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Cultura

Alguien va a venir. Una genealogía católica de Jon Fosse: Nonni

En una región del mundo sin una tradición católica, ser católico significa orfandad.

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Toda persona es un misterio. El premio Nobel de literatura 2023, Jon Fosse es más de lo que se sospecha, es un católico sin ánimos de escandalizar. Un noruego culto que se refiere a Dios con naturalidad como lo hace un latinoamericano, es una extraña circunstancia en la secularizada Escandinavia, pero no siempre fue así, o no lo es de manera continua. El norte de Europa de árida tradición protestante, es una zona donde la semilla difícilmente da frutos, y sin embargo intermitentemente los ofrece.

Esta es una panorámica de la frontera polar, una saga sobre escritores y artistas católicos  nórdicos  que son un misterio para sus propios compatriotas. A continuación, una biografía sobre el islandés Jon Sveinsson.

Alguien va a venir

La infancia feliz de Jon Sveinsson, Nonni como le llama su madre, terminó con la temprana muerte por tifus de su padre Sveinn Þórarinsson en 1869. La viuda se quedó sola con la finca en quiebra y sus cuatro hijos (tres ya habían muerto antes por causas naturales como la polio, la tuberculosis o un resfriado mal curado). Los tiempos se volvieron extremadamente difíciles.

La situación empeoró tanto…

Nonni es el mayor de los hermanos, tiene trece años en 1870, cuando un noble francés se apareció por el campo y…

…que tuvo que renunciar a todos sus hijos

El extranjero había llegado a las pampas islandesas ofreciendo patrocinar a dos niños islandeses para que estudiaran. Uno de estos chicos era Nonni.

Todos los hijos fueron dados en adopción. Excepto Ármann, Manni como lo llamaba su mamá.

Catolicizar Islandia

Se que el verbo catolicizar no existe, pero si la realidad lo exige, se inventa.

El centro de esta historia empieza por su periferia, y la periferia de Escandinavia es Islandia. Perdida en el Ártico, esta isla volcánica ofrece más de lo que se espera.

Desde la Reforma protestante en el s.XVI, Islandia era como toda Escandinavia una zona sin presencia católica, incluso estaba prohibida penalmente, el celo protestante, así como el prejuicio anticatólico estaba muy arraigado, pero eso empezó a cambiar en el siglo XIX.

La Iglesia Católica estableció el 8 de diciembre de 1855 una jurisdicción bajo el nombre de Prefectura Apostólica del Polo Norte, que incluía a Islandia y a la que enviaron a dos misioneros franceses.

Con la aprobación de los superiores eclesiásticos y las autoridades islandesas, se había iniciado en 1870 un programa para permitir que los niños protestantes pobres de islandeses recibieran una educación superior. Esta oferta formaba parte de un plan para volver a catolicizar los países nórdicos (“Appell aux Missions boréales” le llamaron), por el que dos niños serían enviados de Islandia al continente. Los padres de los niños tenían que aceptar de antemano una posible conversión al catolicismo, así como una posible vocación al sacerdocio o incluso la incorporación a una orden religiosa de parte de sus hijos. Pero el hambre y la miseria de Islandia no daba opciones.

En esta situación, el jesuita francés Marie-Albéric de Foresta se ofreció a proporcionar al talentoso Jon, Nonni como lo llamaba su mamá, una buena educación en Francia. La madre de Nonni aceptó. Era eso o morirse de hambre.

Una familia rural

Jon Sveinsson descendía por línea materna de poetas, incluso un lejano antepasado suyo había sido un prelado luterano y traductor de la Biblia al islandés.

Nacido en el seno de una numerosa familia rural luterana, “Nonni” tuvo su primera educación en casa. Fue de su madre de quien aprendió a leer y escribir. Le interesaban los libros de viajes y aventuras, tal vez soñando con escapar del hambre y la pobreza, pues bien es sabido que los libros no se comen,

 Pero a veces de ellos si se come.

Para asegurarle una buena educación su madre aceptó que Nonni se fuera a Francia. Entonces Islandia era pobre y sin futuro, y la pobreza siempre ha sido la primera causa de muerte entre los niños del s. XIX. Nonni abrazo a su madre, a sus famélicos hermanos, que pronto también serían reubicados, y en especial de su hermano Manni.

Y partió a su destino.

Abandonó Islandia en el velero Valdemar von Rönne, el viaje duró cinco semanas.

El niño islandés en Europa

1870 era un mal año también para Europa. Debido a la guerra franco-prusiana, Nonni tuvo que permanecer en Dinamarca durante un año donde estudió en el Saint Canut College (Knud). En Copenhague ocurrió algo propio de los cuentos de hadas, tuvo la alegría de conocer al legendario narrador Hans Christian Andersen. Y fue en Dinamarca, a los 13 años, donde solicitó el bautismo y fue recibido en la Iglesia católica. Como quizás, o tal vez no, temiese su madre, su hijo se había vuelto católico, pero sin lugar a dudas como esperaba su madre, una buena educación le estaba asegurado al mayor de sus hijos. Nonni llegaría a adulto y pudiera que llegara a ser alguien. La vida es cruel, pero la gracia es grande.

Poco después también su hermano menor, Manni, lo siguió a Francia, esto en 1873. Fueron estudiantes aplicados. Los hermanos hicieron planes para regresar juntos a Islandia, donde Nonni quería hacer obra misional y Manni quería ayudar a mejorar las condiciones de vida allí. Sin embargo, Manni murió de tuberculosis en Lovaina a la edad de 23 años. Jón entonces estaba en Dinamarca, sus superiores no le permitieron viajar para ver a su hermano moribundo por última vez.

Poco antes, en 1878, Jón había sido aceptado en la orden de los jesuitas. Su educación lo había llevado a estudiar de Francia a Bélgica y Holanda. En Inglaterra se terminó de formar como sacerdote y fue ordenado sacerdote en Glasgow, Escocia, en 1890. Nonni se había convertido muy probablemente en el primer sacerdote católico islandés desde la Reforma en el siglo XVI.

Diarios de un cura rural

Destinado a labores de párroco itinerante en Dinamarca fue responsable de las pocas comunidades católicas dispersas en este país predominantemente luterano. También trabajó como profesor en el colegio jesuita de Ordrup durante 20 años. A partir de 1906 empezó a ‘contar’, especialmente historias ficticias de su propia juventud en Islandia. El joven “Nonni” es el héroe. Sveinsson escribe en danés al principio antes de decantarse por entero por el alemán, es consciente que el islandés resultaba un idioma demasiado marginal como para dar a conocer su tierra. Aquellos años fueron muy difíciles para él: sus superiores alemanes no mostraban ninguna comprensión por su obra literaria, con la que quería “escribir desde la soledad en el país de los sueños de la infancia”. Incluso le prohibieron mantener correspondencia con su familia, porque era una “pérdida de tiempo”. Pronto contrajo una grave enfermedad reumatoide debido al clima húmedo de Dinamarca, y también como consecuencia de la mala alimentación recibida durante su niñez. Jón se sentía como un extraño, no se le permitió seguir su verdadera vocación, la de ser misionero en Islandia. Entre los jesuitas como si de militares prusianos se tratara (los jesuitas de Dinamarca eran en su mayoría alemanes), un misionero con reuma, y para más inri, con gota, resultaba un elemento no apto para la evangelización del norte.

Y sin embargo San Ignacio de Loyola fue cojo.

Un éxito total, autor de libros para niños

Pronto fue enviado a Exaten, una casa de jesuitas, también alemanes, en el Limburgo holandés. Pero allí sus nuevos hermanos tuvieron una opinión distinta sobre su ejercicio de escribir, y lo animaron a cumplir su ambición literaria. Como Nonni había elegido el idioma alemán para sus libros, lo cual ayudó a su difusión, siguió el consejo de su hermano Moritz Meschler, de prepararse leyendo las obras de Goethe. Era 1912. Había comenzado su carrera como escritor. La mayoría de sus libros se publicaron entre 1913 y 1922.  Tuvieron un éxito casi inmediato, y con este llegaron las traducciones. Los libros eran las aventuras de dos niños, Manni y Nonni que vivían en Islandia con su madre, mientras esperaban el regreso de su padre que se había ido a Sudamérica a buscar trabajo. Las 13 novelas de aventuras que nos dejó tuvieron mucho éxito entre los jóvenes, en especial los niños.

Durante la Primera Guerra Mundial se encargó de cuidar de prisioneros de guerra franceses en Alemania (¿habrá conocido a Sorge?).

El éxito de su obra fue tan grande, que sus libros fueron traducidas a 40 idiomas, incluido el islandés, las cuales se empezaron a publicar en su isla en la década de 1920, en traducción de Freysteinn Gunnarsson (1892-1976).

Reencuentro con la madre tierra: Islandia

París, 1923. Nonni tiene el agrado de conocer a un paisano, es el futuro premio Nobel, Halldór Laxness, quien también es converso católico y escritor, Laxness le pregunta a Nonni si su “vida interior” había muerto el día que su madre lo dejó irse. Desconocemos la respuesta, solo sabemos que para el futuro premio Nobel le resultó “incomprensible”. Y no fue lo único. En un artículo sobre Nonni Laxness escribió:

“Hay algo intacto e impecable en el estilo y el lenguaje de Jón, una castidad elegante. Y sus frases irradian un encanto similar al de un centenar de niños pequeños con vestidos blancos que caminan en procesión por una calle soleada en un luminoso día de primavera mientras cantan sobre la Mater Dei, sin tener idea de su propia belleza”.

En 1930, por fin pudo volver a Islandia. Está vez por invitación del gobierno islandés a la celebración del milenio del Althing, el parlamento nórdico existente más antiguo del mundo. Nonni era una celebridad y un héroe cultural de Islandia. Como su madre esperaba, su hijo se había convertido en alguien.

Sin embargo, Sigríður, la madre de Nonni, ya hacía mucho que no vivía en Islandia. Su madre había mantenido una frecuente correspondencia con Nonni así como con sus demás hermanos, para luego, en 1876, al poco tiempo de dejar partir a su último hijo, Manni, se fue a buscar un futuro a Canadá, donde ya vivían dos de sus hijos reubicados. Allí contrajo un segundo matrimonio y murió en 1910 a una edad avanzada, sin saber que su hijo se iba a volver una estrella internacional de la literatura, pero con la paz de que hizo lo mejor por él.

Sobre sus otros hermanos se sabe poco, Friðrik fue entregado a los tres años a unos padres adoptivos que emigraron con él a Canadá, ya adulto se convirtió en padre de seis hijas y trabajó como pintor bajo el nombre de Fred Swanson. Su hermana Sigríður fue adoptada por uno de los hermanos de su padre y se mudó a Canadá en 1888, donde vivió primero con su madre y luego con su hermano. Murió de cáncer de estómago. Su hermana mayor Björg murió de tuberculosis a la edad de 28 años. La media hermana de Nonni, Kristín (1852-1949), se quedó en Islandia, adoptada por otra familia, se convirtió en madre de cuatro hijos y, fue la única de sus hermanos que tuvo descendientes en Islandia. Años antes de la fama Nonni pudo viajar a su tierra, fue en 1894 y ya entonces, salvo su media hermana, ya no quedaba nadie de su familia en Islandia. Sin embargo, su patria seguía siendo la geografía maternal de cuyos paisajes tejió toda su obra literaria.

La fama, la guerra y el viaje final

De 1936 a 1938, Jón Sveinsson emprendió una extensa gira mundial, dando conferencias por Estados Unidos, Canadá y Japón . Su último libro, Nonni en Japón, fue completado por su amigo y más tarde biógrafo Hermann Krose. El objetivo declarado de Jón Sveinsson era llevar alegría a la gente con sus libros: “Esa era la misión que Dios me había encomendado”.

Se estima que dio unas 5.000 conferencias en todo el mundo, la mayoría en salas abarrotadas. Durante su estancia en Japón en 1937/38 dio 56 conferencias. Sólo en una noche en Tokio acudieron alrededor de 1.400 oyentes.

Cuando estalló la guerra en 1939, Jón regresó de Japón a los Países Bajos. Allí vivió en el Ignatiuskolleg de Valkenburg, pero este, tras la invasión alemana, fue disuelto por la Gestapo en 1942. Los residentes de la residencia de ancianos de la iglesia, incluido el enfermo Nonni, fueron transportados a Aquisgrán, al Vicariato General. Jón Sveinsson, Nonni, murió el 16 de octubre de 1944 a la edad de casi 87 años en el hospital St. Franziskus de Colonia después de una odisea por varios hospitales eclesiásticos en Aquisgrán y Eschweiler. Allí las hermanas le habían preparado una pequeña habitación en el refugio antiaéreo, y Nonni murió creyendo estar en la cabina de un vapor en el que se embarcaba a Islandia, su último gran viaje. Su última palabra fue: mamá.

Jón Sveinsson fue enterrado en el cementerio Melaten de Colonia, en la tumba de los jesuitas de la ciudad (tumba 20 E/19 D, directamente en la primera carretera principal NS/NordSüd, a la izquierda de la entrada Piusstrasse). Debido a los continuos bombardeos en Colonia, sólo dos hermanos jesuitas pudieron asistir a su funeral, además de un joven de 17 años, posiblemente de las juventudes hitlerianas, que se había enterado del funeral por el periódico esa mañana. A pesar de la guerra, Nonni seguía siendo una celebridad.

En la década de 1980, las aventuras de Manni y Nonni fueron hechas una serie para televisión en Alemania Occidental. Aún muchos alemanes recuerdan con cariño las aventuras de esos dos niños en Islandia, que tienen a una mamá, y esperan el regreso del padre de Sudamérica.

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HANS HERRERA NÚÑEZ. (Lima, 1985). Vivió parte de infancia en Costa Rica, de regreso a Perú estudio Derecho en la Garcilaso y luego literatura. Se especializa en la obra de Roberto Bolaño y Chesterton. Ha colaborado con Dedo Medio y actualmente escribe en Lima Gris. También co-conductor del programa en radio Lima Gris de "Mirada Critica". Además ha aparecido en el celebrada película de ficción de Gustavo Meza, "Ciudad Ausente" (2015).

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Cultura

Día Internacional del Libro 2025: en promedio, menos de dos libros al año lee un peruano

Este 23 de abril se celebrará importante fecha en distintos países del orbe y en comparación con otros países de la región estamos muy por debajo en lectura.

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Uno de los inventos más grande de la humanidad no requiere de electricidad, ni de modernas tabletas, y tampoco del pago de una suscripción, solo sostener en sus manos aquellas hojas que conforman una historia fascinante, misteriosa, reveladora o sumamente intrigante.

Cada libro es una historia diferente, puede que el tema sea el mismo, pero la manera y estilo de escribirlo, y sobre todo de imaginar cómo se desarrolla la trama, hace que ninguno de ellos sea idéntico. También influye la etapa en que lo leamos, ya sea de muy jóvenes, ya adultos o en nuestros años otoñales.

En épocas de inteligencias artificiales, mega computadoras, plataformas que encadenan a las personas a deslizar su dedo de abajo hacia arriba, los libros han quedado relegados en algún rincón de la casa. Ya pocas personas se toman el tiempo de ‘desconectarse’ de la vorágine del mundo entrampado a un enchufe y una conexión a internet; podría calificarse como ‘rara avis’ a aquellas personas (hombres, mujeres o niños) que están en la calle concentrados en algún capítulo de su novela favorita.

A propósito del Día Internacional del Libro a celebrarse este miércoles 25 de abril, cabe recordar que menos del 50 % de peruanos ha leído un libro, según la Encuesta Nacional de Lectura (ENL) realizada en el año 2022, teniendo como universo de encuestados a personas entre los 18 y 64 años.

En estricto, de acuerdo a las cifras arrojadas por la ENL, el peruano en promedio lee 1.9 libros al año, cifra sumamente baja a comparación de otros países en la región. Por ejemplo, en Argentina sus ciudadanos leen 6.4 libros año, de acuerdo a la Cámara Argentina del Libro. En tanto, en Brasil se lee 4.7 libros. Nuestro vecino país de Chile lee en promedio 3.9 libros al año, de acuerdo a data recabada por la Biblioteca Nacional de Chile.

Nuevas generaciones optan por los contenidos digitales. Foto: Gobierno del Perú.

Factores del bajo nivel de lectura en el Perú

Una crítica que se tiene que realizar a todos los padres de familia es el no acostumbrar a sus hijos a coger un libro en su tiempo libre, optando por entregarles un celular para su distracción lo que hace que a la larga se pierda el hábito de la lectura de manera voluntaria.

Otro de los factores es la aparición de distintos medios digitales. Los peruanos se han ‘mal acostumbrado’ a leer solo las portadas y un poco de texto, desechando cualquier otro tipo de información más detallada.

Y cómo no soslayar el hecho de los altos precios de algunos libros, espantando a muchos ciudadanos de querer adquirirlos. Cabe recordar que nuestro país es mayoritariamente informal y acceder a un libro, ganando solamente el sueldo mínimo, puede representar un gasto considerable en la economía de una persona.

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Cultura

Mariana Enríquez: «El Papa era el poderoso más compasivo»

«Una cosa que sí me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo» la escritora argentina Mariana Enríquez se despide del Papa Francisco en sus redes con un mensaje de una agnóstica que deja de lado el orgullo y reconoce que hay puntos de encuentro y aceptación en las discrepancias que el magisterio de Francisco dejó. Tal vez aquí empieza el milagro.

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Recientemente vimos un post en la cuenta de la escritora argentina Mariana Enríquez que no pudo dejar de sentir la muerte de Francisco como algo propio:


«Una vez, o dos, lo vi cuando era arzobispo de Buenos Aires en el subte E yendo para la villa. No me caía bien entonces: Jorge Bergoglio tuvo posiciones cuestionables. Cuando lo anunciaron como Papa me asusté. Con los años no me hice más ni menos católica, pero si me di cuenta de que se convirtió en un enorme líder y un buen pastor para sus fieles. Gente que jamás hubiese imaginado que podría siquiera respetar a un Papa le tenía afecto. Me incluyo. Solo conozco las acciones más visibles de su pontificado, porque no me pasé estos años prestando atención: no soy religiosa. Pero me da mucha pena su muerte y me da orgullo que haya sido alguien como Francisco el primer papa de América Latina. Se que estaba en contra de muchas cosas que me parecen elementales, pero está bien, no le pido a la Iglesia que vaya en contra de su doctrina, es un capricho eso. Sí me acuerdo que su primera misa fuera de Roma fue en Lampedusa y habló de los migrantes, una situación que sigue igual y que permanece bastante afuera de la conversación pública. Una vez, en Roma, en una heladería, se dieron cuenta de mi acento, gritaron «como el Santo Padre» y me regalaron un gelatto BENDECIDO. ¿Qué es esa pavada de ahora, de que hay que hablar del muerto y no de uno? ¿Cómo se hace eso? Esas son las necrológicas y las hacen los profesionales. Habrá muchos, espero, que puedan escribir sobre Francisco y dimensionar su figura. Lo normal es recordar lo personal, qué más vamos a hacer, y más aún en la despedida de un gran hombre. Me alegra por él y por los creyentes que haya podido dar la bendición de Pascua en la Plaza. Una cosa que si me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo y ser tolerante con los demás, con su fe y sus contradicciones. Los agnósticos somos muy arrogantes y nos creemos por encima del barro humano, a veces. Esta foto del Vaticano en la pandemia es mi favorita. Y ahora CONCLAVE: que DÍAS por delante. Espero que sea mejor que esa película horrenda que le gustó a todo el mundo. Un gran abrazo a mis amigos católicos y a todos los que sentimos que el Papa era el poderoso más compasivo y con más criterio de este Occidente».

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Cultura

Mario: una leyenda

Lee la columna de Alexander Campos Soto

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Conocí a ese señor por mi papá. Vivíamos lejos de la ciudad, en medio de unas colinas que tocaban el paraíso. Y solo los fines de semana íbamos al pueblo por suministros. A mí me gustaba ir, sobre todo, por las películas que pasaban en televisión abierta los sábados y domingos después del mediodía. Y siempre me llevaba alguna sorpresa. Mi hermano Haya —quien vivía con los abuelos— me esperaba en la puerta, corría hacia mí y sacaba de adentro de su polo (holgado como esos que usan los jugadores de béisbol) un VHS. Le he robado a doña Dorila…, me decía riéndose. Doña Dorila era una señora flaquita, de cabeza pequeña como la de un gorrión, y temperamento de hierro. En su casa, estaba nuestro Cinema Paradiso. Ella vendía y alquilaba películas en VHS y, desde luego, las que nos gustaban tratábamos de hacerle olvidar y, rara vez, se la devolvíamos.

En uno de esos fines de semana, papá cogió su carcacha y fue al pueblo sin nosotros. Recuerdo que me enojé mucho pues la semana anterior habían anunciado una película sobre un perro gigante que volaba. Y ya no la podía ver. Entonces, mamá me llevó hasta la casa de la familia Sánchez Quiroz (los únicos que tenían paneles solares en sus techos de teja); pero una lluvia intensa, acompañada de granizo, hacía bailar a la antena parabólica y era imposible terminar de ver la película. La pantalla se veía como bolitas de granizo que estaban golpeando sobre los vidrios de las ventanas.

El lunes, por la mañana, escuchamos la carcacha de papá estacionarse en el patio de la escuela. Yo no lo quería ver, por supuesto; pero Coco, mi otro hermano, se levantó de su cama y fue corriendo a su encuentro. Escuchaba su voz y la voz de mi mamá y la de mi hermano pequeño diciendo: ¿Me has traído el rompecabezas del hombre araña? Y papá se lo entregó y él llegó hasta mi cuarto y me decía: ¡Mira lo que me han regalado! Y bailaba dando vueltas de alegría.

Fui a comer y papá seguía en la mesa. Y cuando me vio, me dijo: Para ti, he traído el mejor regalo. Está ahí, en esa caja. Era una caja pequeña, aún más pequeña que una caja de zapatos de los que él compraba. Inmediatamente, sentí una ligera exaltación. Me había dicho que, si ese año aprendía a resolver una raíz cuadrada, me compraba un minitelevisor, de esos que funcionaban a pilas y tenían la pantalla pequeña, casi como de unas gafas de sol. No podía ser otra cosa; mi sueño se había hecho realidad. Abrí la caja apresuradamente y encontré, en vez de un minitelevisor, un libro de carátula blanca con la fotografía y el nombre de ese señor. Seguí buscando y había más libros parecidos. Entonces, miré a papá y le dije sorprendido: Pero, yo pensé que era el minitelevisor. Y papá, muy sereno, me dijo: Sí, de alguna manera, lo es. Si lees con cuidado y te concentras bien, esas páginas se van a transformar en imágenes, en colores, en voces, en sensaciones; y las podrás ver más claras y reales que las del televisor. Y, ¿dónde las podré ver?, le dije. Enseguida, respondió: Dentro de tu cabeza. Además, puedes tú participar en la historia. Pero, ¿cómo?, le dije. Arreglándola a tu modo, así como de los dramas que inventas con tus compañeros o los cuentos que mamá te leía de más pequeño. Y mamá dijo: ¿Te acuerdas de Ernesto, el niño que andaba a caballo con su papá y era huérfano de madre? Claro que me acuerdo, mamá: el que asistía a un internado y lo cuidaban unos curas. Mamá asentía con la cabeza. ¿Y recuerdas, también, que creábamos otras cosas sobre Ernesto?; que tenía mamá y papá y hermanos y amigos que lo querían. Sí, claro; me acuerdo, mamá. ¿Y quién las inventó? No lo sé, le dije. Y luego, ella pronunció su nombre: Arguedas. Sí, él; claro, mamá. Y ahora, ese señor que ves en las carátulas de esos libros hace lo mismo, inventa muchos Ernestos. Y luego, me alcanzó un libro: Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, ese hombre entrecano de mirada seria e imperturbable.

Desde entonces, Mario, me has acompañado toda la vida. Te conozco más de lo que tú crees. Tú no me has visto crecer porque estabas demasiado ocupado pensando sobre este desafortunado país en cual nos tocó nacer. En cambio, yo sí te he visto andar como actor de cine, llevando el nombre del Perú por todos los confines de la tierra; andando como un sol entre las élites académicas más importantes del mundo; diciendo el Perú existe, yo soy el Perú. Y, en verdad, lo eres. Has dado luz al mundo a través de tus historias. Me alumbraste en la etapa más triste de mi vida porque, en algún momento, en mi sueño más irrealizable, quise ser como tú. Pero, un amigo de Arequipa —que te quiere tanto o más que yo— me dijo: Mario solo hay uno. Y aterricé en la realidad.

                Y te cuento, brujo de las palabras, que fue papá quien me hizo conocerte. Y también, hace un par de horas, fue papá quien entró a mi cuarto, con celular en mano y me dijo: Vargas Llosa ha muerto. Lo primero que se hace frente a la incertidumbre es no creer, que es algo imposible que el Perú haya muerto. Y, desde ahora, es demasiado triste saber que ese sol ya no nos alumbra. Saber que ya no te podemos buscar para mirarte desde lejos por los malecones de Barranco o Miraflores. Y Orlando, con sus dos metros de estatura y señalando con su dedo índice a tu casa, ya no me podrá decir: Hoy, veremos a Mario. Pero nunca nos acercamos. Te respetábamos mucho y también sabíamos que el sol nos puede quemar.  Ahora, todos los peruanos —aquellos que fueron tus críticos y nosotros, los devotos— quisiéramos ser cómo tú, Mario: ¡una leyenda!

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Cultura

Mario Vargas Llosa falleció en Lima

Su familia confirmó su deceso.

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La literatura hispanoamericana ha perdido a uno de sus más grandes exponentes. Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista, polemista y Premio Nobel de Literatura 2010, falleció este domingo en Lima a los 89 años, según informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana. Su muerte cierra un capítulo trascendental de la narrativa en español y deja un vacío imposible de llenar.

Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa fue un autor universal. Desde sus primeras obras como Los jefes y La ciudad y los perros hasta su despedida con Le dedico mi silencio, su producción literaria moldeó el imaginario colectivo de generaciones de lectores. Dueño de un estilo poderoso y de una inteligencia feroz, supo retratar los entresijos del poder, la violencia y la resistencia con una lucidez pocas veces vista en la literatura contemporánea.

No solo fue novelista, sino también un intelectual en el sentido más clásico: comprometido, activo y provocador. Desde su tribuna en la prensa, como su recordada columna Piedra de Toque en El País, abordó con valentía y convicción los grandes debates de su tiempo, sin temor a contrariar sensibilidades ni a polemizar con sus propios lectores. Fue, hasta el final, un defensor apasionado de la libertad individual, aún a costa de las críticas que sus posturas políticas —liberales en lo económico, progresistas en lo moral— le granjearon.

Su partida, según sus hijos, será despedida en la más estricta intimidad, como él mismo lo pidió: sin ceremonias públicas, con la serenidad que caracterizó su madurez. “Deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, dice el comunicado. Y no hay frase más certera. Vargas Llosa ya era inmortal mucho antes de morir.

Obras como Conversación en La Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo consolidaron una carrera marcada por el rigor narrativo y la ambición temática. Fue parte del célebre boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, pero también un autor que se distanció de modas, que evolucionó hacia nuevos territorios sin perder la fidelidad a su esencia: contar la verdad a través de la ficción.

El Nobel, que muchos creían esquivo por razones ideológicas, le fue otorgado en 2010 por su “cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Recibió también los más altos honores literarios: el Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias, el Planeta. Fue miembro de la Real Academia Española y, desde 2021, inmortal de la Académie Française. Su ambición no fue solo literaria: aspiraba a incidir, a influir, a incomodar.

Quiso ser presidente del Perú y perdió. Escribió sobre dictaduras, corrupción, historia y pasiones privadas con idéntica intensidad. En El pez en el agua, sus memorias, relató tanto su educación sentimental como su derrota política, con la honestidad de quien entiende que todo, incluso el fracaso, forma parte de una obra mayor.

Su vida fue una novela en sí misma, atravesada por amores, rupturas, amistades rotas (como la célebre con García Márquez) y pasiones ideológicas. Pero nunca se convirtió en estatua, como temía. Siguió escribiendo hasta el final, como si la literatura fuera una forma de derrotar a la muerte.

En su discurso del Nobel afirmó que “la lectura inocula la rebeldía en el espíritu humano”. Vargas Llosa fue, hasta el último aliento, un rebelde que eligió la palabra como su arma más poderosa. Y como los grandes escritores, vivirá mientras lo lean. Ha muerto el hombre; queda el legado.

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Cultura

Francisco de Zela, una cuestión pendiente con Panamá ¿Es hora de repatriar su cadáver­?

Hay algo que Dina Boluarte debería hacer, y es lo que hizo el alcalde del Cusco con la repatriación simbólica del hijo de Tupac Amaru, y es traer de vuelta a Francisco de Zela, prócer que murió en una cárcel de Panamá.

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La leyenda cuenta que el 28 de julio de 1821 moría en una oscura cárcel en Panamá el prócer de la patria Francisco de Zela. Aunque en la década de 2010 el entonces embajador de Perú en Panamá, intentó buscar los restos del prócer, esto de manera autónoma y sin apoyo de la Cancillería peruana, las circunstancias resultaron en su momento infructuosas. Cabe mencionar que es muy probable que Zela en condición de traidor a la madre patria fuera enterrado en una fosa común. Cabría esperar del actual gobierno una búsqueda más infructuosa de dichos restos o al menos repatriar simbólicamente a Zela como se hizo con el hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas recientemente. No debemos olvidarnos que el grito de Zela en Tacna fue el primer grito de independencia en Perú desde el grito ahogado en sangre de Tupac Amaru, esto en 1811. Grito que fue condenado en una mazmorra realista en Panamá.

Un héroe olvidado

Zela fue después de Tupac Amaru el primero luego de treinta años de silencio en lanzar el primer grito libertario del Perú en la ciudad de Tacna el 20 de junio de 1811. Eso lo hace meritorio de ser considerado el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. Su rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la Revolución Argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. Si bien los argentinos enviaron un ejército a la Provincia de Charcas (Bolivia), al mando del general Antonio González Balcarce y del abogado (¿Quién envía a un abogado?) Juan José Castelli. Los rioplatenses enviaron proclamas a varias ciudades del sur del Perú, invitándolos a continuar con la revolución.

Zela, tal vez apresuradamente fue el primero en responder y en un «Bando al pueblo de Tacna» declaró su adhesión a la Junta de autogobierno de Buenos Aires y su fidelidad al rey de España, de acuerdo con la posición de la Junta (recuérdese que Fernando VII estaba apresado por Napoleón y en España reinaba José Bonaparte que no era reconocido ni por los españoles americanos ni por los peninsulares) y pretende asumir la jefatura político-militar de la plaza militar imponiéndose él mismo el título de «Comandante Militar de las Fuerzas Unidas de América». 

Zela quien tuvo un apoyo tanto de criollos, mestizos e indígenas, como es el caso del cacique de Tacna, Toribio Ara, y el cacique de Tarata y Putina, Ramón Copaja. No obstante, su insurrección no tuvo éxito.

Derrotado a causa del fracaso de la campaña de los rioplatenses que fueron aplastados por los realistas en Charcas se vio finalmente apresado por los españoles.

Así los principales dirigentes de la rebelión fueron sometidos a juicio, entre ellos Zela, quien fue llevado a Lima. Allí, gracias al nepotismo (algunas costumbres no cambian), es decir las influencias de su familia y a la mediación (compadrazgo) de importantes personajes se le conmutó la pena de muerte por la de encierro perpetuo en el morro de La Habana. No obstante, se consiguió modificar aún más la sentencia: una pena de diez años de presidio en la cárcel de Chagres, en Panamá, y terminados éstos, expatriación perpetua. Su prisión en Lima duró cuatro años y en 1815 fue trasladado a Panamá. Afectado por el clima tropical y las duras condiciones de su encierro, falleció algunos años después, en 1819. Una versión muy difundida que más huele a leyenda romántica afirma que su fallecimiento se produjo el 28 de julio de 1821, el mismo día de la Proclamación de la Independencia del Perú. Lo cierto es que murió en 1819, un 18 de julio, a la edad de 50 años.

La búsqueda del cuerpo del prócer

Allá por la década del 2010, el embajador de Perú en Panamá, Guillermo Russo Checa recordó la historia de Zela y se propuso encontrar sus restos. Sin instrucciones ni directrices o apoyo de Torre Tagle, buscó por las iglesias de Panamá y entré archivos donde podría descansar los restos del héroe. Consultó incluso con el entonces presidente de Panamá, el locuaz y alangarciesco presidente Martinelli. Finalmente, y tomando en cuenta que en su condición de traidor a la corona muy probablemente Zela fuera enterrado en una fosa común, hubo de parar sus investigaciones. No obstante, en un parque de Panamá se rindió homenaje a la memoria del héroe a través de un busto que recuerda al paseante distraído que en algún lado de Panamá todavía duerme el ilustre tacneño que espera el retorno a su patria libre.

Considerando la reciente repatriación simbólica al Cusco desde Madrid, del hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, es momento, aprovechando la visita del presidente Mulino en Perú, de recuperar los restos, aunque sea simbólicamente de Zela. Es momento que Zela regrese al Perú independiente tal y como un día de 1811 soñó.

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Cultura

La princesa Gominola

La nueva tragicomedia escrita por Helen Hesse.

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Tras años de ausencia, Alejandra regresa al Perú con un único propósito: recuperar a su hijo Santi, a quien dejó al cuidado de sus abuelos cuando apenas tenía 7 años. Lo que parecía una sencilla reunión familiar se convierte en un escenario cargado de emociones, secretos y revelaciones inesperadas. En una cena familiar donde los recuerdos y las emociones están a flor de piel, una dolorosa verdad saldrá a la luz, ¿será capaz Alejandra de reconstruir lo que perdió?

“La princesa Gominola” es una tragicomedia escrita por Helen Hesse y forma parte de una serie de tres obras breves que forman parte de un innovador ciclo de microteatro inmersivo. Presentada por Paso de Gato Teatro, cada obra está diseñada para sumergir al espectador en una experiencia única, donde no solo serás testigo, sino también protagonista de las historias que se desenvuelven ante tus ojos.

Disfruta de una propuesta teatral en la que los límites entre el público y los personajes se desdibujan, creando una conexión emocional profunda y momentos inolvidables.

El dato

Estreno: Miércoles 09 de abril  a las 8:00 pm

Dirección: Milagros López Arias

Dramaturgia: Helen Hesse

Actrices: Pilar Delgado, Milagros López Arias y Sergio Velasco.

Las obras estarán todos los miércoles y jueves de abril hasta 01 de mayo a las 8:00 pm.

Lugar: La Residencia (Sáenz Peña 107 Barranco)

Entradas: Joinnus o al 959528540.

No te pierdas esta oportunidad de vivir el teatro como nunca antes lo habías hecho.

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Cultura

De la orilla al lienzo

Camila Rodrigo regresa a Lima con un sobrio conjunto de abstractos. La forma resignificada se inaugura el 9 de abril en La Galería de San isidro.

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El inicio de su travesía en la abstracción surgió de manera intuitiva. Un día en la playa, conversando con su madre, recordó la pared vacía de su departamento y decidió pintarla. A partir de esa carencia física nació un proceso que convirtió el vacío en superficie, la nada en estructura. Fue un encuentro con el orden y la proporción, donde líneas y formas geométricas empezaron a definir un lenguaje propio.

Camila Rodrigo (Lima, 1983) concibe el lienzo como un espacio de transformación. Su proceso creativo está marcado por una metódica construcción de capas, donde el color y la textura emergen en un rito de serenidad y concentración. La tela, en su estado inicial, yace en el suelo, expectante. El negro, un tono fundamental en su obra, se convierte en un eje transcendente y el pigmento, diluido en agentes fluidos, se asienta sobre la superficie como una piel que se va formando en un orden temporal que la artista organiza y supervisa con exigente minuciosidad.

Geometría líquida

La artista recuerda con nitidez los diseños limpios de su abuelo y su padre, arquitectos. Su conexión con la materialidad se remonta a su infancia, cuando paseaba por La Punta y recogía piedritas en la orilla del mar. Hoy, esos recuerdos se transforman en una serie de obras que exploran la textura y la composición, como se evidencia en La forma resignificada, muestra que inaugura el 9 de abril en La Galería de San Isidro. Sus pinturas, de una estética minimalista, sugieren paisajes internos y una rigurosa investigación sobre la materia.

No en vano su obra transita entre el diseño y la pintura, el instinto y la precisión geométrica. Formada en Diseño Gráfico en la Universidad San Ignacio de Loyola (2010), complementó su aprendizaje con estudios de fotografía en el Centro de la Imagen de Lima (2006) y en el Rhode Island School of Design (2009). Su carrera ha estado marcada por una evolución que la llevó del arte figurativo y la ilustración infantil hacia una exploración profundamente abstracta, donde la forma y el equilibrio son el núcleo de su lenguaje visual.

Lenguaje que madura y desarrolla en su estudio en Las Condes, Santiago de Chile, donde trabaja de 8:30 a.m. a 3 p.m., cuando sus hijos están en el colegio. Allí se entrega por completo al proceso creativo, sin interrupciones. En ese silencio ha descubierto que su pintura es una traducción de su percepción de la vida. «Después de pasar tiempo en el taller, mirando los cuadros en soledad, empiezas a pensar lo que hay detrás de lo que pintas», reflexiona.

Así, las piedras, recurrentes en su imaginario, se convierten en una metáfora del lastre vital, de esas formas que, convertidas en peso, se resisten al cambio. En su pintura, Rodrigo busca liberarse de esas imposiciones, recuperar la espontaneidad y la ligereza de la infancia. Su taller, más que un espacio de trabajo, es un refugio donde la libertad toma forma y color, como alguna vez imaginó de niña. Este 2025 su obra ha sido seleccionada para ser presentada en el Stand de La Galería en la feria Pinta PArc, un reconocimiento a su creciente impacto en la escena artística contemporánea.

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Cultura

Seminario: «De los griegos a los juglares: la naturaleza antropológica del poeta en occidente como cantor sagrado en la épica, la lírica y el teatro»

Un seminario que recorre la poesía, el teatro, lo regioso y político.

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El Centro Cultural de la Universidad de Piura los invita a participar de este seminario en el que se abordará las raíces de la civilización occidental en su poesía, la naturaleza del poeta desde un sentido antropológico/esotérico (los poetas arcaicos como mediums de la divinidad), la configuración del relato político, y la aparición del teatro como síntesis religioso y político.

Especial énfasis se dará en los vínculos del teatro trágico griego y su influencia en el drama moderno «Historia de una escalera» de Antonio Buero Vallejo. Así como también una comparativa de dos obras de tragedia clásica: La Electra de Sófocles frente a la Electra de Eurípides.

Dirigido a actores, dramaturgos y público en general.

SOBRE EL DOCENTE:

Alejandro Herrera. Bachiller de Derecho de la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica. Periodista cultural especializado en poesía y narrativa. Es corresponsal del medio Contrapunto El Salvador Centroamérica, es también asesor literario, ghostwriter y editor. Cronista parlamentario en Perú para la revista Lima Gris.

SESIONES:

  • Narrando el Mito Griego: poetas épicos, líricos y autores trágicos
  • Roma, tuyo es el poder y la gloria: La política como teatro. De poetas bucólicos a oradores políticos.
  • La Espada, la Dama y la fe: de los cantares de gesta a los juglares y el ideal caballeresco medieval y la reaparición del teatro como evento sagrado.

Inicio: 3 Sesiones: martes 22 y 29 de abril, 06 de mayo
De 7:00 p.m. a 8:30 p.m.
Modalidad presencial: Casona Pardo (Calle Coronel Inclán 120, Miraflores – Lima)
Certificación a nombre de la Universidad de Piura
Inversión: 150 soles
Inscripciones: enlace:
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScL44vg3O9kHpn4I4mojzBJBm9kPxzC3W0T49rK9uBVCX33-A/viewform?fbclid=PAY2xjawJeQbVleHRuA2FlbQIxMAABp8dcK4M01J7Dn8FaYp9SEwmQfiBwr1kitAZzKqxvSaUF8ywzNruEr8JXZ105_aem_-Ad4HYI_aFr0M8Tqp7THag

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