Por Marisol Verónica Giordano Silva (*)
Los maestros del Perú empezamos en marzo nuestra labor pedagógica, días más, días menos, según las regiones del país, y a menudo los nombres de insignes peruanos sirven de emblema a las instituciones educativas de Inicial, Primaria y Secundaria, cuando no a casas superiores de estudio, sean públicas o privadas.
Entre esos insignes compatriotas descolla el nombre de José Joaquín Inclán González-Vigil, y es necesario recordarlo para rendirle el homenaje que merece. Se trata de un militar peruano de carrera, paradigma del Ejército del Perú. Sus restos descansan en paz en la Cripta de los Héroes en el Cementerio Presbítero Matías Maestro de Lima.
Nació en Tacna el año 1818 y a la edad de 62 años ofrendó su vida a la patria durante la batalla de Arica, el 7 de junio de 1880. Es, pues, un patriota contemporáneo de nuestro héroe Francisco Bolognesi Cervantes, nacido el 4 de noviembre de 1816.
Recordemos que el coronel Inclán González – Vigil fue Comandante General de la 7.º División emplazada en las baterías del fuerte Este, en Arica, y junto a Bolognesi partieron a la eternidad defendiendo el Perú en la llamada Guerra del Pacífico. De modo que, en los últimos momentos de esa efeméride, las vidas de los coroneles, Inclán y Bolognesi, estuvieron estrechamente selladas por su patriotismo de acero, por sus valores morales y por su liderazgo ejemplar frente a las nuevas generaciones.
A partir del trabajo de los historiadores Alberto Tauro del Pino, con su “Enciclopedia Ilustrada del Perú”, y Jorge Basadre Grohman, con su “Historia de la República del Perú (1822 – 1933)”, podemos señalar que José Joaquín Inclán fue hijo de José Suárez Inclán y María del Carmen González-Vigil Yáñez. Por tanto, sobrino de Francisco de Paula González-Vigil, destacado clérigo, político e intelectual en los inicios de la vida republicana del Perú.
Líneas arriba dijimos que José Joaquín Inclán fue militar de carrera y esto porque luego de sus estudios primarios en su ciudad natal, en Tacna, pasó al Colegio Nacional de la Independencia Americana, en Arequipa, y de ahí ingresó como cadete al Ejército del Perú el año 1938, a la edad de 20 años.
Tres años después, en 1841, conocería el fragor del combate y el rugido de las armas, durante la denominada Confederación Perú – Boliviana. Posteriormente, se plegó a la revolución constitucional iniciada en Tacna por los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla contra el Directorio encabezado por Manuel Ignacio Prado. Estuvo bajo las órdenes de Castilla (Batallón “Tacna”), y entre 1843 y 1844, combatió en la batalla de San Antonio (Moquegua) y en la batalla de Carmen Alto (Arequipa), donde saboreó la victoria en el lado de los constitucionalistas
Diez años después, en 1854, participó junto a la Revolución Liberal, liderada por Ramón Castilla y peleó contra el gobierno de José Rufino Echenique, cuestionado este por actos de corrupción.
En el segundo gobierno de Ramón Castilla fue nombrado intendente y después prefecto de Tacna. Y en 1858, a la edad de cuarenta años, al igual que su tío Francisco de Paula González-Vigil, llegó al Congreso de la República, pero como senador por Moquegua.
En 1863, ascendió al grado de coronel del Ejército y se le encomendó la instrucción de la Guardia Nacional en Tacna. Posteriormente, se unió a la revolución iniciada en Arequipa por el coronel Mariano Ignacio Prado contra el gobierno de Juan Antonio Pezet, acusado este de debilidad ante las pretensiones colonialistas de la “Escuadra Española del Pacífico”.
Para defender la independencia nacional, lograda en 1821 por don José de San Martín, luchó en el Combate del 2 de mayo de 1866, siendo comandante general del sector norte de las baterías del Callao. Trece años después, en 1879, cuando era prefecto del Callao, estalló la Guerra del Pacífico el 5 de abril. e inmediatamente se reincorporó al Ejército e integró una de las primeras divisiones que partieron al sur para organizar la defensa de Arica.
A este gran peruano, Crl José Joaquín Inclán, démosle nuestras oraciones y enseñemos su arrojo patriótico entre las nuevas generaciones y prediquemos su valor cristiano en defensa del prójimo. No olvidemos que en la batalla de Arica él tuvo una participación heroica, en el mismo campo de batalla donde estaba Francisco Bolognesi, resistiendo el embate de los regimientos chilenos, en Cerro Gordo, donde con un revólver en una mano y la espada en la otra, recibió las balas del enemigo y entregó su espíritu a Dios y a la Patria.
(*) Doctora en Gestión Pública y Gobernabilidad – Magíster en Problemas de Aprendizaje.