Den norske forfatter Karl Ove Knausgård er aktuel med romanen «Min kamp» på dansk.
«La misión de la literatura no debería ser más ficción, sino la realidad, el sentimiento y el sentido de realidad», Karl Ove Knausgård.
Cada vez que le han preguntado si Mi lucha es una biografía, memoria o autobiografía, Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) ha respondido que se trata en todo sentido de una novela. Y lejos de los nombres propios de sus familiares, amigos y conocidos, Mi lucha es incuestionablemente una empresa novelística sin parangón hoy por hoy. Hace poco se ha anunciado su vuelta a la ficción, no a la novela, solo a la ficción, pues con los seis tomos, que equivalen a más de 3500 páginas, escritos entre 2009 y 2011, Knausgård dio por cerrado su apuesta por el género. “Estoy haciendo esto por última vez”, ha declarado al respecto. “Escribir Mi lucha ha sido un ejercicio de pérdida de control.”
En español la editorial Anagrama solo se ha publicado hasta el momento los tres primeros tomos, y a partir de allí podemos enfocar hacia dónde se dirige el escritor noruego. Si pudiéramos resumir el título de Mi lucha, pienso que es la del hombre, el individuo frente al destino, al mundo que vive y lo rodea, y del que vive en constante movimiento. Mi lucha es eso, entonces, sin imponer ningún paradigma, ninguna ideología ni doctrina. “El arte de vivir, de eso estoy hablando”, dice en el tomo I.
Sin embargo, fue un proyecto que nació de una muerte, de una ausencia y también de una agrafia. Knausgård se encontraba en una sequedad literaria, en un vacío que le producía horas y horas de constante fracaso y asco creativo. No conseguía escribir nada. Ese hueco, que para muchos escritores es común, cotidiano, y logran salir escribiendo una novela, un libro de cuentos o de poemas, Knausgård fue mucho más allá revelando su mundo interno en una especie de striptease, en donde no podía esconder ni alterar ninguna verdad por más incómoda y dolorosa que pudiera ser estaporque se trataba de su vida, que también era incómoda y dolorosa. “Yo necesito 300 o 400 páginas para decir algo significativo. Necesito espacio para expresar verdades simples y banales. No tengo la habilidad de expresarlas sin ese espacio, y una novela es para mí la manera de construir dicho espacio.”
Para el escritor Hanif Kureishi Knausgård hace un “desnudo frontal de cuerpo entero. Y encima lo hace con talento. No nos enseña las pelotas porque sí. Nos las enseña, pero pintadas de oro. Eso es ser un artista”.
El germen de Mi lucha, como mencionaba líneas arriba, está en la muerte del padre, un hombre a todas luces autoritario, abusivo, un dictador de hogar, del que Knausgård por más que quiso nunca llegó a desprenderse. La muerte del padre –el primer tomo– inicia un recorrido justamente por la muerte, por su significado, por la alegoría, con una maestría que solo me puede remitir a Marcel Proust y W. G. Sebald; es otra densidad narrativa, una a lo mejor más sencilla, abierta, orientada en la propia vida y no a la evocación de las palabras, del lenguaje en sí mismo, como él mismo afirma.Desde el instante en que el corazón deja de martillar, en el que el cuerpo es cubierto, reclutado, alejado, de los vivos, el narrador menciona el hundimiento de un barco pesquero en la costa norte de Noruega; realiza un flashback –hacia una lejanísima tarde de 1976 cuando él tenía ocho años y su padre treinta y dos– y nos describe su vida en familia, junto al padre, la madre y su hermano mayor Yngve. La muerte de por sí es un hecho en el que ya no se piensa enla muerte misma, sino en la vida. En lo que se ha esfumado del cuerpo como un soplo de repente; ya no se percibe el cuerpo, sino en el contenido. Pero es también una respuesta a su condición actual. ¿Cómo era la vida de su padre a la edad que él tiene? Y ¿cómo es su vida a la edad que tenía su padre? La literatura le permite una búsqueda aquí sí del tiempo, pues como veré más adelante, Knaugard también emprende una búsqueda de la memoria. Desiste de un relato figurado para luego pasar a verse por un espejo. Se presenta tal cual, presenta a su esposa y a sus hijos; quiere contarnos sobre su historia de amor, que es extraordinaria, perose concentra en el devenir: un 27 de febrero de 2008 hasta elucubrar posibles epitafios. “Friego suelos, lavo ropa, preparo comidas, friego cacharros, hago la compra, juego con los niños en el patio, los meto en casa y los desnudo, los baño, tiendo ropa, doblo prendas y las meto en el armario, ordeno, friego mesas, sillas, armarios. Es una lucha, y aunque no sea heroica, la libro contra una fuerza superior…”, escribe.
Pero aún este primer tomo, después de profundizar en la historia de su padre, en sus vínculos familiares, en la perdición de este debido al alcohol, Knausgård parece no tener plenamente conciencia de lo que ha escrito; sin embargo, sabe que dicha novela lo ha rescatado y liberado, lo ha vuelto y volcado nuevamente a la escritura. Nadie puede olvidar su llanto por la muerte de su progenitor, aquel regreso a su antiguo hogar, al encuentro con su abuela, y la limpieza de la casa tan detallado que por momentos se torna inverosímil. A pesar de la dureza con la fue criado, a pesar de las burlas de las que fue víctima, no hay en Knausgård un resentimiento con su padre, mucho menos un ánimo de venganza por hablar de él. Es más una exploración del hombre, de hombre a hombre, de padre a padre, de tiempo a tiempo.
Sin duda hay mucho más que arrastra, que al lector lo vuelve adictivo: la fantástica prosa que se apodera del espíritu.
Knausgård ha manifestado que el proceso de revisión de Mi lucha lo desarrolló durante el mismo proceso de escritura de las seis novelas. “Revisé la primera novela con mi editor. Lo hicimos más o menos como en una novela clásica. No fue difícil. Había algunas conexiones hechas y, entonces, quedó como una novela. Pero el segundo libro apenas lo editamos. Gran parte de la edición la hago mientras escribo, así que, al llegar al final, básicamente mantenemos lo mismo”.Un hombre enamorado –el segundo tomo–, traducido en otros idiomas simplemente como Amor, Knausgård sigue en ese lucha interior en medio de una familia tradicional, su esposa Linda y sus tres hijos: Vanja, Heidi y John. Algunos críticos lo ha catalogado como un estudio del realismo extremo. “La vida diaria con sus obligaciones y rutinas era algo que soportaba, no algo que me hiciera feliz, nada que tuviera sentido”, escribe. Mientras sigue fregando platos, yendo a pasear en familia, empujando el carrito de los niños, asistiendo a cumpleaños infantiles, talleres de estimulación, entrando a librerías, haciendo sus paseos en solitario, lo que le sigue asaltando es su condición de ser humano, en un mundo aparentemente incierto, de por sí contradictorio, y un país tan distinto a su Noruega natal, si nos referimos a ciertas costumbres refinadas, sobredimensionadas. “De manera que la vida que vivía no era la mía propia. Intentaba convertirla en mi vida, ésa era la lucha que libraba, porque quería, pero no lo conseguía, la añoranza de algo diferente minaba por completo todo lo que hacía.”
De ese modo nos narra cómo aterrizó en dicho lugar, cómo conoció a Linda,poeta y escritora, cómo la volvió a reencontrar –una historia extraordinaria, con episodios dramáticos, controvertidos, que evidencia una predestinación fabulosa–, cómo hizo una vida con ella y cómo fundó su propia familia, luego de huir prácticamente de su primera esposa Tonje, dejar Bergen y trasladarse a Suecia, “la tierra de los cíclopes”, como escribió recientemente tras la acusación homosexualidad y pedofilia de algunos activistas. Pero este segundo tomo no solo está lleno de lo cotidiano. Knausgård aprovecha para ampliar su visión de la literatura, que es su vocación, que es por lo que quiere vivir y ciertamente triunfar o ser leído, que es lo mismo. Aquí podemos encontrar pequeños ensayos sobre Dostoievski, la humillación y la abnegación, los ideales de las novelas más importantes. Entretanto se va preguntando: “¿Qué valor tenía lo humano en el universo? ¿Qué era el ser humano en la tierra sino un gusano entre otros gusanos, una vida entre otras vidas, que igualmente podía manifestarse como algas en un lago, setas en el suelo del bosque, huevas en la tripa de un pez, ratas en un nido o un racimo de conchas en un islote? ¿Por qué íbamos a hacer lo uno o lo otro si de todas formas no había ni finalidad ni sentido en la vida, excepto que nos juntáramos, viviéramos y muriéramos?”
Tal vez poco se ha hablado de la estructura narrativa de Knausgård. Él mismo ha declaro: “Yo soy simple, pero mi literatura no lo es”. Por eso podemos apreciar cómo el relato lineal puede alterarse y desencadenar, pero sin ninguna lesión de por medio, dando cuenta de su maestría, en unracconto o recuerdos que la memoria deja fluir, alternando planos temporales, diálogos y digresiones. “Es simplemente sentarse a escribir. No pensar, y escribir. Creo que es un estado mental, al que usualmente comparo con la música”, también ha dicho. Pero esa fascinación por la escritura tiene plena justificación en su representaciones biográficas, hablando de la familia de Linda, el alcoholismo la madre de su esposa,la pláticas con su amigo Geir, las reuniones con amigos, los pleitos con la vecina rusa, recorridos por Estocolmo recordando el asesinato de Olof Palme, exprimer ministro de Suecia.
Un hombre enamorado contiene momentos memorables que el lector ha vivido, ha podido sentir o ha querido vivir, porque después de todo es la vida de un hombre. ¿Un hombre cualquiera?¿Común y corriente? Que le gusta el fútbol y la música como a casi todos. Pues no. Sino de un hombre, un escritor, ante todo, que dibuja y transfiera sus verdaderas con la palabra. Tal vez la vida no tiene ningún misterio: apenas resiste el paso del tiempo, se sospecha que nada quedará. Pero en Knausgård es todo lo contrario: todo queda, cualquier sospecha está llena de misterio y de trama. Por esos sus detenciones y fijaciones que pueden ennegrecer veinte o treinta páginas.
Dicha empatía, aquella reciprocidad sentimental, aquel espíritu que nos hala hacia su centro, pienso, es lo que ha hecho de Knausgård y Mi lucha un fenómeno literario mundial, que se creen páginas, blogs, reuniones y fiestas en torno a él y su obra, que inclusive se caiga en la alegre indiscreción de rastrear información o fotografías relacionadas a los personajesinvolucrados, algunos de estos comprensivos, ofendidos o sorprendidos. Y es que a raíz de las publicaciones Knausgård ha mantenido más de un enfrentamiento con familiares y personas allegadas supuestamente por contar una verdad que no es del todo cierta ni verídica.
Este año se ha publicado el tercer tomo: La isla de la infancia. “Recién cuando empecé a escribir el tercer volumen me di cuenta de que esto iba a ser un proyecto sobre toda mi vida”, declaró. Aquí, como había mencionado anteriormente, Knausgård emprende una búsqueda de la memoria, más que del tiempo.“La memoria no es una magnitud fiable en una vida. No lo es por la sencilla razón de que no antepone la verdad a todo. No es nunca la exigencia de veracidad lo que decide si la memoria reproduce un suceso correctamente o no. Lo decide el interés personal”, escribe. A través de imágenes retenidas, fotografías, huellas, y de lo que sus padres y abuelos le contaron, el escritor vuelve a su infancia, a los primeros años en la isla de Tromøya. Va articulando poco a poco a ese niño que ya no es, pero que ha diseñado en buena parte su carácter, su pisque, descubriendo sus temores, sus primeros sentimientos y deseos, ante la atenta y dura crianza del padre, del enorme poder sobre él y su conducta impredecible.
“Empezar a escribir de otra forma será muy difícil. Tal vez habrá una especie de vacío en que sea imposible escribir. Ha ocurrido antes y volverá a ocurrir. Y, de nuevo, va a pasar”, ha escrito.
Aún nos falta leer mucho más de Knausgård, no estamos seguros de lo que vendrá en los siguientes tomos, en sus dos primeras novelas y en los próximos libros que publicará. Solo estoy seguro de que aquellos que con gustos y colores proclaman su aburrimiento al leerlo también pertenecen a la tierra de los cíclopes y, por supuesto, no saben nada de literatura.
(Publicado en la revista Lima Gris Nº 9)