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Cultura

IDENTIKIT IDEOLÓGICO Y POSIBLE PLAGIO ENTRE “EL JUEGO DEL CALAMAR” Y LA NOVELA “MATAGENTE”

Los parecidos entre El Juego del Calamar y Matagente no estaría solo en el plano de los títulos (juego de niños) o del género gore, sino en lo ideológico, en la esencia que sostiene tanto la novela como la serie de Netflix: crítica social, homofobia, xenofobia, crítica al fracaso de una sociedad donde los trabajadores, incluido a profesionales, no tienen otra salida que matar o matarse entre ellos. Y como último recurso está el juego que los puede religar y, claro, donde pueden también perder todo.

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Después de recibir muchas llamadas y correos de amigos escritores sobre la similitud de mi novela Matagente y la famosa serie de Netflix El Juego del Calamar y después de revisar varias veces dicha serie y consultar con especialistas en el tema, paso a decir lo siguiente:

Para hacer una computadora, primero se inventó la electricidad, los parlantes, el televisor, etc.  Así como para fabricar una bomba atómica primero se tuvieron que inventar los detonantes, el uranio enrarecido, el plutonio, entender las reacciones en cadena, fisión y fusión nuclear, etc. Asimismo, El juego del Calamar (EJDC) –o The Squid Game–, la controversial serie de Netflix, ha tenido sus propios antecedentes, no solo el cine de terror o películas como Rojo y Azul o los cómics japoneses, Battel Royale, Alice in Borderland y As The Gods Will, sino también habría tenido la influencia de libros como Matagente, una novela gore escrita en Perú por este servidor, donde el juego de niños está presente y donde hasta los personajes que mueren son delincuentes, perdedores, gente de malvivir que están fuera del sistema o el detritus de una sociedad. Eso aparte que trata –tanto la novela como la serie– de la pérdida de inocencia, conflicto de clases sociales y las exigencias de vivir en un sistema capitalista. 

Y es que leer Matagente no sería difícil para un profesor de Cultura Global  como es Hwang Dong-hyuk, el director de origen surcoreano de EJDC, quien ha ido a estudiar a Estados Unidos. Aquí dejo constancia de la presencia de Matagente en las bibliotecas universitarias de EU: https://www.worldcat.org/title/matagente-manual-de-autoayuda-para-cometer-un-crimen/oclc/820836184?fbclid=IwAR0Qu03QhZG6tyTsIkxbYLn35GsCb8YK8dj6BU-XtqkU3Ko0veV8IfMoPio.

Publiqué mi novela gore Matagente en 2012, donde lo más resaltante es la cuestión lúdica, no solo por el asunto del “manual” (“Manual para cometer un crimen”, tal y como consta en el subtítulo), sino porque siendo un libro sobre asesinatos lo vincula con el juego de niños: matagente; y en varias páginas se desarrolla esta idea enlazada al divertimento, la distracción y el recreo a los crímenes. Cuestión que también hace El Juego del Calamar. Y la similitud llega a niveles sorprendentes como en la pg. 169 de Matagente, texto que tranquilamente podría abrir esta serie televisiva que triunfa en más de 90 países y tiene a más de 100 millones de seguidores en el mundo:

“El juego consiste en avanzar hasta donde te lo permitan. Los participantes deberán tomar su posición de combate. En el desarrollo de la performance nos daremos cuenta que todo es cuestión de lanzar el arma blanca o apretar el gatillo sobre la posible víctima. Para eso se tiene que estudiar el caso, revisar el objetivo, calcular los pormenores y tender la trampa. Lo importante es que tenemos a nuestro favor ese elemento táctico llamado ‘sorpresa’. Total, la víctima no sabe que es la ‘víctima’ hasta que empieza a correr la sangre y el juego empieza a tornarse interesante. Es como si estuviéramos en un safari, como si nos hubieran otorgado, por un momento, la condición del león u otra bestia parecida. (…) Cabe anotar que en el juego, uno tiene que apretar y el otro tiene que ceder, ese es el código binario. No hay opción. Hay que tener en cuenta que en este juego quien pone las reglas somos nosotros; por lo tanto, estamos exceptuados de cualquier “daño colateral” o posible pérdida, y solo nos debemos permitir ganar, coronar nuestro esfuerzo con el triunfo. // En caso de que el juego no siga la línea preestablecida todavía hay una posibilidad de redención. Patear el tablero no se debe ver como un acto de cobardía, sino como un último recurso para preservar nuestra preciosa vida. // Al final tenemos que tener en cuenta de que el juego continúa con o sin nosotros.”

Veamos también la pg. 94 de Matagente: “’La caída’ en algunos casos se presenta como un juego lúdico; presionado el botón inicial hay que dejarse maniobrar por el odio, la rabia y la violencia contenida, produciendo una liberación de energía que necesariamente tendrá que buscar a una víctima y como consecuencia a un victimario. La idea del ‘ludismo’ arrastra consigo ciertas reglas que pueden verse afectadas según se desarrollen los hechos, es decir, no es igual si ‘la caída’ me sobreviene con un policía o con un vagabundo, tampoco es igual si me sobreviene en plena vía pública o en un elevador con un ascensorista minusválido, atado a su bando, sin más emoción que lo de sus ojos desorbitados cuando le aprieto el cuello antes de degollarlo sin mayores miramientos.  El juego lúdico es siempre un arma de doble filo, hay que andarse con cuidado, sobre todo porque en este mundo las apariencias engañan y un enano sin pelos en la cabeza podría ser desde un cura hasta un oficial de policía. Y si es verdad que en la calle todos miran a todos, también es cierto que nadie se mete con nadie, es como si en el tablero de ajedrez cada cuadrito no tuviera relación el otro cuadrito y así el tablero-mundo solo fuera una relación inconexa de cuadritos que encuentran su destino dentro a de sus limitados espacios. ‘La caída’ me hizo recordar una vez, mientras le arrancaba la lengua a una vieja odiosa que solía pegarle a su niño, que todo juego tiene sus reglas pero es posible ganar haciendo trampa, es cuestión de tacto, tino y buena suerte, sobre todo esto último que es producto de la intención y de hacer las cosas bien hechas logrando un desarrollo óptimo de nuestros actos con respecto al oficio.”

En Matagente el juego es lúdico, en el JDC el juego es literal. Asimismo tanto la novela como la serie se mueven en un mundo gore de  crímenes, misoginia, homofobia, xenofobia (por ejemplo, cuando habla el paquistaní en la serie) y dentro de tanta miseria humana hay enseñanzas como la del viejo que les dice como tirar de la soga (aunque el viejo terminaría por ser un impostor). Se ve tráfico y manipulación de órganos humanos, algo que también se ve en Matagente. Uno de los personajes de EJDC cuenta que violaron a una muerta (cap 5), lo mismo pasa en Matagente, pg. 141: “Me pareció divertido que esa cabeza solo haya sido un conducto al vacío, un recipiente momentáneo de mis necesidades fisiológicas. Después abrí el refrigerador, saqué los intestinos afuera y me puse a pensar en su funcionalidad”. Pg. 215: “Me acerco por atrás donde también he dejado una obertura. El cuerpo todavía humea y parece tener movimiento propio, pero es el balanceo constante del tecle, casi como un columpio. Y, antes de que empiece el rigor mortis y a enfriarse, empiezo a penetrarla…”.

En el capítulo 6 de EJDC sucede el juego de las canicas. En el Capítulo 7 uno de los personajes dice: “¿Cómo se hacen llamar seres humanos”? Frases y hechos que aparecen en Matagente en diferentes formas y que se puede cotejar con lo que se dice en Matagente, pg. 172: “La muerte hozaba en sus espaldas y la mayoría de estos muertos vivientes quería dejar el último suspiro en un ‘lugar decente’ como si eso los limpiara de toda una vida de precariedades, vejaciones y carencias, y como si de esta forma recuperaran la condición de seres humanos”. Capítulo 9: otro de los personajes dice: “Ella moriría de todos modos, solo elegí acabar con su dolor” que es casi lo mismo que dice el personaje Atoj en un sinnúmero de pasajes: Matagente, pg. 110: “Mi conciencia nunca me permitió caer en la debilidad del arrepentimiento o de la conmiseración. Jamás tuve sentimiento de culpa por los crímenes que cometí. Siempre he pensado que deberían agradecerme “por hacer el bien”.  Matagente, pag. 112: “Toda esa gente estaba muerta y yo tenía que hacer algo. Ese era otro mundo, parecía un campo de concentración, alguien tenía que hacer el trabajo sucio. Llegamos a una avenida ancha en la que al parecer los mundos se dividían. Muchas personas se amontonaron alrededor del carro, el taxista los arreó con una sola frase: ‘a la vuelta, recién he salido a trabajar’, y todos se hicieron a un lado. Noté los brazos de un niño carcomidos por la lepra, ébola, ántrax o alguna enfermedad parecida. No había nada que hacer, era cuestión de tiempo, ya estaba pedido por la muerte. Me hubiera gustado embestirlo con el carro, pero yo estaba al lado, fuera de toda decisión inteligente siendo llevado a ese mundo que no era mi mundo y al que también irremediablemente tendría que destruir o, por lo menos, intentarlo”.

Aquí algunos juegos que se mencionan en la novela Matagente: el juego del trompo: pg. 37: “Entonces cogí mi trompo que adrede lo había dejado en ‘la mesita de noche’ y con la punta del clavo se lo hundí en pleno plexo solar, y luego de hincarla en varios puntos de su pecho, corazón y pulmones inclusive, terminé clavándola en sus dos ojos”.

Baseball, pg. 52: “Mamá estuvo deprimida un tiempo y dijo que soñaba que los dientes se le caían y que alguien parecido a un enano la golpeaba con un bate de baseball”.

Correquetealcanzo, pg. 100: “Detrás de un árbol miraba cómo una niña blanca de trenzas doradas, vestidito rosado arriba de las rodillas y mediecitas de colores, jugaba al correquetealcanzo en la puerta de una cochera; parecía “risitos de oro”, Dorothy o una de las pequeñas de La Familia Ingalls que se había extraviado en esta selva de cemento donde todo puede suceder para suerte de algunos”. (…) El juego consistía en coger a los ‘rivales’ y llevarlos a un lugar en el que estarían protegidos. El que más “rivales” capturaba se hacía acreedor del triunfo. La niña era perezosa, su primitiva sensualidad se dejaba atrapar rápidamente y prefería quedarse sola en la cochera esperando que alguien la viniera a rescatar.”

Canicas, pg. 115: “Acerqué mis uñas a los ojos del león y lo saqué de cuajo: eran canicas verdes.”

Juegos mecánicos, pg. 131: “Recordé al niño del ómnibus, al viejo papagayo, a los ineptos policías y a los histéricos vecinos y me vi a mí mismo como en un juego mecánico en el que era trasladado por brazos ortopédicos a un lugar ignoto”.

Juegos sucios del colegio, pg. 164: “Ellos dictaban las pautas para los “apanados”, “los callejones oscuros”, “los rompepechos”, “los rompeespaldas”, los cachetadones, las lapidaciones y otras bestialidades que se ejercían sobre los menos dotados. “Tuco” y “Tico” sabían cómo zafarse de los problemas, amenazando de mayores golpes y de muerte. Aunque varias veces fueron llevados a la dirección para comparecer por sus malas acciones. Yo mismo me vi la cara con ellos en situaciones de reprensión, pero yo estaba unos pasos más adelante, pensando en cosas mayores, visualizando mi futuro por las cuencas de un cráneo rajado a pedradas, por eso nos hicimos compañeros de ruta; pero era claro que a ellos no les interesaba la inmortalidad y su trato con la violencia era solo coyuntura adolescente, un pasatiempo mientras llegaban las verdaderas responsabilidades”.

Juego de la pelota, pg. 189: “Entonces empecé a patear salvajemente su cabeza como si fuera una pelota de trapo hasta que solo un pellejo amarcigado e infecto sostenía el tronco de lo que parecía un cráneo”.

-Más juegos y/o torturas, pg. 222:

“Soy muy exigente y meticuloso con mis cuestiones personales. De todas formas, tengo una larga lista en orden alfabético, muchas de las cuales no he podido conseguir hasta ahora, porque pertenecen al Medioevo o al oscurantismo y son consideradas casi como reliquias o valiosas antigüedades; entre ellas, y en orden alfabético, están: el aplastacabezas, ideal para necios; el aplastapiernas, para enanos y renacuajos; el aplastapulgares, diseñado para los que se hacen la manicure y la pedicure; el arañador, cuya especialidad es recomendada para los que tienen bello rostro; la atadura, para los que aman la libertad; el azote, para los esclavos de espíritu; el bastinador, para los que tienen aires de artista; la bota española, para los que aman la madre-pútrea; la bola malaya, para los que les gusta jugar con esféricos; el brasero, para los friolentos; el castigo de agua, para los que sufren de hidrofobia; el cepo chino, para los que les gusta tener las manos libres; el cepo simple, para los que les gusta disfrutar de la “libertad”; la cigüeña, para los que aman a los niños; el cilicio, para los ortodoxos y dogmáticos; el cinturón de castidad, para los que no pueden dominar sus ansias; el cinturón de San Erasmo, para los píos; el collar con pesos, para los que les gusta las alhajas; el collar con púas, para los que les gusta exhibir el cuello; las cosquillas, para los que creen en la risa; la crucifi xión, para los estigmáticos y creyentes del basural religioso; la cura de agua, para los negros, simios y todo aquel que tenga la piel sucia; la cuna de Judas, para cualquier “padre de familia”; el desgarrador de senos, para señoritas con implantes mamarios; la doncella de hierro, para todo aquel que tenga pretensiones de realeza; el empalamiento, para gays, transgéneros (LGBT) y otros; la fl auta del alborotador, para adamados y gentuza de dudosa reputación sexual; el frío-calor, para los insensibles; la gota china, para los indoblegables; el garrote, para los que tienen el cuello fuerte; la garrocha, para los enanos; la horquilla, para los esticosos; el horno de pie, para los que andan sin cuidado; el insomnio, para los que duermen mucho; la jaula colgante, para los que aman las alturas; la máscara, para los tímidos o los que sufren de pánico escénico; la melaza, para los que aman la dulzura; el péndulo, para los místicos y practicantes de la magia; la pera, para los sodomitas; la picana eléctrica, para los relajados; la picota del tonel, para los que siempre están en guardia; la posición Shabak, para los sibaritas de la comodidad y el confort; el potro, para los que les gusta domar animales salvajes; el potro en escalera, para los perfeccionistas; la rueda de Santa Catalina, para los religiosos y moralistas; la rueda para despedazar, para los seres íntegros; la ruleta rusa, para los que gustan de las sorpresas o a los que les gusta jugar a la “gallinita ciega”; el sangrado, para los hemofílicos y vampirratas; la sierra, para los masoquistas clásicos; la silla del interrogatorio, para los mudos y seres inferiores de “pocas palabras”; el strappado, para los claustrofóbicos; las tablillas, para los chuecos o los que sufren de genu varu o genu vago; el taburete de sumersión, para los que aman la limpieza del alma; las tenazas, para los que gustan de las exquisiteces; el tormento chino, para los amantes de la cultura asiática; el toro de Falaris, para los que son afi cionados a la tauromaquia; la tortuga, para los lentos y retardados mentales; la tortura del caminante, para los correcaminos y deportistas de “mens sana in córpore sano”; la tortura de la piedra, para los duros de corazón; la turca, para los exóticos; las uñas de gato, para los gustos felinos; la violación, para los castos y vírgenes de mente; el yelmo, para los que gustan de la sobreprotección y los cuidados de mamá y papá, etc., etc.”

Finalmente, los parecidos entre El Juego del Calamar y Matagente no estaría solo en el plano de los títulos (juego de niños) o del género gore, sino en lo ideológico, en la esencia que sostiene tanto la novela como la serie de Netflix: crítica social, homofobia, xenofobia, crítica al fracaso de una sociedad donde los trabajadores, incluido a profesionales, no tienen otra salida que matar o matarse entre ellos. Y como último recurso está el juego que los puede religar y, claro, donde pueden también perder todo. La diferencia con Matagente es que Atoj, el personaje principal, asesina pensando que así está ayudando al mundo al liberar a estas personas sufrientes. Eso aparte de que tanto Matagente como El Juego del Calamar, “son muy violentos, complejos y poco comerciales” (exactamente estas palabras las dijo el director surcoreano Hwang Dong-hyuk sobre su serie). Por lo expuesto y otros, dejo este identikit y posible plagio en manos de mi abogada: Martha Santur de Bieberach,  CAL 51438.

Rodolfo Ybarra 

DNI 09441432

rodolfoybarra@hotmail.com

https://web.facebook.com/rodolfo.ybarra.7/

WhatsApp 967134258

PD: Anexo este artículo del desaparecido escritor Pedro Novoa publicado en 2014 y donde se habla del mismo tópico: infancia, crímenes, pérdida de la inocencia, juegos y otros que implican mi novela Matagente: https://limagris.com/el-desfiguramiento-de-la-infancia-en-la-novela-matagente-de-rodolfo-ybarra/?fbclid=IwAR0RO_lOdNbnGMK1nUBlWa7ZN3ZNQrx4J8N47CKG_jY5KeaEm9Fp8WxDkmQ

EL DESFIGURAMIENTO DE LA INFANCIA EN LA NOVELA “MATAGENTE” DE RODOLFO YBARRA

Pinto Pinto gorgorito, saca la mano del paletito,

¿en qué lugar?, ¿dónde está?

Pinto Pinto gorgorito, hay que matar al pajarito,

¿cuál será?, ¿cuál será?,

¿serás tú…? ¡o tú!   (Bang).

                                                   Canción infantil[1]

La novela de Rodolfo Ybarra, Matagente (2012) trabaja el desfiguramiento de la imagen de la infancia desde el saque. El título nos refiere a un juego infantil, muy conocido en el Perú, donde se coloca a un grupo de participantes entre dos “matadores”, quienes con un balón “matan” a quienes les caiga al azar los balonazos que los sacan del juego. Desfigurado, a través de un proceso de filigrana virtuoso y cruel, Ybarra, impone el mismo título, para deconstruir el significado lúdico y regresarle la connotación criminal, pero a niveles de montaje simbólico.

De golpe, Matagente se convierte en una especie de aparato crítico de una sociedad llena de prejuicios, taras, alienación y estupidez alarmantes que solo merecerían la muerte como un gesto cuasi compasivo. El catalizador es Atoj, personaje que se encarga de llevar a niveles insólitos el juego de matar gente. Ataviado de una especie de antimoral, este personaje se esmera a través de sus “caídas”, momentos curiosamente epifánicos donde consigue conjugar los asesinatos con profundas reflexiones sobre la condición humana.

La desfiguración de la imagen infantil se observa simbólicamente cuando se pregunta sobre el origen de una mosca (el crimen) que transcurre entre lo sórdido y lo ingenuo: “¿De dónde habrá venido? seguro posó sus patas en la caca de algún perro o deslizó su lengua en la fruta de un niño.” (pág. 21)  Esta sordidez es planteada como atávica para la condición, humana. Atoj afirma que desde niño se imaginaba como una parte absurda de un mecanismo absurdo: “De niño imaginaba que este mundo era como un enorme reloj lleno de engranajes imposibles e ininteligibles y yo era ese segundero atado a su centro girando sin razón por la explanada de la existencia.” (pág. 26) Atoj desfigura desde la infancia esta concepción del mundo y le asigna no solo otra forma, sino que evidencia una secreta esencia: la mierda.

“Así pasó mi niñez hasta que yo mismo construí un reloj de arena, una hermosa clepsidra que por ciertas coincidencias –creo yo– era lo más parecido al hombre, lo más exacto a su supuesta esencia, al menos en lo que concierne al desgaste constante, la arena que cae; pues, como todos saben, estamos llenos de mierda y eso es lo que reflejamos en cada acto de nuestras vidas (35 toneladas de mierda pasan por nuestro sistema digestivo en una vida promedio), nada escapa a esta maldición viperina, ni siquiera el más asceta o santón de estas tierras puede alejarse de esta categoría: mierda” (pág. 26).

El discurso narrativo configura al protagonista como el clásico niño genio que se desadapta rápidamente de una sociedad carencial y estúpida. Con pinceladas sutiles se desliza los rasgos obsesivos, sicopáticos, entroncados en un temprano despertar mental y sexual. Edípicamente Atoj descubre su sexualidad a través de la imagen materna. Imagen que también se desgarrará en la búsqueda constante de mujeres con las cuáles alternará el sexo, el deseo y el poder. Estará con putas, niñas, y finalmente con un travesti. Este desgarramiento de la imagen de la mujer que termina en la no mujer, en la no madre, llega a su clímax cuando el protagonista secuestra la criatura de una indigente de procedencia andina y la mata salvajemente.

Atoj, especulamos, pretende desgarrar el origen de todo a través de este último crimen. Desgarrarlo para que todo comience de cero. Porque Atoj es gordo, el bebé desnutrido; aunque su nombre tenga origen quechua, él es blanco, racista y el niño es cobrizo y de madre andina; él es clasemediero y el bebé indigente, y finalmente, él es hombre, machista y descubre casi al final que la criatura es mujer. Al acabar con ella, acaba con su antítesis, exige un nuevo inicio a través de la tácita afirmación de su negación.

Es sintomático el uso de un trompo como arma letal. Así como en Los ríos profundos, este juguete artesanal adquiere connotaciones simbólicas entre el zumbido que hace al bailar (zumbayllu) con la asociación de recuerdos y afectos del protagonista. En Matagente, este artefacto infantil se emponzoña, su propia naturaleza con clavo amenazante incluido, nos regresa a lo primario, al odio más elemental. Con esta arma perpetra su primera caída: “Mi primer crimen, simple y lejano, fue con la punta de clavo de un trompo. Todavía conservo la herramienta del delito y el recuerdo de la carne corrompida y agujereada”. El protagonista cree, confía, da por sentado que es inocente a pesar de la evidencia de los efectos de los crímenes endulzados por reminiscencias paternales.

Me veo caminando por una calle solitaria. Mi padre me lleva cogido de la mano. En uno de mis bolsillos guardo un trompo con huaraca. En mi mano izquierda tengo una luz de bengala encendida, cruzamos la pista y antes de llegar a la acera coloco la bengala caliente en el antebrazo de papá. Un grito de dolor retumba en la noche, el eco se esparce y como una ola de arena regresa para cubrirlo todo, para sepultar cada instante de sospechosa felicidad y negar con su silencio de cemento y hormigón cada risa dibujada en los rostros de la inocencia (…). Tengo en mi mano un trompo con punta de acero y apuñalo continuamente un cadáver que se coge de mi inocencia. (pág 85).

Atoj ha envenenado niños en las puertas de los colegios, en los parques, los ha ultrajado, los ha descuartizado, ha hecho mil una atrocidades. Luego de una borrachera, Atoj ha enfrentado una de sus más afiebradas pesadillas, precisamente con niños.

“unos niños me apedreaban y uno de ellos, el más feo y grande, se acercó con un cuchillo y me mutiló la cola, sentí un dolor en forma de descarga eléctrica que se apoderó de mi columna vertebral e inmediatamente empezó a crecerme el miembro cercenado. Trataba de escapar pero era inútil, entonces vinieron más niños feos y con llagas en el cuerpo, parecían provenir de un campo de concentración o algo así, y cada uno con su cuchilla empezó a desollarme lentamente” (pág. 57).

Atoj se siente impotente ante estas agresiones, pero por momentos las disfruta “La crueldad de esos niños me excitaba (pág, 58)” Y a pesar de estar derrotado por este poder onírico, cierto clasismo maquillado con racismo le hace pensar que: “lo único que me preocupaba era que este viaje iría acompañado por niños horribles y no era un buen designio” (pág. 58). Ya despierto, ya curado, ve televisión, en sus películas ve un horror equilibrado, no como en los sueños, sino como esta sociedad ha establecido la ruta de la crueldad. El monstruoso, el poderoso ejerce su poder con el débil, con el indefenso. Sí, con las mujeres y/o con los niños.

“Cambié de canal: un hombre con una sierra eléctrica cortaba en pedazos a una mujer; a su costado, otro hombre gordo y con mirada perversa violaba a una niña, la cual trataba de defenderse con un osito de peluche; el gordo, luego de penetrar vaginal y analmente a la niña, sacó una chaveta de uno de los bolsillos de su pantalón y la apuñaló sin miramientos, luego con el hombre de la sierra se fueron a tomar unas cervezas. Otro canal: Freddy Krueger fileteaba con su manopla de cuchillos a un niño, la sangre embarraba toda la pantalla, luego le abría el vientre a una mujer panzona y la arrastraba por la sala de una casa jalándola de las tripas.” (pág. 69)

La novela propone una suerte de juego de espejos, donde si bien es cierto podría a simple vista odiar y abominar al personaje Atoj, en realidad, es Atoj el que es como líneas arriba se mencionó, el catalizador de una realidad hórrida, sucia y nefasta de lo que se ve, vive y experimenta a diario. No es casual que Atoj decida estudiar Psicología laboral, porque además de analizarse a él como ente de catálisis social, quiere experimentar eso que él canaliza: la podredumbre laboral de un sistema actual. Solo cuando deja de ser niño, Atoj es cruel como un adulto, ejerce una función, una hipócrita forma de ser útil, de “matar” gente embutiéndolos en esa trituradora de carne que es la vida social utilitaria.

La novela es consciente de la crueldad que maneja, Atoj recuerda la cita de Iván Kamarazov cuando dice que la muerte de un niño le hace querer devolver su billete al universo, pero, el muy cretino, no devuelve nada (pág. 104). Atoj no tiene la visión conciliadora y hasta cómoda de la concepción ingenua y candorosa del niño. En este nivel de desgarramiento de la imagen infantil, el protagonista entiende que el horror mayor no es ser un adulto que comete crímenes con toda la carga de arrepentimiento y moralina a cuestas, cree –y creemos– que el mayor volumen de la sevicia es aquella que se ejecuta irresponsable, festiva y lúdica. No quiere a nadie, solo alberga cultivadas sensaciones de desprecio u odio para cualquier atisbo de contacto humano, incluso para con su propio hermano: “para lo único que podría haber tenido contacto con mi hermano sería para trocearle el pescuezo o sacarle los ojos. Perdí mi oportunidad en la adolescencia, quizás en la niñez, y ahora era demasiado tarde.” Atoj es el joven, que algún día será adulto, sin dejar de ser niño-bestia nunca. Y con esos ojos seguirá extasiándose con el crimen.

“Tener diecisiete años no cambia nada, uno aún tiene mente de niño y está obligado a arrastrar un pesado cuerpo de hombre. Yo, por mi parte, me sentía bien porque siempre he pensado que dentro de mí habitan horrorosos monstruos a los cuales no debo amansar sino domesticar, es decir, darle forma a su naturaleza, hallar la razón de su filosa dentadura sin limarla, entender y no corromper ese espíritu exquisito de la alevosía”. ( pág. 110)

Atoj es un transgresor puro, sabe, piensa, cree fervientemente que el mundo está en descomposición sin vuelta atrás, y que su maldad no hace otra cosa que limpiarlo. Ve a gente pordiosera que piensa arrasar con un auto y lamenta no hacerlo. Pero el punto climático es cuando ve a una mujer y un niño subir a un carro a limosnear. Es allí cuando Atoj concede uno de los pocos gestos de humanidad y confianza para con el futuro. No es pesimista, confía, anhela en los ojos de ese niño –muy parecido a él- la posibilidad de un cambio a través de la insumisión. En vez de darle una limosna, le entrega un objeto punzocortante que simboliza la posta generacional en la rebeldía.

La mujer con un hijo encima y el otro al lado avanzó por los asientos estirando la mano en situación de súplica, al pasar por mi costado muchas imágenes pasaron por mi cabeza, algo dentro de mí se enervó, metí la mano al pantalón, estiré la cuchilla del cortaúñas y se lo entregué al niño. En una frenada del ómnibus el niño que traía el cortaúñas en ristre y con la navaja hacia un lado, le cortó la mano a un viejo papagayo que estiraba la mano –a su vez– para entregarle a la señora unas monedas de corta denominación. El viejo chilló y una gotitas de sangre fueron a parar al rostro del niño, que sonrió inocentemente. (pág. 126).

Acostumbrados a contemplar la realidad con panorámicas borrosas, Matagente acerca el lente en primerísimos planos. Y claro, nos deja pasmados, absortos, y tirados en el piso. Gesto que se agradece, porque quién sino esos artefactos artísticos que nos regresan a los desolados fueros de nuestra patraña diaria de civilizados y ascendentes morales, quién sino esos artefactos artísticos como Les Cent Vingt Journées de Sodome, ou l’École du libertinaje, o  Venus im Pelz que vienen a arrasar y dejar sin piso  a cualquier aparatito moral que se les resista. Matagente, llega con la misma contundencia, amparado por el cine Gore, por la cultura yanqui de Serial Killers, por la brutalidad reactualizada del paleolítico inferior, por el guiño de la crudeza quechua, por el panorama postnuclear de Lima la horrible, y finalmente, por el santo y seña de un juego de niños-bestias que como en la entrada del Infierno de Dante, nos exige dejar afuera, la esperanza. Están advertidos.

[1] Canción infantil que cierra la novela Matagente.

Comentarios

Rodolfo Ybarra. Ha estudiado matemática pura, física, electrónica y comunicaciones. Ha publicado una veintena de textos entre novelas, cuentos, poemarios y ensayos. Ha dirigido un programa de televisión de contracultura y política, y editado revistas y fanzines. Se expresa también vía el vídeo y la música. Desde el 2007 maneja el blog www.rodolfoybarra.blogspot.com.

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Cultura

IX Festival Nacional “Pianistas del futuro”

No te pierdas el festival que se realizará en Trujillo.

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Este importante Festival se vienen consolidado en un evento importante a nivel nacional, agrupando a entidades educativas de piano del Perú, donde niños y adolescentes, demuestran sus habilidades musicales a través de la interpretación de obras de grandes compositores: Mozart, Beethoven, Rachmaninov, Schubert, Liszt, Schumann, entre otros, reflejándose el trabajo en equipo que realizan pianistas, maestros y padres de familia.

Este festival brinda a los pianistas una experiencia de aprendizaje, enseñándoles sobre la preparación para una competencia, donde se enfrentan a un público y un gran jurado, además de una valiosa autosuperación la cual les permite a muchos pianistas llevarse a casa premios, para lograr esto implica muchas horas de práctica para dominar cada aspecto de las piezas musicales, asimismo les ayuda a crecer como músicos aprendiendo de sus errores, fallas, les ayuda a identificar problemas, trazarse metas y crecer de sus experiencias, los ganadores de este festival vienen participando en concursos internacionales y ganando interesantes premios.

Pueden participar de este Festival: niños y adolescente del Perú de 6 hasta los 17 años de edad, categoría A, B, C y D. Etapas: inscripciones hasta el 09 de junio Preselección-virtual y las etapas presenciales Semifinal y Final, el viernes 13 y sábado 14 de septiembre 2024, en el Teatro Municipal de Trujillo.

PREMIOS: Primeros Puestos:  Categoría, A: S/ 1,500.00, B: S/ 1,500.00, C: S/ 2,500.00 y D: S/ 4,000.00. Medallas, diplomas y 02 conciertos como solistascon dos orquestas sinfónicas en Trujillo y Lima.

Segundos Puestos:  A: S/ 800.00, B: S/ 800.00, C: S/ 1,000.00 y D: S/ 1,500.00. Medalla y diploma.

Terceros Puestos, categorías A, B, C y D: S/ 400.00, medalla y diploma.

PREMIO EXTRAORDINARIO: Premio “mejor interpretación de la música peruana”: S/ 500.00 soles, para categoría: B, C, D. Medalla y diploma y 02 conciertos como solistascon dos orquestas sinfónicas en Trujillo y Lima.

Mantener la continuidad por 10 años consecutivos de este proyecto musical ha sido difícil, pero se logra gracias al importante apoyo de la Municipalidad Provincial de Trujillo y personalidades amantes del arte: Aarón Miranda, Nina Pinillos, Piedad Aramburú, Enrique Goytizolo, Vicente Bustamante, Lura Mannucci, la Asociación Pro Música, Hotel Paraíso y Hotel Colonial, realmente estos apoyos son un ejemplo de colaboración pública y privada.  Así expresó la presidente de CEPROCUT Sra. Maruja Alemán.

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Cultura

Percy Murguía: acordes a la luz de una vela

Lee la columna de Hélard Fuentes Pastor

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Por Hélard Fuentes Pastor

Percy Murguía creció en un entorno familiar de mucha música, donde las reuniones se realizaban en medio de cantos y sus tíos las engrandecieron tocando una guitarra. Él, aún pequeño, los vio y no solo los admiró, también quiso imitarlos, darle continuidad a esa destreza con que sostenían el cuerpo y rasgaban las cuerdas de dicho instrumento, sin imaginar que sería el guitarrista más notable de su hogar.

― Mi papá y mamá no practicaban música, pero mis tíos sí tocaban. Mirándolos aprendí a los trece años ―comentó con entusiasmo el músico peruano que, además, recuerda haber estudiado apenas con la iluminación de una vela.

Aquellos tíos fueron Justo Murguía y Walter Escarza Murguía, quienes lamentablemente fallecieron. Ambos se volvieron su principal referente, dada la cercanía que tenían con su padre, Percy; no obstante, también los parientes de su madre, Gloria Huillca ―quien es natural de Tinta― tocaban música, pero él no los llegó a conocer en ese momento debido a la distancia geográfica entre Arequipa y Cusco.

― De mi abuelo de línea paterna decían que tocaba música, pero yo nunca lo vi y de parte de mi mamá, tampoco vi tocas a mis abuelos ―recordó Percy―. El instrumento que predominó en mi familia fue la guitarra y en otros la mandolina. 

La educación media fue esencial en su quehacer artístico, pues en el colegio N° 40381 organizaban veladas culturales, allí sus compañeros bailaban y él tocaba la guitarra, a veces junto a sus tíos y otros profesores. Aquellas presentaciones tenían una dinámica particular, no solo participaban en el distrito de Caylloma, donde nació, también visitaban pueblos aledaños: Orcopampa, Andahua, la Mina Bateas, Espinar, por mencionar algunos. Esas salidas se realizaron cuando ya estaba en quinto año de secundaria, con la finalidad de recolectar fondos para su promoción.

― Íbamos como una caravana artística, la Mina nos ponía el carro y nosotros cobramos entrada para recolectar fondos.

Esas veladas solían realizarse por la noche y generalmente en los últimos años de estudio. Unos cantaban, otros bailaban, recitaban poemas, en una dinámica sencilla y plenamente artística, pues no se bebía licor. Hoy en día, aquellas experiencias pasaron al recuerdo, pero en su memoria permanecen intactas como la enseñanza de sus maestros.

― Tuve como profesor de matemáticas a Jorge Concha Flores, quien era chuquibambino y tocaba guitarra. Él organizaba al grupo y nos llevaba. Pero todos los profesores colaboraron, los que sabían danza, etcétera. Tengo la dicha de encontrarme con mis maestros de primaria y de secundaria. Estoy en permanente comunicación con ellos. Siempre me dieron su apoyo.

Entonces, supo que la guitarra lo acompañaría el resto de su vida, pese a que a lo largo de su desarrollo musical llegó a utilizar como complemento la mandolina o el charango. El momento clave para ese profesionalismo fue el tránsito del colegio a los estudios universitarios, en los años 80.

― Cuando estaba estudiando todo iba bien, pero al terminar la secundaria, salí becado. Mi papá trabajaba en la mina, por lo que tenía una relación con los ingenieros y me dijo tú tienes que estudiar ingeniería. Vine a Arequipa a seguir mecánica eléctrica. Soy bachiller y me sentí obligado a elegir esa carrera.

Felizmente, cuando cursaba tercer año, se enteró de la existencia de la Escuela de Música en la Universidad de San Agustín. Es curioso, porque se integró a la estudiantina, donde conoció a un profesor que le dijo: «si tú eres bueno, por qué no estudias música». Se trataba del catedrático Óscar Bueno Ramírez. Y sin que sepan sus papás decidió postular e ingresó a dicha carrera profesional. Naturalmente, al enterarse, lo tomaron a mal, pensaron que Percy iba a dejar la ingeniería y hasta le llegaron a limitar el respaldo económico que recibió en los primeros años de su formación.

― Vivía con unos tíos y ellos le contaron a mis padres que estaba más con la guitarra que con los otros estudios ―contó su anécdota―. Ahora mis papás se sienten orgullosos y recién se dan cuenta de cuánto valía también la música, la cual es una profesión. 

En esta etapa ratificó su gusto por la música peruana, independientemente de que en los cinco años de formación universitaria, le inculcaron el género clásico; incluso, sostuvo que antes no había partituras de temas peruanos y la mayor dificultad fue adaptarse a cosas nuevas para él, a una técnica diferente hasta en el modo de tocar la guitarra.

― La técnica clásica que he aprendido en la universidad, ahora la he volcado a la música popular y es lo que me está dando éxito.

Percy tiene muy buenos recuerdos de su etapa juvenil. Aprendió mucho en manos de profesores como: Alejandro Dávila, Roxana Vento, Sócrates Díaz, entre otros; por supuesto, recibió mayor influencia del doctor Dávila, que siempre lo acompañó en su desarrollo profesional. Recuerda con cariño a la gente de la Tuna, donde conoció a Leoncio Barrenechea, cuando la integró los dos últimos años de estudios, y, en la estudiantina, a don Alberto Peña Rodas; allí participó más tiempo. Entonces, era rector Rolando Cornejo Cuervo, quien apoyó a los músicos:

― Me exoneró la matrícula, el comedor, todo gratis, con la condición de que toque en la tuna y la estudiantina. Participé en las actividades de la universidad.

― ¿Es difícil ser artista? ―pregunté.

― Es difícil porque muchas veces la gente te margina. No saben de qué estás hecho. Lo que llevas dentro ―respondió.

Percy ―que a la fecha tiene catorce discos y ha recorrido varias ciudades a nivel nacional y mundial― comentó que la música requiere disciplina, práctica constante, apertura. No hay día que deje de ensayar. Luego, poco a poco, alcanzó importantes logros, ganando la admiración de sus contemporáneos y rindiendo homenaje a quienes constituyeron un paradigma en su vida, como el maestro Raúl García Zárate, Pepe Torres, Manuelcha Prado, John Williams, Cholo Berrocal, José y Víctor Dávalos, entre otros.

― Cuando di mi primer concierto en Lima, Raúl García ya me había dado clases y asistió a mi presentación, no lo noté hasta que ingresó al camerino. Ha sido una gran alegría tener a un maestro, considerado el padre de la guitarra andina. Él nunca quería ir en taxi, siempre en bus y jamás dejó de hablar quechua.

― Hablando de estos temas, de la dimensión musical ―interrumpí―. Para ti, ¿qué define a la música arequipeña?

― El estilo del vals arequipeño, por ejemplo, no es bailable, es un vals romántico diferente al limeño. Un «Al pie del Misti» no lo puedes bailar; es netamente de salón, para escuchar. 

― ¿La música arequipeña es nostálgica?

― La nostalgia viene de la serranía. Yo he vivido eso y lo transmites.

El artista arequipeño ha llevado la esencia de su tierra a diferentes países. Ha recorrido Sudamérica, México, África, pero su mayor logro no está en los viajes, sino en academizar la música cayllomina con orquesta sinfónica, es decir, otorgarle un nivel académico. Esa propuesta se piensa difundir este año en Bolivia y Argentina.

― ¿Hasta qué punto podemos preservar los ritmos originales de nuestra música peruana? ―cuestioné recordando el debate en torno a la gran Yma Sumac.

― Yo también soy crítico como José María Arguedas, estoy en contra de que cambie la originalidad. Lo que trato de difundir es tal y como está; mantengo la autenticidad.

― ¿Y es permisible realizar algún cambio?

― Cuando es necesario, sí. Por ejemplo, si se orquesta alguna música popular es ideal realizar la introducción porque si no son muy monótonas. Se repite, se repite, se repite, por eso hay que estructurarlo un poco para que sea audible y no canse al público.

Finalmente, dialogamos sobre el aporte de la música local a la construcción de una identidad nacional y las reflexiones que Percy Murguía nos brindó, resultan, por demás, interesantes:

― Es un aporte porque la música arequipeña posee una identidad propia. Arequipa, inclusive, es la única región del Perú que tiene seis géneros musicales. No hay en Lima, pues solo está su marinera limeña, polca, vals criollo y su huayno. Puno dos: su marinera puneña y su huayno pandillero. Cusco similar. Mientras que Arequipa: vals y marinera arequipeña, pampeña, yaraví, huayno chuquibambino, cotahuasino, etc.; y en el Colca, la huayllacha, que estamos proponiendo como Patrimonio Cultural.

― La riqueza no solo es gastronómica, arquitectónica, si no musical ―reflexioné despidiéndome de aquel artista que conserva el espíritu de un niño, admirando a García Zárate, a Los Errantes; y que, de conocer a estas importantes figuras, de haber sido cargador de guitarra, pasó a compartir escenario con cada uno de ellos.

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Cultura

Los devaneos del poder y las ilusiones perdidas

Una entrevista realizada por Carlos Rivera

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Manuel A. Gago Medina (Huancayo, 1958) es un ingeniero   mecánico de la UNCP (Universidad Nacional del Centro del Perú) quien dice que sus únicas lecciones de lenguaje y literatura las obtuvo en el Colegio Salesiano con sus recordados profesores Jorge Nicho y Teófilo Acuña. Se mueve como pez en el agua pergeñando columnas de opinión en un conocido portal y dos diarios importantes.  Cayó seducido por una historia que lo llevó a escribir una potente novela política que nos conduce por vericuetos insospechados colmados de imágenes sugerentes y un placentero “clima narrativo” como diría el escritor y abogado Raúl Mendoza Cánepa. Aquí una pequeña entrevista:

¿Cómo nace el proyecto de tu novela El locutor tartamudo?

Hace 6 o 7 años colaboraba con una joven estudiante de ciencias de la comunicación. Fungía de extra en sus cortometrajes. Una tarde, después de filmar escenas en los arenales de la playa Santa María se me ocurre decirle por qué no hacia un corto de humor negro, sarcástico sobre la época terrorista, porque todo lo visto eran melodramas gastados. Andrea, mi amiga, me dijo haz el guion. Según yo, comencé a hacerlo. No era guion, pero con todo lo escrito y los continuos cambios, surgió la novela. 

¿Cuánto de testimonio personal podemos encontrar en tu obra?

Desde cuarto de secundaria estuve vinculado a la radiodifusión, e incluso fui parte de un noticiero matutino. Estaba enterado de lo acontecido. Por mi relación con la radio pude conocer todo tipo de personas. Algunos de ellos personificados en mi novela.

¿Qué hace un ingeniero en los fueros literarios?

Mi padre indujo a sus hijos a la lectura. Cuando era niño escuchaba cuentos infantiles en la radio. Aprendidos de memoria, los contaba a mis compañeros de clase. Asimismo, el profesor me hacía leer al frente del aula las composiciones, las tareas asignadas después de las vacaciones. Me gustaba mucho ser parte de los periódicos escolares publicados en murales. Cuando estuve en Madrid, mis compañeros de clase eran leídos. Y tenía que estar a tono. Para mi buena suerte, los hijos de un amigo, a escondidas me prestaban libros. Allí tuve tiempo suficiente para leer con sosiego.    

¿Qué autores influyen en tu novela o de tus proyectos literarios futuros?

Me gustan los autores historiadores (Ken Follet, Umberto Eco). Prefiero la lectura limpia. Soy de los que creen que no es necesario el uso y abuso de cierto lenguaje para resaltar una idea.

¿Qué significa para ti la política peruana?

La política, tal como se la pueda entender, no existe. Los intentos de Haya de la Torre de crear espacios para forjar líderes con conocimiento y valores, es una utopía. La política peruana es sinónimo de compadrazgos, amiguetes, aprovechadores, bases interesadas en proteger y lograr privilegios. Los políticos peruanos, con escasas excepciones, exhiben guapuras propias de esta sociedad de medio peso.   

¿Cuánto influyó tu papel de periodista o articulista en tu obra?

Bastante. Soy autodidacta en progreso. Hace más de 20 años, Willy Pinto Gamboa, profesor de la universidad San Marcos, corregía mis artículos frente a mí y tenía la paciencia de mostrarme mis errores. Fue muy generoso conmigo. Con Víctor Andrés Ponce, director de El Montonero, aprendí cuán rigurosos deben ser los editoriales y las columnas. Con ese conocimiento elaboré mi novela, muchas veces corregida y replanteada.    

¿Consideras que tu obra aborda las miserias del poder y la violencia política en el Perú de los últimos 50 años?

La docencia está presente en mi novela. Cuando escucho a lectores y escritores decir que no les agradan los textos que pretenden enseñar o guiar, les digo que es todo lo contrario. En El locutor tartamudo se aborda sin tapujos las miserias humanas, del poder y de la mala política peruana. Cuando trabajaba en radio aprendí que su principal función es entretener, educar e informar. Esa esencia fue trasladada a mi libro.      

¿Más allá de la ficción ves un mejor futuro en la política peruana?

Claro que no. Siempre pregunto en mis publicaciones qué cambia para bien en la sociedad para que cambie la política y el manejo del Estado. Y la respuesta es obvia: Nada. Los electores eligen mal, ganados por sus pasiones, por odios.  Además, con la anemia presente en el 50% de los niños, nos espera una sociedad cada vez sin desarrollo cognitivo suficiente para mejorar.  

¿Fuiste en algún momento fiel militante de alguna utopía política?

No he sido militante porque no recuerdo haber firmado padrones de militantes. Si he sido activista aprista en la universidad. Abandoné esa posición poco antes de acabar mis estudios. Volví al activismo después del 2000, cuando la persecución toledista se hacía descarnada y el fujimorismo se desbandaba. Como se cuenta sobre las catacumbas apristas me uní a un microscópico grupo clandestino. Desde entonces, hacemos esfuerzos por valorar todo lo logrado en los noventas. Después, ese microscópico grupo creció y volvieron los pesos pesados y oportunistas, y es cuando vuelvo a abandonar el activismo. Trato de ser ahora fiel militante de la letra y la palabra bien escrita y dicha, amparada en los hechos y no en las interpretaciones antojadizas.      

¿Qué mensajes nos puedes compartir para la juventud desde la lectura de tu novela?

Pocos jóvenes leen. Vender o regalar un libro no significa que será leído. Me apena cuando comparto con ellos y veo su escasa preparación en cuestiones políticas y sociales. Peor aun cuando los sonsonetes son repetidos como santas palabras. Es el resultado de la nula docencia social y política, la tarea de los partidos. Quisiera que esa “generación de cristal”, en un momento de iluminación, vea con buenos ojos mi novela. 

¿A qué personaje histórico admiras?

A Jesús, siendo el hijo de Dios y hecho hombre, es un personaje histórico único.

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Cultura

Martha Galdos, una voz en el espacio interior

Una entrevista realizada por Rodolfo Ybarra

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Martha Galdos es una cantante peruana de jazz y World music que vive y triunfa en Sao Paolo-Brasil. Ha trabajado con el artista portugués Luis Represas y el guitarrista de Amy Winehouse: Robin Banerjee; así como con el percusionista de Chick Corea y Esperanza Spalding: Richie Barshay. En 2016 representó al Perú en el Panamá Jazz Festival. Su canto se caracteriza por una voz melodiosa con matices agudos y un dominio escénico performático e hipnótico. Además de pertenecer a una familia de artistas, el pintor Enrique Galdos Rivas y la también cantante Blanca Galdos. Aprovechamos su presencia en Lima para hacerle esta entrevista sobre su canto y el trabajo de la voz.

-Cuéntanos, por favor, cómo ha sido tu evolución desde tu primer álbum Respiraré.

Respiraré representa la primera bocanada de aire como una creadora además de intérprete. Desde ya poder apropiarse de un tema, entenderlo y sentirlo es un desafío. Contamos en la historia con grandes intérpretes cuya versión de una música quedó para la posteridad. En mi caso fue atreverme a realizar arreglos musicales muy distintos a los originales. Para dar un ejemplo, un vals criollo en portugués (“Inocente amor” se la canté por teléfono a la propia Alicia Maguiña, que recibió bien la propuesta), un samba-jazz en festejo-jazz, entre otros. Hasta ahí hablamos de género o estilo musical. Siempre me llamaron la atención los arreglos complejos con ciertos desafíos vocales y las voces “trabalenguísticas”. Desde entonces, mi exploración personal fue hacia el lugar de la composición y la necesidad de expresar mi esencia desde la autenticidad, incluyendo la poesía.

-¿Cómo te ha ido con Aya T’ica?

Aya T’ica (flor ancestral o flor sabia en quechua) es una canción contemporánea latinoamericana con un significado universal: abrazar la vida, sentir la pulsión de ella. En esa búsqueda de una sonoridad propia, surgió un concurso por el Bicentenario de Chabuca Granda y decidimos participar. Entonces, al compartir algunos ingredientes como el landó, o el merengue venezolano (no es el dominicano, es un ritmo pegajoso pero diferente), Dante Ozzetti creó una música que evoca ancestro con un motivo constante en el bajo y percusión, una especie de shamanismo distintivo, y llamó a un letrista amazónico Joõazinho Gomes. Él encontró esa asociación entre el nacimiento del Rio Amazonas y Chabuca, ambos en Los Andes Peruanos, lo cual va trayendo una poesía epopéyica que asocia al Rio de Rios con la lágrima del Creador. Mi versión en español alimenta con otros términos como Altomisayuq o “sacerdote andino”. Lo que en portugués se denomina “Pajé”. La canción consta de tres partes y parece que hablará de los siete días de la creación y termina con la estrella de Belén. Las personas me preguntan “qué ritmo es” y me encanta no tener la respuesta.

El videoclip es otro viaje aparte (literalmente). Grabado con Iphone, una parte en el lecho de un río amazónico en Brasil durante la pandemia, con escenas de la Amazonía peruana y una parte en São Paulo, donde todo comenzó y desde donde evoco esa conexión con la naturaleza de la cual somos parte.

-El trabajo de la voz cantada implica un entrenamiento especial, cómo así también haces doblajes, imitaciones y hasta stand comedys. Esto es un don o es trabajo programático y esforzado.

Desde niña siempre tuve curiosidad y condición natural para imitar. En ese sentido podríamos señalarlo como un don. Ello me llevó a entender con el tiempo que es una facilidad para la profesión de locución y doblaje. Nunca he sabido contar chistes ni ser rápida para responder o ser sarcástica. Pero puedo imitar con facilidad una cantante, o contar un diálogo e imitar los gestos, voz e incluso asuntos que tocarían las personas que imito. Ahora soy clown en formación y sigo llevando cursos para poder estructurar mejor mis puestas en escena como stand up comedy. Son varios recursos, pero me gusta contar con una dramaturgia y un laboratorio para poder pulir y maximizar esas capacidades. De todos modos, este “don” me acompaña en mis shows, en mis trabajos y vida cotidiana.

-Este 18 de mayo te presentarás otra vez en Lima con el proyecto que has denominado “Volviendo”, cuéntanos al respecto. ¿Dejarás São Paulo para vivir en Lima?

Volviendo está en gerundio, porque volver a un país, a un lugar, toma un tiempo. Si bien regreso a mi tierra de nacimiento, fueron cinco años ininterrumpidos en Brasil. Siento que nunca dejaré de ser de alguna forma brasileña en parte. Al mismo tiempo nunca me sentí una peruana típica. Me siento del mundo, y creo que, dentro de nuestro propio país, que tiene pocos siglos de formado, hay varias nacionalidades, y me gustaría permearme más de ellas. Soy practicante de la “interculturalidad”. He decidido sí, que mi base sea Lima por ahora, sin que eso sea limitante para en un futuro poder trabajar algunas temporadas en otras latitudes. Los medios de comunicación actuales y la internet nos permiten ahora esa conectividad también.

“Volviendo” será una tertulia musical que tendrá dos partes, la primera con canciones escogidas vinculadas a mis viajes y exploraciones y una segunda donde compartiré composiciones, y con historias personales entre tanto y tanto. Les invito a mi universo ecléctico y a poder abrazarnos todos con la voz y las melodías que vendrán.

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Cultura

Eloy Jáuregui en su lugar

Eloy hizo del Queirolo su segundo hogar. Allí prácticamente habitó desde los años 70 con sus amigos poetas de HZ, según me lo recordó Oscar Queirolo. Allí yo solía encontrarlo, las veces que nos citábamos, en los últimos 20 años.

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Por: Edwin Sarmiento.

La fotografía de casi un metro de alto, de nuestro amigo Eloy Jáuregui, ya reposa en el lugar exacto que él quiso estar, en el Queirolo de sus amores, ubicado en la esquina de Quilca con Camaná, en el Cercado de Lima. Con el entusiasta auspicio de Oscar Queirolo, propietario del legendario restaurante-bar y la presencia de poetas del movimiento Hora Zero y de los miembros de la Tertulia del Chivo Castillo, fue develada la fotografía, por los periodistas Domingo Tamariz y Edwin Sarmiento. El rostro del poeta y prolífico cronista de impecable estilo había sido cubierto por una manta ayacuchana como expresión cultural de todas las sangres, como apuntó el poeta de HZ, Fernando Obregón. La ceremonia fue sencilla, pero de mucha calidez humana. Fue a la hora en que el lugar empezaba a poblarse por los comensales habituales del centro de Lima. Tamariz y Sarmiento recordaron pasajes de vida compartidos con el poeta, escritor, y cronista fecundo, compartidos a lo largo de casi medio siglo de trabajo periodístico, en distintas redacciones de la capital. Eloy fue un cronista muy querido por sus amigos, pero también visto con recelo por los envidiosos que no faltan. Él solía disfrutar, sin embargo, de unos y de otros. Para pintar al personaje que nos dejó los primeros días de enero del 2024, comparto las palabras de un amigo común, del poeta Miguel Silvestre, quien lo recuerda así:

En la redacción, en los almuerzos, en las enajenadas noches de bohemia dura, Eloy mostraba vereda y piso recorridos, lecturas y gusto omnívoro por la cultura. Leía de todo (su padre Néstor tenía un kiosco de libros en el Parque Universitario, y su mamá Juana lo alimentó con música criolla y tropical); lo oí en múltiples ocasiones hablar de Guillermo Cabrera Infante, José Lezama Lima y lo barroco; lo mismo que de Gabriel García Márquez, José María Arguedas, el Inca Garcilaso de la Vega o Guamán Poma de Ayala. Y en algunas ocasiones en los bares, en medio de los transportes y elevaciones de las bebidas, recordaba a César Vallejo de Intensidad y Altura en Poemas Humanos y decía: “Quiero escribir, pero me sale espuma, (…)/Quiero escribir, pero me siento puma; (…)”. Y seguíamos chupando. Amaba la música criolla, la música cubana, la música andina. Era un cultor de la salsa dura, el bolero, las diferentes vertientes de la mencionada raíz cubana.

Tenía su saoco para bailar. Paso chiquito, con elegancia, como se hace en la salsa de verdad. Y también le daba al canto. En medio de las conversaciones, hilando con el tema, metía a veces un bolero, un vals o un son, o un tema de Benny Moré. En los 80, después del cierre de edición, podíamos estar en el Pilsen de Jesús María, pasar a Las Pancitas de Quilca, el Queirolo del centro, la Máquina del Sabor de La Herradura, y terminar en la esquina de Abancay con Grau, en un restaurante con ventanales inmensos donde había unos lomos al jugo y unas chitas al vapor inconmensurables. Y harta chela. En ese momento, podían dar las 7 de la mañana. Y a las 9 a. m. o clock todos ya estábamos listos (y duchados) para un día más en la redacción. Siempre la música ha acompañado a Eloy Jáuregui. La Sonora Matancera, Benny Moré, Olga Guillot, Los Embajadores Criollos, Los Shapis, Chacalón, La Flor Pucarina, la Fania, Willie Rosario, Ray Barreto, Ángel Canales, Héctor Lavoe, Rubén Blades, Justo Betancourt, Irakere, Van Van. Manolito Simonet, Isaac Delgado, y un larguísimo etcétera.

Eloy hizo del Queirolo su segundo hogar. Allí prácticamente habitó desde los años 70 con sus amigos poetas de HZ, según me lo recordó Oscar Queirolo. Allí yo solía encontrarlo, las veces que nos citábamos, en los últimos 20 años. Ni los niños pirañas que atacaban en mancha por la calle Quilca y aledaños en los años 80, ni los apagones de todas las noches que los terroristas ocasionaban en Lima, ni la ausencia de sus amigos poetas, músicos, artistas y periodistas que fueron dejando el Queirolo en esos años aciagos, hicieron que Eloy dejara de ir a este lugar que para él representaba la vida misma. Por esos años su amistad con Oscar Queirolo creció y se robusteció, tanto que cuando el poeta cayó postrado, al borde de la muerte, atacado por el Covid-19, Oscar le llevaba a su casa un buen sancochado, para que su debilitado cuerpo se recupere, según me decía Eloy. Para recrear la relación de Eloy con el Queirolo de Quilca con Camaná, voy a compartir pasajes de una crónica escrita con la belleza y frescura que da la edad de un grupo de estudiantes del Quinto Ciclo de periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas:

El movimiento artístico que reunía poetas, músicos, narradores y demás integrantes de Hora Zero tenían dos hogares: la vivienda de cada uno y el Queirolo. Era su paradero ideal. Óscar Queirolo, el actual propietario del restaurante-bar junto con sus hermanos, jamás los olvidará. Eran chicos de 20 años, muchos de origen provinciano, que iban todos los días al bar, con o sin dinero; pero siempre terminaban con un cuba libre y otros piqueos en su mesa. ¿Recitaban en público? Casi nunca. Siempre a un miembro de Hora Zero le tocaba invitar. Eloy Jáuregui, Miguel Burga, Carlos Ostolaza, Jorge Pimentel, Tulio Mora y muchos otros artistas llegaban al bar al mediodía y tras acalorados debates de política, poesía, películas y libros se retiraban antes de la puesta del sol. Óscar y Eloy recuerdan que en el bar no se escribía; en el bar se debatía.

La familia Queirolo, dueña del bar, tiene raíces en Génova, Italia. En 1920, se abrió el local con el nombre La Florida. Recién en 1958, con el padre de Óscar como dueño, se cambió al nombre actual: Bodega Queirolo. Desde ese entonces, se ha puesto mayor énfasis en la venta de tragos y comidas para dejar completamente de lado los abarrotes. Ahora, Óscar y sus hermanos son los propietarios. El Queirolo es un templo de la sabiduría, no del alcohol. «En los bares de Lima de mediados del siglo XX uno conversaba, codo a codo, con grandes intelectuales de la época como Pablo Macera, Luis Lumbreras, Martín Adán y Raúl Porras Barrenechea, y así uno se formaba una concepción del país», dice Eloy Jáuregui. El cronista tuvo dos escuelas en la década de los 70: la Universidad Mayor de San Marcos y el bar Queirolo. Del primero no se acuerda nada; del segundo, casi todo. Los poetas de Hora Zero aprendieron de literatura, arte y política en un bar que no te hacía perder la conciencia.

En el acto de develación de la fotografía de Eloy, se hicieron presentes los miembros de la Tertulia del Chivo Castillo, Domingo Tamariz, Justo Linares, César de los Heros, Mariano Bailón, Henry Aragón, Edwin Sarmiento y los poetas Fernando Obregón y Hernán Flores.

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Cultura

Contraloría detectó graves irregularidades en contratación de Joinnus

El contundente Informe de la Contraloría halló irregularidades cometidas por los funcionarios Teresa Zenaida Quiroz Silva, José Antonio Vargas Oropeza y Walter Santos Galdós Morales, de las oficinas de Administración y Abastecimiento del Ministerio de Cultura. Asimismo, se recomendó a la ministra Leslie Urteaga que realice el deslinde de responsabilidades correspondientes.

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Tras las diversas denuncias del presunto lobby que se habría realizado desde el despacho de la ministra de Cultura Leslie Urteaga Peña para favorecer a la empresa Joinnus de Credicorp, y tras los informes reveladores del Órgano de Control Institucional adscrito a la Contraloría General de la República, que evidenciaron graves irregularidades en el servicio de la venta de entradas a Machu Picchu y tras el informe de Osce, que confirma que el contrato firmado con Joinnus fue irregular; por lo visto, la Contraloría continúa hallando más perlas negras en dicha contratación.

El informe de Control Específico N° 015-2024-2-5765-SCE ratifica que la contratación de servicios de la empresa Joinnus es irregular, porque luego del riguroso trabajo del Órgano de Control Institucional, se halló hechos irregulares precisamente en la contratación de servicios para la venta de boletos electrónicos para el ingreso a 23 espacios culturales.

¿Cuál fue específicamente el hecho irregular?

El Ministerio de Cultura contrató el servicio de gestión de venta de boletos electrónicos para la entrada a 21 espacios culturales, mediante dos órdenes de servicio, por montos que no superaran las 8 UIT, considerando un valor estimado que comprendía únicamente el servicio de alquiler de la plataforma tecnológica y la gestión de pagos, sin contemplar el importe estimado por comisiones de dicha venta, que implicaba ejecutar procedimientos de selección en el marco de la Ley de Contrataciones del Estado y además se suscribió una adenda para incluir 2 espacios culturales, a pesar de no contar con debido sustento, afectando de esa manera la legalidad de un procedimiento administrativo, limitando así la participación de otros postores.

Aquel servicio de control especifico comprendió el periodo de 1 de junio de 2023 al 31 de enero de 2024 y corresponde al análisis de la documentación desde el requerimiento de gastos de servicios presentado por la Oficina General de Administración, hasta la emisión de las órdenes de servicios n° 03480-2023-S del 4 de agosto de 2023, y la n°04938-2023-S del 18 de octubre de 2023; la revisión y análisis de la documentación que sustenta la suscripción de las Adendas n° 1 y la n° 2, del 7 de noviembre de 2023 y 19 de enero de 2024, respectivamente, y finalmente, a la Contratación realizada con la Orden de servicio n° 003480-2023-S; así como la documentación existente en los archivos de la sede principal del Ministerio de Cultura, en San Borja, Lima.

Informe de Contraloría deja sin piso a ministra Leslie Urteaga Peña.

Los 21 inmuebles prehispánicos, museos e instituciones Museables que obtuvieron recaudación por venta de boleto electrónicos son:

En Lima, El Museo de Arte Italiano, Monumento Arqueológico y Museo de Sitio de Pachacamac y el Monumento Arqueológico Caral-Supe.

En Ancash, el Monumento Arqueológico Chavín de Huántar y el Museo Nacional Chavín.

En Cajamarca, el Circuito Turístico Urbano comprendido por el Cuarto de Rescate, la Iglesia de Belén, el Museo Arqueológico y Etnográfico del Conjunto Monumental Belén. También el Sitio Arqueológico de Ventanillas de Otuzco y el Monumento Arqueológico Cumbe Mayo.

En Ica, el Boleto Turístico Parcia Aéreo de las Líneas y Geoglifos de Nazca, la Torre Mirador Líneas de Nazca y el Museo Arqueológico Tambo Colorado.

En Puno, el Monumento Arqueológico Sillustani, el Monumento Arqueológico y el Museo Lítico de Pukara.

En Lambayeque, el Museo Tumbas Reales de Sipán, el Monumento Arqueológico y Museo de Sitio Túcume, el Monumento Arqueológico Nacional Bruning y el Museo Nacional de Sicán.

En La Libertad, el Complejo Arqueológico y Museo de Sitio de Chan Chan, y el Complejo Arqueológico Huacas del Sol y la Luna-Moche. 

y en Ayacucho, el Sitio Arqueológico de Intihuatana-Pomacocha y el Museo Yacimiento Arqueológico y Museo de Sitio Wari.

El total de recaudación en estos 21 espacios culturales, dependencias del Ministerio de Cultura durante el 2022 fue de S/8 186 203.20. A partir del cual la comisión de control realizó el calculo proyectado con el porcentaje estimado de 4,2% de comisión ofertada por Joinnus SAC, obteniendo el importe de 343 820.53, por cierto, un monto que resulta de 8 UIT (39 600 soles); y ese gasto por comisiones de ventas no fue incluido como criterio para la determinación del valor estimado de acuerdo a los TDR.  

Cuadro n° 5 (Recaudación por venta electrónica de boletos de 21 espacios, durante 2022)

Adenda incluyó dos espacios culturales adicionales en Kuélap y Cusco

El 07 de noviembre de 2023 el director de la OAB/Mincul, Walter Santos Galdós Morales en representación del Ministerio de Cultura y la empresa Joinnus SAC suscribieron la Adenda N°01 a la Contratación realizada por servicio de implementación de Plataforma Tecnológica Virtual para los Visitantes de Bienes Inmuebles Prehispánicos, con el fin de modificar el punto 8 “Plazo y Lugar de ejecución del servicio”. Y en la misma se establece que: Adicionalmente, el servicio contratado se ejecutará en los siguientes sitios culturales:

-Kuélap

-Cusco, al cual se considerará una comisión de 3.9% y para los demás espacios culturales se mantiene el 4,2%.

De acuerdo a las necesidades del Ministerio de Cultura se podrá ampliar el servicio de la implementación de la plataforma digital a otros espacios culturales, previa comunicación de la Oficina de Administración, de ser el caso.

Conclusiones

Como resultado del servicio de Control Especifico a Hechos con Evidencia de Irregularidad practicado al Ministerio de Cultura, el órgano de la Contraloría concluye lo siguiente:

Que los funcionarios de la Oficina General de Administración y Oficina de Abastecimiento del Ministerio de Cultura, tramitaron la contratación de dos servicios vinculados con la gestión de venta de boletos electrónicos para la entrada a 21 espacios culturales, los cuales fueron formalizados  como contrataciones menores o iguales a 8 Unidades Impositivas Tributarias (UITs), mediante la emisión de 2 órdenes de servicios del 4 de agosto de 2023, y a su vez la Oficina de Abastecimiento determinó el valor de dicho servicios sin tomar en cuenta como criterio adicional el porcentaje de la comisión por entrada vendida y transacción efectuada, a pesar que ambos conceptos son fondos públicos.

Recomendación

A la señora Ministra de Cultura realizar las acciones tendentes a fin de que el órgano competente efectué el deslinde de las responsabilidades que correspondan. En especial a Teresa Zenaida Quiroz Silva, Directora del sistema Administrativo IV de la Oficina General de administración; José Antonio Vargas Oropeza Director del Sistema Administrativo III de a Oficina de Abastecimiento de la Oficina General de Administración y Walter Santos Galdós Morales Director del Sistema Administrativo III de la Oficina de Abastecimiento de la Oficina General de Administración.  

Con este contundente informe se concluye que la contratación de la empresa Joinnus se realizó de manera irregular. La ministra de Cultura Leslie Urteaga deberá explicar porque se buscó beneficiar a la empresa de Intercorp.

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Cultura

Chicha y ron, una historia de chanchos

Dramaturgia y dirección de Patricia Montero

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El Centro Cultural de la Universidad del Pacífico y LA FLECHA estrenarán el próximo sábado 04 de mayo la obra de teatro para toda la familia Chicha y ron, una historia de chanchos, dramaturgia y dirección de Patricia Romero, con un el elenco conformado por Claudio Calmet, Pedro Pablo Corpancho, Joaquín Escobar, Valquiria Huerta y Astrid Villavicencio.

Chicha es un cerdito que sueña con ser nadador. Un día, Chicha salva a una gallina de morir ahogada, lo que hace que se corra el rumor de que es un prodigio de la natación. La noticia llega a oídos de Ron, un cerdo que lidera la revolución porcina contra la opresión humana. Ron decide liberar a Chicha de su cautiverio y llevarlo a participar en un concurso de natación. Su plan es que Chicha gane el primer premio y demuestre al mundo que los cerdos son dignos de respeto. Chicha emprende una aventura junto a Ron. En el camino, se encontrarán con muchos obstáculos, pero también con grandes aliados. Por un lado, conocerán a Titino, un simpático perrito que les ofrecerá su piscina para que Chicha pueda entrenar. Pero también tendrán que enfrentarse a Fifí, una gata malvada que hará todo lo posible por sabotear su plan. ¿Podrá Chicha cumplir su sueño? ¿O se rendirá ante las dificultades y los peligros?

“Dirigir esta obra ha sido un viaje precioso. Los actores han dado vida a personajes entrañables que conducirán a los niños a vivir divertidas aventuras. Usando la creatividad, transformamos objetos simples en montañas, túneles y piscinas. Utilizamos títeres y teatro de sombras para transportar a los pequeños a diferentes lugares en un abrir y cerrar de ojos. Los personajes cantan en vivo, y sus pegajosas canciones harán que los niños quieran bailar y cantar junto con ellos. Hemos creado un universo muy divertido con un hermoso mensaje, para que grandes y chicos se enternezcan y disfruten al máximo”, nos comenta la directora y dramaturga Patricia Romero.

Con este montaje, Centro Cultural de la Universidad del Pacífico inicia la temporada 2024 para toda la familia. Chicha y ron, una historia de chanchos se presentará en el Teatro de la Universidad del Pacífico, ubicado en el Jr. Luis Sánchez Cerro 2121, Jesús María. Las entradas están a la venta en Joinnus. Las funciones son los sábados y domingos las 4:00 p.m. Estacionamiento gratuito sujeto a disponibilidad.


INFORMACIÓN IMPORTANTE

  • CHICHA Y RON, UNA HISTORIA DE CHANCHOS
    Dramaturgia y dirección: Patricia Romero.
  • ELENCO: Claudio Calmet, Pedro Pablo Corpancho, Joaquín Escobar, Valquiria Huerta y
  • Astrid Villavicencio.
  • Temporada: del sábado 4 de mayo al domingo 21 de julio. 
  • Días de función: sábados y domingos a las 4:00 p.m.
  • Lugar: Teatro de la Universidad del Pacífico (Jr. Luis Sánchez Cerro 2121, Jesús María).
  • Venta de entradas: Plataforma web Joinnus exclusivamente. Boletería no disponible en el teatro.
  • Link de venta: 
  • https://www.joinnus.com/events/theater/lima-chicha-y-ron-una-historia-de-chanchos-60922
  • Preventa: hasta el 3 de mayo. Válida para las funciones del 4 al 26 de mayo.

PRECIO PREVENTA: 

Adultos: S/35.00

Estudiantes y niños: S/20.00

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Cultura

Lomas El Mirador, trekking, rapel y aventura en un lugar que espera ser redescubierto por todos los turistas en SJL

Un lugar autogestionado por sus propios vecinos que de la mano de Jorman Cabello ofrecen en las lomas horas de aventura extrema en medio de la naturaleza.

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Verano, cae la tarde en el distrito más poblado del país. Quinientos años antes los habitantes de la serranía surcaban caminos empedrados y agrestes llevando productos típicos de las alturas, hasta llegar a lo que hoy son conocidas como las lomas El Mirador, para luego seguir su camino cuesta abajo. En lo alto, donde ahora se levanta una torre de electricidad, el antiguo hombre observaba por el Este la vastedad del valle de Lurigancho (o Rurincancho, como se conocía antes de la colonización), llena de vegetación, bosques y riachuelos; y por el Oeste el mar recibiendo a un anaranjado sol. Esa espectacular vista ahora ha variado en uno de sus lados; hace como quinientos años, desde lo más alto de la ciudad el aventurero aún puede contemplar el más bello y sonrojado atardecer, divisando a lo lejos los barcos y a los aviones elevándose por encima de las nubes.

Durante los siglos y decenios el ser humano se ha encargado de ir transformando lo que antes era espacio y dominio de la naturaleza, de los animales silvestres y del fluir del agua que caía libre de las quebradas de ese distrito. Mantener uno de los pocos espacios naturales resulta una batalla titánica, ya sea por los invasores de terrenos, por una ciudad que poco a poco va creciendo de manera frenética y acelerada, pero que en cada estiramiento ignoran lo que antes ahí había. Afortunadamente existe la organización ambientalista “Haz tu mundo verde”, en cooperación de todos los vecinos de las lomas El Mirador, se encargan, contra viento y marea, de preservar ese mágico lugar oculto por el tiempo y también por sus autoridades, limpiando la zona de desechos, llenándola de color, y sobre todo difundiendo para que no solo los vecinos de San Juan de Lurigancho (SJL), sino también turistas nacionales y extranjeros, vayan a conocerla.

Durante mi última visita a las lomas tuve la oportunidad de conversar con Jorman Cabello Arzapalo, director general de la organización ambientalista, quien muy amablemente me contó sobre la historia del distrito, el compromiso que tiene por conservar las lomas, y los proyectos a futuro que se vienen, eso sí, todo a favor del propio vecino luriganchino.

En primer plano, Jorman Cabello, y de fondo el distrito de SJL.

Desde lo alto de una gigantesca piedra, donde se ubica uno de los extremos del puente colgante que puede ser disfrutado por todos los visitantes, Jorman nos ve subir con esfuerzo la gran escalinata colorida construida por todos los vecinos. Ya en el primer punto, nos va explicando la importancia que tenía ese pasaje natural en la antigüedad, sobre el paso de los chivateros, las huacas olvidadas por el Ministerio de Cultura pero que antes eran centros administrativos, religiosos, o de recolección de los Rurincancho; el esfuerzo que viene realizando, junto con historiadores, antropólogos como Julio Abanto, y muchos ambientalistas en dotar de identidad al nuevo habitante de SJL, haciéndoles conocer la historia del distrito para que de alguna manera se vayan borrando prejuicios.

Así como las lomas de Lachay (Huaura) o de Lúcumo (Pachacamac), las lomas El Mirador (ubicada entre el límite de SJL y El Rímac) ofrece un día lleno de aventura y deporte extremo, pues los visitantes pueden realizar una buena y extensa caminata por las lomas, apreciando el atardecer durante la temporada de verano o caminando entre la vegetación en invierno, para luego animarse a cruzar por el puente colgante; o para los más intrépidos también existe la opción de hacer rapel.

Para llegar a las lomas El Mirador el visitante puede bajar en la estación del tren ‘Los Postes’ y de ahí tomar una moto que les lleve hasta la misma puerta que da inicio a la caminata, en el pueblo joven Nuevo Perú. Para mayor información y reserva de entradas para una visita guiada al número: 977 694 111.

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