Por Rafael Romero
Los medios de comunicación han puesto al final del año más atención en lo que pasa dentro de la cancillería del Perú. Y esa es una agenda informativa no solo recomendable sino sustantivamente legítima.
El tema del megapuerto de Chancay; la reciente cita del Foro APEC, con el Perú como país anfitrión; el conflicto del Estado versus el financiamiento extranjero de las ONG; el hijo de la presidenta Dina Boluarte laborando en un buen cargo diplomático, nada menos que en la sede de las Naciones Unidas, y peor aun cuando su enamorada asume similar puesto burocrático dorado en Nueva York, y acaso será la futura nuera de la actual inquilina de Palacio de Gobierno.
Bajo ese trajín tampoco pasa inadvertido el caso del embajador José Jesús Guillermo Betancourt Rivera, quien hasta hace tres meses representó al Perú en la República Árabe de Egipto, con desempeño simultáneo ante el reino Hachemita de Jordania y la República Árabe Siria. Todo esto terminó abruptamente el 10 de setiembre del 2024 con la Resolución Suprema N° 151-2024-RE, obviamente firmada por Dina Boluarte y el ministro de Relaciones Exteriores Elmer Schialer.
Es más, según Ricardo Mc Cubbin (INFOBAE), el país africano incluso agradeció a la Cancillería peruana por la remoción del referido diplomático, hecho que en la práctica de la política internacional equivaldría a una declaración de “persona non grata”.
Así, para un periodista, los hechos y los protagonistas son lo esencial para investigar, informar y opinar. Es más, ante la solicitud de una reunión formulada por parte del principal protagonista de esta historia (el embajador Betancourt), invitación enviada amablemente a mi persona, debo decir que solo he respondido planteando preguntas periodísticas de rigor, primando antes que cualquier reunión personal el ahondar en la verdad de las causas que motivaron la Resolución Suprema N° 151-2024-RE.
No obstante, pese al entusiasmo inicial de dicho protagonista de esta noticia (el embajador Betancourt) por platicas de café, las respuestas a mis preguntas formuladas todavía son esquivas y han pasado los correos y los días sin contar hasta ahora con la versión de un embajador de la talla y calidad de José Betancourt, todo esto dentro del marco del interés público por saber y conocer qué pasó realmente en Egipto y qué fue lo que determinó su retorno apresurado desde El Cairo a Lima, más allá de las versiones egipcias de que se portó mal con algunos de sus funcionarios gubernamentales.
No obstante, casi al final del 2024, este caso ya trascendió a su persona e involucra a toda la Cancillería, por lo que esta semana hemos solicitado por conducto formal y oficial, a través del señor Eric Anderson Machado, Secretario General del ministerio de Relaciones Exteriores, y de la señora Liliana Isabel Carrasco Pérrigo. Jefa de la Oficina General de Comunicación, las respuestas del embajador Betancourt Rivera o en su ausencia las del señor Elmer Schialer Salcedo, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.
Las preguntas, que registraremos en los siguientes párrafos, serían importantes de contestar en provecho de la transparencia y de un Ejecutivo abierto o tolerante, sobre todo serían doblemente esclarecedoras para el público lector y la opinión pública. Este es el cuestionario frente al caso Betancourt:
1.- ¿Por qué estuvo en el cargo solo dos años? ¿Pudo haber sido más tiempo como otros embajadores que están cuatro, cinco o más años en representación del Perú?
2.- ¿Es cierto que la embajada de Egipto en Lima emitió una nota donde agradece a la Cancillería peruana por su retiro de El Cairo?
3.- ¿Podría decirse que una nota de ese tipo equivale a declararlo “persona non grata”?
4.- ¿Una Resolución Suprema como la N° 151-2024-RE, del pasado 10 de setiembre, debió de explicar el motivo de su retiro de El Cairo y de su retorno a Lima?
5.- La prensa informó entre setiembre y octubre pasados acerca de su retiro como embajador del Perú en Egipto, señalando que la causa fue el comportamiento que usted tuvo con las autoridades egipcias. ¿Qué fue lo que pasó realmente?
6.- ¿Considera que el canciller Schialer decidió retirarlo antes para no dañar las relaciones bilaterales peruano-egipcias? Además, su nombre hasta el día de hoy aparece en el portal web de la Cancillería como “Jefe de Misión – Embajada del Perú en Egipto”. ¿Atribuye esto a un simple error de trámite informático digital del Ministerio de Relaciones Exteriores?; y
7.- ¿Vuestro retiro de la embajada peruana en Egipto fue intempestivo? Por lo mismo, ¿ello implicaría la apertura de un proceso administrativo disciplinario que aclare todos los puntos de este caso?
Estamos seguros que desde Lima Gris formulamos un periodismo que, sin duda, contribuye a hacer más eficiente el servicio diplomático, en particular, y más efectivo todavía el trabajo de la administración pública, en general; y mucho mejor cuando la presidenta Boluarte dirige la política exterior y a cada rato recuerda que vivimos en un Estado Constitucional de Derecho, existiendo plenas garantías impartidas por la PCM en respecto del ejercicio periodístico y acorde con la normatividad para la integridad, la ética pública y la transparencia.
Schialer todavía está a tiempo de marcar la diferencia frente a sus antecesores, contra el silencio cómplice, el blindaje y la política del avestruz.