Si bien el PBI aceleró su ritmo de expansión a un 3,6% interanual en el segundo trimestre de 2024, marcando su segundo periodo consecutivo de crecimiento; no obstante, esta aceleración del crecimiento económico estuvo mitigada en parte por una pérdida de dinamismo en la inversión privada. Por otra parte, la demanda externa se contrajo, con una reducción de las exportaciones debido a un menor dinamismo en los embarques de bienes no tradicionales, mientras que las importaciones crecieron impulsadas por la adquisición de insumos industriales y bienes de capital. Esto último explicaría cómo el retiro del Drawback que anunció el MEF hizo “chillar” a toda la patronal que ahora está invirtiendo “duro” en la importación de materia prima para abaratar costos de producción.
Si bien los términos de intercambio crecieron 12,5% interanual en el segundo trimestre del año, fue debido, principalmente, a una expansión de los precios de productos de exportación, como cobre, oro y de bienes agropecuarios y pesqueros. Y en menor medida, a un ligero retroceso de los precios de importación de insumos industriales y alimentos (en menor medida, aunque significativa en la actual coyuntura).
Y aquí viene el plato fuerte. El déficit fiscal acumulado en los últimos cuatro trimestres se ubicó en 4,0 por ciento del PBI al cierre del segundo trimestre de 2024, mayor en 1,4 puntos porcentuales al mismo periodo del año previo. O sea estamos manteniendo un déficit sostenido en el actual gobierno. Este aumento se debe principalmente a la contracción de los ingresos corrientes, en un contexto de menor actividad económica y precios de exportación más bajos que en 2023. El resultado del Sector Público ‘No Financiero’ del segundo trimestre de 2024 fue deficitario en 1,9 % del PBI, en contraste con el superávit de 0,5 por ciento del PBI registrado en el mismo periodo del año 2023. Ahora bien, es importante cumplir con la regla fiscal para mantener la estabilidad económica del país. Esto evita que la deuda se vuelva insostenible (que es lo que parece apunta el actual manejo de nuestra economía), si fiscalmente estuviésemos mejor de lo que estamos, podríamos prevenir posibles crisis fiscales aún mayores.
Además, respetar la regla fiscal aumenta la credibilidad del gobierno, fomenta la confianza de los inversores y puede reducir tanto los costos de financiamiento como el riesgo país. El problema es que este gobierno no genera confianza. En un tema tan delicado como el Drawback anunciaron algo y luego dieron marcha atrás. La percepción corporativa interna es por lo tanto de desconfianza. Y la externa… mejor ni preguntemos.
Cómo el déficit fiscal acumulado en los últimos 12 meses alcanzó el 4% del PBI, el MEF estima que el gasto en el segundo semestre será menor, debido a la ausencia de situaciones atípicas que afecten las finanzas públicas (el equipo del MEF parece que no lee los periódicos). Sin embargo, el déficit actual ya es elevado y los gastos siguen siendo altos en comparación con los ingresos, lo que está generando más endeudamiento, como ocurrió el año pasado.
Por ejemplo, en el 2023, el MEF proyectó una disminución del 6.3% en los ingresos fiscales, pero los ingresos del Gobierno Central Consolidado realmente disminuyeron un 11.2%, según datos de la Sunat. Entre enero y julio de este año, los ingresos fiscales acumularon S/ 101,794 millones, un 1.9% menos que lo recaudado en el mismo periodo de 2023. Sin duda, esto no es nada bueno.
Por un lado, el MEF estima un crecimiento del 3.2% en 2024, una cifra que supera las proyecciones de otras entidades como la agencia calificadora internacional Moody’s que mantiene su previsión de crecimiento de la economía peruana en un 2.7% y prevé que el déficit fiscal ascendería al 3.2% del PBI, 0.4 puntos porcentuales por encima de la meta fiscal. Por su parte Sura Investments prevé un crecimiento del 2.5% y el Instituto Peruano de Economía, uno del 3%.
Ahora bien, si somos realistas existe un riesgo de romper nuevamente la regla fiscal, debido a la recaudación limitada que acumulada a julio es menor que el año pasado, así como el incremento de gastos en este y el próximo año. Una nueva ruptura afectaría la confianza en las finanzas públicas, lo cual afectaría negativamente en la inversión privada y por ende en la economía, lo cual a su vez degeneraría en más conflictos sociales, que a su vez, repercutirán en el riesgo país, y conllevaría a mayor endeudamiento, más gasto y más déficit fiscal, repitiéndose el ciclo. Es decir, estamos peligrosamente entrando en una espiral; algo semejante al déficit que se vivió en las últimas dictaduras militares que sembraron la ‘tormenta perfecta’ que fue la década del 80.
Sin embargo, el MEF todavía se atreve a pronosticar panoramas alentadores, como que en 2025, el crecimiento proyectado será de 3,1% el cual supuestamente estará respaldado por la consolidación de la inversión privada, especialmente en sectores estratégicos como la minería, con una mayor inversión de proyectos importantes como San Gabriel, Chalcobamba, Ampliación de Toromocho, e inicio de nuevos proyectos mineros como Romina, Expansión de Cerro Verde, Corani y Zafranal; así como en infraestructura, donde continuarán desarrollos significativos como la expansión del Aeropuerto Jorge Chávez. Pero todo esto aún está en papel y para que ocurra solo hace falta ejecutar; y el actual gobierno y Congreso no tienen esa capacidad, ni generan confianza.
Si bien por un lado, el titular del MEF tiene todavía razón en destacar que el Perú es uno de los países con menor deuda externa (33.5%), el estimar que la inflación debería reducirse hasta 2.3% para fines de año, es algo que resulta propio de un “novelista de fantasía”. El ministro de Economía José Arista Arbildo, manifestó que el Perú posee una de las economías más sólidas de Latinoamérica, a la par de Chile. Cabría recordarle que la economía chilena está en regresión, porque su estabilidad es semejante a un edificio construido en un pantano, y esto por los efectos del estallido social de 2019, por el exceso de politización de la sociedad, pero sobre todo, por el fracaso de la administración de Gabriel Boric, quien en términos de política económica cae en una ineptitud solo comparable a la actual presidenta de Perú. Como comparación política, son tal para cuál.
Ahora bien, el PBI per cápita subió de USD 2,126 en 2003, a USD 7,790 en 2023. Esto no implica distribución. Ha habido mejoras para la mayoría, pero mucho menores a las esperadas. Son las élites las que han parasitado las ganancias de estos años sin contribuir en poco o en nada a la generación de la distribución de la riqueza. En el Perú las diferencias sociales se agudizan en el oriente, el sur grande y la sierra centro, lo cual eventualmente podría traducirse en movimientos separatistas en un mediano plazo. Esto como la opción radical más fuerte y aunque poco probable, es una posibilidad tan real como el anuncio poco probable en los años 60 de una próxima aparición de grupos de extrema izquierda organizados, cosa que ocurrió al finalizar la dictadura militar con las consecuencias que ya todos conocemos.
Las políticas macroeconómicas sólidas y prudentes que se han reflejado en un nivel de deuda pública baja, amplias reservas internacionales, un Banco Central creíble, y un sistema financiero robusto, no vienen sintiéndose en la calle. El déficit fiscal se sostiene y el gobierno no gobierna. El superávit de la balanza comercial de bienes que ascendió a USD 5 184 millones en el segundo trimestre de 2024, resultado superior en USD 951 millones al de similar periodo de 2023, aunque bueno, no se siente en la calle.
En el papel todo se ve bien; el riesgo país de Perú alcanzó un promedio de 156 puntos básicos (pbs) en mayo de 2024, por debajo de países de la región como Brasil (202 pbs), Colombia (297 pbs) y México (300 pbs), y solo superado por Chile (118 pbs). Pero esto es solo en el papel. Si el déficit en infraestructura, en talento humano, o en servicios como el de agua… si esto no es subsanado el déficit fiscal será solo la profecía del desastre. En resumen, Perú como Chile andan en las mismas, podríamos colocar un cartel que simplemente diga: “se busca presidente”. Y quien no me crea que Boric es un incompetente, entonces que le pregunte a cualquier chileno.