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Literatura

Alexis Iparraguirre sobre «El cuento peruano 2001-2010»

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EL CUENTO PERUANO 2001-2010

Escribe Alexis Iparraguirre

Palabras de Alexis Iparraguirre en la presentación de la antología de El cuento peruano 2001-2010 de Ricardo Gonzales Vigil.

Estimado doctor González Vigil, estimados Diego y Omar, señores funcionarios de PetroPerú, compañeros escritores, amigos:

Tengo el honor y el gusto, sin duda inmerecidos, de presentar el trabajo de mi maestro de la especialidad de Literatura en la Universidad Católica, el doctor Ricardo González Vigil. Aprovecharé la oportunidad para proponer algunas reflexiones sobre los malentendidos que rodean al género, sobre el cuento peruano en general durante el siglo XX, sobre el tomo doble de la antología que corresponde a la última década de producción cuentística más reciente y sobre el carácter y la labor de la obra crítica del maestro González Vigil.

El cuento peruano en el siglo XXI recorre rutas en mucho semejantes al del género en el ámbito mundial. En lo que se malentiende no hay casi distinción. En muchos contextos la palabra “cuento” se vincula sin tránsito con la literatura para niños. El malentendido no responde a una creencia insensata. La formación de los niños ha apelado, desde que existe el vocablo “Había una vez”, a narraciones breves para enseñar cuál es el camino que no acecha el lobo y cuál es el pavor que producen los desconocidos que  habitan las casas solitarias. Pero, aunque enseñar haya sido un propósito original del cuento y siga siéndolo en más de una de sus variantes, la expresión cuento peruano en el siglo XXI no alude a ellas, al menos no de modo central.  Ese término refiere a una forma de relato breve con requisitos artísticos puntuales y que, de primera instancia, parece muy distante de la más general intuición. De hecho, se trata un concepción adulta del relato breve que se suele ejemplificar con textos de Edgard Allan Poe y de Anton Chejov. De ellos se dice por igual que comparten la disciplina de contar una única historia con recursos lingüísticos brillantes aunque mínimos y, no obstante, con una capacidad de sugerencia inmensa. El cuento no es entonces cualquier relato breve y no es impropio señalar que el arte de sugerir ha implicado desafíos del tipo que se plantearon escritores especialmente brillantes y bromistas (como Borges o Kafka), que contrabandearon planetas e incluso dimensiones paralelas enteras a fin de ruborizar a la novela, frecuentemente más prestigiosa y empoderada, el género narrativo de largo aliento a quien competiría referir tales grandezas.

Justamente el prestigio de la novela produce el segundo malentendido más común sobre el cuento. Convertida durante los siglos XIX y XX en el nombre genérico para hablar de narrativa, la novela es, en términos prácticos, la palabra que monopoliza el quehacer en la ficción literaria. En la actualidad, tanto más arduo resulta que un comprador de literatura pregunte por un cuento o un libro de cuentos que un editor considere un ramo autónomo y prolífico a la cuentística, o que un autor se piense como destinado a la autoría de cuentos. No es extraño que el quehacer cuentístico se plantee como el vestíbulo que antecede a los salones más suntuosos de la novela o living para reposar entre dos logros narrativos de una mayor talla (como si el cuento luego de Borges, Kafka, Calvino o Rulfo no fuese de una talla inconmensurable, pero ya se sabe el poder de los malentendidos). Tampoco es un secreto, que en el medio editorial, por cuestiones de formatos, pero también por la mejor consideración en todo orden de la invención novelesca, se aconseje no publicar libros de cuentos, e incluso que se incite a los cuentistas a convertir sus libros de cuentos en novelas, y ello no es un asunto que competa  a nuestro país sino que es un fenómeno extendido en nuestra lengua. El cuento ha devenido, por ello, en una presencia a veces incómoda, que no se entiende mucho y con la que no se sabe bien qué hacer.

Contra el impulso de la tergiversación y, vale también ser exacto, de los predicamentos del formato en la actividad artística y editorial, los peruanos, en cambio, hemos sido testigos de un quehacer al que el adjetivo de excepcional resulta justo en todos sus extremos. Contrarios a la creciente incomprensión e incomodidad que produce la invención cuentística, PetroPerú y Ricardo González Vigil han promovido la escritura de excepcionales cuentos peruanos, esos breves artefactos lingüísticos cuya minuciosidad nunca se termina de apreciar y cuya capacidad de sugerencia permite figurar, en un escorzo miniaturista, una concepción del mundo. En ello González Vigil ha desempeñado un papel fundamental porque fue uno de los promotores iniciales y frecuente jurado del Premio Bienal Copé de Cuento, que organiza Petroperú desde 1979 y que habitualmente incita la escritura de más de un millar de textos por convocatoria. Como jurado cabe señalarlo de instigador de la calidad del cuento peruano y, sin duda, agente de su vigor, si se atiende a la condición de verdadero patrón de oro de la narrativa breve en que ha devenido el criterio calificador de Premio Bienal Copé de Cuento en el ámbito nacional durante más de treinta años. Además, ello otorgó al maestro González Vigil una perspectiva única. Lo hizo singular lector del cuento peruano en un sentido distinto de la abstracción útil para titular un libro Lo volvió testigo de privilegio y versado en la vibrante y concreta multiplicación de ficciones que cada nuevo año comparece ante su juicio.

 

Sin embargo, para González Vigil no ha sido suficiente un compromiso así de enjundioso con la narrativa breve. Desde 1983 ha publicado la antología El cuento peruano bajo el sello editorial Copé, que alcanza esta noche su tomo noveno y los once volúmenes, puesto que el primero, que corresponde al cuento peruano hasta 1920, es doble, y el último, que abarca el decenio 2000-2010, también lo es. Se trata, sin lugar a comparación, del documento sobre el relato peruano breve más valioso de nuestro tiempo. El maestro González Vigil efectuó un trabajo que se suele pensar, antes que nada, abrumador por la investigación bibliográfica, por su volumen y la dificultad de seguir la pista de escritos cortos, separados por los libros, por los años, por la geografía y por el olvido. Del mismo modo, es el logro —más inusual de lo que se cree— de una selección de narraciones reconocida como representativa, variada y plural. Los prólogos de cada tomo, ordenados uno detrás de otro, constituyen una única propuesta de interpretación de los derroteros de nuestra narrativa, en especial la de la modernidad peruana durante el siglo XX.

Al tomo doble que tengo el placer de presentar hoy, el primero del siglo XXI, le compete dar noticia de una actividad febril de narración. Según cabe entender, complica el panorama narrativo, es decir, según entiendo, da la razón a Gonzalez Vigil en su consistente argumento a favor de considerar la narrativa peruana variada y de múltiples fuentes. Evidencia el error de algunas simplificaciones que nacen del otro malentendido, que en este caso compete a la escena literaria peruana, que privilegia frecuentemente los nombres antes que el testimonio multiforme de las obras. No es extraño ni a los lectores ni a los escritores peruanos identificar los mejores logros del cuento peruano del siglo XX  con la prosa de Julio Ramón Ribeyro. Aún más inmediato, más intuitivo, es reconocer en la prosa de José María Arguedas el mejor logro de una voz heterogénea, raigalmente andina, tanto en el cuento como en la novela. Nada de ello conduciría a entender que el cuento peruano del siglo XX proceda de dos territorios cuyos centros son ambos autores, Ribeyro y Arguedas, cuyo influjo traza esferas de irradiación como si un compás proyectara circunferencias que, en algún punto, se cruzan. Y existe el cuento ribeyriano en los Andes y el cuento arguediano de ciudad. Pero que, en otros terrenos, son semicircunferencias disjuntas, las de un realismo limeño cosmopolita y un lirismo andino y moderno. O, para decirlo de otra forma, muchos piensan que los caminos de nuestro cuento son derivas definidas no únicamente, pero sí principalmente, por el legado de Arguedas o de Ribeyro. Que ello no es cierto no solo es producto de una observación cuidadosa de los cuentos del siglo XX,  sino que el conjunto que se escribe entre el 2000 y el 2010 es casi una declaración ostensible de principios en contra.

 

Debo asegurar que los escritores del siglo XXI impiden este malentendido desde el primer encuentro con ellos. No solo la hibridación es una seña distintiva de la lengua literaria de muchos de sus autores, en el nivel más íntimo de la gramática (la del español con las lenguas peruanas ancestrales y también con el inglés cosmopolita). Lo es también en esa otra forma de intimidad que es la incorporación  de la voz autoral ajena en el timbre de la propia. No se puede concebir la sensibilidad de Daniel Alarcón en Ciudad de payasos sin la cuentística de Cheever, Carver o Hemingway. No se puede ignorar que el encanto de “El cazador invisible” de Marco García Falcón pasa por el diálogo con la minuciosidad léxica de Nabokov. No se puede entender el modo brillante en que Carlos Herrera se libera del monopolio que Ricardo Palma impuso a la narración sobre el virreinato sin atender a su sabio uso de las lecciones de algunos cuentos de Balzac o Maupassant, esos que consiguen que el siglo XVIII de cualquier parte del mundo sea un territorio dominado por el lento traslado de lo extraño a lo fantástico (lección que, como Herrera, aprendió Suskind al escribir El perfume e Italo Calvino cuando compuso El barón rampante). Aún más, si se consideran las alusiones en este tomo más reciente de El cuento peruano a nombres de escritores del canon mundial, a sus obras, a sus vidas e incluso a pasajes completos de su literatura, se puede afirmar que en el siglo XXI los escritores peruanos son, en primer lugar, felices recicladores de material estético de múltiple origen, de sus leyendas y sus auras, sin censura de ningún tipo, sin límites de esferas.

Pero la multiplicación de la influencia no solo luce como una característica ubicua y una veta fértil para los estudios literarios sino para los estudios culturales, si se destaca el influjo de la cultura popular de masas en estos cuentos. Los diablos del relato de Herrera, “Historia de Manuel de Masías”, parecen mejor endeudados con  el trazo expresionista de la novela gráfica y el cómic antes que con el furor metafísico de El paraíso perdido de Milton. ¿O en qué medida el humor de Santiago Roncagliolo es, antes que heredero de Bryce, un lección de la sitcom, la comedia de situación norteamericana sobre familias disfuncionales?. Naturalmente, la prosapia de Arguedas y Ribeyro también es innegablemente fértil. Son numerosos los relatos del siglo XXI en que el realismo y realismo mágico del siglo XX extiende su vigoroso influjo. En sus fueros se nutre el relato de nuevas formas del conflicto social y de las formas antiguas, cuya deuda de sangre la historia aún no salda, y cuya memoria encuentra mejor sitio, el de la libertad para hablar, en la invención literaria. El relato sobre la nueva Lima y el mismo desprecio por lo distinto que habita en uno mismo se expresa desde diversos registros en los cuentos de Julián Pérez y Jeremías Gamboa. La cultura peruana, tan multiforme como llegada de los más inesperados sitios del mundo, e integrada en originalidad artística, bulle en El cuento peruano 2001-2010.

 

Que el cuento sea en nuestro país un género de prestigio autónomo, con formidable capacidad para encausar en sus procedimientos la actualidad de las muchas manifestaciones de la cultura contemporánea, no es escaso mérito y le compete, sin lugar a dudas, al pulso mismo de los autores locales, atentos como pocos a ampliar los límites de la imaginación cuentística. Pero difícilmente ella podría mantenerse informada, abierta al desafío del contraste, o enterada de los méritos de cada quien, si el acervo de cuentos no se clasificara, se valorara y el resultado no se hiciera circular de forma frecuente y oportuna. Los escritores y lectores sabemos que esta tarea, que es de verdadera institucionalización, se la debemos en su mayor parte a Ricardo González Vigil y al sello editorial Copé. En este quehacer, su principal gestor merece, como en las famosas dedicatorias de Borges el cuentista, el hacedor, un agradecimiento que la vez es general e íntimo. En lo íntimo, los escritores agradecemos que en El cuento peruano 2001-2010 González Vigil esté atento a la particularidad de cada quien, que la nota introductoria que dedica a cada cuento, además de informativa, provea luces al mismo cuentista en el difícil arte de conocerse a sí mismo. Ello, en el contexto de una academia literaria que desatiente por regla a los contemporáneos, es una excepción digna de elogio y una muestra del respeto y la generosidad de González Vigil para el trabajo del escritor. En la crítica literaria, el reconocimiento, es sabido, no solo se dirige al intérprete más destacado de nuestra narrativa breve, sino al primer especialista en Vallejo por donde se busque, a uno de los más atrevidos comentaristas de la obra de José María Arguedas, al lector literario de actualidad más enterado en el país, actualidad que ya cubre varias décadas. Agradecemos y celebramos un libro con tantos y tan buenos cultores del cuento, y al hacedor de libro por tanto y tan bueno.

 

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Literatura

Padre e Hija Escritores Peruanos Reciben Distinciones Internacionales

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En un emotivo evento celebrado en el Hotel Crowne Plaza de Miraflores, el periodista y escritor peruano Richard Morris Riofrio fue reconocido con dos distinciones internacionales por su novela histórica de ficción, “Rosalba de Altagracia”. La Lic. Issa Arguetas tuvo el honor de entregar estos prestigiosos reconocimientos, uno otorgado por la Real Academia de Arte y Literatura, Filial de los Estados Unidos de América, y el otro por el Consejo Mundial de la Paz, en el marco de su participación en el 1er Congreso Mundial de la Paz y las Artes celebrado en Michoacán, México, en 2024.

Richard Morris, quien también es Mensajero para la Paz de la ONU, se encuentra en el proceso de lanzamiento de su nueva novela de autoficción, “La Noticia Inversa”, un proyecto que promete generar un gran impacto en la comunidad literaria. Su compromiso con la paz y la promoción del arte continúa marcando su carrera como escritor.

Por su parte, su hija, Kiara Morris Rodríguez, a sus 13 años, ya es una figura destacada en el ámbito literario. Actualmente, es embajadora cultural del Bicentenario y recibió la Distinción Internacional Infantil Líder de Paz en Ecuador, otorgada por su contribución a la paz y la cultura. Su obra “Érase una vez en Moore” ha sido adaptada al teatro, lo que subraya su talento y su capacidad para conectar con diferentes públicos a través de las artes.

Ambos escritores representan un claro ejemplo del potencial creativo peruano, mostrando que la literatura puede ser un vehículo poderoso para la paz y la cultura. Richard y Kiara se han comprometido a seguir promoviendo el arte y la literatura, con la esperanza de inspirar a las futuras generaciones.

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Literatura

Hijo de Mario Vargas Llosa afirma que su padre está bien de salud

Tras la cancelación del viaje de MVLL a Madrid para recibir un homenaje, y luego de filtrarse información que indicaba que su estado de salud se encuentra en un nivel muy delicado, su hijo Álvaro ha salido a responder que el Nobel ha tenido que reducir sus actividades debido a su avanzada edad.

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El escritor Mario Vargas Llosa no asistió a la gala de la ‘Catedra Vargas Llosa’ en San Lorenzo de El Escorial en Madrid, en la cual iba a ser homenajeado y se quedó en Lima tras cancelar su viaje. En tanto, en su representación asistió su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien aprovechó para afirmar que su padre, se encuentra bien. A pesar que su familia desde hace algunos meses se ha resistido a comentar sobre su real estado de salud.   

«Mi padre tiene casi 89 años, está en el umbral de los 90 años, es una edad a la que uno tiene que reducir un poco la intensidad de sus actividades y él lo ha hecho», afirmó el hijo del Nobel de Literatura en un acto público.

El escritor MVLL ingresó a la Academia de la Lengua Francesa.

Álvaro, además mencionó que la familia está “muy unida” y que su madre Patricia, “está muy pendiente de su padre”, y que “probablemente estará en Perú hasta fin de año” y que no puede dar una fecha exacta para su próximo viaje.

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Literatura

Han Kang se convierte en la primera escritora surcoreana en ganar el Premio Nobel de Literatura

Escritora se impuso a autores como Can Xue, Haruki Murakami o Anne Carson, quienes se encontraban entre los más voceados.

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Contra todo pronóstico, la Academia Sueca decidió otorgarle el Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang, quien fue galardonada “por su intensa prosa poética, que saca a la luz traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según declaró el secretario permanente de la Academia, Mats Malm.

Para los miembros del jurado, la autora ilumina la “conexión entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos”, y su “estilo experimental” supone una innovación en la prosa contemporánea.

La escritora de 53 años es hija del también escritor Han Seung –won. Nació en Gwangju en 1970, pero creció en Seúl desde los once años. Estudió Literatura Coreana en la Universidad Yonsej de Seúl y se licenció en 1993. Debutó con poemas que aparecieron en la revista Literatura y Sociedad, pero se dio a conocer como prosista.

En 1994, ganó el premio literario del periódico Seoul Shinmun. Posteriormente, publicó varios volúmenes de relatos. En 1999, ganó el premio a la mejor novela coreana. En 2000, el «Premio para Jóvenes Artistas de Hoy», del ministerio de Cultura y Turismo. Y, por último, en 2005, el premio de Literatura Yi-Sang.

La reciente galardonada con el Nobel de Literatura ha trabajado como periodista para las revistas Water of the Deep SpringJournal of Publications y Spring. Su primera novela, La vegetariana (2007), fue llevada al cine en 2010 y recibió el prestigioso premio Booker Internacional en 2016. Está traducida al castellano, al igual que otra novela suya, La clase de griego. En la actualidad, Han enseña escritura creativa en el Instituto de las Artes de Seúl.

Foto: difusión.

Un galardón inesperado

Como todos los años, las especulaciones sobre los posibles galardonados no se hicieron esperar. El chino Can Xue, la canadiense Anne Carson, el escritor indio-británico Salman Rushdie y el japonés Haruki Murakami eran considerados candidatos prometedores. Algunos se consideran ya eternos favoritos y, una vez más, se han ido con las manos vacías.

Después del Nobel de la Paz, el de Literatura es el más reconocido. Los galardonados y sus editores también se benefician de ello gracias al aumento de la demanda de libros.

Según contó Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, cuando llamó a la autora para comunicarle la buena noticia, Han Kang estaba almorzando con su hijo. La escritora ha prometido acudir a Estocolmo para la ceremonia de entrega del galardón, el 10 de diciembre.

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Literatura

Jack Martínez, de mototaxista en SJL a ser catedrático de Literatura en Nueva York

Escritor peruano es en la actualidad profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Hamilton.

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Sus primeros diez años los pasó en las alturas de La Oroya (Pasco), entre recios obreros de la mina como su padre, bares de mala muerte donde no era extraño ver a uno que otro borrachín, olor a azufre y tierra recién escarbada. La madre de Jack Martínez siempre quiso una mejor vida para su menor hijo; es así que no lo pensó dos veces cuando la empresa donde laboraba su esposo le ofreció vivir en la capital.

Fue así que el pequeño Jack, ya de 11 años, y su madre llegaron al convulso y desordenado distrito de San Juan de Lurigancho (SJL).

“La primera vez que llegué nos bajamos en lo que era el último paradero de ese arenal, que hoy es la estación Santa Rosa. No recuerdo una noche tan oscura. Sin luz eléctrica, eran chozas y había que tantear con los pies para avanzar y así fue que llegamos. Al día siguiente, al despertar, lo primero que sentí fue el sol terrible sobre la arena (era verano). Fue un choque fuerte. No solo en lo material, sino también en lo cultural”, recuerda Jack.

De esta etapa rescata que pudo conocer un micropaís ahí y crecer con ellos positivamente; “había gente que venía del norte, del sur, de la selva. Gente que se veía diferente a mí y yo diferente a ellos. Crecí junto con el distrito. Recuerdo la primera vez que pusieron el agua y desagüe, fue una fiesta para todos”, relata el escritor para la agencia Andina. Hasta los 16 años, Jack fue parte de la educación estatal, y aunque su vocación y talento no afloraron de inmediato, fue la tradición oral la que lo hizo acercarse a este mundo.

Soñaba con ser periodista deportivo y Ovación era su dial favorito. La academia preuniversitaria era el paso obligado si quería estudiar Comunicación Social en la Universidad San Marcos.

Sin embargo, tuvo un extraordinario profesor que les narraba con gran habilidad diversos contenidos y que una vez delante del jovencísisimo Jack recibió su paga en efectivo.

“Dije , ¡wao! yo quiero que me paguen así… quiero ser profesor. Y comencé a leer. Así postulé a Literatura e ingresé… mis compañeros venían de distintas realidades. Fue impactante ver a compañeros que en lugar de una mochila llevaban sus libros en bolsas de plástico negras y otros que gozaban de muchas comodidades y vivían en lugares que jamás había visitado”. Fueron encuentros que la vida le planteó.

Sin tenerla fácil, en plena crisis, Jack tuvo en aquel entonces trabajar también como mototaxista para solventarse, contando con el apoyo familiar.

De ahí, el Icpna le abriría sus puertas y conocería el mundo de las exposiciones y así pasaron cinco años.

“Un amigo regresó al Perú tras estar becado y él me guió por ese camino y decidí apostar”. Dejó la zona segura, la locura de dejar todo lo establecido e irse a estudiar. “Creo que mi familia pensaba que bromeaba y no me tomaban muy en serio. Igual seguí adelante y cuando llegó el momento le dije a mi novia ´(hoy mi esposa) que me iba y si quería irse también”, recuerda.

“Después de seis años de ese primer viaje, logré invitar a mi mamá. Antes creía seguro que trabajaba en algo más y que lo de la beca era un invento para dorar la píldora, pero luego vio que todo era real”, señala con orgullo tras culminar su maestría en la Universidad de Connecticut.

Al año siguiente, obtuvo otra beca para el doctorado en Northwestern (Chicago). Durante sus años de doctorado, además de investigar y escribir la tesis, publicó su primera novela, Bajo la sombra (2014), que tuvo excelente recepción crítica. En el 2017 se gradúo como doctor y publicó su segunda novela, Sustitución. También ese año empezó como profesor en la Universidad de Hamilton, en Nueva York.

Su mejor novela. Jack es el personaje principal de su historia. Foto: Hamilton College.

En el 2024 acaba de publicar su tercera novela, Te he seguido. En la Universidad de Hamilton enseña escritura creativa, formando jóvenes escritores. También enseña literatura peruana, promoviendo nuestra rica tradición en los estudiantes estadounidenses.

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Literatura

«El jefecito del comedor», un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea

Las calurosas vivencias de un empleado de un comedor universitario.

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Cerca de la 1:00 p.m., las colas del comedor seguían aumentando (por la puerta posterior, lateral y frontal), el sol radiante quemaba el rostro y cabeza de los comensales, los gritos bulliciosos: zampón, haz tu cola; amiga, despierta, no dejes que se metan; seguro son los de facufide; las antisonantes voces acompañadas de un megáfono y banderola en son de protesta.  

Tres de la tarde, ni un alma en los alrededores del comedor.

El jefe del comedor estaba fumando cuando tocaron la puerta.

_ Pase _ ordenó

Entró una señorita de buen porte y sonriente le dijo:

_ Buenas tardes, licenciado Abel, quisiera conversar con usted.

_ Sí, dígame

Mientras la coqueta y pícara estudiante se presentaba: me llamo Marifé, soy consejera de la Facultad de Inicial, y miembro de la comisión de almuerzos por el aniversario de mi facultad; quisiera saber qué documentos debo traer para que nuestro pedido sea atendido.

Con la mirada embobada, el jefecito del comedor, escuchaba atentamente el discurso de ese monumento de mujer que tenía en frente: blanquiñosa ella, de ojos grandes y claros, labios carnosos y sensuales, cabellera larga de color castaño, angosta cintura, caderas anchas al igual que sus pechos (todos los hombres son iguales, cuando ven carne blanca hasta podrida la consumen, y si tienen un buen derrier y busto, mejor).

Marifé, inmediatamente notó al hombre de enfrente completamente absorto con su presencia, y en un cruce de miradas hizo que el rostro del licenciado Abel se  ruborizara y dibujara un mohín con sus labios (solito se delataba).

_ Ok, señorita, entiendo. Entonces, puede usted presentar un oficio del decano dirigido a mi persona, solicitando la cantidad de almuerzos que necesitan, adjuntar la resolución de aniversario de decanato y la relación de alumnos matriculados en su facultad.

Tres días después, cerca de las 6:00 p.m., se apareció Marifé por detrás del jefe del comedor, sorprendiéndolo en el momento en que abría la puerta de su carro.

_ Hola, Abel. Perdón, perdón,  quise decir  licenciado Abel. Veo que ya se va, y justo hoy el profesor de estadística se extendió con su clase. Mañana tendré que regresar para presentar la solicitud de almuerzo.

_ No te preocupes, déjamelo y yo mañana lo veo.

_ Qué lindo, gracias. Mmmm, sería mucha molestia si me da una jaladita hasta la puerta de la universidad. Lo que pasa es que ya está oscureciendo y me da miedito bajar sola.

_ Sí, claro, sube. Por dónde vives?

_ En Huaycán, cerca a la Plaza de Armas de Huaycán, en la Av. 15 de julio, cuadra 10. Por lo general me vengo a la universidad con los colectivos y de regreso en combi, pero si tengo suerte, hoy puedo regresar en una camioneta Chevrolet (sonrió la pendeja).

El jefecito del comedor no pudo evitar los ojos brillosos, mejillas sonrojadas y el alargamiento de sus labios, al momento de sonreír.

_ ¿Te molesta si te tuteo?

_ No, total ya estamos fuera de la universidad.

_ ¿Y tú por dónde vives?

_ En Tarazona

_ Qué pena.

_ ¿Por qué?

_ Porque unos metros más y ya me tengo que bajar. Entonces, mañana te busco para recoger la copia de mi solicitud con el sello de tu oficina (despidiéndose aparentemente con un beso en la mejilla, pero se lo dio en la comisura de los labios).

Al día siguiente, 4:30 p.m., Marifé se acercó al container que fungía como oficina del jefe del comedor, llevando Caramandungas para tomar lonche, pues días anteriores la ofrecida esta se había percatado de la cafetera y hervidora que descansaban en una mesita, ubicada fijamente en una de las esquinas del vagón.

Abel la miró y sonrió, se sacó los lentes y se restregó los ojos. Luego cortó un pedazo de papel higiénico y limpió las lunas con esmero (mientras pensaba qué decir). Los trabajadores se iban retirando con un hasta mañana jefe, todo limpio jefe, todo cerrado jefe, que descanse jefe, cuidado jefe.

_ Gracias por las rosquitas Marifé, pero ya me tengo que ir. Te prometo que mañana temprano me los como en el desayuno.

Aquí puedes continuar leyendo el cuento completo.

https://cuentroversia.blogspot.com/2024/08/el-jefecito-del-comedor-cerca-de-la-100.html

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Literatura

Presentación de libro Gaza ante la historia, de Enzo Traverso

Conoce una de las novedades de la Feria Internacional del Libro de Lima.

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En el marco de la 28° Feria Internacional del Libro de Lima (FIL), gracias a la librería Contragolpe, se llevará a cabo la presentación del libro Gaza ante la historia, del reconocido historiador Enzo Traverso. El evento se realizará el lunes 29 de julio, en el auditorio José María Arguedas, a las 3 p.m. La presentación del libro estará a cargo del politólogo Alberto Adrianzén y la artista Daniela Ortiz.

¿Es la destrucción de Gaza una consecuencia del ataque del 7 de octubre o el epílogo de un largo proceso de opresión y erradicación? ¿Tienen los palestinos derecho a resistirse a la ocupación? ¿Hablar de genocidio es antisemitismo? En Gaza ante la historia, Enzo Traverso, uno de los historiadores más autorizados de nuestro tiempo, va a la raíz del conflicto israelopalestino poniendo en cuestión la historia del conflicto y ofrece una interpretación crítica que da la vuelta a la perspectiva unilateral desde la que nos hemos acostumbrado a observar lo que ocurre en Gaza.

Se suele describir a Israel como una isla democrática en medio de un océano oscurantista y a Hamás como un ejército de bestias sedientas de sangre. La historia parece remontarse al siglo XIX, cuando Occidente perpetró genocidios coloniales en nombre de su misión civilizadora. Sus supuestos esenciales siguen siendo los mismos: civilización frente a barbarie, progreso frente a atraso. Junto a las declaraciones rituales sobre el derecho de Israel a defenderse, nadie menciona nunca el derecho de los palestinos a resistir una agresión que dura desde hace décadas. Pero si en nombre de la lucha contra el antisemitismo permitimos que se desate una guerra genocida serán nuestras propias orientaciones morales y políticas las que se vean empañadas, serán los supuestos de nuestra conciencia moral los que se verán socavados: la distinción entre el bien y el mal, el opresor y el oprimido, los perpetradores y las víctimas.

Fecha: lunes 29 de julio

Hora: 3 pm

Lugar: auditorio José María Arguedas de la FIL (Parque Próceres de la Independencia, Jesús María, alt. cd. 16 de av. Salaverry)

Presentan:

– Alberto Adrianzén

– Daniela Ortiz

Organiza: librería Contragolpe  

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Literatura

«Por Facebook», un cuento de Giovanna Gutierrez Narrea

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Por Giovanna Gutierrez Narrea

Te miro por el face y vienen a mí los años de esplendor al lado tuyo. Una relación amorosa de tres años: compartiendo anécdotas, viajando juntos, experimentando emociones, conociendo un poco de ingeniería mecánica y tú aprendiendo un poco más sobre el sistema de la lengua (tú en la UNI y yo en la UNE-Cantuta). Dé repente, tu ausencia se empezó a justificar porque tenías que estudiar para tus prácticas calificadas, luego los trabajos de grupo y, finalmente, tus exámenes parciales y finales. Un par de meses después me dijiste haber conocido a una chica (rubia superficial, por cierto, tez blanca, delgada, caderona y bien tarrajeada; la típica mujer por la que el 99.9 % de hombres pierden la cabeza). Enamoramiento que te duró menos de un año, puesto que tu nueva conquista terminó yéndose con un hombre, muchos años mayor que tú; interesante cargo en la política de la universidad y de atractiva billetera. Supongo que mi poco atrevimiento sexual y la falta de coquetería fueron en gran parte, también, las causas del enfriamiento sentimental, razones por las que terminaste conmigo.

Anoche vi a Javier -me contó Mary-. Pensé que eras tú la que estaba con mi primo (estos chicos no cambian, terminan y luego regresan -me dije-…). Yo estaba comprando salchipapas en la esquina de mi casa, cuando pasaron por detrás mío, y mi primo ni cuenta se dio, y al voltear miré a la chica, quien tenía tu misma estatura, el cabello negro y lacio como lo tienes tú, y de perfil muy parecido a ti (pudiendo tener una original, se buscó una copia), pero por la oscuridad no la pude ver con exactitud. Sin embargo,  esa relación no le duró mucho tiempo, porque luego lo vi salir con su actual pareja, un poco feíta la nueva prima, pero es odontóloga. Ni modo amiga, será mi primo pero que se joda… Mejor estabas tú.

Aquí el cuento completo: https://cuentroversia.blogspot.com/2024/06/por-facebook-te-miro-por-el-face-y.html

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Literatura

Invitación a comer un chaufa: el nuevo libro de Julio Barco

Lee la columna de Nicolas López-Pérez

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Por Nicolas López-Pérez

A la industria editorial en crisis: lo primero es tomar por sorpresa a la hegemonía con un ramo de dientes de león. Luego, al ver los rostros entre la confusión y el estupor, soplar con dulce violencia cada una de las partículas que componen la flor. Esa es la fuerza literaria de Julio Barco (1991), señoras y señores. El poeta de El Agustino que viste y calza. No me detendré en la identidad de qué género o de qué tipo es el último libro publicado. Lo cierto es que Chaufa es un homenaje a la opacidad de la palabra y el lenguaje. En sus páginas se narra, se ensaya, se canta, se baila y se come. Como si la literatura peruana y su estado actual fuese el tema de un banquete digno de Platón, una reunión que armoniza reflexión y sentimiento.

A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, huelga deciros que este libro es una incisión en las maneras de leer el insalvable abismo entre lo popular y lo culto; entre la periferia y el centro; entre el margen y el cuadro. Al mismo tiempo, su prosa nos muestra a un escritor audaz y resiliente ante el histórico vapuleo contra quien no tiene santos en la corte. Un escritor que se desenreda, como si fuera un ovillo de lana, para golpear la mesa y declarar una nueva profesión de fe literaria. Tal vez, señoras y señores de la industria editorial en crisis, la literatura que os presentáis es, a grandes rasgos, ominosamente homogénea y continúa a mostrarnos un Perú desconectado de sus bases. Puede que esta afirmación categórica se malinterprete, pero ante un mar de literatura pituca y aspiracional en que la finalidad es conmover o divertir con historias más o menos fascinantes, escribir desde las entrañas de nuestras ciudades es un ejercicio de resistencia y estrategia. Chaufa articula la palabra como un antídoto contra la apatía que vuestra literatura vierte sobre la clase trabajadora peruana.

En un hadiz islámico se lee que el estómago es el centro de todas las enfermedades. Desde ahí, una ética del cuidado de lo que se come. En el Perú, no obstante, todavía se habla de hambre; todavía hay poblaciones enteras donde escasea la comida y no solo por el aumento en el costo de la vida ni por la falta de empleos, sino por el individualismo y, además, la insuficiencia de las políticas públicas para llegar a cada rincón de una escandalosa, pero preciosa geografía. Recuerdo un dossier de 2018, publicado en Unidiversidad, una revista de pensamiento y cultura de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y titulado “Perú: los poemas del hambre”. Paolo de Lima, el compilador, enfatiza el hambre como tópico en los versos de un considerable número de autores. Y esos poemas y poetas no son los primeros que orbitan en torno a la comida, también obras como “Primicias de cocina peruana” (2005) de Rodolfo Hinostroza, “Comer en los mercados peruanos” (2019) de Mirko Lauer o incluso “Tratado de la yerbaluisa” (2012) de Enrique Verástegui son ejemplos del vínculo entre literatura y comida. El estómago se conecta con el corazón y el cerebro, ¿y ustedes señoras y señores de la industria editorial qué hacen al respecto con las problemáticas sociales de las mayorías? Una paradoja: Perú, potencia gastronómica a nivel mundial e incapaz de erradicar el hambre en su territorio.

Barco nos encuentra en el Chifa, aunque puede que otros platos que nos acomunan sean el ceviche o la salchipapa. Lo encomiable está en el imaginario popular que este escritor construye: precisamente, en ese punto en que todos los archivos se tocan y donde no originan una identidad que confronta los ánimos, sino una capaz de generar una potencia solidaria donde el Perú se construye con tradiciones, afectos y palabras. Barco apuesta, en definitiva, por un manifiesto que conjura un sentimiento social, bullendo desde un problema inmanente y trascendente: el sentido de seguir luchando juntos por un mejor Perú. A ustedes, señoras y señores de la industria editorial, ¿cuántos libros tenéis que ingeniosamente pueden remecer a los sectores más populares? Una fuerte resistencia contra la literatura pequeño-burguesa, tanto como guiones que tienen éxito en Netflix y Hollywood. Barco escribe como se prepara un chaufa. Auguro que su lectura tendrá sabor a la simpleza y santidad de ese plato. Girados y apreciad la maestría del verbo. Chaufa es imperdible en este 2024 de las letras peruanas. Imperdible.

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