La exprimera dama y sentenciada a 15 años de cárcel por lavado de activos, Nadine Heredia Alarcón, pareciera que fuese semejante al rey Midas, solo que al revés. Lo que ella toca lo envilece. Así se evidencia cuando en estos momentos el Congreso de Brasil se debate ante una moción de censura presentada a través de un senador liberal contra el presidente Lula da Silva, esto por brindar asilo político a Heredia Alarcón. El caso, es que la presencia de Nadine se ha convertido en arma política contra la estabilidad del gobierno brasileño. Independientemente prospere o no, dicha moción, deja en evidencia una herida en un momento delicado de la política del Brasil en el marco de un realineamiento global.
Cabe mencionar que el senador por el Partido Liberal, Magno Malta aseguró que la decisión tomada por el gobierno de Lula da Silva empaña la imagen internacional de Brasil. En su misiva, el político sostuvo que el asilo concedido no fue un “acto humanitario”, sino más bien, “una decisión política deliberada, que empaña la imagen internacional de Brasil como un socio confiable en la lucha contra la corrupción transnacional”. Malta sostuvo, además, que esta decisión también representa “una afrenta a las instituciones peruanas, que han demostrado independencia, seriedad y coraje al exigir cuentas a los funcionarios públicos por sus crímenes”.
Y aunque Perú sea una nación institucionalmente caótica, es el único país de toda la región y quizás del mundo donde casi todos sus expresidentes con serias acusaciones de corrupción se encuentran presos, en detención domiciliaria, o muertos. La excepcionalidad peruana en este caso resulta un golpe a la impunidad y la huida de la condenada exprimera dama y su refugio en Brasil resultan en una afrenta en la lucha anticorrupción, más aún con el beneplácito del gobierno brasileño.
Cómo menciona el político brasileño: “Este episodio es inaceptable y revela una alianza ideológica entre el actual gobierno brasileño y figuras centrales de uno de los períodos más nefastos de la política peruana y latinoamericana, marcado por la corrupción sistémica y el deterioro institucional. Brasil no puede convertirse en un refugio para condenados por corrupción en nombre de afinidades partidistas”.
Una perspectiva diplomática e histórica
El exembajador de Perú en Canadá , Guillermo Russo, en una reciente entrevista se pronunció al respecto y mencionó que «Brasil le debe una explicación al Perú», esto en referencia a la media docena de empresas brasileñas como Odebrecht que, si bien no trajeron la corrupción al Perú, sí que contribuyeron a su expansión. Entonces debemos recordar que, si las empresas brasileñas asociadas a casos de corrupción se dieron durante el gobierno de Lula, quien por otra parte sacó de la pobreza a decenas de millones de brasileños, pero por otro lado es un responsable político de la hecatombe corruptora que significó este carnaval de dinero dulce.
Mientras Lula habla de integración con Boric hoy en Brasilia, se olvida que la integración pasa por el respeto, o como diría Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Y aquí no se ha respetado el derecho propio de los peruanos de hacer justicia, ni trae paz este clima enrarecido con sabor a complicidad. Lula, de ser héroe de los pobres, se convierte ahora en defensor de las elites corruptas, su figura ante la historia se mancha que no hay Lavajato que se la limpie.
Como señala el diplomático peruano Russo, el caso de Nadine Heredia no se parece en nada a la de los refugiados políticos, como fue el caso de su propio padre, el filósofo y docente de la Universidad de San Marcos, José Antonio Russo Delgado, quien siendo aprista revolucionario sufrió dos veces el exilio, en Panamá y en México a causa de las dictaduras militares de Benavides y Odría. Es decir, la diferencia del caso Nadine son más que obvias. Así como José Antonio Russo, fueron cientos sino acaso miles los peruanos que tuvieron que exiliarse y buscar el asilo político al correr el riesgo de prisión , tortura y muerte. Guillermo Russo también recordó el caso de Alan García a quien no se le dio asilo en Uruguay y acabó después suicidándose.
También cabría recordar el caso histórico de Haya de la Torre, o Caso del Asilo (Colombia contra Perú) que fue llevado a la Corte Internacional de Justicia, en el cual los gobiernos de Perú y Colombia resolvieron la controversia por el asilo político al líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre, esto durante la dictadura de Odría. Un asilo en embajada de 1949 a 1954. Mientras tanto, el Salvoconducto a Nadine demoró solo horas en serle entregado.
Cabe señalar, que el juicio por el derecho al asilo del histórico y único líder aprista, Víctor Raúl, tuvo entre protagonistas al Embajador de Colombia, José Gabriel de la Vega, y al diplomático Felipe Tudela en representación del Perú. En el caso de este último, el año 1951 fue especial para Tudela padre, fue el año en que perdió Perú ante Colombia en La Haya por el caso Haya de la Torre, y fue ese mismo año en esa misma ciudad en que Tudela se casó con la baronesa Vera van Breugel-Douglas (mientras otros diplomáticos se conforman con la especulación inmobiliaria, parece que Felipe tuvo mayor visión en dejar un legado nobiliario a su descendencia sumado a una ¿Mejora de la raza?). Pero también fue 1951 el año en que asumió Tudela la embajada de Perú en Brasil. Se conoce de Tudela padre, su pasión por la investigación genealógica y haber aportado con la fundación del Museo de Sitio de Huallamarca.
Pero, en fin, nos hemos ido por las ramas de Torre Tagle, una vez asoma dicha institución, el tiempo se pierde.
En todo caso lo de Nadine no corresponde a los ojos de la historia. No existe una persecución política contra ella ni hacia su esposo que ya son cadáveres políticos. Duele pensar que otros políticos como García Pérez no tuvieron dicha suerte, o en el caso de Haya de la Torre el privilegio de la justicia.
Finalmente, ya que tenemos en Brasil a tan ilustre exponente, tal vez sea el momento que el gobierno de Dina Boluarte designe a Nadine Heredia como nuestra embajadora. Como me comenta un amigo diplomático, de cuyo nombre no quiero acordarme, con su designación nos ahorraríamos ¿Cuánto? Quizás unos 22 mil dólares como dicen en los corredores de la postergación diplomática de Torre Tagle. No estaría mal que la reparación de Brasil empezara por aquí. Porque para ser honestos. ¿Alguien en Perú sabe quién es su Embajador en Brasil?