El Instituto Italiano de Cultura presenta esta exposición que consta de 40 fotografías poco difundidas, en lo que constituye un verdadero reportaje gráfico, que reúne las imágenes realizadas por el autor en tres viajes diferentes: en el año 1939 a Eritrea enviado como reportero por el Corriere de lla Sera; en 1941 durante la Guerra de los Balcanes y en 1856 a China.
Curzio Malapartes es un autor controvertido, novelista, periodista, en una ocasión director de cine, un representante ideal de esta figura de intelectual italiano poliédrico y multifacético. Sus textos han gozado de un éxito significativo en Sudamérica, área que visitó en los últimos años de su vida, y su punto de vista crítico es aún una referencia en el análisis de la primera y sobretodo de la Segunda Guerra Mundial.
En particular, esta muestra ofrece un retrato de la actividad de Malaparte como corresponsal extranjero y periodista de guerra. El hallazgo de los negativos de las imágenes que tomó en ocasión de tres diferentes encargos a partir del final de los años 30, ha permitido descubrir no sólo importantes materiales documentales, sino también un evidente talento por las imágenes de impacto notable.
Las obras forman parte de la colección del influyente periodista y crítico de arte Michele Bonuomo y la muestra contó con la curaduría de Marcovinicio de M.me Webb Editores y Guido Cristina de L’école des Italiens.
En su texto crítico Michele Bonuomo asegura “En tres momentos de su vida, Curzio Malaparte – escritor, periodista, polemista, “teórico político”, hombre de teatro y hombre de mundo – se convierte también en fotógrafo. En estas ocasiones demuestra tener algo más que muchos de los pintores, escultores, poetas, viajeros, arquitectos, cineastas e intelectuales reconocidos y admirados por su oficio, y que entran en la categoría de fotógrafos amateur. Si desde el punto de vista técnico puede incluirse en las ilustres filas de los aficionados (traducción del francés amateur), Malaparte no puede considerarse como tal en términos formales y de contenido, ya que siempre se ha revelado como un reporteroconsciente de la “veracidad” de las imágenes fotográficas al que no le incomoda la búsqueda del momento decisivo en que cabeza, ojos y corazón están en perfecta armonía.
Malaparte compagina máquina de escribir y cámara fotográfica por primera vezentre enero y abril de 1939, cuando el Corriere della Sera le envía a Etiopía para que relate en directo y sin demasiados excesos retóricos la italianización del Imperio y las expectativas de quienes buscan un “lugar bajo el sol”. El viaje dura algo más de dos meses. Sus reportajes se publicarán, no sin cierta polémica con el director Aldo Borelli, amonestaciones económicas, desapariciones repentinas y enfermedades reales o supuestas, entre el 4 de mayo – “a bordo” del barco de vapor Palestina relata la travesía de los nuevos colonos desde Nápoles hasta Massawa y Assaba – y el 7 de noviembre, fecha en que firma la última correspondencia desde Zendebur, en los cañones de Beresa.
Malaparte escribe 13 “artículos” en total para la tercera página del Corriere della Sera y toma cerca de cuatrocientas fotografías (prácticamente todos los negativos son de 4,5 por 6 centímetros; son pocos los negativos de 6 por 6 y 6 por 9 centímetros). “Estimado Borellone, por fin he regresado; estoy muerto de cansancio, hacía dos meses no tenía noticias de “su” corresponsal. “Como probablemente sabrás – continúa Malaparte – he realizado un recorrido realmente fascinante, en gran parte a lomos de una mula (primero con el 9° batallón Eritreo y después con los batallones 5° y 10°) por todo el territorio Amhara, desde el río Tekeze hasta Adís Abeba atravesando Goggiam, luego por Mens-Marabetie-Uorana y por el territorio Galla y Sidama hasta llegar casi a Magi. He participado en varios combates…. Y he conseguido una medalla al mérito militar. Lo que he visto y vivido es realmente apasionante, así como insólito en gran parte. Tengo en mi poder un documento fotográfico de gran valor (todas las fotografías son mías) sobre los combatientes, las regiones, los pueblos, etc.”.
En otras dos cartas hace alusión a la fotografía de forma más explícita. En el artículo que envía desde Adua, «Il Cristo di Axum» (publicado el 6 de enero en el Corriere), cuenta que fue a comprar rollos a la tienda de un fotógrafo italiano que hacía tiempo que trabajaba en la región del Tigray, y en el artículo «Allegria a Ghembevà» (14 de septiembre), al describir un combate entre Ascari y bandidos shifta, se lamenta de no haber podido cargar la cámara a tiempo para fotografiar a guerrilleros etíopes arreando un rebaño de bueyes.
La segunda oportunidad de hacer un auténtico reportaje fotográfico se le presenta durante la guerra en los Balcanes, donde de abril a mayo de 1941 y también para el Corriere della Sera, Malaparte cubre la derrota del ejército serbio y el avance de las tropas acorazadas alemanas. Entre el 10 de abril y el 9 de mayo redacta 12 artículos y toma una veintena de instantáneas en rollos con formato de Leica. En estos “artículos” tampoco se aprecia ningún amago de retórica, pero se acentúa – incluso más que en África – la deferencia hacia el dolor y la dignidad humana ante los desastres de una guerra que se vislumbra trágica para todos, tanto vencedores como vencidos.
La destrucción que ocasionan los bombardeos, los edificios arrasados, la destrucción de los puentes, los montones de escombros, el desconcierto de la gente, la naturaleza mutilada, los animales aniquilados y abandonados en las riberas de los ríos… preludian en imágenes las páginas más negras y sin esperanza de su novela Kaputt (1944). Se puede afirmar que, frente a los textos de la correspondencia escrita para el periódico, estas imágenes son los apuntes más vehementes y desoladores de aquellos días infernales que tres años después se plasmarán en una de las novelas más intensas de la época. Al mismo tiempo son imágenes que tienen vida propia: gozan de esa autonomía expresiva y narrativa que persiguen y captan los grandes reporteros en estado de gracia. Malaparte no tiene que responder ante nadie por estas fotografías, excepto ante una realidad que demanda contemplarse con los ojos bien abiertos.
El viaje a China que realizó en 1956 es la última oportunidad en que el escritor utiliza la cámara fotográfica. Las imágenes (hasta el momento son pocos los rollos descubiertos, de formato 6 por 6 y casi todos en color) son las más indolentes. A primera vista parecen instantáneas turísticas, distraídas, marginales, en las que “roba” miradas de niños o viejos en las abarrotadas calles de Pekín o registra un breve intervalo de cualquier momento o el enigma de un Buda eterno excavado en la piedra.
Uno tiene la clara sensación de que está observando el mundo por el rabillo del ojo. Tiene el corazón y la cabeza en otra parte. Quizá tenga la sensación de no disponer de tiempo suficiente para hacer las fotografías que otros esperan. Malaparte fallece antes de un año con cincuenta y nueve años de edad”.
LUGAR: GALERÍA DEL INSTITUTO ITALIANO DE CULTURA AV. AREQUIPA 1055, SANTA BEATRIZ
HORARIO DE LUNES A VIERNES DE 9 A 1 p.m. y de 3 a 7 p.m.
DEL 9 A ABRIL AL 21 DE MAYO