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Opinión

Lima ‘Potencia Mundial del Caos’  

Tras 24 meses de gestión municipal el “precandidato presidencial” Rafael López Aliaga engatusó a los limeños y endeudó con bonos por S/5 mil millones a la MML por obras que aún no se empiezan. Pese a que prometió austeridad, gastó S/1 millón y medio en consultorías y fracasó en la reubicación de ambulantes de Mesa Redonda. Y en su lugar, como si fuera un paliativo ha colocado rejas que impiden el libre tránsito en el Centro de Lima.

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Pese al escozor que puedan sentir sus “amigos” y “aliados”, lo cierto es que el alcalde de Lima Rafael López Aliaga, sin la necesidad de que haya concluido su administración de 4 años, y solo con medio tiempo de su gestión edil hasta la fecha, ha significado un gran fiasco, decepción, burla, engaño, chasco y todos los sinónimos que se puedan enumerar.  Porque simplemente engañó a todos sus electores y hasta el momento no ha cumplido con las promesas embusteras que lanzara durante su campaña municipal. Decía que Lima se iba a convertir en una ‘Potencia Mundial’; sin embargo, actualmente Lima sí se ha convertido en una potencia mundial, pero del caos, el desorden y la inseguridad.

López Aliaga candidato presidencial

Hay que recordar, que, a fines de mayo, se hizo viral la presencia del alcalde de Lima en un evento proselitista en Iquitos, donde, durante la actividad del ‘Movimiento Esperanza Región Amazónica’, Jorge Mera, presentó al burgomaestre López Aliaga como candidato presidencial. Y desde ese momento, a pesar que lleva la investidura municipal, no ha escatimado palabras para hacer campaña no solo en la capital, sino en diversas regiones del país. Incluso, utilizó las redes sociales de la propia MML para impulsar su campaña con miradas a las próximas elecciones presidenciales. Asimismo, en el mes de julio hizo proselitismo e impulsó la campaña presidencial de ‘Renovación Popular’ en el Callao, en lugar de atender los conflictos que había en las obras de la Estación Central de la Línea 2 del Metro. Y mientras en Paseo Colón, los fiscalizadores de la comuna metropolitana se trenzaban a empellones con los obreros de la empresa concesionaria para impedir el inicio de las obras, el alcalde de Lima realizaba proselitismo junto a Pedro Spadaro, para sumarlo al equipo celeste, con miras a las generales del 2026.

Alcalde López Aliaga publicó en Instagram de la MML su imagen con faja presidencial.

Prácticamente, y de acuerdo a sus planes, él tendría que abandonar la comuna en el primer trimestre del 2025, para que pueda postular a las presidenciales del 2026. Y para ello asumiría el teniente alcalde Renzo Reggiardo. Sin embargo, tampoco se trata de abandonar una alcaldía para la que se fue elegido. Por tanto, representa una falta de respeto y de compromiso con la ciudad capital y con los ciudadanos que residen en Lima.

Alcalde López Aliaga endeudó a la MML para que paguen las próximas cinco gestiones

Desde que se inició el año 2024, el alcalde Rafael López Aliaga difundía sus dotes como experto en finanzas. Y por ello, anunció que para poder realizar las obras que había proyectado tendría que endeudar a la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), por los próximos 20 años, con cargo a la alcabala y al impuesto vehicular. En aquel momento, el exregidor metropolitano Jorge Valdez apuntó que la emisión de bonos será el factor del prolongado endeudamiento.

«Quizá se van a cumplir algunas metas gracias a la emisión de bonos. Que, dicho sea de paso, estamos endeudando a la MML a 20 años. Quiere decir que las siguientes cinco gestiones van a quedar endeudadas para que RLA pueda inaugurar obras durante su gestión. Nada es gratis. López Aliaga está emitiendo bonos a una tasa cara, porque si hubiera contado con el aval del Estado, pasando por el MEF, se habría encontrado una mejor tasa. Ellos han optado por la línea directa», reveló.

Actualmente podemos decir, que el burgomaestre, más allá de haber promocionado sus emblemáticas obras, aún no empieza a ejecutar las mismas. Es decir, todo ha sido un embuste, y ¿qué va a pasar con los miles de millones de soles que su comuna ha recibido?

Desalojó a ‘emolienteros’ y a ‘canillitas’ del centro histórico de Lima

Como se recuerda, primero los quiso vestir con ropa colonial para atraer turistas y luego mantuvo su inacción ante el masivo desalojo que sufrieron miles de emolienteros en diversos distritos de Lima. Durante los primeros días de julio el burgomaestre López Aliaga decidió sacarlos del centro histórico de la ciudad. Sin embargo, La Federación de Emolienteros del Perú pidió la inmediata nulidad de la arbitraria resolución subgerencial emitida.

“Ha reactivado Prolima con la finalidad de retirarnos a todos los trabajadores del Centro Histórico, a lugares en donde no se puede vender. Nosotros hemos sido reconocidos mediante resolución de alcaldía. (…) Ahora nos quiere sacar con resolución subgerencial, que es de menor rango que resolución de alcaldía”, afirmó el secretario general de la Federación de Emolienteros del Perú, Edgar Saénz Cunza.

Cabe recordar que hace 28 años el entonces alcalde de Lima, Alberto Andrade Carmona emitió una Resolución de Alcaldía que reconoce a los emolienteros como trabajadores emprendedores y dispuso su permanencia en sus puntos estratégicos de ventas; sin embargo, el alcalde Rafael López Aliaga, a través de su aliado de Prolima, Luis Martín Bogdanovich se zurró en dicho dispositivo y decidió desalojarlos arbitrariamente. 

Emolienteros marcharon contra la medida del alcalde de retirarlos del centro histórico de Lima. 

El mismo atropello vivieron los canillitas de la ciudad de Lima, que también por el mes de julio, como “Agremiados de la Federación Unión Nacional de Expendedores y Voceadores de Diarios, Revistas y Loterías” FEUNEVDRYL-UNIDIARIOS, rechazaron la Resolución de Gerencia de la MML, de fecha 14 de junio del 2024, que estableció su reordenamiento, sin antes haber sido consultados. El secretario general de dicha federación Eleonoro Garbo Gonzales aseveró que el alcalde López Aliaga atentó contra la libertad de trabajo y el derecho de difundir información a la ciudadanía. Los canillitas son trabajadores formales que están inscritos y registrados en el Ministerio de Trabajo, al amparo del artículo 28° de la Carta Magna, en concordancia con los convenios 87° y 98° de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

“No tiene en cuenta tampoco que los canillitas están considerados dentro de los grupos vulnerables de la población, por el factor precario socio-económico del trabajo que realizan los 365 días del año, siendo en su mayoría personas adultas mayores”, culminó Garbo Gonzales.

Gremio de canillitas fueron vulnerados por la MML en su derecho a la libertad de trabajo.

24 meses de gestión municipal embustera e ineficiente

Han trascurrido 24 meses de gestión y Lima no tiene indicios de convertirse en POTENCIA MUNDIAL. Sus propuestas populistas, no han sido más que una mera burla hacia los limeños. Cómo olvidar que la ciudad capital, durante el mes de junio y los primeros días de julio estuvo repleta de basura, debido a que la MML dejó sin trabajo a 860 trabajadoras de limpieza que tenían más de 20 años de servicio. Y hasta la fecha se encuentra abandonada y tomada por la delincuencia extranjera que ha infestado de meretricio a la Plaza Dos de Mayo y otros sectores de la ciudad.

Otro de los embustes del denominado Porky, son las 10 mil motos que prometió a la PNP. Él apenas, entregó 3600 motos y ha pagado S/166 millones con un costo sobrevalorado de S/18 millones. Pero, el mayor despropósito de este ultraconservador, aparte de haber endeudado a la Municipalidad —con su famoso plan de emisión de bonos— para que lo paguen los próximos cinco alcaldes; pese a que prometió austeridad, es haber desembolsado S/6 millones adicionales a los US$ 4 millones de dólares por asesoría legal en Rutas de Lima.

López Aliaga, quien gastó S/13 millones de soles en carruajes con caballos y que cerró ‘Las Cucardas’, ahora respira tranquilo porque prácticamente se salvó de la revocatoria, por no haberse alcanzado la cifra requerida de firmas; a pesar que miles de limeños firmaron planillones con la intención de revocarlo.

No cabe duda que alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, representa al sujeto egocéntrico que cree que el mundo gira en torno a él —insolente, malcriado, desatinado y necio en potencia— este sobreviviente de Solidaridad Nacional, ha demostrado ser un trepador político, porque primero quiso ser presidente y candidateó a las generales en 2021 y tras perderlas, postuló a la alcaldía de Lima, como si la comuna fuera un experimento y/o ‘premio consuelo’.

Y con una campaña millonaria, no por algo es dueño de ferrocarriles y de hoteles cinco estrellas; ganó las elecciones municipales y empezó a “desdecir” todas las promesas lanzadas cuando era candidato. Es decir, engañó a todos, con el cuento que durante cuatro años mejoraría la realidad de Lima; sin embargo, el alcalde defensor de “Chibolín” (“Envían a la cárcel a la persona más mediática. Han cargado la mano contra alguien que ha venido desde muy abajo”, lo dijo textualmente) a mitad de una gestión municipal y a pocos meses antes que la abandone, como lo hizo en diciembre de 2020 George Forsyth en La Victoria, ha convertido a Lima en “Potencia Mundial del Caos”. 

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Luis Felipe Alpaca es egresado de la carrera de Derecho y Ciencias Políticas y estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza; asimismo estudió en la Escuela de Escritura Creativa del CCPUCP, y tiene un Diplomado de Especialista en Derecho Comercial por la Escuela Superior de Negocios. Ha sido Editor de Cultura del Diario 16, y actualmente es Editor General del Grupo Editorial Lima Gris, y es conductor del programa radial Lima Gris Radio por La estación Planicie 91.5 de la FM. Como gestor cultural ha organizado y curado exposiciones de arte y eventos ligados a los derechos culturales. Asimismo es corrector de estilo, y ha escrito más de 400 artículos relacionados a cultura, actualidad y política. Como activista social ha sido miembro de la Red del Patrimonio Cultural con el afán de defender patrimonios inmateriales y materiales como el desaparecido Palais Concert, y el Complejo Arqueológico Puruchuco. Actualmente es miembro del Colectivo Antropoceno Identidad, y ha recorrido distintas regiones del país para brindar apoyo, encuentros y conferencias en universidades con temas relacionados al arte ancestral y la cultura originaria.

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Opinión

The shrouds, de David Cronenberg (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Esta película posee el espíritu cansado y sonámbulo de alguien paseando de noche, o de día, no importa tanto, por un cementerio… Eso sí: con ideas ingeniosas y hasta prometedoramente chocantes. Dudo, y esto dentro del espacio de la propia ficción, si sus personajes en realidad están aún (del todo) vivos. Son intercambiables, con gran facilidad, por sus propios sueños. Es la vieja duda que siempre despiertan los sueños.

Pienso en el protagonista (sin pudor buscando el parecido con Cronenberg, y yo hubiera querido ver al propio Cronenberg actuado en su propia película) como en alguien que ya se ha ido, con quien tanto amaba. O que, por decirlo así, vive en una zona intermedia; ‘ni aquí ni allá’.      

Pero lo cierto es que hay una separación y que se resiste a aceptarla. No es más que una metáfora de nuestro hacer. Por esa razón (la pérdida, la separación) hacemos poemas, películas o lo que sea. Lo mejor y lo peor. Y claro: ¿qué queda de uno cuando se pierde a alguien con quien se ha sentido tan profundamente unido?

The shrouds está cuajada de diálogos, de especulaciones, de teorías, de obsesiones, de caminos perdidos. Citaré una idea, acaso la principal. Querer ver cómo tu ser querido se va descomponiendo dentro de su tumba es una idea hermosa, consoladora para el protagonista. No se le puede negar energía a este punto de partida…

El gusto por encontrar o por formar imágenes extrañas, misteriosas, excitantes, memorables, se extraña, la voluptuosidad por los detalles, por el estilo, ¿en dónde está? Esa búsqueda decae vertiginosamente en favor del guión, de los diálogos, del teatro, de las palabras.

Me imagino sin dificultad a algunos personajes de Crash -más viejos- en esas escenas coitales tan encantadoras, pero más encantadoras por evocadoras. La mujer, hablando sin parar para excitar más y más al hombre… en fin, la cosa tiene su gracia, y es repetitiva y ya nostálgica. ¿Y la audacia para dar un paso más allá?

Sin la distancia y sin el uso de mayores recursos para manipular de una manera más sabia el material -de un potencial radiante- se nota en Cronenberg una torpeza de principiante superado por su tema. ¡Pero no se trata de ningún principiante y se supone que es un arco temático que en teoría domina! Un Cronenberg devorado por su autobiografía.

Película

https://ok.ru/video/9837031524966

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Sobre Diario del 14 de diciembre (2022)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Mi película n. 24 dura casi 26 minutos. Me sirvió para aclarar ideas, definir caminos. Qué encontré en ‘mi personaje’. Reticencia o resistencia o temor a viajar (fuera de su ciudad). Se ve a alguien que pareciera aparte de no haber dormido muy bien entre molesto y divertido por la entrevista – conversación que le están haciendo (más molesto que divertido, más cansado que entusiasmado, a juzgar por el aspecto de su cara). ¿Entonces, por qué hablar? De alguna manera, o de más de una, el entrevistado está rompiendo o ensayando romper con su querida y sostenida vida sedentaria.

¿No parece todo esto algo banal? Se puede especular sobre el esfuerzo que le cuesta el viaje (¿algún trauma detrás?) no obstante los obvios beneficios múltiples de un viaje… Surge pronto la idea de un desdoblamiento, de estar allá y acá, de ser dos y de llevar dos vidas, de ser al menos dos personas, y el intentar parir algo negado en el medio de un viaje… Astroboy aporta el mito encantador que muestra (desde la infancia lejana y cercana) un camino.

El entrevistado no parece alguien muy místico, precisamente, pero se agarra del concepto o de la sensación de que hay energías dentro y fuera de sí que necesita hacer suyas o si se quiere, conectar con ellas. Unirse a ellas. Darles forma, expresión, vida particular y concreta. O más modestamente, ser un canal para que se expresen a través de él. Sea como fuere hacerlo es decisivo.

Creo que la parte más interesante (incluso la que justifica este trabajo, me parece) es cuando por fin se aprecia más claramente la herida personal. La necesidad de oponer al mundo (a versiones poco inspiradas del mundo) PRUEBAS. Esa voluntad de probar algo porque nadie te cree, de esforzarte para dar los mejores argumentos posibles contra la corriente del sentido común o la estupidez, y es así como el entrevistado (el cineasta) describe el ambiente humano tras su bonita y pacífica experiencia en el preescolar: enfermos, brutales, groseros, violentos…  ¿Exagera?

Y lo mismo con una rama de su familia. Una conclusión: tienes una razón para vivir si quieres que te dejen vivir, sí: vivir tu propia vida y afirmar cómo te sientes, qué piensas, y construir una obra es eso para ti.

Película

Más películas

https://www.youtube.com/@marszproject7155/videos

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Las minas para quienes las trabajan

La CONFEMIN PERÚ convoca a la movilización NACIONAL más contundente en la historia de la pequeña minería y minería artesanal. 

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Por Jorge Paredes Terry

El jueves 26 de junio, a las 8:00 AM, en el Campo de Marte (Jesús María, Lima), no habrá espacio para la indiferencia. Nos movilizaremos con fuerza para exigir lo que nos corresponde por derecho: el control de nuestras minas y el pleno desarrollo de nuestra actividad. No nos quedaremos callados ante la injusticia. Este no es solo un reclamo por nuestros trabajos, sino una lucha por la justicia social y el reconocimiento de la importancia vital del sector de la pequeña minería y minería artesanal (PMMA) para la economía peruana.

Por generaciones, la PMMA ha sido el sostén de miles de familias en todo el Perú, generando empleo, impulsando el desarrollo local y contribuyendo significativamente al Producto Bruto Interno (PBI). Somos los guardianes de un legado ancestral, los que extraemos los recursos minerales que alimentan la industria nacional e internacional. Nuestra actividad no solo genera riqueza, sino que fortalece el tejido social de nuestras comunidades, preservando nuestras tradiciones y cultura. Sin embargo, a pesar de nuestra innegable contribución, hemos sido históricamente marginados, relegados a la informalidad y sometidos a políticas que nos perjudican.

Basta de promesas vacías, de leyes ineficaces y de un proceso de formalización que nos excluye. Por siglos hemos trabajado estas tierras, somos herederos de una tradición milenaria, y el saqueo por parte de la oligarquía y las empresas extranjeras TERMINA AHORA. Exigimos la inmediata ampliación del proceso de formalización, la aprobación de la Ley MAPE y la Ley de Reversión de concesiones ociosas. No nos callarán, no nos ignorarán, no nos detendrán. Nuestro trabajo dignifica a miles de familias peruanas, sostiene economías locales y contribuye al desarrollo del país. No permitiremos que nos arrebaten nuestro sustento. Por nuestros derechos, por nuestras familias, por el futuro de nuestras comunidades, ¡LEVANTÉMONOS Y DEFENDAMOS LO NUESTRO! Difunde este llamado. El jueves, ¡todos a Campo de Marte! Que se escuche nuestra voz. ¡Las minas son para quienes las trabajan! ¡Unámonos y hagamos temblar al poder!

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La crítica no es deslealtad presidente Boluarte

Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

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La presidente Dina Boluarte fue a inaugurar una escuela pública en Talara (Piura), y terminó dictando cátedra de intolerancia. Frente a más de mil estudiantes, no les habló del futuro o de quedarse en Perú, país de oportunidades. No habló de los sueños. Habló de sus críticos. De esos “ciegos, sordos y no mudos” que —¡osadía imperdonable! —Se atreven a cuestionarla. Y lo peor no fue solo el tono. “Critican desde su corazón desleal con el desarrollo de la patria”, dijo sin titubeo. “Critican, pero no ven las obras”. “Nos recargamos de esas energías negativas”. ¿Desleal el que piensa distinto?

No, señora presidente. No es deslealtad. Es un derecho. La Constitución reconoce incluso la crítica a resoluciones judiciales. ¿Y usted pretende que no se cuestione su gestión? ¿Ese es el mensaje que quiere dejar a los estudiantes del Perú? Qué espera entonces; si el Estado reduce el polígono de protección de las Líneas de Nazca, silencio. Si se intoxican estudiantes con alimentos del programa Wasimukuna del MIDIS, silencio. Si se contratan a los amigos o allegados de los ministros, como lo ocurrido en el MINEDU y MINCUL silencio. Si el MININTER no puede con la delincuencia, si desaparecen tesis de congresistas o se pierden donaciones en el Ministerio de la mujer no exista crítica.

En las aulas del Perú se les dice a los docentes y estudiantes que una de las competencias más urgentes del siglo XXI: el pensamiento crítico. Para la OEA (2015), “construirse como pensador crítico implica abandonar una postura egocéntrica en la que los argumentos son ciertos porque tenemos confianza en ellos o porque tenemos cierta preferencia afectiva hacia ellos, porque nos conviene que sea así o simplemente porque así lo hemos creído siempre” (p. 10). Y usted, en una institución educativa pública, les dice a los estudiantes que no sean críticos. Que seguir la línea del gobierno es sinónimo de lealtad. ¿Entonces cómo se construyen ideas, cómo se proponen soluciones de contexto, si solo se permite seguir órdenes como peones bajo el miedo al látigo?

Recuerde, presidente, que el himno nacional no dice «callamos por mandato”. Dice: «¡Somos libres!» Y esa libertad incluye la de pensar. La de decir. Quien no critica está condenado a fracasar por seguir a quien cree que tiene siempre la razón, a quien cree que solo su criterio es válido. Eso no es liderazgo. Es dogma. Es autoritarismo disfrazado de progreso. ¿Dónde se formó en Derecho, señora Boluarte? ¿En qué manual le enseñaron que disentir es deslealtad? ¿Con qué lógica se ataca a quien piensa distinto?

Lo irónico es que quien más dignidad mostró ese día fue un estudiante. Sí, un adolescente peruano. Que, con respeto, pero con firmeza, le pidió: «Es hora de un verdadero cambio, de un compromiso real con las necesidades de nuestro pueblo. La juventud peruana espera, con esperanza y exigencia, un gobierno a la altura de nuestros sueños». Le dijo que la juventud no quiere solo palabras, quiere compromiso. Le habló de frente. Un estudiante del colegio Ignacio Merino de Talara, frente a todos, sin papeles que lo amarren ni miedo que lo frene, le dio una lección de ciudadanía. Clase que sus ministros, asesores y congresistas a sueldo no se atreven a dictarle: “Sabemos su gran compromiso al estar aquí, la verdad, pero no podemos ignorar la creciente desconfianza que genera la política actual”. Y usted eligió responderle desde la tribuna del agravio. Le contestó con el látigo simbólico. Con la burla solapada. Con el autoritarismo que no necesita uniforme, solo soberbia.

Construir colegios no le da permiso para deseducar. Poner ladrillos no la autoriza a silenciar conciencias. Y cortar cintas no la absuelve del deber democrático de escuchar. Entonces, en agosto del 2026, ¿deberíamos pensar que para ese entonces expresidente Boluarte será desleal si se atreve a criticar al nuevo gobierno? ¿Sería desleal con el sistema de justicia si se atreve a criticar alguna resolución en su contra? ¿Nos van a decir que ya no se puede opinar porque criticar es sabotear?

La política sin crítica no es política. Es fanatismo. O peor aún, autoritarismo religioso con sotana de obra pública. ¿Y para cuándo el diálogo presidente Boluarte? ¿Para cuándo el gobierno que escucha sin atacar? ¿Para cuándo un Estado que no ve enemigos en cada voz crítica? ¿Para cuándo los puentes —no los de concreto—, sino los del consenso político? Debemos entender, entonces, que la política en el Perú será solo confrontación y alianzas entre adeptos. Qué futuro le espera a un país donde el diálogo es percibido como traición, y la discrepancia como deslealtad.

Cuándo tendremos un o una presidente capaz de convocar a la nación incluso en medio de posiciones contrarias. Presidente, si usted fue capaz de dejar atrás sus promesas de campaña y sentarse con los Acuña y los Fujimori, ¿por qué no puede hacer lo mismo con quienes simplemente piensan diferente a usted?

La invalidación no suma adeptos. El ataque no construye gobernabilidad. Y me pregunto: ¿los que hoy callan y obedecen sin cuestionar, estarán con usted cuando lleguen los juicios, las investigaciones, los balances finales? ¿Le serán leales cuando ya no tenga poder?

Las 50 muertes en el sur se acercan cada vez más a su destino. ¿Cómo enfrentará esos momentos? O peor aún quienes estarán con usted, le recuerdo que, a Toledo y Humala no les quedó partido político, a usted tampoco. El poder sin consenso es una soledad peligrosa. Basta con ver el voto de la bancada de Cerrón y la izquierda de donde usted vino. Se está quedando sola señora presidente.  

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Opinión

La guerra de dos mundos

Delia Espinoza y Patricia Benavides protagonizan una pugna vergonzosa por el control absoluto del Ministerio Público. Su enfrentamiento no es por justicia, sino por intereses de poder, respaldadas por facciones políticas —conservadoras y progresistas— que instrumentalizan la Fiscalía como campo de batalla ideológico.

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En un Estado de derecho, el fiscal de la Nación no es una figura decorativa ni un operador político. Su papel esencial es defender el ‘principio de legalidad’, que significa actuar con estricta sujeción a la ley, investigar con independencia, sin favorecer ni perseguir a nadie por intereses personales o ideológicos. Sin embargo, en el Perú contemporáneo, la más alta autoridad del Ministerio Público ha dejado de representar esa función republicana para convertirse en ficha de poder dentro de una guerra abierta entre facciones políticas. Hoy, Delia Espinoza Valenzuela y Patricia Benavides Vargas, lejos de honrar sus cargos, encarnan una pugna vergonzosa que pone en jaque la legitimidad de la institución que deberían proteger.

Desde hace unas horas, la Fiscalía de la Nación parece una escena de ‘teatro absurdo’. Delia Espinoza permanece atrincherada en su despacho, haciendo vigilias simbólicas con velas para demostrar que no cederá el cargo. Mientras tanto, Patricia Benavides, tras una resolución de reposición emitida por la Junta Nacional de Justicia (JNJ), intentó reinstalarse por la fuerza con respaldo policial y con una carta intimidante dirigida a Espinoza, exigiéndole que se abstenga de firmar resoluciones.

Ninguna cede, ninguna retrocede. El Ministerio Público ha quedado como rehén de una guerra personal disfrazada de debate institucional. La pregunta de fondo no es quién debe ocupar el cargo, sino si ¿alguna de estas fiscales está verdaderamente interesada en defender la legalidad por encima de su ambición?

Dos mujeres, un camino de decadencia.

Patricia Benavides: la fiscal del sector conservador

Patricia Benavides Vargas, destituida en mayo de 2024 por la JNJ, representa una de las etapas más oscuras del Ministerio Público en la última década. Llegó al cargo envuelta en polémicas académicas —no se han hallado sus tesis de maestría y doctorado— y salió con acusaciones graves por presunto tráfico de influencias, abuso de poder, obstrucción de justicia y uso político del aparato fiscal.

Uno de los casos más evidentes fue su interferencia directa en la investigación contra su hermana, la jueza Enma Benavides Vargas, acusada de liberar a narcotraficantes a cambio de sobornos. La fiscal Bersabeth Revilla, a cargo del caso, fue retirada por Patricia Benavides de forma arbitraria, lo cual fue considerado una falta muy grave por la JNJ. La historia se repitió con el fiscal Luis Felipe Zapata, apartado por investigar a otro fiscal (Miguel Vegas Vaccaro) afín a Benavides. Según se comprobó, los informes usados para justificar estas remociones estaban plagados de datos falsos. En otras palabras, usó su poder para proteger intereses personales y castigar la independencia.

Fiscal Delia Espinoza denunció a Patricia Benavides por ‘encubrimiento agravado’ al beneficiar a su hermana Emma.

Las revelaciones del exasesor Jaime Villanueva —hoy colaborador eficaz— son aún más alarmantes. Villanueva reveló que su exjefa Benavides se reunió en al menos cinco ocasiones con la presidenta Dina Boluarte entre 2022 y 2023. En esas reuniones, se habrían negociado favores judiciales a cambio de respaldo político. Por ejemplo, cuando Boluarte Zegarra en su condición de titular del Midis era investigada por lavado de activos en el caso «Los Dinámicos del Centro», Villanueva coordinó con el fiscal Rafael Vela para evitar que se pidiera prisión preventiva contra la chalhuanquina. ¿Cuál fue el resultado? Dina Boluarte ascendió sin obstáculos a la presidencia de la República tras la caída de Pedro Castillo.

Las relaciones entre Benavides Vargas y la mandataria Boluarte Zegarra continuaron, incluso después de las muertes durante las protestas en Juliaca. Patricia Benavides buscó frenar la destitución del general Raúl Alfaro —quien se negó a detener a Castillo durante el intento de golpe— y negoció presuntos archivos de investigaciones a cambio de nombramientos de confianza en el Programa Nacional de Infraestructura Educativa (PRONIED) y el Fondo de Vivienda Policial (FOVIPOL), según los testimonios del propio Villanueva.

Villanueva confirmó que Boluarte y Benavides eran muy allegadas: «Se reunieron cuatro o cinco veces».

Pese a este historial, Patricia Benavides ha recibido el respaldo explícito de sectores conservadores y del aprismo. Rafael López Aliaga, aún alcalde de Lima que pronto abandonará la comuna metropolitana, la condecoró por su enfrentamiento contra Pedro Castillo, presentándola como heroína democrática. Pero más allá de las narrativas épicas, los hechos revelan una fiscal que no solo traicionó el ‘principio de legalidad’, sino que convirtió la Fiscalía de la Nación en su oficina de operaciones políticas.

Delia Espinoza: la fiscal del ala progresista

Delia Espinoza Valenzuela, actual fiscal de la Nación, no representa una solución institucional a la crisis, sino la otra cara de la misma moneda. Su nombramiento en octubre de 2024 fue visto por muchos como un intento de “limpiar la casa”, pero rápidamente quedó claro que también juega sus propias cartas políticas. Su cercanía con sectores autodenominados “caviares” o progresistas ha provocado desconfianza, y sus decisiones han levantado sospechas de que estaría usando su poder para proteger a sus aliados.

Ni bien Delia Espinoza asumió el cargo colocó a su colega de 77 años, quien cobró más de S/45 mil por devengado de pensión.

Una de sus primeras acciones como fiscal fue presentar demandas de inconstitucionalidad contra leyes que otorgaban mayores facultades a la Policía Nacional en las investigaciones preliminares. La justificación fue la defensa de la autonomía del Ministerio Público, pero varios congresistas lo interpretaron como una forma de deslegitimar la labor policial en medio de investigaciones sensibles.

Desde el Congreso —especialmente desde bancadas como Fuerza Popular y Renovación Popular— se ha acusado a Espinoza Valenzuela de encubrir a fiscales investigados, de proteger redes internas en el Ministerio Público, y de tomar decisiones que benefician al sector judicial progresista con el que se le vincula. Incluso desde el Ejecutivo, el ministro del Interior presentó una denuncia constitucional contra ella por presunto abuso de autoridad, alegando que desconoció normativas que otorgan a la Policía liderazgo en las primeras etapas de investigación.

Además, hay acusaciones de que su ascenso al cargo fue negociado dentro de una Junta de Fiscales Supremos fragmentada, donde habría ofrecido archivar investigaciones a cambio de votos favorables, lo que pone en entredicho la legitimidad de su nombramiento. Su imagen de fiscal «anticrisis» se ha ido diluyendo frente a un estilo de gestión defensivo, confrontacional y cada vez más politizado.

Fiscal de la Nación Delia Espinoza, blindó a su colega Pablo Sánchez por caso IDL.

Dos mujeres, un camino de decadencia

Patricia Benavides y Delia Espinoza representan facciones opuestas del tablero político peruano. Una es la favorita de la derecha y el aprismo. La otra, de los sectores progresistas. Pero ambas coinciden en lo esencial; han hecho del Ministerio Público una trinchera personal y una herramienta de poder. La institucionalidad ha quedado en segundo plano, desplazada por una lógica de supervivencia política donde el ‘principio de legalidad’ solo se invoca cuando conviene.

En lugar de investigar con independencia, han usado sus cargos para blindar aliados, negociar favores y enfrentarse entre sí como si la Fiscalía fuera un botín. No hay transparencia, no hay rendición de cuentas, no hay justicia imparcial.

El Perú necesita con urgencia una Fiscalía de la Nación que no responda a intereses personales ni políticos, sino al mandato constitucional de investigar y sancionar con independencia. Lo que hoy tenemos, en cambio, es una guerra vergonzosa entre dos fiscales que se disputan un cargo como si fuera una presidencia alterna del país. Esta batalla no solo erosiona la credibilidad del Ministerio Público, sino que degrada peligrosamente la fe ciudadana en el sistema de justicia. Mientras no se ponga fin a esta pugna y se restablezca el ‘principio de legalidad’, ninguna de las dos merece el sillón fiscal.

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 El asalto institucional que sacude los cimientos de la democracia en el Perú

Hoy, la toma de la Fiscalía de la Nación por Patricia Benavides, destituida en 2024, expone un golpe institucional que sacude los cimientos de la democracia peruana. Respaldada por una resolución cuestionada de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) y fuerzas de seguridad leales al régimen de Dina Boluarte. Benavides intenta recuperar su cargo, pese a que la JNJ solo podría restituirla como fiscal suprema, no como máxima autoridad. La fiscal titular, Delia Espinoza, se resiste, declarando que no reconocerá un cargo obtenido por la fuerza política.

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Por Jorge Paredes Terry

Este acto es parte de un engranaje corrupto que involucra al Congreso, la JNJ y el Tribunal Constitucional (TC). El Congreso, controlado por fuerzas fujimoristas, cerronistas y acuñistas, eligió a los miembros de la JNJ, quienes, en un acto sin precedentes, emitieron una resolución sin unanimidad, usurpando competencias y violando la Ley de Procedimiento Administrativo. El TC, nombrado por el mismo Congreso, permanece en silencio cómplice, avalando el operativo al no pronunciarse sobre la demanda competencial que cuestiona los límites de la JNJ. Su inacción permite que Dina Boluarte, quien enfrenta acusaciones por graves delitos, elimine a su principal opositora, la fiscal Espinoza, reponiendo a Benavides, aliada política que en 2022 facilitó su ascenso al poder.

El asalto a la Fiscalía es un atropello constitucional. La JNJ sobrepasa sus límites, ignorando precedentes del Tribunal Constitucional que establecen que la nulidad de un proceso no restaura automáticamente cargos obtenidos por designación interna. La resolución de la JNJ además omitió pruebas clave, como el informe que demuestra la destitución ilegal de una fiscal para obstruir una investigación contra la hermana de Benavides, presuntamente vinculada al narcotráfico. Diversos Juristas califican la resolución como un título inválido para ejercer como fiscal de la Nación.

Este asalto es la culminación de una estrategia de cerco perfecto: el Fujimorismo y Cerronismo controlan el Congreso e instalan operadores; Boluarte busca inmunidad persiguiendo fiscales que la investigan; y el TC legitima el abuso con su silencio, allanando el camino a una dictadura técnico-legal. La ciudadanía asiste a la destrucción del Estado de Derecho. La JNJ, el TC y el Congreso han secuestrado la justicia para convertirla en un botín político. Hoy no solo la Fiscalía está bajo asalto, sino la democracia peruana misma. Es imperativo que la ciudadanía se levante y defienda la democracia antes de que sea demasiado tarde. El silencio es complicidad. La lucha por la justicia y la democracia requiere la participación activa de todos.

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La insurrección miraflorina

Lee la columna de Tino Santander

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Por Tino Santander

Los miraflorinos se han rebelado contra las políticas autoritarias del alcalde Carlos Canales. Lo acusan de sembrar cemento en desmedro de la poca arborización del distrito. Además, sus críticos más severos señalan que existen graves indicios de corrupción e incompetencia en las obras, y ponen como ejemplo la ciclovía de la avenida comandante Espinar y el puente Miraflores-Barranco, que tanto perjuicio ha causado a los vecinos y a los limeños en general.

Abel Condori y Justo Mamani me invitaron a participar en los plantones de los vecinos insurrectos en el parque Kennedy. Ellos creen que la clase media miraflorina puede sumarse a una insurrección contra el sistema. Justo Mamani me dijo: «También son peruanos. No te olvides de que las clases medias nos pueden ayudar a acabar con los podridos que gobiernan el Perú». Lo escuché. En ese momento apareció el periodista Rafo León, conocido como «la china Tudela», agitando alocadamente como si fuese un revolucionario dispuesto a dar la vida por la causa vecinal contra el alcalde Canales. Abel Condori dijo: «Mira, Justucha, compañero Tino, ese es el periodista racista y clasista que habla mal de los puneños. ¿Te acuerdas cuando insultaba al compañero Walter Aduviri? Con este vamos a hacer Frente Único. No jodas, Justo». Nos quedamos callados mientras los vecinos gritaban consignas contra el alcalde.

«Compañeros —les dije—, es verdad que los miraflorinos no están luchando por conseguir agua y desagüe para diez millones de peruanos, ni contra los bancos usureros que controlan la economía nacional, ni contra el monopolio farmacéutico del Interbank, ni por infraestructura agraria, de salud y educación. Ellos tienen otros problemas. Pero lo que nos une es la lucha contra la corrupción y contra el fraude electoral. Esta insurrección es el inicio para que puedan escalar sus reivindicaciones a otro nivel y así contar con ellos para transformar el país en una verdadera democracia».

«Eres iluso, compañero —dijo Abel—. Ellos son racistas y clasistas. Ese Rafo León nunca se va a juntar con nosotros. No podemos mezclarnos con ellos porque no nos quieren, y nosotros tampoco. Tú sabes el odio que siente la gente por la frustración que vive la inmensa mayoría. Ellos se imaginan un Perú diferente al nuestro; ellos aspiran a ser Miami, mientras que nosotros queremos un país democrático, libre, donde impere la ley y esta no sea un instrumento de los grupos de poder económico, como hasta ahora».

«No —les dije—. Tenemos que superar nuestros prejuicios. Además, este movimiento de las clases medias recién empieza. No hay nada orgánico; es todavía una algarada, un vacilón para los pitucos. Lo importante es ayudarlos, movilizarnos con ellos, que sientan que el pueblo, a pesar de nuestras diferencias, los apoya. Tenemos que estar a la altura del reto que significa transformar el Perú. En la batalla contra el crimen organizado, la corrupción política y el fraude electoral, estamos todos. En la próxima movilización, participaremos orgánicamente y veremos cómo los ayudamos».

«Compañeros —dijo Justo, señalando la Iglesia “Virgen Milagrosa”—, si tomamos esta iglesia con la gente que no tiene agua ni desagüe, con los colectivos que luchan contra los bancos y el monopolio farmacéutico, ¿tú crees que los “combativos vecinos de Miraflores” nos van a apoyar o van a pedir que nos saquen a palos y nos acusen de “tucos”? No jodas, Tino. Ellos son otro Perú, al margen de nosotros. Entiende: no nos quieren».

La insurrección democrática, la revolución social y la desobediencia civil son tareas que deben ser tolerantes con la diversidad de condiciones económicas, sociales y políticas si queremos acabar con los podridos que gobiernan.

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Opinión

La farsa de la interpelación

Lee la columna de Edwin Cavello

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Por estos días, en el Congreso de la República, se escenificó una de esas farsas que ya no sorprenden, pero sí indignan. Fabricio Valencia Gibaja, el actual ministro de Cultura —o lo que queda de esa cartera— fue interpelado por su gestión desastrosa. El escenario fue casi simbólico: un hemiciclo semivacío, con parlamentarios ausentes como si la destrucción del patrimonio milenario del Perú fuera un asunto menor. Esa imagen lo decía todo: el país se cae a pedazos y un gran porcentaje de los supuestos padres de la patria miran para otro lado.

El ministro fue interrogado sobre el escandaloso recorte del polígono de protección de las Líneas de Nasca y Palpa, una mutilación al patrimonio mundial que haría revolver en su tumba a María Reiche. Lejos de responder con honestidad, Valencia optó por la evasiva, la retórica hueca y la mentira abierta. Como si la verdad pudiera ocultarse bajo el manto de la burocracia.

Pero el punto más grotesco vino cuando se le preguntó por Shirley Hopkins, beneficiada con órdenes de servicio en su gestión y, presuntamente vinculada sentimentalmente con el ministro. Fue allí donde la compostura se desmoronó. El ministro, visiblemente nervioso, negó toda relación, balbuceó excusas y trató de esquivar el tema del uso indebido de un vehículo oficial, hoy bajo investigación fiscal. La escena fue patética, digna de una tragicomedia mal escrita.

Y es que la trama de este drama tiene nombres y apellidos: según fuentes del propio ministerio, desde Palacio de Gobierno se habría ordenado al ministro acelerar un informe —elaborado por funcionarios de la DDC de Ica— para justificar la resolución que recorta el área protegida de las Líneas. El documento, firmado por la también cuestionada viceministra Moira Novoa Silva, ha sido repudiado por arqueólogos, especialistas y una parte del Congreso aún comprometida con la cultura.

Ante el escándalo, el Ejecutivo solo ha optado por la táctica del camuflaje: “pausar” el proceso, socializarlo, dilatarlo. Pero el crimen está en marcha. Fabricio Valencia no solo ha demostrado incompetencia; ha mostrado sumisión, cobardía y desprecio por la historia del Perú. Lo que ocurrió en Nasca no es un error técnico: es un acto deliberado que pretende la destrucción cultural. Y sus responsables no deben quedar impunes. El silencio de Alberto Martorell y su nuevo cargo en el Mincul abre una nueva línea de investigación.

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