Opinión
Cancillería de Perú, ¿claridad de la calle y oscuridad de la casa?
Lee la columna de Rafael Romero

Por Rafael Romero
Divinamente una cita bíblica nos recuerda que “quien esté libre de pecado, arroje la primera piedra”; pero en asuntos más terrenales de la política internacional, la coherencia es un requisito de pulcritud, credibilidad y transparencia para la imagen y prestigio de un país.
En este momento el canciller de Perú, Javier González Olaechea, es para unos un bonzo autodeclarado en la OEA y para otros un héroe antimaduro en Venezuela. Sin embargo, desde Lima Gris hacemos un análisis equilibrado sobre sus actos públicos y sobre la base de evidencias objetivas, incluso non sanctas, acaecidas en la historia reciente de la diplomacia peruana.
Así, hay dos sucesos que se mantienen como un baldón sobre los inquilinos del Palacio de Torre Tagle. Uno, es el complot contra el embajador del Perú en Israel, Fortunato Quesada Seminario, ejecutado innoblemente desde Lima hasta Tel Aviv, el año 2018, donde hay pruebas irrefutables que obran en Cancillería; y el otro suceso es el complot del año 2019 contra el asilo del entonces presidente Alan García en Uruguay.
Esas dos conspiraciones se dieron en medio del vizcarrato y de un común denominador o pivote, Néstor Popolizio Bardales, a quien algunos denominan coloquialmente “el canciller del lagarto”, porque tuvo ese cargo, precisamente, del 2018 al 2019, en plena gestión de Martín Vizcarra. No obstante, otros señalan que Popolizio detenta el verdadero poder dentro de Torre Tagle, al punto de que el propio presidente Pedro Castillo lo nombró en diciembre del 2021 como embajador del Perú en República Checa y desde entonces permanece en el puesto con un sueldo superior a los S/ 70,000 mensuales y va próximo a cumplir 3 años en ese “dorado” cargo con sede en Praga.
En suma, frente al esclarecimiento de esos dos hechos, porque se debió llegar a la verdad en ambos affaires, el de Fortunato Quesada y el de Alan García, nuestro apreciado canciller Javier Gonzales Olaechea, pudo hacer mucho en provecho de los principios que predicó en la reunión de la OEA, el pasado 31 de julio, a propósito de las elecciones en Venezuela.
Peor cuando documentos oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, correspondientes a los procesos disciplinarios contra los diplomáticos José Boza y Pedro Rubín, así como las investigaciones a los exservidores Romina Tevez y Jesús Alvarado, destapan que Popolizio ordenó un complot desde Lima, con el objetivo de sacar del cargo de embajador del Perú en Israel, Fortunato Quesada. Todo eso pesó para que el Poder Judicial, en sentencias de primera y segunda instancia, anule la resolución ministerial firmada por Popolizio con la cual sacó a Quesada de la carrera diplomática en menos de 10 días.

Sin embargo, González-Olaechea todavía está a tiempo de hacerlo porque como ministro de Estado tiene en su despacho una andanada de normas legales, nacionales e internacionales, que lo respaldan para hacer cumplir la ética pública, la integridad, la lucha anticorrupción y la justicia institucional en su sector, donde los derechos humanos y la dignidad personal jamás pueden ni deben quedar pisoteados.
El canciller peruano está en condiciones de hacer ese trabajo para sacar la mala sangre en Torre Tagle, es decir acabar con las argollas burocráticas de impunidad, para proceder en coherencia con sus propios ideales expresados en el caso de la democracia venezolana, tras las elecciones del 28 de julio, por lo que no debería repetir la parsimonia, procrastinación o complicidad de sus antecesores Maúrtua, Meza Cuadra, Wagner, el propio Popolizio, Landa y Gervasi.
Esto, pese a que algunos hayan dicho que González-Olaechea, durante su participación en la OEA, “golpeó la mesa, gritó o amenazó”, tal como lo aclaró debidamente en su cuenta de X, y aún cuando el presidente del Consejo Permanente de la OEA le criticó por una supuesta actitud confrontacional y desde otros ángulos le achacaron los adjetivos de “irrespetuoso”, “agresivo”, “amenazante”, etc.
Empero, recordemos que Ronald Sanders dijo en la sesión de la OEA que “Por primera vez en nuestra organización hemos tenido un ministro que ha hablado más que cualquier otra delegación de forma conjunta. Hemos demostrado mucha tolerancia, mucha paciencia y cierta acomodación también escuchando los comentarios del ministro durante tanto tiempo”.
En esencia, Cancillería debería terminar con los cenáculos de poder o con las vacas sagradas, pues no hacerlo lo único que confirmaría es por qué el gobierno de Boluarte tiene solo 4% de aprobación. Y si bien no hay democracia en Venezuela, ¿cuántos abusos existen en medio de la impunidad dentro de la seudo democracia peruana? Ahora, recordando lo dicho el siglo pasado por Javier Silva Ruete, “un ministro asume el activo y el pasivo”, y el canciller de Perú no será la excepción. Por lo demás, ni hablar de Atahualpa y la Polinesia.
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Opinión
El aporte intelectual de David Ausubel y la educación peruana
Lee la columna de Marisol Verónica Giordano Silva

Por Marisol Verónica Giordano Silva
David Ausubel (1918 – 2008), fue psicólogo y pedagogo neoyorquino (estadounidense), convirtiéndose en un referente del constructivismo, escuela que nos dice que el estudiante construye su propio conocimiento sobre la base de lo que va adquiriendo en el proceso de aprendizaje.
A este modelo teórico de Ausebel se le denomina teoría del aprendizaje significativo, mediante el cual el estudiante aprende gracias a la conexión de las informaciones nuevas, en medio de una estructura cognitiva, y conformado por el conjunto de conceptos e ideas de las que el estudiante dispone con anticipación.
El aporte de Ausubel tiene todavía mucho peso en el último medio siglo, quedando establecido entre los docentes, respecto de que la teoría del aprendizaje significativo, el planteamiento de un tipo de aprendizaje que se relaciona de forma no arbitraria y sustancial con la estructura cognitiva preexistente del estudiante; pero el aprendizaje significativo se producirá y tendrá sentido solo cuando se suman adecuadamente los conocimientos previos con los conocimientos nuevos de los niños o estudiantes.
Lo importante es garantizar una comprensión de los conocimientos porque así serán más duraderos y profundos. Es decir, en lugar de memorizar la información de forma aislada, el alumno relaciona la nueva información con lo que ya sabe, modificando y enriqueciendo su estructura cognitiva.
Por otro lado, en este aspecto teórico, cabe recordar que existen diferentes tipos de aprendizaje, como el asociativo, el emocional, experiencial, etc. No obstante, el aprendizaje significativo es el que concentra más ampliamente la dimensión cognitiva, la motivacional y la emocional. De ahí que se pueden identificar tres tipos de aprendizaje significativo: representacional (de representaciones), conceptual (de conceptos) y proposicional (de proposiciones).
Y fue el propio Ausubel quien acuñó para su teoría el concepto de “aprendizaje significativo”, porque desde el principio le llamó la atención el hecho de que el lenguaje no solo determina conceptos, sino que refleja las operaciones mentales implicadas en la adquisición de ideas abstractas y en los conocimientos de orden superior.
Así, el aporte de Ausubel supera el aprendizaje memorístico, donde los nuevos conocimientos solo se acumulan en la memoria del niño sin quedar vinculados a los viejos conocimientos, por lo que bajo el parámetro memorístico no se logra expandir el conocimiento real ni más profundo; y por tanto es menos significativo, es decir, más fácil de olvidar y muy superficial.
Podríamos profundizar más en esta teoría de Ausubel, pero la dejamos aquí, hasta una próxima entrega, sobre todo en aquellos aspectos que se vinculan a los tipos de aprendizaje significativo, que el propio Ausubel advirtió. En lo inmediato, y a modo se síntesis, su teoría ayuda al maestro para entender más el proceso de aprendizaje y colabora con el estudiante para que este continúe perfeccionando e incrementando los conocimientos que ya tiene y con mayor calidad, recordación, comprensión y profundidad, todo lo cual sin duda es un avance en la pedagogía pese al tiempo transcurrido desde que Ausubel lanzó su teoría el siglo pasado.

Por Juan José Sandoval
Me habían invitado a leer unos poemas a un bar de Barranco. Tenía la esperanza de vender un libro que cargo siempre en el morral, para volver a mi casa. Había un tío gordito ya pasado de copas que demostraba notorio entusiasmo en la lectura. Al terminar mi parte se me acercó y me dijo que quería ser escritor, como yo. “Así, pe, como tú. ¿Cuánto necesitas?”, me abordó el dipsómano.
Primero me dio ‘palta’, porque estábamos en Barranco y por ahí el pata era del palo de Pancho De Piérola y me quería tender una trampa. Pero me invitó unas chelas en su mesa y entré en confianza. Me dijo que era empresario y quería hacer un libro. “Tengo unas historias que ni te imaginas, habla: ¿cuánta plata necesitas?”, insistió.
Aproveché que tenía mi libro para sacarle el taxi de regreso y unos latones de cerveza para volver. Intercambiamos teléfonos y en los siguientes días mantuvimos contacto para aterrizar un posible proyecto de memorias literarias.
Pero una noche el amigo apareció en todos los noticieros, se había peleado con unos comensales en el restaurante de parrillas ‘El Charrúa’ de La Molina, y tras ser expulsado a la fuerza del local, volvió con su camioneta de alta gama y embistió la fachada del local, llevándose consigo a cuatro clientes que se mantenían sentados tras el altercado.
Detenido el futuro heredero de Bryce Echenique, y pasada la borrachera con diablos azules, el amigo lloró en la audiencia previa a su prisión preventiva de nueve meses. Tiempo suficiente, creo, para que inicie la mejor versión de sí mismo a través de la pluma canera. Al menos, mis servicios, siguen intactos para ti, amigo.
Una pena por el dueño del Charrúa, un uruguayo amigable a quien mi padre lo conoce desde que era mozo de otro restaurante de parrillas en San Isidro, donde era habitué en los ochentas. Por tal confianza se atrevía a llamarlo ‘rosquete’ delante de la clientela. “Aquí está ‘la dueña’ del local”, señalaba mi viejito frente a una audiencia avergonzada. Pero el maestrito jamás perdió la sonrisa ni la cordura. Incluso, a nosotros también nos botaron del local cuando no nos quisieron vender más vino. Ya mis hermanos saben que se me sube el trago y me pongo rebelde. Como nos invitaron a salir y no me dejaron ir al baño, meé la puerta del recinto bajo la consigna estrafalaria de “con los Sandoval, nadie se mete”.
Es duro, pero sobre todo doloroso, que te impacte la realidad de un carro de alta gama. Aunque los automóviles de segunda duelen igual. Eso habrá sentido el popular youtuber ‘Furrey’, a quien lo hicieron volar unos buenos metros en una avenida de La Victoria, donde pasaba con su scooter, ese vehículo centennial que es una amenaza para los viejitos de la tercera edad.
Para su mala suerte, además de las costillas rotas, el pulmón perforado y el reservado estado policontuso, ‘Furrey’ fue presa de los buitres que aprovecharon su situación para llevarse la mochila, con documentos y accesorios digitales, pues cuando ocurrió el accidente se dirigía al canal donde trabaja en el exitoso ‘Habla Good’.
Su equipo de trabajo en el programa ha mantenido la debida calma, sin embargo, en X, se ha podido compartir todo tipo de imágenes del hecho. Uno de sus compañeros, ‘Curwen’, incluso dio testimonio de lo complicado de estar en medio de la opinión pública cuando ocurre una tragedia familiar, su mamá fue atropellada y recibió todo tipo de comentarios en redes sociales. Como ha ocurrido con ‘Furrey’, a quien le han sacado en cara el haber ‘celebrado’ la muerte de Alberto Fujimori, por lo que dejan entrever que el atropello sufrido no es más que el pago a la pacha mama de su propio karma.
La familia tiene derecho a intimidad, aunque siempre habrá un periodista puñalero que determine la importancia pública de la desgracia ajena. “La gente tiene derecho a saber la verdad”, dirán algunos coleguitas inspirados en el personaje Faundez, de ‘Tinta Roja’.
Recuerdo que a mi abuelita Chabela también la atropellaron en la avenida Colonial, ahí comenzó su demencia. Entonces olvidó que fue madre pionera de la selva, cultora de Iquitos en Lima e inspiración para muchos emprendedores que provenían de Loreto.
Mi viejita cruza todos los días la avenida para comprar verduras. Yo trato de acompañarla, pero cuando no estoy me lleno de angustia. Cuando yo salía a la calle en mis veintes, ella se preocupaba porque me podía pasar algo en la calle. Ahora soy yo el que vive en paranoia de que algo le pueda pasar, que algún auto manejado por un subnormal con reggaetón a máximo volumen la pase por encima.
En los noventas, yo estudiaba para el examen de admisión un sábado por la noche. Mi mamá recibió una llamada y se comenzó a alistar de inmediato. “Tu hermano ha atropellado a alguien en el Callao y lo ha matado”, me dijo mientras se iba a la comisaría y daba inspiración inicial a lo que hoy es la historia principal de mi libro ‘Barrunto’.
Yo comencé a buscar en la guía telefónica los hospitales del Callao y di con mi hermano, me contó que una moto se le había cruzado en la Colonial y tenía que pasar dosaje etílico.
Por suerte, el motociclista salió disparado unos metros, pero fue a dar a un montículo de arena, de unos arreglos municipales que se realizaban en la pista. Por lo que no tuvo ninguna fractura. Para suerte nuestra, el vecino de mi fallecida abuela Chabela era oficial de la PNP y estaba destacado en esa dependencia policial, fue vital para validar el dosaje etílico de mi primo en reemplazo de mi hermano.
Superado el impase, la familia del motociclista se le quiso ir encima a mi viejita. Cosa que se pudo solucionar con el pago de las pastillas para el dolor. Eran otros tiempos, la moto todavía funcionaba y se podía acceder a la justicia previo pago en efectivo.

La Universidad de Bellas Artes vive uno de sus capítulos más oscuros. No por falta de creatividad, ni por crisis académica, sino por algo mucho más terrenal: la voracidad de un grupo de funcionarios que, desde dentro, buscarían desangrar sus arcas con el aval de resoluciones judiciales que bordean lo insólito y lo escandaloso.
La directora general, Eva López Miranda, junto a su esposo Mauro Yrigoyen Fajardo y otros docentes afines, han demandado a la institución para obtener pagos que, en conjunto, superan los cinco millones de soles. Lo paradójico —y preocupante— es que estos beneficios millonarios se sustentan en normativas que exigen requisitos que la mayoría de los demandantes no cumplirían: títulos pedagógicos, pertenecer a regímenes laborales específicos y formación académica que simplemente no tienen. Algunos han llegado a obtener grados de bachiller sin tesis, por orden de jueces, con un simple título profesional a nombre de la Nación.
Estamos ante un caso en que la legalidad ha sido estirada hasta deformarse, dejando ver cómo se usa el aparato judicial para satisfacer intereses privados dentro de una institución pública. Peor aún: la directora es a la vez demandante y autoridad encargada de ejecutar los pagos. ¿Cómo no ver en ello un clarísimo conflicto de interés?
A esto se suma un manejo sospechoso del presupuesto. Mientras Bellas Artes apenas ejecuta el 30% de sus fondos anuales, se pretende liberar dinero para cumplir sentencias judiciales que benefician directamente a quienes hoy dirigen la institución. ¿Casualidad o estrategia deliberada para reservar fondos y cobrarlos luego vía demandas?
Lo más indignante es el silencio institucional. Ni el Ministerio de Educación se ha pronunciado, ni los involucrados han dado explicaciones claras. Una vez más, la impunidad se viste de expediente judicial, mientras los recursos que deberían mejorar talleres, infraestructura o programas académicos, terminarían alimentando cuentas personales.
¿Hasta cuándo se permitirá que instituciones públicas se conviertan en botines judiciales? Bellas Artes no solo necesita una reforma académica, sino una limpieza moral profunda. Porque donde debería florecer el arte, hoy crece las malas artes.
En medio del escándalo, el profesor Mauro Yrigoyen, ha comenzado a amenazar a sus propios colegas de Bellas Artes: «Dejen de replicar una nota que la hace suya al publicarla y que no se ajusta a la verdad, o les haré una querella por difamación», señala el esposo de la directora Eva López.
Opinión
La música: el alma de la vida
Es un idioma universal que nos recuerda que aún estamos vivos.

Desde que nací, la música fue mi primer gran encuentro con la vida. Fue la puerta mágica hacia un universo sensorial que me marcaría para siempre. Recuerdo vagamente, con apenas cuatro años, cómo mi hermana mayor ponía en una vieja grabadora un casete que parecía contener los sonidos del cielo. Eran las composiciones de Vivaldi, Strauss, Beethoven, Mozart, Chopin, Bach, y otros maestros de la música clásica, cuyas notas sembraron en mí una sensibilidad que floreció con los años.
Durante mi adolescencia, el arte musical me alcanzó en forma de revolución. Unos espigados jóvenes de Liverpool, con sus trajes elegantes eran perseguidos por multitudes de chicas extasiadas, e irrumpieron en mi mundo con melodías como ‘A Hard Day’s Night’, ‘She Loves You’ y ‘Help’. Descubrí entonces que la música no solo era armonía, sino también historia, cultura, emoción, belleza y libertad. Desde ese momento, distintos géneros y polifonías se volvieron parte inseparable de mi existencia.
Ya en mi adultez, cuando me convertí en padre, supe que debía legar ese mismo amor a mis hijos. El menor de ellos, cuando apenas era un bebé, reía a carcajadas mientras escuchaba el estribillo de ‘Flaca’, un hit musical que recién había sido lanzado en el mercado internacional y que lo acompañaría introspectivamente durante años, hasta cantarlo —ya convertido en artista y con guitarra en mano— en una gala internacional en Polonia. Esa imagen entrañable selló para mí una verdad indiscutible: la música es herencia, es sangre, es vida.
Estudios científicos han demostrado que la música estimula la producción de dopamina, mejora la memoria, reduce el estrés, e incluso ayuda en procesos de sanación. En animales, puede calmar la ansiedad y, en las plantas, ciertos ritmos favorecen su crecimiento. La música es energía que trasciende especies y fronteras.
Hoy sé con certeza que la música no es solo un arte, es un idioma universal, un lazo invisible que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser y con lo más bello del mundo. Porque mientras haya música, habrá vida. Y mientras haya vida, seguirá sonando alguna canción que nos recuerde a alguien especial y sobre todo, que estamos vivos.
Opinión
La sangre derramada, jamás será olvidada
Alexander Checa Montalvo, minero asesinado, tenía nombre, tenía sueños, tenía hambre de justicia. Su sangre grita, desde el suelo de Chala. Hoy es un mártir de la lucha minera. Y su memoria será la mecha que encienda la resistencia.

Por Jorge Paredes Terry
El cerro tiembla. No por la dinamita del minero artesano, no por el rugir de las máquinas de los grandes concesionarios, sino por el gemido de una madre que hoy busca entre los escombros de la injusticia el cuerpo destrozado de su hijo. Alexander Checa Montalvo, 27 años, trabajador, peruano, pobre, tenía el pecado de defender su pan, su tierra, su derecho a vivir. Su crimen: estar en el lugar equivocado, en el país equivocado, donde ser pobre es sentencia de muerte.
Lo mataron con una bala en el pecho. Lo mataron los mismos que juraron protegerlo. La policía, armada hasta los dientes con la impunidad del Estado, disparó contra hombres y mujeres que solo exigen lo que cualquier ser humano reclama: trabajo, dignidad, futuro. Los mineros artesanales no piden limosnas, no piden regalos. Piden una ley que les permita existir, que no los condene a la ilegalidad por el simple hecho de no tener un contrato de explotación que el gobierno y la gran oligarquía limeña, hipócritamente, nunca les facilitó.
El gobierno les prometió formalización. Les prometió una salida. Pero era una mentira envuelta en papel burocrático. Sabían que solo los grandes empresarios, los dueños de las concesiones, podrían formalizarlos, los entregaron a los buitres. Sabían que los mineros artesanales, los que rascan la tierra con sus manos, los que sudan en los socavones sin seguro, sin protección, jamás tendrían acceso. Y ahora, cuando se rebelan contra esta condena, el Estado responde con plomo.
¿Qué queda para el pobre en este país? ¿Morir de hambre o morir balaceado? Alexander eligió luchar. Y por eso lo callaron. Por eso lo convirtieron en otro número, en otro «daño colateral» de un sistema podrido que prefiere ver ríos de sangre antes que perder un gramo de su oro.
No son informales. No son ilegales. Son los que sostienen pueblos enteros, los que mueven economías locales, los que alimentan a sus hijos con lo poco que la tierra les da. Si el gobierno quisiera formalizarlos, lo haría. Pero no quieren. Porque detrás de esta persecución hay intereses más grandes: los de las mineras que ven a los pequeños como un estorbo, los de los políticos que negocian con la vida de los pobres.
Hoy, Alexander ya no está. Pero su sangre grita desde el suelo de Chala. Su muerte no puede quedar impune. No podemos normalizar que el Estado asesine a sus ciudadanos por protestar, por exigir lo justo.
¿Cuántos más tienen que caer? ¿Cuántas madres tienen que llorar hijos arrancados por las balas de quienes deberían protegerlos? La rabia no cabe en el pecho. El dolor es un puño que estrangula. Pero también es fuego. Y este fuego no se apagará con más represión.
Alexander Checa Montalvo tenía nombre, tenía sueños, tenía hambre de justicia. Hoy es un mártir de la lucha minera. Y su memoria será la mecha que encienda la resistencia.
¡No olvidamos! ¡No perdonamos! ¡No nos callamos!
LAS MINAS PARA QUIENES LA TRABAJAN!!!

A sus 105 años, Leoncio Bueno representa una de las voces medulares de la poesía social peruana. Atravesó la historia de nuestro país como un tajo: padeció cárcel, fue parte y arte de las invasiones que fundaron Comas, mecánico a tiempo completo y sindicalista y recientemente una figura del Facebook con declaraciones como: “Arriba los pobres del mundo, de pie los obreros sin pan. Y gritemos todos unidos: ¡VIVA LA INTERNACIONAL! (sic). Ahí donde se considera que la poesía debe contener la finura y exactitud de la “belleza” el bardo se empapa de la experiencia diaria y escribe, o como él mismo versa, rebuzna a viva voz: “No quise ser poeta fino, sino cuchilla en el papel”.
En el Perú tenemos un inventario de poetas sociales. (Revisar la antología de V. Mazzi). Algunos representan luchas claves de la historia (Heraud, Tello, Portal); otros, mezclan lo social con lo lírico (Scorza, Rose, Romualdo); y también tenemos los que tocan poemas sociales, pero no desde la “inocencia” sino desde los campos abiertos del desasosiego (Pimentel, Santibáñez, Domingo de Ramos). Así, se infiere que no se trata exclusivamente de cantarle a un partido político, sino en representar un sentimiento crítico frente a la sociedad. Y expresar, en suma, la propia voluntad de significarse más allá del orden regulador social (Butler, 2002). Por eso, no deja de ser curioso que en la actualidad crezcan poetas sociales que desde sitios fichos arenguen contra la burguesía. (Una cosa es comerse un chifa de M. Lauer en el óvalo Gutiérrez y otra es comerse un chaufa en Puente Nuevo). Bueno afirma: “Tiempo ha que machaco y le doy de alma/a esta mollera chúcara /por saborear deveras mi sandía”.
Recientemente se hicieron conocidas dos noticas sobre el bardo centenario. Por primera vez, editarán su obra en España, gracias a la gesta del joven poeta Codarlupo y por medio de la editorial Ultramarina Cartonera & Digital. También será homenajeado en la Feria Internacional del Libro.
Esperemos que, a diferencia del premio de la CASLIT, esta vez sí gane algunos soles. Como (casi) todos los poetas peruanos es un poeta sin AFP, ni CTS.
Opinión
El Datazo: Gravísima alarma en ESSALUD por el voluminoso historial de investigaciones que realiza la Fiscalía
El Ministerio Público viene investigando a Hernán Efilio García Cabrera por presuntos actos de corrupción y abuso de poder.

Uno de los sindicatos de EsSalud nos alerta de una grave denuncia tras revelarse el abultado historial de investigaciones fiscales que arrastra HERNÁN EFILIO GARCÍA CABRERA, quien se halla en funciones como gerente general de EsSalud.
El funcionario de marras parece estar coleccionando investigaciones fiscales, pues cuenta con al menos una docena de procesos fiscales en marcha, algunos por ´presuntos delitos como colusión agravada, cohecho, tráfico de influencias y organización criminal —una verdadera «joyita» el tal Efilio—. Cabe destacar que todos esos procesos fiscales están vinculados a contratos públicos en el sector salud y gobiernos locales, lugares donde ha laborado dejando una impronta nada saludable —dicho sea de paso— y un recuerdo bastante ingrato, en su afán aparente de batir el récord Guinness de denuncias de carácter penal y un dudoso comportamiento profesional, por decir lo menos.
A pesar de estos antecedentes nada lisonjeros, HERNÁN GARCÍA CABRERA fue designado en uno de los puestos más importantes y estratégicos de EsSalud. Según denuncia nuestra fuente, desde su llegada habría promovido el ingreso de personas allegadas a su círculo, muchas de las cuales no cumplen con los perfiles técnicos mínimos exigidos por ley.

Las áreas de adquisiciones, contrataciones y logística han sido reconfiguradas con personal externo sin experiencia en administración pública ni conocimientos del sistema en Salud, pero con vínculos personales o políticos.
Según las referidas fuentes internas de EsSalud (que están muy bien informadas), varias de estas designaciones tendrían el objetivo de establecer un control político sobre procesos logísticos multimillonarios, incluyendo la compra de medicamentos, contratación de servicios y mantenimiento hospitalario.
Este comportamiento representa una amenaza directa contra la meritocracia institucional, comprometiendo la eficiencia, la transparencia y el uso de los recursos destinados a los más de trece millones de asegurados en todo el país.
Entre otras irregularidades se denuncia la designación en la central de abastecimientos de bienes estratégicos -CEABE- de doña PATRICIA CAROL NONATO DE LA CRUZ, quien provendría de área de logística de la Municipalidad de San Juan de Lurigancho, además de tener poca experiencia en el Hospital Loayza y en el Instituto Nacional de Salud, según su declaración jurada presentada ante la Contraloría General de la República.
De acuerdo a la denuncia, la mencionada funcionaria fue designada el último nueve de junio, a pesar de que no cumpliría con el perfil técnico requerido para el cargo. Esto contravendría el Reglamento de Organización y Funciones (ROF) de EsSalud, ya que no duró más que unos meses en la mayoría de cargos de alta responsabilidad.

Fuente: Ministerio Público.
GRAVE DENUNCIA CONTRA ASESOR DEL GERENTE GENERAL DE ESSALUD
Nuestras fuentes nos han hecho llegar presuntas denuncias contra el actual asesor II de la gerencia general de EsSalud, don Oliver Ñique Olaya, quien habría favorecido a sus «amigos» para que ocupen puestos de importancia, principalmente en la gerencia de EsSalud del departamento de Tumbes, de donde él es natural.
Incluso nos hacen llegar un cuadro donde apreciamos cómo los funcionarios se habrían ido colocando en cargos de importancia tanto en las ciudades de Tumbes y Lambayeque, como también en la ciudad de Lima.
Encontramos, por ejemplo, a Roberto Alcas, quien era jefe de Finanzas y hoy es jefe de Prestaciones Económicas; a Manuel Castro, quien antes era un simple locador y hoy es nada menos que jefe de Finanzas; otra persona favorecida sería doña Ángela Oré Vereau, que fue jefa de Recursos Humanos de EsSalud en la ciudad de Tumbes y hoy es asesora de la Gerencia General de EsSalud en Lima.
También ubicamos a Don Pedro Gallardo (de quien se dice es intimo de Ñique Olaya) y que hoy está como jefe de Prestaciones Económicas en Lambayeque.
Desde esta columna exhortamos a la Contraloría General de la República a evaluar qué méritos han tenido estos funcionarios para dejar sus puestos, conseguir contrataciones mejor remuneradas y trasladarse a la ciudad de lima, sólo por el simple hecho de que quien fuera jefe de planificación de EsSalud en la ciudad de Tumbes hoy es el gerente general de esta institución.
¿Qué hace la Comisión de Fiscalización y Contraloría del Congreso de la República?, ¿qué hace el congresista Carlos Zeballos Madariaga, que tiene un grupo de trabajo investigando supuestas irregularidades en EsSalud?, nos preguntamos y esperamos respuestas.


Por Raúl Villavicencio
Era un hombre menudo, de voz potente y mirada perdida en un horizonte que no se dejaba alcanzar. Lo llamaban Picaflor de los Andes, pero su nombre verdadero —Víctor Alberto Gil Mallma— apenas importaba. En los pueblos altos del Perú, donde el frío muerde y el silencio pesa, bastaba con escuchar los primeros acordes de su canto para que todos supieran: había llegado el hombre que hacía llorar a los cerros.
Nació en Junín, allá por 1928, cuando el país aún era una suma de fragmentos: la sierra por un lado, la costa por otro, y la selva allá lejos, como si no existiera. En medio de esa geografía fragmentada, él eligió cantar para todos. No por vocación, diría algún cronista ingenuo, sino porque le era imposible callar. Desde muy joven conoció que la indiferencia capitalina y la pobreza podían lastimar más que una fría noche, y supo que su voz era su única herramienta de batalla, empleándola con una ferocidad conmovedora.
Los huaynos que interpretó no eran simples canciones: eran pequeños relatos de amor deshecho, de migraciones forzadas, de hombres que bajaban del altiplano para perderse en las ciudades. En temas como Corazón mañoso o Amor, amor, el Picaflor no sólo cantaba, sino que contaba: sus letras eran crónicas campesinas, retratos de una patria herida que apenas sabía hablar por sí misma.
Cuando murió en 1975, Lima se volvió un río de pañuelos blancos y lágrimas. Cien mil personas, dicen sus más cercanos seguidores, acompañaron su cuerpo hasta el cementerio El Ángel. Pero los números no alcanzan para explicar lo que representaba: era la voz de un Perú que se negaba a ser olvidado, que exigía un lugar en el relato nacional.
A diferencia de los ídolos fabricados por la industria, Picaflor no necesitó artificios. Cantaba con el pecho abierto y el alma en los labios, como si en cada nota se le fuera la vida. Y tal vez por eso, tantos años después, su voz aún persiste. No como eco, sino como presencia. En cada fiesta patronal, en cada altavoz desgastado por el sol y la lluvia, el Picaflor canta todavía. Y al cantar, nos recuerda que el Perú profundo existe, y que sabe hablar. Con música, con dolor, con una ternura feroz.
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