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Opinión

¿Los caviares son los nuevos terrucos?

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Existen desde siempre, pero —en la política peruana— adquirieron su configuración definitiva a inicios del nuevo milenio: con la caída del chino. Se han infiltrado en el Estado, en las universidades, pululan fungiendo de consultores en ONG’s, han copado también la prensa, la televisión, la radio y el internet. Dicen velar por los derechos humanos, se consideran de avanzada, critican a todo aquel que no se sume a su prédica. ¿Quiénes son los caviares? ¿Desestabilizadores de nuestra sociedad? ¿Intelectuales y políticos bienintencionados e incomprendidos? ¿Y por qué son tan odiados por un sector del electorado?

Orígenes del caviarismo

El caviarismo, se dice, es un mote que nace en Francia. Designa a los intelectuales de buena cuna que predicaban las ideas socialistas; comían caviar, pero se identificaban con el pueblo, tenían acceso a los privilegios de su clase, pero proponían que estos privilegios se masifiquen: lo que supone —a la larga— una pérdida de primacía de quienes detentan el poder. El apodo, la chapa, nace en la boca de los socialistas pobres que deseaban marcar una frontera entre sus adeptos: por aquí los socialistas que viven y sufren en la miseria; por allá los socialistas de cuna de oro y privilegios de clase, intelectuales, señoritos que se identifican con el pueblo, pero que no han sufrido: los caviares.

Pronto la chapa cogió su rumbo y salió del círculo socialista: ahora la derecha y los conservadores la utilizaban también. Los socialistas pobres la utilizaban para evidenciar la falta de credenciales de miseria en los socialistas acomodados; la derecha la utilizaba para evidenciar la nula solidaridad de clase y una contradicción: Tú has estudiado en el mismo colegio que yo, accedes a los mismos privilegios que yo, nuestras familias se han enriquecido haciendo negocios juntos… ¿Y quieres subvertir ese orden? ¿Perjudicar el tronco común de nuestra riqueza? ¿Identificarte con quienes nada tienen que ver con nosotros? No era solamente una nula solidaridad de clase, sino también una contradicción: se entiende que un obrero de vida miserable tenga deseos de subvertir el orden social; pero un intelectual acomodado, que ha comido y subsistido de este orden… ¿Por qué desearía cambiarlo? Ese es, a grandes rasgos, el origen del caviarismo.

Transcurrido un tiempo el término pasó a designar otras realidades, se le sumaron otras características, perdió algunas de sus notas originales, pero el concepto, su núcleo básico: el acomodado de ideas socialistas, se mantiene

Los caviares en la política peruana

Estamos en el 2000 y el chino ha caído: se propone una reforma constitucional, se condenan las prácticas corruptas y dictatoriales del fujimorato, se inicia el juzgmiento de sus adeptos, involucrados en casos de corrupción. Los pocos fujimoristas que quedan son considerados pocos menos que leprosos: su portátil, en pleno, se baja del tractor del chino. Pero la llamada década infame no ha sido tan infame para sus cultores, que, en medio de esta satanización del fujimorato, intentan salvar —como sea— los dos caballos de batalla del régimen: la lucha contra el terrorismo y la inserción económica del país.

Los terrucos

El fenómeno del terrorismo y su baja durante el régimen fujimorista sigue siendo, en el Perú, un tema delicado: como lo es el franquismo en España, como el pinochetismo en Chile, como los etarras de Euskadi, como el régimen de Videla en Argentina. Un terrorista —a priori—-  no es un ser humano: es un terruco, un animal, un sanguinario, un carnicero, la bestia que no merece vivir en sociedad. Hablar del terrorismo implica de un modo casi biológico dos posturas: o estás en contra del terrorismo y eres un hombre sensato, o estás a favor de ellos y eres tan animal como un terruco. No hay términos medios, cualquier tipo de definición, de conversación o de pregunta sobre este fenómeno es tomado como un intento de subvertir la definición: los terroristas no son humanos; son unas bestias.

Esa imposibilidad de hablar de los terrucos, más allá de su caracterización como subhumanos, fue uno de los legados del fujimorato y aparejado a esto vino la glorificación de sus vencedores: los militares. Esto se entiende de manera natural, pues el fujimorato se sostenía en el copamiento del aparato militar, gracias a los maquiavelismos de Montesinos y la anuencia del chino.

Caviares y terrucos

Pero con la caída del chino y la balanza inclinada desde el otro lado, las definiciones cambian: los terroristas eran seres humanos y merecían ser juzgados como tales, los militares habían cometido abusos,  los terroristas fueron sanguinarios y debían ser combatidos, pero no de esa manera … que el régimen del chino aprovechó la lucha contra el terrorismo para auparse entre las masas … que el terrorismo no era el único responsable de las matanzas de campesinos, que el régimen del chino transgredió los derechos humanos … ¿ Y quiénes impulsaban esta nueva narrativa? De un lado familiares de los terroristas y adeptos de su ideología, de otro lado abogados y políticos que despachan en ONG’s, por otro lado, intelectuales comprometidos con los derechos humanos.

Caviares y la CIDH

La historia es conocida: por el lado de los demandantes se llevó al Estado peruano a la CIDH, en algunos casos se llegó a indemnizar a los afectados, las ONG’s adquirieron más protagonismo, algunos políticos apoyaron estos reclamos, intelectuales y académicos realizaban conferencias sobre estos temas, etc.

Por el lado de los demandados se esbozó la teoría del amor a la patria: los terroristas eran bestias y estaban bien combatidos, con el enemigo no se podían hacer concesiones, quienes intentaban redefinir el contexto político del terrorismo eran filo terroristas, quienes llevaron al Estado peruano a la CIDH eran enemigos, los abogados que asesoraron a los terroristas eran traidores, las ONG’s se llenaron de plata en consultorías, los derechos humanos son una cojudez, etc.

¿Y quiénes eran los culpables de estas demandas? Los caviares: abogados, políticos e intelectuales con privilegios, que ondeaban la bandera de los derechos humanos

Caviares y régimen económico

En el plano económico, acabado el régimen fujimorista, la realidad dio sus coletazos. Se había logrado la inserción económica, sí, pero a costa de la miseria. El fujimorato desreguló las leyes laborales, aniquiló los sindicatos, vendió las empresas estatales y medró con las ganancias, desreguló el régimen del transporte, benefició y dio concesiones a las grandes empresas, alentó los monopolios, entregó el país a los grandes conglomerados. Los pobres seguían siendo pobres, los ricos eran más ricos. Y habían nuevos ricos también: los que medraron durante el fujimorato.

Se planteaba entonces la necesidad de equilibrar la balanza, de deshacer algunas leyes laborales inconstitucionales, de repartir un poco de pan al pueblo. Aquí los caviares no tuvieron preponderancia, pero la derecha y el fujimorato motejaron como caviares a los pocos políticos que intentaban reorganizar, a medias, el régimen económico del fujimorato. Los caviares eran los resentidos, que querían tirarse abajo los logros económicos del chino (que permitían que el ciudadano de a pie chambee de la mañana a la noche para ganar menos de 500 soles mensuales)

Los caviares y la cultura

El plano cultural, por el contrario, sí ha sido pasto de los caviares. Algunas universidades locales son centros de formación caviar, ciertas ONG’s dan chamba a académicos caviares. Hay abogados caviares, profesores caviares. Hay ministerios copados por caviares. Pero ¿Qué defienden los caviares? El abanico es amplio: desde el feminismo hasta el andinismo, desde el lenguaje inclusivo hasta leyes contra el acoso. El matrimonio igualitario, la cuota de género, la laicidad del estado, el enfoque de género, etc.

Enemigos de los caviares

Sus detractores denuncian que están desestabilizando a la sociedad peruana, que quieren desmontar los valores familiares, que son una mafia enquistada en casi todas las instituciones de la sociedad, que siguen una agenda globalista, extranjera, que no comulgan con los valores peruanos, por lo tanto son tratados con el desprecio con el que antes se trataba a los terrucos y que según ellos, merecen: malditos caviares. 

Inquisiciones

Pero un breve recorrido por el sendero de los caviares no nos da su completa definición, para eso se necesitan algunas preguntas precisas:

¿Las ideas caviares desestabilizan a nuestra sociedad y desmontan los valores tradicionales?

No. Las sociedades humanas están en perpetuo cambio. Desde el Antiguo Perú a la Conquista, de la Colonia a la República han existido distintos corpus de ideas contrapuestas en sí mismas. Las sociedades no son rígidas. Más aún dentro de una misma sociedad hay corpus de ideas discordantes y ninguna se puede arrogar la primacía. Hay ideas, claro, más antiguas que otras, pero son solamente eso: más antiguas, no mejores.

¿Los caviares han copado el Estado?

De algún modo. Hay caviares en distintas instituciones del Estado y constituyen una red de amiguismo y contacto.

¿Los caviares han llegado a las altas esferas del poder?

Sí. Hay ministros, congresistas caviares. Y presidentes aliados a los caviares.

¿Las ideas del progreso benefician a la sociedad?

Si se aplican de modo progresivo, sin imposiciones. Las ideas progresistas son un beneficio para la sociedad, en cuanto promueven la ampliación de derechos individuales, lo cual es beneficioso para cualquier individuo: el derecho a decidir por sí mismo, el derecho a tener los mismos derechos que los demás.

¿Las ideas progresistas comulgan con el sentir popular?

No. El pueblo peruano se apega más al conservadurismo que al progresismo.

¿Los derechos humanos son una cojudez?

No. Los derechos humanos tienen que ser defendidos por ser condición inherente a la dignidad humana, de acuerdo a estos tiempos. La justicia supranacional, que está fuera del radar de los estados, se constituye así en última instancia de imparcialidad.

¿Los caviares son terrucos?

No. Pero la derecha reaccionaria y conservadora los moteja así, pues niega el abanico de los derechos individuales y denosta a cualquiera que los defienda.

¿Los caviares tienen modales democráticos?

No necesariamente, por los siguientes motivos

  1. Los caviares constituyen una argolla, con universidades como centros de formación, con ONG’s como espacios laborales, con el Estado como objeto de políticas públicas. Quien disienta de las ideas caviares o no entre en contacto con algún caviar de rango no accederá a estas prebendas.
  2. Los caviares se consideran, en su mayoría, heroicos: se sienten por encima de quienes no comulgan con sus ideas. Muchos de ellos creen, cual fanáticos religiosos, que solamente sus ideas son necesarias.
  3. Los caviares practican, en su mayoría, la censura: intentan acallar y censurar cualquier expresión en contra de su prédica. Lo hacen en nombre de los derechos, pero detrás de eso existe un discurso monotemático recalcitrante.
  4. Los caviares no se inmutan ante la desigualdad económica. Más allá de algunos exabruptos anecdóticos a los caviares no les preocupa la desigualdad, en grado sumo. Ejemplo: Vizcarra estaba rodeado de caviares y REACTIVA llenó los bolsillos de los conglomerados.

¿Los caviares han copado la prensa?

De algún modo. Periodistas caviares y opinólogos caviares son convocados por los grandes medios, para analizar la realidad nacional, desde su postura monotemática.

¿Los caviares son el enemigo número uno del país?

No. El enemigo del país es la corrupción que genera desigualdad. Y la farsa del liberalismo económico que no otorga libertad porque el ciudadano de a pie desconoce los mecanismos y las triquiñuelas económicas con las que luego se le quita lo poco que tiene.

¿Por qué gran parte del electorado odia a los caviares?

El pueblo no comulga con las ideas caviares pues es, en su mayoría, conservador. Y de eso se han aprovechado los peces gordos de la política reaccionaria que hacen creer al pueblo que ser caviar es igual a ser corrupto. Sin embargo, la corrupción está en todas las esferas, en todos los pensamientos: incluyendo caviares y reaccionarios. Más aún cuando estos políticos, que prometen luchar contra los caviares, van aparejados de mafias dispuestas a darse un festín en el Estado, igual o más que los caviares.

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35 películas en 7 años (y vienen más)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Responder esto es como si se abriera un abismo. Fue una sensación de vacío, de soledad, de desamor, lo que me llevó a vivir más y más cerca de las películas. En parte esa razón fue la que luego me llevó a hacerlas. Antes fui alguien que las miraba, y luego alguien que hablaba y escribía sobre ellas (mi primer corto: hecho con una amiga muy querida en 2005, mi película 0) y luego de algunos intentos que no llegaron a nada fue recién, en 2018, que pude completar un largo, Cuaderno de notas.

Nunca pensé que sería capaz de hacerlas. Fue y sigue siendo una sorpresa para mí. Simplemente no se me ocurría nada. Lo que sí sentía era que la ‘realidad’ era la fuente de todas las ficciones, ahí estaba todo, si es que había algo. Algo ‘sagrado’ o ‘esencial’, si tú quieres. Y me encanta caminar. Así, gracias a uno de mis mejores amigos, por primera vez caminaba con una cámara en el bolsillo.

Así como existe la imagen del rostro y del cuerpo de alguien que amas, cualquier imagen que yo grabara era como una cara y una carne que, si no en todos los casos me inspiraba amor, por lo menos sí me inspiraba curiosidad, atracción…

Ver para ver lo visible, ver para ver lo invisible. Para sentirlo.

No sé por qué estamos vivos pero sí sé que hay imágenes que me conectan a otra cosa que nadie puede decir qué es, pero que está ahí. Había que confiar en eso, en vez de traicionarse, que es lo que hacen casi todos.

El cine está corrompido hasta la raíz, las imposiciones externas han destruido maravillas que nunca se hicieron, solo vemos las ruinas, aún en las mejores películas, las ruinas de lo que pudo ser.

Lo mismo se podría decir de toda vida, o de muchas vidas. Solo podía armar estos rompecabezas confiando en mi instinto, sin saber la figura final, así que no podía contar con ninguna institución. Contaba con una cámara, conmigo, con algunas buenas amistades a quienes agradezco desde el fondo de mi corazón.

Me parece que pruebo algo: solo la estupidez hace posible que no hagamos más películas que de verdad intenten explorar algún misterio. Por ejemplo, el que tienes delante de tuyo dentro y fuera de ti.

Películas

https://www.youtube.com/@marszproject7155/videos

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Nefasto: López Aliaga utilizó a la MML para su campaña presidencial

El poder como trampolín: López Aliaga repite el patrón del político peruano que abandona su cargo para perseguir la presidencia. Como Forsyth que abandonó La Victoria, él prioriza la ambición sobre el deber, y ahora lanzará una nueva frase: ‘Perú Potencia Mundial’.

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¡Crónica de una ambición anunciada! Rafael López Aliaga no llegó a la Municipalidad Metropolitana de Lima para gobernar la ciudad. Llegó para construir una plataforma, una tribuna. Un trampolín hacia su verdadera obsesión: la presidencia del Perú. Desde el día uno, el sillón municipal fue un escalón más en su larguísima escalera hacia el poder absoluto.

No es un secreto ni una sospecha: es una estrategia. En las elecciones generales de 2021, el empresario y dueño de Renovación Popular quedó rezagado en la contienda presidencial, sin pena ni gloria, con la frustración todavía marcada en el rostro. Entonces, recurrió a un plan B con sabor a revancha: Lima. Una ciudad manejada desde lo simbólico y lo mediático. Un escenario ideal para proyectar su figura como «el salvador de la patria». Lo demás, ha sido puro decorado.

Prometió convertir Lima en una “potencia mundial”. Lo dijo con solemnidad y sin sonrojarse. Lo repitió en mítines, entrevistas y en cada paseo teatral por las calles. Pero pronto las promesas se disolvieron como espuma. En su lugar, llegaron obras ridículas y propuestas absurdas: playas artificiales que terminaron clausuradas por Digesa, carruajes coloniales para el transporte público por los que se destinaron S/13 millones, y motocicletas policiales sobrevaloradas en casi S/18 millones. Mientras tanto, la delincuencia seguía creciendo, los canillitas y emolienteros eran desalojados sin alternativa, y los vecinos de Barrios Altos eran invitados —¡sí, invitados! — a dejar sus puertas abiertas como parte de un delirante “plan piloto”.

Todo esto mientras su desaprobación escalaba del 61% al 69%, según Datum. Pero a Rafael López Aliaga eso poco le importa. Su brújula no apunta a la satisfacción ciudadana, sino a las encuestas nacionales. Él no gobierna la comuna edil: hace campaña.

Y ahora, en un acto de falsa modestia, anuncia que se retirará temporalmente de la MML en octubre para “reflexionar” sobre una eventual candidatura presidencial. ¿Reflexionar? Nadie le cree. No tiene la valentía, ni la honestidad de admitir que ya tomó la decisión. Que está en campaña presidencial desde que puso un pie en el Palacio Municipal. Su renuncia será un trámite, no una epifanía.

Alcalde López Aliaga, en 2024 realizaba campaña desde red social de la MML.

Y así se repite el ciclo vicioso del político peruano que usa el cargo como catapulta. Como George Forsyth, quien dejó La Victoria a medio terminar para lanzarse, también, a la presidencia en 2021. O como otros alcaldes actuales —Bruce en Surco, Allison en Magdalena— que ya evalúan dar el salto en Lima Metropolitana, abandonando a sus vecinos a mitad del camino. Porque la ley electoral se los permite. Pero lo que la ley permite, no siempre lo justifica la ética.

López Aliaga argumentará, sin rubor, que cumple con los plazos del JNE. Que no hay ilegalidad en su proceder. Pero no se trata de lo legal: se trata de lo moral. ¿Dónde quedó su compromiso con los limeños? ¿Dónde está la “potencia mundial” que prometió construir? Hoy, ya nadie habla de ello, porque nunca fue real. Fue una farsa, una mentira cuidadosamente diseñada para ganar tiempo, exposición mediática y réditos políticos.

Y eso explica por qué la maquinaria de Renovación Popular no ha dejado de moverse desde el primer día, con los colores celestes inundando las calles y los mensajes en redes sociales que simulan un gran respaldo ciudadano, pero que provienen de un ejército de troles. ¿Cuánto cuesta sostener un “troll center”? Eso no es nuevo. Ya lo hizo el procesado PPK, cuando le acuñaron el título de “presidente de lujo”. Y también lo hicieron otros. López Aliaga solo perfeccionó el método. Y al parecer, lo hace con los recursos del Estado.

En julio de 2024 el alcalde López Aliaga impulsó campaña presidencial en el Callao.

No es casualidad que haya endeudado a Lima por S/4 mil millones, una deuda que pagarán los próximos cinco alcaldes durante las siguientes dos décadas. Es el precio de su ego. Y mientras tanto, se lava las manos con frases efectistas, como cuando defendía al exanimador Chibolín, implicado en casos de lavado de activos, o cuando atacaba a los “rojos y mermeleros” por no aplaudirle sus disparates.

López Aliaga no está solo. Tiene una corte de aduladores y medios aliados —como ese canal televisivo —“que nadie ve”— que le ofrece el primetime cada semana para autopromocionarse—, y operadores digitales que fabrican una popularidad inexistente a golpe de billetera. ¿Eso también es gratis? ¿También es legal?

En medio de este tragicómico espectáculo, el ciudadano peruano queda reducido al papel de espectador confundido, desinformado, amnésico y adormecido. Que vota con el corazón roto y emocionado, con la memoria corta y con la esperanza manipulada. Por eso tuvimos a los Fujimori, Toledo, Humala, PPK, Castillo y Boluarte. Porque se elige creyendo que “esta vez será diferente”. Pero no lo es. Y no lo será mientras premiemos al oportunista con el voto, al mentiroso con el aplauso y al vendedor de humo con el poder.

Esto no es una cuestión de ideologías. En la derecha y en la izquierda hay corrupción, cinismo y ambición sin límites. López Aliaga lo sabe; lo ha estudiado, lo ha interiorizado y sobre todo lo ha capitalizado. Y por eso jugará con las reglas de siempre: abandonará la alcaldía, se vestirá de candidato mesiánico y prometerá, otra vez, salvar al Perú del caos. Pero esta vez desde Palacio y lanzará una nueva frase, que ya no será ‘Lima Potencia Mundial’. Esta vez será ‘Perú Potencia Mundial’.

La “puerta giratoria” de la política peruana se vuelve a abrir. Y Rafael López Aliaga ya tiene un pie afuera de la MML. Solo espera el momento justo para dar el salto. Un salto que no sorprenderá a nadie. Porque estaba anunciado desde el principio.

Después no digan que no se les advirtió.

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Criminalizar relaciones con adolescentes de 16 años: ¿protección o control religioso?

La congresista y pastora evangélica Milagros Jáuregui de ‘Renovación Popular’ propone elevar a 16 años la edad mínima para relaciones sexuales consentidas. Así, un joven de 18 años podría ser encarcelado por mantener una relación con su pareja de 16. ¿Protección legal o castigo moral? La religión vuelve a dictar leyes.

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La Comisión de la Mujer del Congreso aprobó el dictamen del Proyecto de Ley 8335, impulsado por la bancada ultraconservadora de Renovación Popular, a iniciativa de la congresista y pastora evangélica Milagros Jáuregui de Aguayo. Esta propuesta plantea modificar los artículos 173° y 175° del Código Penal, elevando de 14 a 16 años la edad mínima para mantener relaciones sexuales consentidas. El objetivo declarado es reforzar la protección de adolescentes frente a abusos por parte de adultos.

Actualmente, la legislación peruana no penaliza las relaciones sexuales consentidas entre una persona mayor de edad y una menor de 14 años. Desde la visión de los promotores del proyecto, elevar la edad de consentimiento evitaría situaciones de abuso, coacción o manipulación en contextos marcados por relaciones asimétricas de poder. Sin embargo, el problema radica en cómo y desde qué enfoque se formula esta iniciativa.

En efecto, el Perú vive una profunda crisis de violencia sexual infantil. Según datos oficiales, solo en 2023, los Centros de Emergencia Mujer (CEM) atendieron más de 30,000 denuncias por violencia sexual contra menores, de las cuales más de 20,000 correspondían a niñas y adolescentes. Cada día, 47 menores son víctimas de violación, incluso dentro del entorno familiar, y con consecuencias como embarazos forzados. No cabe duda de que el Estado debe actuar, pero la solución no pasa necesariamente por criminalizar de forma automática a quienes tengan relaciones sexuales con adolescentes de 16 años.

Desde un enfoque sociológico, el debate exige más que moralismo punitivo. Las relaciones sexuales en la adolescencia no son un fenómeno nuevo ni marginal. Es una realidad, y forman parte de procesos de socialización en contextos culturales diversos. En muchas regiones del país —rurales y urbanas— es común que jóvenes entre 16 y 18 años inicien relaciones afectivas y sexuales, incluso con personas mayores de edad. Estas relaciones no siempre implican abuso, y en muchos casos son consensuadas, basadas en vínculos emocionales sostenidos.

El problema de esta propuesta es que parte de una mirada ultraconservadora, con un claro sesgo religioso. No es casual que la pastora Jáuregui, promotora del proyecto, también haya impulsado iniciativas para excluir a los escolares de los contenidos de educación sexual integral, bajo el argumento de «proteger la inocencia». En la práctica, lo que se consigue es limitar el acceso de niños y adolescentes a información crítica que les permitiría identificar, prevenir y denunciar situaciones de abuso.

Congresista y pastora Milagros Jáuregui en 2022 exigía que legisladores deberían ganar más porque “el sueldo no alcanza”.

Además, es importante recordar que el concepto de «madurez sexual» no puede medirse de forma homogénea. La capacidad progresiva de los adolescentes para tomar decisiones sobre su vida afectiva y sexual está reconocida en tratados internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre los Derechos del Niño. Elevar de forma rígida la edad de consentimiento sin considerar la cercanía etaria entre las partes, ni la existencia de abuso explícito podría dar lugar a situaciones injustas y arbitrarias.

Por ejemplo, si un joven de 19 años mantiene una relación consensuada con su pareja de 16, ¿debería ir a prisión por seducción? ¿Qué pasaría si la familia de la adolescente —motivada por prejuicios religiosos o morales— decide denunciarlo sin que exista coacción? En estos casos, el proyecto abriría la puerta a una criminalización selectiva, utilizada como castigo moral y control familiar.

La discusión también invisibiliza otras formas de violencia sexual más graves y frecuentes, como las cometidas por adultos con poder —padres, padrastros, profesores, autoridades religiosas— que siguen sin ser perseguidos por el sistema judicial. Desviar la atención hacia relaciones consensuadas entre jóvenes, realmente nos distrae del verdadero núcleo del problema: la impunidad estructural y la falta de educación sexual integral que no brinda el Estado.

En ese sentido, una legislación razonada y justa debería distinguir entre abuso y consentimiento. Se necesita una norma que sancione con firmeza a quienes ejercen violencia, manipulación o dominación, pero que no penalice relaciones entre pares o contextos donde existe consentimiento informado, sin presiones ni asimetrías extremas. De lo contrario, se corre el riesgo de reemplazar una política de protección por una política de control moral y represión simbólica.

La sexualidad adolescente no puede seguir siendo tratada como un tabú. Es un fenómeno real, profundamente influido por factores culturales, educativos y sociales. Por ello, criminalizar de forma generalizada las relaciones con adolescentes de 16 años resulta excesivo y contraproducente.

Esta iniciativa, impulsada desde una lógica religiosa y ultraconservadora, no responde a un enfoque de derechos, sino a una visión ideológica que busca imponer normas morales particulares al conjunto de la sociedad. Lo que se necesita no es más castigo, sino más educación, más prevención, más escucha y menos dogma. Proteger a los adolescentes no debe implicar silenciarlos ni infantilizarlos, sino reconocerlos como sujetos de derechos capaces de decidir, con apoyo, información y acompañamiento. Solo así avanzaremos hacia una sociedad verdaderamente protectora.

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Las rayas del tigre

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Por Rodolfo Ybarra

En 1973 Mosca Azul editó la novela de Guillermo Thorndike: Las rayas del tigre, un texto que por años ha pasado desapercibido y que sería bueno revisitarlo, no solo por la estructura caótica y la narrativa quizás al mejor estilo de Cabrera Infante o de otros escritores del boom literario, así como de otras figuras emblemáticas del periodismo norteamericano: Tom Wolfe y Scott Fitzgerald, sino porque noveliza una parte de la historia peruana y pone en el tapete las épocas convulsas.

Thorndike ha pasado a la historia como el periodista de grandes reportajes siguiendo la pista de Truman Capote y su A sangre fría y que trabajó 26 años en el diario Correo. Después vendría una etapa oscura al lado del gordo Bresani, la prensa chicha y otros casos que aparecen en la CVR.

Sin embargo, tiene textos que aún se leen en las universidades y en el mundo secular como El año de la barbarie, una tetralogía sobre la guerra con Chile, La República militar, Uchuraccay: testimonio de una masacre, Los Topos, Grau, etc. O su más conocida “El Caso Banchero” publicado por Seix Barral, todo un best Sellers con miles de ejemplares vendidos en el Perú y el extranjero y que narra la vida, pasión y muerte de uno de los hombres más ricos de Sudamérica, amigo de Aristóteles Onassis a quien, se dice, le regaló una estatua de oro.

En Las Rayas del Tigre conviven principalmente dos escenarios: las cárceles de El Frontón con sus presos asesinados o reprimidos salvajemente y los gobernantes y militares viviendo en un globo de aire, pero siempre al tanto de lo que el pueblo conspira.  Ergo, el Apra de las catacumbas, los brujos maleros, los oligarcas que mientras unos comen escabeche de pelícano otros se sirven grandes buffets y viven a sus anchas movilizados en yates o en autos diplomáticos.

Un periodista nos acerca a las complejas estructuras del poder. Arriba y abajo. Nada se le escapa y si esto sucede, alguien es apresado o muere intentando una rebelión. Y el presidente o Mariscal es algo así como un rey o un príncipe con todos los detalles y afeites que esto amerita. Y el pueblo solo aspira a sobrevivir, arrastrar sus cadenas o armar el acabose.

Lástima que Thorndike se dedicara más al periodismo aliado del poder y no a la libertad de la literatura.

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“Harta” y los límites de la dignidad en la educación básica

Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

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Apago el televisor luego de ver la película “Harta” (Straw), protagonizada por Taraji P. Henson, narra la historia de Janiyah, una madre soltera afroamericana que sufre un cúmulo de injusticias hasta quebrarse emocionalmente. Y no dejo de pensar en los miles de jóvenes y familias de este país al borde de colapso, hartos de la indiferencia y de la política de estado que no llega.

La pérdida del empleo, un desalojo violento, una deuda hospitalaria impagable y un sistema que no escucha la llevan a un acto desesperado: toma rehenes en un banco para exigir lo que considera justo. Este thriller, dirigido por Tyler Perry, no solo es un relato de drama psicológico: es un espejo incómodo, especialmente para quienes trabajamos en el sector educativo público peruano. Lejos de la merecida nominación a un Óscar, nos queda la reflexión. Una película que toca fibras y que nos obliga a tener conversaciones incómodas.

Desde mi experiencia en un CEBA público, observamos diariamente a jóvenes y adultos que, como Janiyah, sostienen su vida en equilibrio precario. La mayoría trabaja, muchos son padres o madres, otros viven con escasos recursos, y todos estudian con una sed de superación que desafía las estadísticas. Pero lo hacen, muchas veces, solos. Invisibles. En IE. muchas sin las condiciones adecuadas. 

Janiyah no explotó solo por una injusticia: explotó por la acumulación de indiferencias. Nuestros estudiantes también enfrentan el riesgo del abandono cuando el Estado no garantiza las condiciones mínimas: alimentación, conectividad, materiales, horarios flexibles, respeto institucional y apoyo sicológico. ¿Cuántos estudiantes están hartos y al borde del colapso?

Mientras al otro lado, el Estado peruano continúa financiando la ineficiencia. Solo en el segundo trimestre de 2024, Petroperú perdió US$ 452 millones, equivalentes a más de S/ 1 763 millones de soles. A ello se suma una deuda acumulada de más de US$ 6 mil millones, con un desempeño negativo sostenido. ¿Cuánto más se va a sostener una empresa sin rentabilidad real? Alimentando un elefante blanco.

Imaginemos por un momento otro escenario: ¿qué podríamos hacer con ese dinero si lo redirigiéramos hacia la dignificación del magisterio o la expansión de la Educación Básica Alternativa?

El Congreso dividido ante la agenda de otorgar una pensión mensual de S/ 3 300 a docentes jubilados y cesantes. Según el Ministerio de Educación, hay más de 111 000 aproximadamente beneficiarios potenciales. El costo anual estimado de esta política sería de S/ 4 391 millones de soles aproximadamente. 

Mientras se pierden más de S/ 24 mil millones anuales por actos de corrupción —según cifras de la Contraloría—. Lo cierto es que con solo el dinero perdido por corrupción en un año se podría pagar cinco años de pensiones dignas a los docentes cesantes y jubilados. Esta no es una discusión técnica ni presupuestal: es una cuestión de prioridades morales. ¿Qué clase de país elige sostener elefantes blancos antes que honrar a quienes hicieron posible su educación, su historia y su desarrollo?

Comparativamente, con solo dos semestres de pérdidas de Petroperú, se podría cubrir casi el 80% de ese gasto anual en pensiones docentes. ¿No es más razonable apostar por quienes educaron a generaciones enteras antes que sostener un barril sin fondo?

Este análisis no pretende simplificar los desafíos de la economía pública, pero sí evidencia una contradicción ética y técnica: invertimos en empresas improductivas mientras descuidamos pilares esenciales como la educación y la seguridad social. En tiempos de crisis climática, transición energética y demandas ciudadanas crecientes, Petroperú representa el pasado. Los docentes jubilados y los estudiantes del CEBA representan el presente y el futuro.

“Harta” no es solo una película. Es una advertencia: cuando el Estado abandona a los más vulnerables, se siembra desesperación. Los CEBA son espacios de esperanza, pero requieren inversión real, reconocimiento político y justicia presupuestal.

La educación no puede seguir esperando. Los docentes no pueden morir sin pensión digna. Los estudiantes no pueden estudiar con hambre. El país que queremos se construye con decisiones valientes, no con excusas presupuestales.

Porque cuando el Estado cierra ojos y oídos, los gritos se vuelven películas. Y cuando las historias como la de Janiyah se repiten en los barrios de Lima, Cusco o Chilca, ya no es ficción: es una tragedia nacional. Y no podemos seguir indiferentes. Lo que sucede cuando la sociedad llega al hartazgo general, sale a las calles por una razón, solo le queda la voz y la libertad. El Estado peruano les ha quitado todo. ¡Estamos hartos!

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¿Somos verdaderamente libres?

¿Existe la libertad? Aunque se proclama como un derecho fundamental, en la práctica está condicionada por límites, normas y contextos. ¿Hasta qué punto gozamos nuestra libertad, o solo es una ilusión de autonomía?

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Desde que el ser humano marcó un territorio, formó un clan y proclamó su propiedad privada, muchos afirman que halló la libertad. Sin embargo, el desarrollo de las sociedades junto con los análisis filosóficos, éticos y políticos ha puesto en duda esa idea. A simple vista la libertad parece ser la facultad de pensar, decidir y actuar sin imposiciones externas. Pero no es menos cierto que su significado varía según la cultura, el territorio y la época.

Las leyes nos otorgan libertades individuales: podemos expresarnos, movernos, votar en una elección, creer en una religión, reunirnos y elegir un estilo de vida. Sin embargo, todas estas libertades existen dentro de un marco legal que impide que nuestros actos vulneren los derechos de otros. Es decir, la libertad no es absoluta, tiene límites. Como bien se dice: la libertad de uno termina donde comienza la del otro.

Filósofos como Rousseau entendían la libertad como la obediencia a la voluntad general, más allá de los deseos egocéntricos. Kant la definía como la autonomía de actuar según leyes que uno mismo se impone. Sartre, en cambio, afirmaba que el ser humano está condenado a ser libre, porque siempre tiene que elegir, incluso cuando no quiere hacerlo.

En la política moderna, la democracia se presenta como el sistema que garantiza la libertad del pueblo. Y el enfoque liberal defiende la libertad individual. Pero, ¿es esto siempre real? ¿No ocurre, muchas veces, que el pueblo es manipulado o controlado sin siquiera notarlo?

La libertad, por tanto, es relativa, porque está condicionada por factores sociales, económicos, culturales e históricos. Vivimos en comunidad, y eso nos somete a normas que limitan nuestras acciones. Lo que hoy vemos como una violación a la libertad —como la esclavitud— hace siglos fue aceptado legalmente.

Al final, la libertad no es hacer lo que se venga en gana, sino ejercer la autonomía con conciencia y respeto. Es un proceso ligado al crecimiento personal, que exige mucha responsabilidad. La verdadera libertad se encuentra en el equilibrio entre lo que deseamos y lo que es justo frente a los demás.

(Columna publicada en Diario Uno)

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Opinión

La derecha y la izquierda no tienen alma peruana

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Por Tino Santander Joo

La derecha peruana es una entelequia. Jaime de Althaus pide un Milei para ordenar la macroeconomía y reducir el Estado a su mínima expresión. Carlos Álvarez aspira a convertirse en una burda imitación de Bukele y en el bufón de los grupos de poder económico. López Aliaga es el eco del fascista español Santiago Abascal y de Donald Trump, quienes odian a los migrantes hispanoamericanos. Philip Butters se alucina un hooligan y recorre las calles amenazando con golpear a homosexuales y comunistas.

Es una derecha irreflexiva, sin proyecto nacional, sin ideas. No saben quiénes fueron José María de la Riva-Agüero y Osma, Rafael Belaunde Diez Canseco, Raúl Porras Barrenechea ni Jorge Basadre. No conocen el Perú, ni su historia, ni su diversidad cultural; mucho menos su geografía. No tienen alma peruana; buscan en el extranjero un salvador, una idea que los cobije, que ampare su orfandad intelectual. No tienen líderes, solo figurones de una farándula degradante. Ninguno de ellos tiene un vínculo espiritual con los peruanos.

Por otro lado, está la inmensa mayoría que los desprecia porque percibe su hipocresía. Son apátridas, como la variopinta izquierda que busca imitar el chavismo totalitario y criminal o el fracaso del neoindigenismo boliviano, que está llevando a su pueblo a la hambruna. Es una izquierda que se refleja en la derecha antinacional. Jamás entendieron el mensaje de José Carlos Mariátegui de «peruanizar el Perú».

El país va por otro camino. No cree en el proceso electoral fraudulento del 2026, porque está viciado con partidos y membresías políticas inscritas con firmas falsas y comités fantasmas, como lo ha denunciado Roberto Burneo Bermejo, presidente del Jurado Nacional de Elecciones. En los próximos meses, cientos de organizaciones sociales se enfrentarán al crimen organizado, a la minería ilegal, al narcotráfico, al Congreso y al gobierno que los representa. Será una guerra por recuperar el país de una derecha y una izquierda errantes que avalan políticamente que el crimen organizado se consolide en el poder.

Los peruanos tenemos que recuperar nuestros recursos naturales. No se trata de nacionalizar o ahuyentar la inversión privada, sino de renegociar contratos, como el de Camisea, para que no regalemos el gas al extranjero a precios irrisorios. Necesitamos un nuevo modelo de inversión minera que nos ayude a financiar la infraestructura agraria, la salud y la educación nacional. Los recursos naturales deben estar al servicio del país y no del extranjero. No es populismo ni nacionalismo obtuso, sino sentido común. Donald Trump ha renegociado unilateralmente tratados comerciales, ha amenazado con aumentar aranceles y ha demostrado que los contratos y tratados se pueden renegociar. Los peruanos debemos tomar nuestro destino en nuestras manos con inteligencia y responsabilidad.

No solucionaremos ningún problema nacional con corruptos e ineptos en el gobierno. Las elecciones del 2026 son un fraude —repito—, como lo denuncia el Jurado Nacional de Elecciones. ¿Qué hacer? La insurgencia democrática, la revolución social, la desobediencia civil son la única alternativa que tenemos los peruanos, tal como hicieron los europeos y norteamericanos para lograr derechos civiles y más democracia. Primero, debemos expulsar a las mafias enquistadas en el gobierno central, en el Parlamento, en los gobiernos regionales y en las municipalidades.

Esta guerra no la ganaremos participando en un proceso electoral —reitero— fraudulento. Necesitamos derrocar al gobierno, cerrar el Parlamento e instaurar una Junta transitoria que, en el plazo de un año, convoque a elecciones con todas las garantías. Además, es imprescindible suspender el proceso de regionalización por un año, manteniendo a las actuales autoridades, para discutir en todo el país los éxitos y fracasos del proceso y lograr una verdadera descentralización. Ha llegado el momento de recordar la grandeza de nuestra historia y de que todos hagamos realidad la promesa de la independencia: un país libre y feliz.

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Opinión

Wilman Pebe, autor de un estratégico proyecto para el desarrollo nacional

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Por Rafael Romero

Wilman Pebe Heredia, primo de Nadine Heredia, pero eso no cuenta de cara a su elevada calidad profesional y humana; podría decirse que fue ignorado por su propia familia en materia de su proyecto de desarrollo nacional (2012 – 2016). Esto suele ocurrir pues nadie es profeta en su tierra.

Tuve la oportunidad de informar para “Habla el Pueblo” (07 de setiembre del 2012), a través de RBC Televisión (https://www.youtube.com/watch?v=5lbA6vlLUZw), acerca de un libro muy especializado de Wilman Pebe, titulado “Sectores Estratégicos. Columnas vertebrales del desarrollo del Perú (un gran proyecto para el progreso de la nación peruana)”, y de esto hace 13 años, pero la aplicación de su tesis favorecerá hoy a millones de peruanos, aunque afectará a un puñado de poderosos que solo velan por sus intereses particulares.

Por eso, al poder corrupto y corruptor no le conviene que Wilman Pebe y sus trabajos de desarrollo nacional se conozcan, y menos que se apliquen a la realidad, pues solo quieren seguir con sus negocios privados para hacerse más ricos a costa del subdesarrollo de millones de peruanos.

Pese al contexto descrito, Pebe Heredia estuvo entregando sus propuestas desinteresadamente a muchos políticos y tecnócratas, pero solo ha recibido como respuesta la traición, la indiferencia o el plagio. Su ensayo de 160 páginas es de recomendada lectura y sobre todo en la hora presente de cara a una campaña electoral donde deberían debatirse las propuestas más serias de desarrollo para el país, como el caso de marras.

La fórmula capital del ensayo denominado “Sectores Estratégicos”, de Wilman Pebe, es desplegar miles de kilómetros de vía férrea y aprovecharlas para encausar -en paralelo- la fibra óptica, el gas y la energía eléctrica. Los detalles de este estudio están vigentes, son viables y de obligada implementación a partir del 28 de julio del 2026.

En el Perú hay pocos expertos en trenes y en desarrollo de infraestructura con especialidad en la perspectiva de la geopolítica contemporánea. Uno de ellos es Wilman Pebe, que perteneció a la Escuela de Cadetes de la Fuerza Aérea del Perú, entre 1970 y 1973, especializándose en Comunicaciones y Electrónica, alcanzando el grado de coronel hasta su retiro en diciembre de 1999.

Concluyó los diplomados en la FAP hasta el curso de Alto Mando. Se recibió de Magíster en Técnicas Aeronáuticas y Especiales en la Escuela Nacional Superior de Aeronáutica y del Espacio (ENSAE), República de Francia. Su licenciatura en Ciencias de la Administración Aeroespacial la obtuvo con el calificativo de excelente. Su capacitación se concretó con Diplomado en Administración (ESAN); Diplomado en Aviónica (SUPEAERO – Francia); Diplomado en Seguridad Ferroviaria (México); Diplomado en Prevención e Investigación de causas de descarrilamiento de trenes por la Cía. Rail Scienses Inc. (EE.UU.); Diplomado en Auditoria de Seguridad, Salud y Protección el Medio Ambiente por la Cía NOSA de Sudáfrica; y Diplomado en el Curso de Administración de Recursos para la Defensa (Marina de Guerra del Perú).

Asimismo, fue asesor de la Dirección General de Administración del Congreso de la República del 2011 al 2012; de la Comisión de Transportes y Comunicaciones del 2009 al 2011; y de la Comisión de Transportes, Comunicaciones, Vivienda y construcción del 2001 al 2002. Fue también asesor para la Municipalidad de Lima (Presidencia Ejecutiva de la Autoridad Autónoma del Tren Eléctrico), del 2003 al 2006. Por su parte, en Ferrovías Central Andina S.A., fue jefe de Comunicaciones y Seguridad Ferroviaria (2000 – 2001). En la FAP fue subdirector de Telemática (1998 – 1999); gerente general del Servicio de Electrónica de la FAP (1997) y jefe de Guerra Electrónica en el Comando Conjunto de la Fuerza Armada (1994).

Así, con esa preparación, pero además con sus estudios profundos de la realidad peruana y latinoamericana, Pebe tiene un proyecto y un aporte que será importante revisarlo y debatirlo en esta campaña electoral. Es el libro “Sectores Estratégicos. Columnas vertebrales del desarrollo del Perú (un gran proyecto para el progreso de la nación peruana)”, donde presenta una serie de figuras y gráficos claves; realiza un diagnóstico situacional analizando la globalización, la competitividad y los sectores estratégicos a nivel internacional (energía eléctrica, combustible gas natural, agua, transporte ferroviario y telecomunicaciones) y plantea la estrategia para contar con una infraestructura física idónea y oportuna entre los sectores estratégicos del Perú.

Todo este valioso estudio va dentro de un marco teórico referencial con sus respectivos sustentos conceptuales de los sectores económicos y estratégicos, aplicando a los problemas del Perú “supuestos de solución” y sobre estos el autor aterriza las “propuestas concretas de solución”. Su aporte, pese a que hay muchos intereses particulares que complotan contra su proyecto o que buscan arrebatárselo, no es desconocido para el MTC y CEPLAN, tal como puede corroborarse en el siguiente enlace: https://1drv.ms/b/c/cdf0320d10f7de3b/ETjWFgbSqpZIkgiwBSNmDEQBw-sGTHDDNFnWerLWuZLPbA?e=n3w3Jh. Porque la verdad, como el sol nunca puede ocultarse con una mano.

En la medida de lo posible, dadas las razones de tiempo y espacio, iremos mostrando paulatinamente las fortalezas de las propuestas de un gran estudioso como es Wilman Pebe, sobre el tópico de hoy o sobre otros temas de igual importancia y vigencia como el puerto de Chancay, la modernización del puerto de Ilo o la geopolítica detrás del Puerto de Corío.

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