Opinión
La esclavitud de la mente: El control mental y sus dimensiones
Lee la columna de Raúl Allain

El objetivo de este artículo es exponer el tema del control mental y hacer una crítica sistemática de la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano, actividades que ya han alcanzado niveles irreversibles durante el siglo XX.
Abordaremos los dos aspectos del control mental, constituido, en analogía a los dos lados de la actividad cerebral humana: un componente psicológico y otro fisiológico. El aspecto psicológico-mental tiene que ver con la interiorización –a menudos conflictiva– de la explotación, opresión y discriminación del orden social existente, y la afirmación de sus tradiciones, normas y valores, es decir, su ideología. El aspecto fisiológico-mental tiene que ver con la manipulación tecnológica de las mentes de todos aquellos, que no han logrado adaptarse psicológicamente al actual orden social dominante, y quienes niegan y rechazan la esclavitud en todas sus formas.
Con la entrada a la denominada era de las frecuencias y ondas hertzianas se ha posibilitado la manipulación directa de los procesos cerebrales en base de la tecnología electromagnética y el uso del pleno espectro de las frecuencias para tal fin.
La metodología a utilizar es la exposición y análisis de la información existente, como el caso de los proyectos HAARP y MK Ultra. En ellos aplica manipulación mental-fisiológica, técnicas como sonido (infrasonido, ultrasonido), luz (luz visible, luz infrarroja, luz ultravioleta), campos magnéticos (campos parejos, campos intermitentes), campos eléctricos intermitentes de baja frecuencia, campos eléctricos intermitentes de alta frecuencia, radiación con rayos X y con rayos radioactivos, entre otras técnicas.
Por Raúl Allain
La historia, entendida como proceso histórico de trabajo o sistema de producción y reproducción humana, ha girado a lo largo de los milenios alrededor de la apropiación ajena de lo que fueron y son los frutos y el esfuerzo físico del trabajo de los demás. Este hecho, radicado en la propia división del trabajo y en la sociedad de clase, ha permanecido a través de las diferentes etapas históricas o modos de producción bajo formas variadas pero de una misma esencia, que es la sumisión de una parte de la sociedad en condición de clase explotada bajo la otra, dominante.
Aquella persona o clase social, cuyas herramientas para producir y reproducir su vida, cuya fuerza y producto de trabajo, y cuya actividad vital misma están sumisos bajo la determinación y apropiación por otro u otra clase, puede considerarse estar en condición de esclavo. Desde el “esclavo clásico”, propiedad físico-directa del amo, el siervo atado a la gleba, propiedad indirecta del terrateniente, hasta el esclavo asalariado o trabajador moderno, posesión indirecta del propietario de los medios de producción modernos, su característica común es ser una herramienta explotable, desechable y sustituible una vez agotada su vida productiva.
A lo largo del proceso de trabajo y en cada etapa de su desenvolvimiento, las respectivas clases dominantes se han visto en la necesidad de encontrar la manera más eficiente para racionalizar, justificar y legalizar las diferentes formas de esclavitud objetiva bajo la cual se han encontrado sumisos las clases explotadas, y sobre todo de obtener el “consenso” de estas últimas para que aceptasen su condición social dependiente y sumisa, bien sea por desconocimiento e ignorancia, bien sea por la interiorización psicológica y la subsiguiente afirmación mental-subjetiva de su realidad objetiva.
Aparte de la propia dinámica del proceso de trabajo, que lo ha llevado a engendrar nuevas formas de esclavitud con cada nuevo modo de producción, y nuevos mecanismos de adaptación social cada vez más refinados, el factor decisivo para la perpetuación de un sistema basado en la esclavitud objetiva, ha sido y sigue siendo el acondicionamiento subjetivo, es decir el control mental. Nada más eficaz para el sistema de trabajo en lo que concierne su conservación y perpetuación, que su autoreproducción en la psiquis y la mente de quienes lo sustentan con su fuerza de trabajo y “el sudor de sus frentes”, es decir, con la energía de sus propias vidas. En este sentido, los trabajadores-consumidores modernos, determinados en su vida productiva por los dictámenes del mercado laboral y el sometimiento bajo largas jornadas de trabajo diario, movidos en su vida recreativa por los dictámenes del consumismo, y así conducidos en la totalidad de sus vidas por una especie de “control remoto” y lejos de reconocer y romper su determinación ajena, constituyen, sin duda y “ocultos a plena vista”, los nuevos esclavos del Siglo XXI.
Parece que la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano en el recién comenzado siglo XXI ya ha alcanzado niveles irreversibles, a causa del control mental que actúa constantemente y sin misericordia sobre sus víctimas para evitar que éstos se rebelen contra un orden social intrínsecamente inhumano y explotador. En lo siguiente abordaremos los dos aspectos del control mental, constituido, en analogía a los dos lados de la actividad cerebral humana, por un componente psicológico y uno fisiológico. El aspecto psicológico-mental tiene que ver con la interiorización –a menudos conflictiva– de la explotación, opresión y discriminación del orden social existente, y la afirmación de sus tradiciones, normas y valores, es decir, su ideología. El aspecto fisiológico-mental tiene que ver con la manipulación tecnológica de las mentes de todos aquellos, que no han logrado adaptarse psicológicamente al actual orden social dominante, y quienes niegan y rechazan la esclavitud en todas sus formas. Con la entrada a la denominada era de las frecuencias, se ha posibilitado la manipulación directa de los procesos cerebrales en base de la tecnología electromagnética y el uso del pleno espectro de las frecuencias para tal fin.
Este último aspecto resulta particularmente preocupante ya que salta a la vista, que el grado avanzado de explotación –y sobre todo la destrucción del ya obsoleto trabajo manual-físico a través de la miseria, del hambre y de las nuevas guerras desatadas a escala planetaria–, exige un mayor y cada vez más directo grado de control mental, para evitar la formación de una conciencia y resistencia global revolucionaria-emancipatoria, que contrarrestaría el actual curso de destrucción total, y acabaría con todas formas de esclavitud y con la explotación económica, opresión política, discriminación social y alienación humana.
EL ASPECTO PSICOLÓGICO DEL CONTROL MENTAL
Llama la atención, que la abrumadora mayoría de aquellos, que integran las filas de quienes están obligados a vender su fuerza de trabajo y cuya existencia está precisamente enmarcada dentro de la determinación ajena o esclavitud objetiva, son los mismos que más decididamente defienden al sistema explotador y opresor del cual son víctima. Han plenamente interiorizado su condición dependiente, es decir, afirman que su entorno económico, financiero, jurídico, político, social y moral esté dominado por una cada vez más reducida clase social, propietaria de los medios de producción, destrucción y comunicación, y escondida detrás de un “intermediario anónimo”, que es el mercado.
La interiorización de la esclavitud objetiva y su reproducción constante en la psiquis de sus integrantes con incidencia correspondiente en su comportamiento, es condicio sine qua non para su continuidad y funcionamiento sin obstáculos. Especialmente en tiempo de crisis o declive como el que estamos viviendo actualmente, donde las consecuencias de la competencia feroz, la brutal reducción de puestos de trabajo, los cortes en gastos sociales, y el costo humano y financiero del militarismo lo llevan en sus hombros los esclavos asalariados y el ejército de reserva de trabajadores a escala mundial, el sistema depende cada vez más de un exitoso acondicionamiento mental, para que sus integrantes piensen, actúen, sienten, crean y respondan de manera confirmatoria, más nunca crítico-negativa ante los abismos del mismo.
Entre los mecanismos propiamente psicológicos, mediante los cuales se efectúa el drenaje de lo que resta de la energía vital de los esclavos asalariados, y su conversión en reacciones inofensivas para el sistema, figuran la transformación de su aburrimiento y frustración de la vida en agresión, que es convenientemente canalizada hacia el apoyo incondicional del militarismo y fascismo; un ejemplo de lo cual lo vemos actualmente en la actitud afirmativa de casi la mitad de la población estadounidense respecto a las atrocidades cometidas por las tropas norteamericanas en Irak. Otro mecanismo de adaptación psicológica lo constituye la desviación de cualquier inconformismo hacia esquemas de consumo, sobre todo en las “sociedades opulentas”, o hacia el reforzamiento de valores religiosos, que retroalimentan la esclavitud objetiva por fomentar caracteres adaptados, sumisos, devotos y creyentes ante las autoridades superiores y el orden social y económico existente. Si bien y en cierto grado fomentado por factores externos, estos mecanismos psicológicos de desviación son, en gran parte, producto de la propia incapacidad de aquellos, que forman los integrantes de la esclavitud objetiva, de ser libres. Su miedo a la libertad es, además, cuidadosamente cultivado por la educación, las tradiciones, normas y valores vigentes, y hoy más que nunca fomentado por el acondicionamiento mental de los grandes medios de comunicación de alcance global, que proporcionan una percepción selectiva de la realidad, bien estudiada desde el punto de vista del impacto psicológico que intenta causar en sus lectores.
La manipulación constante de las mentes de miles de millones de personas, expuestas a un sinfín de noticias, impresiones, realidades y ficciones por la televisión, la prensa, la radio y el cine –todos convergentes en un sólo aparato de propaganda, que se ha dado a la tarea de sistemáticamente borrar los límites entre la realidad real y la realidad virtual–, dificulta en extremo cualquier esfuerzo de pensar y actuar autónomamente, y actúa en función de la total e irreversible homogeneidad mental de la audiencia.
Entre los métodos de semejante acondicionamiento mental destaca el fraccionamiento del pensar, efectuado mediante la sobrecarga de “información” y el bombardeo de “noticias” durante las 24 horas del día, aparentemente no relacionadas entre sí, pero todas portadoras del mismo mensaje sublime. Al convertir la “información” en un bien de consumo masivo y efímero, se logra la destrucción de las facultades de memorizar y contextualizar y por ende la capacidad de razonamiento y formación de juicio propio. La audiencia –en su vasta mayoría esclavos asalariados, dependientes de la venta de su fuerza de trabajo y sometidos al yugo de la explotación–, por no tener ni tiempo ni energía para críticamente reflexionar sobre las “noticias” consumidas diariamente, se convierte en mero receptor y reflector de la “información” recibida, tragando sin reserva sus mensajes subyacentes y sometiéndose de tal forma al acondicionamiento mental, es decir, recibe un estímulo y responde de una manera calculada por terceros.
Otro de los métodos del control mental en su dimensión psicológica es el empleo bien calculado del miedo en combinación con el fomento de la ignorancia, en una fórmula, que intenta sembrar el caos para poder cosechar la reacción del sentimiento de pánico e inseguridad de la población, ofreciendo “soluciones” prefabricadas a la medida de la élite gobernante y agradecidamente aceptadas por los gobernados, aún cuando contengan medidas abiertas de represión y restricción. El control mental de la población en general, en casi todas partes del mundo y afectando a billones de seres humanos, trabajadores y consumidores que conforman el universo de esclavos ocultos a plena vista, se ha ido perfeccionando en la medida que sus víctimas tienen la convicción de pensar y actuar a propia cuenta, sin enterarse jamás de sus cadenas de esclavitud objetiva y subjetiva.
Sin embargo, hay quienes escapan el control y la manipulación psicológica, por lo que el asunto clave para los que controlan no es, a cuantas millones de personas se les pueda manipular la mente con éxito, sino a cuantas personas efectivamente no se les puede manipular la mente, y cuáles son los métodos alternativos para controlarlos.
EL ASPECTO FISIOLÓGICO DEL CONTROL MENTAL
Por lo general, se tiende a relacionar el aspecto fisiológico de la manipulación mental con las enfermedades psíquicas y su tratamiento con psicofármacos, que alteran la estructura química del cerebro y pueden cambiar el estado de ánimo. Aún cuando esto es una contundente realidad que afecta a una gran parte de la población sobre todo en los EE.UU. y Europa, donde millones de personas sufren depresiones y están bajo tratamiento con psicofármacos, es decir, manipulación mental prescrita, queremos dirigir la atención a otro tipo de control mental que se efectúa en base y a través de ondas electromagnéticas.
El que la humanidad se encuentre, desde el punto de vista de las ciencias, en plena transición de la era de la materia hacia la era de las frecuencias, gracias a los vertiginosos avances tecnológicos, no sólo significa que hemos entrado a la era de la “información” y comunicación instantánea global, sino y también que la tecnología moderna ha empezado a hacer uso del hecho, de que el cuerpo y cerebro humano pueden responder a ondas electromagnéticas y radioeléctricas provenientes de su entorno, y entrar en resonancia con seres vivos, con la tierra, y con aparatos y sistemas tecnológicos.
Ya al comienzo del siglo pasado, el científico de origen croata, Nikola Tesla, descubrió que la tierra posee una frecuencia electromagnética propia, hecho reconfirmado en los años 1950 por el científico alemán, W.O. Schuhmann. Schuhmann determinó, que la ionosfera –la capa exterior de la envoltura gasiforme que rodea la tierra–, y la superficie de la tierra forman un condensador esférico natural, es decir, un medio natural de almacenamiento de carga eléctrica, con una frecuencia propia en el rango debajo de los 10 hertzios. La particularidad de esta frecuencia de resonancia terrestre o Frecuencia Schuhmann es, que constituye al mismo tiempo una frecuencia de resonancia del cerebro humano.
Si se miden las corrientes eléctricas del cerebro humano se puede constatar, que éste emite ondas electromagnéticas de una frecuencia entre 1 y 40 hertzios. La ciencia divide el espectro de frecuencias electromagnéticas del cerebro humano en cuatro ámbitos, que llevan relación con diferentes estados de conciencia: Las ondas delta (1-3 hertzios), correspondientes al sueño profundo y los estados de coma; las ondas theta (4-7 hertzios), correspondientes al sueño normal; las ondas alpha (8-12 hertzios) correspondientes al estado despierto-relajado; y las ondas beta (13-40 hertzios) correspondientes al estado plenamente despierto.
Por medio de la mencionada frecuencia de resonancia terrestre o Frecuencia Schuhmann, cada cerebro humano se encuentra en una relación de resonancia a la tierra, por coincidir las frecuencias fundamentales del cerebro humano con las de la tierra. Este hecho posibilita la manipulación de los cerebros humanos a gran escala a través de la modulación o manipulación técnica de las ondas Schuhmann, tecnología ya existente y operable en forma de las instalaciones HAARP en Gakona, Alaska.
Ahora bien, en la medida en que los mecanismos psicológicos de adaptación y la manipulación mental psicológica-convencional podrían resultar insuficientes para el control mental de la población en general, y específicamente frente a la cada vez más abierta brutalidad del sistema de trabajo basado en la esclavitud objetiva, que alcanza niveles alarmantes de destrucción y devastación tanto de la sociedad como de la naturaleza, se hacen indispensables nuevas formas de control y esclavitud mental. Más que 25 años atrás y de manera verdaderamente visionaria, el anterior consejero de seguridad nacional del ex-presidente Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, entonces profesor en la Columbia University, escribió:
“Los estrategas políticos se ven en la tentación de aprovechar las investigaciones científicas sobre el cerebro y el comportamiento humano. El experto en geofísica, Gordon J.F. MacDonald -un especialista en problemas de estrategia de guerra- dice, que la inducción artificial de impulsos eléctricos, suministrados en intervalos de tiempo minuciosamente calculados, podría causar un esquema de oscilaciones de ondas electromagnéticas con elevados niveles de carga eléctrica encima de determinadas regiones de la tierra. De esta manera podría pensarse en el desarrollo de un sistema que podría inhibir considerablemente la actividad cerebral de poblaciones extensas en regiones seleccionadas, por un período de tiempo extendido… No importa, cuán profundamente preocupante les parezca, a algunos, el pensar en utilizar el medio ambiente para manipular el comportamiento humano en pro de nuestras ventajas nacionales; lo cierto es que la tecnología que nos permite tal uso se desarrollará, muy probablemente, dentro de unas pocas décadas”.
Efectivamente y tal como lo predijo Brzezinski, la tecnología para la manipulación y ruptura de los procesos mentales del cerebro humano a gran escala, ha sido operable desde 1991, con la realización del antes mencionado proyecto HAARP, un experimento conjunto del Instituto Geofísico de Alaska con la Fuerza Aérea y la Marina Estadounidense, en asociación de intereses de corporaciones privadas que se desempeñan en el área de tecnología de defensa, inteligencia y tecnología espacial.
Ya en los años setenta del siglo pasado, Brzezinski anticipó y visualizó una sociedad Orwelliana, rígidamente controlada y dirigida, vinculada con las posibilidades de supervisión y control como las brindan las nuevas tecnologías, en aquél entonces a penas emergentes. Esta sociedad sería dominada por una pequeña clase social o “élite tecnológica”, descrita por Brzezinski en las palabras siguientes:
“Más allá de las restricciones impuestas por los tradicionales valores liberales, ésta élite no hesitaría de realizar sus objetivos políticos por medio del uso de las técnicas más novedosas para manipular el comportamiento público, manteniendo la sociedad bajo estricta supervisión y control. La dinámica tecnológica y científica se alimentaría a su vez de ésta situación provechosa.”
Hoy, treinta años más tarde, esta élite tecnológica, sobre todo concentrada en EE.UU. y Europa, tiene todo un arsenal de tecnologías de supervisión y vigilancia, control y manipulación a su alcance, que incluye armas y tecnologías electromagnéticas, de radiofrecuencia, acústicos, ópticos y de microondas, que están destinados a causar interrupción y ruptura en el ámbito de sistemas de comunicación, y desorientación sensorial o incapacitación mental en el ámbito personal y control de masas. Lo preocupante de las tecnologías electromagnéticas es, que pueden cubrir un área grande con un sólo sistema y que constituyen armas silenciosas de difícil detección.
CONCLUSIONES
Aunado a los mecanismos psicológicos de adaptación social y los métodos convencionales de manipulación mental psicológica, que actúan a favor de la perpetuación de la esclavitud objetiva y subjetiva de la vasta mayoría de la población mundial que vende su fuerza de trabajo para subsistir, las nuevas tecnologías electromagnéticas de intrusión al cuerpo y cerebro humano le añaden una dimensión aterradora a la esclavización de la mente.
Frente a las tecnologías de control mental, especialmente para todos aquellos que han podido escapar hasta cierto grado la manipulación mental generalizada, que han logrado mantener un mínimo de autonomía en su razonar y actuar, que han preservado su actitud crítica y su sentido de rebeldía y negación en relación a un sistema violador de la dignidad e integridad humana, el concepto libertad –opuesto a el de la esclavitud– adquiere un significado nunca antes imaginado.
Pensar o “ser pensado”, actuar o “ser actuado”, vivir o “ser vivido” –esto es la cuestión.

Por Tino Santander Joo
El 24 de febrero de 2024, el fallecido expresidente Alberto Fujimori declaró que el fujimorismo había decidido que la presidente Dina Boluarte se quedaría hasta el 2026. El Parlamento, la prensa y los medios de comunicación anunciaron la decisión como un mandato. Fujimori estaba abocado a reordenar a la derecha política y a los grupos de poder económico, formales e informales, en torno a su candidatura. Combatió hasta el 11 de septiembre de 2024. Fue despedido con honores de Estado y reconocido por la inmensa mayoría de peruanos, que perdonaron sus delitos y reconocieron sus logros.
Con la muerte de Alberto Fujimori, la coalición fujimorista perdió fuerza. Sin embargo, logró renovarse el pacto político en el Parlamento entre Fuerza Popular, Somos Perú, Alianza para el Progreso, Acción Popular, Perú Libre (llamada “la izquierda provinciana”) y otros grupos parlamentarios. Esta alianza evidencia el primer paso de una gran coalición nauseabunda. A ella se suman los grupos de poder económico, tanto formales (bancos, grandes empresas, etc.) como informales (mineros ilegales, organizaciones criminales), que, con la anuencia del gobierno, garantizan la continuidad de un modelo oligopólico y la impunidad de Dina Boluarte.
Esta coalición ha vendido las candidaturas al Parlamento, ha distribuido zonas de influencia política y dispone de millones de dólares. Además, cuenta con el respaldo del gobierno de Boluarte. Las elecciones están diseñadas para que la coalición que gobierna el Parlamento y controla el Ejecutivo continúe en el poder. Todo esto ocurre con la complicidad del presidente del Jurado Nacional de Elecciones, quien denunció que más de veintitrés partidos están inscritos con firmas falsas. Luego de su denuncia, el país esperaba que actuase correctamente y desafiliara a los partidos mafiosos; sin embargo, ha guardado silencio, convalidando el fraude y la ignominia del sistema político.
La coalición nauseabunda —compuesta por la izquierda, la llamada centro derecha, los medios de comunicación tradicionales, el Parlamento, la fiscalía, el Tribunal Constitucional, las universidades, y los gremios empresariales y sindicales— es cómplice con su silencio e indiferencia del fraude electoral y de la desesperanza de la mayoría de los ciudadanos, que observa este proceso electoral con repudio. Intuyen que serán los mismos corruptos de siempre, quienes ya tienen compradas sus curules y sinecuras. Ningún “precandidato presidencial” se pronuncia sobre el fraude electoral. No les importa el país, ni la gente que sufre por la falta de salud, educación e infraestructura productiva. Solo les interesan sus privilegios y enriquecerse mediante la venta de candidaturas y los aportes ilícitos de los grupos de poder económico, formales e informales.
El país está dividido en dos sectores: por un lado, los candidatos mafiosos; por otro, la inmensa mayoría de peruanos que se levantan temprano a trabajar y estudiar, y que aún creen en la promesa de la vida peruana: un país libre, próspero, en el que sus ciudadanos sean felices. Esa fue la promesa de la independencia, una promesa incumplida. Los peruanos sabemos que los políticos corruptos jamás cumplirán los anhelos de los libertadores.
Al Perú no le queda otro camino que la insurgencia democrática, es decir, la toma de conciencia ciudadana, la organización desde abajo, el voto nulo, la movilización pacífica. Además, el derecho a la desobediencia civil está amparado por el artículo 46 de la Constitución: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones públicas en violación de la Constitución y de las leyes”.
Es necesario rebelarnos, cerrar el Parlamento, destituir a Boluarte y permitir que una Junta Transitoria —presidida por un miembro del Tribunal Constitucional o de las Fuerzas Armadas— asuma el gobierno por un año y convoque a elecciones limpias, no fraudulentas.
No hay otro camino, querido lector. Usted decide: ¿nos rebelamos o seguimos con la coalición nauseabunda que busca perpetuarse en el poder?

Por Guido Bellido Ugarte
Alguna vez, ante los ojos de los más de 33 millones de peruanos, Dina Boluarte se presentó como una de nosotros: mujer andina, provinciana, con verbo encendido contra la oligarquía limeña. En la campaña de 2021 gritaba ¡nueva Constitución ya!, juraba que el capitalismo era la cadena que ataba al Perú profundo y alababa a los gobiernos populares de Venezuela, Bolivia y Cuba.
Hoy, sentada en Palacio, el giro es radical, dice que tomó el mando para “salvar al Perú” de la propia gente que la eligió. Su ascenso, marcado por la sorpresa y la desconfianza, ha sido leído por amplios sectores como una traición política de proporciones históricas. ¿Quién es realmente Dina Boluarte? ¿Luchadora popular o topo de la derecha infiltrado en nuestras filas?
El viraje no es casual, tiene raíces profundas. Muchos compatriotas migran a Lima por necesidad económica y laboral, entran a la política por oportunidad, no por convicción política. Se visten de radicales cuando les conviene, pero sus principios son de papel. Esa es la costra de la reacción: los que más gritan resultan ser los primeros en arrodillarse ante el poder y nunca han levantado una bandera con verdadera convicción.
La narrativa de su llegada al Ejecutivo fue clara: una mujer provinciana, de origen humilde, que encarnaba las esperanzas de una nueva representación popular. Pero lo que siguió fue un giro abrupto hacia una alianza tácita con las élites políticas y económicas que ella misma había cuestionado en campaña.
Los críticos la acusan no solo de romper con el ideario de izquierda que la llevó al poder, sino de haberse convertido en un engranaje funcional de la derecha tradicional. Las muertes ocurridas durante las protestas que exigían su renuncia, la tibieza frente a las demandas de una nueva Constitución y su cada vez más evidente cercanía con partidos conservadores y sectores empresariales, refuerzan esa percepción.
Boluarte encarna ese perfil. En 2021 prometió enfrentar a la élite; hoy se abraza a ella. Denigra y ordena plomo contra el mismo pueblo que la llevó al gobierno, un pueblo que la derecha jamás hubiera aceptado ni por asomo. Duele, porque después de sabotajes, insultos y desprecio, la derecha se apropió de un gobierno que costó sangre y esperanza, y lo hizo con el aval de quien compartía nuestra mesa y nuestro idioma, y hoy se enorgullece de pertenecer al bando opuesto.
Esta traición no es solo personal; es la traición a nueve millones de peruanos que votaron por el cambio, por la dignidad, por la primera voz genuinamente popular en 200 años de República. Hoy nos sentimos despojados de esa victoria. Dina Boluarte no es simple giro ideológico; es la herida abierta que demuestra cómo la reacción puede disfrazarse de pueblo y clavar el puñal desde adentro.
Dina Boluarte ya no es vista como una heredera del voto popular, sino como un engranaje más de la maquinaria política que ha sabido absorber, neutralizar y sobrevivir a todo intento de transformación desde adentro. En tiempos donde la política exige definiciones, su ambigüedad no es astucia: es claudicación.
Pero esta no es solo la historia de una traición personal. Es también el reflejo de un sistema político que se traga a quien lo desafía.
¡El Perú profundo no olvida ni perdona!
Opinión
No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso
Ya no se les llaman inca, ni emperador, ni rey, y menos virrey, ahora los llamamos presidentes y la estructura consiste en tres Poderes del Estado: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial.

Por: Maruja Valcárcel
«Ama sua, ama llulla, ama quella». Sí, así de fácil, nada más esas tres normas éticas, y esto porque eran situaciones y actos que afectaban a la sociedad en su conjunto. Un daño que sufrirían todos. ¿Qué pasó desde esos tiempos donde el Inca gobernaba? Si hacemos cuentas estas leyes empezaron a desobedecerse desde que llegó Francisco Pizarro, personaje que hizo lo que se hacía entonces y se sigue haciendo hoy.
Esto es incorporar más tierras al imperio. Y para recordar el contexto de esos tiempos, el Inca también lo hacía. Tanto así, que cuando llegaron los españoles los primeros que los recibieron con sus mejores bailes fueron los diferentes pueblos anexados al inmenso Imperio Incaico. Claro, tenían que sacarse de encima al inca con esas tres leyes restrictivas que les impedían ser y hacer lo que les mandaba como consigna un endemoniado ADN, porque nadie les iba a prohibir lo que no era su costumbre. De esa manera, se llega a la conclusión de que parte de sus hábitos era tomar lo ajeno, mentir y no dedicarse a trabajar.
Pero … ¿cómo se vincula todo este retazo de nuestra historia con los habitantes de hoy?
No es tan complicado, echemos una mirada a cómo funciona un sistema que se entroniza en lo que llamamos Estado. Ya no se les llaman inca, ni emperador, ni rey, y menos virrey. Ahora los llamamos presidentes y la estructura consiste en tres Poderes del Estado. Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial. O sea, todo se complicó más. Ya no es uno el que manda sino ‘tres’, y se tienen que poner de acuerdo para llevar adelante sus propios proyectos, que en realidad no tienen relación entre ellos.
Claro está, que cuando aparecen cada cinco años (porque el reparto entre hermanitos y el beneficio tiene que compartirse) cambian de personajes. Además, inventaron una serie de instituciones supuestamente para controlarse entre ellos, porque vaya que traen un apetito voraz.
Es muy largo explicar ¿qué quiere decir Estado? ¿cómo nació? y ¿cómo funciona? Por lo pronto, el pueblo, el de verdad, sabe de qué se trata y está muy enojado. Hasta el punto de que, si las autoridades llegan para los discursos de rigor a las diferentes poblaciones donde les ofrecen el oro y el moro (cuidado con lo del oro que se les está escapando de las manos…) simplemente ya no los reciben de rodillas y con flores, sino, con piedras. Y quien se supone, que es algo así como un antiguo mandatario, hoy debe hasta esconderse, porque lo podrían convertir en una Chullpa.
Pero hay más, no sólo tenemos a todos estos “personajes” que mandan de diferente manera, pero mandan. Está también otra repartición del poder, porque todos quieren un pedazo del pastel… ¡los alcaldes!, Ahhh, ellos están en esos cargos y ‘encargos’ bajo el mismo sistema (llamado lo mejor de lo peor) de democracia. O sea, a usted le preparan una relación en una lista muy bien elaborada con muchos nombres, y cada quién se encarga de mostrarse como el salvador de todas las tragedias y, ¡fácil, muchachos! Un día con mucha fiesta tienen que elegir a uno, colocando en una linda cajita el nombre de quien se ve más apetitoso.
Y para que usted se sienta parte de la fiesta, esta vez nos tocó un glotón que por su apariencia llamaron Porky, el cerdito de los cuentos infantiles, y quien, como en esas historietas para niños hace lo mismo. Veamos: él no dice la verdad desnuda (no le mencionemos esa palabra porque luego se azota por pensar cosas horribles), y más bien, la viste con ropas que lo tranquilizan.
Se manda sin permiso a una fábrica de trenes para que se los den sin pagar (supuestamente se los han donado… aunque luego sus propios súbditos tendremos que pagarlo) porque algo de ese ADN debe tener. Él no ha tenido que mover un solo músculo, lo sentimos, pero no se lo encontrarían, los músculos digo, porque nuestro marranito, con todo cariño, nuestro Porky, así le gusta que lo llamen en inglés, está rebosante en grasa.
Lástima que con esa especial clase de grasa no pueda hacer deslizar el tren por donde quiere, pues ahora, mal o bien, se le ha interpuesto sorpresivamente enfrente, algo que no se veía muy a menudo: la inteligencia y la razón.
Con todo mi afecto… Maruja Valcárcel.
Opinión
Feria Internacional del Libro de Lima y el intento de legitimar al MRTA
Se canceló la presentación del libro del terrorista del MRTA. Historiador Antonio Zapata fue el autor del prólogo.

La Feria Internacional del Libro de Lima (FIL- Lima) programó la presentación del libro Revolución en los Andes (2020) para hoy 29 de julio de 2025, testimonio del terrorista Víctor Polay Campos, líder del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), condenado por terrorismo. Sin embargo, gracias a la presión mediática se canceló este vergonzoso evento.
Lo que debería ser una fecha para celebrar la independencia, iba a ser el evento que daría voces al análisis de un texto que justifica la barbarie disfrazada de testimonial. Para quienes no tienen memoria o son muy jóvenes para recordarlo, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru surgió en 1982 con Polay como su mando principal fue el responsable de la toma de la embajada del Japón en diciembre de 1996 y la muerte muchos peruanos inocentes.
¿En qué momento decidimos que era aceptable legitimar el relato del comandante del MRTA organización armada que cometió secuestros, asesinatos y actos de violencia contra los peruanos? ¿Qué clase de memoria se está escribiendo cuando se le cede la palabra a un condenado por terrorismo, sin que medie crítica, sin contexto, sin un mínimo de dignidad hacia las víctimas? O es que luego de aprobar la ley de amnistía para quienes causaron el terror desde el estado peruano, en la FIL- Lima creyeron que los peruanos quedamos desmemoriados por decreto. No señores, y lo más cuestionable es ¿Quiénes presentarían el texto publicado en plena pandemia? El historiador Antonio Zapata, la antropóloga Natalí Durand y el analista político César Coca.

El prólogo del libro de Play lo escribió el propio Antonio Zapata, quien dejó clara su postura:
“La invitación de Víctor Polay para escribir el prólogo de su testimonio fue una agradable sorpresa”, tiene derecho a sentir agrado por un terrorista o por sus ideas. Pero eso no lo exime de la responsabilidad de lo que implica eso. En el ensayo escrito, Zapata lo describe como un “romántico revolucionario”, “valiente” y “elegante”. Nunca lo llama terrorista. Nunca lo juzga. Se limita a explicar, matizar. Dice que no pensó en el largo plazo.

Además, confiesa simpatizar con alguno de sus actos “me gustó la campaña del Nor Oriente porque fue alegre y desenfadada”, madre mía, simpatizar con lo hecho por el MRTA. Zapata quizás se refiera a la toma de Tabaloso y Soritor (San Martin) en 1990, liderados por el frente nororiental de Víctor Polay Campos, quien junto a su destacamento subversivo tomaron ambas ciudades luego de atacar el puesto policial. Marcando el inicio de su lucha terrorista. ¿Qué tiene de alegre el inicio del MRTA señor Zapata?
Jóvenes, Víctor Polay no es un perseguido o condenado por sus ideas. Es un preso por hechos concretos: asesinatos, secuestros extorsivos, atentados contra gente inocente. Una cifra desgarradora destacada por Zapata: “En el razonamiento de Polay, ahí está la causa del bajo número de víctimas causadas por el MRTA; según las cifras de la CVR (Comisión de la verdad y reconciliación) algo menos del 2%”. Esto nos hace recordar al vocero Jorge Trelles del fujimorismo quien en un exceso de sinceridad nos recordó en el 2011: «En todo caso, nosotros (el fujimorismo) matamos menos, menos que los dos gobiernos que nos antecedieron». Es el mismo razonamiento, los dos lados del terror en los noventas dando él su testimonio.
Polay no está preso por pensar distinto. Está preso por haber dirigido una organización armada terrorista.

Nos queda reflexionar que, a pesar de la cancelación del evento, existió la pretensión de presentar este libro en un espacio público como la FIL Lima, no es una mera coincidencia o un error de los organizadores, es un acto político auspiciado por el Ministerio de Cultura, la municipalidad de Jesús María, entre otros, justo en el último año del gobierno de Dina Boluarte. Es un intento deliberado de insertar la narrativa del MRTA en el debate cultural, con el aval de académicos y editoriales que deberían, al menos, tener la decencia de reconocer la gravedad del personaje al que le están prestando su voz. Creo que seguirán buscando espacios, este libro ya ha encontrado espacios en Chile del lado del MIR.
¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando esta amnesia selectiva? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la cultura sirva como escudo para blanquear relatos violentistas?
No intentemos reconstruir la historia. La memoria no se negocia. Se construye con verdad, con justicia, pero también con límites.

Hace unas semanas, el poeta Kenneth O’Brien presentó una muestra individual de pinturas en la casa Poco Floro del centro de Lima a la que tituló “Atávicos & cromáticos” con cuadros de diferentes formatos y soportes, en su mayoría reciclados de las calles, cartelones, triplay, mapresa, pedazos de cuna y demás con colores vivos y resaltantes.
Quizás las obras que más llaman la atención sean: “La Pelirroja”, “Un largo y hondo desprecio por la humanidad” o sus bicicletas o motos a lo Chagall o Basquiat con un toque callejero o suburbano o un descafeinado Duchamp-Humareda-Polanco, etc.
Queremos confesar que vimos la exposición a destiempo, aunque ya habíamos apreciado en su casa (la que ahora tiene en La Punta) algunos de estos trabajos, siempre con una aureola de locura, excentricidad o atrevimiento y más en estos tiempos en que lo conceptual está inhabilitando la capacidad de crear o por lo menos aprobar la perspectiva.
Pero Kenneth es sobre todo un poeta en color y en libros como OS o esa antología poética titulada La Bestia Ambulante. En un texto inédito que nos pasó hace unos meses, se puede leer: He visto escaleras vacías/Ni subían, ni bajaban (…) Como corcheas o ropa mojada/Que tendidas en un pentagrama/Hacen una sinfonía a la nada. O este otro donde vomita su estro: Habría que escribir los malditos poemas/Como un hada catastrófica/Mitad rata, mitad Dios/Habría que construirlos/Como quien se muda de una a otra casa…
Este escriba le ha seguido el rastro estos últimos dos años con sus recitales en “Rayuela”, un bar contracultural en “Chorranco” donde bajaban personajes de la fauna literaria o bohemios bebedores de cerveza; espacio que luego se mudó a la avenida Terán donde discurría la poesía como un río desbordado, la música selecta en estéreo (Nicolás Duarte, Humberto Campodónico, Blanca Galdos, etc.), y las buenas conversas; así como también extendidas partidas de ajedrez que tenían una trampa porque después que logras ganar algunas partidas te chocas con una pared, un amigo que tiene un Elo de 2000 y pues ahí se acaban todos los sueños de opio ajedrecero, sobre todo para los que aprendimos de pie en las mesas del parque Universitario.
Y Kenneth O’Brien ríe a mandíbula batiente, no se hace problemas. Es más, los necesita. Es soñador con un cigarrillo en las manos siempre planeando nuevos trabajos y nuevas formas de hacernos ver el (su) mundo.

Desde niño me enseñaron que los símbolos patrios eran sagrados. Representaban no solo la grandeza del Perú, sino también el reflejo de lo que podíamos ser como ciudadanos; personas justas, trabajadoras y con identidad. Recuerdo con cariño los cursos de Cívica y Formación Laboral, donde más allá de la teoría, aprendíamos a respetarnos, a pensar en el bien común y a sentirnos útiles como parte de una patria compartida.
Cada 28 de julio era una verdadera fiesta. No por las bandas o los desfiles oficiales, sino porque en el corazón de cada peruano palpitaba el orgullo de ser parte de esta tierra. Y aunque éramos muy jóvenes, no nos faltaba sentido crítico. Preguntábamos y queríamos entender qué pasaba en el país. Mientras otros jugaban en el recreo, yo leía el periódico. Así me enteré que el crimen en Perú siempre existió, conocí nombres como el ‘Loco Perochena’ o ‘Django’, y también descubrí el dolor de las pérdidas, como la muerte de Elvis. Fue en esas páginas impresas, donde me enteré de que Perú apoyó a Argentina en la Guerra de las Malvinas y donde encontré el humor político de ‘Monos y Monadas’, revista que años después me uniría en una entrañable amistad con Nicolás Yerovi.
Mi amor por el himno nacional y la bandera no se ha desvanecido, aunque hoy muchos miren con escepticismo esos valores. Es cierto, vivimos en la era del TikTok, de los influencers y youtubers, que con palabras soeces y chacota desmedida trivializan el respeto y banalizan la realidad. Pero eso no significa que el patriotismo sea un falso valor y mucho menos anticuado. Al contrario, hoy es más necesario que nunca.
A las nuevas generaciones les digo: —en tiempos difíciles, amar al Perú es construir solidaridad desde lo cotidiano, participando, informándose, respetando al otro, y cumpliendo a cabalidad las leyes. Si los gobiernos de turno no promueven masivas campañas de valores, hagámoslo nosotros desde casa, desde las aulas, desde el trabajo, desde las redes—.
No dejemos que la decepción y el desencanto nos robe la esperanza. El Perú no es solo su caótica clase política. El Perú somos nosotros, porque somos más grandes que cualquier transitoria crisis. Y por eso, hoy y siempre, con orgullo, emoción y firmeza, grito:
¡Feliz 28 de julio… Felices Fiestas Patrias!

Por Juan José Sandoval
Tuve que ir obligado por una chamba a la Feria Internacional del Libro de Lima, cuyo pago era equivalente al costo de la entrada, un libro de remate, un café y una lata cerveza. Nada más, bueno tampoco había que hacer mucho en la labor encomendada, reducida a aplaudir a los autores de una presentación de libro, además de transmitirlo por redes.
Usualmente llego a la FIL con nulas expectativas. Lo que quiero está caro o no hay. Pero vi mucha producción peruana de cómics y literatura de géneros como la ciencia ficción y el horror.
Me consta que la producción editorial independiente es mucho más atractiva que la oferta librera de las grandes cadenas, que usualmente acaparan los reflectores.
Sé de buena fuente también, que las ganancias son bajas, a pesar de las grandes cifras récord que los organizadores anuncian cada año.
Eso se refleja también en que cada vez ganan más presencia los influencers, cuyos stands no sólo venden libros sino también merchandising exclusivo.
Genera gracia que haya un síntoma mediático de que en el Perú se celebra la cultura con la FIL. Pero preocupa que no se note a la hora de elegir a nuestros gobernantes, cuyas políticas públicas taclean la expresión de arte que emerge de la ciudad, como lo hacen los alcaldes de Miraflores y La Molina, que pertenecen al grupo celestial del alcalde de Lima, posible candidato presidencial.
A saber del vocabulario político que manejan estos dueños de pequeñas parcelas de la patria, muy poco o nada han de leer para desafiar a la ignorancia.
La otra vez di en obsequio un libro de Vargas Llosa a un empresario fujimorista y lo tomó como una ofensa. Yo siento que leer a MVLL es no solo crecer en ideas, sino también conocer el Perú en sus relatos. Lamentablemente la mitad del país se siente a gusto siendo analfabeta e incluso con prepotencia para argumentar.
Por eso, a pesar de que me aburre y desprecio la FIL, voy porque tengo que chambear, tengo que chismear y de paso otear el paisaje literario.
En ese sentido, el panorama es bastante repetido, las mismas caras en diferentes mesas hablando lo de siempre. ¿No somos acaso un país innovador? Uno de los libros más disruptivos de la historia lo hizo un puneño, Carlos Oquendo de Amat. Eso fue hace cien años. Su libro se vende a 20 soles, versión Universidad Ricardo Palma, y 10 soles versión Contracultura. A propósito del stand de este último, aún quedan ejemplares de David Galliquio, que es uno de los ilustradores más corrosivos de esta parte del continente.
Quizás la zona que más me llamó la atención fue la de los fondos editoriales universitarios, donde se puede apreciar la producción intelectual por la que apuestan las casas de estudios.
Sorpresa no menor fue el stand de la universidad César Vallejo, del empresario César Acuña. Intrigado me acerqué pensando que encontraría investigaciones plagadas de inexactitudes con alto grado de turnitín, o alguna tesis que sobrevivió a los huaicos.
Por el contrario, vi un catálogo bastante atractivo en cuanto a literatura. Donde esperé encontrar mediocridad intelectual, vi títulos de escritores como Villoro y Piglia. Colecciones de gran factura de la cultura peruana, literatura infantil y ediciones de lujo de la obra de Vallejo.
Haciendo gala de mi momento DBA, quise payasear con uno de los editores de la universidad con la pregunta: ¿dónde está el libro «Plata como cancha»? Buscando saber sobre aquel trabajo periodístico que detalla cómo el dueño de la universidad fue construyendo un imperio a base de perro muerto y arreglos millonarios bajo la mesa, como las cláusulas de confidencialidad que mantiene de por vida con su hermano Virgilio, con el profesor al que le robó la tesis y con su primera esposa.
Acuña ha buscado por años encarnar el personaje del emprendedor provinciano que vino de abajo a conquistar el mundo. Muy lejos de aquel político que manda en el país a punta de maletinazos.
Mantengo la hipótesis que César Acuña posee un inescrupuloso plan a largo plazo, con el que busca apropiarse de la imagen del creador de «Los heraldos negros», y que las nuevas generaciones comiencen a ver a este diminuto picapiedra como el vate que revolucionó la lírica de la palabra.

Por estos días de julio, cuando los peruanos deberíamos izar la bandera en señal de orgullo y memoria por nuestra república, la Feria Internacional del Libro de Lima —esa vitrina de la cultura— ha decidido brindarle micrófono, auditorio y solemnidad a uno de los personajes más siniestros de nuestra historia reciente: Víctor Polay Campos, cabecilla del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), grupo armado que sembró muerte, secuestro y destrucción bajo el disfraz de una falsa revolución.
El libro Revolución en los Andes: desde la prisión, Víctor Polay responde; no es literatura: es una operación ideológica disfrazada de testimonio. Es la puesta en escena de una voz que jamás pidió perdón, que jamás renunció a la violencia como vía para imponer su voluntad, y que ahora, desde la cárcel, busca reescribir la historia con tinta y papel lo que antes pretendió imponer con fusiles y dinamita.
Lo más escandaloso no es que el libro exista —la libertad de expresión admite incluso a los monstruos—, sino que sea promovido en una feria con auspiciadores desde instituciones gubernamentales, privadas, diplomáticas, y donde incluso participa la embajada de Japón (residencia que fue tomada por el MRTA en 1996). Le preguntamos a la Cámara Peruana del Libro. ¿Dónde está el criterio moral? ¿Quién decidió que la historia de un terrorista debía presentarse el mismo 29 de julio, en pleno aniversario patrio, como si se tratara de un tributo alternativo al Perú?
Y peor aún, ¿por qué figuras como Antonio Zapata, Natalí Durand y César Coca prestan su voz a este acto de apología al terrorismo? La gran pregunta es: ¿Lo hacen en nombre de la pluralidad académica o de una militancia camuflada de neutralidad?
La Fiscalía ha solicitado ampliar la investigación por apología del terrorismo. Ojalá la justicia llegue antes de que la historia se contamine aún más.
El MRTA no fue una utopía extraviada ni una noble causa mal ejecutada: fue una organización terrorista. Y Polay no es un pensador: es un reo por delitos de lesa humanidad. Convertir su palabra en “memoria” es una ofensa para sus víctimas. Y permitir que se presente como autor en una feria cultural es simplemente obsceno.
Seguro Francisco Sagasti estará en primera fila solicitando un nuevo autógrafo o, como a él le encanta decir, “diploma de rehén”.
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