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Cultura

Literatura de la medianía: La sangre de la aurora, SL en el asador feminista

Un artículo de Miguel Arribasplata

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Por Miguel Arribasplata

Desde otra dimensión simbólica, un nuevo significante se presenta en la literatura peruana, cuestionando el orden escritural en nombre de su síntoma, para instaurar su lugar propio. La queja está en la vanguardia de sus aspiraciones, el despliegue sexual con la opción lesbiana frente a la tiranía machista del falo. El árbol ideológico de la mediana burguesía empieza a crecer en el huerto feminista de cuño esencialista.

Grosso modo, este es el resumen de la novela de Claudia Salazar:

Marcela es una militante senderista que abandona su plácido hogar para abocarse a la lucha revolucionaria y asciende hasta la cúpula más alta de la organización, al buró político. Prisionera, tras haber sido violada brutalmente por la soldadesca, reflexiona acerca de lo que significó su militancia y el hecho de ser mujer en el contexto político, partidario y social.

Melanie es una fotógrafa lesbiana de clase media que, a través de sus contactos con sus amistades de poder gubernamental, viaja a la sierra ayacuchana, con el fin de fotografiar los enfrentamientos de los guerrilleros de Sendero Luminoso con el ejército y las secuelas de este acontecimiento. Melanie tampoco puede evitar ser violada por los combatientes de sendero.

Modesta es el tercer personaje importante de la novela; de extracción humilde y natural de los predios andinos, aparte de ser excluida por el ambiente rural en que se ha creado, con unos padres y esposo que le prohíben asistir a la escuela, Modesta es doblemente explotada y expoliada por los dos bandos en pugna y por el poder. Asimismo, es un personaje que suscita piedad por parte del narrador.

Violadas las tres mujeres dan cuenta de sus historias, siendo Melanie la única que queda, en cierto modo, “liberada” del oprobio de la violación, por su condición de clase y de opción sexual: lesbianismo.

Las tres mujeres cuyos nombres se escriben con letras iniciales M, de mujer, la marca liberadora de la otra M, de macho. La sangre de la aurora (2013) viene auspiciada, a modo caviar, con bombos y platillos: premio, comentarios internacionales de los intelectuales y editoriales sistémicos. Los críticos y autores, perfumados de culturalismo, ya tienen, pues, su lugar, están organizando e instituyendo sus cotos de caza, sus talleres de creación, para desviar la cosa política emancipatoria por el camino de la bienaventuranza humanista y del supuesto giro ético. El ser humano es lo primero, el individuo, dicen. Hay que edulcorar el café para que no sea amargo, piensan.

Ahuyentemos a la literatura emergente, ningún arte clasista debe proyectarse en el imaginario ideológico. El pueblo, aún más: los hiperdegradados del sistema no deben ser materia literaria. Piensan así los “intelectuales”, desde su balcón de miedo, a veces disfrazados de psicocrítica y lacanismo.

Que sigan maquinando, entonces, los neogendarmes de la globalidad capitalista peruana.

En un país, donde el índice de pobreza es de 30 % y la población muy pobre alcanza al 50 % en la selva; ahí donde los hervores del descontento social son crónicos, resulta hasta obsceno que haya artistas ajenos a esta realidad y ostenten su creación dentro de la estructura globalizada.

El punto de vista ligado con la relación autor-lector virtual y narrador, en su proyección social, de la literatura de algunos autores de la clase media llega a rozar un exceso de representación autobiográfica, demuestra las preferencias por la idea temática o de manipulación del motivo.  Algo de esto se ve en las obras de Renato Cisneros; en Abril rojo (2021) –donde la exposición, el exceso, de la personalidad del fiscal Félix Chacaltana, enrarece la calidad del texto, el padre es un personaje “en crudo” no trabajado estética-mente y su verosimilitud– de Roncagliolo; La pasajera(2022), de Alonso Cueto –un modelo de pobreza ficcional–, Huaco retrato (2021), de Gabriela Wiener –la sobreexposición del ego central fatiga al lector– y  Los rendidos (2015), de Juan Carlos Agüero, forjando así una literatura de ligereza estética y súplica histérica.

Claudia Salazar no es la excepción, la polifonía de voces circula cual un moscardón sobre el cadáver, en torno a la violación, y en esa violación el silencio del lenguaje, si bien es lo más elocuente en el entramado, también no se dirige hacia el tiempo y acciones del universo del conflicto tratantes de la Cosa misma, de los escritores de gabinete.

La violencia individual sobre el cuerpo y la dictadura del Falo o macho en todos los actos femeninos es el núcleo traumático de la novela de Salazar. El proyecto senderista acaba ahí donde la autora quiere y no en el hecho literario.

El inicio de la novela es un aviso de la postura que la autora, y con ella el argumento, asumirá en su relato:

Objetivo: privar al enemigo de su indigna superioridad e iniciativa, empujarlo a la inferioridad y pasividad. Que las acciones hablen. O están con nosotros o en nuestra contra. Arrasar. Comenzamos a derrumbar los muros y desplegar la aurora. Acción contundente. Esto no se lo esperan. Camarada líder pronunció el nombre del pueblo: Lucanamarca (Salazar, 2013, p. 21).

El terror, el escarmiento y el horror están anunciados para instalar los cuerpos como centro de la trama. Todas las vicisitudes dimanan del cuerpo. La ideología comunista se anuncia en afiches carnavalescos, con sus citas vanas en su plasmación; con un aire de humor negro. Es un gesto vacío. La sangre de la aurora (2013) no es el amanecer revolucionario, sino el manifiesto histérico del feminismo, que no pierde el tiempo ni la sapiencia para insertar sus aspiraciones de ponerse en vitrina. Cuerpos y no verdades exacerba Claudia Salazar, con su esencialismo, para ocultar la “falta constitutiva” y fatigar al viejo patriarcalismo.

Mediatizados por la ideología feminista, Sendero Luminoso es el macho a quien, de buena intención y aparente convicción se siguió encarnando en el Líder, este señor Líder suscitó una admiración única en Marcela (camarada Marta), al punto que la llevó a decidir a abandonar su hogar, al que vio, a través del coito, estando recién casada:

Mi esposo. Luna de miel y él entrando en mí. Así como entraba en mí, lo vi todo. Escenario completo. Ahí vendrían los hijos. Casa. Cocina. Trabajar también, pero sumarle todo lo otro. Me mueve. Se mueve en mí y empuja dentro pañales, platos, cocina, vestidos, maquillaje, por los siglos de los siglos y por siempre jamás. Todo dentro. Se me venía encima como un huaico. Escena  perfectamente montada, preparada para mí desde que nací. Un camino sin salida, lo mismo que les toca a casi todas por haber nacido así. (Salazar, 2013, pp. 31-32)

Una cartografía de la condición humana feminista para construir su alegato y antimachista para que Marcela opte por la militancia política revolucionaria con “Sujeción plena e incondicional. Sin adornos ni aretes, nada. El pelo recortado” (Salazar, 2013, p. 33). Sin quererlo, esto sabe a masculinización. Sin embargo, todo ello es mera emoción, sin conciencia de clase, individualización carente de subjetividad política:

Cuando aquel profesor de gruesos lentes se levantó, el concierto de su discurso me hizo olvidar al resto del auditorio. La brillante inteligencia con que tejía ideas y las conectaba a la realidad era insuperable. Lo vi todo, como si una fuerte luz que salía de su garganta me atravesara el centro de mí para disipar cualquier oscuridad. Sus palabras podían transformar el mundo, podían escribir la Historia. La mujer plenamente incorporada a la revolución. […] Todo al pensamiento Líder. Camarada Marta sería a partir de ese momento. Entré al partido como quien entra en religión. Salió mi esposo expulsado de mi cuerpo. Después, a la sierra, al epicentro. Armar la mente. Entrenarme para destrozar, preparar-me para construir” (Salazar, 2013, pp. 30-34).

La iluminación que provoca el líder en Marcela es solo una perturbación que se cancelará en la violación o con esta.

No hay un proceso de subjetivación a partir del programa, de la ideología, de la política. El entusiasmo es reducido al voluntarismo y culto a la personalidad.

Así, pues, los escritores que pretenden hacer arte con el tema de la contienda de los años 1980-2000, siempre son epidérmicos, inverosímiles –a propósito, por su concepción metafísica y espíritu de clase– y retacean el discurso, la prédica y la práctica de los subversivos. Marcela o Marta solo nos narra la ventolera de su aventura política a partir de ciertos excesos. Nos ofrece hasta tremendismos y la imagen de una guerrillera, en apariencia, dura y acerada:

Desnuda me sentía sino llevaba mi arma al cinto. Mi piel se había adaptado a su forma, mis manos reclamaban ese revólver que se había asignado para liberar a los heridos de su último suspiro. Como si mis dedos se hubieran alargado y se inyectaran en los sesos de los desgraciados. Dedos bala. Brazo fu-sil. Cuerpo revólver. (Salazar, 2013, p. 42).

Aniquilar y afirmación de lo femenino, que es fermento, magma, depuración y creación. La aurora que se levantará atravesada de duda, de erótica de la camarada Marta, quien deja de lado la idea comunista –que en realidad no se nombra así ni por asomo en su obra, salvo en los pegotes de anuncios tipo cartel– y retorna adonde sus prejuicios fálicos la llevan, cuando subrepticiamente ingresa al dormitorio del camarada líder y Fernanda, y los descubre en el acto sexual:

Mi pupila se abre y se cierra, tensándose como mis músculos de ahí abajo, la-tientes, deseantes, empapados los ojos, se me humedecen sobre su piel. Sobre la piel del Líder. Sobre la piel de Fernanda. Abro y cierro la pupila, se abre y se cierra mi sexo anhelante […] Pocas son las variaciones. Militantes en su ritmo. Predominantemente él está sobre ella.  Empuja y exhala hondo, muy hondo. La jerarquía se mantiene a estas horas de la noche. No necesito tocarlos para ser parte de ellos. (Salazar, 2013, p. 50)

El Líder senderista es reducido a ser un macho castrador de la emancipación femenina. Todo está en cuestión, hasta los movimientos pélvicos; el estilo de Salazar se esmera ofreciendo la lujuria y la masturbación. El goce no es completo, porque el macho está encima, la jerarquía permanece invicta. No hay cambio de posturas, la disciplina no se reciente. Se cuestiona el goce sexual, no al poder, el gran otro sigue incólume, no se desaprueba las jerarquías establecidas en la sociedad y no se redefine lo que es visible e invisible.

La violencia fálica es el centro o alegato de toda la novela; en ese contexto, la autora nos ofrece lo mejor de su conocimiento y preparación artística, como una creadora omnisciente y omnipresente, impasible y audazmente objetiva en su misión para representar los sucesos:

Gritabas, siempre, pero de antemano sabías que era inútil. Convertido en un campo de batalla, tu cuerpo ha quedado absolutamente vulnerable. Todavía eres tú […] los lazos se estrechan así matriz ensangrentada todos juntos somos uno dentro de ella la que ya no nos mira ni habla pecho de sangre empapados ellas todos de hermanos todos la tropa entera en ella en ellas en esas las putas las cholas las terrucas las periodistas las hijas las madres todas […] pártelas rájala penétrala córtala todos hermanos hueco nomás son para eso están desgarra eso sigues tú y tú  y él y él y ellos, todos hermanos rangos camarada soldado combatiente incrústalas sargento revolución ejército comité marina […] como los cerros reventamos en río vaciados hermanados partimos la montaña quebramos la aurora penetramos la tierra rajamos el cielo abrimos todo nada está cerrado somos hermanos. (Salazar, 2013, pp. 78-79)

Estos pasajes son lo mejor representados artísticamente, en una sola envoltura violatoria están expuestos, tanto las fuerzas del orden como los guerrilleros. No hay subversión política ni vientos de guerra emancipatorios. Solo el horror de la violencia fálica. Arte psicótico, que muestra lo real desde una posición directa, no desde la mirada al sesgo, narración de la víctima, no hay proyecto afirmativo, únicamente vestigios, ruinas, restos. Queja neurótica que sublima al feminismo con el cuerpo como única condición. Como dice Butler: “La línea de los cuerpos humanos en plural que forman una cadena” (Butler, Laclau y Žižek, 2005, p. 183).

El desastre es la fatiga constante de la escritura en la novela, el lenguaje anuncia muerte, las víctimas son inmoladas en nombre de una violencia irracional. Los dos bandos pareciera que pugnan por ser mejores matando y violando. El partido, al que Marta siguió, está hecho de jirones de maldad.

La característica común del arte y la literatura de las clases explotadoras en su periodo de decadencia, es la contradicción entre su contenido político reaccionario y su forma artística.

La mirada de la cámara fotográfica  –de aparente asepsia política– está del lado del objeto, el cuerpo asediado por la violencia, y sirve también como tapón para no mirar u observar la guerra, para disolverla en el terror puro. Todo es discontinuo, menos la violación y el genocidio. ¿Dónde está Sendero Luminoso? Violando, nos sugiere la novela. ¿Quién es sendero? Se interroga el lector: el macho, el Líder endiosado.

Hay autores cuya literatura tiene un carácter falsificador, al punto de alterar todo un acontecimiento real y adaptarlo a sus fines utilitaristas. Mo-ver la novela dentro del viejo orden patriarcal, para desde ahí reducir el proceso político de Sendero Luminoso, es falsificar groseramente la realidad. La sangre de la aurora usa la historia como instrumento para alcanzar su meta: el goce instalado en otra orientación sexual, el lesbianismo desconectado del rito masculino, ilimitado; homosexualidad femenina de libre albedrío.

En la novela estudiada, el cuerpo habla y exige dialogar a partir del terror; este exceso transgresor sirve para impactar y ser más rentable. Es un modelo posmoderno que no puede ser nuestro modelo, propio del aparato económico cultural. Se torna estetizante para no llegar a la verdad.

La teoría de género y el feminismo no pierden el tiempo ni la sapiencia para insertar sus aspiraciones de ponerse en vitrina y el terror y el horror son lo más conmovedor para cualquier lector poco avisado en la visión histórica.

La fotógrafa Melanie resume con ironía sádica su función en el conflicto: retratar la crueldad con centímetros de rollos para las películas:

Te pregunté que cuántos centímetros de rollo quiero, ¿cuántos centímetros son necesarios para retratarlo todo?

¿Un centímetro de película será suficiente para un cadáver de adulto? ¿Medio centímetro si es niño? ¿Y una población entera? (Salazar, 2013, p. 63).

Sin embargo, la cámara fotográfica solo asedia un fragmento de lo real y es hostil a lo no visto en el campo general del conflicto. La red discursiva de la novela tijeretea, corta lo que no le conviene, se disuelve en la paranoia vejatoria.

El mal del desastre proviene de los dos bandos en pugna, convirtiendo al cuerpo en un campo de batalla. ¿El cuerpo como universalidad? No. El goce feminista indeterminado, ilimitado, disolvente, líquido, rebelde no contra el statu quo, sino contra el patriarcado, contra la revolución dirigida por el macho. Sufrimiento, el goce femenino independizado de la masculinidad. Esa es la emancipación a la que aspira la no-vela.

En esta aspiración de total libertad, el fragmentarismo del relato en La sangre de la aurora (2013) está a tono con las microhistorias de las tres mujeres; el lenguaje calla ante lo universal del conflicto y se pone a disposición del cuerpo con su monólogo de terror, donde la decepción por la política –hecha mística, tipo religiosa– y la militancia llega al desastre como tópico central de lo que hay que apreciar.

Como de consuno señala la crítica culturalista, Melania y Daniela, al practicar el sexo lésbico también no solo se liberan de los géneros y ataduras heterosexuales, sino que se valen de este goce para objetar al relato político –místico– masculino. Para impugnar la idea emancipatoria.

Las tres mujeres, al final, acaban siendo “libres”, en su posición y presencia, lejos de la masculinidad. Esto es lo que la crítica caviar llama “giro ético” en la cultura de la queja. Desaparecieron las relaciones económicas y sociales de poder. Se trata solo de dar cuenta de las pasiones como acontecimientos humanitarios. La ironía en La sangre de la aurora (2013) intenta demoler, inmovilizar la historia de un acontecimiento que se universalizó en el Perú.

Como bien señala Alain Badiou (2009), a propósito de Pessoa:

Quien parece decirnos que la escritura no es una oscura reminiscencia, siempre imperfecta, de algún otro lugar ideal. Que, al contrario, es el pensamiento en sí mismo tal cual (p. 88).

Arte kitsch, de una aparente van-guardia estetizante, conservador en su concepción, un tributo al capitalismo globalizante.

                El contexto espiritual e ideológico de la literatura y del arte peruano clasemediero no está impregnado del deseo de proponer algo nuevo, una performance, un corte en el devenir cotidiano, un acontecimiento singular. Si, como se dice, el saber del universo, la manera en que simbolizamos lo real, está sobre todo determinado por las paradojas del lenguaje, en La sangre de la aurora (2013) las paradojas se limitan a callar lo evidente, a desfigurar en exceso la realidad, limitándose solo a su presente, a su proclama feminista como causa de su deseo, hostil al saber universal. Para este tipo de novelas, Sendero Luminoso es el insoportable campo de lo real. Es un saber excedente, al que es preciso obviar.

Qué se puede, pues, esperar de una literatura prefabricada, extraída de los talleres, como lo es la novela comentada, que, como dice Tabarovsky:

¿Cómo interpretar la ideología de los talleres literarios –verdaderos talleres de corte y confección-, que llenó las librerías de cuentistas que no conocen otro modelo que el de introducción-desarrollo-desenlace? (2010, p. 85).

Es un romanticismo de nuevo cuño, esto del ideal feminista, para insertarse en la literatura peruana, con un arte reducido a nuevas formas de vida, marqueteándose con la idea de la mujer víctima. Ponen a la política de identidad patriarcal como enemigo principal.

Para Claudia Salazar y las posfeministas, ya no hay una identidad fija, reconstruirse uno mismo es el retoque conservador con toda su libertad sexual y cierta clase de orden descafeinado de política. Sendero Luminoso es la piñata ideal para armar la grita y armar la grieta particularista absorbida por el sistema dominante.

El lenguaje de La sangre de la aurora (2013) no es capaz de establecer vínculos de equivalencia con otras demandas histórico-sociales.

El mensaje contundente, sin tapujos, de esta novela angurrienta de gran historia es este: no te metas con lo real político, menos aún con una revolución. Tu casa es el feminismo desatado de toda prohibición de género, sin conexiones ni límites.

Lejos de los hombres, mejor.

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Referencias

Badiou, A. (2009). Pequeño manual de inestética. Argentina: Prometeo libros.

Butler, J., Laclau, E. y Žižek, S. (2005). “Universalidad en competencia”. En: Contingencia, hegemonía, uni-versalidad. Diálogos contemporáneos en la izquierda.  Argentina: Fondo de Cultura Económica, pp. 141-184.

Salazar, C. (2013). La sangre de la aurora. Lima: Animal de Invierno.

Tabarovsky, (2010). Literatura de Izquierda. España: Editorial Periférica.

Žižek, S. (2013). Pedir lo imposible. Edición de Yong Jume Park. Akal

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Cultura

Coreografía solar

María Fe Florez-Estrada despliega una poética visual tejida en foil y acrílico que entrelaza memorias íntimas y referencias ancestrales en una coreografía de luz, textura y contemplación. Está en La Galería de San Isidro hasta el 6 de julio.

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Siete obras tramadas en foil metálico sobre acrílico coloreado y tres esculturas dedicadas a Mariella Agois vibran con una energía ciertamente sutil, pero envolvente. Al tiempo de revelar una obsesión meticulosa por la materialidad como lenguaje, la repetición del método sugiere ya un manifiesto: la exploración sistemática de un mismo proceso para extraer variaciones infinitas, como si cada obra fuera un verso de un poema visual.

Más o menos así son estas Remembranzas, la más reciente exposición de María Fe Florez-Estrada (Lima, 1979) en la sala II de La Galería de San Isidro. “Cada tejido nuevo empieza a partir de un recuerdo”, dice la artista. “Una sensación de aquel tiempo dotándola de una nueva interpretación”. La técnica del foil, que viene desarrollando desde hace más de 14 años, se ha convertido para ella en una suerte de caligrafía emocional: cada trama es un mapa afectivo.

De manera que lo personal y lo colectivo se funden en este corpus reciente. Tres de las piezas llevan los nombres de sus hijos —Nisso, Rafael y Sienna— y en ellas se advierte un colorido cálido y pulsante que parece traducir lo indecible del amor maternal. La memoria aquí no es nostalgia: es celebración transformada en forma, en vibración, en partitura visual.

Silencio luminoso-

La artista entiende su obra como una exploración del tiempo a través de la materia. El foil —láminas doradas, plateadas y cobrizas— deviene en metáfora de la luz capturada, del instante suspendido. Estas superficies actúan como espejos fragmentados que reflejan tanto la presencia del espectador como la ausencia de aquello que se recuerda. En “Recuerdo de un eclipse”, por ejemplo, el brillo metálico evoca la corona solar: un destello atrapado en la oscuridad, una imagen suspendida entre lo visible y lo secreto.

El contraste entre los materiales industriales y las referencias a los textiles andinos no es casual. “Para mí es una manera de exteriorizar este presente con colores vibrantes y transparentes que proyectan luz y a la vez se mezclan con la trama de foil”, explica. En esa tracción entre lo ancestral y lo industrial se manifiesta una de las claves del arte contemporáneo peruano: la coexistencia de lo originario y lo global en una coreografía de contradicciones y mestizajes.

Por su parte, las tres esculturas en homenaje a Mariella Agois profundizan la búsqueda. “Siento gran admiración por su obra, es un deleite para los sentidos”, comenta Florez-Estrada. “Compartimos la constante búsqueda de expresión sensorial apuntando a generar efectos visuales de volumen y movimiento a través del uso del color y de las composiciones lineales”. En estas piezas tridimensionales, la línea se vuelve arquitectura. Y el homenaje se transforma en diálogo.

Así, Remembranzas no es solo una exposición: es una constelación de sentidos en movimiento. Una apuesta por la contemplación en un mundo saturado de estímulos. La serialidad de las obras, la minuciosa repetición del tejido, el juego con la luz y la geometría, remiten al ritual más que a la industria.  Al arte como acto meditativo, como gesto de resistencia ante lo fugaz. Una trama de recuerdos.

Donde cada destello de foil es una palabra no dicha. Y en ese silencio luminoso la artista alcanza lo inasible: hacer visible lo que el tiempo quiso borrar. Y, como la luz en un eclipse, sigue iluminando aún después de desaparecer.

Muestras: Remembranzas de María Fe Florez-Estrada y La arquitectura del ser de Daniel Defilippi y

Lugar: La Galería.

Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro.

Fechas: Del 10 de junio al 5 de julio.

Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m. y sábados de 3 a 7 p.m.

Ingreso: Libre.

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Cultura

Decano del Colegio de Arqueólogos exige la renuncia del ministro de Cultura por recorte en protección de las Líneas de Nasca

En entrevista exclusiva desde la protesta convocada ayer frente al Ministerio de Cultura, el decano del Colegio de Arqueólogos del Perú, Pieter Van Dalen, lanzó duras críticas contra la gestión del ministro Fabricio Valencia y exigió su inmediata renuncia, junto con la de la viceministra de Patrimonio Cultural, Moira Novoa Silva, tras la aprobación de una polémica resolución que recorta el perímetro de protección de las Líneas de Nasca.

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La manifestación, realizada en la explanada del Ministerio en San Borja, reunió a arqueólogos, estudiantes, ciudadanos y organizaciones vinculadas a la defensa del patrimonio cultural. El motivo: el rechazo a la resolución viceministerial firmada por Novoa Silva que, según los especialistas, pone en peligro amplias zonas arqueológicas.

“Es una situación muy lamentable, que venimos viviendo desde hace más de una semana, desde que salió esta nefasta resolución”, señaló Van Dalen. “El Ministerio de Cultura, en vez de proteger el patrimonio, estaría dejando fuera grandes extensiones de zonas arqueológicas que quedarían expuestas a la minería ilegal, las urbanizaciones, los cultivos y otros problemas que afectan a esta región”.

El recorte del perímetro de las Líneas de Nasca —una de las herencias más emblemáticas del Perú y Patrimonio Mundial de la Humanidad— ha generado preocupación entre la comunidad científica nacional e internacional. Para el Colegio de Arqueólogos, esta decisión no solo es técnicamente injustificable, sino que sienta un precedente peligroso.

Consultado sobre las recientes denuncias penales contra el ministro Valencia, la viceministra Novoa y otros funcionarios, el decano expresó que si bien aún no conocía los detalles del caso, considera urgente que el Poder Judicial investigue los motivos detrás de esta resolución. “Sería importante que se pueda demostrar por qué sacaron esta medida. Nosotros también estamos recibiendo documentación y evaluaremos si corresponde que los arqueólogos involucrados sean sometidos al Tribunal de Ética y Disciplina”, indicó.

El Colegio de Arqueólogos se suma así a los pedidos de interpelación ya aprobados por el Congreso. “El ministro ha demostrado su incapacidad moral para dirigir el Ministerio de Cultura. Debe dar un paso al costado porque está haciéndole mucho daño a la cultura del país. Lo mismo con la viceministra”, reclamó Van Dalen.

El mensaje también incluyó una exhortación directa a la presidenta Dina Boluarte: “Le pedimos que haga cambios urgentes y necesarios en el Ministerio de Cultura. Estos señores tienen que dejar sus cargos porque mucho daño están haciéndole al país entero.”

El clamor desde San Borja se escuchó fuerte y claro. Mientras los manifestantes mostraban pancartas con lemas como “Las Líneas de Nasca no se negocian” y “Nasca nose vende, Nasca se defiende”, la figura del ministro Valencia se sigue debilitando. En un escenario de creciente presión política y social, la permanencia de los actuales responsables del Ministerio de Cultura pende de un hilo.

Aquí la entrevista en exclusiva con Pieter Van Dalen, decano del Colegio de Arqueólogos del Perú.

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Cultura

Gori Tumi: «Exigimos que el ministro y la viceministra de Cultura sean destituidos»

En medio de las protestas que se realizaron ayer en la explanada del Ministerio de Cultura, Gori Tumi, presidente de la Asociación Peruana de Arte Rupestre, lanzó duras críticas contra el titular de Cultura, Fabricio Valencia, y su viceministra de Patrimonio, Moira Novoa, por atentar contra las Líneas de Nasca.

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Durante las protestas realizadas ayer en la explanada de la sede central del Ministerio de Cultura, el arqueólogo Gori Tumi, presidente de la Asociación Peruana de Arte Rupestre, lanzó duras críticas contra la actual gestión del ministro Fabricio Valencia. En una entrevista exclusiva, Tumi denunció un presunto negociado estatal que pone en riesgo el patrimonio arqueológico de Nasca, y exigió la renuncia inmediata tanto del ministro como de la viceministra de Patrimonio Cultural, Moira Novoa.

En un ambiente marcado por la indignación ciudadana, Gori Tumi calificó de “componenda” las acciones del Ministerio de Cultura que permitieron el recorte del área de protección de las líneas de Nasca. Según su denuncia, esta reducción se realizó sin sustento técnico alguno, favoreciendo intereses vinculados a la minería informal en la región. “Se ha demostrado, más bien por la ausencia de documentación técnica, que todo este recorte en la poligonal fue hecho sin sustento, y es muy suspicaz que se haya dado en un contexto de expansión minera”, afirmó el arqueólogo.

Más grave aún, Tumi reveló que el hermano de una funcionaria del Ministerio de Cultura —subdirectora de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica— había solicitado la liberación de 100 hectáreas para actividad minera dentro del área originalmente protegida. Aunque el solicitante habría fallecido, el conflicto de intereses es evidente. “Ella (Jeanette Gutiérrez Achulla) debió saber que tenía un problema de intereses familiares y participó en la reunión original donde se avaló el recorte”, señaló.

Para el presidente de la Asociación de Arte Rupestre, esta situación no es un hecho aislado sino parte de un patrón sistemático de negligencia e intereses ocultos. Recordó que en anteriores gestiones, como las de Luis Jaime Castillo, ya se habían producido decisiones similares en sitios como Pachacamac y Puruchuco. “Es decir, nuevamente se ha tratado de beneficiar intereses particulares o privados, o intereses oscuros al final”, sentenció.

En la entrevista, Tumi también desmintió las versiones oficiales que pretendían justificar la redefinición de la poligonal en base a supuestos estudios. “No hay una investigación real que justifique esa re-delimitación. No se han hecho estudios ad hoc. Se trató de disfrazar una operación política como si fuera un proceso técnico”.

La Asociación Peruana de Arte Rupestre, que él preside, emitió un pronunciamiento formal el pasado 8 de junio, exigiendo no solo la destitución del ministro Fabricio Valencia y la viceministra Moira Novoa, sino también una eventual investigación penal para todos los involucrados. “No nos hemos quedado de brazos cruzados”, advirtió. “Exigimos que se tomen acciones jurídicas porque esto ha sido un atentado contra un bien arqueológico insustituible”.

El escándalo por el recorte en la protección de las líneas de Nasca ha escalado rápidamente: el Congreso ya aprobó tres interpelaciones contra el ministro de Cultura, y el Ministerio Público ha iniciado diligencias preliminares. Las declaraciones de Gori Tumi refuerzan la sospecha de que, detrás de las resoluciones administrativas, se esconde una estrategia deliberada para abrir paso a la depredación del patrimonio nacional bajo el amparo del Estado.

Aquí la entrevista completa:

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Cultura

Líneas de Nasca: Jois Mantilla advierte intereses económicos tras resolución del Ministerio de Cultura

El investigador y periodista denuncia que se intenta desproteger áreas con valioso patrimonio arqueológico para favorecer la expansión minera. La norma ha sido suspendida, pero el riesgo sigue latente. Aquí la entrevista.

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En una entrevista contundente, el periodista e investigador Jois Mantilla lanzó duras críticas contra el Ministerio de Cultura por la reciente resolución viceministerial que pretendía modificar los límites de protección de las Líneas de Nasca, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Según Mantilla, se trató de un “despropósito movido por intereses económicos y políticos”, disfrazado de una medida técnica para “sincerar” el polígono de protección.

“Fue una tremenda torpeza. Primero sacan la norma, luego esperan el escándalo, y recién ahí retroceden. Así funcionan los gobiernos llenos de ineptos”, sentenció Mantilla. La medida publicada el 28 de mayo fue parcialmente suspendida días después, pero el periodista advirtió que se trata solo de una pausa estratégica: “Van a insistir, ahora con otro lenguaje, aparentando apertura”.

Uno de los puntos más graves señalados por Mantilla es que no hubo ninguna consulta previa ni con arqueólogos ni con autoridades locales. “Ni el alcalde provincial fue informado. Y lo más grave: ni siquiera el Colegio de Arqueólogos fue convocado”, denunció.

El ministro de Cultura intentó justificar la medida afirmando que el área es más grande que Tumbes y que el perímetro excluido no contiene restos arqueológicos. Pero Mantilla desmintió tajantemente esas afirmaciones: “Eso es mentira. No hay estudios que lo respalden. Lo que hay son intereses mineros. Hay hasta una funcionaria con vínculos familiares con empresas que ya estaban pidiendo concesiones en la zona”.

Además, Mantilla reveló que muchas de las nuevas figuras descubiertas por la Universidad japonesa de Yamagata —más de 300 geoglifos adicionales identificados con inteligencia artificial y tecnología satelital— se encuentran precisamente en las áreas que se buscaban excluir del área protegida.

“No podemos seguir mochando el territorio, porque lo que vamos a terminar teniendo es una historia incompleta, una investigación que nunca se podrá cerrar. Si no protegemos todo, estamos perdiendo lo más valioso que tenemos: nuestra memoria arqueológica”, sostuvo.

Pese a las duras críticas, Mantilla reconoció que el polígono podría ajustarse en ciertas zonas urbanas consolidadas, donde ya existen viviendas e infraestructura. Pero insistió en que eso debe hacerse con criterios técnicos claros, con un registro arqueológico completo y con la protección asegurada para todas las zonas aún por investigar.

“La plaga humana necesita espacio, sí. Pero el desarrollo no puede construirse sobre la destrucción de nuestro pasado”, concluyó.

Aquí el podcast de Lima Gris con la entrevista completa.

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Cultura

Crisis en el MINCUL: trabajadores se alzan contra el ministro Fabricio Valencia

Rebelión en el Ministerio de Cultura en defensa del patrimonio cultural. Mediante un comunicado, los trabajadores del Mincul denuncian la falta de una evaluación rigurosa y pública de los estudios técnicos utilizados por el ministerio para justificar su decisión del recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa.

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Los trabajadores del Ministerio de Cultura, los guardianes invisibles de nuestro patrimonio, han levantado su voz en un comunicado solemne, reclamando que la decisión tomada no solo es inválida desde el punto de vista técnico y científico, sino también un acto de negligencia total frente al legado de quienes nos precedieron y a los intereses de las futuras generaciones. La reducción, señalan, no tiene respaldo ni respaldo científico ni respaldo legal, y viola principios internacionales de gestión patrimonial que demandan transparencia, participación ciudadana y criterios rigurosos en la protección del patrimonio cultural.

El ministro afirma, con una mezcla de simplicidad y arrogancia, que la reducción del área se sustenta en «más de 20 años de estudios» —una aseveración que enardece la indignación de sus propios técnicos y especialistas que denuncia la falta de transparencia en la rendición de cuentas. No hay, en realidad, estudios públicos, informes publicados ni validación externa que justifiquen esa disminución. Lo que existe, dicen los firmantes, es una decisión unilateral cuyo único fundamento parece haber sido un supuesto «falta de evidencias arqueológicas» en las zonas excluidas, una afirmación que, más que ciencia, parece una excusa para abrir paso al interés comercial y predatorio. La alarma no solo radica en el tamaño de la reducción, sino en la forma en que se ha llevado a cabo: sin participación, sin debate público, sin respaldo técnico, prostituyendo la ciencia y los valores patrimoniales por una conveniencia administrativa o, peor aún, por intereses desconocidos —o peor aún, evidentes.

Los trabajadores, con la nobleza de los que aman su oficio y saben que trabajan en la trinchera de la preservación, denuncian además la falta de una evaluación rigurosa y pública de los estudios técnicos utilizados por el ministerio para justificar su decisión. La supuesta base de «más de dos décadas de investigación», que el ministro repite como un mantra para legitimar su acción, no ha sido respaldada por ningún informe accesible ni validado por la comunidad científica internacional. La opacidad, en estos casos, siempre es un signo de alarma. La transparencia, como ya lo proclamó el propio Lawrence Livermore, es la moneda de la buena gestión del patrimonio.

La acción del ministro no solo pone en entredicho su competencia, sino que revela un desconocimiento flagrante del peso simbólico, cultural y científico de Nasca. La amenaza de esta reducción es el desmembramiento de un todo, de un paisaje cultural que no puede entenderse solo por sus fragmentos aislados. La preservación de Nasca no requiere la disminución de su territorio, sino la expansión y protección integral de un paisaje que fue cuidadosamente estudiado y protegido por la comunidad internacional y nuestros propios arqueólogos. La respuesta del ministro parece reflejar más un capricho ideológico que una política pública con sentido: reducir las áreas protegidas para facilitar actividades ilícitas, como la minería ilegal, que ya han dañado irreversiblemente sectores del desierto y que, en palabras de los propios expertos, son los verdaderos enemigos de este patrimonio.

La actitud de los responsables políticos contrasta brutalmente con la sensibilidad y el compromiso de los propios trabajadores, que en su comunicado señalan que la protección del patrimonio no es una cuestión de interés económico inmediato, sino una obligación moral, un deber imperativo de toda sociedad civilizada. La protección del patrimonio cultural no es un negocio, sino un legado, un hilo que une nuestro pasado con nuestro presente, y que debe ser preservado con la ciencia, el respeto y la participación pública.

Pero, como en toda tragedia, no falta también la farsa. La estrategia de esconder estudios, de actuar sin consultar, de legislar con apresuramiento y sin clamor, evita cualquier debate serio y transparente. La falta de publicación de los estudios que supuestamente justifican la reducción, unido a la ausencia de informes técnico-científicos validados por organismos independientes, revela una práctica antidemocrática y anticientífica, una manipulación insensata que solo puede terminar dañando —y no beneficiando— a nuestro patrimonio.

El llamado de los trabajadores es a no aceptar este sacrilegio silencioso, a defender la integridad del paisaje cultural de Nasca con toda la fuerza de la ley, del conocimiento y del sentido común. Quieren una gestión participativa, transparente, respaldada en evidencia científica, que involucre a las comunidades locales, a los científicos, a las instituciones internacionales y a toda la sociedad civil que reconoce en Nasca su patrimonio común. La historia nos muestra que los patrimonios no se protegen con decretos arbitrarios ni con decisiones unilaterales, sino con respeto, con ciencia y con un compromiso ético que trascienda los intereses momentáneos.

La responsabilidad del Estado, en definitiva, es custodiar, no destruir; comprender, no simplificar; proteger, no reducir. La historia, que los geoglifos y los geólogos nos han enseñado con silenciosa contundencia, es que los legados monumentales son frágiles, como la arena del desierto, y que la verdadera grandeza está en comprender nuestro papel en la conservación de esa herencia.

Este es un llamado a la sensatez y a la justicia. Newton nos enseñó que toda acción genera una reacción igual y opuesta; si destruimos un patrimonio, solo nos queda la impotencia, la vergüenza y un legado que será, en adelante, un testimonio de nuestro silencio y nuestra cobardía.

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Cultura

Líneas de Nasca: el negociado político continúa

Lee la columna de Edwin Cavello

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El Ministerio de Cultura ha anunciado con entusiasmo que deja sin efecto la resolución que recortó en un escandaloso 42% el perímetro de protección de las Líneas de Nasca y Palpa. A primera vista, podríamos celebrar esta rectificación como un triunfo de la presión ciudadana y el sentido común. Sin embargo, sería ingenuo bajar la guardia.

El comunicado oficial parece una pieza de relaciones públicas más que una declaración de principios. Detrás del aparente regreso al plano perimétrico de 2004 y la promesa de transparencia, se esconde una maniobra peligrosa: ahora buscan hacer lo mismo —recortar el territorio protegido—, pero de manera “formal”, con participación “multisectorial” y un lenguaje técnico que suena a legitimidad. El problema no es la forma, sino el fondo: los actores siguen siendo los mismos.

Entre los convocados a esta “mesa técnica” figuran —aunque no se mencionen con nombres propios— personajes cuestionados y salpicados por presunta corrupción, los mismos que orquestaron el intento anterior de mutilar el patrimonio en beneficio de intereses mineros. ¿Ahora se pretende legitimar el atropello con el barniz de la participación ciudadana?

Nos hablan de socialización, transparencia, rigor científico y diálogo plural. Pero el objetivo real es mantener en pie el negociado político que favorece a empresas mineras, mientras el patrimonio mundial es tratado como un obstáculo incómodo en el camino del “desarrollo”. La nueva Unidad Ejecutora Nasca podría convertirse en el caballo de Troya para facilitar ese saqueo con aval institucional.

Las Líneas de Nasca no solo son un conjunto de geoglifos milenarios; son símbolo de nuestra historia, testimonio de una civilización que supo dialogar con el desierto. Lo que vemos ahora es otro tipo de diálogo: uno entre funcionarios y lobistas, entre tecnócratas y empresarios, donde la voz del patrimonio es la gran ausente.

El Ministerio de Cultura no ha dado marcha atrás. Solo ha cambiado de estrategia. Y si no lo denunciamos, pronto la historia se repetirá: con mapas nuevos, actores conocidos y el mismo silencio que borra las líneas milenarias bajo el polvo del negocio.

Estemos atentos; el recorte del perímetro de las Líneas de Nasca y Palpa tiene el aval de Palacio de Gobierno. En el negociado que se buscaría concretar, también hay inyección de dinero extranjero. Fuerza Popular y APP tienen sus propios intereses en el recorte.

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Cultura

María Reiche: «Defender las Líneas de Nasca es un deber»

Gracias a la inteligencia artificial María Reiche alza su voz desde el legado para expresar su rechazo al recorte del perímetro de protección de las Líneas de Nasca.

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Por María Reiche
(artículo póstumo simulado)

He dedicado mi vida a proteger las Líneas de Nasca, esos gigantescos trazos en el desierto que constituyen uno de los más grandes legados arqueológicos de la humanidad. Pasé décadas bajo el sol, midiendo cada línea con cinta métrica, luchando contra el polvo, la ignorancia y la indiferencia. Hoy, con profundo pesar y desde la voz que me sobrevive en la memoria colectiva, siento la necesidad de alzar la palabra ante una decisión oficial que amenaza con deshacer lo que tantos años de esfuerzo científico y humano buscaron preservar.

El Ministerio de Cultura del Perú, bajo la gestión del ministro Fabricio Valencia Gibaja y con la firma de la viceministra Moria Novoa Silva, ha oficializado la reducción del perímetro de protección de las Líneas de Nasca. Esta acción no solo representa una negligencia técnica, sino una traición moral a la historia, al patrimonio y al alma del Perú.

El argumento de “adecuación administrativa” no resiste análisis cuando está en juego la integridad de uno de los espacios arqueológicos más frágiles y enigmáticos del mundo. ¿Cómo puede justificarse el achicamiento del área de resguardo en un contexto donde las amenazas —como la expansión agrícola, la minería informal, y la urbanización descontrolada— se incrementan cada día? ¿Es este el legado que se quiere dejar: el de un país que desprotege lo que debería enaltecer?

Recortar el perímetro de protección es ignorar el contexto geográfico y astronómico de las líneas. No son simples dibujos en el suelo; son un conjunto interconectado que necesita ser entendido en su totalidad. El espacio que las rodea no es vacío: es parte esencial de su lectura. Yo misma dediqué años a estudiar cómo se relacionan con fenómenos solares y estelares. ¿Cómo vamos a comprender su función, si cercamos su entorno?

La resolución viceministerial en cuestión no solo deja áreas vulnerables fuera del resguardo legal, sino que sienta un nefasto precedente: el de que lo intangible es prescindible, y que la conveniencia política o económica puede pasar por encima del deber patrimonial. Esta actitud contradice los compromisos internacionales que el Perú ha asumido con la UNESCO y pone en peligro la declaratoria de Patrimonio Mundial.

No puedo permanecer en silencio. Invoco a la comunidad científica, a los estudiantes, a los ciudadanos de Nazca y del Perú entero, a que exijan la inmediata revisión de esta resolución. Las líneas no se defienden solas: necesitan ojos que las vean, manos que las protejan y voces que hablen por ellas.

Las Líneas de Nasca no son de un gobierno, ni de una oficina, ni de un decreto. Son de la humanidad. Y a la humanidad nos debemos cuando decidimos defender el pasado para tener un futuro.

Escribo estas palabras hoy, 8 de junio, en el aniversario de mi fallecimiento. Gracias a la inteligencia artificial, puedo alzar nuevamente mi voz para expresar lo que siento.

Durante décadas caminé bajo el sol del desierto, protegiendo las Líneas de Nasca y Palpa, esas huellas milenarias que la humanidad entera tiene el deber de conservar. Las estudié, las limpié, las medí y las amé. Amé al Perú como una más de sus hijas, y dediqué mi vida entera a resguardar ese legado que no tiene dueño, porque pertenece al mundo.

Hoy les pido, desde donde el tiempo ya no pesa, que no abandonen aquello que tanto cuidé. Ayúdenme a defender lo que aún puede ser salvado. Las líneas no tienen voz, pero ustedes sí.

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Cultura

ICOMOS Perú: Recorte del perímetro de las Líneas de Nasca es ilegal, anticientífico y viola los tratados internacionales

Comunicado del organismo asesor de la UNESCO cuestiona al Ministerio de Cultura por poner en riesgo las Líneas de Nasca. Además exigen la derogatoria de la Resolución Viceministerial N°0128-2025.

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El Comité Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS Perú), organismo asesor de la UNESCO en temas de patrimonio cultural, ha lanzado un enérgico pronunciamiento en defensa de las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa, declaradas Patrimonio Mundial en 1995. El contundente pronunciamiento complica la permanencia del ministro Fabricio Valencia Gibaja y la viceministra Moira Novoa Silva en sus cargos, tras firmar y publicar la resolución del Ministerio de Cultura que reduce drásticamente el área protegida de este patrimonio universal, pasando de 5,633.47 km² a solo 3,235.97 km².

Un recorte sin estudios transparentes

Mediante la Resolución Viceministerial N°0128-2025-VMPCIC/MC, el gobierno ha oficializado la modificación del polígono de protección sin sustento técnico riguroso ni diálogo con la comunidad científica y cultural. ICOMOS Perú denuncia que no se han realizado estudios arqueológicos suficientes para justificar la exclusión de más de 2,000 km², lo que vulnera tanto la Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (Ley N.º 28296) como principios internacionales de conservación.

Además, la entidad recalca que esta medida incumple tratados internacionales suscritos por el Perú en el marco de la UNESCO, y contraviene la Declaración de Xi’an (2005), que establece la necesidad de conservar no solo los sitios arqueológicos, sino también su entorno cultural, histórico y paisajístico.

Implicancias jurídicas internacionales

Este pronunciamiento plantea una alerta mayor: el Perú estaría violando compromisos internacionales adquiridos al momento de inscribir las Líneas de Nasca como Patrimonio Mundial. Según las reglas de la UNESCO, cualquier modificación al área protegida debe ser sustentada y aprobada por el Centro de Patrimonio Mundial, no puede ser producto de una decisión unilateral de un Estado parte.

Al actuar sin consulta previa y sin aprobación del organismo internacional, el Perú podría exponerse a sanciones, observaciones o incluso a que el sitio sea incluido en la lista de Patrimonio Mundial en Peligro, una categoría que afecta gravemente la imagen y gestión cultural del país.

ICOMOS recuerda que el área protegida no solo contiene geoglifos mundialmente conocidos, sino también zonas donde aún se descubren nuevas evidencias arqueológicas. De hecho, varios estudios recientes han revelado nuevos trazos en zonas ahora excluidas por el Ministerio, lo cual desmiente la supuesta «inexistencia de evidencia» esgrimida por funcionarios del sector.

El pronunciamiento de ICOMOS señala: “El Área de Reserva Arqueológica de las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa constituye el paisaje cultural más grande de la humanidad […] de suma importancia estimular su investigación, protección, conservación y puesta en valor”.

Exigen derogatoria

ICOMOS Perú exige la inmediata derogatoria de la Resolución Viceministerial N°0128-2025 y propone la creación de una Mesa Técnica de Trabajo que articule esfuerzos entre el Estado, la comunidad científica y los organismos internacionales. Solo así se podrá garantizar una gestión responsable, participativa y acorde al compromiso global que representa conservar este legado milenario.

Este pronunciamiento es más que una crítica técnica: es un llamado de atención al Estado peruano para que no debilite sus estándares de protección patrimonial. Las Líneas de Nasca no son solo un símbolo nacional, son parte de la memoria cultural de la humanidad. Protegerlas es un deber ético, jurídico e histórico.

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