Francois Eugene Vidocq, ex ladrón y ex policía de la Sûreté , fue el primero que escribió sobre policías y ladrones. Él empezó a publicar en 1827, por volúmenes, las historias de sus investigaciones y capturas de criminales, que llamó Memorias. Años después, Edgar Allan Poe, que había leído a Vidocq, se animó a escribir un relato de ficción y publicó, en 1841, Los asesinatos de la calle Morgue, inaugurando de esta manera el género policial. Por muchos años, el cuento se mostró como el modelo más eficaz para contar un caso de intriga y tensión, hasta que, en 1862 apareció, por entregas, en la revista Once Week, El misterio de Notting Hall, considerada la primera novela policial. El autor prefirió mantenerse en el anonimato, y hasta ahora se está averiguando quién fue. La novela le dio mayor empuje al género y aparecieron los llamados novelistas policiales, aquellos que se dedicaban, a tiempo completo, a escribir historias un tanto más largas de enigmas e intríngulis. Arthur Conan Doyle publicó en 1887 Estudio Escarlata y se hizo sumamente famoso.
En realidad, más famoso que él llegó a ser su detective: Sherlock Holmes. Este investigador resolvía casos peliagudos sin hacer mucho despliegue físico, empleando básicamente su raciocinio y su lógica descomunal. Empleaba el método deductivo, iba de la parte al todo, de la punta del hilo a la madeja; cualquier cosa, un pañuelo, un mechón de pelo, un libro, le podía servir de pista para dar con el criminal. Borges lo llamó “rastreador de ceniceros”. Otro investigador deductivo, aparte de bonachón y cara de ingenuo, fue el padre Brown, de G. K. Chesterton. Pero el cura, a diferencia de Sherlock Holmes, perseguía a los delincuentes no tanto para meterlos presos sino para reformarlos, tal como se había reformado Flambeau, su ayudante. Chesterton también puso de moda la novela policiaca colectiva, como El almirante flotante (1932), que escribió en conjunto con sus colegas del London Detection Club. Agatha Christie inventaría al detective Hercules Poirot y utilizaría el método de whodunit (1) para identificar al autor del crimen. Ella, desde su primera novela, El misterioso caso de Styles (1920), optaría por ofrecer una gran cantidad de pistas, al punto que cualquier personaje pudiera caer en sospecha, y, con ello, convirtió al lector en un detective más. En realidad, ella convierte el método en un proceso más inductivo que deductivo, que va del todo a la parte; crea una madeja de pistas, y, no obstante, de ahí debe escoger una sola, un solo hilo, para llegar al criminal.
En respuesta al detective caballeroso y racionalista europeo, en los Estados Unidos se desarrolló, de la mano de escritores como Dashiel Hammett y Raymond Chandler, la novela de espionaje, donde los personajes rebasan el escenario de una ciudad y se mueven por varios países, y la llamada hard-boiled, donde el detective es rudo, impasible, experto en armas y en combate, que no le hace ascos a la tortura ni al chantaje para llegar a sus objetivos, y la ficción está marcada por la violencia extrema, el sexo explícito, las parafilias, y envuelta en un ambiente político-social convulso.
En América Latina, la literatura policial ha tenido distintos rumbos y peculiaridades. Surgió recién en el último cuarto del siglo XIX, en Argentina, cuando Luis Varela publicó el cuento La huella del crimen (1878). Esta demora, con relación a Europa, se puede explicar en el hecho de que el género es preferentemente citadino (tanto detective como criminal necesitan de una ciudad para camuflarse en las calles, entre los edificios y la masa) y tiene como contexto una sociedad donde la burguesía se ha posesionado a raíz de un acelerado proceso de industrialización. La Revolución Industrial despobló el campo y transformó las ciudades del viejo continente, mientras que en el nuevo aún imperaba una economía de características feudal. No obstante, Buenos Aires, merced a las grandes oleadas migratorias, tuvo un crecimiento vertiginoso, caótico, y llegó a ser considerada la ciudad más europeizada de Latinoamérica. De ahí que en esa ciudad aparecieran los cuentos que, junto al antes nombrado, se consideran los primeros relatos policiales de esta parte del continente americano: El candado de oro (1884), de Paul Grousac, y La bolsa de los huesos (1896), de Eduardo Holmberg. El resto de ciudades tuvieron que esperar un rato más.
En Santiago de Chile, Alberto Edwards publicó, a partir de 1912, una saga de relatos detectivescos llamada: Ramón Calvo, el Sherlock Holmes chileno. Este Ramón Calvo es considerado el primer detective latinoamericano. En México, Antonio Helú escribió, entre 1920 a 1925, una serie de relatos que reunió en su libro Pepe Vargas al teléfono. En La Habana, a semejanza del London Detection Club, surgió el Grupo Minorista, el cual publicó, en 1926, en la revista Social, la novela Fantoches, la misma que por muchos años fue considerada la primera policial de naturaleza colectiva en América. Volviendo a la Argentina, diremos que Jorge Luis Borges y Bioy Casares publicaron, en 1942, bajo el seudónimo de Bustos Domecq, Seis problemas para Isidro Parodi, la que vendría a ser la primera obra dentro del género escrita a dos manos. Borges, precisamente, con los cuentos El jardín de los senderos que se bifurcan (1941) y La muerte y la brújula (1942), ambos aparecidos en la revista Sur, transgrediría los límites racionales demarcados por el relato policial europeo, y alcanzaría el llamado relato policial metafísico. Él llegaría a señalar: “Yo diría, para defender la novela policial, que no necesita defensa; leída con cierto desdén ahora, está salvando el orden en una época de desorden”. (2) Sin embargo, pese a sus buenos deseos, en adelante todo escritor se consideraría con derecho a la transgresión, y, en sociedades en desorden, donde el status quo a restablecer estaba regido por aparatos del Estado sumidos en la corrupción, manejados con violación de los derechos fundamentales, produjeron, en Iberoamérica, un cóctel molotov llamado relato neo policial. Además, para construir historias de policías y ladrones en un medio donde ambos tenían casi las mismas características, los nuevos autores echaron mano a ciertos elementos del arte posmoderno. Leonardo Padura señala algunos de ellos: “afición a los modelos de cultura de masas, visión paródica de ciertas estructuras novelescas, creación de estereotipos, el empleo de los discursos populares y marginales, y el eclecticismo, el pastiche, la contaminación genérica, y esa mirada superior, francamente burlona y desacralizadora, que lanzan sobre lo que, durante muchos años, fue la semilla del género: el enigma” (3).
En lo que respecta al Perú, salvo una recién descubierta excepción, diremos que, en líneas generales, el desarrollo del género policial ha ido a la zaga con relación al de otros países de Latinoamérica. ¿Por qué sucedió de esa manera? Nos parece que hay dos explicaciones principales: La Guerra con Chile y el Indigenismo. La primera, que se llevó a cabo entre 1879 y 1885, destruyó la economía peruana, arrasó las haciendas y ciudades de la costa y dejó a Lima en ruinas. La población entera se dedicó a los trabajos de reconstrucción y a liquidar los enconos y enfrentamientos internos que brotaron a raíz de la debacle. No hubo tiempo para escribir, no hubo ciudades donde ambientar los relatos policiales. Aunque sin duda hubo ladrones, casi nadie pensaba en detectives para perseguirlos. En cuanto a la segunda, cabe señalar que, a raíz de la Revolución Mexicana, cobró gran vigor y se manifestó preferentemente en la literatura, la pintura y la música, incluso en la política, llegando a expandirse por casi todos los países de América Latina. En el Perú, país mayoritariamente indígena, tuvo una gran acogida; José Sabogal era el artista más destacado en la pintura, y Daniel Alomías Robles, autor de la sinfonía “El cóndor pasa”, lo era en la música. Enrique López Albújar, Ciro Alegría y José María Arguedas eran los escritores más reconocidos; ellos, en especial los dos últimos, propugnaban una literatura comprometida, donde el derecho a la tierra y la reivindicación del indio eran los temas primordiales, y llegaron a calar hondo en las preferencias y la conciencia de la gente, incluso en tiempos en que el modernismo ya se había impuesto en el resto del continente y en Europa.
En ese panorama, entre esos dos acontecimientos, llama a extrañeza que se haya producido una destacadísima excepción. El escritor e investigador Ricardo Sumalavia (4) descubrió,
en los archivos de la revista Variedades, que dirigiera Clemente Palma, la
novela El meñique de la suegra. Esta
obra fue publicada, con el subtítulo de Espeluznante
novela policial limeña, entre noviembre de 1911 y febrero de 1912, por
entregas, en los números del 195 al 207 de la indicada revista. Y lo más
sorprendente de todo es que, según la introducción, fue escrita por varios
autores “por un grupo guasón y anónimo de
diez malos escritores ansiosos de gloria”. Esto quiere decir, si comparamos
la fecha de su publicación con la de Fantoches,
que vendría a ser la primera novela policial americana escrita en conjunto. Asimismo,
es significativo hacer mención que en esta novela peruana se emplea algunos
recursos del neo policial, como el tono paródico y el pastiche, pues participan
el detective Sherlock Holmes y el ladrón Raffles, personaje este último del
escritor E. W. Hornung.
Otro caso a resaltar es el de Manuel Beingolea, escritor nacido en Lima y casi olvidado en el Perú, aunque, a decir verdad, se fue muy joven a España, donde hizo toda su carrera de novelista policial, empezando sus publicaciones en 1914, con la novela Mack Bull, seguida de La señorita Carlota, Una mano en las tinieblas de Constantinopla, La bola de sangre, entre otras. De ahí, hacemos un salto en el arco del tiempo y vamos a caer setenta años después, en 1985, cuando Mirko Lauer, con el seudónimo C. C. García, publica Pólvora para gallinazos. Ambientada en los primeros años de la década del 80’, la novela, que es muy sencilla en recursos narratológicos, narra la historia del secuestro y rescate de un joven perteneciente a la alta sociedad. No obstante, hay que reconocer que en el relato ya aparecen los síntomas de la corrupción en las fuerzas policiales y los primeros atisbos de la violencia subversiva. Como dato curioso, se debe advertir que, en el Perú, el género no ha hecho sus primeros pinitos en el cuento, sino que, directamente, se ha posesionado en la novela. Sin embargo, es necesario recalcar que, antes de retomar la senda de los libros, el género policial debutó en la televisión, con las series “Gamboa” y “Barragán”, nombres de detectives que entretuvieron a toda una generación con sus investigaciones siempre exitosas.
Como no podía ser de otra manera, Mario Vargas Llosa viene a apuntalar el género policial peruano y publica, al año siguiente, ¿Quién mató a Palomino Molero? Considerada por muchos, junto con Lituma en los Andes, una de las obras más modestas del laureado escritor, la novela, centrada en la vida y posterior investigación acerca de la muerte de Palomino, en realidad no descubre nada y deja a todos en ascuas. Cantante de boleros, valses y tonderos, recluta de la Fuerza Aérea, el personaje central es encontrado muerto, con signos de haber sufrido horrible tortura. A partir de ese momento, su historia es reconstruida por los relatos de los demás personajes, en una suerte de coro o polifonía alrededor del cadáver. Algo parecido a Mientras agonizo, de Faulkner. Con manejo de elementos de la cultura de masas, Vargas Llosa se vale de la estructura de la novela policial, no para descubrir el enigma, sino para mantenerlo como dato escondido, pues la historia acaba insinuando que los que habrían matado a Palomino no serían los subversivos de Sendero Luminoso, sino sus mismos compañeros de armas, pues este habría cometido la osadía de enamorarse de la hija de un oficial de alta graduación. En realidad, la novela resulta demasiado grande para móvil tan insulso. Ya no estamos en la época de las novelitas románticas del siglo XIX; ahora cualquiera se enamora de cualquiera, y, si el mundo se opone, se manda a mudar con su pareja y sanseacabó el asunto. Empero, se debe reconocer que el autor, como maestro en el arte de la narración, hace gala de sus destrezas y ofrece una serie de recursos narratológicos, como los vasos comunicantes, el dato escondido, los discursos directo, indirecto e indirecto libre, los diálogos telescópicos, el multiperspectivismo, la prolepsis, los flash backs, y orienta los temas hacia el racismo, la subversión, la violencia, la corrupción y las diferencias sociales.
Carlos Calderón Fajardo publica, en 1990, La conciencia del límite último, un híbrido entre crónica periodística y relato policial. La historia es sencilla: a un periodista, el Flaco, le encargan narrar todos los días una historia en la sección policial. Y el narra y narra hasta que se le agota la sesera. Entonces, misteriosamente, cuando ya no tiene qué contar, le llegan unos sobres con nuevas historias. Las firma un tal Cazador de moscas, personaje que nunca aparece. Los relatos se publican y, a los pocos días, los crímenes que se cuentan se producen en la realidad. La lógica se invierte. El criminal anticipa sus delitos. De pronto, deja de mandar los sobres. Y todo hace suponer que la policía, siguiendo el iter críminis del próximo delito, lo ha esperado en el lugar anunciado, y lo ha capturado. Historia sencilla pero interesante, sumamente ingeniosa.
Las novelas posteriores, aparecidas en la década del 90’, tienen en común el trasfondo de la dictadura de Alberto Fujimori, la presencia de Sendero Luminoso y el MRTA, los atentados, los cochebombas, los apagones, y la guerra sucia desatada por el Estado en su lucha contra la subversión. Ese es el contexto de la novela de Fernando Ampuero Caramelo verde, publicada en 1992, el best sellers de las policiales, pues ya se han realizado siete ediciones de ella. Una femme fatale, Mabel, engatusa y seduce a un joven e inexperto Carlos Morales, quien se desempeña como cambista de dólares en la calle Ocoña (primera cuadra del jirón de La Unión, en Lima). Desde que se involucra con ella, el cambista es perseguido y atacado, se libra de varios atentados, vive a salto de mata. Al final, termina con ella, y todo cesa. Y él, y los lectores, se quedan con la sensación de que algo faltó, pues, aunque sospechan que todo se debía a su relación con Mabel, no saben quién ni por qué desataba la violencia.
En el año 2006, Santiago Roncagliolo gana el premio Alfaguara con la novela Abril rojo. Ambientada en la década de los 80’, en la ciudad de Ayacucho, cuando esta se convirtió en el punto neurálgico de las acciones de Sendero Luminoso, la novela cuenta las peripecias del fiscal Chacaltana, que investiga una serie de crímenes, sin lograr resolver ninguno, y, al final, termina loco, confeccionando atestados disparatados. Empieza como whodunit y acaba como un thriller, aquella vertiente que intenta restablecer el orden social, aunque, en la novela, el orden nunca es restablecido. Chacaltana fracasa en su misión (qué orden puede restituir un hombre que va perdiendo la razón), es rebasado por los hechos, envuelto en un torbellino de violencia y terror. La novela también queda pequeña en relación al conflicto, a la realidad, no tiene el poder de verosimilitud, no es creíble; se hace evidente que el autor no conoce Ayacucho, no conoce de investigación policial, no sabe de jerarquías militares (un sargento da órdenes a un comandante), no sabe cómo funcionan las máquinas (un helicóptero retrocede en el aire), no sabe cómo hablan los pobladores de la zona (los ayacuchanos se expresan como limeños miraflorinos), y, lo más desconcertante, Chacaltana no es un fiscal en lo penal sino en lo civil. Con razón acabó loco.
Isaac Goldemberg, escritor de ascendencia judía, presentó, en el 2010, su novela Acuérdate del escorpión. Se trata de la historia del capitán cocainómano Simón Weiss, encargado de investigar la muerte de dos ancianos, un judío y un japonés, miembros de dos minorías étnicas en Lima. En sus pesquisas, el policía recorre los distritos marginales de la capital, Barrios Altos, El Rímac, Breña, y descubre que los ancianos difuntos estaban vinculados con las mafias judías, japonesas y de nazis en retiro. Al final, asqueado de lo que encuentra, decide pedir su baja de la policía. Quizá lo más interesante del relato, más incluso que la trama y los enredos amorosos de Weiss, es la descripción de Lima, del Perú, que se presenta como un espacio en ruinas, infestado de ratas y cucarachas, donde la corrupción y la violencia ya es imposible de revertir. Como nota nostálgica, se puede apreciar que el detective también canta, a lo igual que Palomino Molero, y acompaña el desarrollo de la narración con la música de fondo de valses criollos de Felipe Pinglo, como “Sueños de Opio” y “El Plebeyo”, propios de una Lima que se fue.
Todas estas novelas parecen, en el fondo, que están en busca de algo mayor, de algo que no logran alcanzar, y aprovechan el tránsito para criticar a la sociedad, al orden, y a las dictaduras instauradas supuestamente para devolver la legalidad al país. Pareciera que, aunque soterrado, ese es el verdadero propósito de la literatura policial peruana. Sin embargo, como obra de arte, la novela, más que retratar a la sociedad, debe representarla y, si se puede, reinventarla. Los autores mayores siguen aún muy impresionados por Piglia, y los más jóvenes por Bolaño. Es legítimo que tengan sus preferencias, sus gustos, pero el policial peruano debería tener sus propias características. Hasta ahora, las novelas policiales peruanas han pecado de superficiales, de inacabadas e ingenuas.
Los novelistas peruanos están mirando mucho afuera para configurar la trama, y solo miran adentro para el telón de fondo. Y la trama que más le gusta es la de Piglia, la de Plata quemada, y no se dan cuenta de que esa novela es absurda, un mal sampleo de La muerte y la brújula. A ningún jefe policial de verdad se le puede ocurrir, sabiendo adónde van a ir a refugiarse los delincuentes, dedicarse a sembrar el lugar de micrófonos, en vez de poner efectivos para realizar la captura. Pero se le ocurrió a Piglia, por su prurito de hacerse el artificioso y meterse en la historia, como el escucha Roque Pérez, y provocó una mortandad innecesaria y, de paso, convirtió en héroes a una gavilla de descerebrados. Si eso hubiera sucedido en la realidad, ese jefe de la policía debió ser dado de baja y conducido a la cárcel. Para alguien que haya estudiado algo de investigación criminal, esa acción es sencillamente inconcebible. Pero la gran mayoría de lectores no son peritos en investigación criminal, y se tragan todo lo que el autor les da. En realidad, muchos de ellos, más que en sus conocimientos detectivescos, basan su éxito en la excesiva confianza que tienen en la ingenuidad del lector.
En La muerte y la brújula Borges también abusa del lector pero en grado menor. ¿Si Lonnrot sabía que Scharlach el Dandy iba a cometer un cuarto crimen en una casa solitaria, por qué no se le ocurrió ir a ese lugar con refuerzos, por qué no pensó que el delincuente estaría acompañado de sus secuaces? Una máxima de la operatoria policial es no hacer intervenciones en inferioridad de condiciones con el delincuente. Ni siquiera en igualdad de condiciones. Las intervenciones, cuando son planeadas, siempre se hacen sobre seguro. Lonnrot debió haber pedido ayuda, al menos, a su colega Treviranus, e ir a hacer una captura segura. No lo hizo así y pagó esa estulticia con su vida. En cambio, el criminal Scharlach el Dandy fue más inteligente. Sabiendo que el detective iba a ir a la escena del próximo crimen, lo esperó con otros delincuentes. Eso hubiera hecho la policía en Plata quemada, y se hubiera ahorrado tanta muerte. O, en todo caso, se hubiera ahorrado la novela.
¿Qué hace falta para alcanzar una literatura policial peruana, no digamos auténtica —en literatura no se puede hablar de autenticidad, menos en la policial—, pero sí representativa? En primer lugar, mirar menos a los costados. Después, crear, recrear la realidad, no como telón de fondo sino como protagonista. Cuesta decirlo, pero en el Perú se vive una especie de thriller eterno: el intento de restablecer un orden que no se conoce. No se puede restablecer la justicia porque, lamentablemente, el orden que debería representarlo es injusto. Las personas se mueven en un status quo viciado, contaminado de corrupción, de violencia, de mentiras. El status quo peruano es lo más parecido al caos. Pero ahí pululan las historias. Basta ir a un juzgado y revisar los expedientes. En el Perú funcionó la PIP (Policía de Investigaciones del Perú), el cuerpo de detectives más eficaz de Latinoamérica; sus archivos alimentaron la serie televisiva “Gamboa”. Hay que ir a esos archivos y volver a leer cómo se resolvieron los casos más intrincados. Las historias que vamos a encontrar, y las que vemos a diario, son más sórdidas, más lacerantes, pero, a la vez, más intensas y convincentes que las que nos cuentan nuestros vecinos; hay que recrearlas y llevarlas a los libros. Después de más de cien años de mirar a los costados, es hora de hacer novelas policiales a la peruana.
(Artículo publicado en la revista impresa Lima Gris 17)
Inventado
por Poe en su primer relato, y que se deriva de la reducción de la pregunta en
inglés Who has done it?, who’s done it? –Quién lo hizo?
Declaración
aparecida en el capítulo El cuento policial, del libro Borges oral, publicado por Bruguera, Barcelona, 1980, pag. 88.
Modernidad y posmodernidad: la novela
policial Iberoamericana, texto de Leonardo Padura, revista
Hispanoamérica, Año 28, Número 84, 1999, pag. 37-50.
El meñique de la suegra y los
orígenes de la novela policial en el Perú, texto de Ricardo
Sumalavia, aparecido en la revista Quehacer, Número 134, Lima, enero-febrero
2002, pag. 122-124.
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Padura, Leonardo 1999 Modernidad y posmodernidad: la novela policial en Iberoamérica. Revista Hispanoamericana. Año 28. Número 84.
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meñique de la suegra y los orígenes de la novela policial peruana. Revista Quehacer. Lima. Número 134.
Vargas Llosa, Mario 1992 ¿Quién mató a Palomino Molero? Barcelona. Seix Barral-Biblioteca Breve.
El Gobierno designó hoy a Nicolás Díaz Sánchez como jefe Institucional del Archivo General de la Nación (AGN), en cumplimiento de la Ley de creación del Ministerio de Cultura y su modificatoria.
El nuevo jefe del AGN es licenciado en Historia por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Cuenta con un Máster en Bibliotecas y Patrimonio Documental por la Universidad Carlos III de Madrid; además, se desempeñó como director de la Dirección de Conservación del AGN.
La medida se formalizó mediante Resolución Suprema N.° 013-2024 – MC publicada en el cuadernillo de las Normas Legales del diario Oficial El Peruano.
La Jefatura de esta entidad el órgano de mayor autoridad dentro de la entidad, y tiene la responsabilidad de dirigir y representar a la entidad, así como de gestionar el pliego presupuestal correspondiente, de acuerdo con el artículo 6 del Reglamento de Organización y Funciones del Archivo General de la Nación, aprobado por el Decreto Supremo Nº 005-2018-MC.
La resolución es refrendada por la presidenta de la Republica, Dina Ercilia Boluarte Zegarra y el ministro de Cultura, Fabricio Alfredo Valencia Gibaja.
Como se recuerda, el pasado 28 de setiembre el Ministerio de Cultura (Mincul) dio por concluida la designación de Ricardo Moreau Heredia, esto de haberse constatado un movimiento irregular de traslado de documentos históricos.
En efecto, el 27 de septiembre en la mañana se reportó la presencia de un vehículo de la empresa Security International Moving (SIM) a las afueras del AGN, que intentó desmentir cualquier información sobre un posible traslado indicando que en realidad se trataba de un vehículo de una “empresa de seguridad”. Sin embargo, esto resultó ser falso, pues SIM es una empresa de mudanzas seguras.
Pese a ello, el 28 de septiembre el traslado fue realizado en camiones de la misma empresa. Ante ello, Ricardo Moreau fue denunciado ese mismo día por la presunta comisión de delitos de destrucción, alteración, extracción de patrimonio cultural de la Nación y omisión de deberes de funcionarios públicos, horas antes de ser destituido por el Mincul.
Mes morado, mes de devoción y costumbres. Este sábado 5 de octubre se dará inicio a la tradicional procesión del Señor de los Milagros, una de las festividades religiosas más importantes del Perú.
Ante la masiva afluencia de feligreses, la Autoridad para el Transporte Urbano de Lima y Callao (ATU) ha anunciado una serie de modificaciones en las rutas de transporte público y el cierre progresivo de diversas calles para garantizar la seguridad y el orden durante la salida del Cristo de Pachacamilla.
La procesión partirá del Santuario de Las Nazarenas, en el Cercado de Lima, y recorrerá cerca de 1.29 kilómetros. Se espera la participación de alrededor de cien mil personas, lo que ha motivado un plan especial de desvíos en el transporte público.
Durante una conferencia de prensa, el presidente de la ATU, David Hernández, presentó los detalles de las modificaciones que afectarán al Metropolitano, el Corredor Azul, el Corredor Morado, así como las demás rutas convencionales.
El Metropolitano sufrirá cambios en dos de sus servicios. El servicio regular A, que circula por la avenida Alfonso Ugarte en ambos sentidos, tendrá habilitada únicamente la estación Quilca, mientras que el servicio regular C solo llegará hasta la estación Central. Las estaciones Colmena, Jirón de la Unión, Tacna y Castilla permanecerán cerradas durante la procesión.
En cuanto al Corredor Azul, los buses transitarán por las avenidas Prolongación Tacna, Francisco Pizarro, Morro de Arica, Caquetá, Alfonso Ugarte (Plaza Ramón Castilla y Plaza Dos de Mayo), y Nicolás de Piérola. Los buses retomarán su ruta por la avenida Garcilaso de la Vega en dirección a Barranco y Miraflores. En sentido hacia El Rímac, circularán por la avenida Garcilaso de la Vega, Nicolás de Piérola, Alfonso Ugarte, Caquetá, Los Próceres, y el jirón Virú, retomando por Prolongación Tacna. Se habilitarán paraderos temporales para facilitar el acceso de los fieles.
El Corredor Morado también sufrirá cambios. El servicio 412 llegará solo hasta la avenida Francisco Pizarro en el Rímac, desde donde iniciará su retorno hacia San Juan de Lurigancho. Por su parte, los servicios 404, 405 y 406 mantendrán su recorrido habitual por la avenida Abancay.
Finalmente, el transporte convencional mantendrá su recorrido habitual, aunque con algunas restricciones. os vehículos que vengan desde la avenida Argentina llegarán solo hasta la Plaza Ramón Castilla y retornarán hacia el Callao. La Policía Nacional del Perú (PNP) ha dispuesto también el cierre de más calles y avenidas, y se informará sobre el plan de rutas para las próximas fechas en las que el Cristo Morado saldrá en procesión.
Se recomienda a los ciudadanos planificar sus desplazamientos con anticipación, considerando los cambios en el transporte y los cierres de calles.
El presidente de Anitra, Martín Valeriano dijo: “La presidenta canta ‘Gato Ron Ron’ y no por atención de los peruanos. Esperemos que a través de este estado de emergencia no sea un saludo a la bandera, como ya ocurrió en otro distrito”. Asimismo, aseguró que si el gobierno no tiene resultados, anunciarán un nuevo paro nacional.
Tras el paro de transportistas que realizaron el último jueves 26 de septiembre, el presidente de la Asociación Nacional de Transportistas (Anitra), Martín Valeriano, anunció que evalúan un nuevo paro nacional si el gobierno no presenta resultados reales en la lucha contra la incesante inseguridad en el país generada por la criminalidad. El dirigente refirió que se requieren respuestas inmediatas y efectivas ante la grave situación que enfrenta su sector de transportes y la población en general.
“Estamos dando una corta tregua, un corto espacio de tiempo para tener resultados”, aseveró Valeriano en Exitosa. Asimismo, indicó que los transportistas están agotados de escuchar promesas vacías por parte de las autoridades. “Esperemos que a través de este estado de emergencia no sea un saludo a la bandera, como ya ocurrió en otro distrito”, agregó, señalando la falta de acción concreta que ha perpetuado el clima de inseguridad en el país.
Valeriano crítica severamente la gestión de Dina Boluarte
Martín Valeriano expresó su descontento con respecto de la gestión presidencial de Dina Boluarte: “La presidenta Dina Boluarte tiene que efectivizar la seguridad de los peruanos porque el país se está sangrando”, manifestó, refiriéndose a la preocupante situación de violencia y criminalidad que enfrenta la ciudadanía.
“La presidenta piensa viajar a otros países y la Amazonía se está ardiendo. La presidenta está cantando ‘El gato Ron Ron’, preocupada por ella, no por la atención de los peruanos”, arremetió.
“Ni una muerte más a los transportistas, ni una muerte más, ni un atentado más a partir de hoy, porque nosotros vamos a salir a las calles nuevamente, pero ya vamos a anunciar un paro escalonado a nivel nacional por la vida, por la inseguridad que vivimos hoy, y porque todos tenemos derecho a la vida,” concluyó.
Ola de robos y extorsiones desbordada. No pasaron ni 24 horas y presuntos extorsionadores habrían incendiado una veintena de vehículos de transporte público dentro de un estacionamiento. La población se encuentra indefensa ante delincuentes que no dudan en apretar el gatillo solo para arrebatarles diez o veinte soles, y que además se sienten impunes cuando son atrapados, ya que a los días son nuevamente liberados.
El día de ayer, durante una conferencia de prensa, el premier Gustavo Adrianzén y demás representantes del Gabinete Ministerial anunciaron nuevas medidas para combatir la fuerte ola de extorsión que ya paralizó por primera vez casi la mitad de la capital.
En principio, el ministro de Defensa, Walter Astudillo, mencionó que 12 distritos de Lima y Callao entrarán próximamente en estado de emergencia. Distritos como Ate, Villa El Salvador, Ancón, Puente Piedra, Comas, Carabayllo, Independencia, San Martín de Porres, Los Olivos, San Juan de Lurigancho y Lurigancho-Chosica, así como en el distrito de Ventanilla, en la provincia constitucional del Callao, son parte de dicho pronunciamiento. Sin embargo, el titular del ministerio del Interior, Juan José Santiváñez, añadió a la lista dos distritos más: uno es el Rímac y el último es Santa Rosa.
Asimismo, Santiváñez Antúnez detalló que el Poder Ejecutivo evalúa implementar el toque de queda en algunos de esos distritos declarados en emergencia por un plazo de 60 días.
“[¿Se podría implementar el toque de queda?] Sí, correcto, porque recordemos que un estado de emergencia es un estado de suspensión de derechos constitucionales…”, declaró para RPP.
El titular del Mininter precisó que se vienen realizando las “últimas evaluaciones” con base a un informe de la Policía Nacional del Perú (PNP).
También dijo que se está determinando el horario en que regirá el eventual toque de queda, que se oficializaría a través de una publicación en el diario oficial El Peruano.
“Eso se está determinando en este momento. Hoy debe estar saliendo una publicación extraordinaria y todos los pormenores del estado de emergencia”, apuntó.
La ciudad del caos. Entre tanto descontrol, poca fiscalización, permisividad e impunidad, es ahí donde salen a relucir los que le gusta sacarle la vuelta a las leyes, los pillos, los que no encuentran obstáculos por parte de las autoridades de transportes.
Muchas de las combis que aún transitan por la ciudad cuentan con más de 30 años de fabricación, cubiertas hasta más no poder de papeletas, algunas de ellas destartataladas hasta el nivel de canibalismo, sin luces, con los asientos llenos de huecos, repletas de oxido y conducidas por choferes que en su registro cuentan con más de una decena de infracciones. Esos vehículos que más se encuentran para el chatarreo ahora son los que salen desde tempranas horas para desplazar a miles de ciudadanos que se han visto afectados por el paro de transportistas formales, consecuencia ello de otro flagelo como lo son las extorsiones.
Subirse a una de esos combis ‘piratas’ es la única alternativa para muchos de los pobladores para poder llegar a su centro de trabajo o lugar de destino, reflejando ello que también el sistema de transporte es un rotundo fracaso.
A propósito de esos vehículos vetustos, una combi oxidada ha sido detectada por RPP ofreciendo el servicio de transporte informal cerca al óvalo de Santa Anita. Lo más indignante de eso es que dicho vehículo acumula más de 100 mil soles en multas. Se trata de una combi blanca de franjas naranjas y azules, con placa W2L 725.
El vehículo cuenta con 12 papeletas entre muy graves y graves, acumulando más de siete mil soles por infracciones. Además, la página de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), indica que la combi tiene más de 103 mil soles en infracciones.
Queda más que evidente que no solo las extorsiones, los incendios forestales, la inseguridad ciudadana o las escasez de medicamentos son un serio problema que viene desconociendo desde hace meses el gobierno de Dina Boluarte, sino que a todo ello se suma un precario sistema de transporte.
De espaldas a la cruz. Qué cosa más aberrante para un padre o madre de familia es imaginar que un representante de Cristo en la tierra sea un depravado sexual disfrazado de sacerdote, teniendo muy de cerca a tantos niños inocentes que solo buscan seguir la verdadera palabra del Salvador; sin embargo, dentro de la propia Iglesia Católica, tan venida a menos desde hace ya varias décadas precisamente por esos vejadores de la conciencia.
A propósito de ello, el Sumo Pontífice ha expulsado a diez personas del Sodalicio, el movimiento eclesial fundado por el laico Luis Fernando Figari. El Papa Francisco adopta esta medida apenas un mes después de haber echado a su fundador. De esta manera, el Sucesor de Pedro sanciona al que fuera su superior general, a dos ex provinciales, tres ex formadores, dos ex miembros, un arzobispo y un comunicador.
Así lo ha hecho saber la Conferencia Episcopal Peruana a través de un comunicado, que explica que la decisión ha sido adoptada “tras valorar las defensas correspondientes a las denuncias que emergieron durante la ‘Misión Especial’” que el Sucesor de Pedro encargó al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y al oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Jordi Bertomeu.
Por todo ello, los obispos de Perú y el Papa hacen saber a través del comunicado que se muestran “entristecidos por lo ocurrido, piden perdón a las víctimas y se unen a sus sufrimientos”. A la par, instan a esta Sociedad de Vida Apostólica a iniciar “un camino de justicia y reparación”.
Los 10 expulsados son:
– El ex superior general Eduardo, Antonio Regal Villa.
– El arzobispo emérito de Piura, José Antonio Eguren Anselmi.
– Los ex superiores regionales: Rafael Alberdo Ísmodes Cascón y Erwin Agusto Scheuch Pool.
– Los ex formadores Humberto Carlos Del Castillo Drago, Óscar Adolfo Tokumura Tokumura y Daniel Alfonso Cardó Soria.
– Los ex miembros Ricardo Adolfo Trenemann Young y Miguel Arturo Salazar Steiger.
– Y finalmente el periodista Alejadro Bermúdez Rosell.
El dato:
El Sodalicio, fundado en Perú en 1971 para formar intelectualmente a jóvenes “como soldados de élite en el ejército de Dios”, comenzó a recibir las primeras denuncias en 2011, cuando el tribunal eclesiástico de Lima analizó cuatro denuncias contra el fundador. Sin embargo, el verdadero estallido del escándalo se produjo en 2015, cuando los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz publicaron el libro ‘Mitad monjes, mitad soldados’, en el que se relataban los abusos cometidos por los miembros del Sodalicio.
Sin mucho tiempo de aviso, la Empresa Municipal de Apoyo a Proyectos Estratégicos (Emape) ha comunicado que, a partir de hoy hasta el 9 de octubre se implementarán restricciones de acceso a la Vía Expresa del Paseo de la República. Esta medida responde a la necesidad de realizar trabajos de mantenimiento y mejora en la infraestructura vial, buscando optimizar la seguridad y el confort de los usuarios.
Los trabajos abarcarán la reparación de muros, pavimento y otros elementos esenciales para la seguridad vial. En su comunicado, la entidad detalló que las labores se llevarán a cabo las 24 horas del día, en un esfuerzo por minimizar el tiempo de cierre y así facilitar el tránsito en la medida de lo posible.
“Ante esta problemática, la Municipalidad de Lima, a través de la Empresa Municipal de Apoyo a Proyectos Estratégicos (Emape), inicia desde este martes 24 una gran reparación para recuperar este importante corredor de 9 km, mejorar la transitabilidad y evitar los siniestros viales”, informó.
Durante el periodo de mantenimiento, se implementará un cierre total en un solo sentido de la vía, específicamente desde la avenida República de Panamá, en Barranco, hasta la avenida 28 de julio, en Miraflores. Este cierre es crucial para llevar a cabo la reparación del pavimento rígido y flexible.
La empresa ha hecho un llamado a los conductores a tomar precauciones y a planificar sus rutas con anticipación, ya que los desvíos estarán habilitados a través de las salidas de la vía hacia las rutas auxiliares y otras alternativas viales.
Emape también aseguró que “los trabajos se realizarán en horarios establecidos y se contará con la presencia de personal de seguridad vial para orientar a los conductores en los puntos críticos”. Esto es fundamental para garantizar que el tráfico fluya de la manera más eficiente posible durante las horas de mayor congestión.
Se recomienda a los conductores y ciudadanos en general que estén atentos a los anuncios oficiales y que consideren el uso de taxis, transporte público, o tomar sus precauciones para evitar inconvenientes durante este periodo de cierre.
Alcalde de Ancón pide al gobierno que declare ‘estado de emergencia’ en su distrito
Samuel Daza, indicó que el ministro del Interior parece no comprender la gravedad de la situación, y que desde su pupitre afirma que la inseguridad es solo una percepción, cuando en realidad es una amenaza tangible para los ciudadanos que diariamente utilizan el transporte público y son extorsionados.
La grave situación del transporte público y la creciente ola de criminalidad en Lima norte, en especial en el distrito de Ancón, ya alcanzó un punto crítico, debido a los constantes ataques y extorsiones que enfrentan las empresas de transporte formales.
Ante ello, el alcalde de Ancón Samuel Daza, expresó su preocupación por la falta de medidas concretas que no instaura el Ejecutivo frente a esta escalada de violencia. Según el servidor edil, la población de Ancón y otros distritos de Lima norte se encuentran entre los más vulnerables, ya que, un sinnúmero de los ataques se planifica desde los dos penales ubicados en su jurisdicción.
Pide urgente estado de emergencia en Ancón
El alcalde Daza también enfatizó la necesidad urgente de declarar en estado de emergencia a su distrito, no solo por los problemas del transporte, sino por la inseguridad creciente. En esa línea, mencionó que el ministro del Interior parece no comprender la gravedad de la situación, y que desde su pupitre afirma que la inseguridad es solo una percepción, cuando en realidad es una amenaza tangible para los ciudadanos que diariamente utilizan el transporte público y son extorsionados.
Asimismo, criticó la falta de infraestructura policial en Ancón, e indicó la urgencia de construir una nueva comisaría para atender el alto volumen de problemas de inseguridad que enfrenta la población. A pesar que se ha informado que la Policía Nacional (PNP) ha intensificado los operativos en Lima Norte, el alcalde Daza alertó que en Ancón no existe ningún cambio significativo.