Escribe José Andrés Saldarriaga
La 5ta Bienal Internacional de Grabado ICPNA 2016, organizada en los meses de septiembre, octubre y noviembre por el Instituto Cultural Peruano Norteamericano ICPNA, programó 42 exposiciones de Grabado en más de 26 salas de exposición: resultó una muy bien pensada puesta en escena cuyas protagonistas fueron las actuales tendencias del grabado.
Una primera impresión: el arte se mostró accesible y didáctico. En un valor importante para el arte actual porque profundiza en el vínculo con el público y crea un horizonte de experiencias reales, de diálogo, a partir de preguntas y respuestas comunes. Hubo una convergencia de sentidos entre las obras presentadas y la planificación, organización y difusión oportuna de las exposiciones, lo que creó las condiciones necesarias para conocer los contenidos y las técnicas innovadoras de los artistas y proyectos presentados por la Bienal.
En este mapa de presencias al cual el público fue invitado a ingresar y recorrer estancias, hubo espacios que llamaron la atención de manera significativa, como el Atelier Contrepoint dirigido por Juan Valladares, artista que recibió de Stanley Willliam Hayter no sólo sus enseñanzas sobre técnicas innovadoras en aguafuerte, sino también la dirección del taller en París, en 1988.
Una advertencia: este texto no pretende ser una mirada objetiva o científica al conjunto de la Bienal sino explora, desde lo subjetivo de estas apreciaciones, lo que más me ha impactado. Corresponde también a un enfoque específico: el pensamiento apasionado del grabado, como arte, cultura y aprendizaje, desde la ENSABAP. Dicho esto, y reconociendo la generosidad y el rol de la Bienal al vincular a los artistas con el público, mi percepción global es que el arte del grabado se ha mostrado en esta oportunidad como una fuente de expresiones creativas valiosas para el enfoque hermenéutico de la realidad.
Una segunda percepción se basa en los fundamentos estéticos y recursos expresivos de las obras expuestas. Desde mi punto de vista, destacaron aquellas modalidades técnicas revolucionarias de los años 70 como el cambio de la viscosidad en las tintas usadas, por la aplicación de varias tintas en una sola matriz de metal, para obtener estampas pictóricas y agilizar el proceso de impresión. Es decir, lograr en una sola impresión una variación armoniosa y colorida, con una paleta amplia de colores obtenida por métodos mecánicos. Y, desde luego, me refiero una vez más al Taller 17 hoy llamado Atelier Contrepoint.
Ampliando el recorrido de mis muestras preferidas, llegamos al espacio de exhibición del grabador belga Hugo Besard, con su exposición de arte antológica de intaglios, en la Galería de arte de Euroidiomas. Me parece profundamente relevante para nuestros tiempos: el artista abordó una temática compleja ecologista con un enfoque lúdico y poético al mismo tiempo, a través de composiciones delicadas y sutiles que apelan a referentes de la naturaleza a manera de denuncia primaria explicita.
Había una interpelación sensible en cuanto al rol del hombre y de la mujer frente a la contaminación de la naturaleza. La denuncia destacaba la flora y la fauna afectada por la eliminación de material contaminante que producen las grandes empresas transnacionales sobre nuestro planeta. Lo hacía valiéndose de la técnica del grabado ancestral, la cual nos remite históricamente al grabado ejecutado con maestría por Rembrandt.
En la misma sala de exposiciones se pudo apreciar la exposición de Martha Morales egresada de la facultad de Arte y Diseño de la Pontificia Universidad Católica del Perú PUCP, docente y colega en la ENSABAP. Presentó un conjunto de matrices de colagrafías y sus respectivas estampas, realizadas hace más de 18 años, que recuperó y puso en valor para esta exposición denominada Recuerdo, tiempo y materia. Llamaban la atención las estampas, producto de la impresión de las matrices colagráficas complementadas con imágenes digitales sugerentes, que apelaban a una ráfaga de recuerdos del pasado que hábilmente se convirtió en su principal eje temático.
Uno de los talleres más visitados durante la Bienal fue el Taller TRESS dirigido por la grabadora Cristina Dueñas, docente de la PUCP. Este taller de grabado ubicado en Miraflores, presentó una exposición bajo el nombre My city, my Home “Mi ciudad, mi hogar”, con las ediciones más importantes producidas en el taller, como son sus libros de artista y manuales, conformados por grabados de connotados artistas extranjeros compilados en producciones colectivas para dar vida a proyectos interesantes y de calidad, con ediciones bien cuidadas y prolijas.
Un centro de atención fue la infografía presentada por el equipo de trabajo del Centro Cultural de Bellas Artes, donde se explicaban los procesos de las técnicas esenciales de impresión: xilografía, litografía, intaglio y serigrafía. Incluía también una línea de tiempo de la historia del grabado en la ENSABAP donde se han destacado grabadores y grabadoras como los maestros Jorge Ara Manchego, Gabriela Alegre, Félix Rebolledo entre otros, personajes importantes del arte peruano, que destacaron también por su labor docente.
Además de la información proporcionada y del formato inédito usado, era una respuesta a una de las grandes interrogantes que se plantean de manera general para todos los que hacemos grabado y de manera particular para alumnos, egresados y docentes de la ENSABAP en donde he tenido la oportunidad de apreciar, compartir y/o disentir a la hora de enseñar calcografía y técnicas afines.
Se trata de cómo articular el grabado hecho de manera tradicional y aquel que entra dentro de las definiciones de lo expandido, lo conceptual o interdisciplinario. En una exploración con mis alumnos a través de la Bienal notamos, que si bien por un lado, se genera y establece una especie de dialogo y articulación que frena el divorcio entre ambas concepciones o entre las diferentes ópticas sobre cómo se viene desarrollando el grabado en Lima; sin embargo aún aquí y en otras ciudades del país, resulta evidente que hay pensamientos que se confrontan o están en una pugna constante y anacrónica, refiriéndose únicamente a lo técnico como proceso inalterable y no desde el análisis de un sistema conceptual que nace a partir de los procesos que originalmente son alterables en el método del ensayo.
Las referencias a nuevos conceptos como grabado verde, no tóxico o no tan tóxico frente a aquel que sigue usando ácidos para morder metales, aquel que hace uso de solventes, disolventes y/o tintas vinílicas, en el caso de la serigrafía por ejemplo, para que los resultados sigan teniendo la soltura, definición y resolución requeridas, se ha vuelto un tema de diálogos, debates, encuentros y desencuentros que de alguna manera u otra, nos remiten, por ejemplo, a la necesidad de la eliminación adecuada de ácidos y sales ya usados, al planteamiento de medidas de bioseguridad o a la necesidad reiterativa de un manual detallado de procesos, para evitar así la contaminación del medio ambiente o del propio usuario, fomentando una educación para el desarrollo sostenible a corto, mediano y largo plazo.
También se ha puesto de manifiesto que todo arte que se basa en la reproducción múltiple en el quehacer internacional exige definir un código de ética de la multiejemplaridad y regular la circulación de las obras múltiples en el mercado siempre cambiante y especulativo del arte contemporáneo.
Esta iniciativa hizo sus primeros esfuerzos en 1960, año en el que se realizó el congreso de Viena y se construyó, de manera colectiva, el estatuto de la obra múltiple. Fue una primera aproximación para construir la actual base de iniciativas, que tocan puntos aún sin resolver, que se han ido suscitando a lo largo del camino.
Para el caso del grabado y sus posibilidades se establecen propuestas de reproducción y regulación de tirajes post mortem, pretendiendo delimitar sus alcances y limitaciones, normar y universalizar las nomenclaturas más usuales a la hora de ejecutar los tirajes, pruebas de artista etc. además de ir concluyendo en la necesidad de abordar la matriz de una manera eficaz, eficiente y pulcra con el afán de convertirla en un objeto de arte coleccionable, comercializable o apto para ser exhibido posteriormente en museos o centros culturales al concluir los tirajes correspondientes.
Se enfoca también que el mercado considere las ediciones limitadas de grabados, configurando lo reproducido, asignándoles valores monetarios superiores a los acostumbrados, legitimando o haciendo fiable la reproducción de las copias únicas y el deseo de coleccionarlas, insertándolas en el circuito del arte contemporáneo.
Finalmente, es significativo mencionar que las temáticas tratadas en esta V Bienal Internacional de Grabado realizada en Lima, han reflejado las variopintas parcelas de las realidades de nuestros entornos más próximos, que van de lo social a lo meramente decorativo, de lo geométrico a lo orgánico, de lo minimalista a la contraposición del horror al vacío o de lo realista al abstracto, transitando por el neofigurativismo, lo intimista o lo naif o valorando los referentes locales, simbólicos o icónicos de la procedencia geográfica de cada obra.
En toda esta diversidad, hay una constante: la ilusión por la construcción de mundos personales, donde el espectador se vea reflejado no sólo en una primera mirada, sino que en posteriores lecturas se pueda acercar a lo sublime de la contemplación, al encuentro de sí mismo en las obras apreciadas, confiriéndole un valor especulativo o rescatando lo meramente poético y sublime que alimenta interminable e inexorablemente al Grabado actual para la vanidad y la gloria del ser humano como eximio creador.