MAL «KARMA» EN CHIMBOTE
Escribe César Sánchez
Regreso a Chimbote siempre con un entusiasmo casi patético por ver a mi ciudad y su desarrollo. A veces intento darle tiempo, sé que es complicado dadas sus características sociohistóricoculturales, entonces trato de viajar dejando aunque sea un mes, pero muchas veces me vence la nostalgia por mi familia, amigos y mi puerto, y regreso mucho antes.
Ayer por la noche salí a dar una vuelta por el Malecón Grau, donde están afincadas las discos y tragotecas más concurridas de la ciudad. Con un amigo, esperamos a otro que iba a salir de una discoteca llamada Karma, la que corona esta nota. Mientras nos poníamos al día con las novedades en las vidas de cada uno, respectivamente, una pareja de jóvenes que se había sumado a nuestra espera decidió ingresar a la disco. Nos despedimos prometiendo que luego nos veríamos adentro. Cuando llegaron a la puerta, un par de hombres vestidos de negro les dijeron: ‘El local está lleno, ya no entra nadie’.
Qué mala suerte, pensamos, pues sus amigos del colegio estaban dentro y les gritaban desde el balcón que suban. Los chicos regresaron avergonzados porque sintieron que habían sido de alguna manera discriminados, pues antes que ellos habían chicos y chicas que ingresaban sin mayor preocupación. Lo confirmaron cuando al minuto de contarnos lo sucedido y medio bromeando con mi otro amigo ‘mueve a tus contactos para entrar’, llegó, en una camioneta, un grupo regular de jóvenes que ingresaron sin ni siquiera mirar a quienes cuidaban la puerta.
Contuve mi indignación entendiendo que es un modus operandi ‘normal’ el hacer esto en las discotecas chimbotanas; esta vez no quise tener una discusión inútil y en lugar de eso pensé escribir lo sucedido. Lo he visto desde que existía una llamada ‘Kankun’ hace casi una década, que tenía en el segundo piso una ‘Zona VIP’ en la que no valía ni el dinero para ingresar, solo podías subir pasando por el escáner de los vigilantes. Si bien esta práctica es de larga data, parece que realmente no es un problema para los chimbotanos. No conozco reportajes televisivos o artículos periodísticos locales denunciando estos comportamientos nocivos para la sociedad y que vulneran el derecho a la igualdad escrito con tinta indeleble en la Constitución Política del Perú. Peor que eso, no conozco denuncias de los ciudadanos sobre estos atropellos. Cuando esto sucede, la víctima parece sentir una culpa insondable por tener ciertos rasgos físicos o por sus características socioeconómicas y solo asienten llenos de vergüenza.
Hace unos meses se realizó en el Centro Cultural Centenario de Chimbote la proyección del documental ‘Choleando’, con la participación de su director, Roberto de la Puente, quien conversó posteriormente con representantes de la Defensoría del Pueblo, de la Comisión de Justicia Social y con la sociedad civil en general congregada. Se vio y debatió que el negar el acceso a locales de esta naturaleza se configura como un asunto de discriminación y está penado por la ley. Lo preocupante fue la cantidad de casos en Chimbote y las pocas o nulas denuncias.
En el Documento de Trabajo Nº3-1998, ‘El derecho a no ser discriminado en el consumo’, INDECOPI apunta: ‘Si un local abierto al público utiliza el esquema formal de una asociación (o sociedad anónima) para, por ejemplo, discriminar por motivos raciales, en realidad lo que se está configurando es lo que jurídicamente se denomina como fraude a la ley.’ (http://www.bvindecopi.gob.pe/doctra/1998/d98003.pdf)
Para reconfirmar nuestras sospechas de discriminación, después de un rato, en el cual muchos otros jóvenes ‘rebotaron’ en la puerta y entraban a la zona ‘popular’ de la discoteca que estaba en el primer piso y que al parecer tiene un aforo infinito pues todos, sin distinciones, ingresaban, bajó un chico a comprar cigarrillos que reconoció a la pareja, les hizo una seña a los vigilantes y los dejaron subir, incluso sin pagar. Nosotros nos fuimos.
No permitamos más el bullying social. No es ‘normal’ ni ‘legal’ ser discriminados. Este tipo de ofensas sociales menoscaban al individuo e inyectan odio hacia el Otro. Me voy de Chimbote molesto y triste esta vez, pero con la esperanza de que los dueños de estos locales (sobre todo los del Malecón Grau y de Nuevo Chimbote) entren en razón y no lucren con la exclusión. Las instituciones públicas y privadas deben perseguir de oficio estos atentados que silenciosamente van royendo el tejido social y condenándonos al subdesarrollo. Se deben además diseñar campañas para fomentar una cultura del reclamo a través del conocimiento de nuestros derechos y deberes como ciudadanos.
Si les ha pasado o han visto estos comportamientos indeseables de las empresas (no solamente discotecas, pueden ser también restaurantes, tiendas, empresas de transportes, etcétera) que violan las leyes y atentan contra nuestros derechos, pueden denunciarlos totalmente gratis al 0-800-4-4040, o ingresando al portal: http://www.indecopi.gob.pe/. Las empresas a las que se les encuentren culpables serán multadas con miles de soles (varias UIT) o definitivamente clausuradas (como ha sucedido con discotecas de la capital: http://elcomercio.pe/lima/1413286/noticia-proposito-gotica-otros-casos-discriminacion-discotecas-lima).
La dignidad de una sociedad tiene en sus bases la indignación de los ciudadanos cuando se vulneran sus derechos constitucionales y humanos.
(Fotografía extraída de la Página Oficial de la discoteca Karma Club. Las imágenes hablan por sí solas:
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