La asociación Iquitos Cultural junto al consulado de Colombia en la ciudad de Iquitos y la Logia Masónica 5 N° 25, presentó este pasado 30 de diciembre de 2024 un conversatorio con motivo del centenario de la publicación de esa novela de José Eustasio Rivera. Este evento cultural daba apertura a los 161 años de aniversario como puerto fluvial a la ciudad de Iquitos.
La Vorágine es una novela que nos invita a reflexionar cien años después de su primera edición sobre la situación real de nuestras fronteras, cuánto hemos avanzado como sociedad, si el Estado tiene presencia efectiva en estos territorios y si sus habitantes llevan una vida digna con los servicios básicos de agua, desagüe, electrificación, tecnología, salud, educación, entre otros beneficios.
El Dr. Carlos Barreto Vargas, Encargado de las Funciones Consulares del Consulado de Colombia en Iquitos, saludó fervorosamente que se realicen este tipo de eventos que fortalecen los lazos de buen entendimiento y hermandad entre los países de Perú y Colombia. Asimismo, comprometió a las nuevas generaciones a despertar el hábito por la lectura de otros autores como Gabriel García Márquez que también nos habla de este tipo de realidades.
El profesor universitario de Lengua y Literatura, especialista en Crítica Literaria, Dr. Manuel Marticorena Quintanilla, asumió la responsabilidad de hacer un resumen de la obra de José Eustasio Rivera, concluyendo que la forma como está publicada es una imitación a la obra del Quijote de la Mancha ya que el novelista colombiano coincide con Cervantes aseverando que él no escribió la obra, sino que fue Arturo Cova, protagonista de la novela. El autor más que novelista es poeta y en esta obra vamos a encontrar esa calidad poética hermosísima a lo largo de toda la novela. La visión del escritor es inmensurable, se hizo mucha propaganda cuando la publicaron en la Unión Soviética, estigmatizándola como socialista, y no es así, pues tiene una visión enteramente cristiana, comenzando por el aspecto formal, es decir la forma como está escrita. La obra se divide en tres partes: la sierra, la selva y el llano, son tres regiones que pertenecen a Colombia que equivalen a lo que Dante Alighieri describe en “La Divina Comedia” el infierno, el purgatorio y el paraíso; y en esta novela es al revés, comienza con el paraíso y termina en el infierno. El crítico literario Seymour Menton menciona que en diferentes espacios de la novela se encuentran agrupaciones de tres y que ratifica que hubo señal de una visión cristiana.
El Dr. Fernando Bravo Reátegui hizo una breve reseña de la vida del autor de la novela que se empezó a escribir en 1922, indicando que “José Eustasio Rivera nació en un ambiente campestre en Neiva; su niñez fue fecunda ya que abrazó su amor por la naturaleza, tuvo un padre muy correcto, se crió en un ambiente propicio para ejercer su vena literaria; luego, paso a estudiar la Normal en Bogotá, ejerciendo la carrera de profesor, y posteriormente se recibió de abogado. Siendo profesor ocupó cargos administrativos donde quiso innovar cambios y recibió resistencia, esto motivó para que predominara en su vida la profesión de abogado y ahí encuentra una brecha para la política, llegando a ser miembro del parlamento colombiano donde hace escuchar su voz ante los abusos de la clase dominante hacia los más desvalidos, haciendo eco de las denuncias del periodista peruano Benjamín Saldaña Roca hacia la casa Arana en el Putumayo; eso le valió muchos enemigos a tal punto cuando es publicada La Vorágine, es desmerecida por vacíos que argumentaban sus oponentes. Sin lugar a duda, esta novela marca un hito en la literatura latinoamericana porque aglutina una mixtura de géneros como el periodismo, la poesía, la naturaleza, el paisaje, la fotografía, una obra novedosa para la época escrita con un lenguaje elegante, engolado y depurado. Muere muy joven a los 40 años dejando un gran legado para recordar a este escritor con mucha satisfacción que se enfrentó y denuncio al régimen, apoyando y solidarizándose ante esas minorías que estaban rezagadas en la selva, haciendo que tengan voz, eso es meritorio y trascendente”.
José Eustacio Rivera.
El Venerable Maestro Menotti Yáñez Ramírez saludó la presencia de todos los participantes y enalteció lo dicho por el Dr. Marticorena, más aún, cuando se refirió a la carrera de ser profesor; “es una profesión tan venida a menos últimamente, pero sino fuera por los maestros el futuro no estaría garantizado y muchas veces nos olvidamos de ellos, es un honor ser maestro; probablemente, en el estatus profesional de la cultura oriental, precisamente en Japón, el ser maestro está en el pináculo de la sociedad en el lugar más alto porque en ellos se confía el futuro del país sobre todo en los maestros de primaria porque ahí se sientan las bases para el futuro sin desmerecer a los docentes universitarios que también hacen un esfuerzo orientando a la juventud. Esta noche estamos reunidos para celebrar la centuria de la novela La Vorágine, si José Eustasio Rivera pudiera vernos estaría más que regocijado de saber que nos hemos reunido para conmemorar lo que él hiciera un día. Esta novela ha pasado por prohibiciones y creo que a muchos no nos gusta. Cien años después podemos ver que el argumento de la novela sigue siendo tan potente, las denuncias hechas, la defensa del indígena que le generaron grandes conflictos personales como a muchos otros que en la época del caucho levantaron su voz, y para ello cito el poema Enemigo mío del poeta escocés Charles Mackay. El Dr. Marticorena se refirió a una trinidad en la novela a un profundo contenido cristiano: amor, dolor y muerte, trilogías en las cuales me voy a soportar en una trilogía masónica: libertad, igualdad y fraternidad que no es exclusivamente nuestra, sino que muchas culturas la tienen como postulado y José Eustasio Rivera habló de la libertad como facultad natural, habló de la igualdad en una época que era impensable y casi pecaminoso decir que todos debíamos ser iguales y habló de la fraternidad de la necesidad de ser respetuosos, tolerantes unos con otros y solo así haremos de este mundo un mundo mejor; por tanto, quiero desde aquí brindar un fuerte aplauso para don José Eustasio Rivera para que sepa que estamos conmemorándolo sentando las bases de un futuro y un país mejor donde ser libre sea indispensable, donde ser tolerantes y respetuosos sea la consigna permanente y donde ser fundamentalmente iguales porque somos seres humanos y merecemos ese legado para lo que hoy día estamos reunidos. Asimismo, agradezco a la asociación Iquitos Cultural por haber elegido este lugar que muchas veces es visto como cueva de demonios, piensan que la masonería está distante de la sociedad cuando está mucho más próxima a lo que se puedan imaginar, este es un lugar que nos sirve a los masones como punto de encuentro y también para este tipo de eventos que promueven y fomentan la cultura como es la Logia Unión Masónica 5 N° 25 que tiene fecha de fundación el 24 de junio de 1869”.
Hoy, 13 de enero, la Dra. Martha Hildebrandt habría cumplido 100 años. Falleció cuando tenía 97 años. Guardo, de ella, los mejores recuerdos de mi vida laboral. Fui su asesor de prensa durante ocho años en el Congreso de la República, luego que ella me convocara sólo para trabajar tres meses. Y eso, con muchas dudas por ser periodista. Recuerdo aquella mañana en que, a su pedido, me presenté en su casa portando mi hoja de vida que resumía, en 12 hojas, mi experiencia personal. Ya había sido asesor de varios ministros de Estado, jefe de comunicaciones en el Congreso de la República, Presidencia del Consejo de Ministros, director en varios ministerios, periodista en los más importantes medios de información en Lima de los 70 para adelante. Luego de hojear lo que yo consideraba un contundente currículo, se detuvo, cerró el fólder, me miró fijamente y preguntó.
–Oiga, ¿usted sabe escribir?– me dijo.
–Claro que sí, doctora—respondí muy seguro de mí.
–¿Por qué cree que sabe escribir?– inquirió. Vi, entonces, que sus ojos hincaban a los míos con intriga.
–Es que soy periodista—manifesté
–Mierda, entonces usted no sabe escribir– retrucó, deteniendo, por suerte, mi autoelogio que comprendía los cargos que había ocupado como redactor, editor, editorialista y un largo etcétera.
–El lunes lo espero en mi despacho a las nueve. Y gracias por acompañarme sólo por tres meses—dijo, extendiéndome la mano al despedirse. A los dos días de estar con ella comprendí, efectivamente, que no sabía escribir…con el rigor que ella exigía en la redacción y el uso correcto del lenguaje. Me alegré de que no haya podido escuchar mi autobombo y, con el tiempo, los tres meses se extendieron, por decisión de ella, a ocho años, los más productivos para mí y creo que para ella también, porque nos llevamos muy bien, sin correcciones de fondo, a los que sometía todos los días a sus otros asesores, tanto que ellos eran despedidos con relativa frecuencia. Lo que sí no aceptaba es que, le tomaran la delantera, renunciando. Ella los tenía que destituir.
Los asesores le duraban, en promedio, unos meses: eran licenciados por ella y otros, optaban por la hábil retirada para recuperar la paz. Pero, ni aun así, se escapaban del amargo trance del despido. En una ocasión, uno de ellos, formado en la PUCP, decidió marcharse a la semana de haber llegado al congreso. El estilo Hildebrandt no iba con él. Y se fue, como llegó, sin avisar, de puro corajudo. Además, llevaba un apellido aristocrático, como era del agrado de la parlamentaria. Entonces, la Dra. Hildebrandt era presidenta del congreso. Una mañana, en que yo despachaba entrevistas pendientes con ella, pidió a la secretaria llamar al doctor xx. No está doctora, respondió la secretaria. ¿Qué?, ¿dónde está?, indagó la presidenta. Renunció ayer, doctora, ya no vino, explicó la secretaria. ¡Ah, no. Qué se ha creído!. Llame, usted, al abogado y que venga mañana a las nueve, ordenó a gritos. Al día siguiente, nos encontrábamos, algunos asesores, despachando con ella, cuando la secretaria anunció que había llegado el abogado a la hora indicada. Que pase, ordenó. Cuando el renunciante intentaba acercar una silla para sentarse, la doctora lo detuvo en seco: así nomás, dijo. No es necesario que tome asiento, señaló, moviendo los dedos de izquierda a derecha y viceversa ¿De manera que, usted, renunció al trabajo?, continuó. Y antes de escuchar la respuesta, en medio de un sepulcral silencio, su voz retumbó: sepa, usted, que a mí nadie me renuncia. Soy yo quien decide cuándo se va. Está, usted, despedido. Puede retirarse, sentenció, moviendo los dedos de atrás para adelante. Martha Hildebrandt no aceptaba que otros decidan por ella.
Hoy que la recuerdo, me viene a la memoria tantos hechos que, convertidos en anécdotas, me hacen sonreír con gratitud. Fue una intelectual brillante, reconocida por el mérito de sus investigaciones en los principales foros del mundo. Su labor académica fue reconocida con distinguidas menciones. Premio Nacional de Cultura en 1949, Premio Nacional de Ensayo en 1961, Premio Nacional de Fomento a la Cultura Javier Prado en 1969. Orden de las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta en 1999, Medalla de Honor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el grado de Gran Cruz, Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú en el grado de Gran Cruz, Condecoración Orden Cultural Andrés Bello de Venezuela, Condecoración Orden al Mérito Cultural de Polonia. Dirigió el Instituto Nacional de Cultura en el Perú, fue subdirectora general de la UNESCO y congresista de la República en varios períodos, además de autora de numerosos libros de su especialidad, en el campo de la lingüística y de la cultura y mejor paro de contar.
El cineasta Christopher Nolan, estudió literatura antes de sumergirse en el mundo del cine, de ahí nacería su exigencia por el desarrollo de los guiones. Su filme Interestelar que acaba de cumplir 10 años, es un viaje épico entre agujeros negros y ecuaciones gravitacionales. A pesar de que ha pasado una década de su estreno, su película sigue emocionando y cuestionando las relaciones humanas y la fragilidad de nuestra existencia.
Con su estreno en el 2014, Interestelar logró que masivamente el público se haga preguntas filosóficas y científicas, pero también abrió algunas heridas como la del llamado padre ausente. En el filme, a través de los años, la ausencia del padre se convierte en un vacío que Murph intenta llenar con ciencia, ira y, finalmente, perdón. En este sentido, Nolan nos recuerda que el tiempo es una fuerza implacable que puede golpear los lazos más fuertes, pero también puede sanar heridas cuando se atraviesa con amor.
La película plantea preguntas sobre la naturaleza del tiempo, la gravedad, la posibilidad de vida más allá de nuestro planeta y sobre las emociones humanas: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar por aquellos que amamos? ¿Cómo lidiamos con la pérdida y la ausencia? ¿Qué nos motiva a seguir adelante cuando todo parece perdido?
En el aspecto científico, Interestelar ha seguido siendo relevante. La representación del agujero negro Gargantúa se basó en cálculos del físico Kip Thorne, asesor de la película y ganador del Nobel en 2017. Con el tiempo, los avances en astronomía han confirmado la precisión de varios elementos del filme, aunque algunas cuestiones siguen siendo materia de debate. ¿Es posible realmente viajar a través de un agujero de gusano? ¿Podremos algún día manipular el tiempo y la gravedad a nuestro favor? La ciencia avanza, pero las grandes preguntas aún siguen sin respuesta.
Una década después, Interestelar continúa siendo una obra que nos obliga a mirar más allá del horizonte y a reflexionar sobre nuestro lugar en el universo. En un mundo donde la tecnología y el conocimiento avanzan a pasos agigantados, la película nos recuerda que, en realidad, seguimos siendo niños explorando el desconocido infinito.
Al final del filme Murph está feliz de que su padre (Cooper) regresó peroella le dice que se vaya de todos modos, diciéndole que “Ningún padre debería verse obligado a ver morir a su propio hijo”.
Hace unos días un entrañable amigo me comentó que en compañía de su familia volvió a ver la película ‘Qué bello es vivir’. Repetir la experiencia como espectador del filme de Frank Capra le hizo recobrar más razones para vivir, considerando que la historia del joven George Bailey no solo es inspiradora, sino aleccionadora, ya que nos habla de los sueños que siempre debemos alcanzar, aunque surjan obstáculos y distractores. Sin embargo, el idealismo no llegará solo y para cristalizarlo solamente hay que hacer y obrar. Es decir, si creemos en nuestras ideas trabajemos en ellas hasta que se hagan realidad. Curiosamente el cine, desde la perspectiva que tomemos, también influye en nuestras ganas de emprender para nuestras vidas un enfoque holístico y espiritual.
Podemos mencionar más joyas cinematográficas como ‘Ángeles con caras sucias’, ‘Cinema Paradiso’, ‘La vida es bella’, ‘Forrest Gump’, ‘La sociedad de los poetas muertos’, ‘Sueños de fuga’, y ‘En busca de la felicidad’, entre tantas otras que nos dicen en nuestra propia cara: —no te rindas, tú puedes porque tienes una misión—pero tampoco es menos cierto que la realidad supera a la ficción. Si bien, el instrumento del séptimo arte logra sublimarnos y eventualmente consigue elevarnos, al mismo tiempo se convierte en un esbozo. Significa que, si no iniciamos un “emprendimiento”, quizá las ganas e ilusiones se nos escurrirán entre los dedos de las manos. Entonces ¿tendríamos que espectar una película inspiradora cada hora o cada día para no matar la motivación?
No cabe duda que la riqueza existe y el dinero es importante, y quizás podrás ganar más dinero, pero no podrás ganar más tiempo. Por lo que más allá del aspecto pecuniario, uno de los mayores regalos de la vida y que nos convierte en personas ricas es la capacidad de dar a los demás sin esperar algo a cambio. Basta dar un minuto de nuestro tiempo y de nuestra atención, y estaremos brindando una pequeña parte de nuestra vida. Con una palabra de aliento y mostrando una sonrisa conseguiremos que alguien sea feliz. Y si el escenario cotidiano se muestra desolador por razones de pobreza, corrupción y crimen, nuestra misión es afrontar la vida con el mayor de los optimismos. Solo siendo generosos y altruistas asumiremos un liderazgo y le daremos un sentido a nuestra existencia.
Los avances tecnológicos no solo conllevan aspectos positivos para la sociedad, sino también negativos. En este caso, los troyanos informáticos han alcanzado un nivel de sofisticación que los convierte en una amenaza constante, incluso para los antivirus más avanzados. Los troyanos son un tipo de “malware” o programa malicioso que logra engañar a los usuarios para tener acceso no autorizado a sus dispositivos, ya que se presentan como programas legítimos o inofensivos, pero en realidad contienen un código malicioso.
Los troyanos no se replican de forma automática como otros tipos de virus, sino que requieren explícitamente el consentimiento del usuario. Los troyanos más populares son los de tipo RAT (Troyano de acceso remoto). Miles de computadoras podrían estar infectadas sin darse cuenta.
Por ejemplo, los troyanos usualmente se disfrazan o camuflan en aplicaciones de uso común, por ejemplo, Microsoft Office o Adobe Reader, o incluso sistemas operativos como Windows 10. La mayoría de las personas no optan por comprar una licencia original como primera alternativa; en lugar de ello, optan por una versión pirata o “crackeada” de estos programas. Esto permite que una computadora sea vulnerable ante el ataque de troyanos. Una vez instalados, los troyanos informáticos se “reportan” a una central y “duermen” esperando instrucciones.
¿Cuánto tiempo le tomaría a un ciberdelincuente tomar acceso a una computadora? Cuando una computadora está infectada, el ataque puede darse en tiempo real, logrando acceder a todos los archivos, fotos, documentos importantes y todas las contraseñas registradas. También los troyanos pueden activar la cámara, el micrófono y demás dispositivos conectados. Incluso estos pueden encriptar todos los archivos y pedir una recompensa a cambio de devolver el acceso a los mismos. Uno de los virus más populares en este tipo es PromoRaD.
Lo mismo ocurre en los dispositivos móviles. Existe un troyano llamado MetaXploit que puede disfrazarse de un juego o una aplicación popular como Facebook o Instagram para no despertar sospechas, pudiendo controlar a distancia y realizar espionaje. Este tipo de ataques se están dando en Perú con mayor frecuencia para robar información y acceder a cuentas bancarias personales a través de métodos como el “phishing”. La recomendación en todos los casos es optar por licencias originales e instalar programas de fuentes seguras para evitar ser víctima de ciberdelincuentes.
De la mancha de los poetas de Hora Zero, Eloy Jáuregui y Ángel Garrido fueron los más chibolos. A Eloy lo conocieron dejando sus revistas en el puesto de su viejo. El famoso librero de la Casona de San Marcos, en la av. Abancay, que pudo mudarse con la venta de Cien Años de Soledad.
Nació con tinta en las venas. Su poesía la dejó en sus crónicas, como ardientes retratos de la sociedad peruana. Sin ir muy lejos, lean la que hizo del Zambo Cavero. Uf. Genial. Jáuregui entiende, como Fuguet, que el periodismo (como la prostitución) se aprende en la calle. Sigue y asimila las técnicas de Talese, Capote y Wolfe. Sin calco ni copia, con jerga fresquita. Como Valdelomar, eligió desmitificar con barrio y clase. Hay que vivir de la palabra, para la palabra y morir por la palabra, afirma su evangelio. En sus textos, la jerga fina baila como salsa brava de Héctor Lavoe. Y, sin embargo, fue profesor universitario, editor de revistas, erudito en su chamba.
El libro de los amigos (2024) (homenaje a Eloy Jáuregui), editado por Edwin Sarmiento y Fernando Obregón, es un acierto a nivel de introducirnos al ritmo jáureguiriano. ¿Se imaginan ir a un bar a escuchar las mejores anécdotas sobre el maestro? Este libro es un poco eso. Pero no la perorata de cualquier borrachín, sino la de ilustres figuras como Óscar Queirolo, Umberto Jara, Mario Vallejo, Enrique Sánchez, o Jorge Pimentel.
Vine a temblar frente a dos cervezas—canta Pimentel—. Vine al poema y sus argumentos sin huevadas.
Era un bebedor con cultura, afirma Jara. Un poeta quisquilloso que buscaba su lugar en el mundo. Los bares permitían el encuentro:
Lo que pasa es que soy escandaloso —le responde a Maritza Espinoza—. Siempre me hago notar por tonterías, pero, en el fondo, soy ordenado, me levanto temprano, escribo como un loco, leo. Ahora vivo solo y hago lo que me da la gana: leer, ver películas y escuchar mucha música. Ya a mis amigos casi no los veo, ni los extraño tampoco.
Para el historiador y geógrafo Mariano Felipe Paz Soldán, el topónimo “Querecotillo” tiene su origen en la voz quechua “quereccoto”. “Quero” madera y “Ccoto”: montón, cantidad. Así se entiende Querecotillo, como lugar de “abundante madera”. Este significado según Guillermo Burneo Cardó, guarda coherencia con “Kerucot-Quilla”, que significa “árboles para la luna”, lo que reconstruye el pasado pre hispánico del Distrito, que en su momento fue un inmenso bosque de algarrobos, con trinar de aves.
Refieren los cronistas hispánicos, que Francisco Pizarro, Francisco de Jerez y Miguel de Estete, desembarcados en Tumbes, mayo 1532; iniciaron una travesía por quebradas, sierras y después de tres días llegaron a un río que se decía Turcarami. Posteriormente se aposentó el conquistador, en un pueblo grande Puechio (Poechos), en donde se reunió con varios caciques y los poblanos que salieron a recibirlo al camino.
Cumplida la visita a Poechos, Pizarro prosiguió la jornada hasta toparse con robustos algarrobos, cuyos densos follajes no permiten sino filtrar los rayos solares de modo impresionante, formando una alameda verde que abraza al pueblo de Querecotillo, el pueblo de los bosques que recuerda la etimología y la memoria ecológica.
Fue en las arboledas de Querecotillo, en donde el conquistador Pizarro se encontró con el Cacique Maizavilca, señor de Poechos. No teniendo el Cacique nada que ofrecer, regaló al caudillo barbudo, como anota Antonio del Busto a su sobrino – que en aquel entonces tendría unos catorce años – y que los soldados dieron en llamarlo Martín, pero por la simpatía del rapazuelo terminaron nombrándolo “Martincillo de Poechos” el que asistió a la fundación de San Miguel de Tangarará y conocía la lengua quechua y castellana y por sus habilidades en el dominio de la lengua, competía con Felipillo el tumbesino en el arte de traducir.
El cronista Estete, confirma que Hernando de Pizarro llevaba a la grupa a Martín indio lengua, que le cupo un rol protagónico en la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca. Estos son acontecimientos que sucedieron en nuestra tierra y debemos recordarlos como parte de la historia de Piura.
López Albújar señala que la afamada Villa de Querecotillo es la tierra de los Gallo, Coloma, Calderón, Campos y Carreño. Querecotillo a diez kilómetros de Sullana, partiendo del “bebedero de la Peña” pasando por Marcavelica y Salitral, siguiendo de frente hasta encontrarse con una torre, en donde hay un reloj que da muy buenos cuartos y sin interés alguno (La vieja Iglesia derrumbada por el terremoto de 9 de Diciembre 1970).
El Señor de la Buena Muerte de Chocán, Patrono de Querecotillo, es parte de esa tradición viva y gozosa de nuestro pueblo. A ÉL acudimos para pedirle su bendición como los hicieron nuestros abuelos y los padres de aquellos. Este es un mandato cristiano, pero también un motivo superior que nos liga con amor a nuestra tierra. Por eso, acudimos a los pies del Señor a pedirle nos ilumine y dé luz a nuestro entendimiento pero también talante humano a nuestro corazón, más aún en este tiempo pos pandemia convulsionando
Refiere la tradición que durante la ocupación chilena, la soldadesca irrumpió en las apacibles picanterías querecotillanas, en donde frente a sus improperios y abusos se encontraron con un baño de chicha hirviendo, a los que se sumaron las piedras y los garrotazos, dando origen a esa frase de fervor cívico que dice ¡querecotillano!, con chicha nace y con chicha se defiende!”. No es otra la tradición que se refiere al percance del chivo maromero de un circo, de esos que recorren pueblos, que aquí en Querecotillo fue “convertido en seco como para chuparse los dedos”.
No puedo obviar en esta crónica a un personaje ilustre del Distrito, como José María Raygada Gallo (1795-1859), nacido el 18 de diciembre de 1795, de sus padres don Roque Raygada y doña María Antonia Gallo; con una envidiable hoja de servicios militares y políticos, llegando a asumir, por encargo la Presidencia del Perú, en interinato que duró del 1 de abril de 1857 al 24 de octubre de 1858 y cuyos restos mortales descansan en el Panteón de los Próceres.
Querecotillo, para un hijo de esta tierra, es un hondón del alma que nos acompaña siempre y reposa la venerable heredad de nuestros padres y ancestros. Hoy con la misma lealtad y fervor que en mi otrora tiempo, evoco su paisaje y lo recuerdo, con mi gratitud y cariño de siempre. Siento me nutro en lo más profundo de mi alma, con esa energía cósmica ancestral. Siento que me reencuentro con la alegría vocinglera de mi pueblo, como diría el tondero “en busca de mi gallada recordando viejos tiempos hasta la vuelta paisanos”.
PD. Agradezco al Licenciado Miguel Godos Curay por su aporte para esta nota.
Sin duda, el 2024 fue muy especial debido al crecimiento de tecnologías de inteligencia artificial, pero también un año marcado por la masificación de estafas en la red. La ciberdelincuencia es considerada por Forbes como la tercera economía más grande del mundo, después de Estados Unidos y China.
La inteligencia artificial ha jugado un papel muy importante en la ciberdelincuencia debido a la facilidad con la que puede suplantar la identidad de una persona, facilitando la comisión de múltiples delitos.
Para evitar ser víctima de estafas, presentamos los siguientes consejos útiles: Si contestas una llamada telefónica de un número desconocido, no te apresures a hablar; espera y escucha de qué trata. Evita hablar mucho, ya que podrían grabar la llamada para entrenar una inteligencia artificial e imitar tu voz. Limita la cantidad de información que compartes por teléfono. Tecnologías como Resemble AI o Descript permiten imitar el tono, acento y ritmo de tu forma de hablar.
Sé cauteloso en las redes sociales y ten cuidado con las fotos que publicas, especialmente con tu rostro. Tecnologías como Stable Diffusion, Flux y LoRa pueden utilizar tomas de tu rostro en diversas posiciones para crear un modelo digital con una apariencia muy realista, el cual puede ser utilizado junto a la voz para realizar estafas. Entrenar una inteligencia artificial para suplantar tu rostro o imitar tu voz puede tomar solo algunas horas, incluso minutos, dependiendo del grado de naturalidad y realismo.
Hay una técnica de edición de imágenes con IA conocida como “DeepFake” o “Inpaiting”, la cual puede rellenar o modificar áreas específicas de una foto para colocarla en situaciones desagradables y hasta pornográficas, creando falsas evidencias. Esto facilita las estafas y extorsiones al fabricar imágenes aparentemente auténticas que pueden ser usadas para chantajes, difamaciones o engaños dirigidos. Desconfía siempre de las “evidencias”. La inteligencia artificial también puede imitar perfectamente el estilo de comunicación de una empresa o persona, aumentando la probabilidad de que las víctimas compartan información confidencial mediante correos electrónicos personalizados.
Protegerte de las estafas con inteligencia artificial requiere prudencia y educación digital. Limita la información personal que compartes en línea y mantente informado sobre las nuevas tecnologías para no caer en manos de ciberdelincuentes.
Nosferatu es la nueva versión de Eggers sobre el vampiro del mismo nombre que filmara Murnau en 1922 y remasterizado varias veces por cineastas como Herzog y su Nosferatu, el Vampiro en 1979 o el Drácula de Bela Lugossi en 1931. Unos prodigios para quienes degustan del género gótico y sobre la inmortalidad del alma, aunque los cuerpos se muestren decadentes, ulcerados o en estado de descomposición.
Lo cierto es que todo parte de la novela Drácula de Bram Stoker, una historia que nos habla de un conde chupasangre que vive en un castillo en una zona perdida de Rumanía y una pareja de amantes que se tienen que separar por motivos de trabajo y cuyo futuro está predestinado. Todo a su alrededor es oscuro/tenebroso. Los lobos y espíritus malignos asechan en un tiempo donde alumbrarse con candelabros hacía de las sombras personajes extendidos o deformados, cosa que el expresionismo alemán usa perfectamente. Y conste que el autor no conoció Rumanía y todo fueron historias contadas por terceros o textos que nos hablan de madame Báthory; o libros como el de Emily Gerard: La tierra más allá de los bosques. Por eso, el libro está compuesto por diarios, recortes periodísticos, notas, etc.
Este Nosferatu, de Eggers trata de ceñirse al original de Murnau, está filmado en tonos grises/sepias o a media-luz-o-media-sombra y no está hecho para cineastas/cinéfilos de fuegos pirotécnicos que abusan del videoclip. Este Nosferatu, que, en su original, así se llamó por no poder pagar los derechos respectivos, perdió los juicios con la viuda de Stoker y se tuvieron que quemar los celuloides originales. Razón que, en vez de silenciarla, le dio mayor publicidad, casi como el robo de la Gioconda en 1911 que la puso en todas las noticias, revistas y el boca a boca.
Así, Eggers a pesar de ciertos tropiezos en la narrativa, nos devuelve al (i)legítimo cine que te hace pensar, reflexionar y, cómo no, cuestionar. No está hecho para pasar un buenrato de emoción y tensión, aunque muchos pagan su boleto para eso. Está hecho para indagar en el otro vampiro que no solo muerde cuellos o roe el esternón de la amada. Y porque siempre hay algo más que no puede explicarse como el productor Albin Grau, quien fue el arquitecto/ocultista detrás de Nosferatu de 1922 y que, por ratos, pareciera asomar en esta nueva versión.