Opinión
La distorsión de la función fiscalizadora
Los bonos impulsados desde el Congreso.

Escribe: CPC Guillermo Ruiz, gerente general de GARC Asesoría Empresarial.
El Proyecto de Ley N°9744, recientemente aprobado en la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso de la República, ha puesto en coyuntura un viejo debate sobre los incentivos laborales y el ejercicio de la función pública. El proyecto impulsado por el congresista Alex Paredes (Bloque Magisterial de Concertación Nacional) propone brindar bonos semestrales a los fiscalizadores de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (SUNAFIL), condicionado al nivel de recaudación por multas impuestas a empleadores.
Esta propuesta distorsiona profundamente la labor fiscalizadora.
Aunque el argumento oficial se sustenta en la necesidad de reconocer y recompensar el buen desempeño de los inspectores, en la práctica esta medida introduce un incentivo perverso que pone en riesgo la imparcialidad y la legitimidad del sistema de fiscalización en el país. Más aún, este tipo de lógica basada en la “rentabilidad” de la sanción ya ha sido aplicada en el ámbito de la fiscalización tributaria.
En teoría, el bono solo se otorgará a los trabajadores que cumplan ciertas condiciones: 1) no tener sanciones administrativas; 2) tener más de seis meses de servicio, cumplir las funciones estipuladas en el Manual de Organización Funciones de SUNAFIL; 3) que la institución haya alcanzado al menos el 90% de sus objetivos institucionales. Sin embargo, dentro de estos objetivos se encuentra el incremento en la recaudación por multas impuestas.
Esto transforma a los inspectores en una suerte de “cobradores del Estado”, cuyo rendimiento se mide no sólo por su eficiencia técnica o su capacidad para promover el cumplimiento normativo, sino por la cantidad de sanciones que puedan imponer. En otras palabras, se traslada una lógica de productividad empresarial a una función pública que, por esencia, debe basarse en principios de justicia, objetividad y proporcionalidad.
El conflicto de interés es evidente: ¿puede un fiscalizador tomar decisiones técnicas, fundadas en derecho, si su remuneración depende —aunque sea parcialmente— del castigo que imponga? Esta situación mina gravemente la percepción de independencia y equidad del sistema de inspección. Los empleadores, especialmente las pequeñas y medianas empresas, ya resienten el accionar de un Estado que perciben como sancionador, antes que como orientador. Este tipo de normativas sólo profundiza esa desconfianza.
Uno de los efectos más preocupantes de este proyecto es su impacto potencial sobre el empleo formal. Las pequeñas y medianas empresas se verán en la encrucijada de asumir mayores riesgos ante fiscalizaciones que, en lugar de priorizar la corrección y prevención, podrían orientarse a maximizar sanciones.
Este tipo de medidas puede, paradójicamente, fomentar la informalidad. Muchas microempresas podrían preferir operar al margen del sistema formal para evitar exponerse a fiscalizaciones que ya no persiguen exclusivamente la legalidad, sino también el cumplimiento de metas financieras internas de la administración pública. En lugar de premiar la pedagogía y el acompañamiento al empleador, el Estado opta por fomentar un modelo de fiscalización recaudadora. La fiscalización debe ser una herramienta de justicia social, orientada a equilibrar las relaciones asimétricas entre empleadores y trabajadores, no un instrumento de presión económica que castiga sin mirar contexto o capacidades reales de cumplimiento.
No es casual que una medida similar ya haya sido implementada en el ámbito tributario. En la SUNAT, ciertos trabajadores reciben incentivos o reconocimientos en función del nivel de recaudación alcanzado, lo que genera incentivos para maximizar cobros a toda costa, aún en situaciones donde los contribuyentes —sobre todo los pequeños— no cuentan con las herramientas para defenderse adecuadamente.
Este modelo ha sido criticado por organismos empresariales y académicos, quienes sostienen que puede distorsionar gravemente la función fiscalizadora, al convertir a los funcionarios en “cazadores de errores” más que en garantes del cumplimiento tributario. El resultado es un sistema percibido como arbitrario, que premia la sanción más que la corrección.
Reproducir esta lógica en el ámbito laboral es sumamente preocupante. Implica un paso más hacia la burocratización del castigo como política pública. Lo que se presenta como una medida técnica para “mejorar el desempeño” es, en el fondo, una peligrosa normalización de la fiscalización orientada al lucro institucional. El Estado debe garantizar que sus órganos de control y fiscalización actúen bajo un principio de estricta neutralidad. El fortalecimiento de SUNAFIL no puede pasar por medidas que comprometan su legitimidad. Más bien, debería invertirse en capacitación técnica, protocolos de fiscalización más rigurosos, mecanismos de evaluación independientes y procesos que fortalezcan el componente pedagógico de la inspección. Lo mismo aplica para la SUNAT, donde la fiscalización también debe regirse por criterios objetivos, especialmente frente a sectores que no cuentan con el mismo respaldo legal y contable que las grandes corporaciones. El problema de fondo es la visión instrumental que el Estado parece tener de la fiscalización: en vez de verla como una herramienta de desarrollo institucional, la concibe como un medio para engrosar ingresos sin necesidad de aumentar impuestos o racionalizar el gasto.

Por Tino Santander Joo
El Perú no es una república donde impere el Estado de derecho ni la democracia; somos una confederación de tribus y señoríos informales. Sus antecedentes históricos se remontan al Tahuantinsuyo y al virreinato español, ambos sistemas de poder que, con sus jerarquías y símbolos, han dejado una impronta imborrable. En otros artículos he explicado cómo este proceso tribal se ha desarrollado desde los inicios de la república. Somos tribus antes que clases o castas; cada una con sus tótems, mitos, ritos y símbolos que las definen geográfica, cultural y hasta étnicamente.
La mayoría de los peruanos tiene el alma fragmentada. Buscamos ansiosamente reconocimiento cultural, económico, social y político. La tribu de los banqueros —la más poderosa de todas— domina a las demás tribus. Sus tótems son el dinero y la deuda; nada ocurre en el Perú sin el consentimiento de los cuatro bancos que controlan la economía nacional.
El verdadero poder, el monopolio de la violencia, no reside en el Estado, sino en estas tribus, que lo ejercen de manera informal. Los bancos, por ejemplo, ejercen su violencia a través de leyes que aterrorizan a millones de peruanos; controlan el parlamento, el BCR, la SBS, el poder judicial, la fiscalía y han convertido al Congreso en una simple mesa de partes de sus intereses. Otras tribus, como los mineros —formales e informales—, los frentes de defensa, los gremios empresariales, sindicales, agrarios y las comunidades campesinas, también detentan poder, legal e ilegalmente. Cada tribu tiene su cuota de fuerza al margen del Estado y no duda en usarla. Algunas manipulan la ley a su favor; otras apelan a la extorsión en nombre de la justicia social o, incluso, de la libertad.
Ahora bien, en esta confederación tribal no impera un relativismo ético total. Todas estas tribus, pese a sus diferencias, comparten valores como la ética del trabajo, el esfuerzo individual, la libertad, la solidaridad y una religiosidad que sigue profundamente arraigada. No obstante, hay otros valores incrustados en el alma peruana: la “pendejada” (esa obsesión por sacar ventaja a toda costa), el “achoramiento” (una agresividad defensiva que es, en el fondo, una búsqueda de reconocimiento) y la cobardía (falta de coraje para enfrentar los retos colectivos e individuales). Esta última se traduce en una indiferencia crónica, expresada en ese “me llega al pincho” que domina el lenguaje de los jóvenes.
Acabar con estas formas tribales de pensar, sentir y actuar no será fácil. Requiere una toma de conciencia radical: aceptar que somos una diversidad de comunidades imaginadas, con intereses distintos, que conviven en la informalidad en un territorio llamado Perú. No queda otra salida que una revolución social que demuela la informalidad, el espíritu tribal y el corrupto sistema político. El proceso electoral del próximo año ya está manchado de fraude y corrupción, como lo ha denunciado el propio presidente del Jurado Nacional de Elecciones.
La revolución social no vendrá de los viejos partidos podridos, sino de los jóvenes y de quienes entienden que el Perú está enfermo. No basta con una macroeconomía ordenada; necesitamos un país vivible, donde funcionen la educación, la salud, la seguridad ciudadana, y el transporte. La otra opción es aceptar la república de los podridos y sus cuarenta y tres partidos adocenados. Usted decide, querido lector: ¿seguiremos siendo una confederación de tribus sometida a los corruptos de siempre o nos rebelamos para construir un país libre y digno?
Opinión
El abrazo de José Cueto y Carlos Zeballos, y la unión de Acción Popular y Avanza País
Lee la columna de de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Lo único novedoso en la última entrevista a José Cueto es que tiene la intención de unir a Acción Popular y Avanza País, ambas bancadas a su favor. La lista que busca es la siguiente: Honor y Democracia, Acción Popular, Avanza País y Juntos por el Perú. Sin embargo, conseguir todos los 15 votos, 9 y 6, respectivamente, es una tarea muy complicada, porque en el caso de Avanza País hay una división insalvable, y ahí la mitad no respeta al partido, siendo que por lo menos 2 de ellos votarán por la lista 1. El rumor de división es suficiente para que malogre los planes del postulante de Avanza País. El voto es secreto. En el caso de Acción Popular sí es posible conseguir 9 votos porque manda el partido.
Lo malo para Cueto es que parte de la premisa equivocada que el abrazo de Carlos Zeballos implica tener el voto de los caviares, sobre todo porque en su agenda no hay ninguna novedad que los tranquilice. Zeballos no es un caviar propiamente, tampoco es el vocero de la bancada Bloque Democrático, está aprovechando el miedo de ellos para ganar protagonismo. Esto es confirmado por el mismo Cueto al admitir que recién al medio día del jueves habrá confirmación al margen del abrazo. Pero incluso un pronunciamiento de bancada no asegura nada. Los caviares tienen autonomía individual.
Es necesario recordar, para los que no conocen qué congresistas son caviares escondidos en la izquierda, que en la bancada Bloque Democrático todos los 5 son caviares, en la Bancada Socialista, hay 4 de 5 son caviares, y en Juntos por el Perú, hay izquierda y caviares, pero también ambigüedad. En el caso de los no agrupados hay 5 de izquierda con un carácter similar a Juntos por el Perú. Pero el tema no es cantidad, porque los caviares de las bancadas Bloque Democrático y Bancada Socialista ejercen liderazgo y presión, por encima de los congresistas de izquierda. Son sus ovejitas últimamente. Esto lo confirma el hecho de que la idea de la llamada lista 3 nació de la bancada Bloque Democrático, no en Juntos por el Perú, por ejemplo. Podemos Perú vendió la idea del liderazgo de Cueto, pero luego de 2 semanas ni el Bloque Democrático ni la Bancada Socialista, le creen su cuento, porque Cueto es un anticaviar, convicto y confeso. A Acción Popular y Avanza País les conviene que se venda la idea de que habrá segunda vuelta para presionar a la lista 1, no porque la lista 2 pueda ganar, sino para que la lista 1 otorgue más concesiones (comisiones y puestos laborales).
Lo más curioso de todo es que en las negociaciones nadie hable de que José Jerí pueda ser un potencial violador o de que actualmente es un promotor del matrimonio homosexual.
Opinión
El juicio a Pedro Castillo: ¿Realmente un Golpe de Estado?
Lee la columna del congresista Guido Bellido

Por: Guido Bellido
En Perú, los golpes de Estado han marcado la historia política, desde intervenciones militares hasta acciones civiles. Un caso emblemático es el autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, cuando disolvió el Congreso y el Poder Judicial para imponer la Constitución de 1993, considerada ilegítima por algunos debido a su aprobación en un referéndum cuestionado. A pesar de la gravedad de este acto, Fujimori no fue condenado por el golpe, sino por delitos posteriores relacionados con violaciones a los derechos humanos.
El 7 de diciembre de 2022, el entonces presidente Pedro Castillo intentó un acto similar al anunciar, en un mensaje a la nación, la disolución del Congreso y la creación de un “gobierno de excepción”. Sin embargo, su intento fracasó rápidamente al no contar con el respaldo de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional ni su propio gabinete. El Congreso lo destituyó por “incapacidad moral permanente” con 101 votos a favor, y Castillo fue detenido mientras intentaba llegar a la embajada de México.
Actualmente, Castillo enfrenta cargos por rebelión, abuso de autoridad y alteración del orden público, con una solicitud fiscal de 34 años de prisión. Según el Código Penal peruano, el delito de rebelión (artículo 346) implica “tomar las armas” para alterar el orden constitucional, con penas de 10 a 20 años. No obstante, algunos juristas argumentan que las acciones de Castillo no cumplen este requisito, ya que no hubo movilización armada, lo que podría reducir la pena a entre 5 y 10 años por tentativa, o incluso clasificar el acto como un “delito imposible” al carecer de medios para ejecutarse.
El proceso judicial ha generado controversia por presuntas irregularidades y falta de imparcialidad. Castillo alega que su detención violó su inmunidad presidencial y que su destitución no respetó el debido proceso. Su defensa sostiene que el mensaje a la nación fue un acto meramente declarativo, sin consecuencias materiales, y cuestiona la proporcionalidad de la pena solicitada. Por otro lado, la fiscalía presenta pruebas como testimonios y documentos que sugieren intentos de coordinación con exministros y oficiales, aunque no se ha demostrado una acción armada concreta.
Este caso pone a prueba la imparcialidad del Poder Judicial peruano. Irregularidades en el proceso podrían llevar a que el caso sea revisado por instancias internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, afectando la reputación del país. Mientras tanto, el juicio, iniciado en marzo de 2025, sigue generando debate sobre si Castillo debe enfrentar el proceso en libertad, dada la falta de daño concreto, y si su destitución cumplió con los principios constitucionales.
El desenlace del juicio será crucial para la democracia peruana. El Poder Judicial tiene la oportunidad de demostrar transparencia y corregir posibles abusos, garantizando un proceso justo que refleje el compromiso del país con el estado de derecho.
Opinión
Carlos Zeballos es tránsfuga, pero tiene condiciones para ser presidente del Congreso
Lee la columna de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Carlos Zeballos tiene la nota de 16. Está en la bancada progresista o caviar llamada «Bloque Democrático». Es su quinta bancada, por ello comparte la corona de ser el más tránsfuga del Congreso con Héctor Acuña, quien también está en Honor y Democracia. Ambos tienen el perfil de ser progresistas de derecha o progresista de izquierda, que a veces parecen de centro. Dicho perfil le ha permitido conversar con todas las bancadas.
Si lo miramos desde ese punto de vista, Carlos Zeballos, tienen capacidad de consenso con todas las bancadas: centro, izquierda, derecha y progresistas. Es un pragmático por excelencia que apoyó inicialmente al Gobierno de Pedro Castillo y luego al Gobierno de Dina Boluarte. Actualmente dice que es de “oposición”. Algunos dirán que es un oportunista y por lo tanto un mal ejemplo a seguir. Otros, que simplemente es un reflejo de la política local.
Pero lo que más llama la atención no es que sea tránsfuga, sino que en cada una de las cinco bancadas donde ha estado siempre ha mostrado liderazgo, siempre ha conseguido su agenda, y siempre ha dado la hora.
En este momento de indecisiones en el Congreso, «Carlos Zeballos está siendo Carlos Zeballos», está aprovechando el «odio político» de los progresistas (o caviares) hacia José Cueto, porque este último es anti caviar, convicto y confeso. Carlos Zeballos quiere ser la versión parlamentaria de Martín Vizcarra. Cueto se lleva mejor con la izquierda, pero no con los progresistas. La novela de José Cueto y su capacidad de consenso fue creada por Podemos Perú, no nació de la izquierda ni mucho menos de los caviares.
El gran problema de Carlos Zeballos es que está en la bancada equivocada. Si él estuviese en la bancada Acción Popular, por ejemplo, tendría mayores probabilidades, porque Acción Popular sí es una bancada de centro y porque Zeballos sí tiene condiciones políticas para ejercer el cargo de presidente del Congreso.
Ahora bien, la llamada lista 3 de Carlos Zeballos se enfrenta diametralmente no necesariamente contra la lista 2 de José Cueto, porque este último tiene pocas probabilidades de ser presidente, sino que el oportunismo del discípulo de Yonhy Lescano se opone a los intereses de Acción Popular y Avanza País, que buscan una vicepresidencia. En efecto, el dolor de cabeza es para estas dos bancadas porque al estar vigente la narrativa y esperanza, aunque sea falsa, de que hay probabilidad para la lista 2, la capacidad de negociación de ambos aumenta con relación a la lista 1. Así, por ejemplo, Acción Popular, buscaba al inicio la presidencia y ahora la primera vicepresidencia, pero no la segunda vicepresidencia ofrecida por la lista 1. Mientras que Avanza País sigue aferrándose a tener por lo menos una tercera vicepresidencia. El anuncio de una lista 3 otorga mayor capacidad de negociación a la lista 1 para colocar en las vicepresidencias a las bancadas que ellos consideren pertinente, sin ningún tipo de presión y condicionamiento.
Dicho lo anterior, alguien se preguntará, entonces por qué los llamados caviares, no la izquierda, están impulsando la lista 3, a pesar que saben que tienen menos oportunidad que José Cueto. La respuesta es muy sencilla: Los caviares solo quieren dar un mensaje político planteando una lista simbólica. Ellos saben que van a perder, pero piensan que con este gesto están dando un mensaje a sus electores, equivocados o no, de ser la reserva moral del país.

Ozzy Osbourne se acaba de jubilar como cantante junto a su banda Black Sabbath. Ellos eran de un barrio de Birmingham y pertenecían a familias proletarias. Eran pobres. Ozzy ni siquiera tenía baño en su casa y un día se robó un televisor y lo metieron preso. Tommy Iommi, guitarrista, trabajaba en una empresa metalmecánica y accidentalmente se voló los dedos; y cuando ya no tenía opción se hizo unas prótesis con plástico derretido, aflojó las cuerdas e inventó el heavy metal. Era el año 1968.
Todas las cosas estaban hechas para que fracasen. No tenían equipos. Nadie daba un céntimo por ellos. Pero el padre de Ozzy haciendo muchos esfuerzos le compró un equipo de sonido y un micrófono a su hijo y eso fue el motivo para ser aceptado en la banda. Ozzy Osbourne se apoderó de los escenarios. Tenía una locura natural y cometía cosas insólitas como comerse un murciélago vivo o pelear con Sharon, su esposa y mánager, y raparse la cabeza hasta despellejarse y salir con la cabeza ensangrentada en pleno concierto.
Dicen que muchos metaleros querían seguirle el ritmo pensando que Ozzy hacía estas cosas para ganar notoriedad. Y así en una gira les planteó a los Mötley Crüe que inhalen hormigas. El baterista Tommy Lee cuenta: “Era como una especie de competencia para ver quién podía ser más rockstar y superar a los demás (…). Y eso significaba hacer cosas más locas, más extremas, y definitivamente más asquerosas”.
Con melodías oscuras y el uso del tritono o el tono del diablo que era castigado en el medievo, Black Sabbath logra crear temas como War Pigs, Cerdos de Guerra, una canción contra la fatalidad y los conflictos armados y en plenos bombardeos contra Vietnam y gritan: “Making war just for fun” (hacen la guerra solo por diversión) “Evil minds that plot destruction” (Mentes malvadas que traman la destrucción).
Aunque Ozzy Osbourne fue expulsado de la banda en 1979 y su reemplazo James Dio fue realmente espectacular y con un mejor registro, lo cierto es que Ozzy era un completo frontman, interactuaba con el público, les aventaba agua y compartía con los fans.
Pero todo tiene su final. Y el camino de excesos de Ozzy le cobró con varias enfermedades que lo han mantenido retirado hasta el 5 de julio del presente en que diferentes bandas le dieron un tributo masivo en vida.

Por Edison Mamani
Rosselli Amuruz es un cuadro de derecha que pertenece a la llamada “tecnocracia”, y se encuentra en la bancada Avanza País, que es la preferida por una parte del sector empresarial. Tiene la nota de 15, a pesar de los errores políticos, las denuncias que ha recibido y los escándalos en los que se ha visto involucrada. Sobresale ligeramente por encima de sus compañeros de bancada, aunque Karol Paredes tiene mayor potencial político y mejores resultados, considerando que partía de una posición más baja.
Amuruz ha mostrado su intención de volver a ser parte de la Mesa Directiva, pero en la llamada lista 2, liderada por José Cueto, recibiendo el mote de ser “la vocera de Cueto”, luego que el grupo que controla el Congreso, desde hace dos semanas, ha dejado de lado a Avanza País y ha preferido a Acción Popular, en la llamada lista 1, liderada preliminarmente por José Jerí.
Sin embargo, esta situación de alarma en el bloque que controla el Congreso, es consecuencia no solo de la voluntad de Amuruz, sino también de otros factores. Primero, se debe tomar en cuenta la postura del partido Avanza País, con Phillip Butters: También quieren ser una «oposición responsable», pero eso no es compartido por todos los miembros de la bancada. Segundo, esta indecisión se debe a la falta de liderazgo y a la división interna en la bancada, pero que no viene de ahora sino desde julio 2021. José Williams podrá ser un gran héroe, pero nunca ha tenido el liderazgo necesario. Tercero, recordar que Avanza País tiene una ideología de derecha, pero también progresista de derecha (caviar de derecha). Son muy tibios o muy ambiguos en algunas decisiones importantes, pero en otras son muy radicales.
Todo lo anterior puede servir de justificación para que los parlamentarios de Avanza País utilicen la duda metódica, sin embargo, se enfrentan a una cruda realidad: Actualmente solo tienen 6 integrantes y ya pocos lo toman en serio al momento de las negociaciones. Es el patito feo del bloque que controla el Congreso. En ese sentido, otro argumento válido al momento de tomar una decisión será que nadie apunta a perdedor. También es necesario recordar que la bancada siempre ha estado distante del partido, así que las decisiones de este último poco influyen al primero. El partido al que ellos respetaban se fue con Hernando de Soto.
Finalmente, una pequeña aclaración con respecto a Acción Popular. Hay rumores de que ambas bancadas están jugando con la lista 1 y la lista 2, sin embargo, la situación interna de ambas es distinta. En Acción Popular no hay división insalvable porque al final manda el partido. En Avanza País la división es consistente en el tiempo y el partido no es un referente. En Acción Popular ya tienen definido a su candidato preliminar. En Avanza País no se sabe nada porque cada quien dice algo distinto. En Acción Popular están muy confiados en conseguir una vicepresidencia, incluso inicialmente pensaban en la misma presidencia. En Avanza País ya se están conformando poco a poco de que este año no habrá vicepresidencia para ellos, aunque tal vez comisiones importantes. Sin embargo, nada está dicho en política.

Por Edison Mamani
Artículo publicado el 16 se mayo de 2025.
En diciembre me hicieron esa pregunta y yo respondí, José Jerí (Somos Perú). Luego de la denuncia de violación el panorama cambia. Actualmente, tengo dudas. En consecuencia, si no estamos seguros de quién será presidente, podríamos analizar quién no será presidente.
Primero, tengamos claro el mapa general. Son 13 bancadas y 6 no agrupados. 130 otorongos.
Segundo, descartemos a la izquierda y progresistas. Perú Libre, Juntos por el Perú, Bancada Socialista y Bloque Democrático.
Tercero, analicemos el caso especial del Bloque Magisterial, quienes si bien son una bancada de izquierda han demostrado en la práctica ser oficialista en el 50+1 de los casos más relevantes. Además, existe una figura interesante, Alex Paredes.
Cuarto, ahora veamos las 4 bancadas de centro: Alianza para el Progreso, Somos Perú, Acción Popular y Podemos Perú. Los tres primeros son centro derecha. Podemos Perú es inestable. En el caso de APP sería ridículo pensar que le darán el poder por cuarta vez, sobre todo por las últimas críticas de copamiento. En Somos Perú no hay cuadros relevantes excepto José Jerí, que está golpeado por la denuncia de violación, pero si su tema se archiva podría tener una oportunidad, siempre con el argumento de que ya no hay más alternativas. Acción Popular ya ejerció una vez el poder. Sin embargo, a falta de propuestas podrían aprovechar la coyuntura complicada, y el hecho de que ahora son una bancada unida bajo el liderazgo del partido y tienen una inclinación de centro derecha (ya no centro izquierda). Finalmente, Podemos Perú, tiene 14 integrantes, empatando con APP en ser la segunda fuerza política del Congreso, que el año pasado mostró sus músculos en las elecciones, pero que al final quedó en nada. El problema es que es una bancada semáforo e inestable, donde hay derecha, Izquierda, centro y progresistas, creando desconfianza en la opinión pública, y en la derecha misma. No sabemos cuál será el rumbo del Congreso en manos de un congresista populista sin consistencia ideológica. Mañana podría pedir una revolución, pero pasado mañana una contrarrevolución, o ambas cosas a la vez. Podrían y deberían aspirar a tener una vicepresidencia.
Quinto, las bancadas de derecha: Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Popular y Honor y Democracia. Los 2 primeros forman parte del llamado pacto por la gobernabilidad (con APP y Somos Perú). Los 2 últimos están alejados del poder, a pesar que son de derecha, porque los primeros los catalogan de «derecha radical», indirectamente están utilizando la llamada cultura de la cancelación para sacarlos del juego. Lo curioso es que Renovación Popular hizo lo mismo con el partido de Antauro. Por otro lado, Fuerza Popular siempre ha merecido ocupar la presidencia por ser la primera fuerza política, pero tienen temor de que puedan despertar el «sentimiento anti». Avanza País, ya ha ocupado la presidencia, y ahora son solo 6 integrantes, es decir, cuentan con pocos recursos si quisieran repetir el plato, pero estamos en una situación de emergencia.
Conclusiones: La premisa es que en esta última legislatura la ideología de centro derecha seguirá manejando el Congreso, a pesar del contexto de las elecciones del 2026. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que ya no hay bancadas disponibles totalmente. Entonces, debido a la presión de la coyuntura, se podrían plantear diversos escenarios. Descartemos de plano a las 4 bancadas de izquierda y progresistas (que dicen que son de izquierda). Te quedan 9 bancadas. Ahora descartemos a las llamadas bancadas de “derecha radical”, Renovación Popular y Honor y Democracia. Te quedan 7 bancadas. Ahora a Podemos Perú, por ser inestable, y Alianza para el Progreso, porque ya estuvo tres veces en el poder. Te quedan 5 bancadas: Fuerza Popular, Avanza País, Acción Popular, Somos Perú (José Jerí) y Bloque Magisterial (Alex Paredes). Esa es mi proyección, pero obviamente hay mucho camino por recorrer.
Opinión
Podemos Perú es el principal promotor de la precandidatura de José Cueto
Lee la columna de Edison Mamani

Por Edison Mamani
Estando julio de 2025, no julio de 2021, donde un análisis equivocado podría tener justificación, anunciar públicamente que Podemos Perú votará en bloque es no haber leído mi Mapa Político del Congreso. Tal vez voten en mayoría, 7 a 6, 8 a 5, etc., pero en bloque es una palabra que solo compete a una bancada que tiene una ideología y una disciplina partidaria, como Fuerza Popular, por ejemplo, no cuatro ideologías a la vez: centro, izquierda, derecha y progresistas. No estoy afirmando que no se pueda dar, mañana también puede caer un meteorito, solo estoy señalando que la probabilidad es muy baja.
Cuando hay ideologías distintas priman más los intereses individuales que la postura de grupo, y nadie vota a perdedor sino a ganador, teniendo en cuenta que no solo está en juego la presidencia del Congreso sino las presidencias de comisiones, incluso hasta puestos de trabajo. La repartición de la torta es muy amplia y variada.
No sé lo que ha pasado, sin embargo, tengo buena imaginación, y casi siempre acierto, además he leído todos los datos que se han propalado y propagado desde hace dos semanas, llegando a la siguiente novela: Podemos Perú quería llegar al poder, pero les dijeron que no, o simplemente querían asumir la narrativa de una «oposición responsable». Ambas hipótesis son válidas. Entonces se pusieron a pensar en la mejor opción, y dijeron que si apoyaban a alguien de izquierda o a un progresista nadie lo tomaría en serio porque no tendría los votos, lo cual es evidente, luego pensaron en alguien del centro, descartando a Alianza para el Progreso y Somos Perú, porque forman parte del bloque que controla el Congreso, quedando solo Acción Popular, pero no era confiable porque jugaba con ambos bandos, y en todo caso decidieron seguirles la corriente pero solo para una vicepresidencia. En ese sentido, solo quedaba dos bancadas de derecha que no formaban parte del bloque que controla el Congreso, porque tenían el mote de «bancada radical», o simplemente también querían ser una «oposición responsable». Esas bancadas eran Renovación Popular y Honor y Democracia, la segunda consecuencia de la primera, ambas promueven la vida y la familia. Ya antes el primero había dicho que no participaría (López Aliaga se lanzará a la presidencia de la República, aunque lo niegue). Solo te queda Honor y Democracia. Preguntaron a Jorge Montoya y luego a Gladys Echaíz, incluso a Héctor Acuña, pero fueron rechazados, porque o bien no creían que tenían posibilidades o bien no querían «quemarse» viendo las elecciones 2026. En ese sentido, el elegido fue José Cueto.
Encontrado el objetivo, Podemos Perú, convocó a diferentes reuniones a las bancadas de izquierda y a los progresistas, junto a Renovación Popular, pero estando a pocos días de las elecciones no hay nada definido todavía, solo promesas y narrativas creadas más que resultados. Desde hace dos semanas la lista 1 tiene de forma preliminar nombres en la presidencia y en las tres vicepresidencias, pero la lista 2 ninguno.
La crítica principal a José Cueto no viene de la izquierda, sino del lado caviar. Cueto es un anticaviar, convicto y confeso. La probabilidad de que Ruth Luque vote por José Cueto es de 0.1%. Es más fuerte el caviarismo que el antifujimorismo: Esa es la verdadera razón de la lista 3. Paradójicamente, Carlos Zeballos, no es caviar propiamente, ha estado en 5 bancadas, es progresista de izquierda, progresista de derecha, centro izquierda o derecha, o todos a la vez, porque es muy pragmático, incluso apoyó a Pedro Castillo y a Dina Boluarte, con sus acciones y omisiones: Solo está aprovechando ese caviarismo a su favor. Una especie de Vizcarra del Congreso.
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