El artista plástico Daniel Baca Peña, a sus 24 años, solo necesita de su lápiz y su ingenio. Su lema es decir siempre sí, cuando se presenta una oportunidad laboral. Aunque ve complicado enseñar arte en el cono norte, lugar donde vive.
La exposición de este joven pintor, “lo utópico y lo romántico en el S. XXI”, se muestra en el restaurant Mirasol en Chorrillos por todo el mes de marzo. Los retratos, la mayoría de figuras femeninas, se hacen presentes en el local.
En esta entrevista, el todavía estudiante de Bellas Artes, nos cuenta sus inicios, proyectos, su incursión al mundo de los tatuajes, el estilo que usa, los pintores a quienes sigue y más.
Sobre el trabajo que vienes realizando, ¿qué buscas con los dibujos y pinturas que creas?
Siento que busco algo propio, individual, un ideal por decirlo así. Me gusta todo lo que tenga que ver con la alquimia y lo místico. Es por eso que mezclo elementos como los cráneos o la rosa azul. Tengo un autorretrato que se basa en un sueño que tuve hace años. Se trataba de un escenario oscuro con sombras, animales y seres enormes. Esa experiencia fue interesante. Luego, buscando información le encontré una semejanza al ángel Azrael, el que te lleva al cielo o al infierno cuando mueres. Para mí es un cuadro bastante simbólico.
En tus retratos hay muchas figuras femeninas, ¿hay una razón?
A mí me gusta el movimiento y las curvas. Estando sentadas o durmiendo, las mujeres tienen un movimiento. Los hombres son más toscos. Además, la mujer se mezcla mejor con la naturaleza, con la curva de los ríos y las hojas de los árboles. Eso lo represento en los tatuajes también.
Ese es otro punto para resaltar. A parte de pintar, tatúas los diseños que dibujas.
A veces; no todos me piden mis diseños. Algunos traen los suyos pero siempre trato de aportar lo mío con un estilo. Como muchos son autodidactas, yo les doy proporción y otras cosas más. Para tatuar también es importante la piel y la escuela me ha ayudado en lo que son colores. Es una gran base.
¿Cómo nació la idea de tatuar?
Gracias a mi hermano que me llevó donde un amigo tatuador. Al principio, no me hizo caso. Luego, cuando vio mis trabajos, me tomó atención. Me dio un trato: yo le enseño a dibujar y él a tatuar. Eso fue a mediados del 2014.
Cuentas con un taller donde tatúas, ¿verdad?
Sí, en Ancón. Lo abrí para esta temporada de verano. Ahora pienso en trasladarlo para Jesús María o hacerlo por citas en el cono norte. El taller que tengo es de regular tamaño. Lo tengo dividido: uno para tatuar y otro para hacer mis pinturas. Quiero llevarlos a la par.
¿Cómo nace tu afición para dibujar?
Siempre estuvo. Desde el colegio donde tienes que dibujar a la familia. Mi madre me ayudaba en eso aunque no lo hacía con palitos sino más llenito. Yo comencé a copiar parte de eso. También tuve influencia de los animes como Dragon Ball y Caballeros del Zodiaco. Hice trabajos con ese estilo, rostro con ojos grandes. Hay un color para cada temperamento en mis trabajos.
Sobre tu primera exposición “Lo utópico y lo romántico en el S. XXI”. ¿Cómo arrancó esta idea?
Eso fue de sorpresa. Fue gracias a Erika Quintana y Giuseppe Mendiola, que fueron a mi casa y vieron mis trabajos. Como les gustó, me dijeron si quería hacer mi primer individual. Me dieron las fechas y comencé a pulir los cuadros que tenía. Me presentaron a Andrés Rosas, el dueño de Mirasol, y a Shadi Moon, la curadora de la exposición. Ellos me dijeron que si no hubieran visto algo bueno, no estarían allí. Eso me motivó, me dio aliento. Otro punto es el trasfondo: el trajín de llevar todo. Uno puede pensar que es fácil pero tras bambalinas es otro tema.
Va todo este mes, ¿verdad? ¿Qué tal fue la inauguración?
Todo este mes. Yo estaba nervioso porque pensé que no iba a ir nadie, salvo tu familia, pareja y amigos cercanos, pero no. Incluso fueron amigos de Puente Piedra hasta Chorrillos. Eso cuenta bastante. De la banda que tocó también fueron sus conocidos. Entonces, el no ver vacío el local te anima.
Tú eres de Puente Piedra. He visto que se han dado las fiestas culturales donde participaste.
Sí, las fiestas culturales organizadas por Erika Quintana. Eso nació también de sorpresa. Me llevaron a la municipalidad y me presentaron a Erika. Yo había llevado dos cuadros: una orca y una pareja de leones. A Erika le llamó la atención.
¿Seguirás participando?
Ahora ya no estoy participando en esos eventos por cuestiones de tiempo. Además, porque los cuadros que tengo son más grandes. Es un proceso enseñarles a los del cono norte. Hay mucha gente que en vez de ver, toca el cuadro. Uno tiene que estar cuidando eso. Este año no he participado. Hace dos años participé en eventos y fiestas culturales, también con la Municipalidad de Lima. Cuando vieron mis trabajos, me invitaron. Me presenté en el centro de Lima y en Comas.
También trabajaste para la Municipalidad de Puente Piedra en un taller de pintura para niños. ¿Cómo fue esa experiencia?
Sí, fue complicado. Me dijeron que solo iba a ser un grupo de 10 niños. Pensé que era manejable pero luego vi que estaban armando varias mesas, muchas sillas. Definitivamente, iban a ser más de 10. Como era gratis, así no lo quisieras, las madres llegaron con cinco hijos, uno más pequeño que el otro. Fue un loquerío y no se pudo captar la atención. Al final del día, tenía un grupo de 40 niños.
Pero, ¿pudiste enseñarles lo básico al menos?
Había algunos que sí captaban. Lo que me gusta de trabajar con niños es que tienen ideas interesantes y reflejan lo que viven. Por ejemplo, había un niño que cuando le preguntabas por su garabato, él te respondía que era su perro que había muerto. Luego, por el otro garabato me dijo que era un coche que aplastó a otro. Mucha violencia pensé. Le pregunté a su mamá por eso. Me dijo que sus hermanos estaban en la Fuerza Área y le mostraban todo eso. Le dije a la señora que había que tener cuidado con eso. Yo creo que el dibujo es una ayuda para ver qué tipo de personas se están formando. Por ejemplo, había un niño que dibujaba paisajes. Yo lo vi muy parametrado en sus líneas y muy calculador. Conversando con su mamá, entendimos que le gusta la ingeniería y arquitectura. Había otros que eran más creativos. Unos se iban por los detalles, otros eran más expresivos. Cada uno era interesante.
¿Planeas retomar este taller?
No, ya fue suficiente con los niños. Aunque tal vez, quién sabe. Incluso he enseñado y ayudado porque a mí me ayudaron. Un profesor de la escuela me ayudó bastante. Incluso practicaba con sus materiales porque él veía mi interés. Si yo veo un interés también, ayudo a esa persona con materiales y todo.
Sobre todo ayudar en Puente Piedra, tan alejado de la urbe.
Sí, lo he hecho con unos chicos pero han entrado al colegio y se deben centrar en eso. Había un niño que le gustaba la historia, trabajaba con esos personajes y hacía retratos de Miguel Grau, Alfonso Ugarte. Para su edad, estaba bien.
¿Cuánto te falta para que termines tus estudios en Bellas Artes?
Unos cursos teóricos, comunicación visual y cultural. Pequeños detalles nada más y luego seré egresado. Incluso mi promoción hizo una muestra en el Centro Cultural Peruano Japonés pero yo no pude porque tenía mi propia muestra.
¿A qué artistas sigues? Cuéntame sobre tus maestros.
Me gusta bastante la pintura de José Coronado. Aparte que es muy carismático, se toma la molestia de enseñar. Él me dijo que no había mejor maestro que la naturaleza. Eso es muy cierto. Viendo la naturaleza, tomas los colores, las formas y te indica algo. Nunca te deja al aire. Con él practico las acuarelas.
¿Algún artista en el extranjero?
El mexicano Omar Ortiz y su hiperrealismo. Me gusta el detalle en su figura, trabaja con la figura femenina también. También sigo al ruso Daniel Gerhartz. Me gusta su temática de pintura, su detalle figurativa, trabaja muy bien con el color. Yo tomo algo de ellos y lo hago a mi manera.
¿Sientes una responsabilidad por ser de Bellas Artes?
Tranquilo, tampoco tanto. Al decir que soy de Bellas Artes, hay cierto respeto. Es un peso tener el nombre de la escuela. Cuando ven mis trabajos, les agradan.
Cuéntame sobre los trabajos que has realizado.
Ahora he hecho los murales del Saco Oliveros de Los Olivos. Voy tres años con ellos. Mi primer trabajo fue para una clínica odontológica. También he hecho diseños para productos de algunas empresas.
Entonces, estás en el rubro de los murales, tatuajes, retratos, diseños. De todo un poco.
Cada vez que me dicen para hacer un trabajo, digo que sí. Creo que es parte de la experiencia también. Eso me enseñó mi papá: Cualquier trabajo que haya, cógelo. Allí aprendes. Hago de todo, un poco. No me quedo en algo.