I.
La FIL Lima 2017 no tuvo ninguna intención de acercar la cultura y los libros a la gente excepto a todo aquel que pueda comprarlos y eso no puede ser celebrado de ninguna forma, sobre todo cuando los índices de lectura de la población son bajísimos y cuando la economía, y la suerte, a muchos les permite comer una vez al día con siete soles, es decir, con el costo de una entrada a una sola de las fechas del evento que cuestionamos.
II.
Entiéndase que una feria del libro es un fenómeno enteramente editorial y en esta era digital donde los buenos lectores echan mano de miles de “pdfs” gratuitos y libros virtuales que existen en el ciberespacio ya no debería llamarse feria del libro sino feria de las editoriales. El hecho de que ellas produzcan y editen libros “físicos” es solo un incidente sin mayor importancia. En este sentido, no veo por qué la gente se entusiasma tanto con la FIL Lima 2017.
III.
Este año se trajo a Richard Ford para nada. La Feria anterior presentó a Jean- Marie Le Clezio y lo mismo. Otros excelentes escritores extranjeros invitados Laurent Binet, Leonardo Padura, Alberto Chimal, Diamela Eltit – fueron desaprovechados en charlas más convenientes para insomnes crónicos que para gente que quiere estar despierta y con todos los sentidos aguzados en pos de la sorpresa, el entretenimiento y la inteligencia.
IV.
No se puede reconocer nada a esta Feria que sea distinto a un par de logros cuantitativos, pero estos no se deben estrictamente a la Feria sino al esfuerzo de las delegaciones invitadas tal cual fue el caso de la delegación mexicana y otras o a cada editorial responsable de su propio stand.
V.
En general, la FIL Lima 2017 fue, una vez más, el encumbramiento de la mediocridad limeña y eso no debe ser así, toda vez que Lima, es la capital del país y por dicha condición debe mostrar un registro de todas nuestras sangres, capacidades y talentos, no solo de nuestras mediocridades.
VI.
¿Qué habitantes de las provincias del país han tenido algún tipo de participación activa en este Feria, que sea distinta a la presentación de un libro? ¿Participaron en algún conversatorio o conferencia? ¿Acaso la inteligencia y el talento literario son facultades exclusivas de los habitantes de la villa tres veces coronada?
VII.
Debemos reparar en la ausencia de una convocatoria sostenida e igualitaria a los importantes escritores que habitan fuera de Lima. Si existe algún par de Vallejo, Churata u Oquendo de Amat, en este momento, de ninguna forma tuvo participación en la Feria. Eso es lamentable y debe remediarse.
VIII.
El elitismo moderado de la Feria es insoportable. Entradas caras. Libros caros, salvo los outlets y esto es. Si fuéramos muchachos aficionados a la literatura o, peor aún, escritores en ciernes, no nos acercaríamos a la Feria sino para deprimirnos.
Acaso, ¿es este un medio para fomentar la lectura en la gente? ¿No será solo un mero ejercicio de consumismo sinsentido, un mero gesto alienado?
IX.
El lugar destinado para la Feria, el Parque de los Próceres, es demasiado pequeño y no cuenta con la amplitud adecuada para la comodidad de los visitantes ni para una distribución adecuada de las salas y stands. En este punto, concordamos con la opinión generalizada, es decir que, es necesario hallar un lugar más adecuado, amplio y céntrico.
X.
Cuando alguien expresa que, “esta es la mejor FIL de la historia”, todo individuo de mente ágil recuerda a aquellos que defienden a Maduro y dicen, “pero ustedes no saben lo que era Venezuela antes de Chávez”. Lo malo que haya sido el pasado, no puede justificar o encumbrar las ligeras “mejoras” del presente.
XI.
Es lamentable que el ansia de reconocimiento y la vacua ambición – ya sabrá cada uno la dimensión de sus razones – no permita que más escritores critiquen este tipo de “oficialidad” cultural. Ya va siendo tiempo que, para el bien de la literatura peruana, los escritores nacionales “se quiten los antifaces y muestren sus afilados picos”.
XII.
¿Qué puede esperarse de la Cámara Peruana del Libro, institución capitalista y mercantilista si las hay? Nada, sino un costo de siete soles por entrada y ningún aporte cultural genuino o desinteresado respecto del desarrollo y bienestar de la ciudadanía.
XIII.
¿Qué puede esperarse de escritores que creen que al publicar en PEISA, en Planeta o en Penguin Random House, se habrán consagrado en el mercado nacional, sobre todo, en la primera editorial mencionada? Nada, sino un extenso álbum de fotos en las que se exhiben departiendo en las instalaciones de la famosa feria. Estos últimos jamás saldrán a criticar a nadie, mucho menos, a la FIL Lima, porque hacerlo sería criticarse, de alguna manera, a sí mismos.
XIV.
Un evento de esta naturaleza solo se sostiene por la primacía del libro físico, pero como sabemos esta primacía no es más que una apariencia. Nuestra época no puede sostenerse en un soporte anquilosado en su propia complacencia bibliómana -pseudoimportancia tridimensional -como es el libro, admirable para los bibliófilos, seguramente, mas no para los grandes lectores y escritores del futuro.
XV.
Hubo un caso de censura, como no podía ser de otra manera, dado el clima hostil a todo lo que fuese contrario al pensamiento de la derecha emprendedora. Nos referimos al incidente suscitado por el corto “Camila” de Walter Villanueva Azaña.
Debemos puntualizar que, si el pensamiento político del autor les pareció ominoso, no deberían haber aceptado su corto en un primer momento. Execrarlo, así porque sí, sin brindar una justificación frontal y honesta deja en claro el verticalismo existente en la institución cuestionada, así como una falta de lineamientos iniciales claros respecto de la estructuración de la Feria por parte de los organizadores.
XVI.
Ya que la Feria “Editorial” de Lima 2017 acaba de terminar, sería interesante que el inexistente corpus gremial de escritores peruanos se ectoplasme para así replantear el monto del pago que otorgan la mayoría de instituciones editoriales. El famoso 10% que se les otorga a casi todos, sin importar el prestigio o intrascendencia de cada editorial, según corresponda, es un “asalto”. Aquellos que lo aceptan tan solo por ver si sacan algo de dinero extra en una carrera que a muy pocos les permite subsistir con lujo y excesos se ven explotados por su propio consentimiento. Este tipo de temas podrían tratarse y problematizarse en eventos como la feria que ha terminado el domingo, solo si se tuviera la intención de trascender la simple ejecución de compra y venta de este mercado, pero no es así.
XVII.
La disminución de la presencia del Estado en los asuntos de la gente, en general, es un gran precepto liberal, pero en actividades culturales de alta envergadura y que comprometen el prestigio del país, el Estado, mejor dicho, el gobierno central en la figura del Ministerio de Cultura, sí debe participar a fin de respaldar toda actividad privada sobre los temas en cautela y amplificar su impacto en todos los sentidos. En la FIL Lima 2017, la presencia del Estado fue prácticamente inexistente.
La participación del gobierno central en las ferias librescas es importante, entre otros motivos, porque evitaría canalladas como la de “ferias” promovidas por gobiernos locales, léase, municipalidades, en las que el nombre del alcalde de turno aparece en cada espacio posible a fin de “limpiarse” por lo pésimo de su gestión, tal cual sucedió el año pasado en Trujillo.
Si creen que el gobierno central llegara a auspiciar a la Feria para limpiar el rostro de su pésima gestión, estarán equivocados. Al gobierno central no le lava la cara nada ni nadie.
XVIII.
No puede existir literatura si la gente no lee, pero para leer no es esencial tener un soporte físico. De hecho, ahora que casi toda la gente tiene smartphones, sería ilustrativo estimular a la gente a que lea en ellos algo más que memes y otras ridiculeces.
XIX..
La literatura debe desmercantilizarse, si no, en breve, valdrá nada.
XX.
Lo que nos debe importar es la lectura y la literatura, no el libro- físico-, las editoriales ni, mucho menos, las ferias del libro. Reitero, lo que no debe dejar de importarnos es la lectura.