Por Rafael Romero
La población y en concreto el elector tienen el derecho de recibir verdades. La otra cara de la moneda es que el ciudadano no se deje engañar.
En ese contexto, una premisa imprescindible y de primer orden es que los partidos políticos en el Perú, salvo el Partido Cívico OBRAS, no están haciendo su tarea de prepararse con absoluta conciencia y transparencia para los retos y los problemas globales del presente.
Partido político que vaya a las próximas elecciones generales en Perú, sea el 2025 o el 2026, sin antes haber realizado un sesudo y profundo análisis de la coyuntura internacional, sencillamente va muerto; pero acaso eso no sea lo más grave, sino que encima, con su ignorancia o desidia, terminará finalmente traicionando a la patria y a los electores. Y eso ningún peruano pensante lo quiere; por tanto, elijamos bien.
De todos los líderes de los partidos y frente a sus potenciales candidatos, no veo -salvo el caso de Ricardo Belmont- que alguien tenga una lectura clara o voluntariosa del escenario mundial en sus más diversos capítulos. Por ejemplo, una visión del latinoamericano; del devenir continental americano (con EE.UU. presente como potencia mundial en dificultades); del bloque occidental (incluyendo a las Europas); y del plano intercontinental frente a los hegemones de Rusia, India y China.
La segunda premisa es que un auténtico partico político peruanista, y el Partido Cívico OBRAS lo es, no puede soslayar darle la importancia, la tribuna y la proyección a la gran carga totalizadora o civilizadora de nuestros antiguos peruanos y ancestros.
En este aspecto, el aporte de los Andes tiene que ser bien comprendido y ello implica revisar, adherir y destacar la cultura inca, la cultura peruana andina y su gran presencia como una de las siete más grandes civilizaciones del mundo en los últimos cinco mil años de historia, junto a la caldeo-asiria, a la egipcia, la china, la griega, etc.
De manera que un elemento aglutinador y totalizador para los 33 millones de peruanos está en sabernos herederos de una cultura portentosa como la incaica, la que enriquecida por el aporte español hoy deberá a empezar a cumplir un rol protagónico mayor.
Es decir, hoy no se puede olvidar, menos renegar o ignorar, del legado de la civilización andina, de sus aportes a la ciencia, al arte, la cultura, la agricultura, la medicina, la ingeniería, etc.
Eso quizá nos da ventaja y sobre todo nos obliga dada la gran responsabilidad que nos corresponde para darle al Perú ese brillo que antaño lo tuvo con el imperio incaico; y así como hace 5,000 años, hoy el Perú debe prepararse para liderar, comerciar e interactuar con los países que también son herederos de grandes culturas.
Por lo pronto es y será un “leit motiv”, un “elan vital”, la renovadora relación que vamos a tener con China continental, a la luz del megapuerto de Chancay y de cara a Shangai.
Seremos una potencia portuaria y temas como ese deben ser materia de prospectiva, análisis y acción política respecto de otras experiencias, llámese frente a Rusia, Brasil, España, EE.UU., Inglaterra o el medio oriente. Por ello, volvemos al inicio de esta columna, es menester que nuestros líderes políticos conozcan dónde está el mundo y hacia dónde va.
Hoy más que nunca, ningún país es una isla, y no debe serlo frente a un mundo cambiante y dinámico, pues lo que pasa a 10,000 kilómetros puede ser más contundente para la vida peruana de lo que pasó a 100 kilómetros.
Por tanto, frente a los desafíos del ad portas segundo cuarto del siglo XXI, como las migraciones, el cambio climático, la inteligencia artificial, la energía barata o el armamentismo, no pueden ser materia de advenedizos ni de pillos que se han metido a la política con fines bajos y ruines.
Porque debemos poner término y punto final a quienes han depravado la política peruana en medio de los Rolex, de los Bentley o de encubrir a mafias que han tomado instituciones como el Ministerio Público, los gobiernos regionales o el propio Congreso de la República.
Aquél que quiera participar en las elecciones presidenciales y congresales tiene que tener muy claro cuál es el escenario donde transcurre la vida peruana y deberá estar a la altura de los retos y problemas del presente, pues de lo contrario, si no tiene el debido vuelo analítico internacional, va a seguir llevando el Perú a la deriva.
Nuestro país necesita a un político con una clara base humanista y con una filosofía sólida, capaz de encender los motores del Perú y llevarlo a los grandes logros de una nación madura, haciendo de nuestra patria un orgulloso referente y un gran líder mundial.
Eso no es difícil si todos los peruanos nos unimos contra las taras de los politicastros que han venido gobernando el país hasta hoy.