Opinión
Metástasis institucional en Bolivia
Lee la columna de Alejandro Herrera Núñez

Cientos de tropas, un blindado del Ejército rompiendo la puerta del Palacio Quemado, un país confundido, transmisiones en vivo. Un presidente que se comunica por Twitter. Un careo entre el presidente y el general golpista. Todo en tres horas.
Bolivia es un desastre, pero también es un espejo de su siamés, el Perú, que hace dos años y medio vivió un intento de auto golpe, que duró dos horas y acabó con el presidente destituido y preso hasta el día de hoy. En Bolivia la cosa volvió a repetirse pero al revés. Un general se levanta y ataca palacio de gobierno acompañado de cientos de militares. Después de tres horas el golpe se diluye y este acaba preso.
En medio, un país desconcertado. Gente corriendo a los mercados a abastecerse, colas sin fin en las gasolineras, y miles en los cajeros de los bancos sacando sus ahorros antes de un inminente corralito.
Más allá de lo anecdótico, queda enfocarnos en lo esencial de estos acontecimientos acaecidos en ambos países con una gran mayoría de población indígena. El Perú y Bolivia, no nos engañemos, fueron, son y serán países unidos por algo más que las montañas. Hay en su sentir una comunión muy profunda que se evidencia en reventonazos de estallidos sociales. Pero lo que vimos en diciembre de 2021 y en junio de 2024, respectivamente evidencian la profunda descomposición institucional que viven, la cual no se arregla con simplemente ir a las urnas. El problema es más grave. Es una cuestión institucional.

Quien mejor lo resumió y durante esas horas angustiosas de tropas acantonadas en la plaza Murillo, fue el ex presidente Tuto Quiroga, quien resumió la situación en una crisis de descomposición institucional, en que las Fuerzas Armadas se levantaban encabezados por el general Zúñiga a hacer un reclamo ante el presidente semejante a un paro de un sindicato. Solo que en este caso se trataba del Ejército. Semejante descomposición institucional del cuerpo armado que concentra el monopolio de la violencia evidencia que tan mal está Bolivia, y algo peor, que tan contagiosa puede ser en una región donde los índices de respaldo al sistema democrático caen todos los años, y donde una salida autoritaria a la luz de la mileinización y la bukelización, son muchos más que una tentación pasajera.
Sorprende que en el caso peruano exista una tesis de 1948 (recientemente publicada este año), sobre la crisis de las instituciones de autoría del doctor José Antonio Russo. Ya muy temprano se dio cuenta este académico procedente de la militancia revolucionaria aprista, que el nudo gordiano peruano yacía en la cuestión de las instituciones. Es decir, en los usos y costumbres de una cultura organizacional por el que funciona el Estado. No obstante, ochenta años después las cosas solo empeoran en el país de los incas. Desde 2016 ya perdí la cuenta de cuántos presidentes ha tenido Perú. Este país sigue el modelo de República presidencialista al estilo francés, pero de facto desde 2016, algo ha ocurrido, y es que se ha convertido en una República parlamentaria, dónde el Congreso (el parlamento o cámara de diputados peruano) viene acaparando el poder, decidiendo el destino de los presidentes. Algo insólito. Algunos inocentes consideran que el problema del Perú se resuelve con más democracia, el problema es que eso son palabras vacías. También los socialistas de la URSS sostenían que el problema del socialismo se solucionaba con más socialismo, resultado, todos lo conocemos. El tema de la democracia es una cuestión que se tiene que ver de manera crítica. La democracia no es una teología, pero se comportan sus defensores como si así fuese, en detrimento de lo que defienden.

Presidente Luis Arce.
Pero volvamos a Russo. La cuestión de las instituciones es crucial, porque de lo que se trata es de cómo hacer que las instituciones correspondan con la realidad. Cuando una institución no cumple su función porque ya no responde a una realidad (la realidad es cambiante, como bien afirma Russo desde una perspectiva filosófica), ésta ha de ser reestructurada o reemplazada por una institución que responda a una nueva dinámica cultural. Si no fuese cierto esto, estaríamos todavía en el feudalismo.
Entonces, el problema son las instituciones, y estas han de adecuarse a la realidad a través de las respuestas de la cultura política de cada país. En el caso peruano este responde a cambios constitucionales. En promedio un peruano que llegue a vivir 70 años vivirá bajo cuatro a cinco marcos constitucionales distintos, que responden a soluciones macro. Creer que una constitución como la de 1993 ha de ser eterna, cae en el fundamentalismo legal de una teología herética. Las constituciones cambian para cambiar las instituciones y adecuarlas a nuevas realidades sociales y económicas. Ahora bien, tampoco se debe ver el fenómeno constitucional de manera acrítica. Son respuestas dentro de un marco, el republicano, si este no es capaz de brindar soluciones, también este es reemplazable.
Pero sin ir tan lejos. La cuestión de la corrupción de las instituciones es inherente a una cultura global que antepone el lucro por encima del bien común. El lucro y la permanencia en el poder como señal de éxito. Un caso ejemplar de que tan profunda es la corrupción de las instituciones lo vemos en las universidades. La universidad del siglo XXI es una universidad de educación con enfoque en la renta. Es decir, se educa para formar a las personas en hacerse de una carrera con un fin económico. Desde la educación en clásicas, este enfoque resulta paradójico, pues enseñar a trabajar en una universidad, es un error. En el mundo educativo grecolatino, se entiende que el lugar preciso para aprender a trabajar es en el trabajo. Sin embargo, la educación superior desde las universidades en España hasta Argentina están enfocadas en formar trabajadores en el peor lugar posible. Esto de por sí es una corrupción de una institución bisagra como lo es la universidad. De ahí, el resultado es que como se estudia para trabajar, y se trabaja para ganar dinero, entonces el fenómeno del salto a la corrupción (sea a través por ejemplo de comisiones ediles de 3%) es un hecho casi inevitable. A esto súmese el deseo de acaparar el prestigio de la fama o el ansia de poder. El resultado es el que tenemos.
Sin embargo, la corrupción no es un patrimonio exclusivo de nuestro siglo. La novela Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa de la década de 1960, evidencia la erosión social que genera la corrupción entre el sector público y privado, pero incluso entonces había búsquedas alternativas de corrientes idealistas que se oponían a ese stablishment, la rebeldía de los jóvenes tenía su origen en organizaciones, en instituciones como eran sindicatos y universidades. Hoy ya no existen. La primera perdió peso con el fenómeno de deslocalización y la liberalización de un mercado laboral orientado más hacia el sector servicios, mientras que el segundo simplemente fue convertido en auxiliar de una cultura de la codicia. Con estas instituciones fuera de juego, lo que queda son residuos aglutinados en una mayor sensación de descontento que se va acumulando.

Paz Estenssoro y Diles Suazo, ex presidentes de Bolivia. Hermanos en la política hasta que como Arce y Evo se enfrentaron por el poder.
Pero volvamos a Bolivia
La corrupción de las instituciones se puede resumir en la lucha personalizada del ego entre dos o más actores políticos. La descomposición de la república en la antigua Roma se debió a la ambición de poder de los cónsules César, Pompeyo y Craso. Lo acontecido en Bolivia es una pugna entre Morales y Arce. Pero esta pugna a su vez recuerda a la descomposición de la famosa troica boliviana que llevó al enfrentamiento entre Paz Stenssoro y Siles Suazo, que acabó con la primavera democrática en Bolivia y abrió paso a gobiernos autoritarios. Y todo por ambición de un Paz Stenssoro que como Evo Morales quería volver al poder y permanecer en este de manera indefinida.
El recuento de los sucesos recientemente vividos en Bolivia podríamos retrotraerlos a 2019, el intento de perennizarse al estilo Fujimori de parte de Evo Morales después de tres mandatos, lo que llevó a protestas nacionales y a su caída. Luego un ínterin acaparado por el ala más extrema de la oposición que no duró más de un año. Luego el regreso del MAS al gobierno en la figura de Arce, el cual se viene enfrentando a un Evo Morales que no termina de comprender que desde 2019 ha sido bajado al llano.
El caso de Evo es un caso perfecto de una figura que empieza como héroe de los movimientos sociales y se convierte en otro Fujimori. Recientemente ante su insistencia de ser candidato presidencial para 2025, fue inhabilitado para ser candidato por el tribunal constitucional. Sin embargo, Evo insiste, y amenaza con lanzarse a la presidencial, desoyendo lo dictaminado por el TC. Cuando el ex presidente amenaza al tribunal constitucional con ser candidato a las buenas o a las malas para las elecciones de 2025, el plato de la crisis ya estaba servido. El resto es una cadena de acontecimientos que se han acelerado.
Al involucrarse en un tema claramente político, como lo hizo en declaraciones periodísticas el general Zúñiga días antes de su intento de golpe, quedó claro que la crisis institucional boliviana hizo metástasis. El presidente Arce lo cesa, y la respuesta es un amotinamiento en forma de un coche blindado del ejército derribando la puerta de Palacio Quemado. Esta situación es una consecuencia directa de la desestabilización que Evo Morales ha provocado en su afán proto fujimorista de volver al poder. Pero esto a su vez, se retroalimenta en una descomposición institucional. No olvidemos que los mandos militares como Zúñiga son resultado de los ascensos direccionados por el MAS en la cúpula militar. Es decir, se está cosechando lo que se ha sembrado.
Cuando la ambición de los hombres predomina sobre los nobles fines de la república, el resultado es la corrupción de sus instituciones, su mal funcionamiento y finalmente la anarquía. Las instituciones existen para ordenar el mundo social, cuando se corrompen, emerge la anarquía que da paso a la tiranía.
El resultado actual, es que la oposición boliviana corre el riesgo de ser postergada en el relevo de poder, cuando por fin tiene mayores posibilidades de sacar a un MAS bicéfalo y corrompido que no es capaz de responder a los problemas del país.
Son varias las narrativas sobre lo ocurrido el miércoles en La Paz. Lo único cierto es que Arce sale en apariencia fortalecido en una narrativa que confirmaría sobre los hechos las consecuencias de las presiones de Morales que se han visibilizado. Por otro lado, Arce queda como el civil que venció el golpe militar y encima se ha ganado un amplio respaldo institucional incluido el de la oposición, bajo la bandera de estabilidad y continuidad institucional.

Presidentes Luis Arce de Bolivia y Vladimir Putin de Rusia.
Bolivia en la geopolítica
Ahora bien, queramos o no, Evo es muy popular. Pero es Arce quien está en el poder ahora. A Arce lo tildan de ser pro ruso y a Evo de pro chino, y aquí lo que está en juego es el litio. Hace poco Arce y Putin examinaron la posibilidad de que Bolivia ingrese a los BRICS. En un ambiente global cada vez más tenso en que los imperios empujan a los países pequeños pero estratégicos a alinearse, el riesgo en la región es casi una profecía cumplida. En el caso peruano en noviembre es la visita del presidente de China que corresponde con la inauguración del puerto Chancay, que sirve de enclave geoestratégico en la ruta de la seda transpacífica. Estos días está de visita en China, la presidenta del Perú. Es cada vez más preocupante pensar en un Perú alineado con el imperio del dragón, mientras Bolivia se alinea con el imperio del águila imperial rusa. Y no olvidemos a la Argentina de Milei y al Chile de Boric, ambos políticamente distintos, ya se alinearon con el águila calva gringa respecto a su litio. A Estados Unidos solo le falta Bolivia para tener el control del triángulo del litio que reúne el 85% de todas las reservas globales. Esto cada vez se parece al preámbulo de la guerra del salitre.

Triangulo del litio, concentra alrededor del 85% a nivel mundial de este material.
No podemos ignorar tampoco las advertencias de Alfredo Jalife, el mayor experto de geofinanzas en Latinoamérica, quien advierte de un repliegue norteamericano al hemisferio occidental y de un Revival de una neo doctrina Monroe, que cierre el continente entero ante influencias de otros imperios.
En ese sentido una mileinización y bukelización de Latinoamérica será funcional a los intereses norteamericanos. De momento el único país fuerte que resiste en la región es Brasil, porque México ha caído en manos de una ex trabajadora de BlackRock, a la cual los medios liberales gringos alaban con sospechoso entusiasmo.
Cuidado con los imperios y sus juegos que despedazan países, cambian fronteras y construyen la paz en base a fundar cementerios.
Opinión
¡Viva el Perú!, ¡Viva la justicia!
Ningún otro país en la historia moderna ha logrado lo que el Perú ha demostrado al mundo: someter a la justicia a todos sus expresidentes vivos en un periodo tan corto.

Por Jorge Paredes Terry
No es un relato de venganza, sino de equidad ante la ley. No es persecución política, sino la afirmación rotunda de que nadie está por encima de la Ley. Mientras otras naciones luchan contra la impunidad de sus élites, el Perú ha convertido sus tribunales en un faro de esperanza para las democracias que anhelan justicia.
Desde Alan García, quien optó por el suicidio antes que enfrentar las pruebas en su contra por el escándalo de Odebrecht, hasta Pedro Castillo, encarcelado por intentar cerrar el Congreso de la República, pasando por Alejandro Toledo, extraditado desde Estados Unidos para cumplir una condena de 20 años; Ollanta Humala, sentenciado a 15 años por lavado de activos; Martín Vizcarra, se libró por el momento de una prisión preventiva por corrupción; Pedro Pablo Kuczynski, bajo arraigo domiciliario por sobornos; y Alberto Fujimori, quien murió sin limpiar su nombre tras años en prisión por crímenes de lesa humanidad. Siete expresidentes, siete personajes que los libros los retratarán como lo más ruin y deshonroso de la historia moderna del Perú.
Este fenómeno no es casualidad, sino el resultado de una sociedad que ya no tolera la impunidad. Mientras en otros países los poderosos negocian su libertad, en el Perú la justicia ha hablado con pruebas, no con privilegios. La detención de Castillo en pleno ejercicio del poder, en menos de tres horas después de su intento de cierre del congreso, demostró que las instituciones peruanas actúan con autonomía, salvo excepciones donde se observa que algunos magistrados se inclinan por alguna de las partes.
¿Es nuestro país un modelo perfecto? No. Persisten la polarización, las críticas por selectividad y la lentitud de algunos procesos. Pero mientras en México, Argentina, Colombia o Brasil los expresidentes se pasean libres pese a escándalos millonarios, en el Perú la cárcel no distingue colores políticos. La justicia, aunque tardía, ha sido implacable.
“El Perú ha demostrado que ni el poder absoluto, ni el tiempo, ni siquiera la muerte borran los crímenes de los gobernantes. Es una lección para la humanidad», escribió The Washington Post en 2024. Y es cierto. Nuestro país, golpeado por crisis, corrupción e inestabilidad, ha dado al mundo una enseñanza invaluable: la democracia no se defiende con discursos, sino con hechos.
Hoy, mientras Toledo, Humala pagan sus condenas; mientras Castillo enfrenta su juicio por rebelión; mientras Fujimori murió sin rehabilitación y García solo escapó de la justicia por su propia mano, el mensaje es claro: en el Perú, el poder ya no es un salvoconducto, mensaje directo también para la actual mandataria Dina Boluarte y la exalcaldesa de Lima Susana Villaran, las cuales, si la justicia prevalece, seguirán el mismo camino.
Mensaje a la juventud peruana.
Hermanos y hermanas de la nueva generación:
Miren bien lo que está pasando en nuestro país. Siete expresidentes, los hombres más poderosos de su época hoy están muertos o presos. Alan García prefirió el suicidio antes que la cárcel. Fujimori murió sin limpiar su nombre. Toledo, Humala, Castillo ven el amanecer tras las rejas. PPK, en arresto domiciliario y Vizcarra más tarde que pronto será el nuevo inquilino del Fundo Barbadillo.
¿Qué nos enseña esto?
Primero: El poder no los hizo invencibles. Creían que sus títulos, sus contactos, su dinero mal habido o su popularidad los salvarían. Se equivocaron.
Segundo: La corrupción siempre termina en derrota. Esos mismos que robaron millones hoy no pueden disfrutarlos, salvo Nadine Heredia que logró burlar a la justicia, pero esperemos el cambio de régimen en Brasil y dicha señora tendrá que retornar y cumplir su condena.
Tercero y más importante: La justicia existe cuando el pueblo la exige. Estos casos no avanzaron por magia, sino porque ciudadanos como ustedes, estudiantes, trabajadores, jóvenes indignados salieron a las calles, fiscalizaron, no se callaron.
A ustedes les toca escribir el siguiente capítulo.
No repitan los errores del pasado. No idolatren políticos corruptos, aunque les repitan mil veces que «roban pero hacen obras». No normalicen lo injustificable.
El Perú que heredarán será el que construyan HOY con sus acciones:
Viva el Perú! ¡Viva una justicia que no se inclina! Porque cuando la ley triunfa sobre la impunidad, no solo gana un país, gana la dignidad de toda una región y gana la humanidad.
Opinión
Tocar con los ojos (sobre Una ballena blanca…, de Mario Castro Cobos)
Lee la columna de Salvador Carrillo

Por Salvador Carrillo
“Una ballena gigante, una ballena blanca, en la niebla” (2025) es un filme
experimental que busca educar al espectador en una forma estética de percibir
el mundo. La obra obliga a detenerse, a contemplar planos de nubes, texturas
de hojas, globos: un reencuentro con lo cotidiano desde una perspectiva
eminentemente visual. Revaloriza la mirada, como si intentara adentrarse en la
experiencia mística y contemplativa de aquello que se observa. Podría decirse
que el director ha intentado filmar el silencio y enseñar lo que significa tocar
con los ojos.
Podemos clasificar las escenas, principalmente, en dos tipos: la contemplación
de las texturas de los objetos y la de los seres humanos. Casi pareciera que la
contemplación de los primeros funcionara como una antesala para aprender a
mirar a las personas más allá de los marcos mentales, y así redescubrirlas
desde una dimensión estética.
Aunque no existe aquí una narrativa en el sentido convencional, se percibe una
suerte de hilo conductor en esta sucesión de imágenes contemplativas: una
mujer que reaparece en distintas situaciones —sentada absorta en sus
pensamientos, o interactuando de manera singular dentro de un grupo—. Su
figura adquiere un protagonismo sutil, destacándose sobre las demás escenas
en las que intervienen personas, como si encarnara el núcleo emocional y
simbólico de la obra.
Ella remite a los experimentos audiovisuales de Warhol, quien detenía la
cámara para filmar el rostro de una persona en estado de quietud. Del mismo
modo, el director, a través de diversas experiencias contemplativas, busca
inculcar una forma de ver. En este sentido, resulta especialmente significativa
la escena en que la mujer habla sin que se escuche lo que dice: solo su sonrisa
y sus gestos permanecen. Es una invitación a privilegiar lo visual, a persistir en
la contemplación, no desde la comprensión racional, sino desde la vivencia
estética.
La dinámica en la que, en varios pasajes del filme, ella aparece junto a otros,
colocándose mutuamente las manos sobre el pecho y sosteniendo la mirada,
responde a la misma lógica pedagógica: una educación sensorial y estética. Se
transita así desde la observación de objetos hacia la apreciación visual de los
seres humanos, ahora resignificados como presencias artísticas: tocar con los
ojos.
Es una producción audiovisual en la que el autor intenta revelar cómo
experimenta visualmente el mundo, en qué elementos se detiene, cómo
contempla estéticamente a los seres humanos. Más que una película en el
sentido convencional, podría tratarse de una composición de videoarte que
persigue desestructurar la experiencia directa de la realidad, basándose en el
principio esencial del cine: imágenes en movimiento.
Película
Películas
https://www.youtube.com/@marszproject7155/videos
Opinión
Como un gamonal del siglo pasado, César Acuña se hace cargar por campesinos
Lee la columna de Jorge Paredes Terry

Por Jorge Paredes Terry
El “plata como cancha” en su última visita a Pataz, volvió a escenificar un viejo ritual del poder peruano: el político que se hace cargar por los pobres para demostrar que es “uno más del pueblo”. En imágenes que rápidamente se viralizaron, el líder de Alianza para el Progreso (APP) apareció siendo transportado en hombros por campesinos, sonriente, repartiendo promesas, como si el tiempo no hubiera pasado. La escena, grotesca y humillante, parece sacada de un archivo del siglo XIX, cuando los hacendados exhibían su dominio montados sobre los hombros de los indios. Pero hoy, en lugar de látigos y tierras, el gamonal moderno usa su cargo y la plata del estado.
Acuña, dueño de un imperio educativo y con décadas en la política, no es nuevo en este tipo de teatros. Su carrera está construida sobre el clientelismo descarado: regala dinero en efectivo, becas de dudosa calidad, materiales de construcción y hasta medicinas a cambio de lealtades. En Pataz, como en tantos otros pueblos, la fórmula se repite: llega con fanfarria, reparte promesas como si fueran caramelos, posa para las fotos abrazando a ancianos y niños, y luego se va, dejando atrás más pobreza que soluciones. Es el mismo juego de siempre, pero con selfies y redes sociales.
Lo irónico es que, mientras Acuña se hace cargar como un cacique de antaño, su partido controla municipios y gobiernos regionales con una red de favores que poco tiene que envidiarle al gamonalismo clásico. Antes, los terratenientes mandaban con el látigo y la amenaza; hoy, lo hacen con contratos públicos, empleos temporales y la promesa de una beca en una universidad de garaje. La esencia es la misma: el pobre sigue siendo usado como animal de carga, solo que ahora, en lugar de arar la tierra, aplaude en mítines.

Pero hay algo aún más cínico en este espectáculo. Mientras Acuña juega al “hombre del pueblo”, su fortuna,amassada gracias a universidades que venden títulos como pan caliente, lo delata como parte de una élite que disfraza su explotación de filantropía. El hacendado de antes al menos no fingía: sabías que te explotaba. El nuevo gamonal te vende la ilusión de que algún día, si le eres fiel, tendrás una migaja de su riqueza.
La imagen de los campesinos cargando a Acuña no es solo un acto de sumisión: es un símbolo de cómo el poder en el Perú nunca ha dejado de humillar a los más pobres. La Reforma Agraria acabó con los terratenientes, pero no con la mentalidad que los sostenía. Hoy, los nuevos gamonales no necesitan haciendas; les basta tener un puñado de billetes y una cámara cerca. Y el pueblo, como en los tiempos de Max Uhle, sigue cargando el peso de quienes dicen gobernarlo.
Opinión
Poder Judicial no puede amparar persecución al periodista Ricardo Belmont
Lee la columna de Rafael Romero

Por Rafael Romero
Los magistrados de la Segunda Sala Penal de Apelaciones de Chorrillos, presidida por Luis Alberto Arancibia Agostinelli e integrada por Jorge César Mayta Palián y Carlos Alberto Ccallo Chirinos, tienen en sus manos un caso donde se persigue mediática y políticamente a un periodista: a don Ricardo Belmont Cassinelli (RBC).
Es decir, cuando apenas acababa la persecución judicial del fujimontesinismo, que duró 18 años, desde 1996 al 2014, lamentablemente muy pronto llegaría a la puerta de RBC otra clase de “lawfare”, perpetrada por su propio hijo, quien desde abril del 2016 tomó con matones su canal y al año siguiente, en el 2017, el hoy inquilino de ese hijo, Phillip Butters Rivadeneyra, declaró públicamente desde Radio Exitosa que Belmont se creía una santa y que él ya le había comprado su canal para vengarse de todos sus “pinches enemigos”, incluido el Hermanón.
Esa declaración de Butters la hizo frente a Nicolás Lúcar; pero ahora, ocho años después de ese ucase, en momentos en que el país está en crisis a causa de la codicia y la avaricia, con esa clase de querellas maliciosas, caprichosas y antojadizas solo se malgasta el tiempo del Poder Judicial en lugar de concentrar todas las fuerzas de la magistratura contra la delincuencia callejera u organizada, contra el abuso y la prepotencia.
Lamentablemente, tenía que aparecer un juez supernumerario, y para remate tocayo del querellante Phillip Butters, para sentenciar en primera instancia al periodista Ricardo Belmont Cassinelli, dizque por supuestos agravios contra el “Sabelón”, y sin reparar en ningún momento en los graves ataques y amenazas lanzadas por el querellante Butters, y sin meditar en su objetivo principal como es la venganza en contra de Ricardo Belmont.
Esa sentencia de primera instancia podría enmarcarse en la nueva persecución contra RBC, la iniciada en el 2016 con la toma por la fuerza del Canal 11 y luego con la toma de la Planta de Transmisión en el Cerro Marcavelica de Chorrillos, al punto en que hoy el verdadero dueño de la televisora, como es Ricardo papá, está despojado del medio de comunicación que fundó debido al plan del dúo perverso conformado por dos angelitos, el querellante Butters y el primogénito del Hermanón.
Sin embargo, ¡qué curioso!, son más de ocho años de enfrentamientos y litigios, y cuando en el año 1923, Ricardo Belmont ya tenía listo su Partido Cívico Obras, ¡zas!, empezó un juicio por una supuesta usurpación; y luego de inscrito oficialmente el partido, un año después, el pasado 15 de julio del 2024, aparece otro juicio, el de una querella de Butters por quítame estas pajas, quien es una persona con objetivos políticos y por eso se ha metido al partido Avanza País, para ser candidato a la presidencia y así continuar haciéndole fieros y remedos a su querellado Ricardo Belmont.
No sé por qué Butters odia tanto o envidia infinitamente a Ricardo Belmont, y hasta quiere imitar su paso por la radiodifusión poniendo las siglas de su nombre “PBO” a su grupo mediático, tal como Ricardo llamó “RBC Televisión” a su medio de comunicación. El caso es que los dos son personajes públicos, y por ello renuncian o toleran las críticas porque están expuestos a las mismas, relativizándose su derecho a la intimidad o el honor, a diferencia de cualquier otro ciudadano que no es mediático.
Por tanto, la actuación pública de ambos es, ha sido y será polémica, sobre todo cuando el querellante Butters lanzó ataques, frases y expresiones más graves e irreproducibles contra Ricardo. En ese sentido, resulta inequitativo, asimétrico y hasta gravoso para RBC la sentencia condenatoria del juez de primera instancia, tocayo de Butters, y peor se vulnera la dignidad y el honor de RBC cuando su querella contra Butters jamás prosperó, peor cuando este declaró en diversas ocasiones que le meterá preso a Ricardo y que se va a encargar de que la pase mal en la cárcel o que se muera dentro, debiendo los magistrados de la Sala Penal de Chorrillos, frente a esta clase de intríngulis y conflictos, actuar con mucha mesura, con un sano criterio de conciencia y con sabiduría judicial, no debiendo amparar el abuso del derecho.
Un tema objetivo es que la judicatura penal de Chorrillos, en primera instancia, no amparó la demanda de RBC, es decir, no ha querido declarar fundada su querella, pero sí admitió la pretensión del querellante Butters. Ahora bien, como es sabido, en la ciencia y la praxis jurídica, y a la luz de la misión y visión del Poder Judicial, toda sentencia y resolución de la administración de justicia debe evaluar, ponderar y valorar su impacto en la sociedad y en el Estado Democrático y Constitucional de Derecho.
Y si ese querellante, Butters, va a postular a la presidencia por Avanza País, y si RBC es el fundador del Partido Cívico Obras, con larga ejecutoria en la política peruana, la pregunta cae de madura: ¿se puede llegar a tanto por parte de algunos rivales del periodista RBC, acaso al punto de querer usar a los magistrados del Poder Judicial para sacarlo de la carrera electoral por encima de la voluntad popular?
Esas son las sombras que hay en todo este caso, donde no se admite la querella del periodista Ricardo Belmont, pero si se admite la querella de Butters, quien ha venido atacándolo públicamente desde hace ocho años por lo menos. En consecuencia, este deslinde de la judicatura peruana contra el favoritismo tiene que darse necesariamente en la Sala Penal de Chorrillos para preservar su integridad, su ética pública y la transparencia, debiendo tener muy presente como órgano colegiado su apego a la sabiduría judicial y al sano criterio de conciencia. Pues si se revisa bien este expediente, y la historia detrás del mismo, se descubrirá que son más graves los ataques del querellante Butters contra RBC, y no al revés, sobre todo desde su confesión pública frente a Nicolás Lúcar (Radio Exitosa), cuando prometió acabar con el periodista Ricardo Belmont, en abril del 2017.
Es más, de cara al Poder Judicial, RBC es la víctima y no el victimario, incluso ya perdió su canal de televisión y ahora se le quiere bloquear como candidato presidencial del Partido Cívico Obras, partido que junto al canal 11, fueron los únicos que jamás se arrodillaron en la salita del SIN de Montesinos.
De manera que debemos preguntarnos hoy dónde queda el Artículo 1° de la Constitución, dónde queda la condición de adulto mayor (Ley N° 30490) de Ricardo Belmont, y dónde queda la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad, siendo todo eso el fin supremo de la sociedad y del Estado.
Pero, en virtud de la “pluralidad de instancia”, la Sala Penal de Apelaciones de Chorrillos puede y debe enmendar la sentencia de primera instancia por adolecer de motivación y fundamento, al estar divorciada de un contexto histórico político y social, al estar fuera de la realidad y al no haber evaluado y ponderado todos los hechos de este caso, siendo evidente que el agraviado es Belmont y no Butters.
Es deplorable que esta clase de iniquidades y asimetrías solo sucedan el Perú, donde el agraviado aparece como agresor y la víctima como victimario. Un absoluto abuso. El mundo al revés, y como dice mi amigo Herbert Mujica solo en el Perú llueve para arriba.

Por José Emilo Caro Gómez
Estaba atorado en el taxi rumbo al Centro Cultural Ccori Wasi, para la presentación del libro Las huellas nada más de Roberto Reyes, quienes, junto con Murillo, son los sobrevivientes del Grupo Narración. La tertulia fue en un anfiteatro amplio, cómodo y rebosante de rostros jóvenes: Una atmósfera cálida que casi me deja sin lugar.
Tomó la palabra Roberto Reyes, agradeció al auditorio por el tiempo y por su gentileza de estar, comentaba que el día anterior fue a la presentación de un novelista famoso, pero que asistió poco público. Recordó cuando quiso dedicarse a escribir, lo fácil que se ve en el producto final y lo difícil que es el proceso. Muchas veces uno puede tener la historia oral más rica y trágica, pero convertir eso en libro es místico.
El creador puede quedarse sin palabras al segundo día. Como autor, uno entiende esto, el terror a la página en blanco. En el brindis posterior a la presentación, dentro de la galería de arte del Centro Cultural, yo estaba junto con Funes el Memorioso y algunos amigos reflexionando sobre los principales problemas de la República del Perú, el país bananero, como decía Funes. Y su interlocutor mentó: “-Claro, la dictadura nuevamente-”. Pasaban las fuentes, los bocaditos, las presas de pollo con centro de fuego maravilloso, vino y agua para los abstemios. La galería de arte ahora es rebosante y bulliciosa. Adquirí el libro de cuentos, pues debía seguir con mi itinerario. Ya tenía en las manos el cuerpo del delito: un asesinato literario cometido por Random House en su sello Alfaguara.

No fui a la presentación de Los eunucos inmortales porque ese día tenía que jugar a la pelota con mi hijo. Le comentaba, mientras devoraba las piernitas de pollo que metía de vez en cuando a la flama para mantenerla tibia en esa noche de invierno de panza de burro limeño: Mira la nota del editor, en la página 9, citó: ‘Se ha realizado una versión integral del texto, corrigiendo erratas y ajustando aspectos formales —como uso de las mayúsculas y la ortografía— conforme a las normas lingüísticas actuales’”. Compadre, pero si es la primera copa que te tomas y ya con esos factos, Funes- dijo el presentador del libro Las huellas nada más-. Nos miramos todos en un minuto de silencio dentro de la multitud que se aglutina por una foto con el autor.
Los eunucos inmortales es, ante todo, una novela experimental cuyas páginas discurren a modo de testimonio” Viendo el vaso medio lleno o medio vacío. Esa nota editorial parece ser una estrategia para desautorizar ediciones anteriores y reconocer únicamente la versión de 1995” (por eso desconoce las demás).
—¿Eso dice la información del libro?
—Sí —respondí—, en los paratextos. Interpreto que para causar revuelo.
El corrector de Random House se atreve a corregir a Oswaldo Reynoso, un especialista reconocido en la materia, su expertis y dominio lo destacaron de los demás correctores de estilo que residían en el Hotel de la amistad y, de vez en cuando, era convocado para trabajar en los documentos del Buró del Comité Central del Partido Comunista Chino, lo que en buena cuenta era un reconocimiento a su talento en el dominio del lenguaje español.
Muestra de ello es su libro El escarabajo y el hombre, que fractura el lenguaje, proponiendo que la literatura como arte puede transgredir el lenguaje para conseguir ciertos detalles estéticos, simbólicos o simplemente por placer.
“Es interesante tu postura, muy acorde al contexto de este evento Podrías leerlo y comentarlo en un artículo extenso”, menciona José García Cosavalente, panelista de hoy. Le hago una seña a Funes para irnos, me despido del autor y de los presentadores. En el taxi rumbo a los juegos de mesa para jugar Exploding Kittens, en casa de un amigo copywriter, poeta y crítico. Conversando un poco más con Funes el Memorioso, él, totalmente indignado, me leía algunos párrafos y los comentaba: No sé chino, así que su traducción sería cosa de otro día, pero veamos el detalle. Al menos de pasada analicemos el caso de las mayúsculas, me dice: “Porque en más de 20 años las reglas ortográficas casi no han cambiado, salvo en el caso de la tildación en los determinantes demostrativos. Así que esa nota de editor solo podría aplicarse al Cantar de mio Cid del 1207, ese sí que era un español con normas ortográficas y gramaticales distintas.”
Lo miro serio.
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Página 28: “Informes y documentos públicos del Partido y del Gobierno chinos se han ido perdiendo como…”. ‘partido’ Partido, ‘gobierno’ Gobierno. Se entiende que escribe con mayúscula cuando te refieres al gobierno como un Estado, y se escribe con minúscula cuando se refiere a la acción de gobernar. En la primera edición de 1995 (PEISA), se usa partido y gobierno en minúsculas, como en las ediciones de 1999 (San Marcos), 2005 (San Marcos), y la de 2006 (Narraciones 2, Universidad Ricardo Palma). También en la de 2011 (San Marcos, vía ISBN).

En las Obras completas que sacó la Universidad Ricardo Palma, fue revisada por el autor en vida, la usa así: “partido” y “gobierno”. Por tanto, estas correcciones parecen incorrectas. Es posible que, en algunas mayúsculas minoritarias, el autor buscara transmitir algo más allá de una simple corrección gramatical. Al elegir minúsculas, incluso en casos donde gramaticalmente debería haber mayúsculas, es parte de un estilo personal o ideológico. Esto no es incorrecto en textos no formales,
Te voy a contar algo, Funes el Memorioso, por tu lucidez y tu reflexión, no puedo opinar sobre ello, tú lo dijiste todo. Sin embargo, cuando el vecino del segundo piso increpó a Oswaldo porque en el patio interior tenía tantos papeles en bolsas, de lejos, pues la altura del segundo piso era considerable, parecía basura. Oswaldo le gritó: ‘¡Son correcciones de prueba! Mire, son hojas bond, no es papel higiénico ni basura’. Le respondió. El vecino, algo increpado: ‘Disculpe, no sabía que era escritor, pero es un abuso, pobres árboles. No olvide botar esos papeles que dan mal aspecto’. Se cruzaron unas miradas de pocos amigos.
Ahora que veo el libro Los eunucos inmortales y, sinceramente, parece que el departamento de corrección de estilo de Alfaguara es tan eficiente en esta reedición como los libros que le pirateaban a Reynoso, pues en ellos veías la libertad de corregir al autor. Es posible que estas decisiones respondan a políticas de uniformidad editorial, como en el papel finísimo de la publicación, que en menos de un año será de otro papel, al grado de ser casi añejo, con circunferencias dislocadas de distintos tamaños, pequeñas manchas aquí y allá, formando un tapiz vintage en cada página.
Sin embargo en este caso, han pasado por alto elementos esenciales de la obra original, y las decisiones editoriales parecen no haber considerado plenamente la intencionalidad estilística de Reynoso. Prefiero las ediciones anteriores de hojas blancas o color marfil grueso. Limpios, pulidos como joyas preciosas donde no falta ni una m, pues para los amantes de la literatura, la calidad reside en el lenguaje poético; alterar esto es mutilar un coleccionable.
Opinión
Cuestionan a Raúl Canelo por no representar a los abogados de Lima

Por: Rafael Romero.
Poco tiempo pasó, desde que llegó al decanato del Colegio de Abogados de Lima (CAL), para que Raúl Canelo Rabanal quede absolutamente desdibujado y hoy la inmensa mayoría de jurisconsultos citadinos señala que él no los representa. ¿Qué ha sucedido con el profesor bonachón y patero de la PUCP?
Seguramente el poder a algunos los marea, ¿o será que desea ir al senado de la República y se ve obligado a usar como trampolín electoral a la institución del ilustre CAL?
A mediados de mayo pasado Raúl Canelo fue suspendido por 6 meses del cargo de decano del Colegio de Abogados de Lima como consecuencia de tres hechos en los que presuntamente abusó del cargo.
Pero, pese a ser hombre de derecho, sorprendió a propios y extraños al reaccionar desaforadamente diciendo que no acataría dicha suspensión y acusó al Consejo de Ética de tener serios cuestionamientos. No obstante, son más serios los cargos que se le atribuyen, pero eso no parece quitarle el sueño al cuestionado Canelo Rabanal.
La sanción también conlleva la prohibición de ejercer la profesión de abogado debido a la suspensión temporal de su colegiatura. Lo concreto es que las evidencias saltan a la vista y es que Raúl Canelo se habría excediendo en sus funciones de forma abusiva y arbitraria, vulnerando el Estatuto del CAL y manteniendo una actitud innoble con otros colegas de la orden.
Las presuntas infracciones incurridas por los “canelistas” son: 1) crear una “Oficina de Control Interno” en el CAL, pese a que la junta directiva no tenía la competencia para hacerlo, máxime cuando ya existe una Junta de Vigilancia; 2) remover al abogado Víctor Alca del cargo de director de Bienestar Social bajo el pretexto de la causal “retiro de confianza”, figura que no existe en el Estatuto del gremio; y 3) nombrar a la abogada María Vera como accesitaria del Consejo de Ética, pese a no haber sido elegida por la asamblea general.
Por lo demás, también es grave la denuncia de varios abogados contra Canelo y su grupo en el sentido de que tendrían una maquinaria destinada a inventar denuncias y presentar hechos falsos con el objetivo de atacar, desacreditar y difamar a sus opositores, para lo cual presentarían memes, panfletos y falsedades en las redes sociales.
Queda todavía por desentrañar cómo va el manejo económico en el CAL, desde la fecha en la cual llegó Raúl Canelo al decanato, y eso será presentado en un próximo artículo.
Opinión
Crónica de una fiscalía convertida en novela
Continúa la saga de las fiscales enfrentadas, donde ni Patricia Benavides ni Delia Espinoza defienden principios, sino protagonismo. En esta intriga interminable, la ley es solo un adorno, y la teleaudiencia ya no espera justicia, sino el capítulo mil de un drama sin final.

El Perú, es un país que ya no se asombra de nada y ha quedado atrapado en una trama que parece escrita por un guionista adicto al melodrama jurídico. Una historia de poder, traición, maniobras legales y fiscales enfrentadas como archienemigas de telenovela, pero con escudos, títulos y escoltas. La realidad ha superado al libreto. Lo que presenciamos no es justicia, sino una guerra entre facciones que han tomado por asalto las instituciones para convertirlas en trincheras.
El Ministerio Público ya no imparte justicia: ahora emite episodios. Cada día, un nuevo capítulo. Cada hora, una nueva sorpresa. Y así, entre flashes noticiosos y comunicados indignados, abogados, opinólogos y congresistas se pasean por los ‘sets’ de la indignación fingiendo preocupación por el Estado de derecho, cuando en realidad lo único que defienden es a su gente, a su bando, a su tribu.
Todo comenzó —o al menos en esta temporada— con la Junta Nacional de Justicia (JNJ) desenterrando una decisión que ya se creía sepultada porque tenía la condición de ‘cosa decidida’: revocó la destitución de Patricia Benavides Vargas y la repuso como fiscal suprema y, por rebote, como Fiscal de la Nación.
El cliffhanger fue inmediato. Horas después, Benavides, escoltada por su guardia personal y una batería de abogados, irrumpió en los pasillos del piso nueve del Ministerio Público con la intención de recuperar su trono; pero la recepción no fue para nada cálida. Delia Espinoza—su némesis—le cerró la puerta en la cara; literalmente.
Este episodio provocó indignación genuina en la facción conservadora… y rating asegurado. Porque, seamos sinceros, a estas alturas nadie cree que alguna de estas señoras defiende el principio de legalidad. Aquí lo único que importa es el hambre de poder. El guion se escribe solo, mientras el país asiste con palomitas de maíz en mano a este thriller institucional donde el Estado es el escenario y la ley, un insignificante adorno.
En esta historia, uno de los momentos más cuestionados llegó cuando Benavides Vargas, sin haber retomado formalmente sus funciones de fiscal, ya contaba con seguridad policial, como si estuviera de regreso en su despacho. Y cuando el capítulo aún no había terminado, la JNJ —con un toque autoritario digno de series de los 80— envió un oficio a la Policía Nacional solicitando que sacaran a Delia Espinoza de su oficina, y que repusieran a Benavides en el cargo de Fiscal de la Nación. Todo sin esperar a que el Poder Judicial se pronunciara. Pero así se mueve esta serie: por impulso, por drama y por espectáculo.
Y esta mañana, en el más reciente episodio —casi un especial de temporada— el Poder Judicial suspendió a Patricia Benavides como fiscal suprema y fiscal de la Nación por un plazo de 24 meses. ¿La razón? su presunta participación en una organización criminal, acusada de delitos que parecen extraídos de un tratado de derecho penal completo: cohecho activo y pasivo, tráfico de influencias, patrocinio ilegal, y un largo etcétera que suena más a inventario de corrupción que a expediente judicial.
Los ‘actores secundarios’ también tuvieron su momento de gloria ante los reflectores. Abogados de apellidos rimbombantes como ‘Abanto’ o ‘Del Castillo’ alzaron la voz ante lo que consideran una traición a su causa. Porque saben perfectamente que, con esta suspensión, su clienta Patricia Benavides ya no podrá regresar a su cargo, porque su mandato se extinguirá antes de que pueda volver.
Mientras tanto, los seguidores ‘caviares’ de Delia Espinoza —la otra protagonista de esta ficción institucional— celebran con mesura y respiran tranquilos. Dicen que esta medida no fue improvisada, que se remonta a mayo de 2024, cuando la propia Espinoza, entonces titular de la Fiscalía Suprema en Delitos Cometidos por Funcionarios Públicos, solicitó al juez supremo Checkley una suspensión de 36 meses para Benavides. Y aunque pasaron 13 meses de silencio, finalmente el juez Segismundo León Velasco le dio la razón. Una resolución que, de paso, invalida también el acto de la JNJ que había devuelto a Benavides al cargo.

¿El resultado? Patricia Benavides no podrá ejercer ni como fiscal suprema ni como fiscal de la Nación, al menos hasta junio de 2027. Un final inesperado para una protagonista que parecía eterna.
En otros términos, la justicia ha hablado. Y aunque el elenco no parece dispuesto a respetar el guion judicial, un fallo debe acatarse; al menos en teoría. En la práctica, esperemos el siguiente episodio. Porque, como en toda serie de culto, siempre hay espacio para una nueva temporada.
Opinión
Amnistía, ley del olvido: Congreso busca borrar crímenes del Estado
Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

Amnistía según la RAE lo define como: “Derogación retroactiva de la consideración de un acto como delito, que conlleva la anulación de la correspondiente pena. No debe confundirse con indulto (‘anulación o conmutación de una pena’)” Ese es el escenario que nos propone hoy en Congreso de la República del Perú con el Proyecto de Ley N° 07549, que pretende amnistiar a quienes deshonraron su uniforme y se llevaron de encuentro vidas inocentes; quieren que empecemos a creer que Barrios Altos – La Cantuta, Uchuraccay y tantos otros no fueron delitos contra los derechos humanos, no fueron actos de terror.
Según el diccionario jurídico de Poder Judicial de Perú define la palabra Amnistía como: “Disposición con fuerza legal por la que se condonan los delitos cometidos y se excarcela a todos o un grupoespecífico de presos”. Una amnistía de este nivel pretende perdonar delitos vinculados a terrorismo entre los años 1980 y 2002.
Los 52 congresistas que votaron a favor y las 3 abstenciones le dicen al país, sin el menor remordimiento, que debemos excluirlos de los delitos cometidos contra civiles que esperaban de sus Fuerzas Armadas y Policía Nacional protección y vocación de servicio, y que encontraron terror y muerte. Mientras el discurso oficial del Congreso es “planeamos una Ley para miembros que lucharon contra el terrorismo”. Nada más falso que eso. Matar inocentes no es luchar contra el terrorismo, es generar terror desde el Estado.
¿Qué propone el Proyecto de Ley N° 07549/2023-CR?
Se trata de una ley que concede amnistía a miembros de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional del Perú y comités de autodefensa vinculados a la lucha contra el terrorismo entre 1980 y 2000, incluso a quienes ya tienen sentencia firme.
Artículo 1.
“Se concede amnistía a los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú, y a los que hayan sido integrantes de los Comités de Autodefensa que se encuentren denunciados, investigados o procesados por hechos delictivos derivados u originados con ocasión de su participación en la lucha contra el terrorismo entre los años 1980 y 2000”.
Artículo 2.
“Se concede amnistía de carácter humanitario a los adultos mayores de setenta años miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú, y a los que hayan sido integrantes de los Comités de Autodefensa, que cuenten con sentencia firme con calidad de cosa juzgada o se encuentren en trámite de ejecución de sentencia, con pena privativa de libertad efectiva o suspendida, por delitos derivados u originados con ocasión de su participación en la lucha contra el terrorismo entre los años 1980 y 2000, siempre que no hayan sido condenados por delitos de terrorismo ni por delitos de corrupción de funcionarios”.
En otras palabras, significa decirles a las víctimas, a los hijos que nunca volvieron a casa, a las madres que lloraron frente a fosas comunes, que la justicia que tardó décadas en llegar no vale nada frente a los intereses de unos cuantos congresistas y sus allegados. Significa perdonar el delito a quienes deshonraron el juramento con la patria.

En los últimos cinco años hemos visto decenas de decretos supremos reconociendo a miles de peruanos, héroes todos, como Defensores de la democracia. Sin embargo, vemos también que las viudas y los deudos hacen fila. Me cuentan que incluso deben comprar su medalla, porque hasta para eso se habría instalado una corrupción mezquina y nauseabunda en el Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa. Forman fila para aparecer en la “famosa lista” y ser llevados a Palacio de Gobierno a recibir de manos de la presidenta Dina Boluarte la medalla de defensor de la democracia. Forman fila para que procesos judiciales larguísimos, de más de una década, terminen con un cheque de gracia, como si con dinero o becas bastara para reconciliarse o para compensar una vida entregada a la patria.
¿Qué diremos entonces mañana? Que, ante la amnistía, a policías y militares sentenciados con prueba válida y hechos ya juzgados se les borró todo como si nunca hubieran cometido crímenes. Que sus víctimas hicieron fila para alcanzar justicia y, cuando por fin el Estado se las dio, el Congreso se las arrebató a golpe de voto.
Este es el Congreso de Keiko Fujimori, de César Acuña, de Vladimir Cerrón, de José Luna, de quienes se disfrazan de defensores de la patria mientras nos imponen falsos héroes, bajo el discurso de que fueron “delitos derivados u originados con ocasión de su participación en la lucha contra el terrorismo”. No. Hoy se burlan de los verdaderos héroes: aquellos que combatieron al terrorismo con honor, sin ensuciar su uniforme, sin convertir el escudo de la República en un permiso para matar inocentes.
Mi padre, SOT2 PNP (F) Leonardo Serrano Vílchez, fue asesinado junto a 17 policías la madrugada del 3 de febrero de 1993, en un atentado terrorista de Sendero Luminoso en Huarmanca, Piura. De esos 17 héroes, solo 3 han sido reconocidos oficialmente como Defensores de la Democracia y, hasta hoy, solo una familia —la del Capitán PNP (F) Roberto Morales— recibió la medalla prometida. Amnistía de un lado y olvido del otro. Como hijo de un héroe la patria, exijo respeto a su memoria, justicia para todas las familias y verdad para el Perú.
¿Qué le decimos a las familias que aún guardan retratos amarillentos esperando justicia? Están intentando reescribir la historia. ¿Qué sigue? ¿Cambiar el relato del Museo de la Memoria, que permanece de pie para recordarnos que sí hubo terrorismo, sí hubo terrorismo de Estado, y que negarlo es un acto de cobardía? Quieren borrar el terrorismo de Estado de los libros, de los informes, de las sentencias. Pero mientras queden madres buscando huesos, mientras queden fotografías clavadas en una pared de adobe, mientras quede memoria, esta patria sabrá que la amnistía no es perdón: es traición.
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