Por Edison Mamani
La incertidumbre del cambio de ministros fue impulsada por varios factores. La ronda de diálogo donde la derecha (no solamente César Acuña y Keiko Fujimori, como nos quieren inducir algunas encuestas) que sostiene al Gobierno pidió compartir el poder, que significaba una reafirmación de la continuidad de Dina Boluarte. La posible fusión de ministerios (Midis con Mujer, Producción con Mincetur, MTC con Vivienda, Educación con Cultura) también ayudó a crear ansiedad, por ejemplo, en el sector empresarial, que pedían que no desaparezca el Mincetur, y al final pasaron los 30 días, y ahora están más contentos, sobre todo luego de reunirse con Salhuana en el Congreso, donde se habló de crear un consejo consultivo empresarial en el Parlamento, o algo así.
Otro factor fue la creación del Ministerio de Infraestructura, pues desde el Congreso se pedía que tanto el Ministerio de Vivienda y el Ministerio de Transportes formen parte de esta posible nueva cartera para que sea viable. Finalmente, la novela sobre el ministro del Interior y sus denuncias que nunca terminan, pero que con dos audios implicaban a Dina Boluarte, también ayudó a crear la incertidumbre política de que los cambios estaban cerca. Todo esto, sin olvidar los factores al interior del mismo Gobierno.
Los rumores iniciaron al final del mensaje a la Nación, y cada semana se afirmaba que el cambio era inminente. Los candidatos eran los ministerios de Economía, Cultura, Desarrollo Agrario, Producción, Mujer, Salud, Vivienda, Defensa y Trabajo. Se decía que el próximo Premier estaba entre Educación y Relaciones Exteriores, incluso que Hania Pérez podría serlo, y que Interior a pesar de ser cuestionado ya estaba asegurado en su puesto por el famoso abrazo de Dina. Se hablaba de que el ministro de Justicia es el “asesor de asesores” del Gobierno.
Finalmente, solo se efectuaron cuatro cambios: Javier González Olaechea (Relaciones Exteriores), Hania Pérez de Cuéllar (Vivienda), Leslie Urteaga (Cultura) y Elizabeth Galdo (Comercio Exterior). Para algunos sorpresivos e inexplicables los dos primeros cambios.
Comencemos por el Canciller. Desde las bancadas de derecha Fuerza Popular, Honor y Democracia y Avanza País, por ejemplo, cuestionaron y se escandalizaron primero el cambio de Javier González Olaechea, quien había tenido una postura enérgica contra Nicolás Maduro, y segundo la declaración inocente del nuevo Canciller sobre Venezuela, a pesar de ser un diplomático de carrera: “Nuestra posición, la del Perú, es una posición firme, demócrata y a favor de que los problemas de Venezuela sean resueltos por los venezolanos. El detalle lo veremos después”.
Es posible que la salida de González Olaechea se debió a discrepancias con la forma de abordar la crisis en Venezuela, en su participación en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA el último 31 de julio. Al margen del caso concreto, lo real es que González Olaechea tenía una posición ideológica de derecha muy marcada, y por ello era muy querido por la derecha peruana, y casi siempre tomaba iniciativas, a veces, sin consultar al Premier y a Dina Boluarte. No solo es el caso de Venezuela, sino por ejemplo en el proyecto de ley sobre lesa humanidad y los organismos internacionales. Lo anecdótico fue que su carta de renuncia fuera presentada 15 minutos antes de la juramentación de su sucesor.
En lo que respecta al nuevo ministro de Vivienda, los cuestionamientos han llegado de la derecha, pero también del centro, por ejemplo, Edwin Martínez e Ilich López (actual presidente de la Comisión de Economía), de Acción Popular. Se le critica que ha sido secretario general del Ministerio de Vivienda en la primera etapa del gobierno de Pedro Castillo, cuando era conducida por Geiner Alvarado. En una declaración testimonial, el nuevo ministro relató que fue Alvarado el que le ordenó dar trámite a las designaciones de Pedro Arroyo, Roger Gavidia y de Gonzalo Arrieta como nuevos integrantes del directorio del Fondo MiVivienda, que fueron los recomendados por Sada Goray.
En el caso de Hania Pérez lo llamativo es que fue la única de los cuatro que no asistió a la ceremonia de juramentación, y se despidió leyendo su carta de renuncia, todo ello publicando un vídeo. Recordar que la ministra fue interpelada, donde fue acusada de la “privatización del agua potable y SEDAPAL”, aunque su mayor pasivo fue el futuro incremento de las tarifas de agua potable. En varias oportunidades su perfil de técnica y no política la han hecho quedar mal. Sin embargo, es posible que su salida no se deba a lo anterior, sino al factor Nicanor Boluarte y Harvey Colchado.
Sobre Cultura, el nuevo ministro ha sido abogado de la Orden Franciscana en la disputa de esta congregación contra la Municipalidad Metropolitana de Lima por las obras en la plazuela San Francisco. La anterior ministra fue cuestionada en el Congreso por la entrega de la venta de los boletos a Machu Picchu a la empresa Joinnus sin concurso público, por parte de la izquierda y centro. Pero también fue criticada por su postura frente al cine peruano, por parte de la derecha.
En Comercio Exterior, se cuestiona a la nueva ministra por su vinculación con Martín Vizcarra. La anterior ministra había sido objeto de críticas por decir que el Perú exportaría carne de burro a China. Además, perdió los papeles frente a la prensa en Cusco. La derecha, y sobre todo el sector empresarial, están tranquilos porque no ha desaparecido este ministerio.
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