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«La ficción del Plan Bukele», por Umberto Jara

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Por Umberto Jara

En estos tiempos la afición por el lugar común es impresionante. Alguien dice algo sugerente y todos repiten en coro. El primer ministro Otárola dijo “Plan Bukele” y todos hablan del Plan Bukele. Nadie se detiene a pensar que cada país tiene su propia realidad. Nayib Bukele combate a las salvajes pandillas salvadoreñas pero el asunto pandillas no es el problema central en el Perú.

La realidad peruana es mucho más grave porque no existen ni reglas ni autoridad ni instituciones. El Perú no es un país. ¿O vamos a olvidar que a la presidencia de la República puede llegar un analfabeto funcional apoyado por alfabetos con estudios que luego se hacen los disimulados?

El asunto de fondo es que llámese Plan Bukele o no, para frenar la violencia y restituir el orden se necesita un requisito imprescindible: imponer el principio de autoridad con un liderazgo nítido. Sin ese requisito, nada se puede lograr. Y allí empieza el gran problema peruano de hoy: no existe un gobierno. ¿Quién es el presidente? ¿Dina Boluarte o Alberto Otárola? ¿Toman decisiones de gobierno?¿Acaso tiene un rumbo el país?

El Plan Bukele atrae por una imagen potente: los delincuentes rapados puestos en prisión para frenar la ola de crímenes que convirtió a El Salvador en la “capital mundial de homicidios”.

Hagámonos esta pregunta, en el Perú ¿a quiénes debemos meter rapados en prisión para restituir el orden y frenar la violencia?

La primera respuesta será: a los criminales venezolanos que importaron el pérfido PPK y sus secuaces. Pero hay un problema: el gobierno no quiere empadronarlos y disponer su expulsión del país. Se puede, hay fondos, pero no se quiere tomar esa decisión. ¿Por qué? porque la señora que atendía trámites en una oficina distrital de Reniec y hoy vive en Palacio, tiene miedo y su co-gobernante está ocupado en convertir a la PCM en un centro de negocios.

Cuando se habla de Plan Bukele la imagen anhelada es ver a los delincuentes en prisión. Pues bien. En el Perú, para frenar la violencia ¿basta con meter en prisión a delincuentes sean extranjeros o nacionales? Seamos sinceros y hagamos las preguntas esenciales.

¿No deberían ir a prisión los jueces que liberan a los cómplices de Maldito Cris y una larga lista de delincuentes? ¿Los jueces, en todos los niveles, que destruyen las leyes y el debido proceso no deberían tener una mazmorra? ¿No debería ir a prisión la mafia de los fiscales que han convertido el lavado de activos en un gran negocio ilegal para extorsionar a quien les da la gana? ¿Presos no deberían estar los congresistas que aprobaron la ley de prescripción para que Vladimir Cerrón y varios delincuentes políticos empiecen a quedar impunes e insistan en llegar a cargos públicos? ¿No deberían purgar prisión los que organizan marchas violentas con el disfraz de reclamos para que el oro ilegal y la cocaína salgan hacia Bolivia? Ese sería un verdadero plan de pacificación del país.

Se han puesto a pensar en las celdas que faltarían si es que se dispusieran escuchas telefónicas a jueces, fiscales, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes, regidores y ciertos empresarios mercantilistas. Se imaginan lo que arrojarían escuchas a los congresistas llamados “Los Niños” o a Sigrid Bazán o a Guillermo Bermejo, tan defensores de los subversivos. Habría que construir más presidios.

¿Queremos orden y ausencia de violencia? ¿Queremos hablar de Plan Bukele? entonces admitamos que Martín Vizcarra y varios de sus ministros deberían estar en prisión después de las 200 mil muertes de peruanos en la pandemia y la inmensa corrupción de ese gobierno. Pero no es así. Un día de estos aparecerán invitados a la televisión para opinar sobre “la inconveniencia del Plan Bukele”. Si el corrupto anda suelto, cualquiera se siente con derecho a delinquir.

La violencia crece cuando la legalidad se destruye. Sin reglas nítidas deja de existir la válida represión judicial. Entonces, admitamos que los famosos fiscales Lava Jato han sido los grandes destructores de la legalidad, por lo tanto, si queremos Plan Bukele ¿por qué no incluimos en ese plan la investigación y sanción a los fiscales Lava Jato y a su gran asesor? ¿Por qué no investigar cuál fue la gran ventaja (económica) obtenida para beneficiar tan groseramente a Odebrecht, a José Graña y demás galifardos? Y de paso, ya que estamos, ¿por qué no indagar en las razones por las que ciertos periodistas defendieron y ensalzaron tanto a esos fiscales?

La violencia asoma y crece cuando el principio de autoridad deja de existir. La violencia, el desorden, la pobreza que hoy padece el país no se arregla encarcelando únicamente a los sicarios y a los asaltantes.

Es tragicómico ver cómo se discute por un Plan Bukele peruano mientras los policías que ascendieron a generales pagando coimas al corrupto Pedro Castillo, siguen ejerciendo sus cargos. Pero el gobierno, que tendría que destituirlos, habla de “un plan Boluarte mejor que el plan Bukele”. ¿Quiénes van a ejecutar ese plan? ¿Los generales corruptos? ¿Por qué no le dan recursos a los policías valiosos que ejercen con honestidad su tarea? ¿Saben por qué? Porque ni la gobernante, ni los ministros, ni los congresistas ni nadie quieren ser descubiertos por los buenos y valerosos policías que saben trabajar y cumplir su deber.

Al escuchar las discusiones por un Plan Bukele es inevitable pensar en esto: si apareciera alguien decidido a imponer el principio de autoridad que tanto necesitamos, de inmediato asomará esa casta nefasta que irá corriendo a la CIDH a pedir clemencia para los delincuentes y fondos para sus ONGs.

En realidad, el Perú, no necesita un Plan Bukele por una razón: el nuestro es un país que está prisionero.

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Sepultura para Guillermo Gutiérrez

Lee la columna de Edwin Cavello

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Guillermo Gutiérrez, a quien las redes sociales bautizaron cariñosamente como el «Tío Factos», no fue solo ese anciano hosco y agudo que desnudaba, con ironía punzante, las miserias del país en un canal de YouTube. Mucho antes, Gutiérrez Lymha había sido una voz esencial en la contracultura peruana: fundador del Movimiento Kloaka, aquel grupo insurgente de poetas que en los años ochenta —junto a Roger Santiváñez, Mariela Dreyfus y otros— desafiaba el orden establecido con versos incendiarios.

El pasado 5 de abril, Gutiérrez murió en el más cruel de los anonimatos. Durante días, su cadáver permaneció abandonado en la Morgue Central de Lima. Se temió, y no sin razón, que terminara arrojado en una fosa común, como tantos otros a quienes la indiferencia nacional entierra dos veces: primero en vida, luego en la muerte.

La movilización para evitar ese destino infame fue espontánea y conmovedora. Desde las redes sociales saltó a la prensa, la radio, la televisión. Escritores, editores, libreros, vecinos de Villa El Salvador y hasta burócratas de última hora se unieron en una campaña urgente, casi desesperada. La fiscalía, inflexible en un principio, acabó cediendo ante la presión. Hoy, finalmente, su cuerpo será entregado a sus familiares.

Este acto de dignidad colectiva no habría sido posible sin la solidaridad de muchos: Mary Soto, Rodolfo Ybarra, Edián Novoa, Frido Martín, Miguel Blásica, Fernando Cassamar, Miguel Fegale, el Gremio de Escritores, el Movimiento Cultural Lima Norte, Cirko Terror, los libreros de Amazonas, de la avenida Uruguay, de Alfonso Ugarte, y tantos otros que se rehusaron a permitir que el olvido lo consumiera en silencio.

Guillermo Gutiérrez nos deja tres poemarios: Ulkadi (1987), La muerte de Raúl Romero (2007) e Infierno Iluminado (2022). Tres gritos contra la abulia de un país que a veces devora a sus mejores hijos.

Vivía en Villa El Salvador. Era un hombre solitario, herido por la muerte de su madre y la depresión. La última vez que lo vieron en las calles, fue una feria de libros frente al Congreso. Caminaba despacio, como si presintiera que su final estaba cerca. Hoy, al menos, sabemos que no murió del todo: su nombre, su obra y nuestra memoria se encargarán de mantenerlo vivo.

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Desde Pataz: Dicen que la tradición y las costumbres de los pueblos marcan con fuego el alma de su gente

Lee la columna de Jorge Paredes Terry

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Por: Jorge Paredes Terry

Esta semana, Tayabamba, capital de la provincia de Pataz, se viste de fiesta. Las calles, antes silenciosas bajo el peso de la rutina, hoy retumban con el eco de las bandas, el zapateo de los danzantes y el aroma de la comida que llena el aire. Es tiempo de celebrar a Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, ese arzobispo de Lima cuyo legado atraviesa los siglos y llega hasta estas tierras altas, donde la fe y la tradición se entrelazan como raíces en la tierra.

Pataz es un lugar de contrastes. Fuera, en las noticias, solo se habla de los problemas, de la violencia que a veces ensombrece su nombre. Pero dentro, en el corazón de su gente, hay otra historia. Una historia de resistencia, de orgullo que no se doblega. Aquí, las tradiciones no son solo recuerdos, son el combustible que mantiene viva la esperanza.

Las danzas no paran. Los coloridos trajes de los huaris, los monterillos y los diablos giran al compás de la música, contando historias antiguas, mezclando lo sagrado con lo pagano. Cada paso es un acto de memoria, un juramento silencioso de no olvidar quiénes somos. En las mesas, los platos típicos —el ceviche de gallina, el guiso de cuy, los tamales, el pan de fiesta no solo alimentan el cuerpo, sino también el espíritu de comunidad. Aquí se comparte, se ríe, se llora, se vive.

Y está la devoción, esa fuerza invisible que mueve multitudes. Santo Toribio no es solo un nombre en un altar; es un símbolo de fortaleza, un recordatorio de que, a pesar de todo, Pataz sigue en pie. Los fieles caminan kilómetros, desde Tayabamba hasta Pegoy, desde Pegoy a Collay, cargando sus promesas como ofrendas, porque en esta tierra la fe no se pregunta, se siente.

Sí, Pataz tiene sus luchas, sus heridas. Pero también tiene esto: un pueblo que, cuando la vida aprieta, responde con fiesta, con música, con tradición. Porque aquí saben que las costumbres no son solo rituales, son el alma de un pueblo que se niega a rendirse. Y mientras suenen los bombos, las quenas, mientras haya un plato que compartir y una danza que bailar, Tayabamba y todo Pataz seguirá adelante, marcado con fuego en el alma.

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TC y Defensoría del Pueblo respaldan a Dina Boluarte

Utilizando el erario público para su defensa técnica, la mandataria demandó al Poder Judicial y a la Fiscalía escudándose en el artículo 117° de la Constitución con el fin de evitar ser investigada. Entre tanto, además de la demanda competencial admitida por el TC, la Defensoría del Pueblo se sumó al blindaje de Boluarte Zegarra.

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¿Defensa institucional o blindaje político? En un giro controversial, el Tribunal Constitucional (TC) y la Defensoría del Pueblo han asumido un rol protagónico en la estrategia legal de defensa de la presidenta Dina Boluarte Zegarra, quien busca evitar ser investigada por el Ministerio Público durante su mandato. Usando el artículo 117° de la Constitución como escudo jurídico, la mandataria ha interpuesto una demanda competencial contra el Poder Judicial y el Ministerio Público, argumentando que solo puede ser acusada por los supuestos expresamente indicados en dicho artículo.

El TC no solo admitió la demanda, sino que también permitió la participación como amicus curiae de la Defensoría del Pueblo, institución que, de manera poco común, ha asumido una postura alineada con la defensa presidencial. Con ello, se abre una polémica respecto al verdadero rol de estas instituciones en un Estado de derecho: ¿se trata de una legítima interpretación constitucional o de un acto de encubrimiento político?

El artículo 117°: ¿Una puerta a la impunidad?

El mencionado artículo establece que el presidente de la República solo puede ser acusado durante su mandato por cuatro causales específicas: traición a la patria, impedir elecciones, disolver inconstitucionalmente el Congreso y obstruir el funcionamiento de organismos electorales. Esta norma fue diseñada originalmente como un mecanismo de estabilidad institucional, en línea con estándares del derecho internacional que reconocen cierta inmunidad a jefes de Estado en ejercicio.

Sin embargo, en la práctica, el artículo 117° ha servido como herramienta de blindaje para presidentes cuestionados. La jurisprudencia reciente, tras el caso Pedro Castillo, abrió la puerta a la posibilidad de investigar a un mandatario sin acusarlo formalmente, creando un balance entre inmunidad y control judicial. La demanda de Boluarte Zegarra busca revertir esta interpretación, lo que ha generado preocupación en sectores del derecho y la ciudadanía sobre un eventual retroceso en la lucha contra la corrupción presidencial.

Basta de impunidad.

¿Uso indebido de recursos públicos?

Otro punto que genera controversia es el uso de recursos estatales para financiar esta estrategia legal. La presidenta no estaría actuando en defensa de la institución presidencial como figura abstracta, sino en defensa propia, buscando evitar acciones fiscales y judiciales por los múltiples casos que la vinculan con presuntos delitos como homicidio, enriquecimiento ilícito y abandono de cargo.

Este uso del aparato estatal con fines personales podría constituir una afectación al principio de legalidad y de neutralidad institucional. En este contexto, se cuestiona también la postura del TC, cuya aceptación de la demanda y apertura a la intervención de la Defensoría podría interpretarse como una señal de parcialización.

¿Una reforma pendiente?

Más allá del caso específico, este episodio reaviva el debate sobre la necesidad de revisar el alcance de la inmunidad presidencial en el Perú. Mientras que constitucionalistas tradicionales defienden su vigencia como garantía democrática, otros sectores sostienen que ha sido distorsionada y usada para proteger la impunidad.

La inmunidad presidencial se ha convertido en un instrumento grosero de blindaje.

Así las cosas, el país enfrenta nuevamente la tensión entre la protección de las instituciones y la exigencia ciudadana de justicia e igualdad ante la ley. La votación del pleno del TC, anunciada para mayo, será decisiva no solo para el futuro legal de Boluarte Zegarra, que ha perdido toda vergüenza y que, con una conducta malhechora, solo pretende evadir a la justicia en todos sus extremos; sino también para el rumbo constitucional del país.

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La hija pródiga, de Mabel Valdiviezo (2024)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Llama mi atención: por todos los temas que toca, aunque no toca su fondo. Sigue atrapada, sigue ‘dentro’, eso muestra, pero sí, trató, y sigue tratando de salir. ¿Debería aceptar que la gente es como es y que tiene que buscar en otra parte, en otros seres (siquiera de modo relativo) a ‘la familia perdida’? Pero empieza a hablar, a articular en imágenes y en palabras lo que la atormenta.

Nuestras familias, nuestros valores, nuestra mentalidad, enfermas, ‘normales’. Hay que cortar, romper, penetrar para criticar, es la función que nos compete. “Amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”. Una pulsión ética irrenunciable, un amor a la vida que no pasa por ‘comprenderlo todo es perdonarlo todo’. 

Y si me preguntan por el precio a pagar, respondo que ya estamos pagando caro el precio de no hablar, desde el momento de conciencia en que ya podíamos empezar a hacerlo. Y sí, es cuestión de vida o muerte. Pues hasta podría somatizarse. No hay alternativa. ¿Por qué temer tanto a la crítica? ¡Si es justa! La película muestra esa lucha interior.

-O por lo menos empecemos por el retrato, casi la foto, o el dibujo. Que, entre los grandes, ya es un análisis, una visión profunda, una travesía, un atravesar la esencia de los seres y las cosas-.  

La directora-protagonista, con su búsqueda artística, su formar parte del movimiento subte, con su salida de su país, responde a la circunstancia de una familia como tantas otras, habiendo mejores y peores, y semejantes. Y pretende un testimonio y pretende usar su película como un vehículo de sanación, de reconexión con su familia. ¿Lo logra? De alguna manera. ¡Se culpa mucho!

Me pareció simpático ese acto-gesto de pintar las fotos. Los colores son las emociones no expresadas o no expresadas a plenitud.

La confesión a la madre, la confesión de ‘pecados’, es muy sintomática; se nota ahí el conservadurismo, el sometimiento a valores hipócritas, creo que mucho del cine peruano tiene ese conservadurismo, ese freno.  

Pienso en la utopía de la reconciliación. En la dependencia de nuestras familias, no muy sanas. El arte mismo es nuestro país, nuestra manera de escapar, pero de las mentiras, de una vida limitada, inauténtica, y provocar el encuentro con el corazón de nosotros mismos. Y con otros como nosotros.

*Película vista en el Cineclub UCH

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Opinión

Nadine Heredia nuestra embajadora en Brasil

La presencia de la exprimera dama fugitiva Nadine Heredia intoxica las relaciones peruano-brasileñas. Su asilo por supuestas razones políticas, más parece esconder otras razones menos inocentes, quizás las de la impunidad.

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La exprimera dama y sentenciada a 15 años de cárcel por lavado de activos, Nadine Heredia Alarcón, pareciera que fuese semejante al rey Midas, solo que al revés. Lo que ella toca lo envilece. Así se evidencia cuando en estos momentos el Congreso de Brasil se debate ante una moción de censura presentada a través de un senador liberal contra el presidente Lula da Silva, esto por brindar asilo político a Heredia Alarcón. El caso, es que la presencia de Nadine se ha convertido en arma política contra la estabilidad del gobierno brasileño. Independientemente prospere o no, dicha moción, deja en evidencia una herida en un momento delicado de la política del Brasil en el marco de un realineamiento global.

Cabe mencionar que el senador por el Partido Liberal, Magno Malta aseguró que la decisión tomada por el gobierno de Lula da Silva empaña la imagen internacional de Brasil. En su misiva, el político sostuvo que el asilo concedido no fue un “acto humanitario”, sino más bien, “una decisión política deliberada, que empaña la imagen internacional de Brasil como un socio confiable en la lucha contra la corrupción transnacional”. Malta sostuvo, además, que esta decisión también representa “una afrenta a las instituciones peruanas, que han demostrado independencia, seriedad y coraje al exigir cuentas a los funcionarios públicos por sus crímenes”.

Y aunque Perú sea una nación institucionalmente caótica, es el único país de toda la región y quizás del mundo donde casi todos sus expresidentes con serias acusaciones de corrupción se encuentran presos, en detención domiciliaria, o muertos. La excepcionalidad peruana en este caso resulta un golpe a la impunidad y la huida de la condenada exprimera dama y su refugio en Brasil resultan en una afrenta en la lucha anticorrupción, más aún con el beneplácito del gobierno brasileño.

Cómo menciona el político brasileño:  “Este episodio es inaceptable y revela una alianza ideológica entre el actual gobierno brasileño y figuras centrales de uno de los períodos más nefastos de la política peruana y latinoamericana, marcado por la corrupción sistémica y el deterioro institucional. Brasil no puede convertirse en un refugio para condenados por corrupción en nombre de afinidades partidistas”.

Una perspectiva diplomática e histórica 

El exembajador de Perú en Canadá , Guillermo Russo, en una reciente entrevista se pronunció al respecto y mencionó que «Brasil le debe una explicación al Perú», esto en referencia a la media docena de empresas brasileñas como Odebrecht que, si bien no trajeron la corrupción al Perú, sí que contribuyeron a su expansión. Entonces debemos recordar que, si las empresas brasileñas asociadas a casos de corrupción se dieron durante el gobierno de Lula, quien por otra parte sacó de la pobreza a decenas de millones de brasileños, pero por otro lado es un responsable político de la hecatombe corruptora que significó este carnaval de dinero dulce.

Mientras Lula habla de integración con Boric hoy en Brasilia, se olvida que la integración pasa por el respeto, o como diría Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Y aquí no se ha respetado el derecho propio de los peruanos de hacer justicia, ni trae paz este clima enrarecido con sabor a complicidad. Lula, de ser héroe de los pobres, se convierte ahora en defensor de las elites corruptas, su figura ante la historia se mancha que no hay Lavajato que se la limpie.

Como señala el diplomático peruano Russo, el caso de Nadine Heredia no se parece en nada a la de los refugiados políticos, como fue el caso de su propio padre, el filósofo y docente de la Universidad de San Marcos, José Antonio Russo Delgado, quien siendo aprista revolucionario sufrió dos veces el exilio, en Panamá y en México a causa de las dictaduras militares de Benavides y Odría.  Es decir, la diferencia del caso Nadine son más que obvias. Así como José Antonio Russo, fueron cientos sino acaso miles los peruanos que tuvieron que exiliarse y buscar el asilo político al correr el riesgo de prisión , tortura y muerte. Guillermo Russo también recordó el caso de Alan García a quien no se le dio asilo en Uruguay y acabó después suicidándose.

También cabría recordar el caso histórico de Haya de la Torre, o Caso del Asilo (Colombia contra Perú) que fue llevado a la Corte Internacional de Justicia, en el cual los gobiernos de Perú y Colombia resolvieron la controversia por el asilo político al líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, esto durante la dictadura de Odría. Un asilo en embajada de 1949 a 1954. Mientras tanto, el Salvoconducto a Nadine demoró solo horas en serle entregado. 

Cabe señalar, que el juicio por el derecho al asilo del histórico y único líder aprista, Víctor Raúl, tuvo entre protagonistas al Embajador de Colombia, José Gabriel de la Vega, y al diplomático Felipe Tudela en representación del Perú. En el caso de este último, el año 1951 fue especial para Tudela padre, fue el año en que perdió Perú ante Colombia en La Haya por el caso Haya de la Torre, y fue ese mismo año en esa misma ciudad en que Tudela se casó con la baronesa Vera van Breugel-Douglas (mientras otros diplomáticos se conforman con la especulación inmobiliaria, parece que Felipe tuvo mayor visión en dejar un legado nobiliario a su descendencia sumado a una ¿Mejora de la raza?). Pero también fue 1951 el año en que asumió Tudela la embajada de Perú en Brasil. Se conoce de Tudela padre, su pasión por la investigación genealógica y haber aportado con la fundación del Museo de Sitio de Huallamarca.

Pero, en fin, nos hemos ido por las ramas de Torre Tagle, una vez asoma dicha institución, el tiempo se pierde.

En todo caso lo de Nadine no corresponde a los ojos de la historia. No existe una persecución política contra ella ni hacia su esposo que ya son cadáveres políticos. Duele pensar que otros políticos como García Pérez no tuvieron dicha suerte, o en el caso de Haya de la Torre el privilegio de la justicia.

Finalmente, ya que tenemos en Brasil a tan ilustre exponente, tal vez sea el momento que el gobierno de Dina Boluarte designe a Nadine Heredia como nuestra embajadora. Como me comenta un amigo diplomático, de cuyo nombre no quiero acordarme, con su designación nos ahorraríamos ¿Cuánto? Quizás unos 22 mil dólares como dicen en los corredores de la postergación diplomática de Torre Tagle. No estaría mal que la reparación de Brasil empezara por aquí. Porque para ser honestos. ¿Alguien en Perú sabe quién es su Embajador en Brasil?

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Opinión

William Soberón: Phillip Butters no es periodista ni tolerante

Lee la columna de Rafael Romero

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Por Rafael Romero

De por sí Phillip Butters ya era una persona desconcertada y desesperada, pero en los últimos tres lustros, con su incursión en medios de comunicación, en la empresa privada haciendo de “partner” (socio o pareja) del primogénito de Ricardo Belmont (desde cuando decía en radio Exitosa, el año 2017, que se había comprado RBC Televisión y se vengaría de sus “pinches enemigos”) y recientemente con su precandidatura presidencial, resulta para él que está frente a un cóctel emocional y a presiones psicológicas muy grandes, pudiendo terminar descolocado de la realidad.

Esto lo digo de buena guisa, buscando sencillamente el diálogo franco y abierto entre peruanos, para contribuir a elevar el nivel del debate en la perspectiva de buscar a los mejores hombres y mujeres para que saquen al Perú de la corrupta tecno-burocracia que humilla al ciudadano, sellada encima por una enorme ausencia de liderazgo, pues ella ha hecho explosionar al Estado y a la administración pública en mil pedazos, dejando en la indefensión más absoluta a 34 millones de peruanos frente al crimen organizado y la violencia callejera.

Lamentablemente cuando no se entiende ni ejerce el periodismo con vocación, prima el solipsismo, la intolerancia y la arrogancia, y se opta por renunciar a la crítica o por prohibirla, como ocurre en los ucases de Phillip Butters contra Ricardo Belmont para que el exalcalde de Lima y excongresista de la República no hable de él ni lo toque con el pétalo de una rosa.

Concretamente, al margen de disquisiciones jurisdiccionales, y por más sentencias que existan, en primera o segunda instancia, el pueblo tiene derecho a saber verdades y el “verdadero periodista”, máxime si es un aspirante a político o presidente, solo tiene que ser transparente y tolerante a la crítica.

Pero creo que el referido Phillip no se siente cómodo en un partido que es cuestionado por ser un vientre de alquiler y por haber decepcionado al electorado, porque es donde se concentran advenedizos de la política, desdibujando los inicios de esa organización partidaria cuando era impulsada por Pedro Cenas, quien lamentablemente murió y esa agrupación cambió de nombre y de manos, quedando atrás la práctica del citado Cenas que se hizo en la política en los años ochenta, siguiendo a Alfonso Barrantes, y que entre el 2010 y 2013 visitaba frecuentemente a Ricardo Belmont en el Canal 11 para pedirle ayuda a fin de finiquitar la inscripción de dicho partido en el Registro de Organizaciones Políticas.

Pasado el tiempo, la llegada de Butters a Avanza País ha generado choques internos que gatillaron la salida de otros ciudadanos, como el parlamentario Málaga, pero igual queda en el seno de ese partido un pragmatismo insensible o frío, ausente de mística, ideología, doctrina y de plan estratégico-programático para el Perú, porque se trata de una agrupación que no es ni chicha ni limonada, pues basta ver el comportamiento diario de sus congresistas para analizar el hecho de que Butters seguro está ahí por puro oportunismo y nada más.

Sea como fuere, cuando se ingresa a la política, hay que buscar el diálogo y la tolerancia, pues lo valiente no quita lo cortés, no hay que censurar ni cerrar las puertas a nadie y menos amenazar, con o sin sentencias judiciales, porque, así como existe el tema jurídico también existe el tema moral que exige a un personaje público respetar y tolerar la crítica ciudadana, ya que nadie debería de ser una vaca sagrada o un intocable.

Pero, hay periodistas como Ricardo Belmont o William Soberón, que son amenazados con ir presos si es que hablan u opinan de determinados personajes públicos. Precisamente, tal como en la fecha me lo acaba de recordar el colega Soberón, quien no solo se solidariza con el líder del Partido Cívico Obras, sino que lo comprende cabalmente, ya que lleva también décadas enfrentándose al poder, de manera que la solidaridad de Soberón es muy empática porque también nos recuerda él que está pasando por una situación similar, por enfrentarse al tráfico de predios en el centro de Lima, y señala que se usan las querellas para silenciarlo.

Un periodista serio como Soberón (director y conductor del programa “La Verdad os hará Libres” de HHTV), dice que le parece curioso que una persona como Butters no acepte ninguna crítica que se le haga pese a que en la práctica es un candidato a la presidencia, e igualmente recuerda que milita en un partido (Avanza País) que debería ser más transparente, y acota que personas como la señalada no nos van a enseñar periodismo a los periodistas agremiados y federados.

También cuestiona Soberón a Butters cuando este se excede en su critica al Yapetón de Ricardo Belmont, quien viene enfrentándose al poder corrupto del país desde el año 1973, pues solo ha hecho un símil con la Teletón que se organizó para ayudar a los niños de la Clínica San Juan de Dios, mientras que la citada Yapetón es para ayudar a las escuelas más necesitadas.

Coincido con William Soberón, pues creo que el ciudadano Butters debe bajar de su nube, esclarecer su relación financiera con Camayo o sus conexiones con la ex fiscal de la nación Patricia Benavides, y pisar tierra; e incluso meditar acerca de ¿cuánto daño le ha hecho él a decenas de familias de los trabajadores de RBC Televisión al inmiscuirse como inquilino en uno de sus activos (Radio Tigre), sirviendo de ariete del hijo de Ricardo para burlar las resoluciones laborales del Poder Judicial e incumplir además el cronograma de pago de acreencias laborales presentado por su socio Ricky al INDECOPI?

Esa clase de asuntos y temas de la realidad del país deberían de ser abordados por Butters en sus programas, por dignidad, y para analizar si existe justicia en el país, donde solo prima el abuso, la prepotencia y la impunidad.

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Acordes de guitarra

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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El origen de la guitarra está en la lira de los hititas alrededor del 1500 a.C., aunque también se suele hablar de la vihuela española, siglo XV de nuestra era. Lo cierto es que este fabuloso instrumento ha pasado por innumerables músicos (o diletantes) que han aportado lo suyo hasta lo que hoy es la guitarra eléctrica que depende de los cables, enchufes, amplificadores y efectos.

De los famosos guitarristas clásicos como Francisco Tárrega, Andrés Segovia, Paco de Lucía, Manuel Barrueco y Narciso Yepes hasta los rockeros encabezados por Jimmy Hendrix, Eric Clapton, Carlos Santanta, etc., mucha agua ha corrido por la autopista musical y muchos y variados estilos han surgido cada uno con sus propias características y recursos.

Los aportes también se acumulan. El tapping de Eddie Van Halen o la maestría creativa de Yngwie Malmsteen siempre tocando en escalas menores. Sorprende que Steve Ray Vaughan dijera en una entrevista que no sabía nada de notas o escalas y que él solo tocaba porque podía sentir la música. Pavarotti tampoco sabía leer música igual que Yma Súmac quien contaba que había aprendido a cantar escuchando a los pajaritos y tuvo a Vivanco, su esposo, un virtuoso de la guitarra, al servicio de su voz.

Muchos guitarristas y músicos destacados han obviado la academia. Los primeros guitarreros de blues, negros pobres tocaban como podían, lo principal era transmitir el sentimiento con un minimalismo que se basaba en tres acordes. Robert Johnson, Buddy Guy o BB King saben bien de esto y son maestros.

Por aquí, Felipe Pinglo, un emblema de la música criolla nativa también tocada blues, de esto hablaba la gran musicóloga Chalena Vásquez. Otros grandes guitarristas peruanos no pueden pasar desapercibidos: el maestro Raúl García Zárate, Javier Echecopar, Óscar Avilés, Manuelcha Prado o Charlie Parra del Riego quien es reconocido afuera y toca para el mainstream.

Lo cierto es que entonar una guitarra es una cosa delicada. Recuerdo a los metaleros ochenteros de Jesús María que ponían sus grabadoras a todo volumen y simulaban rasgar sus guitarras. Y así es como muchos empezamos a sacarle notas a ese bendito instrumento. Mark Knopfler que toca de manera extraña y sin púa dice que aprendió de forma contrafáctica porque sus padres eran pobres y cuando pudieron regalarle una guitarra eléctrica se olvidaron de comprarle el amplificador y entonces Knopfler tenía que pellizcar las cuerdas para sacarle sonidos.

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Minedu en tiempos de crisis: el legado del Papa Francisco sobre educación

Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, falleció ayer, lunes 21 de abril, a las 7:35 horas (Roma) en su residencia de la Casa Santa Marta, en la Ciudad del Vaticano.

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Su muerte ha sacudido al mundo. Un argentino que llegó a ocupar el trono de Pedro y que transformó la Iglesia con su visión de fraternidad y cuidado por los más vulnerables. Pero mientras muchos se concentran en los protocolos fúnebres y las especulaciones sobre su sucesor, pocos están prestando atención a uno de sus legados más importantes: su defensa inquebrantable de la educación como pilar fundamental para construir una sociedad justa.

El Papa no se andaba con rodeos. En su encíclica «Fratelli Tutti», publicada el 3 de octubre de 2020, advirtió claramente sobre la amenaza que representa un sistema que privilegia el mercado sobre las personas. ¿De qué sirve hablar de libertad cuando millones nacen sin la posibilidad de ejercerla plenamente debido a una educación deficiente? Con sabiduría escribió: “Algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad«.

Lo sabemos todos. Lo vemos diariamente. Mientras nuestros políticos se llenan la boca hablando de progreso, las escuelas públicas se derrumban como castillos de naipes bajo el peso de la negligencia sistemática. ¿Esto es lo que llamamos política educativa?

El sistema educativo se ha convertido en un campo de batalla ideológico donde los estudiantes son las principales víctimas. Francisco lo entendió perfectamente cuando escribió que necesitamos «diversos cauces de expresión y participación social» para que «cada ser humano pueda ser artífice de su destino». Pero nuestros políticos prefieren ciudadanos dóciles, poco críticos, fácilmente manipulables. Una población educada exige, cuestiona, demanda. Una población ignorante aplaude promesas vacías.

¿Cómo esperamos cosechar ciudadanos íntegros cuando sembramos en terreno árido?

La educación no es un gasto. Es la inversión más rentable que puede hacer un país. Sin embargo, nuestros «visionarios» políticos prefieren obras faraónicas que puedan inaugurar con bombos y platillos, en lugar de la silenciosa pero transformadora revolución que representa una escuela bien equipada.

En la encíclica «Laudato Si'», publicada el 24 de mayo de 2015, el Papa Francisco nos recordaba que «una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida».

La metáfora de las semillas que utilizó el Papa Francisco es particularmente poderosa. Una semilla, requiere cuidado constante, atención personalizada, paciencia. No puedes simplemente plantar y olvidarte. No puedes esperar resultados inmediatos. La formación de un ser humano sigue el mismo ritmo natural: lento, progresivo, resiliente pero frágil ante el abandono.

Pero para el gobierno de Dina Boluarte, la educación es simplemente un departamento más que administrar, no la columna vertebral del desarrollo social del país. Incluso “no se necesitan docentes de inglés, para enseñar inglés” de parte del ministro de Educación Morgan Quero, es el reflejo del desprecio por los docentes, solo le falta decir no se necesitan médicos para realizar cirugías.

La pandemia dejó al descubierto la fractura digital, la desigualdad educativa, el abandono escolar. ¿Y cuál fue la respuesta? Parches provisionales, como los que dejó la exministra de Educación Flor Pablo Medina, quien hoy tiene las fórmulas y respuestas que no implementó en su momento. Mientras tanto, familias enteras quedaron a la deriva.

Pienso en María, una estudiante brillante de una Institución Educativa en una zona rural de Perú, quien tuvo que abandonar sus estudios porque no podía conectarse a las clases virtuales. Su futuro, su potencial, sacrificados en el altar de la incompetencia política. ¿Cuántas Marías hemos perdido por la incompetencia de la exministra Flor Pablo y el gobierno de Martín Vizcarra y sus tabletas desechables?

El Papa Francisco agregó: “La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo”.

 ¿Hacia dónde vamos? Si continuamos por este camino, caminaremos directamente hacia un precipicio social. Una sociedad sin educación ambiental es como un cuerpo sin sistema inmunológico: vulnerable a cualquier amenaza, incapaz de defenderse de los demagogos y manipuladores que nos llevan a consumir sin pensar en el impacto sobre nuestra casa, el planeta.

La muerte de Francisco debe servir como un llamado a la acción, no solo para llorar su partida sino para honrar su legado educativo. Necesitamos políticas que consideren la educación como un derecho fundamental, no como un servicio opcional. Necesitamos inversión sostenida con enfoque ambiental, pero no solo en el papel, formación docente continua, infraestructura digna y currículos relevantes para los desafíos actuales.

El tiempo se acaba. Los estudiantes de hoy no pueden esperar a que resolvamos nuestras mezquinas disputas políticas. Francisco nos lo advirtió: «La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación con la naturaleza.»

La pregunta es ¿Estamos dispuestos a abandonar el modelo mercantilista de la educación para abrazar uno centrado en la dignidad humana y la sostenibilidad?

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