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Opinión

César Hildebrandt y la poesía

Lee la columna de Julio Barco

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Leyendo las páginas de Confesiones de un inquisidor (2021) de César Hildebrandt me pregunto cuántos periodistas de nuestro país tienen esa misma inclinación, esa cultura que no se limita a saber exclusivamente de política sino a conocer sobre versos, novelas, etcétera. Si bien, este libro de entrevistas, realizado por Rebeca Diz, repasa la faceta del reconocido periodista, rescatamos aquellos instantes reflexión sobre la poesía.

En tiempos donde no hay un interés palpable desde los medios oficiales de comunicación peruanos por la cultura letrada resulta refrescante escuchar a Hildebrandt opinando de Nicanor Parra, Vallejo, Neruda, Huidobro, entre otros autores. Autores como Federico More o Abraham Valdelomar le dieron al periodismo otros horizontes: motivos estéticos no solo informativos. Estamos frente a confesiones diversas: Neruda fue y es fundamental en mi vida. Descubrí un mundo, descubrí la ira con él. Descubrí las posibilidades de modificar el mundo.

En ese sentido, conoceremos la importancia de la poética en la vida del periodista. Es singular también saber que considera que la poesía es la gloria de la palabra, distinguiendo a la prosa como un viaje terrícola y a la poesía como propiciadora del vuelo. Al margen de que políticamente se considere un liberal democrático, o sea, ni extrema derecha ni izquierda comunista, resulta una voz oportuna para comprender que, en la misma mesa, hay necesidad de poesía y de ciencia, de historia y de filosofía.  No olvidemos aquello que Engels aseveró sobre que aprendió más de economía leyendo a Balzac que a los propios economistas.

Belleza y ciencia no se disocian, conviven, se alimentan en un logos recíproco. Hay algunos que suponen que la poesía es solo ritmo y rima, cuando también es la construcción de un logos, de una mirada. Se sabe que Hildebrant debutó como poeta en sus años de universitario, entonces es una vena que viene desde sus primeros pasos. En ese sentido, se acerca a autores como Mariátegui, que no dejaron de lado lo literario. Y por esa lucidez, por esa fiebre, Hildebrandt me resulta loable y sui generis. Cito: «Los poetas son magos, son hechiceros (…) La poesía escoge y es mucho más un manantial que un río. Es la gloria de la palabra».  Parafraseando al veterano periodista, afirmamos que resulta fatal la dictadura de la ignorancia.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Julio Barco Ávalos (1991) poeta peruano, nacido en el distrito de El Agustino, Lima-Perú. Fundador del grupo Tajo. Redactor de las revistas Literalgia, Asia Sur, The fucking Times. Sus poemas aparecen en diferentes revistas online de Latinoamerica. Autor de los poemarios Me da pena que la gente crezca (2012) , Respirar (2018), Arder (gramática de los dientes de león), La música de mi cabeza volumen 7 (lenguajeperueditores), Arquitectura Vastísima (2019) (Primer puesto Huauco de oro, 2019). Novela: Semen (música para jóvenes enamorados), Des(c)iertos (2020) (editorial Metaliteratura). Participó y participa activamente en ferias, eventos, talleres, recitales a lo largo de todo el Perú. Actualmente trabaja los espacios Poético Río Hablador y dirige la web lenguajeperu.pe. A su vez activa la editorial Higuerilla, colecciones de poesía y prosa.

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Huaico politiquero

Lee la columna de Luiz Carlos Reátegui

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Como todos los años, nos encontramos sumergidos en medio de la temporada de lluvias y huaycos en el país. Con más de 17 carreteras interrumpidas, 67 puentes caídos, 7 colegios inhabilitados, 27 postas médicas afectadas, 1604 casas destruidas y lamentablemente 62 peruanos fallecidos hasta el momento según fuente de Indeci.

Esto sumado al huayco de barro y estiércol que hiede desde el Gobierno Central y el Congreso ya que la inacabable lluvia de corrupción, está destruyendo el país con estadísticas de incapacidad sin precedentes. Un Ejecutivo y Legislativo que se desbarrancan con solo un dígito de aprobación, ambos entre el 3% y 6%. Ministros que vienen siendo investigados por la fiscalía y que fugan al extranjero esperando que las pasiones se aquieten mientras que más de 7 peruanos mueren al día por la delincuencia y sicariato, lo que significa un aumento de más del 100% de casos comparado con años anteriores y para peor, conforme al análisis de la plataforma internacional Global Numbeo, el Perú se encuentra en el top 10 dentro de los países con mayor criminalidad en el mundo, sin embargo, antes de este Gobierno ocupábamos el puesto 60, es decir, de sopetón hemos escalado 50 posiciones en solo unos años, en tiempo récord.

¿Se vislumbra en el horizonte algún cambio? ¿Alguna capacidad de reacción? ¿Alguna medida drástica? Pues no, porque justamente la ineficiencia del Estado es totalmente rentable para los corruptos, mientras la problemática esté vivita y coleando, es la excusa perfecta para justificar los gastos, las compras, las consultorías, los uniformes, la gasolina, la logística sobrevalorada, ya que se sabe que la corrupción le cuesta a los peruanos 10 mil millones de dólares al año. Por eso no conviene combatirla ni erradicarla porque ya no tendrían qué repartirse ni cómo justificarlo. Solo queda esperar a que este, uno de los peores gobiernos de la última década, termine pronto.

Ha quedado por demás demostrado que la izquierda no sabe gobernar, están condenados a ser oposición que es para lo único que existen, ya que ganaron Lima con Barrantes y Villarán, ganaron la general con Ollanta Humala y fueron gestiones de mediocres para abajo y de lejos, el peor de todos, es el de Dina Boluarte que ahora paradójicamente llama caviares a sus compañeros de carpeta y pretende deslindar de los ideales izquierdistas que abrazó y defendió con uñas y dientes cuando fue electa en la plancha que tuvo como propuesta el cambio de constitución actual para virar a una constitución socialista con estatización. Bien reza la sabiduría popular al decir que: cuando un político te engaña una vez, es culpa del político, pero cuando te engaña dos veces o más, es culpa de nosotros como electores. Esperemos a que el próximo año 2026, sepamos elegir la opción más seria y más responsable con un plan sostenible, viable, que asuma la dirección de encausamiento erradicando la delincuencia, reduciendo la pobreza, apostando por la educación, las oportunidades laborales y el crecimiento constante, recordemos que todos los peruanos Somos Perú.

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Don Maynor Freyre

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Amigo de sus amigos y cófrade de la cultura, don Maynor Freyre nació en el Lima el 2 de abril de 1941 y lo suyo, desde un inicio, fue el periodismo y la literatura. Al editar su primer libro Poligenio Psicoterapéutico, Sebastián Salazar Bondy lo lleva a trabajar al semanario Oiga, corría el año 1964. El 65’ entrevistaría a Borges y el 67’ a Gabriel García Márquez quien en plena conversa se esconde detrás de un mueble en el Crillón y dice. “Ahí vienen los pieles rojas” porque se acercaba un grupo de escritores y periodistas para conocerlo y entrevistarlo.

También entrevistó a Mario Vargas Llosa cuando era socialista, velasquista y después pasó al conservadurismo. Trabajó codo a codo con Paco Moncloa, D’ornellas, Zileri, César Lévano y una larga lista de connotados intelectuales incluido nuestro amigo y maestro Manuel de Priego con el que se hacían cargo de La Voz y su suplemento Alta Voz y que siempre lo citaba en sus recordadas clases de “Redacción Periodística” en la Bausate de 1989.

Don Maynor ha publicado dieciséis libros entre los que destacan: El poeta que tocaba tambor dedicado al vate Manuel Morales; Par de Sátrapas donde se novela la corrupción de Fujimori y Montesinos; Puro cuento y El team de los chacales que han tenido tres ediciones cada uno.

Conversar con Freyre siempre ha sido todo un aprendizaje, tanto por las anécdotas con innumerables escritores, artistas o políticos como por su humor y sarcasmo. Para muestra un botón, todavía se puede ver la entrevista, en youtube, que le hiciera Marco Aurelio Denegri y donde se nombran a Martín Adán, López Albújar, Pablo Guevara, Oviedo y un largo etcétera de figuras destacadas de la cultura nacional.

Hace un tiempo, en 2018, estuvimos por Cañete-Imperial junto a los amigos de Hora Zero, Alberto Escalante, Sergio Castillo y Armando Arteaga; haciendo bromas, comiendo un seco con frejoles y paseando en un homenaje que se hizo a Enrique Verástegui.

En una conversa que tuvimos con el escritor Arturo Delgado Galimberti, en 2022, acordamos que don Maynor Freyre fuera el presentador de nuestro libro Propaganda Antisistema, hecho que nos dio pie para visitarlo y conversar sobre otros temas y consejos literarios.

Don Maynor Freyre tuvo un ACV hace unos días y se encuentra hospitalizado. Desde esta pequeña tribuna abogamos por su pronto restablecimiento y nos solidarizamos con su esposa y compañera Rita.

(Columna publicada en Diario UNO)

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¡Los partidos a la tumba, los vecinos a la acción!

Lea la columna de Fernando Casanova.

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Por: Fernando Casanova.

En el Perú, la política ha muerto. No de un solo golpe, no de una bala certera como la que apagó la voz del ya mítico ‘Ruso’ Flores en una Lima desangrada, sino de una lenta putrefacción. Se ahoga en su pantanal de promesas huecas, en sus coimas rancias, en el reciclaje fabril de candidatos sin cerebro ni moral. Mientras tanto, los que aún respiran, los que sueñan con vivir sin miedo y sin miseria, son los pueblos que han decidido tomar las riendas de su destino. En Piura, la Junta Vecinal Comunal (JUVECO) Tres Culturas – 27.03.2017, es la más reciente prueba de que la esperanza ha migrado de los locales partidarios para anidar en los parques, en las calles, en los corazones de quienes no aceptan la prepotencia como norma.

El alcalde de Piura, Gabriel Madrid, ha decidido hacer gala del eterno dogma de la política peruana: cuando el pueblo grita, los poderosos tapan sus oídos con concreto y maquinaria pesada. Así ha nacido la amenaza sobre la Plaza Tres Culturas, donde un grupo de vecinos ha tenido la osadía de resistirse a un proyecto de ‘modernización’ que no respeta ni árboles, ni casas, ni historia. La estrategia es de manual: decir que la obra ‘mejorará la ciudad’, que es por el bien común, aunque implique arrasar con la poca vida arbórea que aún resiste.

El arquitecto Jorge García, secretario general de la JUVECO, ha señalado con claridad lo que todos saben, pero pocos dicen: este no es un proyecto pensado para solucionar problemas, sino para engordar bolsillos. La descripción oficial asegura que ‘ha generado una respuesta favorable y positiva de la población’. Pero los vecinos, esos seres molestos que caminan, opinan y no encajan en los planes del poder, afirman que jamás fueron consultados. Y si alguien se atreve a cuestionarlo, siempre está la opción de callarlo con amenazas, indiferencia o, en última instancia, con una patrulla municipal lista para arrebatar pancartas a vecinos de 70 años. Pura modernidad democrática.

Piura ya ha visto este espectáculo antes. El Parque de las Aguas – antaño Parque Néstor Martos – sufrió el mismo destino: tala indiscriminada, sobrecostos inflados y un ‘progreso’ que solo beneficia a los mismos de siempre. Los vecinos alzaron la voz, llevaron sus reclamos a la Fiscalía, a la Contraloría, a todas las instancias que en teoría deberían protegerlos. ¿El resultado? El gran truco del Estado: el silencio. El mutismo cómplice de las instituciones, el eterno bostezo burocrático que lo deja todo en la nada. Porque si algo ha perfeccionado la política peruana, es la capacidad de hacer que los ciudadanos se estrellen contra un muro invisible de indiferencia institucional.

Mientras tanto, la inseguridad sigue ganando terreno. Paul Flores, el querido cantante de Armonía 10, cayó a balazos en una ciudad donde un sicario llama inútiles a los policías. El crimen y la corrupción, aliados inseparables, han dejado al país a la intemperie, donde los ciudadanos son presa fácil de sicarios y políticos con la misma vocación depredadora. Lo que le ocurrió a mi paisano ‘Ruso’ y su familia, es el eco de un país en el que el Estado ya no protege, en el que la ley es un adorno y la justicia es un mero fantasma.

Pero la historia no se detiene en la tragedia, las calles se están levantando. En Piura, en Lima, en cada rincón del país, los vecinos, las familias, los ciudadanos de a pie han comenzado a entender que el poder puede volver a las manos de quienes aman la vida. Las Juntas Vecinales se han convertido en el nuevo rostro de la resistencia, en una ideología sin partido, cuyo único propósito es la dignidad y el derecho a existir en comunidad. Las orquestas musicales se unen ahora y deciden cuidarse y salir a marchar para mandar un mensaje claro a los delincuentes y sus aliados congresales.

Lo que ocurre en la Plaza Tres Culturas, en los barrios, en la música y cultura peruana es un síntoma de algo más grande: el fin del letargo. La idea de que la política se practica en los partidos ha muerto. El mensaje es claro: no basta con votar y esperar lo mejor. Hay que organizarse, salir a la calle, exigir respuestas, defender cada metro cuadrado de nuestra historia, de nuestros derechos, de nuestros sueños.

Si los partidos han muerto, celebremos su entierro. Aquí estamos, pico en mano, listos para sellar la tumba de sus tristes payasos, de sus compadritos y comadrejas, de sus contratos amañados y su eterna vocación de saqueo. Sépanlo bien: no se juega con el futuro de los pueblos, y esta vez no habrá pacto ni indulgencia. Esta vez, por nuestros hijos, venimos a tomar lo que nos pertenece, cueste lo que cueste.

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El Congreso al servicio de los bancos

La lucha contra los cuatro jinetes del apocalipsis (BCP, BBVA, Interbank y Scotiabank) es incansable. Los bancos controlan los medios de comunicación tradicionales, el Parlamento, el Gobierno, la SBS, Indecopi, el Poder Judicial, la Fiscalía y la PNP a través de “convenios institucionales” que la Junta Nacional de Justicia debe investigar para determinar si existen conflictos de interés.

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Por: Tino Santander Joo.

La semana pasada se votó el dictamen de la Comisión de Economía para derogar la Ley Antiusura N° 31143. Esta ley fue aprobada en marzo de 2021 debido a la presión de la movilización ciudadana contra la usura y la codicia del oligopolio bancario, que imponía e impone altas tasas de interés y cobros ilegales de comisiones.

La lucha contra los cuatro jinetes del apocalipsis (BCP, BBVA, Interbank y Scotiabank) es incansable. Los bancos controlan los medios de comunicación tradicionales, el Parlamento, el Gobierno, la SBS, Indecopi, el Poder Judicial, la Fiscalía y la PNP a través de “convenios institucionales” que la Junta Nacional de Justicia debe investigar para determinar si existen conflictos de interés.

El congresista Ilich López, de Acción Popular, ha señalado que esta ley fomenta la extorsión y el crédito gota a gota de mafias instaladas en el Perú, el mismo argumento de los banqueros y sus voceros. Parece que los congresistas de Acción Popular, conocidos como «los niños de Castillo», ignoran que el narcotráfico, la minería ilegal y el crimen organizado bancarizan todas sus actividades en Junín y Puno, lavando su dinero a través del sistema financiero peruano.

Ahora, los bancos podrán cobrar tasas de interés de hasta el 200% y comisiones por cualquier motivo. Este es el Congreso del fujimorismo, de Alianza Para el Progreso, de Avanza País, de Perú Libre, de Acción Popular y de Renovación Popular. Estos son los corruptos que buscarán volver al poder en 2026 en la farsa electoral de 45 partidos y 20,000 candidatos a diputados, senadores y parlamentarios andinos.

El congresista Ilich López, en coordinación con su partido, Acción Popular, y la bancada de «los niños», ha dado un golpe contra millones de familias, mientras sus precandidatos presidenciales, Alfredo Barnechea y Víctor Andrés García Belaunde, denunciaban el abuso y la prepotencia del oligopolio bancario en los medios de comunicación tradicionales ¿sabían que los parlamentarios de Acción Popular y su partido están al servicio de los bancos?

La izquierda parlamentaria y los demás grupos de derecha son cómplices de esta felonía contra el país. Los peruanos están advertidos sobre por quiénes no deben votar. Según el portal Peru-Retail.com, los bancos obtuvieron ganancias récord de S/ 10,325 mil millones en 2024. Estas ganancias exorbitantes contrastan con las altas tasas de interés y comisiones abusivas que afectan a millones de peruanos. Es urgente regular seriamente el sistema financiero siga beneficiándose a costa de los ciudadanos. La codicia, la usura, la maldad y el terror caracterizan al sistema financiero peruano.

El Perú no puede tener oligopolios que controlen la economía nacional. No podemos vivir esclavizados financieramente, pagando altísimas tasas de interés y sometidos a la usura que aceptamos indignamente. Tampoco podemos tener partidos y autoridades políticas al servicio de estos intereses.

Necesitamos un cambio profundo, una revolución social basada en la toma de conciencia sobre nuestros graves problemas nacionales. No podremos democratizar el crédito ni acabar con la usura y el terror de los bancos con los partidos políticos corruptos. Es urgente promover la libre competencia financiera. Es imprescindible desarrollar la minería para que esta financie la infraestructura agraria, la salud y la educación. Jamás tendremos seguridad ciudadana con corruptos en el poder. También es indispensable solucionar el problema de los 10 millones de peruanos que no tienen agua ni desagüe, así como construir carreteras, puertos, trenes y conectar todo el país con internet.

Nada de esto será posible en 2026 con los mismos corruptos de siempre y con nuevos aspirantes a corruptos. Solo nos queda la revolución social. La insurrección democrática significa la movilización de empresarios, agricultores, estudiantes universitarios y secundarios, así como de las Fuerzas Armadas y la Policía, para acabar con la ignominia y los traidores al Perú. No hay otro camino, no hay otra salida. Es mentira que las elecciones sean una solución; solo traerán más de lo mismo o lo peor de los corruptos. Ustedes tienen en sus manos el destino del Perú.

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Ministerio de Cultura de cabeza

Lee la columna de Edwin Cavello

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En medio de la crisis que sacude al gobierno de Dina Boluarte, el Ministerio de Cultura, bajo la dirección de Fabricio Valencia Gibaja, continúa sin rumbo, profundizando la desconfianza de la ciudadanía respecto a la gestión pública. A pesar de las promesas y discursos, la cultura en Perú sigue siendo una de las áreas más relegadas por el Estado. Una de las principales muestras de esta desidia es el interminable conflicto en torno al Museo Nacional (MUNA) ubicado en Pachacamac. La obra que se inició en la gestión de Ollanta Humala como un hito cultural, costó más de 600 millones de soles y aún continúa sin ser inaugurada. Lo que se prometió como un emblema cultural se ha transformado en un elefante blanco.

El manejo de recursos también deja mucho que desear, especialmente en lo que respecta a las contrataciones dentro del Ministerio de Cultura. Mientras el país atraviesa dificultades económicas, el gobierno parece haber priorizado el despilfarro de dinero público en contratos para amigos cercanos al entorno de Fabricio Valencia. La Biblioteca Nacional del Perú (BNP) es uno de los ejemplos más claros de esta mala práctica. Las órdenes de servicio “doradas” han colapsado el presupuesto de esta institución, que, lejos de cumplir con su función de preservar el patrimonio cultural, se ve reducida a una caja registradora para aquellos vinculados al poder.

La jefa de la BNP, Ana Peña Cardoza, tendrá que enfrentar a la Comisión del Congreso a las 4 pm de hoy para explicar las contrataciones laborales realizadas en 2024 y la millonaria suma gastada en este concepto.

El Archivo General de la Nación no corre una suerte mejor. Esta institución fundamental para el resguardo de nuestra memoria histórica está sumida en el caos debido a problemas con sus instalaciones y la falta de un plan adecuado para el traslado del archivo. Sin embargo, el colapso institucional no termina ahí. El IRTP, el canal y radio del Estado, también está experimentando una crisis, agravada por la llegada de exasesores vinculados al fujimorismo, lo que pone en peligro la independencia editorial de estos medios. Todo esto ocurre justo cuando el país se alista para enfrentar una nueva campaña política.

Día a día nos damos cuenta de que lo único que ha cambiado en el gobierno es el rostro de Dina Boluarte y la masa corporal de algunos ministros de su gabinete.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Opinión

Malos modales

Una negativa forma de vida que ha escalado en todos los estratos sociales.

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En la convivencia de una sociedad siempre deberán priorizarse los temas de fondo: gobierno—leyes—ciudadanía—. Pero también es importante tomar en cuenta aspectos de forma: maneras—educación—modos.

Sin embargo, en nuestro país se ha pasado a ejercer un indeseable abanico de desgobierno, desorden y caos, no solo por parte de gobernantes y autoridades que se dedican a todo, menos a cumplir su obligación de encargarse de la cosa-pública; sino también, de los administrados-ciudadanos, que en lugar de ser fiscalizadores como ‘agentes’ comprometidos con la normas y reglas de convivencia, tienen más vocación de anarquistas que alimentan a una feroz oclocracia que ha logrado reinar en Perú en alianza con otros males, como la plutocracia que se sirve de su aliada, la cleptocracia.

Esta tripartita de sistemas ha conseguido que una muchedumbre de grupos humanos retroceda en su cultura, en sus roles, quehaceres y modales.

Entre tanto, la interacción social se ha visto menoscabada y ha pasado a predominar la mala educación, los malos modales, el individualismo desmedido y el irrespeto. En suma, lo malo, corrupto, inculto, procaz, burdo, inmoral y embustero, han pasado a ser prácticas normales, deseables y estándares acordes a la actualidad. A diferencia de lo ético, fraterno, culto, educado, respetuoso, veraz, leal y autentico, que se han convertido en actos desfasados, obsoletos y reprobables.

La prueba de esta ‘decadencia colectiva’ que ha alcanzado un nivel sistémico, se destaca al observar a una presidenta de la República que miente desmesuradamente y que nos desprecia a nosotros los gobernados, cuando dice: —“Tengo las manos limpias y estamos haciendo una batalla frontal contra la corrupción”—. También, cuando observamos a fiscales y jueces que trafican con la justicia y a parlamentarios ‘mochasueldo’ que le roban al Estado y que cobran doble ingreso (caso-exmilitares).  

Asimismo, entre la gente de a pie, habitualmente ya no existen gestos nobles; y la descortesía ha pasado a ser un gran atributo. La mala educación es el nuevo paradigma, y lo vemos en las universidades, en el metro, en los trabajos, en los gimnasios y en todo lugar público y privado. Donde el saludo es prácticamente un insulto y el agradecimiento se convierte en un acto que te denigra.

A pesar de ello, siempre prevalecerá el famoso refrán que dice: “la educación empieza en casa”.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Opinión

Que renuncie Dina y su desastroso Gobierno: exigimos de urgencia un estado de excepción en el Perú ante la ola de violencia y corrupción total

El Perú está sumido en una crisis de seguridad sin precedentes. A diario, los titulares de los noticieros nos golpean con noticias de asesinatos, matanzas y actos de violencia que parecen no tener fin. Ayer fue el teniente alcalde de Chao; hoy, el vocalista de Armonía 10. Mañana, ¿Quién será?

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Por: Jorge Paredes Terry

La ciudadanía vive con miedo, indignación y desesperanza, mientras las autoridades parecen incapaces de detener esta espiral de caos. Ante esta realidad, la implementación de un estado de excepción no solo es una medida necesaria, sino también una obligación moral y constitucional para proteger a la población y restablecer el orden en el país.

Una Ola de Violencia que No Da Tregua La violencia en el Perú ha alcanzado niveles insoportables. Crimen organizado, sicariato, extorsiones y asesinatos se han convertido en el pan de cada día. Las calles, antes espacios de convivencia, hoy son escenarios de terror. La muerte del teniente alcalde de Chao y del vocalista de Armonía 10 son solo dos ejemplos recientes de una lista interminable de víctimas que claman justicia. Estos crímenes no son hechos aislados; son parte de una crisis sistémica que refleja la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

Las fuerzas del orden, lejos de ser un escudo protector, se encuentran desbordadas y, en muchos casos, infiltradas por la corrupción. La falta de recursos, la descoordinación y la impunidad han convertido a las instituciones en entes inoperantes, mientras los criminales actúan con total libertad, sabiendo que las probabilidades de ser capturados y sancionados son mínimas.

La corrupción es el Cáncer que Alimenta el Caos, la corrupción no es solo un problema paralelo a la inseguridad; es su cómplice directa. Funcionarios públicos, policías, jueces y políticos han sido señalados por actos de corrupción que han debilitado las instituciones y permitido que el crimen organizado opere sin obstáculos.

La impunidad es la norma, y la justicia, un privilegio al que pocos tienen acceso. Mientras tanto, los ciudadanos de a pie pagan las consecuencias con sus vidas.

El Estado de Excepción es una medida Constitucional y urgente ante esta situación, la declaratoria de un estado de excepción se justifica plenamente. La Constitución Política del Perú establece que esta figura puede ser invocada cuando se amenaza la paz, la seguridad o el orden público, o cuando se afecta gravemente la vida de la nación. Hoy, el Perú cumple con creces estos requisitos. El estado de excepción permitiría al gobierno tomar medidas extraordinarias, como el despliegue de las fuerzas armadas en tareas de seguridad, la restricción temporal de ciertos derechos fundamentales y la imposición de penas más severas para delitos graves.

En este contexto, la aplicación de la pena capital para criminales y corruptos debe ser considerada como una medida disuasiva y ejemplarizante. Si bien es un tema polémico, la gravedad de la situación exige acciones contundentes.
La pena de muerte, reservada para los peores crímenes, enviaría un mensaje claro: el Estado no tolerará más la impunidad ni la violencia.

Argumentos a favor del Estado de Excepción

  1. Protección inmediata de la ciudadanía: La prioridad debe ser garantizar la seguridad y la vida de los peruanos, que hoy viven bajo la constante amenaza de la violencia.
  2. Restablecimiento del orden público: El despliegue de las fuerzas armadas y la imposición de medidas drásticas permitirían recuperar el control de zonas dominadas por el crimen organizado.
  3. Combate a la corrupción: Un estado de excepción facilitaría la investigación y sanción de funcionarios corruptos, limpiando las instituciones y recuperando la confianza ciudadana.
  4. Mensaje de firmeza: La implementación de medidas extremas, como la pena capital, demostraría que el Estado está dispuesto a actuar con mano dura para proteger a la sociedad.

Basta Ya! La ciudadanía está harta. No podemos seguir tolerando que nos maten a diario, que nuestras familias vivan con miedo y que las autoridades se limiten a ofrecer discursos vacíos mientras el país se desangra. El asesinato del teniente alcalde de Chao y del vocalista de Armonía 10 son solo dos ejemplos de una realidad que nos afecta a todos. ¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que se tomen medidas reales? El estado de excepción no es una medida deseable en circunstancias normales, pero estas no son circunstancias normales. Es una herramienta legal y necesaria para enfrentar una crisis que amenaza la existencia misma del Estado de derecho.

El Perú necesita acciones concretas, no promesas. Necesita firmeza, no indiferencia. Necesita justicia, no impunidad.

El Perú está en una encrucijada. Podemos seguir permitiendo que la violencia y la corrupción destruyan nuestro país, o podemos actuar con decisión y firmeza para recuperar el control. El estado de excepción, acompañado de medidas drásticas como la pena capital, no es solo una opción; es una obligación moral y constitucional para proteger a los ciudadanos y garantizar un futuro seguro y justo. ¡Basta ya de impunidad! ¡Basta ya de violencia! El Perú merece vivir en paz, y es hora de que el Estado actúe en consecuencia.

Mensaje a Dina Boluarte

Fuiste valiente en su momento con un pueblo desarmado, con niños y jóvenes que expresaban su rechazo a tu gobierno usurpador, enviaste al ejército con armas de guerra a masacrarlos, no dudaste en permitir a las fuerzas armadas el uso total de la violencia, saca pues ahora esa sangre fría, busca a los delincuentes en sus guaridas, envía a toda la fuerza del sistema tras los sicarios, ordena acabarlos o solo eres valiente con los inocentes? O renuncia inmediatamente, el cargo te quedó demasiado grande.

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China peruana

Lee la columna de Julio Barco

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Ahí veo a Julia Wong: estamos en un edificio de Miraflores, hablamos de las líneas de Nazca y de la novela Viaje al Oeste. Le digo que me parece genial que la poesía oriental encuentre la belleza en cualquier instante. Es decir, que pueda hallar poesía en el solo expresar la condición del ser. Pensemos en Li Po, sugiero, mirando la luna con su copa de vino, o en aquel diálogo de los pescadores en el libro de Wu Cheng’en. La poesía brota espontáneamente.

No es tan sencillo, me responde Wong. Hay una superficialidad aparente. Fue una de nuestras últimas charlas.  Y ahora, a un año de su muerte, yo recuerdo su brillo de diamante oscuro, de diamante existencial arraigado a la crisis, a la intensidad. Así era: esculpida de un solo tajo despiadado. Y por eso, su voz es una espada en nuestra tradición poética.

No recibió ningún premio memorable, no tuvo una difusión necesaria, pero se sostuvo durante años. Poesía desgarrada y políglota, migrante y existencial. Siempre insatisfecha de sí misma, su obra poética es ineludible dentro de la escritura peruana del siglo XXI. Incomoda incluso a la hora de clasificarla, ¿ella es de la generación del ochenta? ¿De los noventas? ¿Es consecuencia de Carmen Ollé o de Varela? 

El día que murió yo trabajaba en un colegio llamado como el autor de Hamlet, y su partida me tomó por sorpresa. Conocía su lucha contra el malévolo cangrejo. Pero también de su temple, de su nervio en medio de la desesperación. Su último libro, 11 palabras, es una prueba de fe del poder del lenguaje. Y eso fue lo que puso en su dedicatoria: “Para Julio por el cariño, el odio y la fuerza que ponemos a las palabras, a cualquier palabra” Ese amor por la palabra no era solo fe ciega, sino una lúcida concatenación de intuiciones. La prueba son sus más de quince poemarios publicados en ediciones bilingües, en el Perú y en España y Portugal. Ahora vive en sus poemas, en su lenguaje que fue mutando y transformándose en un laberinto que dibuja su propio rostro.

(Columna publicada en Diario UNO)

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