradición, escritura desde la lectura constante y creativa.
He ahí el eco de las figuras que representaron cada uno en su época. Víctor Hugo tuvo una despedida multitudinaria, igual Darío, pero Mario afirma que desea algo privado. Los tres son escritores que pueden iluminar tres siglos de literatura, y destacan por sus aportes literarios como por la vastedad de su literatura. A ese dúo podemos agregarle un mar de influencias y lecturas que se sintetizaron en La verdad de las mentiras y sus ensayos literarios Historia de un deicidio, La utopía arcaica, La orgía perpetua, etc.
Pienso en los escritores que no tienen ni tumba donde apretujar sus huesos, pienso en el Perú sin Ministerio de Cultura, pienso en el Perú lleno de sicarios, pienso en la escritura como una liberación al caos social y la realidad que vivimos, pienso en la literatura en medio del infierno. Pienso en lo mucho que me fui alejando de su obra, en cómo mi vida cambió al leer algunas de sus tantas obras, y después me alejé. Pienso que el último libro que leí de Vargas Llosa me enojo. Me enojó porque dejaba mal parado a los poetas. Pienso en lo fácil que resulta atacar al Vargas Llosa anciano recibiendo una medalla de Dina y pienso en también lo difícil que resulta separar al autor de la obra y valorar solo las obras y dejar al autor de lado. Pienso en Borges anciano. Pienso en Vargas Llosa anciano. Pienso en la curiosa coincidencia de que Vargas Llosa haya muerto el mismo día en que nació Jorge Eduardo Eielson.
Pienso en este Perú dividido entre fujimoristas y el resto. Y si no piensas igual, no perteneces ni eres válido. Pienso en muchos escritores con mucho talento que ninguneaban a Vargas Llosa por ser de derecha, o por escribir “baja literatura”, o por envidia. Pienso que si perdemos la palabra (es decir, la literatura) estamos jodidos. Pienso, ¿en qué momento se jodió el Perú? ¿Y qué importa eso?
Lo que importa es qué hacer al respecto. Y cómo seguir. Eso.
La partida física al eon eterno, del peruano universal y Laureado Nobel de Literatura JORGE MARIO PEDRO VARGAS LLOSA, deja un vacío difícil de llenar en la novela peruana y latinoamericana.
Él mismo, con ocasión de su investidura de Doctor Honoris Causa, en la Universidad Nacional de Piura, reconocía la influencia de Jean Paul Sartre (filósofo, dramaturgo y escritor francés, autor de El ser y la nada, que en 1964 rechazó el Premio Nobel concedido por la Academia Sueca); como su gran maestro e inspirador por su pasión sobre la novela.
Asimismo, en su clase doctoral hace 23 años atrás, explicó el cordón umbilical que lo unía a Piura, a pesar que solo vivió 18 meses, en distintas etapas de su vida adolescente y juvenil. Fue precisamente en Piura la inspiración señera para sus primeras contribuciones literarias como Los Jefes, Los Cachorros y la Casa Verde, que hicieron entrar a Piura, en la historia de la literatura universal.
Piura y el Nobel mantuvieron una relación simbiótica, que el Laureado en su discurso de investidura, lo explicó así: “las personas con las ciudades son tan misteriosas, como las que tienen con otras personas. Hay ciudades que nos caen simpáticas y hay ciudades que nos son antipáticas. Hay ciudades que pasan en nuestra vida sin dejar casi una huella en la memoria y hay otras en cambio que se graban profundamente y se quedan para siempre allí, ciudades cuyos recuerdos luego se incorporan y pasan a formar parte como un ingrediente esencial en nuestras vidas”.
Así eran las ciudades de Piura para el Nobel, a quién acompañé en su periplo por Paita, Sullana, Chulucanas, Morropón; quedando gratamente encantado con la gastronomía, cerámica y el escenario paisajístico de sus valles, a decir de él no gestionados por sus autoridades para locaciones de películas.
Gracias MAESTRO MARIO VARGAS LLOSA, por tu obra literaria fecunda llena del misticismo de las ciudades piurana en la que alternas te y que te encumbraron a la eternidad.
Ahora sólo queda que las generaciones jóvenes conozcan y les enseñen tu obra, tal como desde la Universidad Nacional de Piura creamos la cátedra MARIO VARGAS LLOSA, para que tu pensamiento literario y político, inspirado en la libertad pregonada por tu mentor Sartre, quede en la memoria hasta la última generación de peruanos.
En el viaje a París encontré en cierta calle algo sumamente maravilloso. Era el poema “El barco ebrio” de Arthur Rimbaud. El mismo ocupaba toda una cuadra con dibujos y es una de las mejores cosas que queda de esa Europa ahora amenazada por una nueva guerra. Y uno se pregunta por qué en las paredes, los murales, los cercos de calamina o madera de Iquitos, o de cualquier urbe amazónica, no se escriben algunos poemas de los vates amazónicos. O de la presencia de algún autor de prestigio bien ganado, como Ventura García Calderón, Víctor Morey Peña, Ciro Alegría Bazán, y Ernesto Cardenal Martínez, entre otros.
En nuestra ciudad, donde hasta ahora predominan los avisos comerciales, los anuncios de parrandas, las celebraciones de bodas y casorios vanos, acaba de aparecer un circuito que de todas maneras enriquece la visión de Iquitos. Es la ruta que siguió el futuro Nobel en la ciudad, mientras escribía la urticante y corrosiva sátira contra los militares que ayer nomás quemaron algunos libros de “La ciudad y los perros” y hoy alaban al famoso escritor que fue cadete en el Leoncio Prado.
Es indigno que en la fronda peruana no se lea en las aulas cualquiera de las obras selváticas del referido novelista. “El Hablador”, por ejemplo, que es un homenaje a los hombres y mujeres que hacen de la palabra oral una opción de vida. Es por ello, que “Los caminos de Mario Vargas Llosa en Iquitos y la Amazonia”, es un acierto indudable del ciudadano Jorge Linares Peña.
Para nosotros, el autor de tantos libros valiosos es un maestro indiscutible de la literatura continental. Es el peruano que más brilló y brilla en el ámbito internacional de las letras. Es a la vez, un ejemplo que pocos podrían seguir ahora, en un mundo asediado por negociantes de la cultura, escribas de escaso talento, impresentables abimaelistas y otros bandoleros de la escribanía. ¿Quién ahora mismo puede levantarse a escribir, lejos de oficios ridículos, profesiones vanas?
La ciudad de Iquitos, la urbe más novelesca del mundo, según el escritor francés Jean Echenoz, no puede ser vista ahora como sentina de borracheras u orgias carnales, lugar de tiktokers sin contenido, sino como un lugar donde se pueden enriquecer los conocimientos con esta ruta turística cultural.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, ha registrado su nombre en el libro de la inmortalidad, documento que solo los Titanes tienen reservado un lugar. El Premio Nobel de Literatura ha destacado no solo por su brillante carrera literaria, sino también por su activa participación en la vida política y cultural de nuestro país.
Hoy 14 de abril, en el día declarado duelo nacional por la muerte del más laureado escritor peruano, recuerdo como este gobierno, el más inculto y desmemoriado, de un solo trazo, cual niño que ensaya sus primeras grafías que luego desecha, ha descartado toda actividad en el Museo de la Memoria en Perú, un proyecto que busca preservar el recuerdo del terrorismo en el Perú, ese que enlutó al país entre 1980 y 2000.
Lugar que nos recuerda, el episodio más sangriento del Perú, el terrorismo, ese que enfrentó al Estado con grupos subversivos, principalmente Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Este enfrentamiento dejó un saldo trágico de aproximadamente 70,000 víctimas, en su mayoría campesinos quechuahablantes de las zonas más pobres del país. Además de miles de hijos de la patria, militares y policías que enlutaron al país en más de una oportunidad acaparando portadas numerosas.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), establecida en 2001 tras la caída del régimen autoritario de Alberto Fujimori, documentó las violaciones a los derechos humanos cometidas por ambas partes del conflicto. Su informe final, publicado en 2003, recomendaba la creación de espacios para la memoria y la reflexión como parte del proceso de reconciliación nacional. El 28 de agosto de 2025 se cumplirán 22 años de la entrega del Informe.
En 2009, Alemania ofreció dos millones de euros para construir un museo sobre el conflicto armado interno. El entonces presidente Alan García rechazó inicialmente la donación, alegando que “el Perú tiene otras prioridades”, lo que generó duras críticas, incluida la de Mario Vargas Llosa: «Por razones obvias, Alemania es sensible a estos temas y no es extraño que un país que ha hecho un admirable esfuerzo para enfrentarse a un pasado atroz con sentido autocrítico y ha conseguido superarlo y es por eso, ahora, una sociedad sólidamente democrática, haya querido apoyar la iniciativa de la Comisión de la Verdad»
Ante la presión pública y el desconcierto expresado incluso por el gobierno alemán, García reconsideró su postura. Finalmente, designó a Vargas Llosa como presidente de la comisión encargada de implementar el Museo de la Memoria, con la misión de asegurar una representación objetiva y amplia de la violencia vivida en el país durante las décadas finales del siglo XX.Lo que resultó sorprendente para muchos fue la firmeza con la que Vargas Llosa defendió la necesidad del museo. El escritor argumentó que, independientemente de las ideologías políticas, era fundamental para Perú enfrentar su pasado como paso previo hacia la reconciliación.
Bajo el liderazgo de Vargas Llosa, la comisión trabajó en la conceptualización del museo, que eventualmente sería denominado «Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social» (LUM). El proyecto arquitectónico, a cargo del arquitecto Sandra Barclay, se ubicó en un terreno de 7,500 metros cuadrados en el distrito limeño de Miraflores, con vista al océano Pacífico.
En una declaración para El Comercio de Ecuador, en diciembre del 2009, el autor de “La Fiesta del Chivo”, sostuvo en relación a la museo de la memoria: “Es un museo sobre la violencia, sobre lo que significa la destrucción de la legalidad, la creencia de que el fin justifica los medios y de que destruyendo y secuestrando se ganan conquistas sociales”.
Su defensa del museo demostraba una comprensión más matizada del terrorismo en el Perú, Sin embargo, el camino no estuvo exento de dificultades. El 13 de septiembre del 2010, Vargas Llosa renunció a la comisión luego de la publicación de la promulgación del Decreto Legislativo 1097 que permitía el archivamiento de procesos por graves violaciones a los derechos humanos. El 21 de marzo del 2011 el Tribunal Constitucional declararía en parte la inconstitucionalidad del Decreto.
Días después de su renuncia, el 7 de octubre de 2010 el autor de “Conversación en La Catedral”, recibió la llamada más importante de su carrera, Peter Englund, el secretario general de la Academia Sueca, le informó que había sido galardonado con el Nobel de Literatura. En un acto de reconciliación con la historia, la humanidad entera escucharía el discurso titulado; “Elogio de la literatura y la ficción” en el que con enérgica voz sostuvo: “Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral’ a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura”.
A pesar de los obstáculos, el LUM fue inaugurado en diciembre de 2015, durante el gobierno de Ollanta Humala, como un espacio para la memoria, el debate y la reflexión sobre el conflicto armado. Su exposición permanente ofrece una visión equilibrada, reconociendo los crímenes de Sendero Luminoso y el MRTA, así como los excesos de las fuerzas del orden.
Desde su apertura, el museo ha enfrentado cuestionamientos. En el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, se retiró una fotografía de Alberto Fujimori por considerarse parcial. En la campaña presidencial de 2021, el LUM volvió a ser objeto de controversia: sectores de derecha lo acusaron de enfatizar los crímenes estatales, mientras que la izquierda defendió su valor como espacio para recordar las violaciones a los derechos humanos.
La memoria de mi padre, SOT2 PNP (F) Leonardo Serrano Vílchez, está preservada en el Lugar de la Memoria a través de una placa conmemorativa que recuerda cómo, el 4 de febrero de 1993, diecisiete efectivos policiales —incluido el Mayor Roberto Morales— entregaron su vida combatiendo a los terroristas de Sendero Luminoso.
Hoy, lunes 14 de abril de 2025, el gobierno peruano ha declarado duelo nacional por la muerte de nuestro escritor más laureado. En un país como el Perú, donde las heridas del conflicto armado aún no han cerrado y las tensiones políticas persisten, espacios como el LUM resultan fundamentales para la reflexión colectiva.
El exdirector del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM), el historiador y exrector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Manuel Burga Díaz, sostuvo tras su inexplicable destitución en una entrevista para Ojo Público: “En los lugares de la memoria no es que se cuente la historia, sino que se presentan las memorias”. Y advirtió con claridad: “Los políticos piensan convertir al LUM en un lugar de creación de discursos. Eso sería un atentado contra las familias de los afectados”.
Señora presidenta Dina Boluarte, con indignación expresé en febrero de este año cómo su gobierno le dio la espalda a miles de familias al mantener inerte el Lugar de la Memoria (LUM). Mientras usted continúa repartiendo medallas en pomposas ceremonias a los “Defensores de la democracia”, miles de peruanos siguen esperando que la memoria de sus héroes no se desvanezca entre los pasillos del museo. La cancelación de actividades programadas y la falta de comunicación oficial han generado una justificada percepción de censura y desarticulación en el LUM. Estas decisiones no solo debilitan el rol del museo como espacio de reflexión, sino que también profundizan la herida de quienes aún esperan verdad, justicia y reparación.
Debe saber que el LUM constituye hoy un símbolo de la compleja relación de la sociedad peruana con su pasado reciente. El legado de Mario Vargas Llosa en este proyecto trasciende las divisiones políticas tradicionales y nos recuerda que la cultura de la memoria es un elemento esencial en toda democracia que aspire a la madurez y la estabilidad.
En un mundo donde los autoritarismos de diverso signo ideológico suelen promover narrativas históricas selectivas o directamente falsificadas, bajo la pos verdad es necesaria la defensa de espacios como el Museo de la Memoria representa una apuesta decidida por la verdad, por incómoda que esta resulte. Y en ello, la voz de uno de los más grandes escritores latinoamericanos continúa resonando con particular claridad y vigencia. Descasa en paz Dr. Mario Vargas Llosa.
«Creo que era muy difícil para un joven latinoamericano de los años 50 que descubría el problema social, las desigualdades, el racismo no acercarse al socialismo» Mario Vargas Llosa
La noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa ha despertado, como era de esperarse, reacciones encontradas. El Nobel peruano fue un personaje complejo, cuya evolución ideológica del socialismo de su juventud al liberalismo de su madurez lo convirtió en una figura polémica, admirada por unos y criticada por otros. Pero hoy, en lugar de recordar al Vargas Llosa que abrazó el neoliberalismo y cuyas posturas generaron divisiones, prefiero quedarme con aquel joven escritor que, en los años 50 y 60, creía en la literatura como herramienta de transformación social.
En una entrevista, el propio escritor reconoció: Creo que era muy difícil para un joven latinoamericano de los años 50 que descubría el problema social, las desigualdades, el racismo no acercarse al socialismo». Esa frase resume el espíritu de una generación que veía en la política no solo un debate de ideas, sino una lucha por la dignidad.
Ese Vargas Llosa, el de “La ciudad y los perros», el de “Conversación en La Catedral”, era un autor comprometido con denunciar las injusticias de su tiempo. Su literatura exploraba la violencia institucional, la corrupción, la marginalidad. Era un escritor que, sin ser panfletario, entendía que las novelas podían ser espejos de una sociedad enferma.
Con los años, Vargas Llosa viró hacia el liberalismo económico, abrazó causas conservadoras y hasta apoyó intervenciones internacionales cuestionables. Muchos de sus antiguos compañeros de ruta lo acusaron de traicionar sus ideales. Pero la grandeza y también la tragedia de su figura radica en que nunca dejó de ser, en el fondo, ese joven que alguna vez creyó en la utopía.
Incluso en sus últimos años, defendió la libertad como valor supremo, aunque su interpretación de esa libertad chocara con la de otros. Quizás por eso su obra perdura: porque más allá de sus contradicciones, su narrativa sigue interpelándonos, obligándonos a reflexionar sobre el poder, la identidad y la moral.
Hoy, cuando su voz se apaga, no quiero recordar al Vargas Llosa que firmó manifiestos neoliberales, sino al que escribió: “La literatura es fuego, es inconformismo y rebelión». Al que creyó, aunque fuera por un tiempo, que otro mundo era posible.
Descanse en paz. O, como él mismo diría, que descanse en “las guerras de este mundo».