Invocaciones a la Virgen, referencias al Purgatorio, críticas veladas a la dinastía de los Tudor, presuntos viajes a Roma con alias incluido, todo esto configura ese otro retrato, la cara oculta del poeta y dramaturgo de Stradford de quienes se cumplen en unas semanas 400 años de muerte. Parece ser que además de la pluma algo más comparten nuestro Manco de Lepanto con William Shakespeare, Will para los correligionarios.
CONTEXTO HISTÓRICO
Tras el Cisma de Inglaterra (la separación de la corona inglesa de a fe Católica y su abrazo al protestantismo) muchos católicos que no abjuraron de su fe hubieron de seguir siendo católicos de manera clandestina. A ellos la historia los conoce como Cripto Católicos (católicos ocultos). Existe una larga lista de cripto católicos ingleses como Tallis, Marlowe, o Dowland, pero el más famoso y hasta hace poco apenas tenido como sospechosos es el dramaturgo inglés William Shakespeare.
En un contexto de guerras religiosas (ser católico podía ser tenido por alta traición y por ende condenado a que le corten la cabeza en tiempos de Isabel I) la Religión y la Política se confundían en un mismo plano (los bandos religiosos llegaron a adoptar formas de auténticos partidos políticos, como los conspiradores católicos de Guy Fawkes (uno de los padres del terrorismo y que intentó hacer estallar el parlamento de Inglaterra con los parlamentarios dentro, el sueño de todo anarquista) o el partido puritano). Los católicos eran tenidos por la corona inglesa como amigos de la corona española o el trono francés de manera que eran perseguidos constantemente a través de sanciones, cárcel o la muerte.
Ahora bien del enigmático Shakespeare de cuya vida privada apenas sabemos gran cosa (quizá por lo insípida y tranqui que fue) lo único rescatable y que ha sido el gran misterio de su vida, y por el que se han rebanado los sesos sus biógrafos a lo largo de siglos es saber que fe tenía. Como cripto católico en un contexto de persecución político religiosa mantuvo una doble vida que es el corazón del misterio de su obra. Esta ha sido la gran polémica que coincide con el noble lema que él adquirió y que rezaba «Non sancz droit», debemos decir que cuando se habla de Shakespeare siempre sucede «no sin polémica», incluso en su religión.
No olvidemos que Shakespeare trabajo en la corte de la Reina Isabel I, enemiga de todo lo católico, por lo que siempre estuvo en constante peligro. Como dramaturgo supo interpretar bien su papel de actor. Escribiendo tragedias de día y rezando de noche en la oscuridad. Toda la dualidad de un hombre barroco.
LA FAMILIA
Las sospechas de su catolicismo vienen ya desde su familia. De su padre John Shakespeare se halló un testamento espiritual subversivamente católico. Incluso poco después de la muerte del autor de Hamlet ya corría el inquietante rumor de que había muerto papista.
Ya la familia de la madre de Shakespeare, los Arden constituían un núcleo influyente de católicos en Warwickshire que no aceptaron convertirse en protestantes (uno de los Arden fue colgado por alta traición al haber escondido a un sacerdote). El padre de Shakespeare fue multado por negarse a presenciar la liturgia anglicana. Incluso una hija de Shakespeare, Susana (su hija favorita y la única a la que dejó en herencia toda su fortuna en su testamento, excluyendo a todos sus demás hijos que eran protestantes) fue señalada como católica.
De niño en su casa natal fue escondido san Edmund Campion, jesuita y mártir y al que probablemente William conoció. Un panfleto católico de la autoría del jesuita fue encontrado después escondido en su casa.
Hay quienes sospechan que Shakespeare tuvo un matrimonio católico con Anne Hatawat en 1582 (pues no lo hicieron en la iglesia de la parroquia protestante a la que pertenecían, sino que se casaron en la pequeña iglesia de un pueblo cercano en Temple Grafton ante el clérigo John Firth quien cuatro años después fue acusado por el gobierno de ser sacerdote católico.
Algunos años después de su matrimonio Shakespeare emprende un misterioso viaje que lo lleva a desaparecer por siete años. Recientemente en el colegio ingles de Roma, en el año 2009 según informa el diario The Independent los archivistas han encontrado lo que podría significar una prueba de su viaje a Italia. En un libro de peregrinos ingleses, quienes viajaban de incógnito firmando con seudónimos se ha encontrado unos nombres que tendrían relación con William. En dicho libro firmado en 1585 (durante los años en que está desaparecido) aparece un tal Arthurus Stradfordus Wigomniensis, lo que se puede traducir algo como «(El compatriota) del (rey) Arturo de Stratford (en la diócesis) de Worcester”, de donde era oriundo Will. Hay otras firmas halladas de la misma época como la Gulielmus Clerkue Strafordiensis (otra mención a Stradford su pueblo natal), o la que reza Shfordus Cestriensis y que, según el critico Heaton, puede querer decir «Shakespeare de Strat)ford (en la diócesis de) Chester».
De ser estos seudónimos de Shakespeare que probasen su estadía en Italia eso explicaría porque varias de sus obras se localizan en Italia (Otelo, Romeo y Julieta, El mercader de Venecia etc.) y como tenia tanto conocimiento de la cultura de aquellos reinos.
Su cripto catolicismo también explicaría, por ejemplo, porque nunca se quiso divorciar de su mujer a pesar de que era consciente de que le era infiel. Los protestantes podían divorciarse, pero los católicos hasta ahora no.
En su obra hay referencias a la religión católica de forma velada, y los personajes católicos como los clérigos fueron descritos por Shakespeare con notable simpatía, recordemos que esto lo hacía en un contexto rigurosamente protestante donde la regla en las letras inglesas era más bien caricaturizar o insultar a los religiosos. Fray Lorenzo en Romeo y Julieta y fray Francisco en Mucho ruido y poca nueces son personajes descritos con características positivas. La obra de Shakespeare indica además un conocimiento profundo del rito y de la doctrina católicos. Hay incluso en su obra invocaciones a la Virgen María, algo impensable en un autor protestante.
Las sutiles referencias teológicas son otro indicio de su religión escondida, por ejemplo en el diálogo que entabla Hamlet con su padre asesinado, se evidencian profundas creencias católicas, como el Purgatorio (en el que está Hamlet padre, quien expresamente habla de “purgar” sus pecados), o el valor del rezo por los difuntos (el “acuérdate de mí” que le suplica su padre antes de desaparecer). Quien conoce a un evangélico recalcitrante sabe muy bien que los protestantes no rezan así. El padre de Hamlet se encuentra precisamente en el Purgatorio porque, como recuerda a su hijo, murió sin viático. Lutero y los padres de la reforma protestante no creen en el Purgatorio y menos en el poder de los rezos para sacar almas de allí. Por otro lado en el Mercader de Venecia hay una clara denuncia de la usura, la cual es tenida por pecado mortal por los católicos.
Muchos especialistas en Shakespeare afirman que Will encriptaba mensajes católicos en sus obras de teatro. Hay quienes creen que Hamlet es una crítica tajante al protestantismo del régimen de los Tudor, ya que la historia se realiza en un reino protestante como Dinamarca y se evidencia la desintegración social a través del incesto, la locura, la infertilidad y el asesinato y regicidio entre los personajes de la obra. Todas esas taras eran más propias de la familia real inglesa que de la ficción.
Además está el hecho patente de la presencia de la peregrinación, una actividad típicamente católica y prohibida por Enrique VIII. La peregrinación está presente en obras como Ricardo II, El Mercader de Venecia, Como os plazca y Rey Lear. Otra imagen propia de los católicos perseguidos de entonces es la del destierro y la marginación. Ricardo II destronado aconseja a su reina retirarse a Francia y entrar en un convento para alcanzar la corona de un nuevo mundo mientras él soporta el arresto.
En fin que las referencias a Shakespeare como Católico abundan y ya se estudiaban en tiempos de Oscar Wilde y G. K. Chesterton o como ahora por especialistas como la biógrafa Hildegard Hammerschmidt-Hummel, o los críticos Peter Milward, Peter Ackroyd y Elisabetta Sala que aseguran el catolicismo del personaje. Un catolicismo oculto en tiempos de peligro que comienza a iluminar una obra muchas veces enigmática. Una obra de un católico escondido para dar fuerza a católicos perseguidos o en igual condición. Una obra encriptada para y desde la clandestinidad.